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¿Cansado del mal comportamiento de tu hijo?

Claves para mejorar su


conducta?

Si eres padre, docente o alguien que trabaja y está en


contacto frecuente con niños, seguramente sabrás lo
frustrante y desafiante que puede llegar a
ser el mal comportamiento de los
pequeños. Pero, ¿qué significa que un niño se porte
mal? ¿Y qué debemos hacer para remediarlo?
Cuando un niño se “comporta mal” significa que está
haciendo algo que no nos agrada a nosotros, es decir, se
trata de una valoración arbitraria. Quizá el niño presente
un problema de conducta, o quizá el problema no
sea él sino la situación que lo rodea.
Si lo que está afectando al niño es la situación en la que
se encuentra, enfocarnos en que él cambie sólo logrará
lastimarlo, mientras que nosotros nos sentiremos
frustrados. Por otro lado, si el pequeño realmente
presenta un mal hábito que necesita ser
modificado, es importante implementar
técnicas correctas para que esto suceda y ayudarlo a
desarrollar comportamientos más adaptativos.
Causas que explican el mal comportamiento
 Necesidades básicas. La mayoría de niños
son activos por naturaleza y no podemos esperar
que disfruten de estar encerrados en casa mucho
tiempo. Necesitan realizar ejercicio físico y estar en
contacto con el medio ambiente. También, una
comida muy atrasada o la alteración del ciclo del
sueño pueden ser propiciadores perfectos de una
rabieta.
 Causas médicas o farmacológicas. A veces,
no es que el niño se esté portando mal, sino que
está enfermo o no se encuentra bien y, al no poder
comunicarlo con palabras, manifiesta malestar,
distrés o irritabilidad debido a algún problema
orgánico. También puede darse el caso de que se
trate de una mala reacción farmacológica.
Asegúrate siempre de consultar con el pediatra la
medicación a administrar.

Cómo explicarle lo que se


espera de él
Como adultos, a veces olvidamos que la niñez
es una etapa llena de primeros pasos y
novedadesacerca del mundo que nos rodea, que
estimulan a los niños y despiertan en ellos una
curiosidad insaciable.

Si un niño habla fuerte, pregunta, corre y toca todo


lo que ve cuando entra por primera vez en la sala
del dentista, no se está comportando mal,
simplemente está explorando un mundo que es
desconocido para él y del cual no comprende las
reglas implícitas de
comportamiento. Deberíamos, pues, explicarle
y mostrarle lo que verá y, así, prepararlo para la
novedad con cierta anticipación.
¿Quién es el que tiene un
“mal comportamiento”?
Los niños pueden ser muy tiernos, pero también
pueden ser desordenados y ruidosos, y hacer
muchas cosas que no nos agradan. Los pequeños
requieren nuestra atención, cuidado y cariño
mucho más de lo que, a veces, algunos
adultos están dispuestos a ofrecer. No
podemos esperar que los niños se comporten como
adultos pequeños ni que se queden mucho tiempo
en un mismo lugar.

Es importante reevaluar las situaciones con


un poco más de paciencia antes de afirmar
que un niño se está portando mal. Quizá
simplemente se está comportando como un niño
sano, vivo, enérgico y curioso con conductas
típicas de su edad. De esta manera, puede ser uno
mismo el que está teniendo un mal
comportamiento al no ser lo suficientemente
tolerante.

Modula la estimulación que


recibe el niño
La estimulación es muy buena para los niños. Un
ambiente rico y diverso en estímulos puede
permitir que el pequeño obtenga más experiencias
del entorno y aprenda a gran velocidad. Sin
embargo, cualquier exceso puede ser perjudicial:
 Un ambiente demasiado cargado de estímulos
(ruido, luces, actividad excesiva, etc.) puede
sobrepasar la capacidad de los niños para
afrontarlos, crear confusión y dar lugar a la
manifestación de signos de sobreexcitación y
ansiedad.
 Por otro lado, una estimulación muy baja
puede generar aburrimiento. Actividades como
hacer trámites con los padres o ir de compras
pueden ser un gran fastidio para un niño. En estos
casos, es normal que el pequeño reaccione de
modos que podríamos calificar como “mal
comportamiento”, ya que su umbral de
paciencia y tolerancia a la inactividad no es
el mismo que el nuestro.
En resumen, antes de decidir si tu hijo se está
portando mal, tómate un minuto para observar las
circunstancias presentes y responder estas cinco
preguntas:
1. ¿Está el chico cansado, muy aburrido o tiene
hambre?
2. ¿Tendrá algún problema médico o le estará
sentando mal la medicación?
3. ¿Se le explicó y enseñó cómo debía
comportarse en esta situación?
4. ¿Estoy esperando el comportamiento que es
adecuado para su edad y etapa de crecimiento?
5. ¿Está sobre estimulado o, todo lo contrario,
muy poco?
A veces, la situación es más compleja de lo que
parece y un pequeño cambio en el contexto puede
solucionar el problema y conseguir que el niño sea
más feliz y que el adulto esté más relajado.
Técnicas de reforzamiento
positivo
Las técnicas de reforzamiento son uno de los
pilares en cuanto a estrategias de modificación de
conducta en niños. Estas técnicas no sólo sirven
para evitar problemas de conducta, sino
que también pueden utilizarse para instaurar
nuevos comportamientos deseados. Pueden
ser útiles para padres, maestros y cualquier
persona que trabaje o esté en contacto con niños.

Su funcionamiento es muy sencillo: se deben


recompensar los buenos comportamientos
que presenten los niños e ignorar por
completo las conductas problemáticas.
Recompensar los buenos
comportamientos:
Se pueden utilizar innumerables variantes para el
reforzamiento positivo. Siempre tiene que tratarse
de algo que el niño disfrute y valore como premio:
un elogio, un cariño o una sonrisa pueden ser
excelentes reforzadores positivos, así como
diversas actividades (ir al parque, jugar en el patio,
visitar el zoológico, ver una película, etc.) o
incentivos materiales (un juguete, por ejemplo).

Es importante mostrar gratitud con los niños


y mostrarles que estamos orgullosos de sus
logros. De esta manera, no sólo aumentará la
probabilidad de que el buen comportamiento se
repita, sino que se cimentarán unas bases de
autoestima más fuertes.
Ignorar los malos comportamientos:
Es importante aclarar que los niños necesitan y
desean atención por parte de los adultos. Por eso,
la atención siempre funcionará como un reforzador
positivo, aún si es utilizada de manera negativa,
como en un castigo o reprimenda.

Si respondemos al mal comportamiento con


atención, lo que obtendremos será más
comportamiento negativo, mientras que, si
prestamos atención a un buen comportamiento,
obtendremos más de éste. Si ignoramos una mala
conducta y esperamos a que se presente una
deseable, con el tiempo, lograremos aumentar la
frecuencia de esta última. Probablemente, lo más
difícil sea tolerar un comportamiento
indeseado, por lo que esta técnica requiere
un extra de paciencia, pero el resultado lo
vale.

Las técnicas de reforzamiento tienen muy buenos


resultados si son aplicadas correctamente y con
criterio. Es importante entender que no todos los
niños son iguales, y que los reforzadores que
pueden funcionar para unos pueden no hacerlo
para otros. Ante todo, es fundamental tener
perseverancia, ser constantes y coherentes
con el método, y armarse de mucha paciencia y
cariño.
El siguiente vídeo ilustra las técnicas tratadas en el
artículo de un modo muy interesante y, a la vez,
nos hace revisar críticamente nuestros estilos de
crianza. También se repasan algunos aspectos
acerca de las expectativas que de un niño de
determinada edad se deben (o no) tener.

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