El significado de «significado»
Author(s): Hilary Putnam and JUAN JOSÉ ACERO
Source: Teorema: Revista Internacional de Filosofía, Vol. 14, No. 3/4 (1984), pp. 345-405
Published by: Luis Manuel Valdés-Villanueva
Stable URL: http://www.jstor.org/stable/43047286
Accessed: 24-11-2015 15:33 UTC
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El significado de « significado »(*)
Hilary Putnam
Universidad de Harvard
, vol.XIV/3-4.Editorial
Teorema de la Universidad Madrid.1984
Complutense.
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346 HilaryPutnam
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El significadode «significado 347
Significado y extensión
Desde la Edad Media, al menos, los que han escrito de teoría del sig-
nificado han pretendido descubrir una ambigüedad en el concepto ordi-
nario de significado y han introducido un par de términos - extensión e
intensión, o Sinn (sentido) y Bedeutung (referencia),o lo que sea - para des-
hacer la ambigüedad de la noción. La extensiónde un término, en el par-
loteo lógico común, es simplemente el conjunto de cosas de las que el tér-
mino es verdadero. Así, «conejo», en su sentido más común en español,
es verdadero de todos y solos los conejos, de modo que la «extensión» de
«conejo» es precisamente el conjunto de los conejos. Incluso esta noción
- y en esta nebulosa materia es la menos problemática - tiene, no obs-
tante, sus problemas. Aparte de los que hereda de la noción, emparenta-
da con ella, de verdad, el ejemplo precedente de «conejo» en su sentido
más frecuenteen español ilustra uno de esos problemas: estrictamente ha-
blando, «conejo» no es un término, sino un par ordenado que consta de
un término y de un «sentido» (u ocasión de uso, o algo más que distinga
a un término en un sentido del mismo término usado en un sentido dife-
rente) que tiene una extensión. Otro problema es éste: un «conjunto», en
sentido matemático, es un objeto «de-sí-o-no»; cualquier objeto dado per-
tenece definitivamente a S o definitivamente no pertenece a S, siendo S
un conjunto. Pero las palabras de una lengua natural no son generalmen-
te del tipo «de-sí-o-no»: seguramente hay cosas de las que la descripción
«árbol» es claramente verdadera y cosas de las que «árbol» es claramen-
te falsa, pero hay multitud de casos dudosos. Peor aún: la línea divisoria
entre los casos claros y los casos dudosos es ella misma difusa. Así, la idea-
lización involucrada en la noción de extensión- la implicada al suponer
que hay una cosa como el conjunto de las que es verdadero el término «ár-
bol» - es realmente muy extrema.
Recientemente, algunos matemáticos han investigado la noción de
conjunto difuso - es decir, de un objeto al que pertenecen o no otras co-
sas con una cierta probabilidad o hasta un grado de probabilidad dado,
en vez de pertenecer a él al modo «sí-o-no». Si se deseara realmente for-
malizar la noción de extensión, en tanto que aplicada a los términos de
una lengua natural, sería preciso emplear «conjunto difusos» en vez de
conjuntos en el sentido clásico.
El problema que supone que una palabra tenga más de un sentido se
solventa comúnmente considerando cada uno de los sentidos como una
palabra diferente(o mejor: considerando que la palabra lleva subíndices
invisibles, como 'gallinai' - animal de una cierta especie; 'gallina2' - co-
barde; y como si 'gallinai' y 'gallina2' o lo que fuere resultaran ser pala-
bras completamente distintas).3) Esto conlleva de nuevo dos idealizacio-
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348 HilaryPutnam
nes extremas: suponer que las palabras tienen muchos sentidos de una for-
ma definida, y suponer que todo el repertorio de sentidos está fijado de
una vez y para siempre. Paul Ziffha investigado recientemente3 en qué
medida distorsionan estas dos suposiciones la situación real en la lengua
natural; sin embargo, seguiremos ateniéndonos a estas idealizaciones.
Consideremos ahora los términos compuestos «criatura con corazón»
y «criatura con ríñones». Suponiendo que toda criatura con corazón po-
see un riñon, y viceversa, la extensión de estos dos términos será la mis-
ma. Pero obviamente diferen en cuanto a su significado. Asumiendo que
hay un sentido de «significado» según el cual el significado = la exten-
sión, debe haber otro sentido de «significado» según el cual el significado
de un término no es su extensión, sino otra cosa: digamos que el «con-
cepto» asociado con el término. Denominemos a esta «otra cosa» la in-
tensión del término. El concepto de una criatura con corazón es un con-
cepto claramente diferentedel concepto de criatura con ríñones. Así que
estos dos términos tienen diferenteintensión. Cuando decimos que tienen
diferente«significado», el significado = la intensión.
Intensión y extensión
invisible
subscripts,thus:'rabbit/- animalofa certainkind;'rabbit2'
- coward;andas if
'rabbit/and'rabbit2'or whateverweredifferent wordsentirely).»
3 Estolo discuteZiff
en Understandingunderstanding
(especialmenteenel capítuloVIII),
NewYork,1972.
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El significadode «significado» 349
4 Estatradición
arraigóporqueel término cuyoanálisisprovocótodala discusión den-
trode la filosofíamedievalfueel término «Dios»y porquese pensóque el término «Dios»
se definíapormediode la conjunción de lostérminos «Bueno»,Omnipotente», «Omniscien-
te»,etc.- las llamadas«Perfecciones»- . Habíanoobstante, unproblema, porquese supu-
so que DioseraunaUnidad,yla Unidadescluiríaque Su esenciafuesede algúnmodocom-
pleja- es decir,«Dios»habríade definirse a travésde una conjunción de términos,pero
Dios(sincomillas)no podíaserel producto lógicode doso máspropiedades distintas,
pues
se consideraba que inclusoestaclasede «complejidad» altamente abstractaera incompa-
tibleconSu perfección de Unidad.Es éstauna paradojateológicaconla que los teólogos
judíos,árabesycristianos lucharon denodadamente durante siglos(porejemplo, en la doc-
trinade la Negaciónde Privación, de Maimónides y SantoTomás).Tienegraciaque teorías
que en la actualidadconservan su interés,comoel conceptualismo y el nominalismo, fue-
senpropuestas inicialmentecomosolucinesal problema de la predicaciónparael caso de
Dios.Tienegraciatambién que el modelode definición favoritode todaestateología- el
modelode conjunción-de-propiedades - hayasobrevivido, al menosporsusconsecuencias,
en la filosofía
del lenguajehastael presente día.
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350 HilaryPutnam
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El significadode «significado» 351
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El significadode «significado» 353
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354 HilaryPutnam
a menos que, como mera posibilidad, todo adulto que hable español en
la Otra Tierra sepa que «agua es XYZ». Podemos dar cuenta de esto en
términos de la teoría del significado que desarrollaremos más abajo; de
momento, nos limitamos simplemente a observar que, aunque el verbo
«significa» algunas veces significa «tiene por extensión a», la forma no-
minal «significado» nunca significa «extensión».)
Dejándonos llevar por un principio de simetría, si una nave espacial
de la Otra Tierra visitara nuestro planeta alguna vez, la primera suposi-
ción sería la de que «agua» tiene el mismo significado en ambos plane-
tas. En cuanto se descubriera que en la Tierra «agua» es H20, la nave de
la Otra Tierra enviaría este informe:
Démonos cuenta de que no hay problema alguno que tenga que ver
con la extensión del término «agua». La palabra (como solemos decir) tie-
ne dos significados diferentes: en el sentido en que se la usa en la Otra
Tierra, el sentido de aguaoT, lo que nosotros llamamos «agua» no es agua
en absoluto; mientras que en el sentido en que se la usa en la Tierra, el
sentido de aguaT, lo que los habitantes de la Otra Tierra llaman «agua»
5O quedaríana la Tierra
enesteotroplaneta
mejor,dirán:«En la OtraTierra(elnombre
- H.P.),la palabra«agua»significa
H20».
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El significadode «significado 355
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El significadode «significado» 357
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El significadode «significado» 359
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Indicabilidad y rigidez6
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El significadode «significado» 361
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El significadode «significado» 363
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El significadode «significado» 365
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366 HilaryPutnam
Afirmoque, en este
una familiade propiedades,lo que fija la referencia/
sentidode propiedad,en absoluto se usan propiedades»10.
Seamos realistas
Deseo comparar ahora mis ideas con otras que, al menos entre los es-
tudiantes, son populares (y que, al parecer, han surgido espontáneamen-
te). Adoptemos para esta discusión la palabra oro como ejemplo de pala-
bra que designa una clase natural. No haremos distinciones entre «oro»
y su pareja en legua griega, latina, etc., y nos limitaremos a «oro» en el
sentido de oro en estado sólido. Dicho esto, afirmo: en dos mil años «oro»
no ha cambiado de extensión (o no ha cambiado de modo significativo).
Nuestros métodos de identificación del oro se han hecho increíblemente
sofisticados. Pero la extensión de xe^oóç en el dialecto del griego de Ar-
quimedes es la misma que la extensión de oro en mi dialecto del español.
Es posible (y podemos suponer que así son las cosas) que hubiera frag-
mentos de metal de los que no pudo establecerse que no fueran de oro,
con anterioridad a Arquimedes, que hubiese o haya también fragmentos
de metal de los que no se pudiera determinar en tiempos de Arquimedes
que no fueran de oro, pero que con las técnicas modernas podemos dis-
tinguir del oro con bastante facilidad. Sea X un fragmento de metal así.
Obviamente, X no se encuentra en la extensión de x(?uoóç,en el griego del
Ática, aunque un griego antiguo habría confundido a X con oro (o, mejor,
con XQv°óç).
La tesis alternativa es que «oro» sinifica lo que cumpla la «definición
operacional» contemporánea de oro. Hace cien años, «oro» significó lo que
se ajustaba a la «definición operacional» de oro en uso de hace cien años;
«oro» significa ahora lo que atiene a la definición operacional de oro al
uso en 1973; y xe^oóç significaba lo que cuadraba con la definición ope-
racional de xevcróçque se usó entonces.
Un motivo común para adoptar este punto de vista es un cierto escep-
ticismo hacia la verdad. Según la tesis por la que abogo, cuando Arqui-
medes afirmó que algo era oro (xe^oóç), no se limitaba a decir que tenía
los rasgos superficiales del oro (en casos excepcionales, algo puede perte-
necer a una clase natural y no tener, de hecho, las características aparen-
tes de esa clase natural); estaba diciendo que tenía la misma estructura
oculta (la misma «esencia» por así decirlo) de cualquier pedazo normal
de oro. Arquimedes había dicho que nuestro hipotético fragmentode me-
tal X era oro, pero habría estado equivocado . Sin embargo, ¿quién ha de
decir que se habría equivocado?
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El significadode «significado 367
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368 HilaryPutnam
12Paraunailuminadoradiscusiónde precisamente
estostrespuntos, and
véaseRealism
Scientific de R. Boyd(sinpublicar,
Epistemology, copiaxerografiada porel au-
distribuida
de Cornell).
de Filosofía,
tor,Departamento
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El significadode «significado» 369
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370 HilaryPutnam
Otros sentidos
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El significadode «significado 371
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372 HilaryPutnam
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El significadode «significado» 373
nes, todavía no sabemos qué pasa; hay aún en la actualidad una contro-
versia aguda a propósito de la esclerosis múltiple.
Un caso interesante es el del jade. Aunque los chinos no reconocen la
diferencia,el término «jade» se aplica a dos minerales: a la jadeita y a la
nefrita. Químicamente, la diferencia es considerable. La jadeita es una
combinación de sodio y aluminio. La nefrita está hecha de calcio, mag-
nesio y hierro. ¡Estas dos, bastantes diferentes,micro-estructurasprodu-
cen las mismas cualidades de textura!
Volvamos por un momento al ejemplo de la Otra Tierra. Si tanto el
H20 como el XYZ hubiesen abundado ambos en la Tierra, se habría pre-
sentado un caso similar al de la jadeita/nefrita:habría sido correcto decir
que había dos clases de «agua». Y en lugar de decir que «resultó que la
sustancia que hubiese en la Otra Tierra no era en realidad agua», tendría-
mos que decir «resultó que era la clase XYZ de agua».
Resumiendo: si hay una estructura oculta, ésta determina generalmen-
te qué sea ser un miembro de una clase natural, no sólo en el mundo real,
sino en todos los mundos posibles. Dicho de otra forma: determina qué
podemos y qué no podemos suponer contrafácticamente acerca de la cla-
se natural («¿podría haber sido vapor todo el agua?», sí / «¿podría haber
sido el XYZ agua?», no). Pero el agua local, o lo que fuere, puede tener
dos o más estructuras ocultas - o tantas que la «estructura oculta» se
haga irrelevante y las características superficiales se conviertan en
decisivas - .
Otras palabras
Hasta ahora hemos puesto como ejemplos palabras de clase natural;
pero las afirmaciones que hemos hecho se aplican también a muchos otros
tipos de palabra. Valen para la gran mayoría de los nombres, así como
para otras partes del discurso.
Consideremos por un momento los nombres de artefactos - palabras
como «lápiz», «silla», «botella», etc.- . La tesis tradicional es que estas
palabras se definen mediante conjunciones o, posiblemente, haces de pro-
piedades. Cualquier cosa que tenga las propiedades de la conjunción (o
un número suficiente de propiedades del haz, según este modelo) es ne-
cesariamente un lápiz, una silla, una botella o lo que fuere. Además, algu-
nas de las propiedades del haz (según el modelo del haz) usualmente se
considera que son necesarias (según el modelo de la conjunción de pro-
piedades, todas las propiedades de la conjunción son necesarias). Se su-
pone que ser un artefactoes necesario, y lo mismo se supone de la perte-
nencia a una clase de fines canónicos: por ejemplo, «los lápices son arte-
factos» y «los lápices se utilizan normalmente para escribir». Finalmen-
te, se afirma que este tipo de necesidad es epistémica: la analiticidad, de
hecho.
Metámonos una vez más en ciencia-ficción. Esta vez recurrimos a un
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374 HilaryPutnam
c>En el original:«BONDEDGrants
DELUXEmadein U.S.A.N.°2».
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El significadode «significado» 375
16«Itain'tnecessarily
so»,Philosophical , vol.1,237-249.
Papers
17«Logicand Language:A DefenseofIntentionalism », en K. Gunderson,
com.,Minne-
sotaStudiesinthePhilosophyofScience,vol.VIH(s.f.).
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376 HilaryPutnam
suficiente que se precisa para ser un lápiz , aunque se trate de una condi-
ción vaga. Por ello, cabe que hagamos «lápiz» sinónima de una descrip-
ción imprecisa. Podríamos decir, en caso de que «los lápices resultaran
ser organismos» bien que «Ha resultado que los lápices eran organismos»
bien que «No hay lápices en el mundo» - es decir, podríamos usar «lá-
piz» como una palabra de clase natural o como una palabra «de un solo
criterio»18.
Por otro lado, podríamos dudar de que en la lengua natural haya pa-
labras «de un solo criterio» - dejando a un lado los contextos en los que
se estipule algo - . ¿No podría ser que los pediatras no sean médicos, sino
espías marcianos? Responda: «sí», y habrá abandonado la sinonimia de
«pediatra» y «médico especialista en el cuidado de los niños». Parece ha-
ber una fuertetendencia por parte de las palabras que se introducen como
si fuesen «de un solo criterio» a desarrollar un sentido «de clase natural»,
con toda su rigidez e indicabilidad concomitantes. En el caso de los nom-
bres de artefactos, este último sentido parece ser el dominante.
(Hay un chiste sobre un paciente que está a punto de salir de un asilo
para locos. Durante algún tiempo, los doctores le han estado interrogan-
do, y ha dado respuestas perfectamente cuerdas. Deciden dejarle ir y, al
final de la entrevista, uno de los doctores pregunta por casualidad: «¿Qué
quiere ser cuando salga?» «Una tetera», responde aquel. El chiste sería
ininteligible si literalmente no se pudiera concebir que una persona pu-
diese ser una tetera.)
Hay palabras, sin embargo, que conservan un sentido casi puro de ex-
presión de un solo criterio. Se trata de palabras cuyo significado deriva
de una transformación: cazador = el que caza .
El análisis ofrecido aquí no sólo se aplica a la mayoría de los nom-
bres, sino también a otras partes del discurso. Verbos como «crecer», ad-
jetivos como «rojo», etc., tienen todos ellos rasgos indicadores. Por otro
lado, algunas palabras sincategoremáticas parecen poseer algo más que
el sentido de expresión de un solo criterio. «Todo», («whole»), por ejem-
plo, puede explicarse así: El ejército rodeó la ciudad («The army surroun-
ded the town») podría ser verdadera incluso en el caso de que la división
A no tomase parte. Todo el ejército rodeó la ciudad («The whole army su-
rroundedthe town») significa que cada parte del ejército (del tipo relevan-
te, como la división A, por ejemplo) tomó parte en la acción designada
por el verbo19.
18La ideade
palabra«deunsolocriterio»
yde unateoríade la analiticidad
basadaso-
bretal nociónaparecenen «TheAnalyticand theSynthetic»,PhilosophicalPapers,vol.2,
33-69.
Esteejemploprocedede un análisishechoporAnthony Kroch(en su tesisdoctoral
enel M.I .T.,1974,Departamento
de Lingüística).
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El significadode «significado
» 377
Significado
20No
tengoen mentela nociónflewiana segúnla cual un paradigma
de «paradigma»,
de unK es necesariamente
unK (en la realidad).
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378 HilaryPutnam
21 En and Reference»,
loc.cit.
«Explanation
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El significadode «significado» 379
«agua» son muy diferentesde los nombres propios. Cabe que usemos co-
rrectamente el nombre propio «Napoleón» sin saber nada del referente,
excepto que se llama «Napoleón» - e incluso no ser esto cierto: «Hace mu-
chos, muchos, vivía en un lejano país un rey llamado Midas».«1)- . Pero
no puede usarse correctamente la palabra «tigre», a no ser per accidens,
sin saber bastantes cosas de los tigres o sin haberse forjado un cierto con-
cepto de los tigres. En este sentido, los conceptos tienen mucho que ver
con el significado.
De igual modo que el estudio del primer problema es propiamente un
tema de la sociolingüística, el estudio del segundo es estrictamente un
tema de la psicolingüística. A este segundo tema nos dedicaremos ahora.
Estereotiposy comunicación
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380 HilaryPutnam
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El significadode «significado» 381
que se puede prevenir,y que se previene, casi del todo por medio de nues-
tras convenciones lingüísticas. Lo que yo pienso es que a los hablantes se
les pide que sepan algo (estereotipado) sobre los tigres,si es que ha de con-
siderarse que han adquirido la palabra «tigre»; algo concerniente a los ol-
mos (o en cualquier caso, de su estereotipo), para que se juzgue que han
adquirido la palabra «olmo», etc.
Esta idea no habría de sorprender en demasía. Después de todo, no per-
mitimos que la gente conduzca por las autopistas sin pasar primero al-
gunas pruebas que determinen si tienen un nivel mínimo de competen-
cia; y no comemos con la gente que no haya aprendido a usar cuchillo y
tenedor. También la comunidad lingüística tiene sus exigencias mínimas,
tanto en lo que hace a la sintaxis como en lo que respecta a la
«semántica».
La naturaleza del mínimo nivel de competencia exigido depende, no
obstante, en gran parte tanto de la cultura como del tema. En nuestra cul-
tura, a los hablantes se les pide que sepan cuál es el aspecto de los tigres
(si es que han de adquirir la palabra «tigre», y esto es virtualmente obli-
gatorio); no se les pide que conozcan los pequeños detalles (como la for-
ma de las hojas) de la apariencia de un olmo. A los hablantes hispanos
su comunidad lingüística les pide que puedan distinguir los tigres de los
leopardos; no les pide que sepan distinguir las hojas de los olmos de las
hojas de las hayas.
Las cosas podrían haber sido distintas con facilidad. Imaginemos una
tribu india, como la de los Cheroquoi, que tenga palabras como uhaba y
wa arabi para las hojas de los olmos y las hojas de las hayas, respectiva-
mente. De un cheroquoi que no supiese reconocer un olmo se diría que
no sabe qué es una uhaba , no que ignore el significado de la palabra uha-
ba (quizás, que no sabe la palabra o que no tiene [en su léxico] la pala-
bra); justo igual que en el caso de un hablante hispano que no tuviera
idea de que la piel de los tigres es rayada, del. cual se dirá que no sabe
qué es un tigre, y no que ignora el significado de la palabra «tigre» (na-
turalmente, si supiera al menos que los tigres son grandes felinos,podría-
mos decir que conoce parte del significado o que conoce parcialmente el
significado), etc. Entonces, traducir uhaba como «olmo» y wa arabi como
«haya» sería, según nuestro punto de vista, sólo aproximadamentecorrec-
to. En este sentido, hay una dificultad real en el caso de la traducción ra-
dical22, pero no es la dificultad abstracta de la que Quine nos habla23.
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382 HilaryPutnam
24 Véase la
25Véase«¿Es posiblela semántica?»,
Philosophical , vol.2.
Papers
«¿Es
26Véase«The posible semántica?»,
Philosophical , vol.2.
Papers
Analyticand theSynthetic»,
loc.cit.
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El significadode «significado» 383
lítico. Pero el sentido más importante del término es, creo, aquel en el
que las mariposas sin alas siguen siendo mariposas.)
Llegados a este punto, el lector puede preguntarse cuál es el valor que
tiene para la comunidad lingüística poseer estereotipos, si la «informa-
ción» contenida en ellos no es necesariamente correcta. En realidad, no
hay ningún misterio en esto. La mayoría de los estereotipos capturan ver-
daderamente rasgos poseídos por los miembros paradigmáticos de la cla-
se en cuestión. Incluso cuando los estereotipos yerran, el modo en que
esto ocurre ilumina la contribución que hacen normalmente los estereo-
tipos a la comunicación. El estereotipo del oro, por ejemplo, contiene el
rasgo amarillo, pese a que el oro químicamente puro sea casi blanco. Pero
el oro que vemos en las joyas es típicamente amarillo (debido a que con-
tiene cobre), por lo que la presencia de este rasgo en el estereotipo es útil
incluso en contextos de lego. El estereotipo ligado a bruja es más acusa-
damente erróneo, al menos si se piensa en su significación existencial.
Creer (con significación existencial) que las brujas pactan con Satán, que
causan enfermedad y muerte, etc. facilita la comunicación sólo en el sen-
tido de hacerlo para quien pueda creer en la verdad de la teoría de las
brujas. No facilita la comunicación en ninguna situación en la que lo que
se necesite sea un acuerdo con el mundo mayor que con la teoría de otros
hablantes. (Estrictamente hablando, me refieroal estereotipo que existió
en Nueva Inglaterra hace trescientos años; hoy, el que las brujas no sean
reales es parte del estereotipo, y los funestosefectos de la teoría de las bru-
jas están, por lo tanto, neutralizados.) Pero el hecho de que nuestro len-
guaje tenga algunos estereotipos que impiden, en lugar de facilitar, nues-
tros tratos con el mundo y con los demás sólo indica que no somos seres
infalibles. Y, ¿qué hay de raro en esto? El hecho es que apenas podríamos
comunicarnos bien, si la mayoría de nuestros estereotipos no fueran tan
atinados como lo son.
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384 HilaryPutnam
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El significadode «significado» 385
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El significadode «significado 387
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El significadode «significado 389
Traducción radical
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390 HilaryPutnam
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El significadode «significado» 391
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392 HilaryPutnam
que deba haber una regla por oración que no haya sido analizada en el
apartado (1), puesto que eso supondría un número infinitode reglas, sino
la de que tendría que haber una regla para cada tipo de oración. Por ejem-
plo, en un lenguaje formalizado una de las reglas de la especie (2) podría
ser: si O es (Oí A 02), para oraciones 0' y 02, entonces O es verdadera
si, y sólo si, Oí y 02 son ambas verdaderas.
Se apreciará que, en el ejemplo acabado de poner, la condición veri-
tativa especificada para oraciones del tipo (0' A 02 ) lleva a cabo la tarea
de dar el significado de «A»- De modo más preciso: da el significado de
la estructura ( A )• En este sentido una definición de la verdad
puede ser una teoría del significado. La idea de Davidson es que la tota-
lidad de la teoría del significado de una lengua natural puede especificar-
se de este modo.
No hay ninguna duda de que reglas del tipo ilustrado puedan propor-
cionar el significado de algunas palabras y estructuras. La cuestión es:
¿qué razón hay para pensar que tan solo de este modo pueda darse el sig-
nificado de la mayoría de las palabras?
La dificultad obvia es la siguiente: respecto de muchas palabras uno
puede dar una definición de la verdad que sea extensionalmente correcta
y que no sea, en ningún sentido, una teoría del significado de la palabra.
Consideremos, por ejemplo, «Agua» es verdaderade x si, y sólo si, x es H20.
Esta es una definición de la verdad extensionalmente correcta de la pa-
labra «agua» (hablando con propiedad, no se trata de una definición de
la verdad, sino de una definición de «verdad de» - es decir, satisfacción-
en-el-sentido-de-la-definción-de-Tarski,pero no nos ocuparemos aquí de
estas sutilezas - ). Lo es, al menos, si ignoramos el problema de que al
agua con impurezas también se le llama «agua», etc. Ahora bien, supon-
gamos que muchos hablantes no sepan que el agua es H20. Entonces, está
fórmula no nos dice nada sobre el significado de «agua». Podría tener in-
terés para un químico, pero no vale como teoría del significado del tér-
mino «agua». O bien: vale como teoría de la extensióndel término «agua»,
aunque Davidson esté prometiéndonos más que eso.
Davidson es bien consciente de esta dificultad. Su respuesta (en con-
versación, desde luego) es que necesitamos desarrollar una teoría de la tra-
ducción. Al igual que para Quine, éste es el problema real. Por referencia
a una teoría tal (por referencia a algo que reconocemos no tener), la teo-
ría [de Davidson] viene a decir esto: deseamos un sistema de definiciones
de verdad que sea simultáneamente un sistema de traducciones (o de tra-
ducciones aproximadas, si es que no pueden lograrse traducciones perfec-
tas). Si tuviésemos una teoría que especificara qué ha de ser una buena
traducción, podríamos excluir la anterior definición de la verdad de
«agua» por poco interesante, ya que x es H20 no es una traducción acep-
table y ni siquiera una semi-traducción de x es agua (en una comunidad
pre-científica), incluso aunque suceda que es verdad que H20 = agua.
Esto se aproxima peligrosamente a la afirmación de que una teoría
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El significadode «significado» 393
del significado es una definición de la verdad más una teoría del signifi-
cado. (Si tuviésemos jamón y huevos, tendríamos jamón y huevos - si tu-
viésemos jamón y tuviésemos huevos- .) Pero esta historia adolece, como
veremos, de algo peor que el quedarse en una promesa.
Una segunda afirmación de Davidson es la de que la teoría de la tra-
ducción que todavía no tenemos es necesariamente una teoría cuyas uni-
dades básicas son oraciones y no palabras , puesto que el fundamento de
nuestras pruebas en lingüística consiste necesariamente en asentimientos
y disentimientos de oraciones. Podemos apañárnoslas con las palabras,
defiende Davidson, tratándolas como si fuesen oraciones («agua» como
«eso es agua»).
¿Cómo le va, según la perspectiva aquí expuesta, a este ambicioso pro-
yecto de construir una teoría del significado bajo la forma de una defini-
ción de la verdad limitada por una teoría de la traducción basada en «los
únicos elementos de juicio que tenemos»: las disposiciones de los hablan-
tes a usar oraciones?
Nuestra respuesta es que, en principio, la teoría no puede tener éxito.
En casos especiales, como el de la palabra «y» en su sentido veritativo-
funcional, una definición de la verdad (propiamente hablando, una cláu-
sula dentro de lo que los lógicos llaman una «definición de la verdad»
- la suma total de todas las cláusulas es la definición inductiva de «ver-
dad» para el lenguaje particular- ) puede dar el significado de la palabra
o estructura porque el estereotipo asociado a la primera (si es que quiere
uno hablar de estereotipo en el caso de una palabra como «y») es tan fuer-
te que realmente constituye una condición necesaria y suficiente. Si to-
das las palabras fueran como «y» y como «soltero», el programa podría
tener éxito. Y Davidson ciertamente hizo una contribución importante al
señalar que la lingüística tiene que tratar de condiciones veritativas es-
pecificadas inductivamente. Pero para la gran mayoría de las palabras,
las exigencias de una teoría de la verdad y las de una teoría del signifi-
cado son mutuamente incompatibles, al menos en el caso del-español-al-
español. Pero el caso del-español-al-español - en el cual pretendemos pro-
porcionar una teoría efectiva del significado de las palabras españolas
que esté ella misma formulada en español - es seguramente el caso
básico.
El problema es que, en general, las únicas expresiones que son co-ex-
tensivas de X y que tienen el mismo estereotipo que X son expresiones
que contienen a la propia X . Si excluimos definiciones de la verdad (ha-
blando con propiedad, cláusulas, aunque siga hablando de «definiciones
de la verdad» por razones de simplicidad) como
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394 HilaryPutnam
dado que lo que dicen no vale como descripción del significado de la pa-
labra «agua», no nos quedará nada más.
El problema es que queremos que
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El significadode «significado
» 395
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396 HilaryPutnam
siones; pero, como es claro, lo que pretendía no era sólo que X «capta» la
intensión f sino que capta que f es la intensión de T - es decir, que X
asocia f a T de algún modo.
Obviamente, este cuadro de qué sea entender un término no está de
acuerdo con la historia contada en este trabajo. La respuesta de un par-
tidario de la semántica de California sería que ésta es una descripción de
un lenguaje ideal; que el lenguaje real es vago. Con otras palabras, un tér-
mino T de una lengua natural no tiene una intensión precisa y simple; tie-
ne un conjunto - puede que un conjunto difuso- de intensiones. No obs-
tante, el primer paso en la descripción de una lengua natural es segura-
mente el de estudiar el caso ideal en que cada término T tiene exacta-
mente una intensión.
(En su libro Meaning and Necessity, Carnap emplea una formulación
aparentemente distinta: una intensión es simplemente una propiedad. Una
entidad e pertenece a la extensión de un término T justo en el caso de que
e tenga una propiedad que resulte ser la intensión de T. La última formu-
lación, en términos de funciones f como las descritas más arriba, evita
que adoptemos como primitiva la noción de propiedad.)
La primera dificultad contra la que choca esta concepción es el uso de
la noción, totalmente inexplicada, de captar una intensión (o bien, en la
reformulación que hacemos de la concepción, de asociar una intensión a
un término). Decir que las intensiones son entidades conjuntistas, f, pro-
porciona una ejemplificación «concreta» de la noción de intensión en el
estilo matemático usual (por referencia a las nociones de mundo posible
y de conjunto), pero al precio de hacer muy difícil que se vea cómo pueda
tener alguien una intensión en su mente, o bien que sea pensar, «captar»
o «asociar» una a algo. No valdrá decir que pensar una intensión es usar
una palabra o un sustituto funcional de una palabra (por ejemplo, la con-
trapartida de una palabra en un «código cerebral», si, como parece pro-
bable, el cerebro «computa» en un «código» que tiene analogías con, y po-
siblemente préstamos de, el lenguaje; o una forma del pensamiento como
una representación o un símbolo parecido, allí donde al pensar se em-
pleen cosas así) que refieraa la intensión en cuestión, puesto que la refe-
rencia (es decir, ser la extensión de un término) acaba de definirse a par-
tir de la intensión. Aunque la caracterización de qué sea pensar una en-
tidad abstracta del tipo de una función o una propiedad sea ciertamente
correcta, en el caso presente es patentemente circular. Pero nunca se ha
ofrecido alguna caracterización de esta noción que no sea circular.
Esta dificultad está ligada a una general de la filosofía de la matemá-
tica que ha sido señalada por Paul Benacerraf29. Benacerraf ha observa-
do que las filosofías de las matemáticas tienden a fracasar por no saber
29 P. Benacerraf,
«Mathematical Journalof Philosophy,
Thought», vol. LXX (1973),
661-679.
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El significadode «significado» 397
a qué carta quedarse: o explicar qué son los objetos matemáticos y en qué
consiste la necesidad de la verdad matemática, dejando sin explicar el he-
cho de que la gente pueda aprendermatemáticas, pueda referirsea objetos
matemáticos, etc., o explicar estos últimos hechos y dejar de hacer lo mis-
mo con las primeras cuestiones. La semántica de California explica qué
son las intensiones, pero no proporciona ninguna explicación que no sea
completamente circular de cómo es que las «captamos», de cómo asocia-
mos con ellas términos, de cómo es que pensamos en ellas, nos referimos
a ellas, etc.
A causa de su Verificacionismo puede que Carnap no haya reparado
en esta dificultad. En sus primeros tiempos, concebía entender un térmi-
no como la posesión de la capacidad de verificarsi una entidad cualquiera
caía o no en la extensión del término. Recurriendo a las intensiones: «cap-
tar» una intensión vendría a ser, por lo tanto, poseer la capacidad de ve-
rificar si una entidad e, de un mundo posible x, pertenece o no a f(x). El
Carnap tardío modificó esta idea, reconociendo, como lo dice Quine, que
las oraciones se presentan ante el tribunal de la experiencia colectiva y no
individualmente. En general, no existe verificación alguna de que un tér-
mino T sea verdadero de una entidad, independientemente del contexto
de un conjunto particular de teorías, hipótesis auxiliares, etc. Quizás Car-
nap habría mantenido que algo parecido a la teoría inicial valía para una
clase limitada de términos, los llamados «términos de observación».
Nuestro propio punto de vista es que la teoría del significado como veri-
ficabilidad es falsa tanto en lo que hace a su idea central como en lo que
respecta a los términos de observación, pero no voy a discutir esto aquí.
En cualquier caso, si uno no es un'verificacionista, es difícil ver en la se-
mántica de California teoría de ningún tipo, puesto que la noción de cap-
tar una intensión queda totalmente sin explicar.
En segundo lugar, si asumiésemos que «captar una intensión» (aso-
ciar una intensión a un término T) fuese estar en un estado psicológico (en
sentido propio), entonces la semántica de California quedaría comprome-
tida con los principios (I) y (II) que sometimos a crítica en la primera par-
te de este trabajo. Debe ser cierto que el estado psicológico del hablante
determina la intensión de sus términos, lo cual determinará, a su vez, la
extensión de sus términos. Se seguiría de aquí que si dos seres humanos
estuvieran en el mismo estado psicológico total, habrían de atribuir ne-
cesariamente la misma extensión a cada término que empleen. Como vi-
mos, en lo que hace al lenguaje natural, esto probablemente es erróneo.
La razón de que sea erróneo es, en parte, que la extensión se determina
socialmente, y no mediante la competencia individual. Así pues, la se-
mántica de California está forzada a hacer del lenguaje algo privado - a
ignorar la división lingüística del trabajo - . Según esta escuela, la exten-
sión de cada término está totalmente determinada por algo que hay en
la cabeza del hablante individual. Una segunda razón por la que esto es
un error estriba, como vimos, en que la mayoría de los términos son n-
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El significadode «significado» 399
por la muy buena razón de que todas las palabras de clase natural y de
magnitud física son indicadoras del modo en que lo hemos descrito: «hi-
drógeno» y, por lo tanto, «H20», lo mismo que «agua». Quizás los térmi-
nos de «datos sensoriales», si es que los hay (dejando a un lado los tér-
minos con los que nos referimosal yo), no sean indicadores; pero «ama-
rillo», en tanto que predicado de cosas, es indicador por la misma razón
que «tigre»; incluso aunque algo parezca amarillo, puede no ser amarillo.
Y no supone ninguna ayuda decir que las cosas que parecen amarillas en
circunstancias normales (para quienes vean normalmente) son amarillas;
aquí, «normal» tiene precisamente el rasgo de la indicabilidad. Simple-
mente, no existe ninguna razón para creer que, en principio, pueda lle-
varse a cabo el proyecto de reducir nuestro lenguaje a uno no-indicador.
«En principio», yo lo supongo, podríamos acabar con la división del
trabajo lingüístico. Pero si, como sospecho, la división del trabajo lingüís-
tico es un universal lingüístico, ¿qué interés tendría la posible existencia
de un lenguaje al que le falta un rasgo constitutivo del lenguaje humano?
Un mundo en el que todos fuésemos expertos en todo sería un mundo en
el que las leyes sociales diferirían de las actuales hasta un punto difícil
de imaginar. ¿Qué motivo hay para tomar tal mundo y tal lenguaje como
modelos del análisis del lenguaje humano ?
Incidentalmente, los filósofos que trabajan en la tradición de la se- .
mántica de California ha comenzado recientemente a modificar su esque-
ma para superar estos defectos precisamente. Así, se ha sugerido que una
intensión podría ser una función cuyos argumentos no sólo sean mundos
posibles sino, quizás, un mundo posible, un hablante y un contexto de pre-
ferencia no-lingüístico. Esto permitiría representar en el modelo algunas
especies de indicabilidad y de división del trabajo lingüístico. Según de-
sarrolla David Lewis estas ideas, «agua», por ejemplo, tendría la misma
intensión (la misma función) en la Tierra que en la Otra Tierra, aunque
una extensión distinta en cada caso. (En efecto,Lewis mantiene el supues-
to (I) de la discusión de la primera parte de este escrito y renuncia a (II);
nosotros optamos por renunciar a (I) y por conservar (II).) No hay ningu-
na razón por la que los modelos desarrollados por Carnap y por sus se-
guidores no puedan resultar valiosos, una vez modificados en esa direc-
ción. Nuestro interés ha estado puesto aquí, no en la utilidad del forma-
lismo matemático, sino en la filosofía del lenguaje que subyace a las pri-
meras versiones del enfoque.
Marcadores semânticos
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400 HilaryPutnam
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El significadode «significado» 401
ca; así, estos encabezamientos son los que resulta natural utilizar, en plu-
rales contextos, como indicadores de categoría. Me parece razonable que,
así como en sintaxis usamos marcadores como «nombre», «adjetivo» y,
de modo más propio, «nombre concreto» y «verbo cuyo sujeto es un nom-
bre de persona y cuyo objeto es un nombre abstracto», etc. para clasifi-
car palabras, así en semántica habría de emplearse como marcadores es-
tos indicadores de categoría.
Es interesante constatar que cuando Katz y Fodor introdujeron por
primera vez la idea de marcador semántico, no propusieron que el signi-
ficado - lo que llamamos nosotros el estereotipo- se agotara en una lis-
ta de marcadores así. En vez de esto, los marcadores se vieron reducidos
tan solo a los indicadores de categoría con un alto grado de centralidad, que
es lo que nosotros proponemos. Al conjunto de los rasgos restantes se les
puso el rótulo de «distinguidor». El esquema de Katz y Fodor no se puede
comparar fácilmentecon el nuestro,porque ellos pretendían que los marca-
dores semánticos junto con el distinguidor dieran una condición necesa-
ria y suficiente de pertenencia a la extensión del término de que se tra-
tase. Puesto que se daba por supuesto que la cosa entera - marcadores y
distinguidor- representaba lo que el hablante conoce implícitamente, es-
taban obligados a aceptar que todo hablante conoce de forma tácita una
condición necesaria y suficiente de pertenencia a la extensión de «oro»,
«aluminio», «olmo» - lo cual, como hemos señalado ya, no es el caso - .
Con posterioridad, Katz fue más allá y exigió que todos los rasgos cons-
tituyeranuna condición analíticamente necesaria y suficientede pertenen-
cia a la extensión. Llegado a este punto, Katz dejó a un lado la distinción
entre marcadores y distinguidores; si todos los rasgos tienen, por así de-
cirlo, el grado infinitode centralidad, ¿por qué llamar a unos «marcado-
res» y a otros «distinguidores»? Desde nuestro punto de vista, su distin-
ción original entre «marcadores» y «distinguidor» era correcta - siempre
que uno abandone la idea de que el distinguidor proporciona (junto con
los marcadores) una condición necesaria y suficiente,y la idea de que algo
de esto sea una teoría de la analiticidad - . Sugerimos que la idea de mar-
cador semántico es, cuando se la adopta como aquí se recomienda, una
contribución importante.
El significado de «significado»
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402 HilaryPutnam
recido a los supuestos (I) y (II), de la primera parte de este trabajo, še ha-
lla profundamente enraizado en nuestra forma común de hablar del sig-
nificado, y puesto que estos supuestos son incosistentes, cuando se los
toma simultáneamente, ninguna reconstrucción estará libre de conse-
cuencias anti-intutivas.
Brevemente expuesta, mi propuesta es la de definir «significado», no
entresacando un objeto e identificándolo con el significado (aunque, si
uno insiste, eso podría hacerse siguiendo el estilo conjuntista usual), sino
especificando una forma normal (o mejor, un tipo de forma normal) de
descripción del significado. Si supiésemos cuál pudiera ser «una forma
normal de descripción» del significado, entonces sabríamos, por lo que a
mí respecta, qué es el significado en un sentido científicamente in-
teresante.
Mi propuesta es que la forma normal de descripción del significado
de una palabra debería ser una sucesión finita,o un «vector», entre cuyos
componentes habrían de estar los siguientes (puede que resultara desea-
ble tener también otros tipos de componentes): (1) los marcadores sintác-
ticos que se aplican a la palabra, como «nombre»; (2) los marcadores se-
mánticos que se aplican a la palabra, como «animal», «período de tiem-
po»; (3) una descripción de los rasgos adicionales del estereotipo, si los
hubiere; (4) una descripción de la extensión.
Parte de esta propuesta consiste en la siguiente convención: los com-
ponentes del vector representan todos ellos, excepto la extensión, una hi-
pótesis acerca de la competencia del hablante individual. Así pues, la des-
cripción en forma normal de «agua» podría ser en parte:
MARCADORES MARCADORES ESTEREOTIPO EXTENSION
SINTACTICOS SEMANTICOS
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El significadode «significado
» 403
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404 HilaryPutnam
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El significadode «significado» 405
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