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Análisis de la Primera Epístola Universal del Apóstol Juan

La primera epístola de Juan es una carta del Nuevo Testamento de la Biblia


destinada a las comunidades cristianas de Asia Menor que se atribuye al apó stol Juan.
Declara que "Dios es amor" y articula los temas paralelos que presenta del siguiente
modo: Dios es luz 1Jn 1, 5), justicia (1Jn 2, 29), amor (1Jn 4, 7-8) y verdad (1Jn 5, 6-
10).

Muestra el nexo entre la condició n de lo que él llama hijos de Dios, el amor a los demá s
y la fidelidad a Jesucristo expresada en la vida prá ctica. Por su estilo y su doctrina está
cerca del evangelio de Juan, por lo cual se considera que procede del mismo autor o
del mismo círculo joá nico, en la misma época.

Autor : Juan, el apó stol.

Fecha y lugar: Indeterminados. Probablemente fue escrita desde É feso, hacia finales
del primer siglo.

Destinatarios: Aparentemente a la Iglesia en general, ya que no tiene saludos,


despedidas u otras alusiones personales; por lo tanto, pertenece a las epístolas
generales. Llama a los creyentes con apelativos cariñ osos como "hijitos míos" y
"amados"

Propósito: El autor menciona cuatro razones para escribir esta carta a los creyentes:

Para aumentar su gozo (1:4)

Para guardarlos del pecado (2:1)

Para advertirles acerca de los falsos maestros (2:26)

Para fortalecer su fe en Cristo y para darles seguridad de la vida eterna (5:13)

Palabras Claves: Comunió n, saber y amor.

Tema Central: Dios es vida, luz y amor perfecto. Su cará cter constriñ e a los creyentes
a vivir en santidad y con amor fraternal.

Particularidad: Esta puede ser llamada la "carta de las certezas". Comienza con una
declaració n positiva del conocimiento personal de Cristo (1:1 - 3). Da un gran énfasis
al conocimiento espiritual que los creyentes pueden obtener. La palabra clave saber" o
su equivalente aparece má s de 30 veces.
 

Desde un punto de vista estrictamente literario, la Primera epístola de san Juan (=1 Jn)
podría clasificarse como un sermó n o un discurso teoló gico. La razó n es la ausencia en
ella de toda menció n de autor, destinatario, encabezamiento, saludos y despedida. Sin
embargo, desde los primeros tiempos del cristianismo se ha reconocido que este
documento es, si no una misiva personal propiamente dicha, sí una especie de carta
pastoral dirigida al conjunto de los miembros de algunas iglesias residentes en lugares
pró ximos unos de otros: pequeñ as congregaciones de Asia Menor, necesitadas de
instrucció n y consejos que las ayudaran a vivir en plenitud el testimonio de su fe en
Jesucristo «venido en carne» (4.2–3).

Fecha y lugar de redacción

Ahora bien, a falta de esos datos personales que son característicos del género
epistolar (véase Introducción a las epístolas), se ha atribuido desde el principio el
presente escrito, como también 2 y 3 Juan , al apó stol Juan. Tradicionalmente se ha
admitido que fue escrita en É feso, alrededor de los añ os 90.

Ya sea que se entienda como sermó n o como carta, lo cierto es que 1 Juan está muy
cerca del Evangelio según san Juan, tanto por razones de redacció n como por la
ternura con que también ella llega al lector, por ese acento cá lido tan claramente
perceptible en expresiones como «hijitos» o «hijitos míos» (2.1, 12, 13, 18 y 28; cf. Jn
3.33; 21.5) y en los frecuentes apuntes «os escribo» y «os escribo a vosotros» (2.7–26;
5.13).

Propósito

El estilo literario de 1 Juan es repetitivo. Los diversos temas, luego de una exposició n
inicial (1.5–2.29), reaparecen por segunda (3.1–4.6) y aun por tercera vez (4.7–5.12),
ya sea separadamente o entrelazados. Esta insistencia en los elementos temá ticos
viene a arrojar luz sobre algo que pertenece a los propios motivos bá sicos del escrito,
que no son otros que la inquietud del autor ante la presencia de ciertos elementos
extrañ os que en diferentes lugares estaban perturbando la fe y la comunió n de los
creyentes.

No dice el autor cuá les eran las doctrinas ni quiénes las personas causantes de su
preocupació n, pero probablemente se trataba de algunas enseñ anzas que, bajo el
nombre genérico de «gnosticismo», comenzaban por entonces a infiltrarse en círculos
cristianos de Asia Menor.
Lo mismo que el cuarto evangelio, también 1 Juan manifiesta el propó sito que
persigue su autor. La epístola entera es un testimonio «tocante al Verbo de vida» (1.1;
cf. Jn 1.1), una confesió n de fe escrita «para que vuestro gozo sea completo» (1.4),
«para que sepá is que tenéis vida eterna y para que creá is en el nombre del Hijo de
Dios» (5.13. Cf. Jn 20.31).

Contenido y estructura

Expresiones como estas dan cará cter a la carta, que afirma la divinidad de Jesucristo
(1.2, 3–7; 2.22–23; 4.2, 8, 14; etc.), enuncia la filiació n divina del creyente (3.1–2, 9–
10; etc.), reprueba la conducta de los «anticristos» (2.18–19, 22; 4.3) y revela que la
justicia de Dios se resuelve en el hecho esencial de su amor, demostrado al entregar a
su Hijo en «propiciació n por nuestros pecados» (2.1–2; 3.5; 4.8–10, 16–17).

Contra los «anticristos», esos falsos profetas que niegan la divinidad de Jesú s y su
misió n redentora, Juan exhorta a los cristianos a permanecer en la relació n de amor y
vida que es la comunió n con Dios, concretada en la realidad inmediata del amor
fraternal (2.9–11; 3.9–12, 14–18, 23; 4.7–8, 11–12, 16–21).

El vocabulario y las locuciones de esta epístola evocan en el lector el lenguaje del


cuarto evangelio: ser llamados hijos de Dios (3.1–2, 10), ser nacidos de Dios (3.9),
permanecer en Dios (2.24, 27–29; 3.24; 4.7, 16; etc.), tener al Padre (o tener al Hijo) es
poseer la vida eterna (2.23; 5.12–13).

También se aproximan la carta y el evangelio en el uso de determinados conceptos e


imá genes, presentados a menudo en forma de antítesis: luz-tinieblas (1.5–7; 2.8–11;
cf. Jn 1.5; 8.12; etc.), verdad-mentira (1.6, 8; 2.21; cf. Jn 8.44), vida-muerte (3.14; 5.12;
cf. Jn 5.24–25), hijos de Dios-hijos del diablo (3.10; cf. Jn 8.44). Igualmente es
característico de la epístola y del evangelio el uso de la palabra «verbo» para referirse
al Hijo de Dios hecho hombre (1.1; cf. Jn 1.1–5,14).

Con estas y otras figuras literarias explica el autor en qué consiste el conocimiento que
el cristiano tiene de Dios: Dios es amor, y amar es conocer a Dios (4.7–12, 16, 21) con
un conocimiento que ha sido revelado en «Jesucristo. Este es el verdadero Dios y la
vida eterna» (5.20).
Análisis de la Segunda Epístola del Apóstol Juan

En los antiguos manuscritos gríegos el título es sencillamente IÇá nnou B, literalmente,


"De Juan 2". Ver lo que se dice en cuanto al título de la primera epístola. No
disponemos de ninguna evidencia externa por la que podamos saber si esta carta es la
segunda en orden cronoló gico, pero por medio de una comparació n del texto de las
tres epístolas atribuidas a Juan, parece probable que ésta fue escrita después de la
primera. La que llamamos segunda parece referirse al contenido de la primera en una
forma que es natural si es que el autor ya había escrito la carta má s larga, pero que
sería extrañ o si la má s corta hubiera sido escrita primero (cf. 2 Juan 5-7, 9, 12 con 1
Juan 1:4; 2:4-5, 7, 18; 5:10-12)

.Autor : Juan, el apó stol.


La cuestió n de la paternidad literaria queda resuelta hasta cierto grado con las dos
primeras palabras de la epístola: "el anciano", pero la identidad del "anciano" aú n
debe estudiarse. El consenso de los eruditos se inclina a favor de Juan como el autor y,
por lo general, se concuerda en que el título "anciano" es singularmente adecuado
para el anciano apó stol que sobrevivió largamente a sus compañ eros de ministerio. Si
Juan estaba escribiendo a un individuo o a un grupo que le era bien conocido, no tenía
necesidad de usar otra identificació n fuera del calificativo afectuoso con que ya era
conocido por sus lectores.
La identificació n del "anciano" depende en gran medida de la relació n que se descubre
entre la segunda epístola y la primera, y entre ambas y el cuarto Evangelio. Las
similitudes evidentes entre la segunda carta y la primera sugieren un autor comú n. La
palabra "anticristo" es exclusiva del vers. 7 y de 1 Juan 2:18, 22; 4:3. En cuanto al
estilo similar, compá rese "andando en la verdad" (2 Juan 4) con "andamos en luz" (1
Juan 1:7); "un nuevo mandamiento" (2 Juan 5) con "un mandamiento nuevo" (1 Juan
2:8); "nos amemos unos a otros" (2 Juan 5; 1 Juan 3:11); "tiene al Padre y al Hijo" (2
Juan 9) con "tiene al Hijo" (1 Juan 5:12). Como se presentó en la introducció n de la
primera epístola, hay razones vá lidas para aceptar al apó stol Juan como el autor de
esta carta así como del Evangelio que lleva su nombre. Si se aceptan esas razones,
también puede aceptarse que Juan es el autor de esta epístola.

Tema:
Una lectura superficial de la epístola basta para captar su naturaleza íntima.
Evidentemente es una carta personal, pero si fue dirigida a un individuo o a un grupo,
eso depende de la interpretació n que se dé a la frase: "a la señ ora elegida y a sus hijos"
(ver com. vers. 1). Dentro de estos límites, el tema de la epístola demuestra
satisfacció n por el estado espiritual de los lectores, los anima en el sendero cristiano;
es una amonestació n contra los falsos
maestros y sugiere có mo tratar a los engañ adores. La carta revela el espíritu tierno y
amante del autor y la belleza de la intimidad espiritual que podía existir entre los
hermanos en la fe de la iglesia primitiva. Se ha sugerido que el tamañ o casi idéntico de
la segunda epístola y de la tercera se debió a la dimensió n de la hoja de papiro que por
lo general se usaba en ese entonces (ver t. V, pp. 113- 114).

Destinatarios: La "Señ ora escogida y sus hijos". Algunos creen que esto se refiere a
una mujer cristiana y su familia que vivían en Efeso; otros que es la personificació n de
la iglesia y sus miembros. Si la primera suposició n es correcta, este sería el ú nico libro
en el Nuevo Testamento dirigido a una mujer.

Propósito: La epístola fue escrita aparentemente para advertir a amigos contra la


herejía y la asociació n con falsos maestros.

Palabras Claves: Amor y verdad.

 La Segunda epístola de san Juan (=2 Jn) responde, en cuanto a su forma, a las
características del género epistolar usuales en el mundo grecolatino de la época:
consignació n, en el encabezamiento del escrito, de quién es su remitente y quién su
destinatario, e inclusió n de saludos personales al comienzo y al final del texto (véase
Introducción a las epístolas).

Fecha y lugar de redacción

Sin embargo, en el presente caso el autor prefiere silenciar su propio nombre e


identificarse simplemente como «el anciano» (v. 1; cf. 3 Jn 1). Del mismo modo, sin
aportar señ a alguna de identidad, dirige la carta a una cierta «señ ora elegida y a sus
hijos» (v. 1, 5), designació n que probablemente no corresponda a una dama y su
familia en particular, sino a toda una comunidad cristiana: quizá s a alguno de los
pequeñ os nú cleos surgidos no lejos de la gran ciudad de É feso, en la provincia romana
de Asia, durante la ú ltima década del primer siglo.

El título de «anciano» («presbítero» en griego) que se da el autor de la Segunda


epístola de san Juan, puede significar tanto que su edad era avanzada en el momento
de redactarla como que era un ministro o dirigente de la iglesia. En uno u otro caso, lo
cierto es que en este «anciano» se ha visto tradicionalmente al apó stol Juan, a quien se
ha atribuido la autoría de las tres epístolas juaninas. 

Propósito

El propó sito de la Segunda epístola de san Juan es prevenir a un grupo de creyentes


sobre las enseñ anzas de ciertos «engañ adores», falsos maestros que andaban
predicando doctrinas contrarias a la divinidad de Jesucristo, negando la encarnació n
del Hijo de Dios y haciéndose acreedores a la calificació n de «anticristos» (v. 7).

Frente a la actuació n de tales personas, Juan exhorta a los cristianos a permanecer


firmes en la verdad, por cuanto la verdad permanece en ellos para siempre (v. 1–2, 4);
y a que se mantengan unidos por el vínculo del amor, que es el mandamiento dado por
Dios «desde el principio» (v. 4–6). Es, pues, preciso perseverar en la «doctrina de
Cristo», pues así el creyente «tiene al Padre y al Hijo» (v. 9), es decir, está en comunió n
con Dios.
Análisis de la Tercera Epístola del Apóstol Juan

En los antiguos manuscritos griegos el título sencillamente es IÇá nnou G, literalmente,


"De Juan 3". En cuanto al título de la primera epístola

Autor : Juan, el apó stol. Si no hubiera una segunda epístola sería muy discutible la
paternidad literaria de esta tercera carta; pero la similitud de estilo entre estas dos
cortas epístolas indica un autor comú n. Una vez que se reconoce a Juan como el que
escribió la segunda epístola también puede ser reconocido como el autor de la tercera.

Tema:

Es sencillo y directo. La segunda epístola fue escrita para advertir contra los falsos
maestros itinerantes, pero la tercera se envía para oponerse a las tenencias cismá ticas
ejemplificadas por las acciones de Dió trefes. Es probable que Dió trefes fuera el
anciano de la iglesia y que hubiera aceptado algunas de las falsas enseñ anzas de los
gnó sticos (pp. 643-644). Cuando Juan escribió a las iglesias para refutar esas falsas
enseñ anzas, parece que Dió trefes se opuso a que la carta fuera leída delante de los
miembros de la iglesia (vers. 9). También se 712 impidió que se escuchara a los
ministros itinerantes que pudieron haber sido enviados por Juan, y los que los
escucharon en privado fueron excomulgados pú blicamente por Dió trefes, hombre
arrogante. Cuando Juan escribe a Gayo se esfuerza por asegurarse que su mensaje
llegue a los hermanos leales. Puede haber estado prepará ndolos para que aceptaran
un cambio de ancianos de iglesia cuando él llegara y les "recordara" las acciones
de Dió trefes (vers. 10). En esta carta, como en los otros escritos de Juan, se manifiesta
el mismo espíritu de tierno afecto personal; pero por encima del propó sito inmediato
de la epístola, brilla la belleza del cará cter del apó stol y la inspiració n que ha
proporcionado a sus lectores a través de los siglos.

Destinatario: Gayo.  Parece ser que es la misma persona a la cual Pablo se refiere en
Romanos 16:23, pero no hay certeza acerca de esto.

Esta epístola es evidentemente una carta personal escrita a un tal Gayo, que no es
identificado. Se trata de un cristiano fiel, muy alabado por su bondadosa hospitalidad
con los maestros itinerantes. Se nombran otros dos personajes: Dió trefes, dirigente
dado a la polémica, y Demetrio, que quizá era uno de los maestros itinerantes. El
cuadro que se deduce por lo que está escrito acerca de estos tres personajes, nos
presenta una notable evolució n en la iglesia cristiana y sugiere que esta epístola fue
escrita después de la segunda, y por lo tanto aú n má s cerca de la muerte de Juan.
Parece quedar bien establecido el
ministerio de los predicadores itinerantes o de hermanos visitantes (vers. 5-8).
Dió trefes se atribuye el poder de expulsar de la iglesia quizá mediante una especie de
excomunió n (vers. 10) a aquellos a quienes no aprueba personalmente, y la autoridad
del apó stol ha sido socavada por los seguidores de Dió trefes (vers. 9-11). Todo esto
indica que la situació n revelada en la segunda epístola ha evolucionado, y esto
convierte a la tercera epístola en la ú ltima de las tres cartas de Juan que han llegado
hasta nosotros. Esto no quiere decir que Juan no escribió otras cartas. No se puede
probar que la carta o escrito que se menciona en el vers. 9 sea la segunda epístola,
aunque es una buena posibilidad de que así fuera, ni tampoco se puede determinar
cuá nto tiempo transcurrió entre la redacció n de la segunda y la tercera epístolas; pero
parece probable que el intervalo fue breve, pues ambas se parecen tanto en estilo
como en contenido.

Pensamiento clave: La hospitalidad cristiana.

Texto Clave: 1:8

"Nosotros, pues, debemos acoger a tales personas, para que cooperemos con la
verdad."

Contenido

Esta carta está dirigida a Gayo, un cristiano de quien se elogia la hospitalidad con que
recibía a los predicadores y evangelistas que visitaban la iglesia de la cual era
miembro, «especialmente a los desconocidos» (v. 5–6).

No es posible asegurar que este sea el mismo Gayo mencionado por Pablo en Ro 16.23
(cf. Hch 19.29; 1 Co 1.14), pues ese nombre era entonces bastante comú n; pero resulta
notorio que Pablo y Juan, cada uno de por sí, destacan en alguien llamado Gayo
idéntica disposició n de generosidad fraternal.

También se hace referencia en la Tercera epístola de San Juan (=3 Jn) a otros dos
personajes: Demetrio y Dió trefes. El autor comparte el buen juicio general que merece
el primero, Demetrio (v. 12). En cambio, el segundo es severamente reprochado por
las actitudes soberbias y tirá nicas empleadas en el ejercicio de su ministerio (v. 9–10).

La despedida (v. 13–15) es semejante a la de 2 Jn. En ambas cartas y casi con las
mismas palabras, el autor manifiesta el deseo de visitar pronto a sus lectores y tener
la oportunidad de conversar con ellos «cara a cara» (v. 13–14; cf. 2 Jn 12).

Fecha y lugar de redacción


Lo mismo que en 2 Jn, «el anciano» que escribe a Gayo (v. 1) nos oculta su propio
nombre. Pero no cabe duda de que se trata de la misma persona, identificada con el
apó stol Juan por la iglesia cristiana de todos los tiempos (véanse las Introducciones a 1
y 2 Juan). Posiblemente remitió esta carta desde É feso al final del primer siglo.

Esquema del contenido:

Salutació n (1–4)

Elogio de la hospitalidad de Gayo (5–8)

La oposició n de Dió trefes (9–10)

Buen testimonio acerca de Demetrio (11–12)

Salutaciones finales (13–15)


Instituto Bíblico
Satélite Esquipulas

Asignatura: Epístolas Universales

Tarea:
Escrito sobre I, II y III de Juan

Pastor: Cesar Armando Rostran


Alumna: Mercedes Otero

12/02/2011

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