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ECCION 6 > TRASTORNOS DEL CEREBRO Y DEL SISTEMA NERVIOSO

CAPITULO 61

Dolor

El dolor es un fenómeno subjetivo consistente en una sensación desagradable que indica una
lesión real o potencial del cuerpo.

El dolor se inicia en los receptores especiales del dolor que se encuentran repartidos por todo el
cuerpo. Estos receptores transmiten la información en forma de impulsos eléctricos que envían a
la médula espinal a lo largo de las vías nerviosas y luego hacia el cerebro. En ocasiones la señal
provoca una respuesta refleja al alcanzar la médula espinal; cuando ello ocurre, la señal es
inmediatamente reenviada por los nervios motores hasta el punto original del dolor, provocando
la contracción muscular. Esto puede observarse en el reflejo que provoca una reacción inmediata
de retroceso cuando se toca algo caliente. La señal de dolor también llega al cerebro, donde se
procesa e interpreta como dolor y entonces interviene la consciencia individual al darse cuenta de
ello.

Los receptores de dolor y su recorrido nervioso difieren según las distintas partes del cuerpo. Es
por eso por lo que varía la sensación de dolor con el tipo y localización del daño. Por ejemplo, los
receptores de la piel son muy numerosos y son capaces de transmitir información muy precisa,
como la localización del daño y si el dolor era agudo o intenso (como una herida por arma blanca)
o sordo y leve (presión, calor o frío). En cambio, las señales de dolor procedentes del intestino son
limitadas e imprecisas. Así, el intestino se puede pinchar, cortar o quemar sin que genere señal
alguna de dolor. Sin embargo, el estiramiento y la presión pueden provocar un dolor intenso,
causado incluso por algo relativamente inocuo como burbujas de aire atrapadas en el intestino. El
cerebro no puede identificar el origen exacto del dolor intestinal ya que este dolor es difícil de
localizar y es probable que se note en un área extensa.

Es posible que el dolor percibido en algunas partes del cuerpo no represente con certeza dónde
radica el problema porque puede tratarse de un dolor reflejo, es decir, producido en otro sitio. El
dolor reflejo sucede cuando las señales nerviosas procedentes de varias partes del cuerpo
recorren la misma vía nerviosa que conduce a la médula espinal y al cerebro. Por ejemplo, el dolor
producido por un ataque al corazón puede sentirse en el cuello, mandíbulas, brazos o abdomen, y
el dolor de un cálculo biliar puede sentirse en el hombro.

La tolerancia individual al dolor difiere considerablemente de una persona a otra. Unas


experimentarán un dolor intolerable con un pequeño corte o golpe, mientras que otras tolerarán
un traumatismo mayor o una herida por arma blanca casi sin quejarse. La capacidad para soportar
el dolor varía según el estado de ánimo, la personalidad y las circunstancias. Es posible que un
atleta en particular no se dé cuenta de una lesión grave producida en momentos de excitación
durante la competición, pero sí que notará el dolor después del partido, particularmente si han
derrotado a su equipo.

La percepción de dolor puede incluso cambiar con la edad. Así, a medida que envejecen, las
personas se quejan menos del dolor quizás porque los cambios producidos en el organismo
disminuyen la sensación de dolor con la edad. Por otra parte, las personas de edad avanzada
pueden simplemente ser más estoicas que los jóvenes.

Evaluación del dolor

El dolor puede limitarse a una sola zona o extenderse a todas partes, pudiendo experimentarse
una sensación de pinchazo o presión, un dolor intermitente o constante, pulsátil o consistente.
Resulta muy difícil describir algunas clases de dolor con palabras, ya que la intensidad podrá variar
de leve a intolerable. Tampoco existe prueba alguna de laboratorio que demuestre la presencia o
intensidad del dolor.

Por ello, el médico se informará acerca de la historia clínica del dolor para entender sus
características. Para algunas personas resultará útil emplear una escala para describir su dolor, por
ejemplo, desde 0 (ningún dolor) a 10 (dolor intenso). Algo parecido sirve en el caso de los niños,
usando los dibujos de una serie de caras, desde la sonrisa al ceño fruncido y el llanto. Los médicos
siempre procuran determinar las causas del dolor, tanto físicas como psicológicas. Los síndromes
dolorosos son consecuencia de muchas enfermedades crónicas (cáncer, artritis, anemia de células
falciformes) y de trastornos agudos (heridas, quemaduras, desgarros musculares, fracturas,
esguinces, apendicitis, cálculos renales o ataques al corazón). Sin embargo, ciertos trastornos
psicológicos (como la ansiedad o la depresión) también pueden causar dolor, el cual se conoce
como dolor psicógeno. Los factores psicológicos pueden influenciar el dolor que se siente por una
herida, haciendo que se perciba con mayor o menor intensidad. El médico debe considerar todos
estos aspectos.

El médico también considera si el dolor es agudo o crónico. El dolor agudo empieza


repentinamente y es de corta duración. El dolor intenso puede causar taquicardia, aumento de la
frecuencia respiratoria y de la presión arterial, sudación y dilatación de las pupilas. El dolor crónico
se define como el dolor persistente que dura unas semanas o meses. Este término describe el
dolor que persiste más allá del mes posterior al curso usual de una enfermedad o lesión y también
se refiere al dolor que aparece y desaparece a lo largo de meses o años, o al dolor que se asocia a
enfermedades de larga duración como el cáncer. Generalmente el dolor crónico no afecta a la
conducción cardíaca ni la frecuencia respiratoria, así como tampoco afecta a la presión arterial ni a
las pupilas, pero puede ocasionar alteraciones del sueño, falta de apetito y producir
estreñimiento, pérdida de peso, disminución de la libido y depresión.
Tipos de dolor

La gente puede sufrir diversas clases de dolor. Algunos de los principales síndromes dolorosos son
el dolor neuropático, estados dolorosos después de la cirugía, el dolor del cáncer y el dolor
asociado a trastornos psicológicos. El dolor crónico es también uno de los principales aspectos de
muchas enfermedades, produciéndose de manera característica en los pacientes con artritis,
anemia de células falciformes, enfermedad inflamatoria del intestino y SIDA.

Dolores neuropáticos

El dolor neuropático se debe a una anormalidad en cualquier punto de la vía nerviosa. Una
determinada anomalía altera las señales nerviosas que, de este modo, se interpretan de forma
anormal en el cerebro. El dolor neuropático puede producir un dolor profundo o una sensación de
quemazón y otras sensaciones como hipersensibilidad al tacto.

Ciertas infecciones, como el herpes zoster, pueden inflamar los nervios y producir una neuralgia
postherpética, un dolor crónico en forma de quemazón que persiste en el área infectada por el
virus.

La distrofia simpática refleja es un tipo de dolor neuropático que se acompaña de hinchazón y de


sudación o de cambios en la irrigación sanguínea local, o bien de cambios en los tejidos como
atrofia u osteoporosis. La rigidez de las articulaciones (contracturas) impide la flexión o extensión
completa de las mismas. Un síndrome, similar a la distrofia simpática refleja, es la causalgia, que
puede producirse después de una lesión o puede ser consecuencia de una enfermedad de un
nervio principal. Al igual que la distrofia simpática refleja, la causalgia produce dolor intenso con
una sensación de quemazón, acompañado de hinchazón, sudación, cambios en la circulación
sanguínea y otros efectos. El diagnóstico de la distrofia simpática refleja o de la causalgia es
importante porque algunos individuos afectados se beneficiarán de forma muy significativa con un
tratamiento especial del bloqueo de la función nerviosa, denominado bloqueo nervioso simpático.
Habitualmente este tratamiento no está indicado para tratar otros trastornos.

Dolores postoperatorios

El dolor postoperatorio lo experimenta casi todo el mundo. Se trata de un dolor constante e


intermitente que empeora cuando el paciente se mueve, tose, ríe o respira profundamente, o
cuando se procede al cambio de los vendajes sobre la herida quirúrgica.

Después de la cirugía es habitual que se prescriban analgésicos opiáceos (narcóticos), cuya eficacia
será mayor si se administran unas horas antes de que el dolor sea demasiado intenso. Se puede
incrementar o complementar la dosis con otros fármacos si el dolor aumenta transitoriamente, si
la persona necesita ejercitarse, o en el momento de cambiar el vendaje. Con demasiada frecuencia
se trata el dolor de forma inadecuada debido a que existe una preocupación excesiva acerca de la
aparición de una dependencia con el uso de estos fármacos opiáceos. A pesar de ello, las dosis
deberían administrarse según los requerimientos de cada caso.

Tanto el personal sanitario como los familiares deben estar atentos a la aparición de cualquier
efecto secundario de los opiáceos, como náuseas, sedación y confusión. Cuando se controla el
dolor, los médicos reducirán la dosis, prescribiendo analgésicos no opiáceos como el paracetamol
(acetaminofén).

Dolor producido por el cáncer

El cáncer puede producir dolor de muchas maneras. El tumor puede desarrollarse en los huesos,
nervios y otros órganos, causando desde un leve malestar hasta un dolor muy intenso e
ininterrumpido. También provocan dolor algunos de los tratamientos para el cáncer, como la
cirugía y la radioterapia. A menudo, las personas con cáncer experimentan un sentimiento de
temor hacia el dolor, y a ello hay que añadir que médicos y pacientes evitan con demasiada
frecuencia la dosis de analgesia adecuada, por un temor infundado a una adicción, temores que,
en realidad, no tienen fundamento. El dolor producido por el cáncer puede y debe ser controlado.

Siempre y cuando sea posible, la mejor forma de aliviar el dolor es aplicando un tratamiento para
el cáncer. El dolor puede disminuir cuando se extirpa el tumor quirúrgicamente o cuando se
reduce mediante radiación, pero generalmente se requieren otros tratamientos para aliviar el
dolor.

A menudo dan buenos resultados los fármacos no opiáceos como el paracetamol (acetaminofén) y
los antiinflamatorios no esteroideos. En caso contrario, el médico puede prescribir un analgésico
opiáceo. Los opiáceos de acción prolongada son los que se prescriben con mayor frecuencia
porque proporcionan más horas de alivio entre dosis y generalmente permiten que el paciente
duerma mejor.

En lo posible los opiáceos deben tomarse por vía oral. Cuando se trata de pacientes con
intolerancia a los opiáceos orales, se administran opiáceos por vía subcutánea o intravenosa. Éstos
pueden inyectarse cada pocas horas, pero demasiadas inyecciones repetidas pueden resultar
molestas. Los pinchazos múltiples con aguja pueden evitarse utilizando una bomba de infusión
continua que se conecta a un catéter previamente introducido en una vena o bajo la piel. Si es
necesario, la infusión constante puede suplementarse con dosis adicionales. En ocasiones, el
paciente puede controlar la dosificación del fármaco simplemente presionando un pulsador. En
circunstancias poco usuales los opiáceos se inyectan en el líquido cefalorraquídeo directamente a
través de una bomba, lo cual proporciona concentraciones elevadas del fármaco en el cerebro.

Con el tiempo, algunas personas necesitan una dosis mayor de opiáceos para controlar el dolor ya
sea por el aumento de tamaño del cáncer o por el desarrollo de tolerancia hacia el fármaco. A
pesar de ello, las personas con cáncer no deberían preocuparse de que el fármaco deje de
hacerles efecto ni que éste pueda ocasionarles dependencia. La mayoría podrá dejar los opiáceos
sin dificultad si se logra la curación del cáncer. Pero, si no se lograra, es fundamental que la
persona no padezca dolores.

Dolor asociado a trastornos psicológicos

Habitualmente el dolor es consecuencia de una enfermedad y es por esta razón por la que los
médicos buscan en primer lugar una causa que se pueda tratar. Algunas personas tienen dolores
persistentes que se producen sin evidencia de una enfermedad responsable del dolor. Otras
experimentan un grado de dolor e incapacidad desproporcionados en comparación con el dolor
que percibe la mayoría de personas con una lesión o una enfermedad similar. El dolor en el que
predominan los procesos psicológicos está frecuentemente relacionado por lo menos con parte de
estas quejas. En el origen del dolor puede predominar el factor psicógeno, pero el dolor puede
también ser consecuencia de un trastorno orgánico y que sea exagerado en cuanto a grado y
duración debido al estrés psicológico. La mayoría de veces el dolor que es producto de factores
psicológicos aparece en formas de dolor de cabeza, dolor lumbar, dolor facial, dolor abdominal o
dolor pélvico.

El hecho de que el dolor resulte (de forma parcial o total) de factores psicológicos no significa que
dicho dolor no sea real. El dolor psicógeno requiere tratamiento, a veces por parte de un
psiquiatra. Como sucede con otros abordajes terapéuticos indicados en los estados de dolor
crónico, el tratamiento para este tipo de dolor es variable según las personas y, por ello, el médico
tratará de adecuarlo a las necesidades individuales. En algunas personas el tratamiento se dirige
básicamente a la rehabilitación y a la terapia psicológica, mientras que otras reciben varias clases
de fármacos u otros tratamientos.

Otras clases de dolor

Algunas enfermedades, entre ellas el SIDA, causarán un dolor tan intenso e ininterrumpido como
el dolor del cáncer, por ello el tratamiento del dolor en estas enfermedades es prácticamente
idéntico al del cáncer.

Otros trastornos, sean o no evolutivos, tienen el dolor como el principal problema. Entre los tipos
más frecuentes de dolor cabría destacar el de la artritis, cuya causa puede deberse al desgaste
articular (artrosis) o a una enfermedad específica (artritis reumatoide). El médico puede tratar de
controlar el dolor artrítico con fármacos, ejercicio y otros tratamientos, mientras estudia el
abordaje terapéutico para la enfermedad subyacente.

Se utiliza el término de dolor idiopático para indicar que se desconoce la causa; el médico no
encuentra pruebas que sugieran una enfermedad ni una causa psicológica.
Tratamiento del dolor

Existen varias clases de analgésicos (fármacos que alivian el dolor) que pueden contribuir a
controlar el dolor. Se clasifican en tres categorías: analgésicos opiáceos (narcóticos), analgésicos
no opiáceos y analgésicos adyuvantes. Los analgésicos opiáceos producen la máxima analgesia,
constituyendo la piedra angular en el tratamiento del dolor agudo debido a su gran eficacia.

Analgésicos opiáceos

Todos los analgésicos opiáceos están químicamente relacionados con la morfina, un alcaloide
derivado del opio, aunque algunos se extraen de otras plantas y otros se producen en
laboratorios.

Los analgésicos opiáceos resultan muy eficaces para controlar el dolor pero tienen muchos efectos
secundarios y, con el tiempo, las personas que los utilizan pueden necesitar dosis mayores.
Además, antes de suspender el uso prolongado de analgésicos opiáceos, se debe disminuir la dosis
gradualmente para minimizar la aparición de un síndrome de abstinencia. A pesar de estos
inconvenientes, las personas que padecen dolor agudo no deberían evitar los opiáceos. El uso
adecuado de estos fármacos suele evitar los efectos secundarios.

Los diversos analgésicos opiáceos tienen distintas ventajas y desventajas El prototipo de los
analgésicos opiáceos es la morfina, disponible en presentaciones inyectables y orales, y en una
solución oral de liberación lenta. La presentación de liberación lenta es la que proporciona alivio
del dolor durante 8 a 12 horas y es el tratamiento de elección para el dolor crónico.

A menudo los analgésicos opiáceos provocan estreñimiento, especialmente en las personas de


edad avanzada. Para la prevención o tratamiento del estreñimiento son útiles los laxantes,
habitualmente los laxantes estimulantes como el sen o la fenolftaleína.

A menudo las personas que deben tomar dosis elevadas de opiáceos presentan somnolencia.
Algunas se conforman con el estado de somnolencia pero para otras es algo que les incomoda. Los
fármacos estimulantes como el metilfenidato, pueden contribuir a mantener un estado de vigilia y
alerta.

A veces las personas que experimentan dolor sienten náuseas y los analgésicos opiáceos pueden
aumentar esta sensación. Para prevenir o aliviar las náuseas resultan útiles los fármacos
antiémeticos administrados en forma de supositorios o inyecciones. Algunos de los antiémeticos
utilizados frecuentemente son la metoclopramida, la hidroxizina y la proclorperacina.

Un exceso de opiáceos puede causar reacciones graves, como una peligrosa depresión respiratoria
y coma. Pero estos efectos son reversibles con la naloxona, un antídoto administrado por vía
intravenosa.
Analgésicos no opiáceos

Todos los analgésicos no opiáceos son antiinflamatorios no esteroideos (AINE), con excepción del
paracetamol (acetaminofén). La acción de estos fármacos es doble: en primer lugar, interfieren
con el sistema de prostaglandinas, un grupo de sustancias que interaccionan y son en parte las
responsables de la sensación de dolor. En segundo lugar, la mayoría de estos fármacos reduce la
inflamación, la hinchazón e irritación que a menudo rodea una herida y que empeora el dolor.

La aspirina, el prototipo de los antiinflamatorios no esteroideos (AINE), se ha estado utilizando


durante casi cien años. En sus inicios se extrajo de la corteza del sauce. Los científicos han
comprendido su mecanismo de acción sólo recientemente. La aspirina administrada por vía oral
proporciona un alivio moderado de 4 a 6 horas, pero tiene efectos secundarios. La aspirina puede
irritar el estómago, produciendo úlceras pépticas. Debido a su acción sobre la coagulación
sanguínea, la aspirina hace que puedan aparecer hemorragias en cualquier parte del organismo. A
dosis muy elevadas la aspirina podrá causar reacciones adversas graves como una respiración
anormal. Uno de los primeros síntomas de sobredosis es el zumbido en los oídos (tinnitus).

Existen numerosos AINE disponibles que se diferencian por la rapidez y duración de su acción para
controlar el dolor. Aunque la acción de los AINE es equivalente en cuanto a eficacia, muchas
personas responden de manera diferente. Así, una persona puede encontrar un fármaco en
particular más eficaz o que le produzca menos efectos secundarios que otro.

Todos los AINE suelen irritar el estómago y causar úlceras pépticas, pero en la mayoría este efecto
es menor que en el caso de la aspirina. La administración de los AINE junto con alimentos y
antiácidos puede contribuir a la prevención de la irritación gástrica. El fármaco misoprostol suele
ser útil en la prevención de la irritación gástrica y de las úlceras pépticas, pero en contrapartida
suele causar otros problemas, entre ellos, diarrea.

El paracetamol (acetaminofén) es algo diferente a la aspirina y los AINE dado que también ejerce
una acción sobre el sistema de prostaglandinas, pero de forma distinta. El paracetamol no afecta a
la coagulación sanguínea y tampoco produce úlceras pépticas ni hemorragias. El paracetamol se
administra por vía oral o en supositorios y su acción dura generalmente de 4 a 6 horas. A dosis
excesivas suele causar graves efectos adversos, como lesión del hígado.

Analgésicos adyuvantes

Los analgésicos adyuvantes son fármacos que se administran habitualmente por razones ajenas al
dolor, pero que pueden controlarlo en ciertas circunstancias. Por ejemplo, algunos antidepresivos
actúan también como analgésicos no específicos y se utilizan en el tratamiento de muchos estados
de dolor crónico, como el dolor lumbar, los dolores de cabeza y los dolores neuropáticos. En el
tratamiento de los dolores neuropáticos resultan útiles los fármacos anticonvulsivantes como la
carbamazepina y los anestésicos orales de aplicación local como la mexiletina.

Otros muchos fármacos son analgésicos adyuvantes y el médico puede sugerir pruebas repetidas
con distintos fármacos para las personas cuyo dolor crónico no esté bajo control.

Anestésicos de uso local y tópico

Acupuntura

Para reducir el dolor resulta útil la aplicación de anestésicos locales directamente o cerca del área
dolorida. Así, el médico puede inyectar en la piel un anestésico local antes de practicar una cirugía
menor. La misma técnica puede utilizarse para controlar el dolor provocado por una lesión.
Cuando el dolor crónico está causado por una lesión a un solo nervio, el médico puede inyectar
una sustancia química directamente en el nervio para interrumpir el dolor de forma permanente.

En algunas situaciones, para controlar el dolor pueden utilizarse anestésicos de uso tópico como
lociones o ungüentos que contienen lidocaína. Por ejemplo, el dolor de garganta suele aliviarse
con ciertos anestésicos tópicos mezclados con el colutorio bucal.

A veces resulta útil una crema que contenga capsaicina, una sustancia que se encuentra en la
pimienta (ají), para reducir el dolor causado por el herpes zoster, la artrosis y otras enfermedades.

Tratamiento no farmacológico del dolor

Además de los fármacos, son muchos los tratamientos que contribuyen a aliviar el dolor. A
menudo se elimina o minimiza el dolor al tratar la enfermedad subyacente. A modo de ejemplo, se
consigue reducir el dolor de una fractura simplemente con un yeso o administrando antibióticos
para tratar una articulación infectada.

Con frecuencia resultan útiles los tratamientos en que se aplican unas compresas frías y calientes
directamente sobre la zona dolorida. Una serie de técnicas novedosas pueden aliviar el dolor
crónico. El tratamiento mediante ultrasonidos aporta calor en profundidad y puede aliviar el dolor
producido por el desgarro muscular y los ligamentos inflamados. Con la estimulación nerviosa
eléctrica transcutánea (ENET) se estimula la superficie cutánea aplicando sobre ésta una leve
descarga eléctrica, con lo cual algunas personas encuentran alivio.

Con la acupuntura, se insertan pequeñas agujas en zonas específicas del cuerpo. Pero aún se
desconoce el mecanismo de acción de la acupuntura y algunos expertos tienen sus dudas sobre la
eficacia de esta técnica. No obstante, son muchos los que experimentan un alivio significativo con
la acupuntura, al menos durante algún tiempo.

Para algunas personas suelen ser útiles la biorretroacción y otras técnicas cognitivas de control del
dolor (como la hipnosis o la distracción), ya que cambian la forma en que los pacientes enfocan su
atención. Estas técnicas enseñan a controlar el dolor o a reducir su impacto.

No debería subestimarse la importancia del apoyo psicológico a las personas que padecen dolores.
Dado que las personas con dolor experimentan sufrimiento, deberían someterse a una estrecha
vigilancia para detectar síntomas de depresión o ansiedad que pudieran requerir la asistencia de
un profesional de la salud mental.

Copyright ©2005 Merck Sharp & Dohme de España, S.A.

Madrid, España. Todos los derechos reservados.

http://www.msd.es/publicaciones/mmerck_hogar/seccion_06/seccion_06_061.html

El Sistema Nervioso Central


La Medula Espinal

La médula espinal recorre toda la espina dorsal desde la base del cráneo hasta el coxis. Las
neuronas se encuentran en un espacio en forma de H dentro de las vértebras medulares. Hay vías
motoras bajando desde el cerebro y vías sensoriales subiendo hasta el cerebro. Los nervios
sensoriales entran en las partes traseras (raíces dorsales) de la “H”, mientras que las neuronas
motoras salen por las partes delanteras (raíces ventrales) de la “H”. Las interneuronas a menudo
conectan estas neuronas motoras y sensoriales.

Además de enviar mensajes arriba y abajo hacia y desde el cerebro, la medula espinal tiene otra
función muy importante: los reflejos . De hecho, en animales muy simples, esa es la principal
función de la médula. Básicamente, un reflejo es la conexión de las neuronas sensoriales, vía
interneuronas, a las neuronas motoras. Por ejemplo, hay sensores de dolor en tus dedos. Si dejas
tu dedo sobre una llama durante cierto periodo de tiempo, el dolor obligará a las neuronas
motoras a que retiren tu dedo. Es cierto que puedes ignorar este reflejo con el poder de la
voluntad, pero como el ejemplo intencionadamente muestra, ¡no es fácil!
Los reflejos hacen mucho más que mantener tus dedos lejos del fuego: Una gran cantidad de
movimientos se consiguen a través de los reflejos. Incluso los bebes recién nacidos disponen ya de
los reflejos necesarios para caminar: Si sostienes un bebe y posas suavemente sus pies en el suelo,
¡comenzará a realizar movimientos parecidos a pasos! Todo lo que se necesita es la fuerza
muscular para permanecer de pie y, por supuesto, bastante práctica.

El Cerebro

El cerebro se ha dividido tradicionalmente en tres partes, el cerebro posterior, el cerebro medio y


el cerebro anterior.

El cerebro posterior o tronco cerebral consiste en tres partes. La primera es la médula , la cual es
realmente una extensión de la médula espinal en el cráneo. Además de contener tractos hacia
arriba y hacia abajo desde las porciones superiores del cerebro, la médula también contiene
algunos de los núcleos esenciales que gobiernan l a respiración y la tasa cardiaca. La parte superior
de la médula contiene un complejo rosado de núcleos llamado la formación reticular . Se trata del
sistema regulatorio para el sueño, la vigilia y la alerta.

La segunda parte es la protuberancia o puente . Esta formada principalmente por las vías que
conectan las dos partes del cerebelo.

El cerebelo , que significa “pequeño cerebro” en Latín, está de hecho formado como un pequeño
cerebro, y es principalmente responsable de coordinar los movimientos involuntarios. Se cree que,
cuando aprendemos tareas motoras complejas, los detalles se graban en el cerebelo.
El cerebro medio es, en los seres humanos, la parte más pequeña del cerebro. Conecta el cerebro
anterior y posterior, y contiene muchas vías importantes para el oído y la visión. Es mucho más
grande en animales inferiores al igual que en el feto humano.

La mayor y, para los psicólogos, la más interesante parte del cerebro es el cerebro anterior .
Comienza con el tálamo , que está prácticamente en el centro de tu cabeza. El tálamo es como una
estación de intercambio, conduciendo señales desde el cuerpo hacia las partes relevantes del
cerebro superior, y desde el cerebro hacia el cerebro inferior y la médula espinal.

El cerebro anterior es suficientemente complejo para requerir su propio capítulo – dos de hecho:
uno para el sistema límbico y otro para la corteza cerebral.

El Sistema Nervioso "Emocional"


Dr. C. George Boeree / Departamento de Psicología /Universidad de Shippensburg

Traducción al castellano: Nacho Madrid

http://www.psicologia-online.com/ebooks/general/emocional.htm

La emoción implica al sistema nervioso por completo. Pero hay dos partes del sistema nervioso
que son especialmente importantes: El sistema límbico y el sistema nervioso autonómico.

El sistema Límbico

El sistema límbico es un complejo conjunto de estructuras que se hallan por encima y alrededor
del tálamo, y justo bajo la corteza. Incluye el hipotálamo, el hipocampo, la amigdala, y muchas
otras áreas cercanas. Parece ser el principal responsable de nuestra vida emocional, y tiene mucho
que ver con la formación de memorias.

Hipotálamo

El hipotálamo es una pequeña parte del cerebro localizada justo debajo del tálamo a ambos lados
del tercer ventrículo. (Los ventrículos son áreas dentro de la corteza que están llenas de fluido
cerebroespinal, y conectadas al fluido de la médula). Se sitúa dentro de los dos tractos del nervio
óptico, y justo por encima (e íntimamente conectado con) la glándula pituitaria.

El hipotálamo es una de las partes más ocupadas del cerebro, y está principalmente relacionado
con la homeostasis . La homeostasis es el proceso de retornar algo a algún “punto de ajuste”.
Funciona como un termostato: cuando tu habitación está demasiado fría, el termostato transporta
esa información al calefactor y lo enciende. En el momento en que tu habitación se calienta y la
temperatura llega más allá de un cierto punto, manda una señal que dice al calefactor que se
apague.

El hipotálamo es responsable de la regulación de tu hambre, sed, respuesta al dolor, niveles de


placer, satisfacción sexual, ira y comportamiento agresivo, y más. También regula el
funcionamiento de los sistemas nerviosos simpático y parasimpático, lo cual significa que regula
cosas como el pulso, la presión sanguínea, la respiración, y la activación fisiológica en respuesta a
circunstancias emocionales.

El hipotálamo recibe entradas desde varias fuentes. Desde el nervio vago, adquiere información
sobre la presión sanguínea y la distensión de la tripa (eso es, cuanto de lleno está tu estómago).
Desde la formación reticular en el tronco cerebral, obtiene información sobre la temperatura de la
piel. Desde el nervio óptico, recibe información sobre la luz y la oscuridad. Desde neuronas no
usuales que forran los centrículos, recibe información sobre los contenidos del fluido
cerebroespinal, incluyendo a las toxinas que llevan al vómito. Y desde otras partes del sistema
límbico y los nervios olfatorios (del olfato), se recibe información que ayuda a regular la comida y
la sexualidad. El hipotálamo también tiene algunos receptores propios, que le proveen
información sobre el balance iónico y la temperatura de la sangre.

Según uno de los descubrimientos más recientes, parece que hay una proteína llamada leptina
que es liberada por las células grasas cuando comemos demasiado. El hipotálamo aparentemente
percibe los niveles de leptina en el torrente sanguíneo y responder con un decremento del apetito.
Podría parecer que algunas personas tienen una mutación genética en un gen que produce la
leptina, y sus cuerpos no pueden decir al hipotálamo que ellos han comido suficiente. De cualquier
forma, muchas personas con sobrepeso no tienen esta mutación, ¡por lo que hay aun mucha
investigación que hacer!

El hipotálamo envía instrucciones al resto del cuerpo de dos formas. La primera de ellas es hacia el
sistema nervioso autonómico . Esto permite al hipotálamo tener el control último de cosas como
la presión sanguinea, la tasa cardiaca, la respiración, la digestión, el sudor, y todas las funciones
simpáticas y parasimpáticas.
La otra forma en la que el hipotálamo controla las cosas es mediante la glándula pituitaria . Está
neurológica y químicamente conectada a la pituitaria, la cual bombea de forma alternada
hormonas llamadas factores de liberación en el torrente sanguíneo. Como sabes, la pituitaria es
llamada “glándula maestra”, y esas hormonas son de importancia vital en la regulación del
crecimiento y el metabolismo.

El Hipocampo

El hipocampo consiste en dos “cuernos” que describen una curva desde el área del hipotálamo
hasta la amígdala. Parece ser muy importante en convertir las cosas que están “en tu mente”
ahora (en la memoria a corto plazo) en cosas que recordarás por un largo tiempo (memoria a largo
plazo). Si el hipocampo es dañado, una persona no puede construir nuevas memorias, y vive en un
lugar extraño donde todo lo que experimenta simplemente se desvanece, ¡incluso mientras que
las memorias más antiguas antes del daño permanecen intactas! Esta situación tan desafortunada
está bastante bien descrita en la maravillosa película Memento.

Amigdala

La amígdala es una masa con forma de dos almendras que se sitúan a ambos lados del tálamo en
el extremo inferior del hipocampo. Cuando es estimulado eléctricamente, los animales responden
con agresión. Y si la amígdala es extirpada, los animales se vuelven muy dóciles y no vuelven a
responder a cosas que antes les a habrían causado rabia. Pero hay mas cosas en ella que solo ira:
Cuando se extirpa, los animales se vuelven también indiferentes a estímulos que podrían de otra
manera haberles causado miedo e incluso respuestas sexuales.

Areas Relacionadas

Bajo el hipotálamo, el hipocampo, y la amígdala, hay otras áreas en las estructuras cercanas al
sistema límbico que están íntimamente conectadas a el:

El giro cingulado es la parte de la corteza situada cerca del sistema límbico. Proporciona una vía
que va desde el tálamo hasta el hipocampo, y parece ser responsable de la asociación de
memorias a olores y al dolor.

El area septal , que se halla frete al tálamo, tiene algunas neuronas que parecen ser centros del
orgasmo (una para los chicos, cuatro para las chicas).
El área ventral tegmental del tronco cerebral (justo debajo del tálamo) consiste en vías de
dopamina que parecen ser responsables del placer. La gente con un daño en este lugar tiende a
tener dificultades consiguiendo placer en la vida, y a menudo caen en el alcohol, las drogas, los
dulces y el juego.

El cortex prefrontal , que es la parte del lóbulo frontal que se encuentra en frente del área motora,
está también unido estrechamente al sistema límbico. Además de aparentemente estar implicado
en pensar sobre el futuro, hacer planes, y realizar acciones, también parece estar involucrado en
las mismas vías de dopamina que el área ventral tegmental, y juega un papel en el placer y la
adicción.

El sistema nervioso autonómico

La segunda parte del sistema nervioso que tiene un papel particularmente potente que jugar en
nuestra vida emocional es el sistema nervioso autonómico. El sistema nervioso autonómico está
compuesto de dos partes, las cuales funcionan principalmente en oposición una a la otra. La
primera de ellas es el sistema nervioso simpático, el cual comienza en la médula espinal y viaja
hacia una gran variedad de áreas del cuerpo. Su función parece ser preparar al cuerpo para el tipo
de actividades vigorosas asociadas con la huida o lucha, esto es, con la huida del peligro o con la
preparación para la violencia.

La activación del sistema nervioso simpático tiene los siguientes efectos:

 Dilata las pupilas


 Abre los párpados
 estimula las glándulas sudoríparas
 dilata los vasos sanguíneos en los músculos grandes
 constriñe los vasos sanguíneos en el resto del cuerpo
 incrementa la tasa cardiaca
 abre los tubos bronquiales de los pulmones
 inhibe las secreciones en el sistema digestivo

Uno de los sus efectos más importantes es provocar que las glándulas adrenales liberen epinefrina
(aka adrenalina) en el torrente sanguíneo. La epinefrina es una poderosa hormona que causa que
varias partes del cuerpo respondan de la misma forma que el sistema nervioso simpático. Una vez
en el torrente sanguíneo, tarda un poco en parar sus efectos. ¡Esta es la razón de que, cuando
estas enfadado, algunas veces tardes un poco antes de que te calmes de nuevo!

El sistema nervioso simpático también lleva información, la mayoría concerniente al dolor de los
órganos internos. Debido a que los nervios que llevan información sobre el dolor de los órganos a
menudo viajan a través de las mismas vías que llevan información del dolor desde áreas más
superficiales del cuerpo, la información a veces se confunde. Esto es llamado dolor referido, y el
ejemplo más conocido es el dolor que alguna gente siente en los hombros y brazos cuando están
teniendo un infarto.

La otra parte del sistema nervioso autonómico es llamada sistema nervioso parasimpático . Tiene
sus raíces en el tronco cerebral y en la médula espinal de la espalda baja. Su función es traer de
vuelta al cuerpo desde la situación de emergencia a la que lo llevó el sistema nervioso simpático.

Algunos detalles de la activación de la activación parasimpático incluyen …

 constricción pupilar
 activación de las glándulas salivares
 estimulación de las secreciones del estómago
 estimulación de la actividad de los intestinos
 estimulación de las secreciones en los pulmones
 constricción de los tubos bronquiales
 decremento de la tasa cardiaca

El sistema nervioso parasimpático también tiene algunas capacidades sensoriales: recibe


información sobre la presión sanguínea, niveles de dióxido de carbono, y demás.

Hay realmente otra parte más del sistema nervioso autonómico que no mencionamos muy a
menudo: El sistema nervioso entérico. Este es un complejo de nervios que regulan la actividad del
estómago. Cuando enfermas del estómago o sientes mariposas cuando estas nervioso, puedes
culpar al sistema nervioso entérico.
El dolor es una percepción, y como cualquier percepción, está enraizada en la sensación, y a un
nivel biológico, en la estimulación de las neuronas receptoras. También como otras formas de
percepción, el dolor es algunas veces experimentado cuando no existe la correspondiente base
biológica.

Nociceptores

En la piel y otros tejidos del cuerpo, existen neuronas sensitivas especiales llamadas nociceptores.
Esas neuronas traducen ciertos estímulos en potenciales de acción que son luego transmitidos a
zonas más centrales del sistema nervioso, como el cerebro. Hay cuatro clases de nociceptores:

Los nociceptores termales son sensibles a temperaturas altas o bajas

Los nociceptores mecánicos responden a una presión fuerte en la piel que se produce con cortes y
golpes. Estos receptores responden rápido, y a menudo provocan reflejos de protección.

Los nociceptores polimodales pueden ser excitados por una presión fuerte, por el calor o el frió, y
también por estimulación química.

Los nociceptores silenciosos permanecen callados – de ahí su nombre - pero se vuelven más
sensibles a la estimulación cuando hay una inflamación alrededor de ellos.

Cuando hay un daño importante en el tejido, varias sustancias químicas son liberadas en el área
que rodea a los nociceptores. Esto produce lo que se llama “sopa inflamatoria”, una mezcla acida
que estimula y sensibiliza los nociceptores en un estado llamado hiperalgesia (del griego, “gran
dolor”).

Las prostaglandinas son liberadas por las células dañadas.

El potasio es liberado por las células dañadas.

La serotonina es liberada por las plaquetas sanguíneas.

La bradiquinina es liberada por el plasma sanguíneo.

La histamina es liberada por los mastocitos.


Además de todo esto, los nociceptores liberan por sí mismos “sustancia P”, la cual causa que los
mastocitos liberen histamina, la cual a su vez estimula los nociceptores.

La histamina es interesante ya que, cuando estimula los nociceptores, se experimenta como un


picor en lugar de dolor. No se sabe por qué. Usamos antihistamínicos, por supuesto, “para
eliminar el picor”.

Hay tejidos que contienen nociceptores que no llevan al dolor. En los pulmones, por ejemplo, hay
“receptores del dolor” que provocan la tos, pero no hacen que sintamos dolor.

Una de las sustancia químicas asociadas al dolor que en realidad proviene de fuera de nuestra piel
es la capsaicina. Esta es la sustancia que hace que las guindillas sean tan picantes.

Transmisión hacia arriba

Los nervios que llevan mensajes desde los nociceptores por la médula espinal siguen diferentes
tractos. La mayoría van hacia el tálamo, donde son distribuidos a varios centros superiores.
Algunos van también hacia la formación reticular (la cual, entre otras cosas, gobierna el estado de
alerta) y hacia la amígdala (una parte del sistema límbico implicada en la emoción).

El dolor referido, como el dolor que algunas veces siente la gente en los brazos y hombros cuando
están sufriendo una ataque al corazón, es debido a la forma en que los nervios se juntan en la
médula espinal. El cerebro algunas veces pierde el rastro de donde viene el dolor.

La teoría de la compuerta está basada en la idea de confusión de las señales neurales. Parece que
cierta estimulación no dolorosa pueden en algunos casos interferir con la experiencia del dolor.
Esta es la explicación que subyace a fenómenos como los beneficios de frotar una zona dolorosa,
el uso de compresas frías o calientes, la acupuntura o acupresión y la estimulación eléctrica
transcutanea.

Hay personas que han tenido un daño en alguna parte de estos tractos, a menudo después de un
golpe, y que sienten un hormigueo o quemazón que se agrava al tocar la zona. Otras personas
tienen un daño más arriba en el cerebro que les lleva a sentir un dolor como cualquier otro, pero
que elimina las conexiones a los centro emocionales. Ellos sienten dolor, pero no lo sufren.

El dolor fantasma - el dolor que los amputados sienten a veces en el mismo miembro que han
perdido – es debido al hecho de que, cuando los nociceptores están dañados o ausentes, las
neuronas de la médula espinal que transmiten los mensajes de dolor a veces se vuelven
hiperactivas. Es por ello que el cerebro recibe mensajes de dolor desde donde no ha quedado
ningún tejido.
En el cerebro y la médula espinal, hay ciertas sustancias químicas llamadas opiáceos, o más
específicamente encefalina, endorfina y dinorfina. Estos opiáceos, como su nombre indica, son los
equivalentes en el cuerpo del opio y sus derivados la morfina y la heroína. Cuando son liberados
en las sinapsis, disminuyen los niveles de dolor transmitido, exactamente igual que la heroína.

Realmente existe una variedad de cosas que disminuyen la experiencia de dolor: marihuana, la
leche maternal (para los recién nacidos, por supuesto), el embarazo, el ejercicio, el dolor y la
conmoción, la agresión y la diabetes. Una experiencia reducida de dolor se llama, lógicamente,
hipoalgesia.

Y hay gente que ha nacido con una inhabilidad genética para sentir dolor en absoluto. Es muy raro,
y a priori puede parecer una bendición. Pero el porcentaje de muerte temprana es muy alta en
estas personas, normalmente porque heridas a las que las personas normales prestarían atención
(heridas pequeñas, como un esguince) son ignoradas y desarrollan serios problemas
posteriormente. Ha habido gente con apendicitis que murieron simplemente porque no se dieron
cuenta.

Por supuesto, esta es la razón por la cual el dolor ha evolucionado tal y como es: nos alerta para
que nos sentemos, descansemos, atendamos a una herida, evitemos cosas que causan dolor,
entre otras cosas. Por otra parte, el dolor no es siempre útil. El paciente de cáncer conoce su
enfermedad y está cuidando de ello. El a menudo insoportable dolor es totalmente innecesario, y
debemos hacer lo que podamos por deshacernos de él.

Cuando aparece el dolor, este es en su forma primaria, un mecanismo defensivo benéfico,


el cual nos informa de la presencia de algo  que amenaza  una parte de nuestro cuerpo.  Es, por lo
tanto, en forma inicial, nuestro aliado y defensor. Mas tarde, cuando se ha identificado el problema
y el dolor ha cumplido con su función de alarma, si no se elimina, se convierte en algo molesto y a
veces insoportable que deteriora en forma total la calidad de vida de la persona y retrasa el
proceso de recuperación. Es en este momento cuando se hace necesario eliminarlo o, por lo
menos, aliviarlo. 

Cuando no conseguimos control sobre el dolor, o no hay una respuesta positiva con el
tratamiento que se utilizó, éste se convierte en un fenómeno incapacitante, que causa temor y
depresión. En ese momento la sensación se transforma en lo que conocemos como sufrimiento.
No hay que olvidar que el dolor  predispone al que el cuerpo trabaje con el metabolismo
Catabólico. Metabolismo destructor del propio organismo. 

Nuestro sistema nervioso, junto con el  endocrino permiten detectar e identificar los


cambios que ocurren en nuestro organismo y alrededor de él,  tomar las medidas  para la
regulación de estas situaciones cambiantes. Sin estos dos sistemas, el ser humano no podría
sobrevivir a los cambios permanentes  que le rodea.

El sistema endocrino proporciona un control lento, a través de las hormonas que son
consideradas como mensajeros químicos de larga distancia y efecto prolongado. El sistema
nervioso efectúa un control rápido, por medios electroquímicos, con participación de
neurotransmisores (emisarios químicos de corta permanencia y alcance). 

Los principales centros nerviosos en el organismo son el Encéfalo y la Médula Espinal. El


encéfalo comprende el Cerebro, el Tallo Cerebral y el Cerebelo. Estas estructuras se conocen
como Sistema Nervioso Central que es el gran centro de procesamiento de la información sensorial
del cuerpo humano. 

Las funciones del sistema nervioso se dividen en:

·         Sistema Nervioso Autónomo o vegetativo: coordina la maquinaria biológica que


mantiene la vida, o sea las funciones vegetativas (sistema respiratorio, digestión,
circulación sanguínea, etc...).

·         Sistema Nervioso Somático: logra que el organismo se relacione eficientemente con el


mundo exterior por medio del aparato locomotor.  

EL AUTÓNOMO gobierna las funciones vegetativas automáticas del cuerpo desde


su centro nervioso en el hipotálamo. Para efectuar esta función cuenta con dos subsistemas; el
simpático y el parasimpático:

·     El sistema nervioso simpático prepara al cuerpo para la lucha o la huida, es decir, para
enfrentar el estrés (por Ej. Dilata la pupila, acelera la respiración, aumenta el gasto
cardíaco, inhibe la micción, frena la digestión, etc.) Su neurotransmisor es la noradrenalina.

      El sistema  nervioso  parasimpático  prepara  el cuerpo para reponer sus energías y  para  
el descanso  (por Ej.: contrae  la  pupila,  disminuye  la  respiración  y  el gasto  cardíaco,  mejora 
la  digestión,  permite  la  micción, etc.).  Su neurotransmisor es la  acetilcolina . 

            Cuando el dolor ya ha cumplido su función, que es la de avisar para  evitar un daño mayor
y se han realizado las medidas terapéuticas oportunas para corregir la lesión sin haberlo
conseguido; el dolor se convierte en algo molesto e intolerable que de no ser aliviado o eliminado,
lleva a la persona a experimentar sufrimiento, este dolor no contribuye a la recuperación del
paciente pues se dispara el metabolismo catabólico. Si desde el principio se controla el dolor,
empezamos a proteger psicológicamente al paciente, y esto le puede llevar a una pronta
rehabilitación y su incorporación a la vida normal.

El dolor inicial es defensivo y benéfico, pues evita daños mayores a la integridad del
organismo. El dolor que se transforma en sufrimiento, afecta psicológicamente al paciente y
retarda su rehabilitación. 

Los órganos sensitivos (receptores) del dolor son terminaciones nerviosas libres de las
fibras nerviosas aferentes, que se encuentran distribuidas por todo el cuerpo.

         Los impulsos de dolor se transmiten hacia el sistema nervioso central por medio de dos tipos
de fibras, las rápidas y las lentas. El  rápido está formado por las llamadas fibras A, que son
estructuras mielinizadas que llevan el estimulo a velocidades de 12 a 30 metros por segundo. El
lento lo constituyen las fibras de tipo C, las cuales no tienen mielina y llevan el impulso a
velocidades entre 0.5 y 2 metros por segundo. La existencia de estas dos vías diferentes, explica
las observaciones fisiológicas de que percibimos dos tipos de dolor en forma simultánea: uno muy
claro, agudo, inmediato y bien localizado, seguido por otro sordo, quemante y desagradable.
¿Quemante? ¿Qué es lo que quema? 

Es interesante resaltar que la percepción en sí del dolor requiere la participación del


sistema nervioso central; las zonas corticales y subcorticales (a nivel del cerebro) que intervienen
en el proceso, tienen relación con la interpretación que se le da al dolor, recuerdos de experiencias
dolorosas anteriores, miedo a morir o sufrir una lesión irreparable, entre otras. Esta interpretación
lleva consigo un fuerte contenido emocional, que varía de paciente a paciente y modifica la forma
como sentimos individualmente el dolor.

         El centro nervioso que controla la integración de la sensación dolorosa y la transforma en una
respuesta defensiva es el tálamo. Al tálamo llegan todos los impulsos sensitivos y los distribuye a
diferentes zonas de la corteza (sensibilidad y memoria) y, por su intermedio, con la colaboración
directa de la zona motora cortical, se produce una respuesta adecuada (defensiva) hacia el
estímulo nocivo. 

En el momento en que se produce una agresión a nivel de los receptores y sinapsis de la


vía aferente se liberan sustancias que se cree son las responsables directas del nivel en que se
siente dolor. La "sustancia P" y otros compuestos como las prostaglandinas, que se liberan ante la
presencia de múltiples estímulos externos (pueden ser biológicos, físicos, químicos y energéticos),
son los que van a mediar y amplificar la percepción del dolor. Así, un estimulo doloroso se ve
amplificado en forma importante por la presencia de sustancias que se liberan o sintetizan en forma
inmediata ante la aparición de un trauma o agresión, un ejemplo de estas sustancias son las
prostaglandinas. 

Se puede decir que existen dos tipos de dolor: superficial y profundo. El superficial se
origina en los receptores que existen sobre la piel y el profundo en ligamentos, músculos y periostio
(membrana que recubre los huesos y es extremadamente sensible a los estímulos nociceptivos).

 El dolor profundo no se puede localizar fácilmente y por lo general produce una
contracción muscular refleja protectora, que a su vez incrementa la sensación dolorosa por
isquemia (isquemia = disminución del aporte sanguíneo de oxígeno a un tejido).

         Esta aumenta el dolor por espasmo muscular y su vez libera una mayor cantidad de
mediadores del dolor. Así se forma un círculo vicioso que se perpetúa magnificando la percepción
del dolor y transformándola en lo que hemos llamado sufrimiento. 

En la evolución de la enfermedad, la desaparición del dolor toma una importancia decisiva


para el enfermo. Si no tiene dolor o éste baja de intensidad, el enfermo entiende que mejorará. Si
el dolor se mantiene, el enfermo se viene abajo. Entiendo según esto, que se pueda entrar en un
cuadro psicológico negativo y destructor del enfermo.

       El dolor cuando se convierte en desagradable, aporta emocionalmente: sufrimiento, ansiedad,


depresión y desesperación que puede llevar al enfermo al suicidio.

Mario Gil Sánchez

Clasificación del dolor:

            A.-)  Dolor agudo (generalmente de corta duración).

B.-)      “     crónico (de larga duración, es aquel que persiste más de 6 meses). 

      Con el dolor crónico aparecen gradualmente signos vegetativos, por ejemplo: laxitud,
alteraciones del sueño, disminución del apetito, perdida de peso, de la libido, estreñimiento
y otros. A nivel afectivo predomina la depresión. En muchos pacientes la enfermedad
orgánica puede ser insuficiente para explicar el grado de dolor o estar ausente. 
       En estos casos, al igual que en muchos pacientes con enfermedades orgánicas, los
factores psicológicos pasan a tener una importancia fundamental. El tratamiento es a
menudo difícil y el pronóstico es reservado.  

       Los estados dolorosos crónicos pueden clasificarse de varias maneras. Una
clasificación general distingue los dolores somatogénicos, que pueden explicarse en
términos de mecanismos fisiológicos; de los dolores psicogénicos, que se comprenden
mejor en términos psicológicos. 

       El Dolor nociceptivo se debe a la activación de fibras nerviosas sensibles al dolor, ya


sea somático o visceral. 

       El Dolor  de desaferentización se debe a una lesión de tejidos nerviosos que determina
una interrupción de las vías aferentes y puede diferenciarse en base a la respuesta al
bloqueo nervioso simpático. 

      El Dolor psicógeno son los que se producen en ausencia de una lesión orgánica
suficiente como para explicar el grado de dolor e incapacidad. 

      El dolor puede clasificarse también en síndromes dolorosos específicos, cuya etiología
puede ser multifactorial. Así, por ejemplo, un paciente según que patología, puede reunir
varios de estos dolores, el nociceptivo, el de desaferentización y el psicógeno. 

      El dolor nociceptivo se produce de manera característica en los pacientes con artritis y
similares. Algunos síndromes dolorosos específicos son difíciles de clasificar. El síndrome
del dolor miofacial (denominado también Fibromialgia o Fibromiositis), por ejemplo, es
una entidad polémica que se debe probablemente a una lesión crónica del músculo y del
tejido conectivo circundante.

                                                                                                                                 

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