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Aitziber Aierdi
Kepa Goikoetxea
Beatriz Ezeiza
GIPUZKOAN emozioak: EZAGUTU, IKASI, LANDU, BIZI
Según recuerdan ahora Kepa Goikoetxea, director en funciones de Laskorain, y Beatriz Ezeiza y Aitziber
Aierdi, miembros del equipo de orientación, aquellos primeros momentos fueron muy intensos en cuanto
al volumen de información, conocimientos y experiencias que se transmitían en las sesiones formativas,
“aunque disfrutamos mucho y todos estábamos entusiasmados y muy motivados con la iniciativa”.
Esencialmente, el grupo de dirección de Laskorain y las personas responsables de los equipos de trabajo
recibieron sesiones de formación para realizar un proyecto de implementación de actividades de inteligencia
emocional teniendo en cuenta a toda la comunidad educativa. El profesorado, además, recibió información
sobre las aptitudes, tanto personales como interpersonales, más necesarias para lograr una mayor
competencia emocional. Toda esta formación recibida, que se completó con la orientación de personas
expertas externas, desembocó en la constitución de una serie de grupos de trabajo internos para canalizar
el programa hasta las aulas.
“Cuando comprobamos la validez y la viabilidad del proyecto, explica Beatriz, nos dimos cuenta de que
había que organizar el centro por etapas y fuimos conscientes de que resultaba necesario crear nuevos
contenidos relacionados con la educación emocional. Al principio, comenzamos por traducir al euskera
algunos de los materiales que Begoña Ibarrola había publicado en castellano, y que nos habían resultado muy
interesantes. Finalmente, optamos por organizar algunos de nuestros propios materiales, los que utilizábamos
habitualmente, re-elaborándolos con contenidos emocionales ”.
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LASKORAIN
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“Pasamos por el filtro emocional los materiales que utilizábamos habitualmente en las
aulas”
Aitziber explica que los niños y niñas reciben de un modo muy positivo todas estas actividades y que, poco a
poco, empezando por quienes tienen menor edad comienzan a hablar de emociones y a manejar conceptos
relacionados directamente con la gestión de los sentimientos. “Los padres se sorprendían porque sus hijos
llegaban a casa y comenzaban a explicarles, por ejemplo, que se sentían tristes, alegres, etc. – añade Beatriz
– y esto les llamaba la atención porque, hasta entonces, era algo que no resultaba habitual en el hogar”.
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LASKORAIN
Desde el primer momento en el que se procedió a impulsar el proyecto de IE en Laskorain, los resultados
fueron muy positivos. Aitziber señala que, “el aprendizaje emocional ha proporcionado a los profesores una
mayor seguridad en sí mismos, una mayor capacidad de reflexión y niveles mucho más elevados de empatía.
Todo esto ha mejorado las relaciones entre los propios docentes, entre éstos y el equipo directivo, y, en
general, entre los profesores y los alumnos”. “De hecho, explica Kepa, secundado también por Aitziber y
Beatriz, en las reuniones del claustro de profesores también se encuentra un ambiente más relajado. Ha
aumentado la comunicación, el respeto mutuo y la comprensión hacia las posturas de los demás. Tanto es
así que, por ejemplo, creo que ahora se habla de los alumnos de otra manera, se ve a los estudiantes de una
forma diferente a como se hacía antes. En general, este proyecto de educación emocional nos ha llevado a
contemplar al alumno desde otro prisma.”
“En mi opinión”, aclara Kepa Goikoetxea, “la IE no propone ni ayuda a poner en marcha iniciativas que no
se hubieran realizado antes en temas relacionados, por ejemplo, con la educación en valores. No hay nada
radicalmente nuevo y diferente en el contenido de la educación emocional. Lo realmente novedoso, y lo que
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es auténticamente importante, es que mediante este proyecto todas las iniciativas se reordenan, se vuelven a
definir, se dotan de un nuevo lenguaje y se pasan por el tamiz de las emociones”.
“Ahora vemos a los chicos y chicas, sobre todo, como personas, y luego, como alumnos”
Sea como fuere, y tal y como se explica desde la dirección del centro, tras los primeros pasos en el proceso
de implantación de estrategias de educación emocional en las aulas, se llegó a la conclusión de que los
resultados habían sido muy positivos. “Los trabajadores mostraron su satisfacción con el ambiente de
trabajo, los alumnos afirmaron encontrarse muy satisfechos con las actividades desarrolladas y, en general,
la valoración de los padres con respecto a la educación humana impartida en el centro es buena, tanto en lo
que se refiere al ambiente en el que aprenden sus hijos, como a la relación con los profesores.”
Así las cosas, Laskorain dio un paso más en su proyecto de introducción de la inteligencia emocional en
el centro de enseñanza y comenzó a trabajar para incorporar ésta a la totalidad del currículum educativo,
implicando a las familias. “Esto nos llevó dos cursos, explica Kepa Goikoetxea, aunque ya podemos señalar
que la inteligencia emocional se encuentra totalmente implantada en las aulas. Primero, se completaron las
programaciones y el material básico, y luego se procedió a la adaptación. Hay que adaptar las actividades a
diferentes situaciones, utilizando el material con flexibilidad. Los profesores han recibido el mensaje, y cada
vez tienen más autonomía en su trabajo con los alumnos. Paralelamente, se extendió la iniciativa a los padres,
con quienes se llevó a cabo dos sesiones de de sensibilización, ambas con un gran éxito de convocatoria
(300 participantes). Además, los problemas con los que nos encontramos para llevar a cabo las acciones
formadores nos llevó a constituir un grupo de cuatro padres formadores que, actualmente, y con mucha
ilusión, están formando a otros padres en inteligencia emocional junto con los responsables de los equipos
de trabajo”.
“Cuatro padres formadores están transmitiendo a otros padres los conocimientos que
han adquirido en inteligencia emocional”
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LASKORAIN
En opinión de Kepa Goikoetxea, “en la formación de los trabajadores, principalmente son dos los aspectos
que debemos trabajar este curso: la autorregulación y las relaciones entre el centro y los padres. Para
trabajar el primer aspecto, hemos llevado a cabo sesiones grupales de formación. Por otro lado, desde que
comenzamos con el proyecto de inteligencia emocional han sido varios los nuevos profesores que se han
incorporado al centro; algunos de ellos han podido realizar los módulos en otros centros, pero durante este
curso se ha creado un grupo de 13 personas con el fin de recibir formación en el propio centro. Además
de esto, en los grupos de trabajo hemos seguido el método de cursos anteriores: libros, artículos... leer,
analizar, explicar y poner a disposición del colectivo todo aquello que pueda resultar interesante para nuestra
formación. Al final, se trata de entender que la inteligencia emocional nos mejora mucho como profesores,
pero, sobre todo, como personas”. n
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