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RETORNISMO Y POLICRACIA

MANIFIESTO

RETORNISMO
Cualquier asunto del que se pueda hablar, es decir, ‘lo pre-
dicable’, ya sean objetos, animales, individuos, procesos o
conceptos, es necesario que tenga unos extremos y un punto
medio, como es lógico y natural; y gracias al conocimiento de
los extremos es que hallamos el término medio, sito entre el
defecto (la carencia de una virtud) y el exceso (la virtud des-
equilibrada): 'los vicios', que tantas veces experimentamos. Así
es que, de forma natural, los excesos son necesarios para la
adquisición del conocimiento experiencial.
En este sentido, cuando el amor o la convicción por un prin-
cipio ético o moral (Sustantivo) conduce a la acción (Verbo), y
ésta se convierte en hábito (Adjetivo), el individuo llega a parti-
cipar del concepto en sí (Sustantivo), por imitación,
asemejándose a lo que imita e incorporándolo a su naturaleza;
y así se acerca a lo sustantivo por sublimación de las cualida-
des, mediante la acción, de lo humano a lo heroico y de lo
heroico a lo divino. Y es que es en los sustantivos, o principios
morales, valores inmateriales o Virtudes, en donde el individuo
halla la inspiración para realizar nuevas acciones de valor que,
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mediante los hábitos y sus atributos correspondientes, le subli-


man en su naturaleza construyéndose como individuo de
calidad.
De esta manera, mediante un movimiento de retorno al
punto medio, tras conocer el exceso, los individuos aprenden y
mejoran su condición humana, y mejoran también los pueblos
en donde habitan. Esta técnica de aprendizaje es universal, y
funciona no sólo para la adquisición de virtudes por parte de
los individuos, sino también para el mejoramiento de los pue-
blos: debemos tomar la medida a los procesos históricos
experimentados, para localizar y conocer así el medio virtuoso.

Los conceptos también tienen sus extremos, defecto y exceso, y


un punto medio virtuoso. En el movimiento de retorno del exceso
al punto medio, se halla la clave del conocimiento experiencial.
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Los conceptos intelectivos (proporción aritmética) tienen el de-


fecto y el exceso a la misma distancia por ser lo mismo: un exceso
de justicia sería injusticia, y un exceso de bondad sería maldad. Los
conceptos sensitivos (proporción armónica) sí tienen un exceso,
con el que el individuo adquiere el conocimiento experiencial, ins-
pirado previamente por el conocimiento intelectivo que sirve de
causa y objeto, principio y fin.
* El apelativo ‘demónica’ atribuido a la ‘proporción armónica’
tiene su principio en Juliano Carta 82, 445b.
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Las capacidades aprehensibles del individuo pueden ser sensi-


tivas (pasiones, emociones, sentimientos), o intelectivas (intelecto,
‘ser en sí’): teoría y experiencia son indispensables para la mejora
física y moral de los individuos y los pueblos.

Así es que, a partir del atentado perpetrado por los estados


modernos en Marzo de 2020, los individuos de calidad consta-
tan un acontecimiento de máxima relevancia histórica: el
Estado moderno ha forzado el arresto domiciliario de media
humanidad, ha cometido un crímen execrable contra millones
de personas, que no prescribe y debe ser juzgado lo antes po-
sible. Además, el daño económico y convivencial, consecuencia
de esta durísima actividad criminal del Estado, ha provocado la
muerte de millones de individuos, mientras que otros muchos
han visto lesionada su libertad de movimiento, reunión,
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expresión, pensamiento y de elección de tratamiento médico


preventivo o curativo. Todas estas víctimas deben ser resarci-
das con la desaparición del Estado moderno, y con la condena
ejemplar e histórica contra responsables y colaboracionistas:
para ello se están preparando ya unos Tribunales Populares,
que serán levantados en manifestación para iniciar los proce-
sos de juicio y condena.
Mención a parte merecen los varios Crímenes de Lesa Hu-
manidad que se agolpan al haber atentado, muy gravemente,
contra la integridad física y moral de millones de personas, de
forma intensa y persistente en el tiempo, emitiendo amenazas
y coacciones de sación y encarcelamiento por no cubrirse las
vías respiratorias, en lo que supone un evidente intento de ho-
micidio. La intervención del Estado moderno en la vida del
individuo ha ultrapasado todos los límites tolerables, y por
tanto debemos reaccionar con la misma severidad en pro de la
libertad del individuo y los pueblos, y somos miles los que no
vamos a detenernos hasta ver caer al Estado moderno y sus
colaboracionistas.
Esta brutal agresión es un punto y aparte en la historia, un
límite que hemos de saber identificar: es un signo en el camino
alertando de que poco más adelante hay un precipicio de caída
mortal. Por ello es hora ya de tomar la medida a este proceso
histórico que nos ha tocado vivir, y hallar así el punto medio
hacia donde dirigirnos, que será un Retorno desde el exceso
febril que ha supuesto la Modernidad.
Que sea un retorno en modo alguno implica un retroceso en
el tiempo, lo cual es imposible, sino que aventando la paja de
la Modernidad (el artificio) y quedándonos con sus semillas (el
aprendizaje experiencial), se retorne al estado natural de cosas
en el tiempo presente, de forma única e irrepetible, con la sa-
biduría adquirida por la experimentación del exceso histórico.
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¿Cuán bajo descenderemos por el oscuro agujero de la Moder-


nidad? Toca pensar ya en el Retorno.
El destino de la Modernidad es el abismo y podemos verlo
en aquello que nos ofrece: más contaminación plástica, quí-
mica, visual, más radiaciones, más tecnología de control
estatal, censura y represión, más impuestos, vacunas experi-
mentales, guerras bacteriológicas, bombas nucleares, polvo
inteligente, nanochips, inteligencia artificial, implantes ciberné-
ticos, realidad virtual, geoingeniería, vigilancia espacial, granjas
de órganos, granjas de humanos, transhumanismo… Basta. Es
hora de volver a casa, la excursión ha terminado.
Como señala muy bien el mejor
filósofo de la Modernidad, Félix Ro-
drigo Mora, hoy el mundo y en
especial Europa se halla frente a la
extinción: oteamos ya el límite de la
Modernidad y debemos regresar al
punto medio, al estado natural de
cosas, donde se eviten por com-
pleto los artificios, y se enseñe la
Modernidad como el exceso evolu-
tivo por el cual lo humano se
despeña.
La Modernidad es lo contrario de la Antigüedad o Era Gentil,
y en Europa se define por dos fuerzas aniquiladoras descomu-
nales que son Roma y Cristo: Roma como paradigma del Estado
que oprime al pueblo en el aspecto material, y Cristo como pa-
radigma de Religión que reprime y destruye la ética y la moral
de los individuos. De hecho Roma nunca cayó, sino que fue pa-
rasitada y reemplazada por el cristianismo, tanto en sus
instituciones políticas como culturales, y todavía sigue en pie
aunque debe ser finalmente derrotada. De hecho, las nuevas
ciudades que aparecieron, tras sustituir desde dentro al
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imperio romano, fueron las civitas christiana o ciudades cristia-


nas, que son las mismas ciudades y pueblos actuales, con su
iglesia en la plaza del pueblo como símbolo del poder genocida.
Roma, Cristo y sus restos deben enseñarse como las dos fuer-
zas, una material y otra espiritual, que llevaron al ser humano
a la Modernidad y sus horripilancias.
Así pues, en el Retorno al estado
natural de cosas debemos hacer
buen uso del Derecho Negativo, y
no prohibir sino contener y refutar
las posiciones políticas (Roma) y cul-
turales (Cristo) que nos degradan, y
evitar los recursos artificiales (Artifi-
cios) que sabemos conducen a la
Modernidad y sus profundas de-
sigualdades. Bajo el amparo del
mismo Derecho Negativo, y en co-
munión con el Derecho Natural, nunca las instituciones deben
establecer impuestos, ni sobre individuos ni de un pueblo sobre
otro, ni subvencionar o promover iniciativas culturales o políti-
cas, que justifiquen o promuevan el imperialismo, o que
pertenezcan a cultos o sectas de libro, mesiánicas, con dogmas
artificiales que prometan la salvación del alma, o que hagan del
mundo un campo de batalla entre el Bien y el Mal.
También haciendo un buen uso del Derecho Negativo, de-
ben evitarse los recursos y mecanismos artificiales, es decir
aquellos que capturen y aherrojen los dos elementos más su-
tiles de los cinco: el Fuego (combustión- explosión) y el Éter
(electricidad-magnetismo), ya que son los que dan origen al
universo por medio de la muy probable explosión inicial, de la
cual se habrían generado el Aire, el Agua y la Tierra. Capturar
aquellos dos elementos en cables, baterías, motores, mecanis-
mos o vehículos provoca unas diferencias muy acusadas entre
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individuos, ya que se almacena gran cantidad de energía en un


pequeño espacio, y luego es usada en un tiempo muy corto, en
un claro desequilibrio entre el espacio y tiempo naturales: esto
envanece al poseedor de la máquina, y deja al resto, a quienes
no participan de estos artilugios deshonrosos, fuera de juego y
anonadados, con muchos de sus derechos naturales arrasados
de una vez.
Pensemos en la diferencia en la capacidad de movimientos
entre un individuo a caballo, y otro que va a pie, y ahora sea-
mos conscientes pues de las enormes diferencias entre un
andariego y un individuo motorizado, o entre un artesano y un
operario de máquinas artificiales: estas graves diferencias re-
percuten en la ética, la cultura y la moral de los individuos, que
se degradan con el uso de mecanismos artificiales. Los artifi-
cios menoscaban y destruyen las Labores Gentiles, aquellas
labores manuales y artesanales, propias a los seres humanos,
que todos tenemos derecho a ejercer, y que no podemos dejar
desatendidas por más tiempo.
También los explosivos han
dado origen a las armas de
fuego, que de nuevo suponen
una diferencia demasiado acu-
sada en los conflictos entre
pueblos e individuos, siendo que
unos vencen sobre otros ya no
con su valor real, sino pulsando
un botón a miles de kilómetros
del campo de batalla. Sin lugar a dudas el electromagnetismo
ha dado pábulo a tecnologías de control estatal monstruosas,
ha originado el entretenimiento virtual, que degenera las rela-
ciones humanas y las fiestas populares, y una ciencia de estado
que ya sí representa un gravísimo peligro, tanto para la integri-
dad física de los individuos como para la supervivencia de la
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especie. Todo esto es denigrante y amoral y no podemos permi-


tirlo: devolvamos el Fuego de Zeus, que Prometeo hurtó para
nuestra comodidad y desgracia.

Y POLICRACIA

¿Cómo escapar de este laberinto de los horrores que supone


la Modernidad? El retorno a la Era Gentil debe efectuarse de
una forma ordenada y pacífica, y por tanto precisa de un pro-
yecto político nuevo, popular, sin artificios, sin impuestos y sin
doctrinas de salvación ni mesianismos. Este nuevo proyecto
debe asimilar lo mejor de la experiencia histórica acumulada, y
desechar lo peor explicando sus perjuicios a las generaciones
venideras: la Era Gentil anterior a esta Modernidad que sufri-
mos debe servirnos de Tesis, el futuro es la advertencia del
exceso histórico, la modernidad, que debe servirnos de Antíte-
sis, y con ello se logra una Síntesis para el presente, que
contenga el máximo de verdad posible y que respete la libertad
del individuo y los pueblos.
Es la policracia un sistema político compuesto de múltiples
(gr. πολύς - 'polýs' - múltiple) asambleas populares, que se
equilibran entre ellas, y que permiten la participación directa
de todos los elementos de la comunidad: el pueblo en sí (Con-
sejo Abierto – Asamblea Popular), los más ancianos (Tribunal
de Primera Instancia – Senado), los mejores artesanos (Cortes
Gremiales), los vencedores en certámenes deportivos y cultu-
rales (Consejo de Notables) y los mejores milicianos del pueblo
(Junta Marcial).
La policracia considera el pueblo y sus instituciones como
unidad soberana y autárquica (gr. πόλις - 'pólis' - pueblo sobe-
rano), al modo de la célula en el cuerpo humano, y considera al
individuo igualmente soberano y autárquico, de forma que
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cada pueblo se asemeje a la naturaleza de un cuerpo sano,


tanto en el consumo de recursos naturales como en la concor-
dia entre sus miembros. Así es que la participación del
individuo en un pueblo policrático debe ser libre y voluntaria,
sin coacciones ni impuestos por parte de ningún otro individuo
o institución.
La policracia entiende la acción de los pueblos como células
autónomas que se organizan formando órganos y tejidos, es
decir Comarcas, Marcas, Países y otras circunscripciones, con
el objeto de mantener relaciones económicas y culturales vivas
y fluídas entre las mismas. También favorece un mercado libre,
el cual mediante rutas internacionales suministra a los pueblos
ibéricos de materias primas, productos artesanales, conoci-
mientos y objetos de valor cultural de todas las partes del
mundo.

En conclusión, una vez identificado el extremo de la Moder-


nidad y las causas que la han originado, se hace necesario
aportar tres soluciones definitivas: a la desmesura del Estado y
sus imposiciones, es preciso instituir la policracia que respete
la soberanía de los pueblos y los individuos; a la expansión ge-
nocida de los mesianismos y otros proselitismos culturales, es
preciso restituir los sencillos cultos de la naturaleza, y a las lo-
curas desatadas por las combustiones y explosiones,
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electrificaciones y magnetizaciones mecanizadas, hay que de-


volver el fuego de Zeus y enseñar, a las futuras generaciones,
el grave peligro que entraña el uso de recursos artificiales, que
siempre supone un abuso contra la naturaleza.
La intención de este manifiesto es servir de introducción a la
recién terminada 'Constitución de los Pueblos Libres de Iberia',
un texto legal que se ha recopilado durante más de un decenio,
a partir de docenas de debates en plazas de barrio y terrazas
de café, o reuniones entre amigos, a veces de distintas genera-
ciones, convocadas al efecto de encontrar el sentido común
popular en alguno de los presentes. Esta Constitución ha na-
cido desde y para los pueblos de Iberia, es decir de la Península
Ibérica, y en especial para los pueblos de la Iberia mediterrá-
nea, aunque puede ser adoptada por cualquier pueblo del
mundo, ya que se fundamenta en el Derecho Natural del indi-
viduo, a partir del cual se constituye el Derecho Positivo y el
Negativo.
En la Era Gentil que está por inaugurarse todo individuo
tiene la posibilidad de vivir en su finca, con terreno suficiente
para subsistir con su propio esfuerzo, dentro del pueblo pero
sin participar del Estado, o bien incluso vivir en los bosques sin
ser molestado por la actividad del pueblo: la libertad del indivi-
duo y de los pueblos debe ser una virtud irrenunciable de la
experiencia humana.
Finalmente y como estrategia de combate frente al Estado
moderno, desde aquí animo a todos los autóctonos de Iberia a
reunirse en Fratrías de Autóctonos, de forma que repueblen las
aldeas de la península, con la guía de esta Constitución, y ten-
gan muchos hijos y planten muchos quercus, defendiendo así
su libertad de existir y de procrear en la tierra que los vio nacer.

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