DEPROFEC

En busca de la única y
verdadera Iglesia de
Jesucristo

Por: Gerardo Cartagena Crespo, MPN

 En busca de la única y verdadera Iglesia de Jesucristo
Por: Gerardo Cartagena Crespo, MPN
De seguro que has escuchado a los protestan-
tes decir y asegurar que su respectiva iglesia es
la verdadera Iglesia de Cristo. Bueno, también
nosotros, los católicos, decimos y aseguramos lo
mismo.
Pero ¿hay manera de averiguar quién tiene
la razón?
Sí, y muy fácil.
Para los protestantes será muy complicado,
pues cada una de sus más de cuarenta mil
(40,000) sectas aseguran ser la legítima y
verdadera Iglesia de Cristo. Otros lo simplifican
asegurando que todas son iguales, y da lo mis-
mo ser de una iglesia o de otra (como también
hay católicos que piensan así).
Pero para los católicos que viven su fe, la
aman, la conocen, la propagan y la defienden es
simplemente una y única la verdadera y legí-
tima Iglesia de Jesucristo:…
Pero ¡¿cuál es?!
Pues la Iglesia Católica Apostólica y Romana.
Para el protestante esta respuesta es falsa e
incluso hasta diabólica.
Para demostrar la verdad católica frente a
las objeciones protestantes, vamos a utilizar la
Biblia y ver que nos dice al respecto.
La primera verdad bíblica que debemos tener
muy en cuenta es el hecho innegable de que
Cristo fundó su Iglesia (ver Mateo 16, 18). Por lo
tanto, la verdadera y legítima Iglesia de Cristo
es la que él mismo fundó. Es decir, si Dios en la
Persona del Hijo funda su única Iglesia, los hom-
bres no pueden pretender fundar lo que ya Cris-
to fundó, puesto que, de lo contrario, sería tanto
como decir que lo que Dios realiza no sirve.
Clave: La verdadera y única Iglesia de Jesu-
1
cristo es la que él mismo fundó.
La segunda verdad bíblica es que esa Iglesia,
la que Cristo funda, jamás será destruida por
las fuerzas del infierno (Mateo 16, 18).
Tercera verdad bíblica es que Cristo promete
estar con ella todos los días hasta el fin del
mundo (Mateo 28, 18-20).
Cuarta verdad bíblica es que esa Iglesia es-
tará asistida por el Espíritu Santo quien le mos-
trará y la guiará hasta la verdad total (Juan 14,
25; 16, 12-13).
Estas cuatro verdades bíblicas, que son pro-
mesas infalibles de Cristo, nos aseguran que la
Iglesia que Cristo fundó jamás, ¡pero ja-
más! será vencida ni destruida por Satanás,
quien hará todo lo posible para así hacerlo. En-
tre sus intentos de mayor eficacia ha sido la
división (ver: Hechos 20, 29-30; Gálatas 1, 6-9; 1Ti-
moteo 4, 1-2; 2Timoteo 4, 1-4; 1Juan 2, 18-19).
Que la Iglesia fundada por Cristo jamás,
¡pero jamás! será abandonada por Cristo.
Por lo que su permanencia perpetua en ella, a lo
largo de los siglos, será y es signo visible de la
permanencia de la Iglesia por él fundada, en el
transcurso de la Historia.
Que la verdadera y única Iglesia de
Cristo, la que él fundó jamás, ¡pero jamás!
sucumbirá en el error y nunca se apartará
de la verdad. Esta promesa nos asegura que to-
do cuanto ella enseñe como verdad de fe divina-
mente revelado (como serían los dogmas de fe),
son verdades infalibles y libres de error. Decir,
pues que el cristianismo primitivo con el tiempo
se corrompió y se apartó de la verdad (tal y
como enseñan y aseguran los protestantes
que así sucedió para justificar su origen
puramente humano), es una blasfemia contra
el Espíritu Santo e insinúa que Cristo es un far-
sante y embustero.
Ahora bien, si creemos seriamente y estamos
en la total seguridad de que Cristo es quien dice
ser: Dios hecho hombre. Y sabemos y estamos en
la completa seguridad de que su Palabra es ve-
raz e infalible, es decir que jamás, ¡pero jamás!
sus promesas fallarán ni dejarán de cumplirse,
podemos estar seguros de que su única y
verdadera Iglesia, la que él mismo fundó ja-
más será vencida ni destruida, jamás será
por él abandonada y jamás se corromperá
ni se apartará de la verdad, por lo que pode-
mos concluir, en completa y absoluta seguridad,
que esa Iglesia existirá desde Cristo a lo largo de
los siglos y hasta el fin del mundo.
Por lo que aquella iglesia que pretenda ser la
verdadera y única Iglesia de Cristo, es la que a
lo largo de su historia puede demostrar, año por
año y siglo por siglo (a lo largo de veinte siglos),
el haber estado presente como signo visible de la
presencia de Dios y de su Evangelio.
Sólo la Iglesia Católica Apostólica y Romana
es la única iglesia, entre todas las que se llamen
cristianas, que así lo puede probar. Y como dicen
por ahí, para una muestra un botón basta, vea-
mos este dato.
San Ignacio de Antioquia, uno de los discípu-
los de San Juan Evangelista, quien para el años
107 ó 110, cuando era conducido a Roma para
ser martirizado, en una carta que escribe a la
comunidad de Esmirna, llama a la Iglesia que
Cristo fundó "Iglesia Católica" para designar a
toda la comunidad de los creyentes. El texto de
la carta lee como sigue:
"Que ningún hombre haga algo que esté
vinculado a la Iglesia sin consultar al obis-
po. Sólo será válida la Eucaristía que está
autorizada por el obispo o a quien él se la
ha encomendado. Que la gente se encuen-
tre donde está el obispo porque, al igual
que donde está Jesús, ahí está la Iglesia
Católica".
Otro dato es el de la sucesión apostólica, en
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la que la Iglesia puede probar su origen apos-
tólico gracias a la lista de Papas que han diri-
gido la Iglesia por estos casi veinte siglos de
historia, desde San Pedro hasta el papa actual.
Clave. La verdadera y única Iglesia de Jesu-
cristo jamás será vencida ni será por él abando-
nada ni se corromperá y tampoco se apartará
de la verdad, por lo que ha de existir hoy des-
pués de veinte siglos de historia. Por lo que si
crees pertenecer a esta Iglesia, tienes que estar
seguro que es la Iglesia que Cristo fundó, no la
que fundaron los hombres.
El pertenecer a ella es seguridad de que se
está bebiendo de la Fuente cristalina y purísima
de la Verdad Divina.
¡Católico, defiende tu fe!
Conócela, vivela y propagala.
C DEPROFEC
Defensa y Propagación de la Fe Católica
En guerra contra la ignorancia religiosa
2009 En busca de la única y verdadera Iglesia
de Jesucristo
Por: Gerardo Cartagena Crespo, MPN
Primera Edición 2009
Gerardo Cartagena Crespo, MPN
Misionero del Padre Nuestro, Diócesis de Caguas
HC 02 Box 29286
Caguas, P.R. 00727-9403
787-344-7726
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