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EL PODER DE LA HUMILDAD

Proverbios 15:33

La humillación del alma siempre trae bendición. Si vaciamos nuestros corazones de nosotros
mismos, Dios los llenará con Su amor. Aquel que desea una comunión cercana con Cristo,
debe recordar la palabra del Señor: Yo estimo a los pobres y contritos de espíritu, a los
que tiemblan ante mi palabra. Isaías 66:2.

Acerca de Jesús sabemos, que para que ascendiera al cielo, primero tuvo que descender a
la tierra. De igual manera, debemos hacer nosotros, pues la más íntima y dulce comunión
del cielo, será tenida con aquellas almas que se humillan ante Dios1. A quien es humilde:

DIOS NO LE NEGARÁ NINGUNA BENDICIÓN


1 El Señor bendice con sus riquezas y tesoros a quien se esfuerza en vivir con humildad
y persevera en la sencillez cristiana. Jesús dijo en el maravilloso sermón del monte:
Dichosos los pobres en espíritu, porque el reino de los cielos les pertenece. Mateo 5:3.
Todo el tesoro de Dios, será abonado a quien es lo suficientemente humilde para poder
recibirlo sin enorgullecerse de ello. Si el reino es de los humildes, ¿cuánto mayor no serán
los beneficios?

Dios nos bendice a todos hasta la medida completa y al extremo con aquello que Él considere
seguro hacer. Si tú no obtienes una bendición, es porque no es seguro para ti tenerla. Dios
se asegura primero, que tengamos la actitud y las motivaciones correctas para luego poner
Su bendición a nuestra disposición.

Meditemos:
¿Has pensado alguna vez, que lo que parece estaba en el centro de tu mano, de
repente se fue como agua entre los dedos? ¿Crees que pudo ocurrir por causa de tus
“desalineadas” motivaciones?

DIOS LO ENGRANDECERÁ
2 Cuando un hombre es sinceramente humilde y nunca se arriesga a tocar una pizca de
la alabanza que le corresponde a Dios, no hay prácticamente ningún límite para lo que
Dios va a hacer por él y en él. La humildad es como una llave que nos lleva directo al obrar
glorioso de Dios. El humilde por lo regular, no estará adornado de habilidades o asombrosos
talentos, pero su belleza en todo tiempo, será grandemente admirada; belleza que Dios

1
Charles H. Spurgeon.
añade. Porque el que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que se humilla será
enaltecido. Mateo 23:12.

La humildad nos prepara para recibir de Dios toda gracia en cada una de las áreas de nuestra
vida. No solo seremos bendecidos nosotros, sino también nuestros semejantes, familias u
ocupaciones. Frente a la humildad, el poder más oscuro de las tinieblas, debe retroceder, no
hace falta pedirle que lo haga, a gran distancia percibe un corazón humilde para Dios y se
aleja.

DIOS PROSPERARÁ SUS RELACIONES


3 Es probable que el orgulloso camine acompañado, pero sus relaciones o afectos son
volátiles y poco duraderos. En cambio, aquel que es humilde es amado, es deseado
entre las gentes, su oración a Dios no pide amigos verdaderos, más bien, su oración reclama
fidelidad para ofrecer a todos una amistad verdadera. Dicha humildad, también nos capacita
para tratar eficazmente a nuestros semejantes y se comporta como un imán que atrae el
amor y favor de las personas. Vivan en armonía los unos con los otros. No sean
arrogantes, sino háganse solidarios con los humildes. No se crean los únicos que
saben. Romanos 12:16.

Alguien llamó “encuentros divinos” a la bendición que tiene una persona de encontrarse con
otra (de manera sorpresiva y no planeada) y cuyo encuentro -resulta de manera sobrenatural-
en un encuentro de bendición para ambos. Miles de cristianos pueden testificar acerca de
cómo Dios puso en sus caminos personas que añadieron bendición a sus vidas. Estos
encuentros, no están en nuestras agendas, pero sí, en la de Dios. Es un hecho que Dios
envía personas para bendecirnos y nos usa para bendecir a otros si guardamos en nuestro
corazón el sentir de Cristo, esto es la humildad. Filipenses 2:3-11.

Aplicación

1. El camino de Dios para el mundo no es el del orgullo o la soberbia, Él


bendice a todo aquel que es humilde.

2. Más que tu necesidad, es la humildad la que te acerca a Dios. El Señor no


se hace esperar cuando encuentra un corazón contrito y humillado.

Para concluir la reunión

La vida cristiana no consiste en el poder o la posición que podamos tener sobre otros,
consiste más bien, en saber que nuestro prójimo vale mucho más que nosotros mismos.

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