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Manuel Robles Sánchez-Fortún

Historia Antigua III – 4º - B

Recensión sobre el libro: «Solón de Atenas», de


Adolfo J. Domínguez Monedero.

La recensión que presento a continuación está estructurada en cuatro partes: en la primera


parte presento la obra con su correspondiente referencia bibliográfica y una breve reseña
biográfica sobre su autor; la segunda parte consiste en un resumen objetivo y analítico del
contenido del libro; la tercera y cuarta partes son de carácter subjetivo, y en ellas me
permitiré una valoración crítica de la obra, y por último, en la parte final una valoración
global sobre la misma.

• 1. Referencia bibliográfica y autor.

DOMÍNGUEZ MONEDERO, Adolfo J., Solón de Atenas, Crítica, 2001, 295 págs.
Adolfo Jerónimo Domínguez Monedero es un historiador español doctorado en Historia
Antigua y profesor en la Universidad Autónoma de Madrid. Sus investigaciones se han
centrado en el estudio de la Grecia arcaica y, sobre todo, en las colonizaciones griegas en
el Mediterráneo occidental, así como en el desarrollo histórico de las culturas protohistóricas
de la Península Ibérica. Son fruto de sus investigaciones, sus numerosos artículos en revistas
especializadas sobre dichos temas, su participación en Congresos, reuniones de estudio
especializadas tanto en España como en el extranjero, y una fértil producción literaria
divulgativa. Entre sus libros destacan: “Esparta y Atenas en el siglo V a.C.”, escrito en
colaboración con José Pascual González, Síntesis, Madrid, 2007; “La colonización griega en
Sicilia: griegos, indígenas y púnicos en la Sicilia arcaica”, BAR, Oxford, 1989; “La Polis y la
expansión colonial griega (siglos VIII-VI)”, Síntesis, Madrid, 1991. “Los griegos en la
Península Ibérica”, Arco Libros, Madrid, 1996; “Protohistoria y antigüedad en le península
Ibérica”, Silex ediciones, Madrid, 1999.

• 2. Resumen objetivo y analítico del contenido.

2.1. Resumen objetivo de carácter general. Cronológicamente, los acontecimientos


descritos en el libro se sitúan en la época arcaica de la antigua Grecia (776-500 a. C.), es la
etapa en la que la Hélade se recupera del sombrío periodo anterior, cristalizando la
civilización griega al nacer las primeras ciudades estado. Esta fase queda emplazada entre la
época Oscura y la época Clásica, es decir, desde el siglo VIII a. C. al comienzo del siglo V a.
C.
El objetivo del autor es analizar la figura de Solón, su labor en Atenas, así como la situación
de la ciudad en los inicios del siglo VI a. C., y las consecuencias que la actividad del
legislador tendrá para la posterior historia ateniense. Su propósito principal es mostrar un
estado de la cuestión amplio, con las principales aportaciones de la investigación y, presentar
además, una serie de sugerencias y respuestas a algunos de los problemas que siguen
existiendo en la actualidad con relación a la actividad de este personaje.
El libro consta de ocho capítulos, de los cuales, el primer capítulo es la introducción, y en ella
nos indica el objetivo del libro, su propósito principal y el planteamiento metodológico que
utilizará en el desarrollo del mismo. El último capítulo lo dedica a las conclusiones, y en ellas
se evidencia el fin último de su libro, que es intentar situar a Solón en su contexto histórico y
resaltar su influencia perdurable sobre el ideario de la cultura griega antigua en tanto que
siguió estando viva.
El grueso del contenido del libro esta agrupado en dos partes bien diferenciadas, de manera
que, la primera parte, la divide en cinco capítulos —capítulos dos a seis—, subdivididos a su
vez en apartados menores. En ella, el método de trabajo que utiliza, consiste —según el
propio autor— en introducir en primer lugar la figura de Solón, para a continuación, abordar
el estudio de la situación en Atenas en vísperas del nombramiento de Solón como arconte
como parte indispensable para entender cómo se produce éste, y cuál es el trasfondo sobre
el que se sitúa su acción. Y sigue, considerando en detalle los diferentes aspectos de la labor

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política de Solón y, tras ello, hace una recapitulación de algunos de los problemas que la
misma suscitó.
En la segunda parte del libro, que agrupa en un amplio capítulo 7, el autor se centra en el
análisis interno de las principales fuentes de que disponemos sobre Solón, empezando ante
todo con un comentario amplio de sus poemas, para seguir con las restantes fuentes que
podríamos llamar secundarias, prestando especial atención a las que más datos aportan
sobre su actividad, básicamente Aristóteles y Plutarco, pero diciendo también algunas
palabras de las restantes. Estructura esta segunda parte introduciendo, en primer lugar, el
problema de las fuentes, para continuar con la problemática de los poemas y las Leyes de
Solón. Sigue con las fuentes secundarias comenzando con Heródoto. Algunos textos de estos
autores van precedidos de una introducción; otros van seguidos de unas consideraciones
generales; y otros textos contienen ambas cosas a la vez, todo ello con el propósito de
contextualizar adecuadamente cada uno de los autores y los textos utilizados en el libro. Hay
que reseñar que los textos no son una copia original de los fragmentos, sino una explicación
subjetiva del contenido de los mismos, en la que nuestro autor trata de resaltar las
cuestiones más significativas y de resolver las desviaciones en que han ido incurriendo las
fuentes indirectas a lo largo de los siglos.
En el capítulo 8, expone las conclusiones finales de la obra, a las que aludiremos más
adelante. Seguidamente aparecen 443 notas a pie de página, que en esta ocasión el autor
coloca agrupadas por capítulos al final del libro. Y para terminar, sitúa a continuación una
extensa bibliografía con 715 entradas, una muestra muy considerable para terminar de
completar o ampliar los conocimientos sobre este personaje y su época; además, incluye una
lista de las abreviaturas empleadas en el texto.

2.2. Resumen analítico del contenido. El profesor Domínguez, comienza encuadrando en


el primer capítulo una acertada introducción en la que trata de situar la obra que vamos a
leer, y continua, articulando el libro en dos partes bien diferenciadas.
Inicia la primera parte en el capítulo dos, con unos breves apuntes biográficos sobre Solón.
Sin ser muchos los datos que poseemos de la biografía de Solón, siendo un individuo que
alcanza el máximo poder político y legislativo en la ciudad de Atenas, que lleva a cabo una
intensa obra en el periodo de su arcontado y cuyas leyes se convierten en la base del
sistema jurídico y legislativo ateniense, no podía por menos que desempeñar un papel
importante de cara a la posteridad.
La fecha de su nacimiento posiblemente se sitúe en torno al 639 a. C. y la de su muerte
hacia 559 a. C. Gracias a que gran parte de su obra nos ha llegado a través de fragmentos y
de otros autores, podemos conocer su pensamiento y su trabajo. Sus habilidades poéticas
hicieron que fuera considerado como uno de los Siete Sabios de Grecia. De origen
aristocrático, no obstante, su actividad viajera le separa bastante de la vida e ideología de
los Eupátridas. Personaje multifacético, destaca muy especialmente su creatividad literaria,
escribe numerosos poemas líricos —han llegado hasta nosotros pequeños fragmentos—,
éstas obras tienen además el valor añadido de constituir documentos excepcionales de la
época a la vez que documentan su labor política.
El capítulo tres, que el profesor Domínguez divide en cinco apartados, nos permite obtener
una buena visión de conjunto del trasfondo socio-político que favorece el ascenso de Solón y
la ejecución de su obra. Referencia los aspectos sociales y políticos de Atenas a inicios del
siglo VI a. C., y nos da una visión general de los grupos sociales atenienses, que Solón
simplifica en sus poemas en ricos (plousioi) y pobres (pelatai, thetes, hectemoroi), aunque
evidentemente se trata de grupos sociales heterogéneos y con notables diferencias. Continúa
con el problema de los Hectémoros y las deudas. Una parte de la población vivía una
situación opresiva, debido a un sistema de préstamos que no solo imposibilitaba el pago de
las deudas, sino que amenazaba la libertad personal del deudor, que podía acabar convertido
en esclavo y vendido en ultramar. Es por ello, que la masa ciudadana quería una mayor
participación en el gobierno.
Se atribuye a Solón una serie de disposiciones legislativas destinadas a rehabilitar a personas
que, mereciendo la condición de ciudadanos, se encontraban en una situación de
dependencia personal, esclavitud o exilio muy opresiva, y que además, finalmente podía
conducirles a la esclavitud. La tierra pues, estaría «esclavizada», retomando la expresión del

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propio Solón. Se trata de la abolición del hectemorado, de la cancelación de deudas,
acompañada por la prohibición de hacer préstamos con garantía de persona. De la
repatriación de atenienses que habían sido vendidos como esclavos o que habían huido para
evitar la esclavitud.
En el capítulo cuatro, nuestro autor desarrolla toda la obra de Solón: los últimos pasos
hacia el arcontado y sus poderes extraordinarios, la seisachtheia, su labor política y sus
reformas legislativas. Aprovechando para exponer todas las magistraturas e instituciones
políticas y sociales de la Atenas de la época: El Areópago, los tribunales de justicia, las
cuestiones económicas, peso, medidas, moneda. Finaliza el capítulo analizando el problema
del soporte físico de sus leyes ―axones y kyrbeis―, y la importancia del mismo para la
comprensión de la legislación; el contenido y el significado de la legislación soloniana y de su
labor reformadora; además de un excurso sobre sus vinculaciones con Pisístrato y su rechazo
a la tiranía.
Se discute la sincronización aristotélica de su labor legislativa, ya que un año es un corto
espacio temporal para tanta tarea, que además requería mayores poderes que los ordinarios
de un arconte. Por esta razón, se defiende que la obra de Solón se hubiera llevado a cabo
después del arcontado (580-570 a. C.). Según la Athenaion Politeia, Aristóteles dice que a
Solón se le encomendó la constitución, tras haber sido elegido árbitro en un momento en que
el pueblo se había enfrentado a los Notables, y la lucha abierta entre unos y otros duraba ya
demasiado tiempo.
El empobrecimiento progresivo de las tierras del Ática debido al cultivo irracional de las
mismas, lleva a un decrecimiento de las cosechas, justo cuando se está produciendo un
incremento poblacional, llevando a pequeños propietarios a endeudarse a fin de asegurar la
cosecha siguiente. Esta condición de deudor, les obliga a ofrecerse como braceros al rico
terrateniente, y a entregarle un sexto de la cosecha. El incumplimiento de estas obligaciones
contraídas, otorgaba al acreedor la disposición sobre la persona del deudor y de algún
miembro de su familia, quienes asumen así la condición de esclavos.
Sin embargo, en las fuentes no se documenta que las causas del hectemorado fueran las
deudas como forma de pago de las mismas. Hay tesis que apuntan a que el hectemorado
pudiera ser una condición ancestral, heredada de la época de consolidación del poblamiento
en el territorio. Lo que sí está demostrado es que tenían como suya una tierra que en
realidad pertenecía a otro, al cual le debían obsequios y servicios, además de un porcentaje
de la cosecha. La medida adoptada por Solón consistió en dejar como propietarios de esas
tierras a quienes ya las trabajaban, arrancando los mojones que marcaban su condición de
tierra esclava. Los hectémoros formarían parte de la stásis, y Solón los protege por
considerar que ya han cumplido con creces las promesas hechas.
Tanto Aristóteles como Plutarco, utilizan el término seisachtheia, para denominar la
cancelación de la deuda decretada por Solón, así como la prohibición de establecer este tipo
de préstamos en lo sucesivo con garantía de los cuerpos. Sin embargo, la cancelación de
deudas no aparece en los poemas solonianos. Lo que ha llevado a algunos a relacionar la
seisachtheia como abolición del hectemorado. Tanto una medida como la otra significa un
logro demasiado importante del sector social más oprimido, en contra de los detentadores
del poder. Es el propio Solón quien afirma haber rescatado a quienes habían sido vendidos
como esclavos, y hecho volver a los que habían huido para evitar caer en la esclavitud, y
eso, relacionado con la reglamentación de los prestamos, lo que sugiere es que, se había
llegado a una cancelación de las deudas contraídas bajo las condiciones usuales, llegando a
la retroactividad hasta solucionar el problema de todos los que sufrían las consecuencias de
su pasada insolvencia como deudores.
La tradición atribuye a Solón una serie de medidas de carácter constitucional, que facilitaron
la transformación del Estado aristocrático en una oligarquía de base económica, preludio de
la subsiguiente democracia.
Con las reformas de Solón, los atenienses quedaban organizados en cuatro clases,
clasificadas según Aristóteles, «por lo que pagaban en tributos de lo que obtenían de la tierra
propia». La primera clase obtenía una renta mínima de quinientos medimnos entre áridos y
líquidos; la segunda clase, los que obtenían trescientos medimnos; la tercera clase, los que
obtenían doscientos medimnos, y la cuarta clase, los que percibían menos de esta última
cantidad, que eran los restantes.

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Los Pentakosiomedimnoi eran la primera clase, y los Hippeis —caballeros—, la segunda,
ambas clases tenían derecho a ostentar las magistraturas mayores. Los Zeugitai —los de la
yunta—, era el servicio de infantería, y tendrían derecho a ostentar magistraturas menores.
Los Thetes —auxiliares—, hacían las tareas auxiliares, para lo cual tenían que aportar cada
uno a sus expensas el armamento y el caballo. Sólo tendrían derechos a asistir a la
Asamblea.
Se ha suscitado la duda de que los Hippeis pudieran acceder o no al Arcontado con las
reformas de Solón. Las fuentes hablan de que las disposiciones solonianas sobre la elección
de los arcontes permanecen sin cambios hasta mediados del siglo V a. C., momento en que
se abrió a los Zeugitai. Si el arcontado estaba abierto a la segunda clase —Hippeis—,
implicaría que con una renta relativamente baja se podía acceder a la más alta magistratura,
lo que daba entrada al Areópago. Aristóteles atribuye a Solón, la introducción del
procedimiento de la Klerosis ek prokriton para la selección de las magistraturas principales.
También existen discrepancias, siendo opinión mayoritaria que esta innovación es posterior.
Se desconoce la incidencia de las reformas de Solón sobre los dos órganos más importantes
de la constitución ateniense (consejo y asamblea). Se le atribuye la creación de un Consejo
de Cuatrocientos miembros, atribuyéndole las funciones que tendrían después el Consejo de
lo Quinientos —la Boulé—, creado por Clístenes. Lo más probable es que Solón conservara el
Areópago como único consejo, incluso que se plasmara por escrito sus competencias. La
composición de la Ekklesia y sus atribuciones en la época de Solón, son cuestiones aún
inciertas. Se atribuye al legislador el haber incluido en ella a todos los thetes, así como la
capacidad de éstos de formar parte de los tribunales de justicia. Sin embargo, los dikastéria
parecen de creación posterior, y se duda de que quienes no tuvieran recursos para cooperar
en la defensa de la comunidad, hubieran tenido la misma capacidad decisoria en la asamblea
que los demás.
Con respecto a la economía, posiblemente Solón introdujera la moneda en Atenas. Las
primeras acuñaciones áticas son de alrededor del 570 a. C. Y según Plutarco, Solón establece
relaciones de equivalencias entre la nueva moneda y el medimno, la oveja y el buey.
Progresivamente va introduciendo la moneda en los circuitos comerciales, en los cuales, la
unidad tradicional de valoración eran las cabezas de ganado o unidades de productos
agrarios. Detectamos una posible escasez de trigo en Atenas con motivo de la prohibición del
legislador de la exportación de este alimento básico, lo que no ocurrió con el aceite.
Igualmente los armadores atenienses tenían prohibido en sus viajes de regreso transportar
cereales para cualquier otro sitio que no fuera el Ática. Medidas proteccionistas que también
afectaban al aceite, al encauzar su exportación. Gracias a estas exportaciones de aceite se
mantenía una industria cerámica destinada a la producción de envases y una industria
derivada que necesitaba de los mismos. Este proteccionismo y dirigismo económico de la
política de Solón fue sumamente acertado e inspirado por una visión de futuro bastante
certera.
Continúa con un capítulo cinco, en el que da un repaso a los viajes de Solón, antes y
después de su arcontado, para contrastar su importancia en relación con la labor legislativa
que llevó a cabo.
Termina esta primera parte del libro con el capítulo seis, en el que desglosa los resultados
de la labor de Solón. Las distintas medidas que éste logró sacar adelante, fueron incapaces
de resolver los conflictos planteados, y aunque debieron de frenar hasta cierto punto la
presión que ejercía el demos, y controló y acabó con la stasis, también fomentaron nuevas
tensiones en la medida en que no podían dar satisfacción a todas las demandas, creando
además una desazón entre quienes deberían asumir las costas de esas medidas.
Lo que resulta llamativo es cómo todo un programa político modifica de manera tan radical la
situación de Atenas: sienta las bases de la ciudadanía ateniense introduciendo nuevos
criterios de admisión; crea y reorganiza las principales instituciones de la polis, establece un
nuevo código de leyes, y posiblemente desarrolla al tiempo una amplia labor didáctica. Su
actividad, y quizá fuese el principal desengaño de Solón, no sólo no resolvió todos los
problemas sino que creó otros nuevos; aunque podemos decir en su favor, que estos nuevos
problemas se fueron situando, poco a poco, en un marco plenamente político. Si hasta el
arcontado de Solón el conflicto se planteaba entre quienes tenían privilegios y usaban los
mismos para someter a una situación de servidumbre a los que no lo tenían, a partir de

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Solón será un hecho irrebatible la pertenencia de unos y otros a una misma estructura
política.
El propio Solón en sus versos sugiere que se llegó a un punto crítico, en el que unos lo
instaban a que se convirtiera en tirano, para así poder proseguir las reformas, mientras otros
trataban de obligarle a dar marcha atrás. Parece ser que se llegó a una fórmula de
compromiso por la cual él, se expatriaba voluntariamente durante un periodo de diez años a
cambio de que sus leyes no fueran derogadas. Como demostrarían los hechos, Solón se
equivocó en sus apreciaciones y quizá más cuando decidió abandonar la ciudad para que su
persona no representara un factor de desequilibrio. Cuando años después regresó, y Atenas
estaba ya en camino hacia la tiranía, sus consejos y avisos ya estaban desfasados. En el año
561, Pisístrato se convertía en tirano y al año siguiente Solón moría.

En la Segunda Parte, analiza las principales fuentes directas e indirectas sobre las que se
cimenta nuestro conocimiento sobre Solón. El objetivo que persigue el profesor Domínguez
es ante todo, no perder de vista sobre qué materiales trabaja el Historiador de la Antigüedad
a la hora de abordar su reconstrucción del pasado; pero, al tiempo, se trata también de que
el lector pueda acceder al análisis de unos materiales tan diversos y que aportan una imagen
tan poliédrica de la figura de Solón. De un lado sus propios poemas, una novedad absoluta
en el mundo griego del arcaísmo, por lo que suponen de reflexión personal de alguien que
tuvo la máxima responsabilidad en Atenas y cuyas palabras aún podemos leer y sentir; de
otro, los testimonios de autores posteriores que usando esos poemas y otras informaciones
fueron creando una visión de Solón utilizable, según fines e intereses determinados, en
contextos que poco tenían que ver con el que le tocó vivir al legislador.
Con esta visión múltiple, la del Solón visto por sí mismo y la del Solón visto por la
posteridad, el autor espera que adquieran cierto sentido y cierta explicación algunas de las
dudas y de las incógnitas que se han planteado en el discurso desarrollado durante la
Primera Parte. Del mismo modo, el análisis de los hechos, de la época y de las circunstancias
históricas que vivió Solón, expuestas en esa Primera Parte, deberían servir de contexto
mínimo para poder apreciar al Solón polifacético al que aluden nuestras fuentes, empezando
por la fundamental que viene constituida por los propios poemas solonianos.
Domínguez Monedero, nos plantea tres problemas con respecto a las fuentes sobre Solón: en
primer lugar, nos dice que los únicos testimonios seguros que se refieren a él son sus propias
composiciones poéticas, lo que a su vez nos plantea otra problemática, ya que se desconoce
su finalidad y sólo conservamos una pequeña parte de su producción literaria; en segundo
lugar, por la existencia de un hiato entre la época de Solón y los primeros testimonios
conservados, (entre la época de Solón y el primer testimonio que se refiere a él, transcurre
un siglo en el que no encontramos datos escritos); y en tercer y último lugar, la utilización
propagandística de la figura de Solón por parte de la historiografía griega para defender
diferentes opciones políticas.
Los Poemas de Solón son la única fuente primaria, ya que estaban realizadas por él mismo,
pero de los 5.000 versos que los expertos calculan que pudo componer, solo quedan unos
300 versos, un 6% de su producción total, por lo que solo conservamos una pequeña parte
de su producción literaria.
Algunos de sus poemas fueron recitados en público, como Salamina, según dice Plutarco, con
el que movilizó a los atenienses a declarar la guerra. Por medio de sus poemas Solón se abre
el camino hacia el arcontado, lo que hace pensar que decía lo que los demás querían oír.
Entre los autores que se refieren a Solón encontramos a Heródoto, que nos da el testimonio
más antiguo sobre Solón, aunque no es mucho el espacio que le dedica. Tras Heródoto, es
Aristóteles quien nos proporciona información a través de su Athenaion Politeia y en su obra
la Política, siendo la primera la que más información nos proporciona. Diodoro Sículo es otro
autor que también nos da información, aunque Linforth cree que su información es
legendaria. Pero sin duda el autor que nos aporta mayor información es Plutarco tanto en la
biografía de Solón, donde nos habla de su vida y de su obra, como en el Banquete de los
Sietes Sabios, con contenido moral.
Para Domínguez Monedero, son fuentes básicas de información sobre la vida y la obra de
Solón, sus poemas y en menor medida, sus leyes. En los poemas se tratan temas que más

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tarde también trataran los autores que posteriormente escribieron sobre Solón, y a través de
las leyes podemos conocer la actividad legislativa que llevó a cabo en Atenas. También se
habla de una tradición oral, trasmitida por toda una serie de autores antiguos, que según
Linforth, hay que tratar con cuidado ya que está mezclada con leyendas.

• 3. Valoración crítica y conclusión orientativa.

Según las características que hemos ido exponiendo en esta recensión, podemos deducir que
se trata de una obra dirigida a un público iniciado. Incluye valiosas traducciones de pequeños
fragmentos de difícil acceso, de obras de autores clásicos —enlazados oportunamente con la
narración—, y que nos dejan un espacio para nuestra propia interpretación. Es una obra que
sin ser muy extensa, nos da una idea muy aproximada del mundo en el mediterráneo
oriental del siglo VI, superando el tradicional mito historiográfico con su particular esquema
de desarrollo lineal y simplista, complementándolo con estudios y tesis de otros autores, así
como de otros ámbitos diferentes a la política, como lo son los ideológicos, culturales,
económicos, sociales, demográficos, e incidiendo de manera especial en las cuestiones a
debate. Todo ello reforzado con la traducción, interpretación y explicación de los textos
incluidos en la segunda parte del libro. Tiene todas las características de un buen manual de
la antigua Grecia para el periodo arcaico.

El estilo es propio de la objetividad que se le supone a un buen manual de historia, la


redacción del texto es comprensible y mantiene la coherencia expositiva y cronológica, si
exceptuamos las denominaciones de términos específicos de la cultura griega arcaica, que
para los iniciados no deben de tener ningún problema interpretativo. Es una obra enfocada a
una lector especializado aunque suficientemente comprensible para el no especializado.
Intercaladas en la exposición, utiliza constantes alusiones y citas de las fuentes primarias
originales, asimismo también aparecen insertos entre el texto los números de referencia de
las notas a pie de página, cuyas explicaciones coloca el autor al final del libro.
En la primera parte del libro, aprovecha para ofrecernos una síntesis de los conocimientos
admitidos por la casi totalidad de los historiadores informados, al consensus actual, sobre la
Grecia arcaica, al objeto de ubicarnos en el contexto histórico de la Grecia en la que vivió
nuestro personaje.
A esta primera parte, la acompaña una segunda parte que podemos considerar
complementaria de la primera, y en la que el autor nos proporciona una selección de textos
de autores antiguos que nos ofrecen una riqueza de contenidos y de matices que difícilmente
pueden ser reflejados en un relato histórico actual. Se trata de una selección personal del
autor en la cual ha pretendido incluir aquellos que puedan aportar una mayor contribución
para formarse una idea más clara de la historia de la antigua Grecia en el siglo VI. Nos
advierte nuestro autor que, por el método elegido, alguna repetición se hace inevitable, pues
cada una de las partes tiene, en cierto modo, personalidad propia, puesto que si en una nos
fijamos ante todo en los aspectos más puramente históricos, en la otra abordamos tanto la
visión subjetiva de Solón, expresada en su poesía, cuanto la imagen que Solón ha
proyectado a lo largo de los siglos y el uso que se le ha dado a esa imagen.
Debo resaltar expresamente el hecho de que los textos no son una traducción de los
fragmentos originales, sino una explicación lo más objetiva posible del contenido de los
mismos, en la que nuestro autor nos refiere la interpretación de las cuestiones más
significativas y trata de resolver las desviaciones en que han ido incurriendo las fuentes
indirectas a lo largo de los siglos. Este enfoque didáctico a la hora de presentarnos los
textos, nos resulta muy cómodo y nos permite mayor facilidad para la comprensión de los
mismos.

Metodológicamente, y con respecto al hecho de situar la selección de los textos en la


segunda parte del libro, el autor ha considerado preferible, según sus propias palabras,
«tratar antes de los hechos, para fijar mi posición sobre los mismos, y dando éstos por
sabidos, poder profundizar más, cuando ello sea posible, en el estudio directo sobre las
fuentes». No obstante, alude a la libertad del lector para elegir el orden en que lee el libro.

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La reconstrucción que surge de esta lectura múltiple enriquece nuestras perspectivas sobre la
sociedad ateniense del siglo VI, tratando de objetivar la subjetividad de la que la
historiografía antigua y moderna han rodeado a nuestro personaje a lo largo de la historia, y
nos permite ver cómo algunos de los valores de esa época, personificados por Solón, fueron
aprovechados y convenientemente adaptados por otras épocas históricas posteriores.
De lo visto hasta aquí, parecería que es difícil, recuperar al Solón histórico ante el cúmulo de
leyendas y tradiciones que se han sumado a la figura a lo largo del tiempo. En las páginas de
este libro nuestro autor ha intentado mostrar, que esas dificultades, evidentes, no deben
privarnos de intentar situar a Solón en su correspondiente contexto histórico.

FIN

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