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POR DIEGO A. GUERRERO MEDINA
³no por eso procede todo de él la experiencia. En efecto, podría ocurrir que
nuestro mismo conocimiento empírico fuera una composición de lo que recibimos
mediante las impresiones y de lo que nuestra propia facultad de conocer produce
(simplemente motivada por las impresiones) a partir de sí misma´5
ÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊ
1
Russell, Bertrand ([1946] 2009) ß
. London: Routledge Classics.
Traducción propia; p.640.
2
Kant, Immanuel ([1781-1787] 2007) á á á á. México D.F.: Taurus. Traducción de
Pedro Rivas; p.48 [A7.B11].
3
Russell, op. cit.: p.641.
4
Kant, : p.41 [B1].
5
Ibíd: p.42 [B1].
Admitiendo esto, el conocimiento a priori es aquel ³absolutamente independiente de toda
experiencia´ 6 . Son dos las características del conocimiento a priori: necesidad y
universalidad. La experiencia enseña características, pero no que algo no pueda ser de otra
forma, es decir, necesidad. La experiencia es contingente. Por otro lado, la universidad no
puede ser derivada de la simple inducción empírica. Esta última es aquella en que ³se pasa
desde la validez en la mayoría de los casos a la validez en todos los casos, como ocurre, por
ejemplo, en la proposición «Todos los cuerpos son pesados»´7.
Las proposiciones de la matemática dan ejemplo claro de enunciados a priori, por
ejemplo, «La línea recta es la más corta entre dos puntos»; Kant ofrece un ejemplo no
matemático: «Todo cambio ha de tener una causa», donde
³el concepto mismo de causa encierra con tal evidencia el concepto de necesidad de
conexión con un efecto y el de estricta universalidad de la regla, que dicho concepto
desaparecería totalmente si quisiéramos derivarlo, como hizo Hume, de una repetida
asociación entre lo que ocurre y lo que precede de la costumbre (es decir, de una
necesidad meramente subjetiva), nacida de tal asociación de enlazar
representaciones.´8
Ahora bien, todo juicio analítico es, necesariamente, a priori y tautológico. Son
formas lógicas que dependen del principio de no contradicción. El ejemplo de Kant es «Un
cuerpo es extenso», donde la extensión está contenida dentro del concepto mismo de cuerpo.
En otro orden de ideas, los juicios sintéticos según Kant pueden ser tanto a priori como a
posteriori. No hay duda alguna de este último: existen juicios sintéticos a posteriori; como,
por ejemplo, «El gato es negro», donde el sujeto ÷ á no contiene analíticamente al
predicado y, siendo una característica contingente del gato, sólo puede conocerse
empíricamente: a posteriori.
La afirmación de los juicios sintéticos a priori es considerablemente más
problemática y osada. Intentemos comprenderla desde el mismo Kant:
³Tomemos la proposición: «Todo lo que sucede tiene su causa». En el concepto
«algo que sucede» pienso, desde luego, una existencia a la que precede un tiempo,
etc., y de tal concepto pueden desprenderse juicios analíticos. Pero el concepto de
causa se halla completamente fuera del concepto anterior e indica algo distinto de
«lo que sucede»; no está pues, contenido, contenido en esta última representación
¿Qué es lo que constituye aquí la incógnita X en la que se apoya el entendimiento
cuando cree hallar fuera del concepto A un predicado B extraño al primero y que
considera, no obstante, como enlazado con él? No puede ser la experiencia, pues el
mencionado principio no sólo ha añadido la segunda representación a la primera
aumentando su generalidad, sino incluso expresando la necesidad, es decir de forma
totalmente á y a partir de meros conceptos.´9
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6
Ibíd: p.43 [B3].
7
Ibíd: p.43-44 [B4].
8
Ibíd: p. 44 [B5].
9
Ibíd: p.50 [A9.B13].
Para Kant hay tres tipos de juicios sintéticos a priori: los matemáticos, los físicos y
los metafísicos. Estas tres ciencias teóricas trabajan y necesitan a los juicios sintéticos a
priori. En este sentido, si bien los juicios matemáticos pueden parecer a simple vista
analíticos, en realidad serían sintéticos a priori; lo cual tratará de justificar a partir de la
suma 7+5=12. En esta expresión, se hace necesario
³ir más allá de esos conceptos y acudir a la intuición correspondiente a uno de los
dos, los cinco dedos de nuestra mano, por ejemplo, o bien (como hace Segner en su
Aritmética) cinco puntos, e ir añadiendo sucesivamente al concepto de siete las
unidades del cinco dado en la intuición. [ ] En efecto, tomo primero el número 7, y
acudiendo a la intuición de los dedos de la mano para el concepto de 5, añado el
número 7, una a una (según la imagen de la mano), las unidades que previamente he
reunido para formar el número 5, y de esta forma veo surgir el número 12´.10
Con este ejemplo se hace complejo aceptar la noción kantiana de juicio sintético a
priori. Considerando que el sujeto 7+5 incluye inherentemente dentro de su concepto todo
un conjunto de predicados, como 11+1, 1+1+10, etc. Estos predicados no son, de ninguna
forma, ajenos al mismo o sería imposible que conformen una igualdad.
Sin embargo, la Crítica de la razón pura trabajará afirmando que Ô
á á . Sólo aquellos cuya expresión es enormemente
ambigua y son susceptibles a una representación intuitiva; como a=a, ó (a+b)>a, pueden
considerarse como juicios analíticos. En todo caso, para Kant, los juicios matemáticos
necesitan de una intuición para unir el predicado al sujeto.
Asimismo, los juicios físicos o de las ciencias naturales son algunos sintéticos a
priori. Se ofrecen como ejemplos: En toda transmisión de movimiento, acción y reacción
serán siempre iguales» y En todas las modificaciones del mundo corpóreo permanece
invariable la cantidad de materia». Para los juicios metafísicos la proposición El mundo ha
de tener un primer comienzo» resulta un buen ejemplo de un enunciado sintético a priori.
Si bien podemos encontrar objeciones a la noción según la cual los juicios
matemáticos sean sintéticos a priori, los juicios físicos y metafísicos se ajustan con mayor
facilidad a la noción de los juicios sintéticos a priori. Considerando que, por ejemplo, el
sujeto ÷ á á
á no implica en su concepto la
conservación de la materia. Asimismo, este enunciado sólo puede pensarse a priori por su
condición de necesidad y universalidad; pero no se extrae del principio de no contradicción.
La noción de juicio sintético a priori intenta abrir la posibilidad de una
comprehensión del mundo externo al individuo independientemente de la experiencia.
Siendo los juicios analíticos tautológicos, estos no describen al mundo exterior: por ello se
les considera explicativos. Un enunciado sintético tiene la capacidad de describir o explicar
al mundo exterior al individuo, es decir, los juicios sintéticos interactúan con la realidad
ontológica del objeto. Afirmar la existencia de los juicios sintéticos a priori es declarar que
puede conocerse á, necesario y universal del mundo externo al individuo,
independientemente de la experiencia.
No es extraño entonces que, considerando tales ideas, Bertrand Russell exprese que
³Hume, por su crítica al concepto de causalidad, despertó [a Kant] de su sueño dogmático
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10
Ibíd: p.52 [B15-16].
según él dice, pero este despertar sería sólo temporal, y él pronto inventó un soporífero que
le permitió seguir durmiendo´11.
Con la Estética Trascendental, Kant pretende demostrar que no conocemos a los
objetos a priori como son, sino a partir de lo que nosotros mismos ponemos en ellos12. Es
decir, el objeto ³se rige por la naturaleza de nuestra facultad de intuición´13 y, por ello,
³nuestro conocimiento racional a priori [ ] se refiere a fenómenos y [ ] deja, en cambio,
la cosa en sí como no conocida por nosotros, a pesar de ser real por sí misma´ 14 .
Considerando esto, se hace una distinción esencial entre
y .
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17
Ibíd: p.20 [Bxvi-xvii]. Negritas propias.
18
Ídem.
19
Ibíd: p.269 [B306].
20
Ibíd: p.58 [A11.B25].
21
Ibíd: p.274 [A257.B313].
22
Ídem [A258.B313].
23
Ídem.
de principios relativos a su aplicación, ya que no somos capaces de imaginar cómo
tendrían que darse. Aunque el pensamiento problemático deja sitio para tales
objetos, sólo sirve, como un espacio vacío, para limitar los principios empíricos,
pero sin contener en sí ni revelar otro objeto de conocimiento fuera de la esfera de
esos principios.´24
Si consideramos estas nociones kantianas, ¿Qué conocemos de los objetos?
Sentimos al objeto, lo intuimos y representamos a partir de estas intuiciones, generando una
intuición pura (á) que nos permite generar juicios ±los cuales, a su vez, son
conformados por las funciones puras del entendimiento±. Al objeto-en-sí le aplicamos
nuestras propias formas de entendimiento, construimos con el ³yo´ a la realidad que se nos
presenta.
Así, pensando en la que Kant expresa como ³La antigua y conocida pregunta, con la
que se creía poner en apuros a los lógicos y con la que se intentaba llevarlos a una situación
tal, que, o bien tuvieran que acogerse a un deplorable sofisma, o bien tuvieran que
reconocer su ignorancia y, consiguientemente, la vacuidad de todo su arte´25: ¿Qué es la
verdad? Como bien nuestro filósofo afirma, ³la conformidad del conocimiento con su
objeto´26.
Si se asienten tales nociones no podemos de forma alguna afirmar tener
conocimiento verdadero. Dado que nosotros construimos el mundo a partir de intuiciones
conformadas por nuestras formas subjetivas de entendimiento. Adicional a estas formas de
entendimiento, conformamos nuestros juicios a partir de conceptos del entendimiento y
categorías que responden a la condición de nuestro tiempo y educación.
En este caso, entendiendo que comprehendemos fenómenos, no noúmenos; lo que
realmente estamos comprendiendo, estudiando, trabajando y juzgando es a nosotros
mismos o como nosotros nos reflejamos en los objetos. Discurriendo estas nociones se
instruirá la idea de ÷ !á á que posteriormente formulará
Schopenhauer. El mundo se nos da como una representación o reflejo de nosotros mismos.
Considerado así, existe una forma de entender objetivamente el mundo y son las
nociones a priori. Entonces, no resulta extraña la noción de juicios sintéticos a priori con las
que Kant intenta abarcar el mundo externo, más allá de los enunciados meramente
analíticos. Los juicios sintéticos a priori permiten abarcar algo universal y necesario en el
mundo para superar el solipsismo del subjetivismo fenoménico.
La idea misma de que un enunciado sea á implica que sea independiente del
sujeto que lo piensa. Estos elementos pretenden formar una base o estructura de aquello que
puede ser conocido y es, en sí mismo, el objeto de forma autónoma al sujeto. Ahora bien, la
razón al tener una naturaleza superior permite abarcar al mundo antes que nos sea dados o,
al menos, pretende hacer aproximaciones limitadas a éste. Estas limitaciones están dadas
por las limitaciones mismas de la razón pura conformadas por la necesidad de aplicar
conjuntamente el entendimiento y la sensibilidad. Como, por ejemplo, su incapacidad de
probar a las ideas que la misma razón pura conforma: dios, libertad o inmortalidad27.Ê
ÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊ
24
Ibíd: p.275 [A258-260.B314-315].
25
Ibíd: p.97 [A57-58.B82].
26
Ídem.
27
Ibíd: p.27 [Bxxx].Ê