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Agencias de evaluación de políticas públicas: el desafío a mejorar en la

gestión del Estado.

Jorge Fontecilla C.1

En las Democracias occidentales es de suma relevancia tener instituciones y procesos que sean
funcionales para que los gobiernos, indistintamente la orientación política, desarrollen su capacidad
de diseño e implementación de políticas públicas, que es el fin por el cual las coaliciones políticas
disputan en el mercado electoral o para señalarlo en términos más coloquiales, disputar el “tesoro
del Estado”.

A partir del cambio de coalición política en el Gobierno, se pueden denotar procesos donde el
sistema político chileno no estaba habituado a demostrar ciertos fenómenos que traía consigo “el
cambio”. Específicamente si nos remitimos al área de las política públicas (y con especial énfasis en
las sociales), se pueden apreciar dos lineamientos, estos son de continuidad y cambio.

Esto se refiere a que, según la matriz ideológica de la nueva coalición política en el Gobierno,
podrían tener persistencia en el tiempo ciertas políticas que se acerquen a las preferencias de las
nuevas autoridades. Pero también, puede ocurrir lo contrario, ya que es legítimo que existan
distintos énfasis y preferencias a la hora de tomar decisiones en materia de políticas.

Pese a las diferencias “ideológicas”, al analizar los procesos de continuidad y cambio, también es
necesario y sumamente importante que al momento de generar estos análisis, estén considerados
los procesos de gestión y evaluación de las políticas públicas como indicadores de la efectividad de
estas mismas, es decir, poder medir la efectividad de la acción estatal.

Desde que se instauro la Agenda de Modernización por parte de la ex Presidenta Bachelet, el


fortalecimiento de la capacidad de hacer revisión de las políticas por parte del mismo Estado a
través de la Dirección de Presupuestos (DIPRES), perteneciente al Ministerio de Hacienda, o
también con la “tercerización” de las evaluaciones a través de los Think’s Thank’s, Universidades o
a ONG’S ha cobrado una importancia sustancial, específicamente desde la implementación del
Transantiago.

En la actualidad, se vislumbra que esto se intensificara, ya que los anuncios (legítimos) de las
autoridades de “hacer revisión a los programas y políticas públicas” en los distintos Ministerios o
Servicios, especialmente los que tengan relación con la seguridad ciudadana, crecimiento
económico, pobreza y educación, ejes centrales del programa y la agenda de gobierno de Sebastián
Piñera, observaremos el fin de algunas políticas o la reformulación de otras.

En este sentido, la importancia de evaluar sistemáticamente la acción del Estado, radica en el hecho
que al tener evaluaciones constantes, periódicas y bajo criterios técnicos durante las distintas fases
de las políticas públicas, permiten generar mayores grados de información y también disminuir la
incertidumbre de las autoridades. Esto conllevaría la reducción de importantes costos en ciertas

1
Licenciado en Ciencia Política, U. ARCIS y Estudiante del Master of Applied In Economics, ILADES/Georgetown
University.
acciones que eventualmente pudiesen tener problemas en alguna de sus fases o que no estén
generando el suficiente valor público esperado.

Algunos de los principales problemas en la gestión e implementación de las políticas son por
ejemplo, los excesivos costos en burocracia y procedimientos administrativos, donde la mayor
cantidad de recursos (tiempo y monetario) se diluyen en la contratación de personal y en las
gestiones para implementar las acciones especificas de cada programa o política.

También, en el caso de las políticas sociales, políticas que son muy importantes para la población
pobre y vulnerable del país, un diseño inadecuado podría generar un error en la focalización efectiva
de los recursos, o que no esté bien caracterizada la población objetivo, o que también estas políticas
no cuenten con los sistemas de auto evaluación para poder observar los resultados y/o los impactos
de sus acciones.

Para esto se considera, que la implementación de una Agencia estatal de evaluación es imperante
para mejorar la acción estatal y continuar con la modernización del Estado. En esto existen
experiencias internacionales que pueden guiar el camino de Chile, para generar una institución
dedicada a la evaluación. Considerando que cada país a nivel institucional y político poseen sus
propias características. Algunos casos son: en Australia, con la Australian National Audit Office y
Australian Productivity Commisión; Canadá (Quebec), Secrétariat de Conseil du Tresor du Canada;
en España, la Agencia de Evaluación de Calidad; Estados Unidos, General Accounting Office y The
Office of Management and Budget; Holanda, Adviescollege toestsing administrative lasten; Nueva
Zelanda, Social Policy Evaluations and Research Committee2, entre otras.

Esta Agencia debiese procurar por la imparcialidad y tecnicidad en sus evaluaciones. También
debiera contar con una serie de características o funciones, como: a) promoción de una cultura de la
evolución de las políticas públicas al interior del Estado de Chile, b) Sistematización y registro de la
información relevante, c) Normalización metodológica, d) Desarrollo de evaluaciones, e) Análisis y
revisión de evaluaciones realizadas por terceros, f) acreditación y certificación, g) Asistencia técnica
y apoyo a los organismos públicos, h) Elaboración, ejecución y manutención de sistemas de
participación ciudadana3.

Si bien es previsible que una entidad del Estado genere incomodidad al evaluar lo que hacen los
gobiernos de turno, es necesario que esta Agencia cuente con autonomía presupuestaria. Pero
también contar con rendiciones de cuentas sistemáticas que permitan la evaluación de la agencia.

Complementario a esto, es necesario fortalecer específicamente las instituciones que hacen


seguimiento y monitoreo de las acciones que realizan los diversos Ministerios y Servicios Públicos.
Particularmente la División de Coordinación Interministerial y la Unidad de Seguimiento a las
Prioridades Presidenciales (o Delivery Unit) perteneciente a la SEGPRES. También los Balances de
Gestión Integral, perteneciente a la DIPRES. Estos sistemas complementarios a los procesos de
evaluación de resultados y de impactos permiten visualizar los procedimientos institucionales que
llevan al cumplimiento de los objetivos programáticos sectoriales.

2Furubo, Rist y Sandahl. “International Atlas of Evaluation”. Londres, 2001.


3Ferreiro y Silva. “Evaluación de impacto y calidad de las políticas públicas”, en Un Mejor Estado para Chile. Consorcio
para la Reforma del Estado. Santiago, 2009.
Lo anterior aportaría a la discusión presupuestaria de cada año en el Congreso, en el sentido de
analizar la sustentabilidad de ciertos programas y políticas, que tengan un buen ciclo de diseño e
implementación. Es decir, tratar de equilibrar la discrecionalidad con la que las autoridades
popularmente electas dan continuidad o cambio a las políticas, imponiendo un criterio técnico a la
elección de los tipos de acciones estatales.

Durante todo el presente texto hemos resaltado la necesidad de generar sistemáticamente los
ejercicios de revisión de políticas a través de una agencia estatal, especializada en evaluación. Pero
no sería saludable instrumentalizar estos procesos con fines electorales e intenciones de generar
dividendos políticos cortoplacistas. Ya que esto es una apuesta enfocada a la modernización del
Estado y a mejorar la utilización de los recursos públicos que destinan para superar los problemas
de los ciudadanos.

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