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La dictadura del proletariado. ¿No es probable que sea ésta la versión actual de la
tiranía popular helena? Es posible. Lo que sí es seguro es que no se trata de ninguna d.
del proletariado. La expresión y el concepto, netamente marxistas, se expresaron por
Marx en una carta a Weidemeyer de 5 mar. 1852 y más tarde en su Crítica del Programa
de Ghota, desarrollándose luego por Lenin (sobre todo, en El Estado y la Revolución):
entre el capitalismo y la sociedad sin clases del socialismo se interpone una fase de
transición, la d. del proletariado, el cual, al erigirse en clase dominante, realiza la gran
revolución de la historia de suprimir las clases sociales y establecer la verdadera
democracia. Subyacen aquí dos notas típicas de todo régimen dictatorial: plenitud de
poderes y provisional ¡dad. Lo que sucede es que, en cualquier caso, la expresión es
inadecuada: 1) La d. implica de suyo un poder personal y una organización. El
proletariado es una categoría abstracta y colectiva, incapaz de dominar dictatorialmente.
2) La organización del mismo conduce al partido, de suerte que, todo lo más, habrá una
d. del partido comunista (como ya los spartakistas alemanes objetaron a los
bolcheviques rusos). 3) Pero la organización dentro del partido, por la inexorable Ley de
bronce de las oligarquías (v.), conduce a la d. oligárquica de los dirigentes, del Comité
Central del Partido (como ha denunciado Milovan Djilas, en su famosa obra La nueva
clase). 4) Finalmente, como todo régimen autocrático tiende al poder personal, la
supuesta e imposible d. del proletariado remata, no en la del partido ni en la de su
oligarquía rectora, sino en la de un dictador: Lenin, Stalin, Mao, Castro. 5) En cualquier
caso, es obvio que, como dice Schumpeter, no se trata de una d. del proletariado, sino de
una d. sobre el proletariado. La realidad histórica habla sobre esto con mayor elocuencia
que cualquier argumentación. 6) La única duda es la de si esa d. se ha establecido, como
la mayoría de las tiranías griegas, en beneficio de las fuerzas populares. Y en esto,
mejor dicho, en la realización de la justicia social y el bien común, está la piedra de
toque para juzgar cualquier régimen calificado, por la forma, de d. o de tiranía.