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Todos hemos oído alguna vez sobre teorías extrañas acerca de fenómenos que, se afirma,
podrían ocurrir en nuestro Universo. Desde pequeñas escalas a nivel subatómico, hasta la
misma evolución del Universo. Teorías como la existencia de hoyos negros, la teoría de la
Gran Explosión o la propuesta sobre la existencia de dimensiones extra. ¿Cómo se llega a
semejantes ideas antes de poder inferir su existencia mediante experimentos u
observaciones?
Una de las principales virtudes de la ciencia es poder realizar predicciones, esto es, llegar a
la conclusión de que algo pasará, aun cuando ese algo no ha sido observado. En el caso de la
física, existe una manera muy específica de hacerlo. Esta es la llamada física teórica.
Esencialmente se basa en el hecho de saber que los fenómenos físicos pueden describirse
en un lenguaje matemático. Las leyes de movimiento, por ejemplo, pueden ser expresadas
en fórmulas matemáticas que sintetizan la esencia de la dinámica de los objetos. Cuando
esta descripción matemática se depura, es posible encontrar en su interpretación nuevos
fenómenos físicos no observados hasta entonces.
Es así como podemos estar seguros de que nuestro Universo comenzó con una densidad
muy alta de materia y energía y que ha ido expandiéndose y enfriándose en el tiempo y
cuyas consecuencias han sido comprobadas observacionalmente. Hay otras facetas que aún
no entendemos, como la gravedad cuántica, aunque tenemos propuestas para ello como la
Teoría de Cuerdas. La física teórica es por lo tanto una manera de entender nuestro
Universo, y que ha dado a lo largo de la historia de la ciencia enormes avances en nuestra
comprensión de la naturaleza. No se trata de ocurrencias o solo especulaciones
matemáticas. La construcción de modelos matemáticos para describir fenómenos están
basados en un hecho que parece hasta ahora irrefutable: la naturaleza se puede describir
en un lenguaje matemático.