A la memoria de los que fueron,

a los que son y a los que serán

Hermanos del Santo Entierro
y Soledad de Villamartín.

5
 INDICE
INTRODUCCIÓN

SALUDAS DE AUTORIDADES

Saluda del Obispo de Asidonia-Jerez ………………………………………………………………………………….……... 14

Saluda del Párroco de Villamartín ……………………………………………………………………..…………………….. 16

Saluda del Alcalde de Villamartín …………………………………………………………………..………………..………. 20

Saluda del Delegado Diocesano

de Hermandades y Cofradía de la Diócesis de Asidonia-Jerez …………………………………………………………… 22

Saluda del Presidente

del Consejo Local de Hermandades y Cofradías de Villamartín …...……………………..………………....…… 24

CARTAS A LOS HERMANOS

Rvdo. Padre Juan José Rodríguez Mejías ………………………………………………..………………….…………..….. 28

Rvdo. Ramón Vázquez Clavijo ………………………………………………………………………...………….…………… 31

Rvdo. Juan Azcárate Casanova …………………………………………………………………………….…………...……… 35

Hermano Mayor desde 1996 hasta 2007

Mateo Conde Mendoza …………………………………………………………………...………………………………..……. 41

Hermano Mayor desde 2007 hasta 2015

Manuel Rubiales Cantos ……………………………………………………………………………………………………….... 44

Hermano Mayor desde 2015

Luis García Guerra …………………………………………………………………….…………………………………….…….. 46

6
HISTORIA

Las hermandades de la Soledad y las imágenes de Nuestra Señora

Ramón Cañizares Japón ………………………………………………………………………………………...………………..…. 50

Apuntes para la historia de la Hermandad

Juan José Gómez Vidal ……………………………………………………………………………………………………………….....…… 62

Documentos históricos. Siglos XVI-XX

Carlos Gómez López …………………………………………………………………………………………………………………………. 119

Veinticinco años de Soledad

Valentín Lozano Ortega ………………………………………………………………………………………...……………………...…. 137

Un momento histórico para la Semana Santa de Villamartín: El Santo Entierro Magno.

Jesús Chacón Holgado …………………………..………………………………………………………………...…………………….…. 157

San Francisco. La Sede Canónica.

José María Gutiérrez López ………………………………………………………………………………………...……….……. 167

SAGRADOS TITULARES

El momento y su realidad artística

Jesús Guerrero García ……………………………………………………………………………………………………………………….. 191

La Sagrada Urna del Santo Entierro de Villamartín

Ernesto Pangusión Cigales y Manuel Portillo Díaz …………………………………………………………………………….….. 209

Informe de restauración de la Sagrada Urna

José Manuel Moreno Arana …………………………………………………………………………………………………………....…. 225

El paso de La Soledad
Jesús Guerrero García …………………………………………………………………………………………………………..….. 231

7
LA HERMANDAD

La Institución ……………………………………………………………………………………………………………………..… 238

TESTIMONIOS

La Hermandad en sus pregoneros

Ernesto Rodríguez Domínguez ………………………………………………………………………………………………..…… 254

Mi encuentro con María Santísima de La Soledad

Carmen Andrades Mateo ……………………………………………………………………………………………………….…. 268

La Soledad
Oscar Torres Barba y Juan Manuel Jurado Moreira …………………………………………………………………..……. 271

Sentimientos que no conocía

Soraya Rubiales García ……………………………………………………………………………………………………..……… 275

La Hermandad como familia

Manuel Sánchez Linares y Pedro Sánchez Bernal ……………………………………………………………………….…… 281

LA MÚSICA

Voces que visten el silencio

Julio Romero Moreno ………………………………………………………………………..……………………………..…….... 288

La escuadra de tambores del Santo Entierro

Equipo de Redacción ………………………………………………………………………………………………………….…….. 290

La Música de Capilla en el Santo Entierro

José Luis Expósito Polanco …………………………………………………………………………………………………….…… 295

Las bandas de música

Equipo de redacción …………………………………………………………………………………………………………….…... 298

Saetas para La Soledad

Manuel Gallardo Barroso ……………………………………………………………………………………………….……….… 304

8
CRÓNICA DEL ANIVERSARIO

Crónica del XXV aniversario

Paqui Nadales Labrador ………………………………………………………………………………………………………..... 311

Momentos, personas, lugares…

el renacimiento de una Hermandad en el cambio de milenio
Andrés Jesús Alpresa Moreno ……………………………………………………………………………………..……..…. 328

9
 Introducción
Cuando desde el Santo Entierro se plantea celebrar de manera especial los veinticinco años de la
Refundación de la Hermandad, uno de los proyectos que empiezan a sonar con fuerza es la edición de
un libro en el que plasmar lo sucedido durante estos cinco lustros.

En realidad se conservan pocos testimonios gráficos de calidad de aquellos primeros años y la

mayoría de los jóvenes entusiastas que tuvimos la suerte de estar presentes en aquellas primeras
reuniones, idas y venidas ya peinamos canas y empezamos a idealizar, por decirlo de alguna manera, lo
sucedido en aquellos momentos. Imaginamos aquellos años como la novela que lees, dejas en la
estantería y relees en alguna ocasión descubriendo cada vez nuevas cosas y entendiendo nuevos detalles
de la historia.

¿Cómo plantear entonces ese evidente problema de falta de información? Por una parte,
contábamos con el testimonio de personas de una cierta edad que en algún momento de su vida,
anterior incluso a la refundación, habían formado parte de la Hermandad o que al menos recordaban
su relación con la Iglesia de San Francisco, La Soledad y las salidas procesionales de los Sábados Santos
de antaño. Por otra, hemos contado con la inestimable colaboración de historiadores y estudiosos de la
historia con cierta experiencia que han tratado los temas con el máximo rigor, objetividad e
imparcialidad. El entrar de lleno en archivos y documentación hasta el momento inexploradas nos ha
llevado a descubrir la riqueza de un patrimonio intangible que reporta momentos de plena satisfacción,
el patrimonio histórico de la Hermandad. Recoge por tanto este libro, por una parte datos objetivos y
contrastados documentalmente y por otra, el testimonio de las vivencias personales de personas
vinculadas de una u otra manera a la entidad.
 Como un regalo de cumpleaños que hacemos a la propia Hermandad y al pueblo de Villamartín,
queremos que esta publicación quede como testimonio de lo que se pretendió en este momento
concreto, reconocer el esfuerzo de un grupo de persona que durante estos últimos veinticinco años, con
sus aciertos y con sus errores, ha tirado del carro con un esfuerzo y dedicación la mayoría de las veces
no reconocido, honrar a cuantas personas formaron parte de esta Hermandad en cualquier momento
de su dilatada historia y, como no, demostrar la entrega de todos a Nuestra Señora de la Soledad y a
Cristo Yacente.

Queremos expresar al Consejo Local de Hermandades y Cofradías nuestro más profundo

agradecimiento por haber aceptado este sencillo y emotivo proyecto como forma de engrandecer
nuestro patrimonio local. A la Junta de Andalucía por permitir sacar a la luz el trabajo desinteresado y a
veces ingrato de muchas personas que como nosotros quitan tiempo de su vida diaria para dedicarlo a
los demás. Y por supuesto al Ayuntamiento de Villamartín por estar siempre abierto a propuestas que
contribuyen a mejorar nuestras condiciones y a facilitar la tarea de organizar cuantos proyectos
emprendemos.

En cada línea de este libro, en cada fotografía, en cada verso,…. en cada rincón de esta humilde
publicación hemos intentado poner lo mejor de nosotros mismos. A buen seguro faltarán muchos
datos, detalles, fotografías y menciones de estos últimos cinco lustros, pero queremos que este sea un
punto y seguido en una historia de más de cuatrocientos años de lustre -de esplendor y gloria- para
Nuestra Señora y de presencia activa en nuestra localidad. Gracias, gracias, gracias.

Ubi caritas et amor, Deus ibi est.

Santísimo Cristo de las Aguas

Parroquia Santa María de las Virtudes
 SALUDA
de
AUTORIDADES

13
 Saluda del Obispo de Asidonia-Jerez
+ José Rico Pavés

Saludo con afecto e imparto la bendición a todos los miembros cofrades de la Hermandad del Santo
Entierro de Villamartín, a sus familias y a todos los feligreses de la Parroquia de Santa María de las
Virtudes. La obra que el lector tiene en sus manos quiere levantar acta de la secular historia de la
Hermandad al cumplirse el vigésimo quinto aniversario de su reorganización. La conmemoración de
un aniversario significativo es una oportunidad preciosa para dirigir la mirada al pasado con
agradecimiento, entregarse al presente con pasión y abrazar el futuro con esperanza.

Damos gracias a Dios por veinticinco años de una Hermandad cuyas raíces se remontan al siglo
XVI, a la Hermandad de la Vera Cruz, Santo Entierro y Soledad, ubicada entonces en el Convento de
San Francisco. La Orden de Hermanos Menores y la Orden Terciaria franciscana contribuyeron de
forma decisiva a poner las bases de una devoción centrada en el Misterio de la Cruz de Nuestro Señor
Jesucristo, de su muerte y sepultura, con los sentimientos de María Santísima. Acercarse al Misterio de
la Cruz con mirada franciscana implica proclamar la Belleza del Amor más grande, tal como se revela
en la crucifixión de Jesucristo, y reaccionar ante la indiferencia del mundo gritando “el Amor no es
amado”, como hiciera el Pobrecillo de Asís en la vivencia del Viernes Santo.

La conmemoración de este vigésimo quinto aniversario será fecunda si renace el deseo de una
entrega al Señor en el momento presente. La Iglesia afronta un nuevo cambio de época en la Historia
consciente de estar llamada a impulsar una nueva evangelización. Siendo Jesucristo el mismo ayer, hoy
y siempre, la nueva evangelización no consiste en cambiar el evangelio, sino en poner nuevo ardor,
nuevos métodos y nuevas expresiones en la misión evangelizadora. En esta misión las Hermandades y
Cofradías tienen una tarea imprescindible que pasa por cuidar hacia dentro la vida cristiana de sus
miembros, para que sean personas católicas que aspiran verdaderamente a la santidad, y por
testimoniar hacia fuera la alegría insustituible de pertenecer a la Iglesia, para que los alejados y distantes
puedan volver su vida (“conversión”) al Señor.

14
 Esta conmemoración ofrecerá, en fin, una renovada siembra de esperanza si los miembros
de la Hermandad y, a través de ellos, todos los vecinos de Villamartín descubren la fuerza sanadora del
evangelio. En un mundo donde las heridas, divisiones y fracturas afectan cada vez más a las familias, a
los esposos, a los hijos en edad cada vez más prematura, a los jóvenes y a los ancianos, a las vocaciones
consagradas y a la vida social, es necesario ayudar a todos a que se encuentren de nuevo con Jesucristo
en su Iglesia, para que experimenten el consuelo de su misericordia en los sacramentos, en la oración y
devociones, en el testimonio auténtico de caridad especialmente con los más necesitados.

Cuando Cristo muerto fue depositado en el sepulcro, la esperanza de la humanidad descansó en

el Corazón de su Madre traspasado por una espada de dolor indecible. En su fe probada María
Santísima de la Soledad nos enseña a perseverar al pie de la Cruz y a sostener con la oración a
quienes han perdido toda esperanza. ¡Nada sin María! ¡Todo con Ella!

Jerez de la Frontera, 11 de noviembre de 2021

(Fiesta litúrgica de San Martín de Tours, obispo)

15
 Hermandad, Comunidad Parroquial e Iglesia
Francisco Varela Figueroa,
Párroco de Santa María de las Virtudes

Tras veinticinco años de la refundación de la Hermandad del Santo Entierro de nuestro Señor
Jesucristo y nuestra Señora de la Soledad es un gozo poder compartir este momento de júbilo con todos
vosotros.

Tras las huellas del que fuera párroco de la de Santa María de las Virtudes por aquella época y
pilar de lo que ahora celebramos, me encuentro con la misión de ofrecer unas palabras de guía y
entusiasmo en un momento de gozo celebrativo y, a la vez, en una etapa histórica de gran necesidad de
esperanza. Vivimos inmersos en la acuciada soledad de un mundo que se siente enterrado bajo un
sinfín de losas que no le permiten ver al Dios hecho Hombre que dio la vida para que todo fuera
recreado.

Cuando uno piensa en el ser de una hermandad, debe recurrir a lo que la identifica para
comprender su quehacer en la sociedad. Recurriendo a las palabras de la Normativa Diocesana de
Hermandades y Cofradías: «Las HH.CC son asociaciones públicas de fieles cristianos conscientes de su
pertenencia a la Iglesia Católica. Por los sacramentos de la iniciación cristiana, los cofrades están
incorporados a Cristo y son miembros vivos de la Iglesia que en comunión con el Papa y los obispos y
pastores de la Iglesia anuncian con sus vidas, palabras y actuaciones la verdad de los acontecimientos
salvadores de la Encarnación, Pasión, Muerte y resurrección de Jesucristo, Salvador y Redentor del
género humano» (Mons. D. Juan del Rio, 2004).

Con este párrafo inicial se introduce el ser de una hermandad, es decir, es una asociación eclesial
que da testimonio de vida en el núcleo de la comunidad parroquial dentro de la Iglesia. Las
hermandades nacen en el seno de la Iglesia Madre que lanza a sus hijos a la misión con la gracia que
ella misma custodia. Las hermandades no nacen como seres autónomos y aislados, sino como
asociaciones insertas en la Iglesia Universal y con una identidad comunitaria.

16
 Los cofrades no son simplemente obreros que trabajan a nivel individual en la sociedad, sino que,
como fieles laicos miembros de la Iglesia, son obreros de la viña que forman parte de e misma viña, tal
y como afirma el mismo Cristo en el Evangelio «yo la vid; vosot armientos (Jn.15,5)» y que
recuerda el ya n n ablo II en la Exhortación Postsinodal Christifideles Laici.

Esta identidad tan sublime, proviene de una opción de vida que cada uno hace desde su libertad.
El sí dado en el juramento de aceptación cuando se entra a formar partede una hermandad no radica
solo en una simple inscripción en un libro de registro, sino que es un compromiso que se sitúa por
encima de un contrato meramente social, pues se establece un vínculo con el mismo Dios. El papa
Benedicto XVI, en la encíclica Deus caritas est, afirma: «No se comienza a ser cristiano por una decisión
ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo
horizonte a la vida y con ello, una orientación decisiva».

Los cofrades, como cristianos que son, no pueden olvidar que las comunidades eclesiales viven de
la conmunio, de esa unidad entre los hermanos que viven siguiendo el ideal de la Unidad marcado por
el mismo Cristo, cabeza de su cuerpo místico. Cada asociación eclesial, con su propio carisma, vive
de la comunión entre los hermanos. Este hecho es lo que caracteriza a los cristianos. Es una obligación
vivir del amor fraterno que potencia el hecho de seguir una vía de crecimiento en el amor y la entrega.
Cada asociación en comunión forma parte de una entidad mucho mayor, la ecclesia. Ésta es la unión de
cada una de las comunidades, asociaciones y diferentes grupos que se alimentan en la celebración
eucarística. El ágape dentro de la Iglesia, el banquete del amor, es el punto neurálgico en el que todos
dejan de ser entidades separadas para formar ese cuerpo místico presidido por el mismo Cristo.

Es una grandeza saberse integrante de algo que está por encima de cada una de las partes.
Saberse miembro activo de la historia de salvación pensada desde el comienzo por el mismo Dios. Pero,
esta opción de vida conlleva el descargar a las hermandades de muchos lastres actuales que
empequeñecen su misión, incluso la desvían por caminos poco loables. Siguiendo de nuevo a san Juan
Pablo II, en 1999 decía lo siguiente en el I Congreso Mundial de Hermandades y Piedad Popular:
«Sería renegar de su mayor tradición y su razón de ser el dejarse llevar por un camino que los fuera
convirtiendo en meras manifestaciones costumbristas y de folklore, sin otro interés que el cultural o
benéfico, o la exaltación de la propia cultural local o regional».

17
 El ser cofrade es mucho más que hacer un papel en una obra de teatro al salir una vez al año.
Ser cofrade se lleva en el interior y forma parte de la propia identidad. El cofrade no es un actor que
representa una escena teatral. Ser cofrade no es ser miembro de una asociación de conservación de las
tradiciones del pueblo o ciudad en la que se viva. Ser cofrade es ser testigo de la obra de salvación. Es
ser mensajero de la historia de amor más grande jamás contada. Este ser testigo conlleva un
comportamiento social determinado; un estilo de vida concreto que diferencia del resto de personas
que no lo son.

Este estilo de vida puede verse expresado en las palabras del papa Francisco en la encíclica
Fratelli tutti: «Cada día se nos ofrece una nueva oportunidad, una etapa nueva. No tenemos que esperar
todo de los que nos gobiernan, sería infantil. Gozamos de un espacio de corresponsabilidad capaz de
iniciar y generar nuevos procesos y transformaciones. Seamos parte activa en la rehabilitación y auxilio
de las sociedades heridas».

Todos los hermanos forman parte activa y deberían sentirse parte viva de la hermandad. La
hermandad se nutre de la variedad de todos los hermanos que se saben unidos en algo mucho más
importante que ellos mismos. Son todos los hermanos al unísono los que miran hacia el bien común y
aportan todo su potencial para crear espacios de encuentro en los que ayudar a los demás a crecer y a
encontrarse con los verdaderos protagonistas de la hermandad. A su vez, cada hermandad es parte
activa y viva de su parroquia y pone al servicio de toda la comunidad parroquial sus riquezas y carismas
para que la comunidad en pleno siga su camino de conversión y misión.

Todos son importantes, ninguno sobra dentro de esta gran familia eclesial congregada en la
parroquia. Nadie puede eludir su misión, porque estamos en un momento histórico en el que el
mundo grita tener sed de Dios; de un Dios vivo que sale al encuentro del necesitado.

Volviendo a la exhortación Christifideles laici: «Nuevas situaciones, tanto eclesiales como

sociales, económicas, políticas y culturales, reclaman hoy, con fuerza muy particular, la acción de los
fieles laicos. Si el no comprometerse ha sido siempre algo inaceptable, el tiempo presente lo hace aún
más culpable. A nadie le es lícito permanecer ocioso».

Con todo lo expuesto, en esta celebración jubilar por los 25 años de camino, deseo abrir los
brazos de la parroquia a todos los hermanos de esta hermandad para que se sientan en casa, aportando
ese carisma de amor que reza en su lema. Que nunca falte en Villamartín hermanos del Santo Entierro y
de Nuestra Señora de la Soledad que enarbolen la bandera del amor de Dios.

19
 Saluda del Alcalde de Villamartín
Juan Luis Morales Gallardo

Como Alcalde y en representación del Iltmo Ayuntamiento de Villamartín, es decir, como

representante de todos los vecinos de nuestro pueblo, en un gran orgullo encabezar unas palabras en el
25 aniversario de la refundación de la Hermandad conocida por todos como el Santo Entierro.

Y la verdad es que hace veinticinco años un grupo de vecinos nos sorprendió con un nuevo
formato jamás visto antes en Villamartín, innovando con un trono y con un grupo de costaleras, señas
ambas de identidad en este periodo y que seria deseable se consolidasen a lo largo del tiempo. Por no
hablar del silencio, la sobriedad y la paciencia que supone no sondear caminos que puedan llamar al
espectáculo cofrade, que también existe.

Espero que esta publicación haga justicia especialmente a cuantos vecinos hayan estado al pie
del cañón del día a día de la hermandad, especialmente a los que hayan completado la debida labor
social que debe darse con prioridad incluso a periódica salida procesional, porque son ellos los que dan
base real a una Hermandad, no a una procesión.

Felicitar como no puede ser de otra forma a los distintos hermanos mayores, personas que se
ofrecen a la critica barata e ignorante, cuestiones estas que elevan la tarea a niveles mas bondadosos y
generosos, tenga mi firme respeto y felicitación.

Mantener vivo un proyecto de este calibre es muy difícil, y esta Hermandad lo ha conseguido,
por ello mi mas sincera enhorabuena y a por otros veinticinco más.

20
 El Futuro de las Hermandades
Joaquín Perea Montilla,
Delegado Diocesano de Hermandades y Cofradías de la Diócesis de Asidonia-Jerez

Queridos hermanos es para mí una satisfacción poder participar de forma activa, con esta aportación,
en los actos del veinticinco aniversario de vuestra fundación

La historia y el presente de la Hermandad es vuestro, son ustedes quienes lo conocen, por tanto
no os voy a hablar de ellos. Quiero hablaros del futuro. Estamos ya en pleno siglo XXI y las
Hermandades sólo tendrán futuro, en el mundo que vivimos, si auténticamente responden a los
objetivos que tienen marcados para así poder hacer frente al reto que tenemos ante nosotros.

Creo que no estoy diciendo nada que no sepáis cuando estoy afirmando que las Hermandades son
movimientos de la Iglesia. En la teoría esto lo sabemos todos, pero ¿somos conscientes de ello? y es más
¿nos aceptan como tales o por el mero hecho de pertenecer a una Hermandad algunos
nos consideran como cristianos de segunda?

El Papa Francisco en su homilía de la Jornada de las Cofradías y de la Piedad Popular, celebrada

en Roma en mayo del 2013, nos va marcando un camino que tenemos que tener en cuenta y hace
hincapié en tres conceptos: evangelicidad, eclesialidad y misionariedad como caminos para ir en pos del
Señor.

En la evangelicidad el Papa nos indica el centro de donde todo tiene que iniciarse y al que todo
debe conducir: “amar a Dios, ser discípulos de Cristo viviendo el Evangelio”. Por primera vez, y tomado
de los documentos de Aparecida, se llama a las Hermandades “espacio de encuentro con Jesucristo”.

Eclesialidad. Tenemos que tomar conciencia de que las Hermandades tienen que vivir en comunión
profunda con nuestros Pastores. Tenemos que ser presencia activa en nuestras Parroquias, para poder
cumplir lo que nos dicen los Documentos de Aparecida: “Las Hermandades son una manera legítima
de vivir la fe, un modo de sentirse parte de la Iglesia”.

22
 Tenemos escritos para formarnos, tenemos hermanos con quienes convivir practicando la
fraternidad y tenemos sacerdotes dispuestos a ayudarnos. Utilicemos todo esto y no equivoquemos el
camino.

Misionariedad. Tenemos una misión específica y muy importante: mantener viva la relación entre
la fe y la cultura de nuestro pueblo, cosa que hacemos a través de la piedad popular. Tenemos que ser
auténticos evangelizadores, tenemos que plantearnos acciones que sean puentes que nos lleven a Cristo,
para caminar con Él. Tenemos que ser misioneros de la misericordia de Dios, que siempre nos
perdona, nos espera siempre y nos ama tanto.

Ahí tenéis un plan de futuro, que no doy yo, fue el Santo Padre.

Para terminar, quiero contaros un pequeño poema que leí una vez a un grupo de jóvenes,
pertenecientes a un grupo de catequesis, para su estudio, el poema de Malawi, que nos puede hacer
pensar en lo leído anteriormente.

“Tenía hambre y habéis fundado un club con fines humanitarios

en donde se disiente sobre la falta de alimentos. ¡Os estoy agradecido!

Estaba en la cárcel y habéis ido a la Iglesia para rogar por mi liberación.

¡Os estoy agradecido!

Estaba desnudo y habéis examinado seriamente las consecuencias morales

de mi desnudez. ¡Os estoy agradecido!

Estaba enfermo y habéis caído de rodillas para agradecer al Señor

haberos dado buena salud. Vivía sin techo y me habéis predicado los recursos
del Amor de Dios. Parecéis tan piadosos, ¡tan cerca de Dios!

Pero yo tengo todavía hambre, estoy todavía sólo, desnudo, enfermo,

prisionero y sin techo. Tengo frío…”

Lo importante es vivir.

23
 Saluda del Presidente del Consejo Local de
Hermandades y Cofradías de Villamartín
Francisco Gil Rodríguez

Siempre es grato celebrar aniversarios, señal de que se sigue en la brecha, que se madura, es evidente
que la constancia tiene su recompensa. La Hermandad del Santo Entierro de Villamartín cumple 25
años de su refundación en 1996 que continuaría a su desorganización en 1987, como tuvieron que
hacer todas las hermandades de Villamartín, dicho sea de paso, debido a una invitación a la ordenación
y el rigor dentro de las hermandades y que hiciera la Parroquia de Villamartín, por mediación de la
entonces Junta Parroquial, para adecuarse además a la normativa de la naciente Diócesis de Asidonia
Jerez.

Este segundo año de pandemia nos ha dejado, y ya van dos, sin procesiones en nuestras calles,
pero no ha sido el único año. Como ya comentaba, en 1987 la Junta Parroquial, conjuntamente con las
hermandades de Villamartín, decidieron que ese año no hubiera procesiones en las calles de nuestro
pueblo. Una decisión muy dura viniendo de las propias hermandades, un año que pasó a la historia
como triste y diferente para las hermandades, pero sin duda alguna gracias a él, y poco a poco, llegamos
a la Semana Santa que actualmente tenemos, o que hemos tenido al menos hasta 2019.

Por tanto, no sólo la pandemia de 2020 ha dejado las Cofradías encerradas en Villamartín.
Después de la decisión de 1987, no todas las Hermandades atravesaron el mismo sendero hasta ver de
nuevo su Cruz de Guía bajo el dintel de su Capilla o del Templo Parroquial. La primera en aprobar sus
estatutos, su censo y adaptarse a la incipiente normativa diocesana, fue la Hermandad de las Angustias,
que ya en 1988 salió a las calles de Villamartín la tarde del viernes Santo como marca su tradición, y lo
hizo totalmente reformada, que, además también, fue la única que continuó con la misma Junta de
Gobierno que atravesó la triste decisión de 1987.

24
 Todas las hermandades relevaron sus direcciones con las que prepararon sus estatutos, censos,
etc. para salir de nuevo a las calles, como Hermandades reformadas y en algún caso refundadas.

La Hermandad del Santo Entierro fue quizás la más tardía, que lo hizo en 1996 y al igual que el
resto fue un grupo de inquietos jóvenes los que apoyados en los restos de la hermandad existente,
prepararon todo para salir de nuevo. En el caso del Santo Entierro tampoco lo pudo volver hacer en
Sábado Santo, la incipiente Diócesis de Asidonia Jerez, prohibió las procesiones en sábado Santo, por
lo que la refundada Hermanad del Cristo Yacente y Nuestra Señora de la Soledad se unió a la de Las
Angustias la tarde-noche del viernes Santo. Para entonces, en aquel año de 1996 ya estaban en la calle
además de Las Angustias, la del Nazareno, la Borriquita y el Resucitado, uniéndose a nuestra semana
Mayor la del Santo Entierro que felizmente celebramos sus veinticinco años de todo aquello.

El que suscribe, que ya sobrepasa el sexenio, tiene retazos en la memoria de la Hermandad del
Santo Entierro en distintas épocas. La seriedad y austeridad del Sábado Santo de los años 70. Con un
cortejo de hombres ataviados, no con túnicas, pero sí con trajes de riguroso luto. El recuerdo del
recogido y perfecto canasto dorado, flanqueado por el grupo de guardabrisas a juego, es una joya que
guardo en mi memoria.

Recuerdo la seriedad y recogimiento en su estado máximo, y que mis luces de memoria alcanzan
al paso de esta Cofradía, de la que Don Francisco González Delgado era su Hermano Mayor en
aquellos años, recogiendo el testigo, años después, Don Fernando Holgado Ayala, después de otra
interrupción en el tiempo. A Fernando acompañaron en su Junta de Gobierno, entre otros, mi
recordado amigo Juan Montes Nieto, mayordomo de la época, y quien después de la interrupción en
1987, continuó dedicado, casi a diario, en el mantenimiento del camarín y del máximo mimo a Madre
Soledad, hasta que el destino laboral le obligó a dejar el pueblo.

Otra de las personas que acompañó a Fernando Holgado Ayala en su época de Hermano Mayor
fue nuestro siempre recordado Don José Hidalgo Álvarez, a la sazón presidente de la Junta Parroquial
de la que Enrique Sánchez García fue muchos años secretario. Don José Hidalgo, llegado desde Jerez
para desarrollar sus labores profesionales en nuestra localidad, mantenía íntimos contactos con la
entonces recién creada Hermandad del Perdón de Jerez cuando procesionaba en Viernes Santo, y que
estaba establecida, canónicamente en aquella época, en la parroquia de Santa Ana de Jerez. La
Hermandad del Santo Entierro fue entonces, gracias a las gestiones de José Hidalgo, objeto de ayuda en

25
cuanto a enseres de los que en aquella época no disponía, de ahí que se puedan observar las varas
corporativas con el escudo de la Hermandad jerezana, y que en ocasiones porta la corporación
penitencial del Santo Entierro de Villamartín.

Era principios de los años ochenta, cuando incluso, la cuadrilla de costaleros de la hermandad
jerezana vino hasta Villamartín, y cargó el paso de Nuestra Señora de la Soledad cuando en las
hermandades de Villamartín cargaban los pasos las cuadrillas de costaleros profesionales, como anticipo
de lo que sólo años más tarde sería ya una realidad en todas nuestras hermandades: las cuadrillas de
hermanos costaleros, de la que también fue pionera las Angustias, por ser la primera en salir a las calles
de Villamartín en el año 1988, con la cuadrilla que en el recuerdo nos queda con el sobrenombre de la
“del amor”.

No me queda más que agradecer la Hermandad del Santo Entierro de Villamartín, la posibilidad
que me ha dado de poder ejercitar mi memoria y plasmar mis recuerdos, que aún mantengo por
haberla seguido en el tiempo. Me queda felicitar a los hermanos y hermanas por la celebración fraterna
de esta efeméride, a la que el Consejo Local de Hermandades y Cofradías de Villamartín se une,
deseando a toda la corporación todo el animo a seguir adelante, y mucha fuerza en estos maltrechos
tiempos. ¡A por los siguientes veinticinco!
 CARTAS
a los
HERMANOS

27
 Rvdo. Padre Juan José Rodríguez Mejías
Guardián de los Franciscanos de Chipiona.
Rector del Santuario de Nuestra Señora de Regla y Definidor de la Provincia
de la Inmaculada Concepción, de la Orden Franciscana.

Ninguna otra cosa, por tanto, deseemos, ninguna otra queramos, ninguna otra nos plazca y deleite,
sino nuestro Creador y Redentor y Salvador, el sólo verdadero Dios, que es pleno bien, todo bien, total
bien, verdadero y sumo bien, que es el solo bueno (cf Lc 18, 19), piadoso, manso, suave y dulce; que
es el solo santo, justo, verdadero, santo y recto; el solo que es benigno, inocente, puro; de quien y por
quien y en quien (cf Rom 11, 36) es todo el perdón, toda la gracia, toda la gloria de todos los
penitentes y justos, de todos los bienaventurados que gozan juntos en los cielos.
(1R23,9)

Un saludo de Paz y bien a los integrantes de la Hermandad del Santo Entierro y María Santísima de la
Soledad:

Pedir a un franciscano que hable de su fundador y espiritualidad es darle la posibilidad de

mostrar quien es y lo que vive siempre en deseo de que su seguimiento sea cada día más perfecto y
sincero. Ahondar en la persona y obra de San Francisco es hacerlo en la pretensión de vivir el Evangelio
en el seno de la Santa Iglesia.

San Francisco de Asís, nombrado el personaje más importante del primer milenio, sigue
provocando reflexiones, conversiones y su estilo de vida es el más seguido después del mismo Jesucristo.

Nació en 1182 y sigue siendo actual pues destaca como figura espiritual de todos los tiempos. De
ser hijo de un rico comerciante de la ciudad en su juventud, pasó a vivir bajo la más estricta pobreza y
observancia de los Evangelios. Su vida de seguimiento a Jesús fue austera y simple, por lo que animaba
a sus seguidores a hacerlo de igual manera. Esto provocó y sigue haciéndolo una atracción para muchos
y una crisis entre sus seguidores en su seguimiento estricto pues la respuesta al Evangelio no tiene más
parapetos que los que le queramos poner.

28
 Es el primer caso conocido en la historia de estigmatizaciones visibles y externas. Murió en su
ciudad natal el 3 de Octubre de 1226 tras dejar atrás una extensa familia religiosa, seguidores y amigos
espirituales. Nos quedan dos formas de vidas (Reglas), cartas, testamentos, avisos espirituales, biografías,
milagros y una vida ejemplar siempre por estrenar. Fue canonizado en 1228, y su festividad se celebra
el 4 de octubre. Muchos llevan su nombre, patronazgo, espíritu y sigue siendo inspirador y transmisor
sin igual.

Podemos afirmar que Francisco de Asís sigue vivo no solo en la presencia de sus hijos y
seguidores que pueblan todos los rincones de la tierra sino también en la experiencia y legado en
espíritu de pobreza y desprendimiento siguiendo las huellas de Jesucristo y siendo reconocido por todas
las generaciones como “el otro Cristo”. El “pobre de Asís” sigue conmoviendo por su capacidad de
reconciliación con todo y con todos, respetado no solo por creyentes de todas las religiones, sino
también por no creyentes.

Patrón de veterinarios y ecologistas, pieza clave en el espíritu ecuménico, amigo de pacifistas e

incluso hippies, eterno inspirador de novelistas y guionistas de cine, motivador de ingenieros, icono de
pobres y heridos, pacifista convencido y amante tanto del diálogo como del silencio, de la austeridad
más pasmosa como de la fiesta fraterna, hermano de todos y adorador del Dios uno y Trino que tiende al
diálogo y relaciones con los creyentes y no creyentes…

Es imán para miles de personas acuden a su ciudad de Asís, a sus obras, escritos y filmoteca
anhelando un encuentro con su vida y mensaje. Aún queda por decir que es el inventor de los
nacimientos (o belenes) y firme defensor y propulsor de la devoción popular en la Pasión, muerte y
resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.

El mundo cofrade toma del movimiento franciscano la inspiración de dar culto a Jesucristo en su
pasión y muerte desde la sencillez de vida y la vivencia en hermandad. Hacer familia trabajando juntos
en los servicios más sencillos hacen que la vida cristiana tenga sentido y seamos felices. Mostrar a los
demás al Jesús humano sabiendo que es el Cristo de la fe que nos redime y salva es una apuesta aún por
estrenar para todos los que cada día, como Francisco decía, tengamos en nuestro corazón el deseo de
“comencemos hermanos, porque hasta ahora poco o nada hemos hecho”.

29
 Pertenecéis a esta familia espiritual por vuestros orígenes y porque desde siempre habéis vivido,
aún en muchos momentos sin saberlo, la genialidad de ser cristianos al estilo del “pobre de Asís”. En
esta etapa queréis ser consciente de ello y potenciarlo, sacarlo a la luz siempre desde expresiones pobres
y deseosas de aprender y experimentar (como el mismo carisma franciscano propone). Os animo y
bendigo en vuestro deseo que no es otro que “vivir el Santo Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo”
como el mismo San Francisco nos propone en su Regla.
 Fe y compromiso social
Rvdo. Ramón Vázquez Clavijo.
Párroco de Nuestra Señora de la Encarnación y de la Antigua, de Setenil de las Bodegas.

Lo primero que quiero hacer al comenzar es enviar un afectuoso saludo a la Hermandad y Cofradía de
Nazarenos del Santo Entierro de Nuestro Señor Jesucristo y María Santísima de la Soledad. Estáis en
mis oraciones.

Una cosa importante para todas las hermandades, es que, tienen que tomar conciencia y tener
muy presente en su programación la Doctrina Social de la Iglesia. Soy consciente de que se lleva a cabo,
el tener siempre presente, la labor caritativa y social, y al preocuparse por los hermanos y hermanas,
más necesitados. Para el crecimiento personal de un cristiano y de una Hermandad, es importante
tener siempre en cuenta estas tres cosas: la formación, la espiritualidad (el culto- la oración) y la acción
(la caridad).

Nuestro Papa Francisco, está muy implicado con la labor social de la Iglesia. Le preocupan de
manera especial los hermanos más pobres y las pobrezas del mundo. Es muy importante, la formación
en la Doctrina Social de la Iglesia, que tiene que ir unido a la fe, y esta se manifestará en la expresión
externa de la Hermandad, que es la procesión de los titulares, en los días de la Semana Santa. Como
culmen de todo un trabajo realizado a lo largo de todo el año. Desde la fe y el compromiso social,
tenemos que descubrir, la importancia de la dignidad de la persona, la solidaridad, el bien común, la
justicia social. Esa es la verdadera procesión que agrada a Jesucristo y a la Virgen Santísima. Y solo
desde esta perspectiva, nuestras expresiones externas de culto piadoso y popular recobran fuerza y calan
en la sociedad.

En la vida de un cofrade todo tiene que estar unido, si se descuida una de las partes, no
funciona bien la Hermandad. Es como si un ojo tuviese que pedirle permiso a un brazo para poder ver.
Todas las partes forman un todo y no pueden separarse.

31
 Ya León XIII, en su Encíclica Rerum Novarum, pedía, dentro la problemática que estaba
viviendo la sociedad de aquella época, un despertar de la “Conciencia Social”, para luchar por la dignidad
de los trabajadores. En la Encíclica de Pío XI, Quadragesimo Anno, “Hace referencia a los Obreros y los
reclamos de los trabajadores empujados a la lucha entre las nuevas estructuras sociales”. El Papa Pío XII, cuando
habla de la cuestión social dice: Se fundamenta en los bienes materiales, el trabajo y la familia. Los bienes
deben estar distribuidos de tal forma que lleguen a manos de todos y cada uno de los hombres, de acuerdo con los
principios de la justicia y la caridad. El estado que tiene la obligación de velar por el bien común. San Juan XXIII,
en la Encíclica Mater et Magistra, dice: Se advierte que la cuestión social tiene una dimensión mundial y que
así como se puede hablar de personas pobres, también se ha de hablar de sectores pobres y países pobres”. En la
Encíclica Pacem In Terra, dice: Derechos del Hombre, de todos los seres humanos sin distinción discriminatoria.
Punto de partida y fundamento de toda ley humana, arranca de la personalidad natural y dignidad natural del
hombre, dotado de derechos y de deberes. Dignidad acrecentada por la luz de la Revelación Cristiana. Relaciones
entre los poderes políticos y los ciudadanos y de las relaciones que deben de existir entre los Estados. Actuación de la
mujer en la vida pública. En la Encíclica Populorum progressio, del Papa Pablo VI, trata “la urgencia de
buscar el desarrollo solidario de la humanidad. Atención al desarrollo solidario de la humanidad. Atención al
desarrollo de los pueblos, unión entre las naciones para asistir a los pueblos más débiles. El factor de fraternidad y
ha de centrarse en los hombres, no en los intereses egoístas, económicos y políticos”. San Juan Pablo II, en la
Encíclica Sollicitude rei socialis, habla: De los problemas del desarrollo a escala internacional, brecha entre el
Norte y el Sur. Analiza los problemas mundiales del armamentismo y terrorismo. Control de la natalidad. La
preocupación por la paz, y una preocupación ecológica por el planeta. Respeto por todos los derechos humanos.
Estructuras de pecado como causas: ansia exclusiva de lucro, y la sed de poder en todas sus dimensiones. Problemas
de marginación y de miseria. En la Encíclica Centesimus Annus, con motivo de los cien años de la Rerum
Novarum, nos habla de la dignidad de la persona. Nos dice que es necesario un compromiso de todos los
estamentos sociales. Y también nos dice que la Iglesia no tiene un modelo económico, pero ofrece orientación en
la Doctrina Social, en la búsqueda del bien común. Benedicto XVI, en la Encíclica Caritas In Veritate, nos
habla sobre el desarrollo humano integra en la caridad y la verdad. Nos habla de las causas y las consecuencias
de la crisis global desde la óptica de la ética cristiana. Y nos dice que la persona es el centro y eje del mensaje
social. En la Encíclica Evangelii gaudium, habla de anunciar el evangelio en el mundo actual. Critica el
consumo de la sociedad capitalista e insiste en que los principales destinatarios del mensaje cristiano son los pobres,
hace mucho hincapié en “la inclusión social de los pobres” y “la paz y el diálogo social”.

32
 Por último, nos acercamos al Papa Francisco, un hombre especialmente cercano con los
oprimidos, los pobres, las víctimas de conflictos, que enseña y practica la misericordia divina. El Papa
tiene una relación muy estrecha con la Doctrina Social de la Iglesia. En todo lo que va haciendo
manifiesta el pensamiento social cristiano. Son muchas las cosas que podemos extraer del Papa
Francisco, para acercarnos la Doctrina Social de la Iglesia, desde la Hermandad, nos habla que tenemos
que ser esa voz que grita en el desierto, a través de él podemos descubrir la necesidad de mirar al
prójimo como como hermano, de detener nuestra mirada en el más pobre, en el ser agentes de unidad,
que siempre es necesario en una Hermandad, el de abrir el corazón y la mente al que es distinto y sobre
todo reconocer en el otro al mismo Jesús que camina a nuestro lado.

Toda esta reflexión sobre la Doctrina Social de Iglesia, nos tiene que llevar al compromiso, por
eso, una Hermandad tiene que anunciar la Salvación de Jesucristo, con la palabra, tiene que mostrar su
misericordia y su justicia, con el ejemplo.

La Hermandad, tiene que ayudar a cambiar la realidad que nos encontramos a nuestro
alrededor. Estamos viviendo unas circunstancias especiales, a causa de esta pandemia, la Hermandad,
tiene que ser cada día mas sensible, ante la problemática social, ante los hermanos y hermanas, que en
este momento histórico estamos que estamos viviendo, están siendo más vulnerables. Es importante
manifestar esa disponibilidad, servicio y amor hacia el prójimo.

Los orígenes de las Hermandades, no sólo se quedaban en el culto, o la vivencia de la fe, sino que
también se dedicaban a la ayuda a los más necesitados. Es más, ahí está el origen de la fundación de las
Hermandades y Cofradías. Tenían como unos de sus principales cometidos, la asistencia mutua, la
ayuda a los desvalidos, a los necesitas y a los enfermos. Muchas Hermandades, creaban hospitales,
orfanatos…

La Caridad, ha desempeñado un papel importante en las Hermandades. Tiene que seguir

siéndolo, por eso, todo lo vivimos en la Hermandad, después lo tenemos que expresar con los hechos,
con las obras, con la Acción Social. Eso hace crecer a la Hermandad y madurar en la fe. La lucha por la
dignidad de las personas debe ser el día a día de una Cofradía.

33
 El magisterio de la Iglesia, como hemos visto, nos lo dice, el Concilio Vaticano II, nos habla de
que los laicos, “las Hermandades”, tienen un papel importante en la Iglesia, tienen que trabajar por el
bien común. Sería bueno que buscara algún proyecto que pudiera realizar, a lo largo del año, para la
promoción y ayuda de los más necesitados. Desde aquí os invito a toda la Hermandad, a que cada día
más, trabajéis juntos por los más necesitados, comenzando por los hermanos de la Hermandad que lo
puedan estar pasando mal; todo esto siempre en coordinación con la Parroquia.

Quiero terminar, con unas palabras del Papa Francisco, de la encíclica Fratelli Tutti: Este santo del
amor fraterno, de la sencillez y de la alegría, que me inspiró a escribir la encíclica Laudato si, vuelve a motivarme
para dedicar una nueva encíclica a la fraternidad y a la amistad social. Porque San Francisco, que se sentía
hermano del sol, del mar y del viento, se sabía todavía más unido a los que eran de su propia carne. Sembró paz por
todas partes y caminó cerca de los pobres, de los abandonados, de los enfermos, de los descartados, de los últimos.

Como dice el Papa Francisco, que vivamos como hermanos y trabajemos unidos, para construir el
Reino de Dios.

34
 La responsabilidad de confesar la fe católica de
las Hermandades y Cofradías
Rvdo. Juan Azcárate Casanova.
Defensor del Vínculo del Venerable Tribunal Diocesano de Asidonia-Jerez y
Párroco del Santísimo Cristo de la Sed de Jerez de la Frontera.

La responsabilidad de confesar la fe católica, acogiendo y proclamando la verdad sobre Cristo, sobre la

Iglesia y sobre el hombre, en la obediencia al Magisterio de la Iglesia, que la interpreta auténticamente.
Comienzo este breve artículo, agradeciendo a la Hermanad el bonito gesto de invitarme a
participar en este libro conmemorativo por el XXV aniversario de su fundación.
Las Hermandades y Cofradías tienen una misión muy importante en la Iglesia, y especialmente
en nuestra tierra, en nuestro pueblo. Uno de los Santos Padres, san Gregorio Magno, decía que «las
imágenes de las Iglesias son la Biblia de la gente sencilla». Ellas, hacen posible que muchas personas
tengan algún contacto con los Misterios de nuestra fe Cristiana, sobre todo, con la Pasión, Muerte y
Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Por eso espero, que esta hermandad pueda seguir llevando
adelante su labor muchos años más.

La Exhortación Apostólica Christifideleslaici de san Juan Pablo II del año 1988, en su número 30,
trata acerca de los «criterios fundamentales de eclesialidad» para el discernimiento de todas y cada una
de las asociaciones de fieles laicos en la Iglesia. Uno de ellos, viene definido así:
La responsabilidad de confesar la fe católica, acogiendo y proclamando la verdad sobre Cristo, sobre
la Iglesia y sobre el hombre, en la obediencia al Magisterio de la Iglesia, que la interpreta
auténticamente. Por esta razón, cada asociación de fieles laicos debe ser un lugar en el que se
anuncia y se propone la fe, y en el que se educa para practicarla en todo su contenido.
Como podéis observar, el título de este artículo está tomado de aquí. Y efectivamente, toda
Hermandad, por ser una asociación eclesiástica pública de fieles (cf. c.301 CIC 83) 1, tiene el deber y la
responsabilidad de confesar, anunciar y proponer la fe católica en comunión con el Magisterio de la
Iglesia.

1
CIC 83 = Código de Derecho Canónico de 1983.

35
 Pero ¿qué es el Magisterio de la Iglesia?, ¿cuántos tipo de Magisterio existen? Y ¿cómo puede esta
Hermandad confesar, anunciar y proponer la fe católica? Vamos por partes.
La Iglesia tiene como misión enseñar la fe católica, una doctrina que no es suya, sino que la ha
recibido de Cristo, su Señor, y que, con la asistencia del Espíritu Santo, custodia, profundiza y enseña
fielmente (cf. c. 747 §1 CIC 83).
La Iglesia ha recibido de Jesucristo la misión de anunciar la buena nueva a todos los pueblos.
Evangelizar supone cumplir el mandato dado por Jesucristo: «Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos,
bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he
mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos» (Mt 28, 19-20).
Esta misión de evangelizar es una obligación y derecho nativo –desde el mismo nacimiento o
fundación de la Iglesia por Cristo–, independiente –sin necesidad alguna de admisión por parte de
autoridad humana– y exclusivo de la Iglesia. Puesto que es ella, la que posee el sensus fidei como
carisma, bajo la acción del Espíritu Santo, y es la destinataria del depositum fidei, es decir, del conjunto
de verdades transmitidas por Dios en orden a nuestra salvación y manifestadas especialmente por la
revelación de Dios en Cristo, plenitud de toda revelación (cf. DV 2)2. Así lo recoge DV 10:
La Sagrada Tradición, pues, y la Sagrada Escritura constituyen un solo depósito sagrado de la
palabra de Dios, confiado a la Iglesia; fiel a este depósito todo el pueblo santo, unido con sus
pastores en la doctrina de los Apóstoles y en la comunión, persevera constantemente en la fracción
del pan y en la oración (cf. Hch 8,42), de suerte que prelados y fieles colaboran estrechamente en
la conservación, en el ejercicio y en la profesión de la fe recibida.
La doctrina católica se extiende a las verdades sobre Dios, la Iglesia y el hombre que el Señor ha
querido revelarnos para nuestra salvación. Y también, como no puede ser de otra manera, a los
principios filosóficos y a las reglas de comportamiento moral que se deducen necesariamente de esas
verdades. Por eso la Iglesia puede juzgar sobre la moralidad de cualquier situación o conducta, personal
o social, declarándola conforme o contraria a su Magisterio (cf. c. 747 §2 CIC 83).

La Iglesia ha de custodiar el depositum fidei, que ha recibido de Dios, garantizando su integridad y

pureza. Ha de profundizar en su sentido valiéndose de la contribución de los teólogos y peritos. Y ha de

2
DV = Constitución dogmática Dei Verbum.

36
exponerlo fielmente sin añadir, quitar o silenciar ninguna de las enseñanzas recibidas. Esto supone una
doble tarea: ad intra Ecclesiae (custodiar y profundizar el contenido de la fe) y ad extra Ecclesiae (anunciar
y exponer fielmente la doctrina católica).
Pero ¿en qué consiste el Magisterio de la Iglesia? El Magisterio de la Iglesia es el oficio que
desempeña la Iglesia, a través de sus Pastores y con el auxilio del Espíritu Santo, de interpretar
auténticamente la palabra de Dios escrita o transmitida, cuya autoridad se ejerce en el nombre de
Jesucristo (cf. DV 10).
El Concilio Vaticano II, afirmó oficialmente que dentro de la doctrina católica existe un orden o
una jerarquía de verdades (cf. UR 11)3. De ahí, que no todo el Magisterio de la Iglesia tenga el mismo
valor o importancia, existen grados. Sería oportuno, por consiguiente, preguntarnos cuántos «tipos de
Magisterio» existen.
En la Iglesia se dan tres tipos de Magisterio, veamos cuáles son:
Magisterio Extraordinario. Es el más solemne y el de mayor importancia. Está constituido por las
verdades que pertenecen a la revelación consignada en la Escritura, y atestiguada por la
Tradición, cuyo conjunto está recogido en el Credo. A ellos, se añaden las grandes definiciones
dogmáticas formuladas en los Concilios y por los Papas. En definitiva, se trata de la fe confesada
por los católicos, que al proceder directa y principalmente de lo que Dios ha revelado a los
hombres, es objeto primario de la fe católica.

El Papa y los obispos certifican una verdad que, de hecho, ya cree el pueblo de Dios (sensus fidei,
sensus fidelium, consensium fidelium). Puede darse con definición ex catedra del Papa, por definición
del Concilio Ecuménico o por todos los Obispos dispersos por el mundo en unión con el Papa
(cf. cc. 749-750 §1 CIC 83).

Estas doctrinas, que se denominan de fide credenda, requieren el asentimiento de fe teologal de

todos los fieles. Por esta razón, quien obstinadamente las pusiera en duda o las negara, caería en
herejía.
Magisterio Ordinario definitivo. Constituido por las verdades que la Iglesia propone de manera
definitiva a través del Magisterio Universal Ordinario, que conciernen a la fe y a la norma

3
UR = Decreto conciliar Unitatis Redintegratio.

37
 moral, y que están vinculadas necesariamente a la revelación, aunque no pertenecen
directamente a ella y por ello, son calificadas como objeto secundario e indirecto de la
revelación (ej., licitud del aborto o la eutanasia, invalidez de la ordenación sacerdotal de
mujeres, etc.).

El hecho de que estas doctrinas, que se denominan de fide tenenda, no sean propuestas como
formalmente reveladas –sino conectadas con la revelación–, en cuanto añaden al dato de fe
elementos no revelados o no reconocidos todavía expresamente como tales, en nada afecta a su
carácter definitivo, el cual debe sostenerse como necesario, al menos, por su vinculación
intrínseca con la verdad revelada (cf. c. 750 §2 CIC 83). Además, no se puede excluir que, en
un cierto momento del desarrollo dogmático, la inteligencia tanto de las realidades como de las
palabras del depósito de la fe pueda progresar en la vida de la Iglesia y el Magisterio llegue a
proclamar algunas de estas doctrinas, también como dogmas de fe divina y católica.
En lo que se refiere a la naturaleza del asentimiento debido a las verdades propuestas por la
Iglesia como divinamente reveladas (primer apartado) o de retenerse en modo definitivo
(segundo apartado), es importante subrayar que no hay diferencia sobre el carácter pleno e
irrevocable del asentimiento debido a sus respectivas enseñanzas.
La diferencia se refiere a la virtud sobrenatural de la fe: en el caso de las verdades del primer
apartado, el asentimiento se funda directamente sobre la fe en la autoridad de la Palabra de
Dios y la Tradición; en el caso de las verdades de este segundo apartado, el asentimiento se
funda sobre la fe en la asistencia del Espíritu Santo al Magisterio y sobre la doctrina católica de
la infalibilidad del Magisterio (cf. LG 25)4.
Magisterio Ordinario no definitivo. Es la forma de Magisterio más habitual. Consiste en la
enseñanza de fe y de moral en la que falta la intención de proclamarla de manera definitiva.
Obviamente, este Magisterio no es infalible, puesto que no es definitivo y se puede modificar
(ej., edad mínima para contraer matrimonio o para recibir la ordenación sacerdotal, etc.).

4
LG = Constitución dogmática Lumen Gentium.

38
 A este tercer apartado pertenecen todas aquellas enseñanzas –en materia de fe y moral–
presentadas como verdaderas o al menos como seguras, aunque no hayan sido definidas por
medio de un juicio solemne ni propuestas como definitivas por el Magisterio Ordinario y
Universal.
Estas enseñanzas son expresión auténtica del Magisterio Ordinario no definitivo del Romano
Pontífice o del Colegio Episcopal y demandan, por tanto, el religioso asentimiento de la
voluntad y del entendimiento (cf. cc. 752-753 CIC 83). Son propuestas para alcanzar una
inteligencia más profunda de la revelación, o para mostrar la conformidad de una enseñanza
con las verdades de fe, o, finalmente, para poner en guardia contra concesiones incompatibles
con estas mismas verdades o contra opiniones peligrosas que pueden llevar al error5.
Por último, nos queda responder a la tercera pregunta que nos formulamos al principio: ¿cómo
puede esta Hermandad confesar, anunciar y proponer la fe católica en esta época que nos ha tocado
vivir?
Estoy profundamente convencido, que la respuesta a esta pregunta es bastante simple y sencilla.
Es necesario que se produzca una unidad indisoluble entre lo que los hermanos creen (fe católica),
viven (testimonio de vida cristiana) y celebran (culto), ahí esta la clave.
Los Obispos del Sur de España, en su Carta pastoral a las Hermandades y Cofradías del 12 de
octubre de 1988, afirman que6:
De una y otra manera se pone de manifiesto la unidad indisoluble de las dimensiones de la vida
cristiana: evangelización, culto, caridad, comunión. Todas ellas constituyen el ser del cristiano, el ser
de la Iglesia y de sus instituciones. La fe sin obras es palabrería. El culto sin fe se convierte en teatro.
La caridad sin culto es filantropía. La comunión vaciada de su contenido teológico es pura
organización humana, es «política».

5
Para una mayor profundización: cf. CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Nota Doctrinal ilustrativa de la
fórmula conclusiva de la Professionfidei, 29 jun. 1998.
6
Cf. http://www.hermandaddesantamarta.org/uploads/media/odisur_Carta_HH._CC._1988.pdf.

39
 Fotografía: Andrés J. Alpresa Moreno

Por tanto, la Hermandad está llamada a ser un instrumento para que los hermanos crezcan en la
fe, vivan una vida cristiana auténtica, y participen asiduamente con gozo, de la liturgia y el culto de la
Iglesia. Especialmente de la Eucaristía dominical, que es fuente y culmen de la vida cristiana.

Obviamente, para crecer en la fe hace falta conocerla bien (fides ex auditu que dirá san Pablo en
Rm 10, 17), ya que no se ama lo que no se conoce. Y para ello, será necesario estar constantemente
formándose y profundizando en ella.
Pero esto no basta, para crecer en la fe, es necesario, sobre todo, tener una vida de oración
intensa con el Señor y una participación activa de la vida litúrgica y caritativa de la Iglesia. Pues, la fe,
no consiste en saber mucha teología acerca de Dios o de Jesús, o tener muy buenas intenciones, sino en
ser su discípulo. La fe no es una ideología o una filosofía bonita o una ética concreta que aplico a mi
vida, sino que es el encuentro personal con la persona de Jesús de Nazaret, que me invita a vivir mi vida
como Él vivió, siguiendo los criterios evangélicos, y no los de las modas pasajeras del momento.
La vida de hermanad no puede quedar reducida a unos cuantos días anuales, durante la
Cuaresma y la Semana Santa. Más bien, la vida fraterna debe buscar espacios de comunión durante
todo el año.

40
 Mateo Conde Mendoza
Hermano Mayor desde 1996 hasta 2007

En mi memoria cofrade hay un día que destaca: la primera vez que formé parte del cortejo
procesional del Santo Entierro, agarrado de la mano de mi padre, en la tarde de Sábado Santo de
1979, cuando procesionaba como Yacente el Santísimo Cristo de las Aguas.

Desde niño la Procesión del Santo Entierro me llamaba poderosísimamente la atención, y

desde aquella tarde mucho más, deseando que pasara pronto el tiempo y amaneciera nuevamente
Sábado Santo, para volver a ocupar un puesto en aquella fila de hombres (afortunadamente hoy por
hoy hombres y mujeres) que, en traje oscuro y con cirios rojos, anunciaban el discurrir de tan
solemne procesión, de forma sobria y rigurosa.

Desafortunadamente, las circunstancias cofrades del Villamartín de los ochenta deparan la

anulación de las Procesiones de Semana Santa en 1987, quedando todas las salidas procesionales en
suspenso, hasta años posteriores, lo cual nos provocó a los jóvenes cofrades un duro golpe.

Por aquel entonces vivía fuera de Villamartín, y la idea de participar, o contribuir en la medida
de los posible, en la vuelta a la normalidad de la Hermandad del Santo Entierro, suponía que cada
vez que regresaba al pueblo en fines de semana libres o por vacaciones uno de los temas destacados
en las tertulias con los amigos era la posible reorganización de la Hermandad y su Salida Procesional.

Pasaba el tiempo y no arrancaba esa reanudación tan esperada por muchos, hasta que en 1995
el grupo de amigos que veníamos hablando, ilusionados, desde hacía ya varios años, decidimos dar
un paso al frente y, así, nos reunimos con D. José Manuel, Párroco de Santa María de las Virtudes,
para exponerle nuestras inquietudes y darle forma a la ilusión que nos demandaba nuestra Fe y la
devoción a la venerada imagen de María Santísima de la Soledad. Para nuestra sorpresa y alegría, nos
comunicó que había otro grupo de feligreses que, dando continuidad a la labor de D. Manuel
Holgado Ayala, último Hermano Mayor, se había puesto manos a la obra para retomar el punto y
aparte de la Hermandad en aquel año de 1987, y se habían constituido como Junta Gestora, y a la
que felizmente nos incorporamos.

41
 Y a partir de ahí comenzó todo lo soñado y vivido y que continua, gracias a Dios, tal cual
debiera haber sido sin interrupción.

Es por ello, amigos todos, y hermanos muy particularmente, que celebrar el aniversario del
amor por la Fe compartida y la forma y estilo de vida que nos caracteriza a los cofrades, nos debe de
llenar de orgullo y alegría a todos los que en mayor o menor medida tomamos el testigo de aquella
hermandad centenaria que desde, al menos, 1550 proclama la gloria a Dios desde San Francisco. Es
algo por lo que debemos felicitarnos y felicitar a nuestro pueblo, nuestras gentes y en concreto a
nuestras familias, donde poco a poco se ha ido, nuevamente, enraizando una tradición que hace del
Viernes Santo el principio y fin de cada año.

Debemos felicitarnos, y felicitar, por cuanto los vínculos fraternos que nos han unido a todos
en estos años nos han deparado infinidad de momentos que no se olvidarán, unos alegres y otros no
tanto, situaciones difíciles y otras muy divertidas, y siempre la ocasión para el encuentro con el Señor,
ya sea en comunidad, ya sea en el Sagrario, ya sea ante las sagradas imágenes a través de las cuales
Jesús y María nos recuerdan el misterio del Amor.

Sintámonos orgullosos de la Hermandad y Cofradía con la que contamos, pero reconozcamos

todos que hay mucho camino por delante para consolidar las bases de la Hermandad que madre
naturaleza, la sociedad y, por supuesto, Iglesia necesita.

Es por ello que hay que trabajar duro y ser consecuentes con lo que nos demanda el estilo de
vida del Amor, llevando a efecto la frase atribuida a San Francisco: "Evangeliza en todo momento. Y, si es
necesario, usa las palabras".

Este es nuestro camino y el sendero que nos llevará a dar cumplimiento a nuestra meta que no
es otra que el encuentro con Cristo.

Sigamos caminando tras Ellos, predicando con el ejemplo y haciéndonos merecedores de sus
gracias espirituales y sus bendiciones.

Mi más sincera enhorabuena a todos.

42
 Manuel Rubiales Cantos
Hermano Mayor desde 2007 hasta 2015

Allá por 1995, decidí formar parte de un grupo de amigos que tras largas charlas sobre Semana Santa,
decidimos que la Hermandad del Santo Entierro volviera a procesionar por las calles de Villamartín.

Desde pequeño me he sentido cofrade, perteneciendo a varias cofradías de mi pueblo natal,

Arcos de la Frontera, pero de todas las hermandades, la que siempre me ha llenado hasta lo mas hondo
de mi alma ha sido el Santo Entierro, motivo por el cual decidí formar parte del proyecto mencionado
anteriormente.

Desde la fundación de nuestra hermandad, aquel octubre del 1995 he luchado para sacar
adelante nuestra cofradía, algo de lo que hoy día me llena de orgullo y satisfacción debido al amor que
le tengo a mis titulares. En tan solo varios meses pudimos conseguir que nuestro Yacente y nuestra
Soledad pudieran procesionar aunque ese primer año el tiempo nos lo impidió. Fue mi primer viernes
Santo como hermano y uno de los mas especiales, ya que debido a la lluvia pudimos vivir sentimientos
encontrados, felicidad por lo que habíamos conseguido y tristeza por no poder disfrutar plenamente del
momento.

En 2007 accedí al cargo de Hermano Mayor, el cual pude disfrutar hasta 2015, año en el que dí
paso a mi hermano Luis y al cual actualmente sigo acompañando en cada uno de sus pasos, dándome el
gran orgullo de ser su Teniente de Hermano Mayor.

En este año, nuestra hermandad cumple su primer cuarto de siglo, 25 bonitos años en los que he
aprendido, he querido, he disfrutado, he conocido a personas maravillosas, de las cuales muchas me
siguen acompañando en este sentimiento que nos une. Otros han quedado atrás, pero jamás caerán en
el olvido ya que compartieron muchos bonitos momentos junto a nosotros y lucharon por nuestra
cofradía hasta no poder más.

44
 Fotografía: Andrés J. Alpresa Moreno

Por último, me cabe mencionar que ojalá mis hijas y nietas sigan perteneciendo a esta
hermandad, que con mucho entusiasmo y fuerza hemos llegado a sacar adelante… Aunque no sea fácil
permanecer en una entidad de esta envergadura, con unión y amistad todo es posible.

Que nuestro Cristo Yacente y Nuestra Señora de la Soledad nos colmen de bendiciones y nos
guíen en el camino correcto.

Sin más, me despido con un cordial saludo.

45
 Luis García Guerra
Hermano Mayor desde 2015

Estimados hermanos en Cristo. En esta legislatura que tengo el honor de presidir, tenemos la suerte de
celebrar el XXV Aniversario de la refundación de nuestra querida Hermandad. Veinticinco años en los
que ésta ha ido evolucionando poco a poco desde la nada, con lo que iniciamos nuestra andadura hasta
lo poco o lo mucho que hemos conseguido hoy día.

En la actualidad nos encontramos con una Hermandad mucho más consolidada tanto en el
ámbito religioso, con unos cultos sobrios y hermosos, ya que la seriedad no tiene porque estar reñida
con la belleza y el gozo de hacer las cosas bien.

No es fácil ser hermano y mucho menos Hermano Mayor del Santo Entierro, no del nuestro en
concreto, sino de cualquiera de otro punto de Andalucía o España, ya que no es una Hermandad que
atraiga en sí a las personas, ya que está lejos del folclore popular, de las bandas de música o las distintas
formas de andar de los pasos con bonitas “chicotás”. Nosotros somos una Hermandad de negro,
llevamos a Jesús muerto por nuestras calles con su bendita madre de la Soledad llorando tras Él con un
riguroso silencio, respecto y sobre todo con una Fe verdadera, pues si no es con Fe no existe otro
motivo para pertenecer a esta Hermandad.

En 1996 no pudimos hacer nuestra primera Salida Procesional a causa de la lluvia, y este año que
celebramos los veinticinco años tampoco lo hemos podido hacer, y lo que es peor aún, tampoco hemos
podido celebrarlo como nos hubiese gustado.

Pero, ¿quién nos iba a decir que nos tocaría vivir un periodo de incertidumbre e inquietud como
el que desde hace mas de un año estamos atravesando? Nadie, ni siquiera los más pesimistas podían
siquiera intuir que nos azotaría una pandemia mundial que va a marcar, sí o sí, el devenir de nuestro
futuro de forma brusca, casi impredecible. Y por ello no debemos descuidar a los más necesitados, ya
sean por problemas de salud, cuestiones económicas o atender a aquellos cuya vida se ha truncado por
la muerte de algún familiar llegándose a cuestionar incluso el amor de Dios. Para todos ellos las puertas

46
 Fotografía: Andrés J. Alpresa Moreno

de nuestra Casa Hermandad y nuestro Templo estarán siempre abiertos. Enriquezcamos la vida interna
de la Hermandad potenciando los lazos que nos identifican. Ayudemos a quien atraviese malos
momentos, y ofrezcámonos para ayudarle a levantarse. Si lo hacemos, si entendemos que todos
debemos sumar, ello nos llevará a un continuo enriquecimiento a nivel personal y espiritual.
Acerquémonos a nuestros Sagrados Titulares.

Pero a pesar de esta situación, no podemos olvidar que estamos de celebración , que ya llevamos
un cuarto de siglo luchando por mantener viva a nuestra Hermandad, disfrutando de la paz que nos
dan nuestros Sagrados Titulares, y creando nuevas amistades entre personas que antes casi ni se
conocían; amistades que en muchos casos han pasado ha ser lazos casi familiares.

Por eso quiero felicitar a todos nuestros hermanos, a todos aquellos que a lo largo de estos 25
años han permanecido a nuestra Hermandad y que han dado parte de sus vidas por nuestra
Hermandad y Cofradía.

Para terminar, no quiero hacerlo sin insistir en el principal fundamento que nos mueve como
Hermandad: y no es otro que trabajar de forma incansable por potenciar los valores que nos unen
como miembros de una Hermandad. El culto, la caridad, y la vida en torno a Nuestros sagrados
Titulares que deben ser nuestras bases sólidas y cotidianas.

47
HISTORIA

49
 Las hermandades de la Soledad
y las imágenes de Nuestra Señora
Ramón Cañizares Japón
Hoy parece quedar claro, lejos de antiguas
controversias, que las hermandades penitenciales
en Andalucía, y más concretamente las fundadas
en el marco territorial del antiguo Reino de
Sevilla, son “hijas” del Concilio de Trento (1545 -
1563). En nuestra opinión no es plausible
cualquier aseveración publicada, no basada en
documentación cierta, de la existencia de
cofradías antes del concilio tridentino, o en todo
caso previas a la Edad Moderna, pues carecen de
rigor historiográfico precisamente por la ausencia
de textos fidedignos. Corresponde más al auto
ensalzamiento por parte de algunas hermandades,
atribuyéndose de una supuesta y remota
antigüedad, que tienen más que ver con lo
legendario que con la demostración científica de
la investigación. Es obvio que en el Medievo
existían en España agrupaciones religiosas
organizadas por fieles en torno a una imagen de
Cristo, pero lo que entendemos como cofradías y
hermandades penitenciales, en el sentido estricto
que lo son hoy, y que siguen siendo su base
existencial, esto es, con una reglamentación
propia y la celebración de cultos internos y
50
externos, celebrados en la Cuaresma y la Semana
Santa, tienen su origen a mediados del siglo XVI,
como consecuencia del fundamental movimiento
contrarreformista celebrado en la ciudad de
Trento.
Las cofradías de la Soledad y Santo
Entierro en el antiguo Reino de Sevilla
Fruto de Trento surgieron en Andalucía cofradías
penitenciales, fundamentalmente de tres
advocaciones o representaciones pasionales. Las
primeras sin duda giraron en torno a la Cruz y a
Jesús Crucificado, después surgieron las
hermandades que dieron culto al
Descendimiento de Cristo, su Santo Entierro y a
Nuestra Señora de la Soledad, y un tercer tipo de
corporación pasional en la cual la devoción era el
Nazareno con la cruz a cuestas, denominado en
muchas poblaciones simplemente con el nombre
de la cofradía de Jesús.
Verdaderamente estas advocaciones fueron
consecuencia de los misterios de la Pasión más
representados en el Arte desde época medieval,
que fueron ampliándose en el reflejo de lo
referido en los diferentes pasajes evangélicos,
tanto en la metrópoli hispalense como en otras
urbes de entidad y gran población.
Lo que está claro es que el culto a la Vera-
Cruz y a Nuestra Señora de la Soledad son la base
de la religiosidad popular de la Semana Santa en
el antiguo Reino de Sevilla, marco territorial que
se corresponde aproximadamente con las actuales
provincias de Cádiz, Huelva y Sevilla, más la
depresión antequerana, y la comarca, hoy
extremeña, de Fregenal de la Sierra1.
La expansión territorial
Tras el Concilio de Trento, y la fundación en
Sevilla de la Hermandad de la Soledad la
devoción a Nuestra Señora se extendió con
rapidez.
En lo que respecta a Andalucía, según las
noticias históricas que hoy disponemos, las
hermandades primitivas de Nuestra Señora de la
Soledad, surgidas del concilio tridentino son:
Sevilla (1549, hoy en San Lorenzo, con reglas de
1555-1557), Ayamonte (1550, con reglas de
1581), Úbeda (reglas de 1554), Jaén (reglas de
1556), Alcalá del Río (1556, con reglas de 1582),
1
CAÑIZARES JAPÓN, Ramón: Las hermandades de la Soledad y Santo Entierro en el Reino de Sevilla. Sevilla, 2014.
51
Huévar del Aljarafe (1556), Aracena (1558),
Trigueros (reglas de 1558), Utrera (1558, con
reglas de 1560), Osuna (reglas de 1560),
Antequera (1560, con reglas de 1568),
Villacarrillo (1560), Granada (1561), Morón de la
Frontera (1562, con reglas de 1580), Jerez de la
Frontera (reglas de 1564), Lucena (1564),
Mairena del Alcor (reglas de 1565), Constantina
(1565), La Roda de Andalucía (1565), El Puerto
de Santa María (1566), Castilleja de la Cuesta
(reglas de 1567), Marchena (reglas de 1567),
Archidona (1567), Coria del Río (1567),
Sanlúcar la Mayor (Soledad, reglas de 1569),
Carmona (1569), Córdoba (1569), Sevilla (Santo
Entierro, 1570), Camas (1572), Arcos de la
Frontera (1573), Écija (reglas de 1573), Huelva
(1573), San Juan del Puerto (reglas de 1573),
Castro del Río (reglas de 1574), Lebrija (Soledad,
reglas de 1574), Moguer (reglas de 1574), La
Algaba (1575), Cabra (1575, con reglas de 1579),
Niebla (1578), Málaga (1579), Almonte (1580),
Andújar (1580), La Puebla de Cazalla (1580),
Villalba del Alcor (1580), Hinojos (1581), Alcalá
de Guadaíra (1582), Martos (1582), Cantillana
(1583), Guadix (1583), Benacazón (reglas de
1584), Paterna del Campo (1584), Tocina (1586),
Cazalla (1588), Aznalcóllar (1589, con reglas de
1590), Espera (1589), Sanlúcar de Barrameda
(1590), Escacena del Campo (1591), Vélez-
Málaga (1591), Priego de Córdoba (reglas de
1594), Castilblanco de los Arroyos (1595),
Campillos (1595), Conil (1596), Dos Hermanas
(1596), Estepa (1598), Los Palacios y Villafranca
(1598) y La Palma del Condado (1600). Llama la
atención cómo estas hermandades constituyen
mayoría de la totalidad existente actualmente, es
decir, que perviven a pesar de los múltiples
acontecimientos históricos y políticos, aunque es
preciso recordar que las grandes crisis, en las
cuales algunas hermandades desaparecieron,
fueron posteriormente refundadas, para dar lugar
a las actuales corporaciones de la Soledad y Santo
Entierro.
Al igual que en el territorio andaluz el foco
soleano se extendió fuera de la península, al ser
Sevilla puerto y puerta de las Indias. Entendemos
que no está suficientemente resaltado que las
provincias españolas del otro lado del Atlántico,
es decir, los virreinatos de Tierra Firme, de
Nueva España, del Perú, de Nueva Granada y
posteriormente del Río de la Plata recibieron no
solo la cultura y el idioma castellano sino
también la evangelización, y por extensión a las
2
CAÑIZARES JAPÓN, Ramón (Edición y estudio): Soledad universal. Catálogo de la exposición conmemorativa del XXX aniversario fundacional
de Hermandades y cofradías de la soledad. Circulo Mercantil e Industrial de Sevilla, 22 de febrero al 7 de marzo de 2019. Sevilla: Confedera-
ción nacional de Hermandades y Cofradías de la Soledad, 2019.
52
hermandades y cofradías. Los súbditos del rey
en Castilla eran iguales a los súbditos del rey en
tierra novohispanas, en donde el mestizaje fue
absoluto, algo que no sucedió en otras culturas
europeas que protagonizaron una clara
colonización. Igualmente se puede hablar que el
creyente cristiano, en Europa y en América, era
igual ante la figura del pontífice romano. Por
todo ello las hermandades y cofradías
americanas eran un reflejo de las sevillanas,
algunas de la cuales gozaron de gran patrimonio
inmueble y artístico, seguramente consecuencia
del gran nivel de vida y económico de las
grandes ciudades del Nuevo Mundo, como las
metrópolis de México o Lima, superior al de las
principales capitales europeas, sumidas en
guerras, epidemias, escasez y otras penurias.
Tenemos constancia de la fundación de
hermandades de la Soledad poco después del
Concilio de Trento, en la segunda mitad del
siglo XVI en diversos lugares del Nuevo Mundo:
Lima (1571), Cuzco (1578), Guadalajara
(México, 1586), Bogotá (1589) o Quito (1589)2.
 La ceremonia del descendimiento y la
celebración de la Pascua de Resurrección
Estas cofradías de la Soledad y Santo Entierro de
Cristo siguieron unas pautas comunes en lo
relativo al culto externo, que además de la salida
procesional el Viernes Santo realizaban como
acto previo la ceremonia del descendimiento, y
como posterior la celebración de la Pascua de
Resurrección.
Desde su mismo origen, las hermandades
de la Soledad rindieron culto parejo al Cristo
Yacente, como se puede leer en el capítulo XIV
de la regla de la Soledad de Sevilla de 1557,
hecho reafirmado tras la visita realizada a la
ciudad hispalense el 9 de abril de 1568 de
Francisco de Yllesca, alcalde de la recién fundada
Soledad de Marchena, que quería justificar las
prácticas que pretendía reproducir en su
localidad emulando las que se efectuaban en la
metrópoli. Por ello llevó ante escribano público a
un testigo que declaró que el Viernes Santo del
año anterior había visto como llevaron en la
“processión la ymagen de Nro. Señor en un
sepulcro transparente”3. Por otro lado, la
Hermandad del Santo Entierro apareció en
3
GARCÍA DE LA CONCHA DELGADO, Federico: “La devoción de la dolorosa en Sevilla (IV)”. En: ABC de Sevilla. Sevilla, 21 de
marzo de 1988, pp. 35-36.
4
MESTRE NAVAS, Pablo Alberto: “Aproximación a los orígenes históricos de la Hermandad del Santo Entierro y nuestra Señora de
Villaviciosa”. En: Roda Peña, José (Dir.): IX Simposio sobre hermandades de Sevilla y su provincia. Sevilla: Fundación Cruzcampo, 2008, pp.15-
36.
53
Sevilla a principios del tercer cuarto de la
centuria, lo que provocó un enfrentamiento
judicial con la de la Soledad, ya que esta había
denunciado que no podía procesionar otra
imagen de Cristo Yacente. La consumación del
largo pleito (1577-1599) deja entrever que, si bien
el Santo Entierro emuló a la Soledad en la
inclusión del Cristo Yacente, fue aquella la que
introdujo la ceremonia del descendimiento4.
Es especialmente destacable como este acto
del descendimiento se ha mantenido en muchas
cofradías de la Soledad y Santo Entierro, a pesar
de diversas prohibiciones en varias épocas. En la
actualidad, en la marca territorial del antiguo
reino de Sevilla, se sigue representando esta
escenificación en Alcalá del Río, La Algaba,
Archidona, Aroche, Benacazón, Cantillana,
Cartaya, Castilblanco de los Arroyos, Mairena del
Alcor, Marchena, Peñaflor y Trebujena.
Tenemos constancia documental que se
celebró en alguna época en Alanís, Albaida del
Aljarafe, Alcolea del Río, Algeciras, Almadén de
la Plata, Almonte, Alosno, Antequera, Bollullos
Par del Condado, Bornos, Brenes, Las Cabezas
de San Juan, La Campana, Castilleja de la
Cuesta, Constantina, Coria del Río, Dos
Hermanas, Espera, Estepa, Fuentes de Andalucía,
Gerena, Huévar del Aljarafe, Jerez de la Frontera,
Los Palacios y Villafranca, Paterna del Campo, La
Puebla de Cazalla, Puerto Real, El Puerto de
Santa María, Olivares, Pilas, San Roque
(seguramente se celebraba en la ciudad de
Gibraltar), Sevilla y Villaverde del Río.
Otra de las señas de identidad que tipifica a
las hermandades y cofradías de la Soledad y
Santo Entierro es la celebración de la Pascua de
Resurrección. Este hecho ya lo encontramos
documentado en 1575 en el acuerdo5 que la
Soledad de Sevilla concertó con la Casa Grande
del Carmen Calzado para la cesión de unos
terrenos donde construir su capilla, por el cual la
comunidad de este convento se comprometía “en
la mañana de Resurrección de cada un año de
salir a recibir la procesión que los dichos
hermanos hacen desde el monasterio de Nra. S.ª
de la Merced hasta el dicho monasterio [del
Carmen]”6. Efectivamente el 21 de noviembre de
1574 la Hermandad de la Soledad de Sevilla
había contratado con Jerónimo Hernández
(Ávila, 1540 - Sevilla, 1586) “un Cristo de
Resurrección sobre una peana e unas parihuelas
[…] ha de ser de madera de cedro y que sea de
estatura de más de dos varas […] y todo ello lo
daré hecho y acabado en perfección el día de
carnestolendas del año que viene de 1575”7. Esta
imagen procesionó el último cuarto del siglo
XVI, de tal manera que tras la estación de la
Cofradía a la Catedral el Viernes Santo con los
pasos de la urna y de la Virgen de la Soledad, de
nuevo “el domingo de Pascua siguiente con los
clérigos y Cruz de la parroquia llevaban con
mucha solemnidad la imagen de Jesucristo
Resucitado y lo ponían junto a su Madre preciosa
y todo se hacía con notable devoción, reverencia,
frecuencia y estimación que de ello se hacía”8.
Como también sucedió con la ceremonia
del descendimiento esta del encuentro fue sujeta
a prohibiciones, siendo la primera de ellas la que
el Cardenal Niño de Guevara decretó en 1604 al
ordenar que “en las dichas procesiones, antes de
salir, ni después de haber vuelto a las iglesias y
monasterios de donde salen, no se hagan en la
Semana Santa ni en la mañana de la

5
DELGADO ABOZA, Francisco Manuel: “Historia de la Hermandad de la Soledad y el convento Casa Grande del Carmen”. En: Boletín
de las Cofradías de Sevilla. Nº 517. Sevilla, marzo 2002, pp. 90-92.
6
CAÑIZARES JAPÓN, Ramón: La Hermandad de la Soledad. Devoción, Nobleza e Identidad en Sevilla (1549-2006). Córdoba: Editorial
Almuzara, 2007, p. 632.
7
LÓPEZ Martínez, Celestino: Desde Jerónimo Hernández a Martínez Montañés. Sevilla: Tipografía Rodríguez, Giménez y Cía., 1929, pp. 224-
225.
8
SÁNCHEZ GORDILLO, Alonso: Religiosas estaciones que frecuenta la religiosidad de Sevilla con adiciones del canónigo don Ambrosio de la
Cuesta y del copista anónimo de 1737. Edición de Jorge Bernales Ballesteros. Sevilla: Consejo General de Hermandades y Cofradías, 1982.
p. 170.

54
Resurrección representaciones conviene a saber
andando con la imagen de Nuestra Señora
alrededor del claustro y de los pilares de él,
buscando a su precioso hijo que le dicen que ha
resucitado, ni bajando el Cristo de la Cruz para
enterrarle, ni usando en esto, ni en la adoración
de la Cruz el Viernes Santo ni en los demás
oficios de la Semana Santa de más ceremonias de
las que muy nuestro Santo Padre Clemente
Octavo en el ceremonial nuevo ha mandado
guardar”9. Esta desautorización eclesiástica sobre
la representación de las ceremonias del
descendimiento y del encuentro, además del
largo pleito con la Hermandad del Santo
Entierro, debió ser la razón por la cual a inicio
del siglo XVII desparecieron en la primitiva
cofradía de Sevilla las efigies de los Cristos
Yacente y Resucitado, así como la Virgen de la
Alegría, quedando como titular única la imagen
de Nuestra Señora de la Soledad.
En Sevilla, además de la Soledad, la
Cofradía del Santo Entierro el “domingo, día de
Pascua de Resurrección, muy de mañana, se
ponía en aquel lugar del jardín del convento de
San Pablo sobre el mismo sepulcro, la imagen
de Nuestro Señor Resucitado […]” que regresaba
en procesión al oratorio de Colón acompañado
de sus hermanos10.
9
Constituciones del Arzobispado de Sevilla, hechas y ordenadas por el Ilustrísimo y reverendísimo Señor don Fernando Niño de Guevara, Cardenal y
Arzobispo de la S. I. De Sevilla. En el sínodo que celebrose en su Cathedral año de 1604. Sevilla, 1604.
10
SÁNCHEZ GORDILLO 1982, 167.
55
Esta imagen primitiva de Cristo Resucitado
en Sevilla, se encuentra desaparecida, aunque no
obstante se conserva otra coetánea perteneciente
a la Soledad de Arcos de la Frontera, pues el 4 de
julio de 1575 “Pedro de Heredia escultor vecino
de Sevilla, en la collación de la Magdalena”
concertó con “Leonís de Ayllón vecino de la
ciudad de Arcos de la Frontera, hermano de la
Cofradía y Hermandad de Nuestra Señora de la
Soledad” para ejecutar para dicha Corporación
“un Xpto. de Resurrección de madera […] de
ocho cuartas y el grueso sea conforme fuere
menester en perfección a la dicha altura”, con
una serie de condicionantes como que el “Xpto.
lleve la mano derecha levantada y el pie derecho
delante conforme a la mano y la mano izquierda
con su estandarte y su Cruz como convenga”.
Igualmente quedaba incluido en el contrato “el
sepulcro donde ha de ir el Xpto […] de media
vara de altura e cinco cuartas de vara de longura”,
aunque si pareciera oportuno podría aumentarse
a ocho varas pagando Leonís de Ayllón la
diferencia, y además debía adecuarle unas
“parihuelas para que se puedan llevar en los
hombros […]”, siendo el acuerdo económico final
de 50 ducados, acordándose entregar la mitad al
acabar la talla y el resto a la finalización de la
obra policromada y completada a satisfacción de
la Hermandad. Esta imagen se conserva en el
cuerpo superior del altar de la Última Cena de la
parroquia de San Pedro de Arcos, aunque en la
actualidad ha perdido su carácter procesional,
pues fue sustituido en la salida del Domingo de
Pascua por el Niño Jesús de la Hermandad del
Dulce Nombre de dicha localidad11.
Otra efigie de Cristo Resucitado
documentado que se conserva de esta primera
época, aunque tampoco procesiona en la
actualidad, es el de la Hermandad de la Soledad
de Alcalá del Río, contratado el 5 de enero de
1587 a Juan Bautista de Aguilar “escultor de
figuras de bulto”12.
En el territorio del antiguo reino de Sevilla,
de autoría anónima, gubiados en este primer
periodo de existencia de hermandades soleanas o
en época barroca, son las imágenes de Cristo
Resucitado de las hermandades de la Soledad de
La Algaba, Bollullos de la Mitación, Dos
Hermanas, Gerena (de tamaño menor al natural
conocido como El Niño; fue sustituido en 1989
por el Cristo de la Paz), Hinojos (que protagoniza
el encuentro con la Magdalena primero y con la
Virgen de la Soledad después), Huévar del
Aljarafe, Los Palacios y Villaverde del Río.
En esta ceremonia a la efigie de Cristo
Resucitado le acompañaba una imagen de la
Virgen en actitud gloriosa, que en el caso de la
Soledad de Sevilla, en su origen del siglo XVI,
hay que señalar que existían dos esculturas
diferentes: “Primeramente la imagen de nuestra
señora de la Soledad de tristeza que está en el
altar mayor de la capilla de esta Cofradía / yten la
imagen de la madre de Dios de alegría”13. La
efigie desapareció a final del siglo XVI.
De esta primera tipología, es decir, la
existencia de una segunda efigie además de la
titular Dolorosa de la Soledad, se conserva la
conocida como Nuestra Señora del Resucitado de
la Cofradía de la Soledad de Arcos de la
Frontera, a la que se da culto en uno de los
altares laterales de la capilla de dicha Cofradía,
sita en la parroquia arcense de San Pedro,
aunque en la actualidad no procesiona. Caso
único, y por ello especialmente destacable, es el
de Nuestra Señora de las Alegrías titular de la
Hermandad de la Soledad de Bollullos Par del
Condado, que continúa procesionando el
Domingo de Resurrección por la mañana, bajo
palio de malla y terciopelo azul, después que la

11
PÉREZ REGORDÁN, Manuel: “Arcos de la Frontera. La Soledad”. En: Semana Santa en la Diócesis de Jerez. Tomo II. Sevilla: Editorial
Gemisa, 1988, pp. 155-158.
12
LÓPEZ MARTÍNEZ, Celestino: “Materiales constructivos de imágenes en talleres sevillanos del siglo dieciséis”. En: Revista Calvario.
Sevilla, 1951; JIMÉNEZ ZAMORA, Felipe: “Escritura de la Imagen de Cristo Resucitado”. En: Boletín informativo Hermandad de la Soledad
(Alcalá del Río, Sevilla). Nº 41, Alcalá del Río, 2010, p. 12.
13
CAÑIZARES JAPÓN, Ramón: “El inventario de 1597 de la cofradía de la Soledad”. En: Boletín de las Cofradías de Sevilla. Nº 465.
Sevilla, 1997, p. 47.

56
Dolorosa de la Soledad lo haya hecho el Viernes
Santo, bajo palio negro.
Otra tipología de imagen sería la que
denominaríamos como hechuras de doble rostro
como el caso de la Soledad de Niebla, escultura
desaparecida también en los sucesos iconoclastas
del verano de 1936. Esto queda claro en el
contrato que se firmó con Gaspar del Águila en
1578 donde se especificaba que debía de “tener
dos cabeças, la una para de tristeza y la otra ha de
ser para de alegría, de tal manera que se puedan
quitar e poner”14, que claramente deja entrever
cómo serían intercambiadas el Viernes Santo y el
Domingo de la Pascua de Resurrección.
Una última tipología, y mayoritaria, es la de
la misma Virgen Dolorosa advocada de la
Soledad la que efectuaba (y sigue haciéndolo en
algunas localidades) una segunda salida
procesional el Domingo de Pascua, ataviada con
ajuar glorioso diferente a la manera que lo ha
hecho dos días antes. Así que la Dolorosa
procesiona bajo palio, vestida para la estación del
Viernes o Sábado Santos generalmente con saya y
manto negros, y atributos pasionarios tales como
la corona de espinas y clavos en sus manos, y de
nuevo sale el Domingo de Pascua, esta vez en
andas generalmente descubiertas, ataviada por lo
14
LÓPEZ MARTÍNEZ, Celestino: Desde Martínez Montañés a Pedro Roldán. Sevilla: Tipografía Rodríguez, Giménez y Cía., 1932, p.
57
común con ráfaga y media luna a los pies. Es éste
el hecho singular de algunas hermandades
soleanas cuyo uso ha perdurado: Albaida (al
menos desde 1876), La Algaba, Castilleja de la
Cuesta, Cazalla de la Sierra, Coria (Los abrazos),
Gerena (bajo palio uno de cada dos años,
acompañando al Resucitado), e Hinojos (Los
abrazos). Esta salida de la Virgen el Domingo de
Resurrección ha desaparecido, aunque se tiene
constancia documental de que se efectuaba, en
Alanís (hasta el siglo XIX), Dos Hermanas (hasta
1972), Espera, Huévar del Aljarafe (acompañó al
Cristo Resucitado hasta la década de 1950) y
Sevilla.
Devoción e iconografía de
Nuestra Señora de la Soledad
Desde la Edad Media, en la religión cristiana, la
Virgen María se fue asentando como una
devoción profunda, tanto en el Oriente como en
Occidente, por ser una figura humana más
accesible al pueblo respecto a la Divinidad.
Como expresión de esta devoción cabe resaltar la
plasmación del rosario y el rezo del Ave María
por parte estamento popular, mientras que los
salmos eran cantados en las celebraciones
litúrgicas por frailes y canónigos. Así surgieron las
oraciones marianas entre las que cabe destacar el
Salve Regina, cuya creación se atribuye al monje
Hermann Contractus, fallecido hacia el año
1054. Sin embargo, quizás la plegaria que mayor
influencia tuvo en la formación de una
iconografía específica fue el Stabat Mater, creado
según parece por el fraile franciscano Jacopone
da Todi, no mucho antes de su muerte sucedida
en 1306. Este poema escrito en lengua latina se
compone de una secuencia de diez pares de
estrofas de tres versos, y se convirtió en la base
que llevaría al modelo iconográfico de los
Dolores y Soledad de María, no sólo en la
pintura y en la escultura, sino que incluso
apareció un género musical específico que
cultivaron los más grandes autores del
Renacimiento y del Barroco.
Con esta base se realizaban determinados
ejercicios piadosos como fue el caso del Sermón
de la Soledad que se celebraba en la tarde del
Viernes Santo, aunque no fue hasta 1727 cuando
se oficializó el viernes anterior al Domingo de
Ramos como fiesta concreta que conmemoraba
los Siete Dolores de la Virgen. Posteriormente,
en 1817, se eligió como segunda fecha el día 15
de septiembre para evocar los Dolores de Nuestra
Señora.
Con estas consideraciones previas y tras
desarrollarse determinadas iconografías que
15
LABARGA GARCÍA, Fermín: “La Soledad de María”. En: Scripta de María. Serie II. Nº II Torreciudad, 2005, pp. 371-396.
58
suscitaron determinadas devociones cristianas,
como la Vera Cruz y el Descendimiento, o la
Piedad y Angustias de la Virgen, apareció un
nuevo tema religioso y artístico: los Dolores y la
Soledad de María.
La base evangélica de este género la
encontramos en la profecía de Simeón, que en la
ceremonia de la Purificación celebrada cuarenta
días después del nacimiento de Cristo, tras la
bendición a José y a María, se dirigió a Ella
diciéndole: “a tu misma alma la atravesará una
espada; para que se revelen los pensamientos de
muchos corazones” (Lucas, 2:35). Este hecho,
plasmado en las estrofas iniciales del Stabat
Mater: Cujus animam gementem / contristatam ac
dolentem / pertransivit gladius, es decir, “Su alma
quejumbrosa, apesadumbrada y gimiente,
atravesada por una espada”, que sería luego
idealizada en el Arte, en la pintura o en la
escultura, con los siete puñales atravesando el
corazón de María.
La clásica representación de la Virgen sola
al pie de la Cruz tuvo sus variantes, arrodillada o
de pie, con las manos abiertas o entrelazadas,
sujetando la corona de espinas, los clavos o el
pañuelo; y algunos autores manifiestan el
diferente tratamiento del modelo en España15.
La aparición de las primeras reglas de la
Soledad de Sevilla en los fondos de Villanova
University de la ciudad estadounidense de
Filadelfia, del estado de Pensilvania, datadas en
1557, ha desvelado una posible iconografía
original en la marca territorial del antiguo reino
de Sevilla, es decir, las actuales provincias de
Cádiz, Huelva y Sevilla. En dichos estatutos se
presentan dos iluminaciones, una de Cristo en el
sepulcro y en la otra, y principal, una
representación de la Virgen sola, al pie de la Cruz
donde cuelga el sudario y remata el INRI, con los
tres clavos esparcidos sobre el monte Calvario,
pero con el gran interés de presentarse la Señora
sentada, cual Piedad pero sin el Hijo, con la
sábana ensangrentada en su regazo, con las
manos abiertas, sosteniendo con la derecha la
corona de espinas, agrupándose pues, en esta
iluminación, los símbolos pasionistas que las
hermandades soleanas adoptaron posteriormente en
sus escudos oficiales.
Esta singular iconografía se presenta
también en la iluminación que presentan las
reglas de 1560 de la Soledad de Utrera, que se
hallan en el Archivo Histórico Nacional y en la
copia que del estatuto sevillano se realizaría para
el gobierno de la Soledad de Lima en el siglo
XVII. Podemos encontrar aún imágenes de la
Soledad sentadas al pie de la Cruz, en Granada y
Valladolid, entre otros lugares16.
16
CAÑIZARES JAPÓN, Ramón: Las antiguas reglas de la Hermandad de la Soledad de Sevilla. Sevilla: Hermandad Sacramental de la Soledad,
2014.
59
Las primitivas imágenes de
Nuestra Señora de la Soledad
Las imágenes de Nuestra Señora de la Soledad,
esculpidas a partir de la creación de sus
hermandades, es decir, a partir de la mitad del
siglo XVI, son las primeras dolorosas
procesionales del antiguo Reino de Sevilla y
siguen una tipología característica común.
Aún con lo arriesgado de establecer
hipótesis, entendemos que algunas imágenes
existentes pudieran ser las titulares primitivas de
varias corporaciones, eso sí, con el peso de un
sinfín de restauraciones e intervenciones, que en
determinados casos han desfigurado en parte su
inicial morfología. Varias de estas efigies
conservan esos rasgos comunes como son la
frontalidad, el hieratismo, los párpados caídos, la
boca cerrada, el cuello de tambor, y por supuesto
el hecho de que todas son efigies de candelero.
Estas estructuras que conforman el talle y
cuerpo de las imágenes se impusieron quizás por
la influencia de la Soledad del convento de la
Victoria de Madrid, escultura contratada como
imagen de vestir. En un reiterado relato, y en
nuestra opinión excesivamente resaltado, se
señala como cuando Isabel de Valois
(Fontainebleau, 1546 - Aranjuez, 1568) tercera
esposa de Felipe II, encargó al pintor y escultor
de la corte Gaspar Becerra (Baeza, 1520- Madrid,
1570) la ejecución de una escultura que
“representaba muy al vivo las Angustias y Soledad
de la Virgen”, según modelo de un cuadro traído
por ella de Francia. Después de dos intentos
fallidos se terminó la efigie, pero a la hora de
ataviarla y ante la dificultad de encontrar el modo
de hacerlo, se decidió seguir la sugerencia de una
de las camareras de la reina, la condesa viuda de
Ureña, y vestirla con túnica blanca cerrada y larga
hasta los pies, toca blanca al estilo monjil
alrededor de la cabeza y manto negro amplio, es
decir como las viudas nobles de la época, siendo
puesta al culto en septiembre de 1565. Es
necesario recordar cómo antes de esa fecha ya
existían hermandades, y con plena seguridad
imágenes de la Soledad en Andalucía, por lo cual,
establecimos en su día cierta hipótesis en la cual
recaíamos en la visita de Felipe II en 1570 a la
Ciudad de Sevilla y en concreto a la imagen de
Nuestra Señora de la Soledad17, a la cual vería ya
revestida, seguramente en virtud de la moda
procedente de la corte madrileña ya relatada. Sin
embargo, la imagen sevillana era con gran
probabilidad una figura de bulto redondo en su
origen, con ropajes de talla. Tanto la imagen que
hoy se venera en la parroquia de San Lorenzo de
17
PASTOR TORRES, Álvaro: “La Soledad y Ferlipe II” en ABC de Sevilla. Sevilla, 14 de marzo de 1994, p. 56.
18
GARCÍA DE LA CONCHA 1998, 35-36.
60
Sevilla, como otras primitivas del Reino de
Sevilla, conservan en el torso restos polícromos
que apoyan esta hipótesis. Estas imágenes serían
por entonces revestidas; mutiladas y adaptadas a
un candelero.
Otra argumentación que apunta a esta
conjetura está precisamente en la imagen de
Virgen Dolorosa más antigua documentada en la
marca territorial del Reino de Sevilla, pues la
Soledad de Marchena fue contratada en el año de
la real visita de 1570 (aunque entregada en 1574)
con Gaspar del Águila “para vestida” y es preciso
recaer que sólo dos años antes el alcalde de esa
recién fundada Hermandad, Francisco de
Yllescas, apareció en Sevilla el “Viernes de
Ramos” (9 de abril de 1568), y buscó testigos que
habían visto en los años anteriores a la Soledad
de Sevilla, de manera que le permitieran justificar
las innovaciones que pretendía adoptar con su
nueva Cofradía, asegurando uno de ellos ante
escribano público que en Sevilla “ha visto que ha
sacado siempre la Ymagen de Nuestra Señora de
dolor”18, posiblemente ya vestida. De esta
manera, como imagen de vestir, se contrató la
efigie de la Soledad de Marchena, por lo que si
nos atenemos al hecho que la Corporación
marchenera emuló absolutamente a la de la
metrópoli hispalense en todos sus aspectos:
reglas, Cristo Yacente, armaos, paso de la Cruz, es
plausible pensar que la Soledad de Sevilla ya se
revistiera en 1568, siendo por tanto la actual imagen
anterior a esta fecha.

Además de la Dolorosa de Marchena sólo

dos imágenes primitivas están documentadas, en
concreto la Soledad de Archidona obra del Diego
de Vega en 1578, y la Soledad de Cantillana
contratada en 1583 a Juan de Santamaría. Todas
las demás efigies que delimitamos dentro de esta
época son de autor desconocido, y aunque como
hemos advertido han sufrido numerosas
intervenciones, entendemos como esculpidas
originalmente en la segunda mitad del siglo XVI
las Soledades de Albaida, Alcalá del Río, La
Algaba, Antequera, Arcos, Castilleja de la Cuesta,
Coria, Dos Hermanas, Espera, Estepa, Gerena,
Huévar, Tocina y Villamartín, aunque reiteramos
en la notoriedad de fuertes intervenciones y
restauraciones sobre todo en algunas de ellas.
Nuestra Señora de la Soledad, de Villamartín.
Fotografía: Andrés J. Alpresa Moreno

61
 Apuntes para la historia de la Hermandad
Juan José Gómez Vidal

Las Cofradías de Semana Santa son el producto de la propia religiosidad del pueblo, alentadas por el afán
catequizador de la autoridad eclesiástica católica, sobre todo, a partir del Concilio de Trento. Abordamos desde este
capítulo, la historia de una de las cofradías más antiguas de la localidad de Villamartín basándonos en el estudio
de las fuentes impresas, archivísticas y la actividad reformadora sobre todo en tiempos del rey Carlos III. Los siglos
XIX y XX constituirán un cambio en la idiosincrasia y fisionomía de esta hermandad, que teniendo que adaptarse
a las vicisitudes de los tiempos y los acontecimientos extraordinarios a nivel general, acabará derivando en una
cofradía distinta en pleno siglo XXI.

La aproximación a los orígenes y comienzos de Ante la escasez de fuentes a nivel local, es

las organizaciones cofrades cercanas a la etapa
fundacional de la localidad van aportando una
serie de conclusiones que en unos casos aportan
sentido a los mencionados orígenes
fundacionales y en otros, a las características de la
religiosidad popular villamartinense.
El uso adecuado a la hora de construir la
historia de las fuentes es el que nos va a permitir
la constatación, verificación y en su defecto,
también la negación de los diversos hechos
históricos que han marcado el devenir histórico
de Villamartín. Un manual de historia o un
documento por sí, no pueden ser una fuente
única, puesto que en su defecto ya están
manipulados e interpretados por su autor.
importante valorar y seleccionar la información,
ya que por muy abarcable que consideremos
nuestra explicación del pasado en ningún
momento nos acercaremos con nuestras
valoraciones a lo que realmente pudo
ocurrir o darse en toda su dimensión. No se trata
por tanto de valorar y recopilar ingentes
cantidades de documentación puesto que esa
dimensión lleva de forma inexorable a un
falseamiento de la propia historia.
Me atrevo a plantear una visión de la
explicación de la historia local en la vertiente
humana y devocional, partiendo de que la
historia en sí es el descubrimiento de una serie de
vínculos, del análisis de los mismos que de forma

62
intrincada, dan forma y unen a los distintos
procesos y fenómenos que se dieron entre los
primeros vecinos, cada uno de ellos con sus
correspondientes antecedentes, inmediatos o
lejanos, pero sin duda con sus consiguientes
hechos.
Con esta aportación no pretendemos otra
cosa que acercarnos al conocimiento de la
realidad fundacional de esta asociación de índole
religioso y su devenir en el transcurso de los
siglos XVI, XVII, XVIII, XIX y XX.
A día de hoy es esencial poder plantear la
cuestión de las Hermandades de tipo pasional y
cuál fue su verdadera realidad histórica dentro
del contexto fundacional de la localidad. Realizar
una valoración de todas las fuentes bibliográficas
que a día de hoy existen, facilita notablemente el
acercamiento a este fenómeno en una pequeña
localidad, recién nacida, del reino de Sevilla en
1503.
Es cierto que el bagaje de determinados
historiadores, digamos “consagrados” junto a la
aparición de un nutrido grupo de jóvenes
investigadores que se han interesado por estos
fenómenos de religiosidad popular y
asociacionismo religioso ha aumentado el
63
conocimiento que sobre las Hermandades y
Cofradías de pasión se tenía, y por consecuencia
se ha ampliado la capacidad de difusión real de
este conocimiento al resto de investigadores y
estudiosos del fenómeno.
Los aspectos que rodean a este tipo de
asociación religiosa son innumerables puesto que
permiten en una investigación abarcar
numerosos contenidos de diversos tipos.
Valorar su patrimonio ornamental, su
imaginería, la arquitectura de sus sedes canónicas
son un hecho en sí que aumenta el interés del
investigador, puesto que de su conocimiento
podrá extraer la conformación no sólo social sino
también devocional y religiosa que un grupo de
personas experimentaron en los inicios de la
localidad.
Es de justicia abordar que la historiografía
existente referente a Hermandades de esta
naturaleza es importante puesto que
encontramos obras de referencia que nos abren
un abanico de posibilidades a la hora de plantear
hipótesis que posteriormente se podrán aceptar o
sencillamente descartar. Aunque escasa, la
historiografía local al respecto aporta
determinados matices interesantes en este
sentido.

José Luis Villalonga1, en su obra Hacer un
muy buen pueblo, desgrana todas las circunstancias
históricas y sociales que vinieron a coincidir en el
área del campo de Matrera desde el siglo XIII
hasta bien entrado el siglo XVI, lo que otorga al
investigador un notable conocimiento sobre los
temas sociales, políticos y económicos que
rodearon el nacimiento del núcleo poblacional
de Villamartín, tanto en el aspecto repoblador
como en todo el análisis general que de la
población realiza en sí, y que facilita de sobre
manera tener un esqueleto, base o estructura
donde proceder al planteamiento de hipótesis a
la hora de enfocar la presente investigación.
No lejos de este estudio se encuentran las
valoraciones que al hecho de las características
jurídicas o históricas de las cofradías
penitenciales realiza Braulio Díaz Sampedro2, que
también pueden ayudar a valorar el fenómeno en
toda su dimensión.
Nos encontramos a primeros del siglo XVI
con un contexto fundamentalmente efervescente
respecto de la aparición de cofradías de tipo
pasional. Podemos advertir sus funcionalidades,
sus advocaciones, sus lugares de culto, incluso el
origen social de sus miembros, que a través de las
diferentes reglas o normas que se dieron se puede
valorar y apreciar. El siglo XVI supuso por tanto
un aumento de este tipo de manifestaciones, y en
concreto para Villamartín la aparición de diversas
de ellas, que lentamente fueron vertebrando el
panorama cofrade de la localidad. Son los
momentos e inicio de las primeras
manifestaciones públicas facilitadas por la llegada
de las primeras imágenes, y por ende, las
primeras estaciones penitenciales, aderezadas y
caracterizadas por hermanos de cortejo,
flagelantes, de sangre, de luz, todo ello bien visto
y advertido incluso por la autoridad eclesiástica
del momento puesto que hasta el mismo
Concilio de Trento3 que facilitó en sus sesiones4
y doctrinas el aumento exponencial de las
cofradías de tipo pasional como modo de
catequización general de la población.

1
Villalonga, José Luis: “Haçer un muy buen pueblo”: Del Campo de Matrera a Villamartín. Análisis de un proceso repoblador en la
banda morisca del Reino de Sevilla. 1256-1503. Universidad de Sevilla, Sevilla 2016.
2
Díaz Sampedro, Braulio: La investigación Histórica y Jurídica de las Cofradías y Hermandades de Pasión en Andalucía. Foro. Nueva Época
Núm. 14/2011, pp 195-222. Madrid 2011.
3
Concilio de Trento, Sesión XXV de 4 de Diciembre de 1563 influirá esencialmente la Real Cédula de 12 de julio de 1564
promulgada por Felipe II.
4
Calderón Berrocal, M. C.: Las Fuentes para el estudio de las Cofradías de Semana Santa en el Archivo General del Arzobispado de Sevilla.
Actas III Congreso Nacional de Cofradías de Semana Santa. Córdoba, 1997.

64
 Una vez iniciado el desarrollo de estas
asociaciones durante el siglo XVI5, serán los siglos
XVII y XVIII los que más esplendor y desarrollo
de la puesta en escena de la catequesis publicas
aporten. El barroco será un importante estimulo
para ellas, facilitando todo tipo de aportaciones
de tipo ornamental en sus desfiles que
desembocarán incluso en desordenes. No
obstante su presencia ya será una constante en la
localidad, e independientemente de los
momentos de mayor o menor esplendor,
presencia o ausencia, hermandades como las que
son objeto de nuestro estudio vertebrarán
innegablemente la religiosidad popular de la
localidad.
La existencia y pervivencia en el tiempo de
esta antigua cofradía ha ido inexorablemente
unida a la presencia franciscana en la localidad.
Comunidad seráfica y cofradía han ido de la
mano durante el espacio que va desde el siglo
XVI al siglo XIX. El siglo XX va a ser la centuria
en la cual, ante la inexistencia de una comunidad
religiosa y debido a los cambios sociales, políticos
y cofrades, quedará desligada esa unión de
carácter centenario.
5
Aranda Doncel, Juan: Breve historia de la Semana Santa, Sarriá. Málaga 2001.
6
Archivo Municipal de Villamartín (en adelante AMV). Correspondencia, Siglo XIX-XX. Comunicaciones e Invitaciones de Asistencia a
la Estación de Penitencia a la Autoridad Municipal.
65
Durante la investigación no hemos podido
advertir la presencia de reminiscencias de tipo
litúrgico, literario o de otra índole que dieran
veracidad a la existencia de dicha corporación.
Desde la óptica interna de la propia
cofradía, la inexistencia de fuentes documentales
hasta prácticamente los inicios del siglo XXI
tampoco ha facilitado el camino. Sólo pequeñas
reseñas de tipo oficioso6 que se conservan en el
Archivo Histórico Municipal de Villamartín nos
han aportado alguna luz al respecto. No sólo los
diversos expedientes de correspondencia sino
también los de obras y servicios o de intervención
han facilitado en alguna forma nuestra
investigación, aunque no han copado ni
vertebrado la posibilidad de llevar a cabo la
averiguación y confirmación de hipótesis
concretas y cercanas a la estructura y organización
de esta cofradía.
El Archivo Histórico Nacional, será el
enclave donde la búsqueda de información tuvo
su mayor premio y aportación a nuestro trabajo,
no sólo del enclave religioso sino cofrade, al
existir localizadas y digitalizadas la mayor parte de
las fuentes que a día de hoy hemos podido
manejar y estudiar para llevar a cabo el presente
trabajo. Estas fuentes se componen de un legajo
suelto y tres libros7.
Con respecto a la existencia de fuentes en
el Archivo de la Iglesia Parroquial de Santa María
de las Virtudes hay que realizar una serie de
consideraciones previas. La desvinculación de la
fábrica documental de ambos entes ha conllevado
la presencia de dos fuentes archivísticas, cada una
de ellas con las connotaciones y características
propias, por lo que salvando la existencia de
documentación aislada a nivel económico
(censos, tributos o gastos) o jurídico (ubicación
del espacio conventual durante el siglo XVII) o
procesionales (a partir de 1639), es escasa la
información que hemos podido confirmar en el
mismo.
Por el contrario, en el Archivo General del
Arzobispado de Sevilla (AGAS), a través de sus
expedientes e índices generales, hemos podido
enfocar el objeto de nuestro estudio y concluir
con la existencia veraz de la cofradía a través de la
consulta se las secciones de desamortización,
vicaría general, justicia, hacienda, etc.
7
Archivo Histórico Nacional (en adelante AHN): Sig. CLERO-SECULAR REGULAR, L. 2139/2132 (años:1674-1835). Convento de
Santa Cruz de Villamartín (Cádiz). Franciscanos Menores Observantes. CLERO-SECULAR REGULAR, 1762 (años: s. XVII-XIX).
8
Archivo Histórico Provincial de Cádiz (en adelante AHPC): Sig. Protocolos Notariales. Leg. 862 de 5 Noviembre de 1552. Notario
Esteban de Zárate.
66
Por su parte, el Archivo Provincial de
Sevilla (AHPS) tiene su principal aporte y fuente
de información en los protocolos notariales y en
las transacciones económicas realizadas al
respecto; no obstante, actualmente no hemos
podido acceder a una aportación documental
referentes a la factura o la fábrica en todas las
variantes referentes a la cofradía.
En cuanto al Archivo Provincial de Cádiz
(APC), que alberga un importante fondo notarial
sobre Villamartín, si nos ha sido de un enorme
valor a aportarnos la referencia histórica de
mayor calado, que no es otra que la primera de
las fechas de las que tenemos constancia de la
existencia de la cofradía8.
El Archivo Histórico de la Venerable
Orden Tercera (AHVOT) nos ha aportado el
mayor cúmulo de información al respecto, sobre
todo la referida a la presencia seráfica en la
localidad, sus diferentes ubicaciones y su
continuidad histórica, quedando el Archivo
General de Hacienda (AGH) en sus expedientes
de Desamortización General (1832-1835),
Catastro de Ensenada (1749-1760) e Informes
Económicos (1769-1800), que ha ofrecido más
nítidamente la organización, estructura e ingresos
de la cofradía.
 La aportación bibliográfica al respecto es
muy importante para el estudio en cuestión, pues
el abanico, en este sentido, es también
importante y extenso. El conocimiento que
podemos extraer de la consulta de los bularios y
decretos pontificios nos pueden aproximar muy
cercanamente a la labor e implantación no sólo
de la orden seráfica en la localidad sino también
a la presencia y testimonio de la cofradía9.
Cualquier documento que proviniese de Roma
será importantísimo a la hora de valorar la
historia de la presencia conventual franciscana y
de la cofradía ya que nos va a abrir la posibilidad
de valorar sus orígenes de forma muy precisa10.
A nivel general, también hemos de centrar
nuestra atención a la hora de valorar el origen de
la presencia seráfica en la localidad en los propios
historiadores de la orden, que además de
recopilar los episodios históricos de la orden
fueron coetáneos a los mismos y eso ha facilitado
enormemente la comprensión de los hechos
históricos que investigamos. Entre las obras más
importantes, destacar la realizada por Francisco
Gonzaga11 que abarca la historia general de la
misma para después centrarse en los conventos y
monasterios. De igual modo, y más cercana a
nuestro objeto de estudio está la obra del Abad
Pérez que destaca la vinculación y lazos de unión
del mundo seráfico y el alcantarino, siendo
muestra de ello una importante variedad de
razonamientos que la hacen esencial para
comprender el significado e implantación de la
Venerable Orden Tercera en la localidad y su
vinculación con la cofradía12.
Otro importante trabajo a la hora de
encontrar información y reseñas sobre la
implantación de la Venerable Orden Tercera en
la localidad es la consulta de la obra de L.
Amorós que detalla de forma cuantitativa la
presencia y existencia de los conventos y núcleos
religiosos en España en el siglo XVIII13.
Los trabajos de Martínez de Vega, Mª E.
sobre los conventos franciscanos encuadrados en
el Archivo Iberoamericano14 y los referidos a las
cofradías de Veracruz y Santo Entierro de

9
García de la Herán Muñoz, María del Carmen: Una aproximación a la Bibliografía Básica para el Estudio del Franciscanismo en Andalucía.
Actas III Congreso Nacional de cofradías de Semana Santa. Córdoba, 1997.
10
Archivo General Arzobispado de Sevilla (en adelante AGAS). Sección Justicia y Hermandades, Leg. 979, Expte 15 Fs 3-39. 25 de Mayo
1799, Remisión de Reglas de la Cofradía y su Restablecimiento por Bula Pontificia de Inocencio XIII.
11
Gonzaga, Francisco: De origine Seraphicae Religionis Franciscanae eiusque progressibus, de Regularis Observantiae institutione, forma
administrationis ac legibus, admirabilique Rius propagatione. Roma, 1587.
12
Abad Pérez, A (OFM): “El espíritu franciscano en la Institución Alcantarina”. Confer 14, Madrid 1968, Págs. 289-310
13
Amorós, L (OFM): Estadística de los conventos religiosos de las provincias franciscanas de España en 1768. Archivo Iberoamericano Año XVI,
Nº 64, Madrid. Padres Franciscanos, 1956. Págs. 421-444.
14
Martínez de la Vega, Mª E: Los conventos Franciscanos Observantes en el Archivo Iberoamericano. Cuadernos de Historia Moderna 17.
Madrid, Universidad Complutense 1996. Págs. 151-174

67
Sánchez Herrero, J., han facilitado el trabajo de
comprensión de la realidad religiosa concreta que
emanaba de ambas organizaciones15.
Para la comprensión de la presencia
franciscana, sobre todo el proceso repoblador de
la baja edad media en el área del Reino de
Sevilla, la valoración de una presencia
espontánea, los primeros asentamientos su
institución y reformas es esencial, como fuente
bibliográfica, el trabajo de Miura Andrades, José
María16.
Sobre los asentamientos y la extensión de la
orden y su influencia en la espiritualidad popular
y las cofradías es esencial la consulta de la obra de
Chacón Cabello, Enrique que pone en valor esa
irradiación e implantación de la misma ubicando
cronológica y geográficamente todos los espacios
conventuales de Andalucía17.
Por añadidura, la opinión de Cuenca
Toribio, José Manuel al respecto de la Iglesia
andaluza en general y el franciscanismo y las
cofradías durante la edad moderna es esencial,
pues nos va a permitir centrar y enfocar los
entornos socio-económicos y de mentalidad
existentes en las áreas de repoblación del Reino
de Sevilla18.
No obstante, uno de los mejores estudios
que pueden servirnos de columna vertebral para
analizar el fenómeno y el impacto real de la
presencia franciscana y las cofradías de Veracruz,
Santo Entierro de Nuestro Señor y Nuestra
Señora de la Soledad es el trabajo realizado por
Ramírez González, Sergio que estudia toda la
implantación y simbología de los conventos
franciscanos en el área de Málaga, aunque
también se adentra en todo el área del reino
hispalense19.
Finalmente, será el Padre Ángel Ortega con
su trabajo concreto sobre nuestra localidad el que
arroja cierta luz, que una vez comprobada de
forma documental a nivel de fondos archivísticos
y capitulares municipales, nos ha permitido
extraer una idea real de la situación fundacional
tanto de la orden como de la cofradía20.

15
Sánchez Herrero, J (Dir): Las Cofradías de la Santa Veracruz, Sevilla. Ceira-Universidad 1995. Págs. 127-162.
16
Miura Andrades, José María: Franciscanos en el Reino de Sevilla durante la Baja Edad Media. Actas III Congreso Nacional de Cofradías de
Semana Santa. Córdoba, 1997.
17
Chacón Cabello, Enrique: El Franciscanismo Andaluz: Extensión e Irradiación. Actas III Congreso Nacional de Cofradías de Semana Santa.
Córdoba, 1997.
18
Cuenca Toribio, José Manuel: La Iglesia Andaluza y el Franciscanismo en la Edad Moderna: Una Aproximación. Actas III Congreso Nacional
de Cofradías de Semana Santa de Córdoba, 1997.
19
Ramírez González, Sergio: Málaga Seráfica. Arquitectura, Patrimonio y discurso Simbólico de los Conventos Franciscanos (1485-1835). UMA,
Málaga, 2006.
20
Ortega, Ángel: Convento de San Francisco de Villamartín. Provincia de Andalucía. Revista Archivo Iberoamericano. Año XX, T. 36, Madrid
1933

68
 La aportación de las investigaciones de La diferenciación entre Hermandad y
Esther Fernández de Paz21 con su diferenciación Cofradía. La expansión de la devoción y
sobre la terminología entre Hermandad y
religiosidad popular.
Cofradía, los estudios Mª del Rosario López
Bahamonde o José Mª Miura Andrades e Isabel
Conocemos cómo de forma coloquial a menudo
Montes-Romero Camacho22 acerca de la tipología
se suele hacer uso de una terminología concreta
de hermandades creadas hasta finales del siglo
para referirnos a la asociación devocional de una
XVIII en el área de la Andalucía Bética o las
serie de personas. Los términos Hermandad y
aportaciones concretas del profesor José Sánchez
Cofradía son los que comúnmente se vienen
Herrero23 sobre la Semana Santa andaluza en la
utilizando para hacer mención a esa unión de
modernidad, nos han encaminado a poder
seglares que dedicados a fomentar el culto
vislumbrar ciertamente cómo y de qué forma se
público llaman así a sus organizaciones, y
forjó la hermandad de nuestra localidad, siendo
aunque la propia Real Academia puede y de
los estudios de Inmaculada Arias de Saavedra o
hecho identifica los dos términos, existe una
de Francisco Espinosa de los Monteros.
corriente de historiadores que hacen especial
Finalmente, será el siglo XVIII uno de los
mención a ambos, matizándoles y buscando su
siglos con mayor presencia de la cofradía en si en
diferenciación de significado. Este hecho
la localidad, siendo esencial, junto a las fuentes
podríamos estudiarlo desde muchos puntos de
documentales, las aportaciones realizadas en sus
vista, aunque serán especialmente tres los que
respectivas investigaciones por Juan Manuel
nos den una aproximación real a su diferencia.
Navarro Domínguez24, Inmaculada Arias de
Saavedra y Miguel Luis López-Guadalupe
Muñoz25.

21
Fernández de Paz, Esther: Discusiones Terminológicas sobre Hermandad y Cofradía. Fondo Municipal de Cultura. San Fernando, 1992.
Págs. 161-167.
22
López Bahamonde, Mª Rosario (Otros): Los Cuatro Tipos Diferentes de Cofradías de Semana Santa, desde su fundación hasta la crisis de
finales del siglo XVIII en la Andalucía Bética y Castilla. Actas I Congreso Nacional de Cofradía de Semana Santa. Zamora, 1988. Págs.
259-304
23
Sánchez Herrero, José: Las Cofradías de Semana Santa durante la Modernidad. Siglos XV a XVIII. Actas I Congreso Nacional de
Cofradías de Semana Santa. Zamora, 1988. Págs. 27-68.
24
Navarro Domínguez, J. Manuel: Rentas Desamortizadas a las Hermandades en la provincia de Cádiz a mediados del siglo XIX. Gremios,
Hermandades y Cofradías. Tomo II. San Fernando 1992. Págs 145-166.
25
Arias de Saavedra, Inmaculada y López-Guadalupe Muñoz, Miguel Luis: Cofradías y Ciudad en la España del siglo XVIII. Ediciones
Universidad de Salamanca. Studia Historica, Historia Moderna 19, Págs. 197-228

69
 Desde una óptica simultánea podríamos
comprender que el uso del término hermandad
se encuentra ligado a las asociaciones de seglares
católicos, que al amparo de las reglas que cada
uno hayan podido darse para su gobierno tienen
como principales cometidos las obras
asistenciales o caritativas y el dar culto público de
forma anual a su devoción particular. El
procesionar de forma pública, y que así este
ordenado en su propia legislación canónica es lo
que las convierte además en cofradías. Por tanto,
podemos inferir que toda cofradía si puede
considerarse hermandad, pero que a la inversa,
no todas las hermandades pueden ser cofradía26.
Si nos aferramos a este planteamiento
observaremos como la historiografía ha
considerado como cofradía a cualquier
hermandad que hiciese estación penitencial en
una época o momento temporal determinado.
Podríamos incluso en este aspecto incluir a las
hermandades de romeros e inclusive a las que no
realizan estación penitencial de forma pública.
Realmente, para el caso concreto de
nuestra localidad, el término cofradía se queda
circunscrito a las Hermandades que realizan
estación de penitencia, fundamentalmente por la
interrelación que existe en su propia naturaleza u
26
Fernández 1992. Op. Cit. Pp. 161-167
27
http://www.vatican.va/archive/ESL0020/_INDEX.HTM Código de Derecho Canónico Promulgado por la Autoridad de Juan Pablo
II, Papa. Roma, 1983.
70
origen fundacional. Además, es muy importante
destacar desde el punto de vista antropológico
como las hermandades y cofradías locales se
basan en un mayor arraigo temporal y sobre todo
en su capacidad de mayor movimiento de
personas frente a otras entidades más
circunscritas a el interior de los templos. Y es que
ese movimiento humano que abarcan durante su
actividad anual no solo se circunscribe al hecho
en sí, sino que también supone la integración de
áreas urbanas, barriadas o grupos concretos de
personas. Esto de por sí, ha generado a lo largo
de toda la historia cofrade local un sin fin de
rivalidades, sobre todo motivadas por el
fenómeno de la identificación individual de cada
cristiano con una advocación o entidad concreta,
generando en sí, una caracterización muy especial
en cada una de ellas, dotándolas de una
identidad y por tanto configurándolas como
referentes muy concretos para quienes se
incorporan a las mismas.
Pero independientemente de la tipología
que cada una de nuestras hermandades y
cofradías ha ido adquiriendo a lo largo de 5 siglos
todas coinciden en algún comúnmente esencial,
un aspecto legal proveniente del Derecho
Canónico27 que pone especial atención a que
tanto las hermandades como las cofradías tienen
que estar sustentadas en su aprobación eclesial,
aprobación que desde 1604 con la Constitución
Quicumque de Clemente VIII y la de 1610 de
Paulo V Quae Salubriter28 daban el respaldo de
aprobación mediante el expreso consentimiento
del ordinario de cada lugar, aprobación que venía
ya siendo exigida desde el Concilio de Arles en
123429 y que incluso el Concilio de Trento30 la
examinó y acepto en las formas en su sesión
XXII.

El propio Derecho Canónico hace una

división clara y exacta, pues en su Canon 707 da
una descripción muy exacta sobre las
agrupaciones de fieles que se erigen para una
finalidad concreta en base a la caridad, por lo que
las cataloga como “Pías Uniones”, que si además
están organizadas orgánicamente se
denominarán hermandades. Éstas, que además
de esa naturaleza originaria se vinculan a la tras todos los postulados del Concilio de Trento,
realización del culto público se les significa con el provocó un choque natural entre la concepción
nombre de cofradía. Para esto, la propia jerarquía ortodoxa de la jerarquía y la concepción más
eclesial es mucho más estricta en los requisitos, ya emotiva y popular del pueblo por lo que los
que tanto en el Canon 706 como en el 689 da choques y enfrentamientos por la injerencia de la
todas las premisas necesarias para la erección jerarquía en la organización de las mismas ha
correcta de una hermandad y cofradía. Bajo este sido una constante a lo largo del devenir de los
prisma y al amparo del Canon 1290 y sobre todo siglos.

28
http://www.vatican.va/offices/papal_docs_list_sp.html Constituciones Papales. Roma. Siglos XV-XXI.
29
Beralt, B: Historia General de la Iglesia (13 Tomos). Traducida por Epifanio Díaz Castañeda Iglesias. Madrid, 1852.
30
Prosperi, Adriano: El concilio de Trento: Una Introducción histórica. Junta de Castilla y León. Ávila, 2008.

71
 De todo ello, extraemos la existencia en
nuestra localidad de una serie de tipología de
Hermandades y cofradías que se adhieren o
identifican con tres grupos esencialmente,
Sacramentales, de Gloria o de Penitencia distinguidas
dependiendo el fundamento de su culto: la
Eucaristía, una Advocación Mariana o bien a la
Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.
Desplegada su existencia encontramos en
nuestra localidad la siguiente tipificación o
clasificación de las mismas de forma temporal y
cronológica31: las Sacramentales serán la
Hermandad del Santísimo Sacramento o del
Corpus Christi (Siglo XVI), Hermandad de Luz y
Vela (Siglo XVIII), de Advocación ó Gloria la
Real e Ilustre Hermandad de Nuestra Señora de
las Montañas Coronada (Siglo XX), Hermandad
de San José (Siglo XVII), Hermandad de San
Pedro (Siglo XVII), Hermandad de Ntra. Sra. del
Rosario (Siglo XVIII), Hermandad de San
Gregorio (Siglo XVII), Hermandad de la Pura y
Limpia Concepción (Siglo XVI), Hermandad de
Nuestro Padre Jesús en su Entrada Triunfal en
Jerusalén y Nuestra Señora de los Reyes (Siglo
XX) Hermandad de las Benditas Ánimas del
Purgatorio (Siglo XVII), Hermandad de Nuestro
Padre Jesús Resucitado y Santa María de las
Virtudes (Siglo XX) y Penitenciales como son la
Real e Ilustre Hermandad, Antigua y Venerable
Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y
María Santísima de los Dolores (Siglo XVI), la
Hermandad de Stmo. Cristo de Veracruz, Santo
Entierro de Nuestro Señor y Ntra. Señora de la
Soledad (Siglo XVI), la Hermandad de Nuestra
Señora de las Angustias y Stmo. Cristo de la
Veracruz (Siglo XIX), la Hermandad de Nuestro
Padre Jesús de los Reyes y Nuestra Señora de los
Reyes (Siglo XVI), la Hermandad de San Antonio
(Siglo XVII) y la recientemente erigida en el siglo
XXI, conocida popularmente como la
Hermandad del Prendimiento.
Una vez realizada toda la anterior
valoración y adentrándonos en nuestra
investigación en sí, es muy importante destacar
que desde los inicios del siglo XVI nuestra
localidad tuvo en su vida cotidiana no sólo la
presencia de los religiosos32 sino también de las
cofradías, partiendo de este fenómeno una
importante extensión en todos los ámbitos de la
localidad y creciendo de forma notable durante el
reinado de Felipe II como máxima expresión de
las directrices emanadas del Concilio de Trento33.
En ellas, el laico del siglo XVI encontrará una de

31
Gómez Vidal, Juan José: Aproximación a la Historia de la Hermandad del Nazareno de Villamartín. Almajar, Revista de Historia, Arqueología
y Patrimonio de Villamartín y la Sierra de Cádiz. Nº 1, Ayuntamiento de Villamartín, Mayo 2003. Págs. 166-190.
32
Villalonga 2016. Op. Cit.
33
Arias de Saavedra (otros) Op. Cit. Pp. 197-228.

72
las pocas vías para poder inmiscuirse en la vida
diaria, participar de lo social y en la Iglesia,
profundamente jerarquizada y con poco espacio e
interés a la participación popular en la vida
religiosa, bien sea dicho, que esto facilitaba
enormemente el fomento de la confesionalidad
del estado y que benefició notablemente el
avance de la defensa de la doctrina y la religión,
convirtiendo este fenómeno social en una de las
bases fundamentales de la sociedad local que a su
vez explican el fenómeno de la extensión y el
crecimiento de estas hermandades y cofradías.
Por todo ello, podemos inferir que el pueblo, su
religiosidad popular y sus propias ideas o
costumbres van a quedar en todo instante sujetas
a lo dictaminado34 por el ordinario de lugar
correspondiente, de forma muy ortodoxa,
valorándose la moralidad en todos los actos y
teniendo como única vía segura su espiritualidad
controlada. Las hermandades y cofradías de la
localidad es evidente que nacen y van
desarrollándose pero siempre bajo un férreo
control eclesial35 que reafirma su poder
jerárquico sobre ellas y mantiene un orden o
“status” muy marcado y definido, siendo los
diferentes provisores, vicarios, visitadores, cleros
parroquiales quienes tengan y asuman el
verdadero control de las mismas, amén de la
incorporación de laicos de preponderancia
económica y social que articularan el brazo
efectivo de ese poder eclesial en estas
organizaciones. Este avance de la pastoral post
Trento, las manifestaciones de exaltación
religiosa y de presencia social de lo católico es
una fórmula esencial de la iglesia local para el
control de los fieles36.

34
AMV Sig. 0025-0056. LAC: Años 1588-1700. Sesiones de Cabildo. La Parroquia interviene directamente en la ubicación espacial
de la nueva fábrica para el convento de los franciscanos terceros.
35
Archivo Histórico Municipal de Sevilla (en adelante AMS). Sec. XV., Pap. May. 1503, caja 91, nº 186, fols. 130 r.-131 v. (r.761, fots.
484r.-486r.) Mandamiento del Cabildo a Rodrigo de Ballesteros, mayordomo, ordenándole comprar, en presencia de Rodrigo
Cataño, jurado y procurador mayor, y de los contadores, todo lo necesario para que el clérigo que ahora se envía a Villamartín pueda
celebrar misa ante los vecinos y pobladores de la villa. Ac. : Cuenta de las compras hechas para la iglesia de Villamartín, sumando un
total de 13.166 mrs. El Clero regulariza en la primitiva Iglesia de la Encarnación.
36
AMV: Sig. 0025-0056, LAC: Años 1588-1700 (1598/26/01). Elección de Santa Ana como Patrona de la localidad.

73
 SIGLO XVI

LA DEVOCIÓN A LA VERACRUZ
Y LA RELACIÓN CON LA VENERABLE
ORDEN TERCERA EN LA VILLA

75
Estudiar una cofradía penitencial del siglo XVI
infiere, casi en la mayoría de los casos
remontarnos al siglo XV puesto que será el
estadio cronológico a partir del cual
constataremos fuentes documentales y de archivo
que nos den certeza sobre la génesis de éstas,
siendo las hermandades de Veracruz las más
noveles en su aparición. Para extrapolar nuestra
tesis de unión durante los siglos XVI, XVII,
XVIII y XIX de la devoción a la Veracruz y al
misterio del Santo Entierro de Nuestro Señor y
Nuestra Señora de la Soledad, tendremos
inexorablemente que partir desde el inicio
fundacional de la villa, los primeros
asentamientos eremitas emanados incluso desde
la Carta Puebla37 y a su vez realizar un análisis
detallado y exhaustivo de la religiosidad aportada
por la comunidad seráfica en Villamartín y cómo
ésta fusionó y a su vez separó esa trilogía de
titulares entorno a la misma hermandad. Es
importante reseñar al respecto, que, como he
mencionado previamente respecto a la presencia
religiosa desde la Carta Puebla, conocemos la
presencia de un templo, y por tanto de la
institución eclesiástica, mínimamente desde
1505, que ya manifiesta su presencia ante la
petición de su ampliación para la inhumación de
fallecidos38, hecho que se constata en 1513
cuando se abandona el mismo para trasladarse a
la que a día de hoy es la fábrica de Santa María
de las Virtudes, que ya en 1.524 presenta el
servicio de sacramentos como el bautismo. Esa
primera y originaria construcción, bajo la
advocación de la Encarnación39 quedó relegada a
un segundo plano, prácticamente a ermita, que
con el paso del tiempo estará en un estado
lamentable para albergar la presencia de alguna
comunidad. Sin embargo, el 27 de Julio de 1.598
el arzobispado de Sevilla insta a la comunidad de
terceros el uso y ocupación de esa iglesia,
indicando el propio Padre Fray Bernardino
Mendez, provincial de la Orden que los frailes se
alojen y ubiquen en las zonas menos dañadas y
deterioradas40.
En el Cabildo de 18 de Abril de 159341 la
villa solicitó albergar de forma permanente la
presencia de frailes para el alivio del alma de los
pobladores. Previamente, ya había solicitado la
villa la presencia asistencial a los Hermanos de

37
Poley y Poley, Antonio: Carta Puebla de Villamartín. Ayuntamiento de Villamartín, 1995. Págs. 14-30. Reedición de los Apuntes para la
Historia de Villamartín de la obra Cádiz y su Provincia, publicada en Sevilla en 1901, págs. 322-327.
38
Villalonga 2016. Op. Cit. Pp. 148.
39
Ortega 1933. Op. Cit. Pp. 224.
40
AMV: Sig. 0025-0056. Años 1588-1700 L.A.C. (Libro Actas Capitulares, 1598 27/07).
41
AMV: Sig. 0025-0056. LAC: Años 1588-1700 (Libro Actas Capitulares, 1594/04/18). Petición del Cabildo de la villa de contar con un
convento de frailes para la atención cristiana de la localidad. Los dominicos aparecen como una opción y se dicta viajar a Sevilla a valorar
la misma o la presencia también de la comunidad franciscana. Posiblemente ya presentes en la villa, de una forma u otra desde 1513.

76
San Juan de Dios que en Febrero de 1.587
reciben el traspaso de las casas albergue
regentadas por la Hermandad de la Pura y Limpia
Concepción42. Para ello se dota a emisarios para
que en su visita al Arzobispado Hispalense éste
valore la posibilidad de asentar en la villa a una
comunidad religiosa que atienda dichas
necesidades. Dos son las comunidades religiosas
que litigarán por estar en dicha petición: la
dominica, primera de las valoradas para dicho
hecho (en este sentido habría que valorar su
presencia en la villa a través de la devoción a San
Jacinto, del que incluso hay constancia material y
arqueológica de una capilla propia)43 y en
segundo lugar la franciscana. Dicha petición es
constatada a nivel bibliográfico por los escritos
del Padre Ángel Ortega, que pese a la dificultad
que el mismo autor encuentra a la hora de
analizar las fuentes certifica la petición del
cabildo al Capítulo Provincial en dicha fecha
como la “aceptación por ese Capítulo de la
petición dirigida al mismo desde Villamartín44.
En la misma investigación de este autor indica
explícitamente la dificultad documental para
recopilar las fuentes ya que solo tiene acceso han
desaparecido o están en mal estado de
conservación y sólo queda un legajo con el título
“Convento de Villamartín” en el Archivo Provincial
de San Buenaventura de Sevilla a la fecha de
su trabajo e investigación. En este contexto
inicial, con una incipiente y joven parroquia, que
ha pasado de su advocación a la Encarnación a
Santa María de las Virtudes en el primer cuarto
del siglo XVI y donde desde ya en el primer tercio
de siglo se asienta una comunidad asistencial,
conducida por los hermanos de la Pura y Limpia
Concepción, que, partiendo de las carencias e
inconvenientes materiales y económicos que
coetáneamente vivían regentan una especie de
hospital45 que posteriormente cederán la regencia
del mismo a la Orden Hospitalaria de San Juan
de Dios, dadas las circunstancias sanitarias y
especiales que vivía la propia villa en 1587. Esta
presencia de la Orden de San Juan de Dios,
alejada del contexto cofrade, facilito a través del
trabajo de sus hermanos, y en concreto del
llevado a cabo por Fray Juan Pecador y su
ayudante Fray Alonso Durán, la reconstrucción
no sólo de ese espacio asistencial y convertirlo en
hospital46, sino que además se llevo a cabo la

42
Archivo Iglesia Parroquial de Villamartín (en adelante AIPV) Leg. Copia Legalizada de la Transferencia del Hospital a la Orden de San
Juan de Dios. 1587.
43
Véase el remate del Altar del Tránsito en Santa María de las Virtudes donde constatamos la Heráldica franciscana, aparecida en 1998
durante la restauración del Altar de Santa Ana en su zona inferior o de sustento. Dicho altar se ubica concretamente en la nave del
Rosario del templo, reducida en dimensiones dados los problemas de sustento que presenta la fábrica a mediados del siglo XVI.
44
Ortega, 1933 : Op. Cit. Pp. 225.
45
Álvarez Benítez, José Manuel: Villamartín, Cuatrocientos años después. Caja San Fernando de Sevilla y Jerez, 1998. Pág. 9
46
AHN: Sig. CLERO-SECULAR REGULAR, L. 2139/2132 (años: 1674-1835) Convento de Santa Cruz de Villamartín (Cádiz).
Franciscanos Menores Observantes. CLERO-SECULAR REGULAR, 1762 (años: s. XVII-XIX).

77
erección de un templo cuya advocación fue a la
Purísima Concepción, con una importante
devoción dentro de la localidad, siendo un
recinto que albergaba camas en número de 8 y el
espacio conventual, siendo su mantenimiento y
subsistencia el emanado de la generosidad y
donaciones particulares, labradores que
aportaban una fanega de trigo anual de la
cosecha. Este espacio sufrió las leyes
desamortizadoras del siglo XIX, concretamente
las del trienio liberal y fue suprimido en 1.824,
no superando la posterior desamortización de
1.83547.
Valorado este contexto, hemos de partir a
nivel general, y valorar la fundación de las
distintas hermandades de Veracruz, constatando
que la enorme mayoría de las mismas fundadas
en el ámbito occidental del Reino de Sevilla
emergieron durante el siglo XVI como hemos
venido apuntando, siglo XVII y XVIII, según las
circunscripciones, salvando notablemente la ya
conocida desde 1380 y mejor documentada
como es la de Sevilla, que procesionó por
primera vez en 1468. Es importante destacar que
para realizar una ubicación precisa y cronológica
de la fundación y existencia de hermandades de
la Veracruz hemos de atender a la sincronía de
éstas y la relativa importancia del lugar donde se
fundan48. No obstante todas las hermandades y
cofradías cercanas al punto cronológico
fundacional de la localidad mantienen unas
dinámicas y características comunes, que pese a
ser generales en muchos puntos geográficos,
también la dotan de una singularidad especial.
Desde el punto de vista jurídico, las
hermandades y cofradías de la villa carecen en sus
inicios en su totalidad de reglas escritas y
prácticamente no será hasta finales del siglo
XVIII, durante el reinado de Carlos III cuando se
regularicen algunas de las existentes, llegándose
incluso en nuestra localidad a principios del siglo
XX, finales de éste o incluso albores del siglo
XXI49.
A nivel ubicación canónica, vamos a
encontrar durante el siglo XVI diferentes
ubicaciones de las mismas. Mientras que la de
Veracruz se ubica en la antigua ermita o iglesia de

47
Real Decreto de 11 de octubre de 1835 suprimiendo los monacales. Gaceta de Madrid núm. 292, de 14 de octubre de 1835, pág. 1157.
48
Sánchez Herrero, José (Dir.): Los cuatro tipos diferentes de Cofradías de Semana Santa, desde su fundación hasta la crisis de finales del
Siglo XVIII en la Andalucía Bética y Castilla. I Congreso Nacional de Cofradías de Semana Santa. Zamora, 1988. Págs. 259-304.
49
AGAS: 25/05/1799. Remisión de las Reglas de Veracruz, hermandad de Ánimas Benditas y Cofradía de Luz y Vela. Sección Justicia-
Hermandades. Legajo 979, Expte. 15, Fols 3-39.

78
la Encarnación, la de Jesús Nazareno ya lo hace
desde 1.525 en la Capellanía del Dulce Nombre
de Jesús, fundada por Martín Álvarez de
Bohorques50 en la Parroquia de Santa María de
las Virtudes, al igual que la Hermandad del
Santísimo Sacramento o la de la Pura y Limpia
Concepción que lo hacía en diferentes albergues
o casas dispersas en el núcleo urbano de la
localidad.
Desde la óptica de la indumentaria o
hábito, no ha llegado hasta nuestros días
muestras o vestigios, ni a través de grabados,
pintura o cualquier otro soporte que nos de
pistas o nos acerque a la forma de ataviarse de
estos hermanos. Si al contrario, podemos conocer
a través de notas sueltas en los libros de cuenta o
incluso en soportes más heterodoxos los días de
la estación de penitencia, siendo éstos los más
recurrentes el miércoles y el jueves santo51.
Iconográficamente, si podemos albergar la
esperanza de reconocer las diferentes imágenes
que procesionaron, que salvando el tiempo si se
han conservado en la gran mayoría en los
templos de la villa. Es muy importante en este
aspecto destacar que la imagen del Santísimo
Cristo de la Veracruz, atribuida tradicionalmente
por sus características escultóricas a Roque
Balduque (* 1500- + 1561) no aparece en los
inventarios seráficos o testamentos hasta bien
entrado el siglo XVII para ya estar plenamente
identificada en el siglo XVIII, por lo que
desconocemos su autor. No así, con la imagen de
Nuestra Señora de la Soledad o la sepulcral que si
lo hacen, siendo la imagen de la Señora
atribuida, por sus características iconográficas y
escultóricas, a una desaparecida en Huelva
durante los acontecimientos de 1936-193952.
Con respecto a la sepulcral, será hasta pleno siglo
XX común el uso de la imagen articulada, en
principio, una de corto valor, de tela encolada,
que producto del deterioro desapareció durante
la década de los años 70 del siglo XX, siendo su
lugar ocupado por la conocida de las “Aguas”,
cuya autoría se atribuye a Juan de Oviedo53,
autoría que no podemos atestiguar y confirmar
documentalmente pese a contar con notas
archivísticas previas a las que en 1679 realizó el
vicario Francisco Álvarez Maldonado con el
maestro escultor Francisco Dionisio de Ribas54
ante el escribano Bernardo García para el altar

50
AIPV: Sección Legajos. Nota de 1.853 sobre la disputa por la antigüedad en la villa para presidir el Corpus Christi: “en relación a lo
que solicita tengo a contestarle que se fundó en 1525 en la Capilla del Dulce Nombre de Jesús por Martín Álvarez de Bohorques” (…)
51
AIPV: Libros Sacramentales de Defunciones. Notas al final de los mismos sobre gastos y cuentas desde 1.639 en adelante.
52
Martín Macías, Antonio: Francisco de Ocampo. Maestro escultor (1579-1639). Universidad de Sevilla. 1980.
53
Palomero Páramo, Jesús: El retablo sevillano del Renacimiento. Análisis y evolución (1560-1629), Sevilla, 1983.
54
Linares Rodríguez, Antonio: Retablo Mayor de Santa María de las Virtudes. Revista de Feria y Fiestas de San Mateo. Ayuntamiento de
Villamartín, 1986. Págs. 22-30.

79
mayor de Santa María de las Virtudes. El 2 de
Marzo de 1577 el Mayordomo del Arzobispado
de Sevilla concertó con Juan de Oviedo “El
Viejo”55 la realización del retablo principal de la
Iglesia. Sus fiadores fueron Jerónimo Hernández
y Gaspar de Águila, teniendo un plazo de entrega
de 2 años, corriendo la escultura a cargo de los
mencionados Juan de Oviedo “El Viejo” y
Jerónimo Hernández. Pese a todo ello esta
factura se canceló ya que en 1601 Juan de Oviedo
“El Mozo” llegó al compromiso de realizarlo por
una suma de 5.000 ducados y una entrega en 5
años, “a lo más largo y en quattro si pudieren”56.
Sin embargo, y a pesar de todo ello, no hay
constancia de su factura y habría que esperar a
1679 para que se procediese al contrato y fabrica
del actual, ampliado posteriormente en su venera
y laterales por el escultor jerezano Matías Navarro
ya durante el siglo XVIII. Valorado este hecho,
solo podemos ofrecer la hipótesis de que el
conocido como “Cristo de las Aguas” fue titular
de esta Hermandad durante el periodo final del
siglo XX, siendo sustituido por una nueva factura
que es la que actualmente conocemos como
Cristo Yacente.
Recorriendo esas características esenciales
de las cofradías originarias del siglo XVI de la
villa, y centrándonos en los aspectos puramente
económicos, todas, y en especial esta de Veracruz
no posee durante dicho siglo, si bien muy al final,
algún bien de naturaleza urbana o rústica que le
aportará una vía de cuotas económicas a través de
determinados censos o gravámenes, siendo de
destacar que los que posteriormente tendrá serán
desamortizados respectivamente en 1798 y en
1836. No obstante durante el siglo XVI su
sustento principal provendrá de los diferentes
donativos emanados de las predicaciones
cuaresmales que sus miembros realizan y que
eran atendidos económicamente por el cabildo
municipal57.
Lúdicamente, son pocos los datos que
tenemos al respecto en el estudio de la
documentación e incluso de las actas capitulares,
reservándose ese espacio cronológicamente a
finales del siglo XVI y concretamente a la
festividad del Corpus Christi58.
Un rasgo común a todas las cofradías de la
villa, y que posteriormente analizaremos en

55
Gómez Vidal, Juan José: Los Retablos Mayores de la Iglesia de Santa María de las Virtudes. Revista de Feria y Fiestas de San Mateo.
Ayuntamiento de Villamartín. 1994. (Obra sin paginar).
56
Romero de Torres, Enrique: Catálogo de los Monumentos Históricos y Artísticos de la Provincia de Cádiz. 11 volúmenes. Ministerio
de Instrucción Pública y Bellas Artes. Madrid, 1934.
57
AMV: Sig. 0033 (LAC) 1604. Sesión de 4 de abril que indica la contratación como predicador cuaresmal por la necesidad de la
comunidad seráfica al Padre Francisco de Buytrago.
58
AMV: Sig. 0028 (LAC) 1596: Preparativos para la festividad del Corpus Christi con la contratación de Comedia y Ministriles.

80
detalle es el declive y la crisis que todas ellas
sufrirán en el siglo XVIII, mas bien en unos casos
por la dejadez de sus propias obligaciones
canónicas que por las circunstancias políticas,
económicas y sociales59. La nueva incursión de
espiritualidades diferentes y manifestaciones
externas lejanas a los orígenes de éstas las aíslan
de su labor asistencial y junto a ello la mentalidad
del nuevo siglo las aísla en su critica del exceso.
Todo ello, aumentado por los descensos
demográficos provocados por las epidemias y las
constantes pestes que sufre la villa durante el
periodo que transcurre desde 1588 a 167660
hacen que las cofradías llegado el siglo XVIII
arriben exhaustas en todos los sentidos.
Para adentrarnos concretamente, una vez
valorado todo el entorno del siglo XVI que rodea
al nacimiento de la Hermandad de la Veracruz en
la villa, hemos de partir que se trata de las
asociaciones de seglares más antiguas de la
península y en su defecto de las que más amplia
extensión y difusión se tiene.61 Estas cofradías,
bien bajo la advocación de la Veracruz y Nuestra
Señora de los Dolores o de la Soledad, como es
sabido mantienen el culto a la Cruz, proveniente
sobre todo desde el siglo IV momento en el que
Santa Elena, madre del emperador romano
Constantino logró encontrar la verdadera Cruz
de Cristo, aunque no será hasta los albores de la
baja edad media cuando los seguidores de San
Francisco, que tenían la custodia de los santos
lugares difunden esta devoción, coetáneamente a
la Sangre de Cristo o a la Inmaculada
Concepción de la Virgen María. Aunque estas
corporaciones no mantuvieron una relación
directa con las disciplinantes que surgieron en la
Península Itálica durante el siglo XIII y que se
expansionaron durante los siglos XIV y XV si
tienen en común muchas características
esenciales con las “Confraternitas” italianas de
los siglos XV y XVI.
En Andalucía occidental y más
concretamente en el área correspondiente al
Arzobispado de Sevilla fueron apareciendo desde
finales del siglo XV, arropadas
fundamentalmente por los entornos seráficos62, y
aunque en sus orígenes solo constituían
pequeños embriones que realizaban el culto a la

59
Sánchez Herrero, José (Dir): Los Cuatro Tipos diferentes de Cofradías de Semana Santa, desde su fundación hasta la crisis de finales del
Siglo XVIII en la Andalucía Bética y Castilla. I congreso Nacional de Cofradías de Semana Santa. Zamora 1988. Págs. 259-304.
60
AMV: Sig. 0028-0035 (LAC)( Cabildos referentes a la Peste desde 1587 a 1676.
61
Mesenger, J.: O.F.M.: Las Cofradías de la Veracruz. Documentos y Notas para su historia. Archivo Iberoamericano, Enero-Junio 1968. Nº
109-110. Págs. 199-123
62
Germán Rubio, P. : Las Relaciones entre las Cofradías de Pasión y los Franciscanos. La Custodia Franciscana de Sevilla. 1953. Págs, 665-668.

81
Cruz y asistían a los pobres fueron
desarrollándose durante el siglo XVI hacia las
manifestaciones públicas de fe.
Si bien la vieja Castilla ofrece unos datos
cuantitativos con trece cofradías fundadas en el
siglo XVI, nuestro área arroja datos fundacionales
que abarcan los siglos XVI, XVII y XVIII que
superan el numero de las anteriores y que
abarcan todo el ámbito religioso y espacial
dependiente del Arzobispado de Sevilla: Sevilla,
1380; Aznalcázar 1538; Carmona 1550 ó
Villamartín en 155263, fecha de la que tenemos
por primera vez noticia e nos lleva a valorar su
previa existencia, ya que incluso Castilleja de la
Cuesta la tiene desde 1478 o el propio
Benacazón desde 1511.
En una primera etapa o proceso que
abarcaría hasta la propia mitad del siglo XVI la
fundación de las Cofradías de Veracruz fueron
fundamentalmente realizadas en ciudades que
servirán de núcleo difusor y extensor a otras
pequeñas, siendo Sevilla la gran metrópoli
irradiadora de este fenómeno y abarcando la
totalidad de lo que le correspondía
territorialmente por Reino y por Arzobispado.
Será a partir de la segunda mitad del siglo XVI
cuando se alcance la totalidad de lo
anteriormente expuesto.
63
AHPC: Protocolos Notariales de Villamartín. Leg. 4, Notario Antonio Quebrado, 1552.
82
Un hecho que no debemos dejar pasar es la
cuestión de las Reglas Canónicas, una cuestión
nada baladí que configuró no solo al general de
cofradías del siglo XVI, pero que en el caso de la
de Villamartín fue especialmente importante.
Aunque la Hermandad de Veracruz de la villa
contará con borradores o cierta guía jurídica para
su gobierno, ésta debía contar con la
cor res pondiente apr obación ecles ial.
Independientemente de que el Arzobispado
Hispalense era quien daba ese respaldo oficial,
habrá un hecho muy importante a partir de la
llegada del Rey Carlos III, puesto que la
autoridad civil intervendrá directamente en la
regulación y normativa de las diferentes
hermandades de la villa, incluida la de Veracruz.
En 1776 se le ordenaba a todas que entregaran
sus reglas para su revisión con el objetivo de
suspender y disolver a aquellas que no contasen
con la aprobación real y en su defecto el Consejo
de Castilla. Éste es el núcleo en sí de nuestra
investigación, el momento y detalle en el cual,
ante la imposibilidad de subsistir
independientemente la Hermandad de Veracruz
por un lado y la del Santo Entierro de Nuestro
Señor y Nuestra Señora de la Soledad por otro,
acometen esa fusión, que si ya de por si era
evidente desde finales del siglo XVII, ahora es
jurídicamente oficial. Por este hecho, en el que
muchas de ellas desaparecieron, ésta de nuestra
villa logra sobrevivir pues se libra de su
eliminación ya que el Consejo de Castilla la
considera apta en sus fines y actuaciones. Por
ello, su remisión de Reglas la realiza en
cumplimiento de la Real Orden el 25 de Mayo de
1799, quedando aprobadas y respaldadas por la
Bula Pontificia del Papa Inocencio X. En el
preámbulo de las mismas, al que fortuitamente
hemos llegado a encontrarnos casi por accidente,
pues sirve de contraportada para el forrado de
algunos libros capitulares municipales que se
realizo durante los siglos XVIII y XIX, leemos:
“No debemos tener presente otra cosa más que el
asunto (…) nuestra salvacion y, para ello es el medio
mas eficaz la meditación y (…) muerte de nuestro
divino Jesus y para conseguir este (…) de Maria
Santisima y contemplación de los augustos dolores que
(…) su alma en la dolorosa pasion de su amado hijo
estas (…) movieron sin duda a nuestros mayores para
hacer (…) inmemorial la cofradia de la Veracruz y
soledad de maria existiendo a este fin una decente
capilla como instituto (…) a la vista de los fieles los
dias Jueves y Viernes Santo (…) crucificado y su
doloroso entierro y a maria santisima en la mayor
manera (…) tormentos que angustiaron su alma
haciendo pública estacion de penitencia por las calles
de esta villa consiguiendo por mayor fomento de la (…)
64
AMV Sig. 0053-0054 (LAC) 1687-1692. Contraportada. Preámbulo de Reglas 24 de Abril de 1798.
65
APC (Archivo Provincial de Cádiz): Protocolos Notariales de Villamartín. Leg. 4, Notario Antonio Quebrado, 1552.
83
la santidad de Inocencio X en la cual concede a esta
cofradia las gracias e indulgencias que el thesoro (…) de
nuestra santa madre iglesia franquea; continuandose
con todo ilustre honor hasta que el enemigo común (…)
unimos de los cofrades por la decadencia y calamidad
de los tiempos siguió en nuestros dias su total
desolación. Esta perdida tan duramente lamentable en
nuestros propios corazones el vernos privados de las
indulgencias y gracias que su bula nos franquea le ha
infundido a nuestras almas un eficaz deseo de restaurar
una cofradia ejemplar y para su (…) hemos venido en
disponer de estos estatutos a honra y gloria de nuestro
señor de su santisima madre y abogada nuestra (…)64.
Es importantísimo destacar el primer dato
o reseña del que tenemos conocimiento en
referencia al culto o devoción a la Veracruz,
hecho indudable que podemos comprobar a
través de una manda testamentaria de 1.552,
exactamente del 5 de noviembre donde Catalina
Ruíz deja expresado su deseo de que el día de su
fallecimiento sean acompañados sus restos por
los hermanos de “la mysericordia e la Veracruz”65.
Con este dato, advertimos por tanto la existencia
de una devoción concreta y particular a este
misterio y la existencia de una cofradía,
denominadas también cofradías de la Sangre
dado el carácter disciplinante de sus hermanos,
que desde finales del siglo XV se han ido
desarrollando y estableciendo en el sur de la
península ibérica y que se expanden de forma
notable a partir del siglo XVI66. Ese origen, y esa
cercanía que la bibliografía nos acerca a la
presencia franciscana nos ayuda enormemente a
entender la actividad llevada a cabo por esos
eremitas (posiblemente franciscanos) asentados
en la antigua iglesia de la Encarnación. Esa
vinculación franciscanos-Veracruz viene definida
constantemente desde los albores fundacionales
de estas hermandades, siendo esencial destacar la
fundación de las mismas en los entornos o
conventos de la orden seráfica. Del estudio de sus
reglas67 extraemos que estas asociaciones
establecieron un “modus” de expresión pública
que abarcaba una composición destacable, con
un cortejo encabezado por un fraile o sacerdote al
inicio, cruz en mano tras quienes iban los
disciplinantes (hermanos de sangre) a los que
custodiaban o rodeaban con velas (hermanos de
luz). Todo este desfile iba continuado con un
pendón de tafetán, de corto valor y otro de las
mismas características68 que solía cerrar el cortejo.
Pero uno de los datos más llamativos de esa
manda testamentaria de 1552 es el vocablo
“mysericordia”69 que bien nos podría llevar a
confusión a no ser que a los hermanos menores
seráficos se les denomina también hermanos de
misericordia en muchas de las cofradías
castellanas y andaluzas de inicios del siglo XVI.
Por ello, la confirmación de que se trata de la
misma entidad nos aventura a poder acertar en
ese origen primario y cercano a la etapa
fundacional de nuestra villa.
Una vez conocida su existencia y ubicación
cronológica, partamos en búsqueda de su
ubicación canónica y comencemos a desgranar las
diferentes hipótesis previas planteadas durante la
investigación para desechar las no probadas ni
documental, arqueológica, patrimonial o
visualmente. Partamos de que la presencia
eremita y de índole seráfica es una realidad
patente en los inicios del doblamiento de la villa.
Es muy importante detallar que a nivel
general las Hermandades de Veracruz a lo largo
del devenir de los siglos se han caracterizado por
enraizarse canónicamente por lo común en dos
tipos de asentamientos. Por un lado existen las

66
Espinosa de los Monteros Sánchez, Francisco: La Devoción a la Santa Veracruz. La Fundación de Cofradías Penitenciales en el ámbito
gaditano. Confraternitas 1990-2020.
67
AGAS: 25/05/1799. Remisión de las Reglas de Veracruz. Sección Justicia-Hermandades. Legajo 979, Expte. 15, Fols 3-39.
68
AMV: Sig. Expediente Instrucción Bienes Hermandades, Cofradías y obras pías. 1798. Inventario Bienes Hermandad de Veracruz,
Santo Entierro de Nuestro Señor y Nuestra Señora de la Soledad.
69
Vaquerín Aparicio, Daniel: Vida, Espiritualidad y Proyección Social de los Franciscanos. Universidad Complutense de Madrid. T. D. Madrid
2004.

84
que desde orígenes tienen un lugar de culto
propio70 y otras en cambio que se establecieron
en capillas o altares dentro de las parroquias de
su área. No podemos obviar, que por el devenir y
acontecimientos temporales muchas de ellas
tendrán movilidad, pero en realidad un alto
porcentaje de las mismas tanto en Castilla como
en el área de Andalucía contarán con su propia
ubicación, que generalmente y en muchos casos
era a extramuros de los propios núcleos
urbanos71. Podemos atestiguar por tanto, casi
como una característica general en muchísimas
de ellas que su adscripción e instalación dentro
de otros espacios o dentro de comunidades
conventuales será una forma básica sobre todo a
partir del siglo XVIII, dada la fuerte crisis que
todas estas hermandades sufrirán sobre todo
desde mediados de ese siglo. Aunque no es el
caso de Villamartín, muchas de las hermandades
de Veracruz, sobre todo en los momentos
iniciales de su existir ocuparon espacios de
antiguas ermitas dedicadas a la advocación a San
Sebastián, adquiriendo en muchos casos el
nombre de Hermandades de la Veracruz o de la
Sangre. Finalmente, ésta que nos ocupa, como en
muchos de los casos del área de Andalucía
pasaron a partir de la Desamortización de 1836 a
englobar el cuerpo de cofradías de sus respectivas
parroquias72.
De todas formas partamos de la asimilación
de que la villa de Villamartín es eclesialmente
dependiente del Arzobispado de Sevilla desde
época fundacional, sobre todo porque tras la
reconquista, todo el área perteneciente al campo
de Matrera había quedado incorporada a dicha
entidad, con los correspondientes diezmos y otras
prebendas. Funcionalmente la villa cuenta con
una serie de edificios, unos de índole política,
otros económica y evidentemente asistenciales o
religiosos. Consta en el trabajo de José Luis
Villlalonga73 la existencia de una especie de
iglesia a modo de recinto muy pobre hacia
1505, posterior incluso a la de 1503, que
carece de forma básica o esencial para
considerarla templo en si pues está hasta sin
“cruz”. Debió ser, como bien afirma el autor un
recinto pequeño, cuya fábrica seria de material
muy pobre. Sabemos que desde 1503 se venían
librando partidas para poder llevar a cabo el culto
y el quehacer diario de la vida espiritual de la
localidad, incluso con la llegada de un sacerdote

70
Es importante destacar como la de Villamartín ha tenido siempre su residencia canónica perfectamente localizada, y que será a finales
del siglo XVII cuando irá vinculada a la ubicación y presencia de la comunidad de la venerable orden tercera.
71
Para el caso de nuestra localidad, desde el punto de vista urbanístico es importante valorar que cuando en marzo de 1604 se solicita
permiso al Cabildo Municipal para acometer la obra de la Ermita, previamente ya existía un recinto en el cual se le tributaba culto a la
Veracruz, al final de la propia calle y urbanísticamente fuera del núcleo poblacional de la villa en sí.
72
Sánchez, 1988. Op. Cit. Pp. 274
73
Villalonga, 2016: Op. Cit. Pp. 148.

85
para atender el servicio del templo74. Ese mismo
edificio será definitivamente relegado ya que en
152475 la actividad sacramental de la localidad
está ya ubicada en Santa María de las Virtudes
que venía a cubrir la demanda espacial para el
culto y la inhumación de los pobladores,
quedando abandonada esa primera ubicación,
que tradicionalmente y en los documentos
comprobaremos que estaba bajo la advocación de
la Encarnación y situada en la zona alta de la
geografía urbana de la localidad.
Por ello, podríamos comenzar a
plantearnos un interrogante: ¿Es esa Iglesia de la
Encarnación la primera residencia canónica de la
hermandad? En principio resueltamente no, pues
no tenemos datos ni constancia hasta 1552 de la
existencia de la misma. Esta afirmación nos lleva
entonces inexorablemente a preguntarnos,
entonces ¿Dónde?. Vayamos entonces a
confirmar una de las hipótesis de este trabajo.
Si observamos el callejero municipal
atenderemos que ya en el Padrón de la Moneda
Forera de la Villa de 158976 una de las calles
aparece con el nombre de Calle de la Vera +. Este
dato nos inclina por tanto a pensar, que en esa
74
Id.
75
AIPV: La actividad sacramental, concretamente la bautismal queda recogida en sus libros sacramentales desde 1524.
76
AMV: Sig. 0194-Expediente Padrón de la Moneda Forera. Callejero de Contribuyentes. 1589.
77
AMV: Sig. 0033 Libro de Actas Capitulares (LAC). Sesión 22 de marzo de 1604.
86
collación o área se está asistiendo al culto y
devoción a la imagen o misterio de la Veracruz.
Hasta ahí podemos por tanto certificar la
presencia no solo de un culto, sino de un lugar
físico donde ser realizaba. ¿Pero cómo y de que
características era ese lugar? ¿Una ermita como
tradicionalmente se ha venido atribuyendo
por la historiografía local o bien un
emplazamiento sin características para el culto
en el que de una forma básica y muy
rudimentaria se daba culto a una imagen?.
Ciertamente afirmemos lo segundo. ¿Por
qué motivo? Por uno esencial, que no es otro que
la construcción de la Ermita de Veracruz como
tal no comienza su fábrica hasta 1604 cuando en
el cabildo de 22 de marzo77 de esa fecha se
solicita permiso al mismo para comenzar las
obras y a su vez que el mismo cabildo participara
con una limosna y contribución a las mismas.
Además, y para descartar cualquier controversia,
previamente, el 9 de Febrero de 159378 en la
localidad de Osuna (Sevilla) el Capítulo
Provincial de los franciscanos había aceptado la
petición realizada por la villa, y no será hasta
1594 cuando se agilicen las diligencias para

Imagen de Santa María de las Virtudes.
Fotografía: Andrés J. Alpresa Moreno.
fundar e implantar un convento seráfico en la
localidad. La villa, por dos ocasiones, una la
anteriormente citada y otra vez el 18 de Abril de
78
ORTEGA, Ops. Cit. 1933, Pág. 225.
79
AMV: Sig. 0028. Libro de Actas Capitulares (LAC). Sesión de 18 de abril de 1594 y de 28 de abril donde se solicita la asistencia para el
servicio religioso en la villa a la congregación seráfica.
80
AMV: Sig. 0028. Libro de Actas Capitulares (LAC). Sesión de 1 de mayo donde se avisa del brote pestífero y se indica a los habitantes
no tengan contacto con personas procedentes de otras áreas de la comarca y se instalan patrullas por las distintas calles de la villa.
87
159479 solicita la presencia para el servicio
religioso a la orden seráfica, desplazándose a
Sevilla a 28 de Abril del mismo año para su
gestión, no siendo hasta el 10 de Octubre de
1598 la fecha en la cual comiencen las obras de
adaptación y reparación de la Iglesia de la
Encarnación que es el lugar que les indica el
Arzobispado para su ubicación y presencia,
quedando constatada por tanto la primera de las
tres ubicaciones que la comunidad seráfica
tendrá en nuestra localidad desde 1594 hasta
1836.
Finalmente otro acontecimiento esencial
nos certifica, no sólo la devoción existente en esa
collación o área de la calle Veracruz, sino la
presencia ya de la imaginería titular de Santa
María de las Virtudes. La localidad, en 1605 está
sufriendo las durísimas consecuencias del brote
de peste negra que posiblemente quizás la haya
azotado durante sus más de cinco siglos de
historia. Desde 159980 los brotes epidémicos eran
constantes en la localidad, provocando además
de las correspondientes penurias económicas un
descenso poblacional sin precedentes, que unido
a la fuerte crisis de subsistencia que conlleva
facilita que se solicite por parte del cabildo de la Todas las hermandades y cofradías
villa el 21 de enero de 160581 que la imagen de aumentan, sobre todo en el área dependiente del
Santa María de las Virtudes procesiones hasta la Arzobispado hispalense, manifestándose ya no
Ermita de la calle de la Veracruz para que sólo en núcleos urbanos más grandes sino
interceda ante tanta calamidad, y que esta también en los de segundo orden.
procesión se haga con el mayor boato y
solemnidad que se pudiere. Tres siglos habría de esperarse dentro del
seno católico para ver otro concilio y por tanto
El final del siglo XVI vino marcado por éste supondrá una forma nueva de Iglesia, y sobre
muchos aspectos, pero de manera fundamental todo una forma nueva en las hermandades y
el religioso, donde las doctrinas emanadas del cofradías, sobre todo a su exposición pública, sus
Concilio de Trento (1545-1564) se asentaron ya imágenes, sus estaciones de penitencia, etc., lo
de una forma definitiva en las características que conllevará en muchos casos al auge y en otros
generales de las hermandades y cofradías, a la desaparición de las mismas.
influyendo en todas de notable forma. Con
total evidencia Trento significó la respuesta por
parte de la alta jerarquía eclesial a la incipiente y
extensa reforma protestante, aunque en cierta
parte, también vino a poner de manifiesto el
cierto interés interno en parte de la iglesia con
reformas y cambios. Trento influyó sobre la
hermandades y cofradías en varios aspectos
esenciales: sobre la determinación y la doctrina
a llevar a cabo frente a la justificación
protestante, los aspectos esenciales de los
sacramentos y la reforma en sí.

81
AMV: Sig. 0032. Libro de Actas Capitulares (LAC). Sesión 21 de enero de 1605 donde la villa solicita procesión solemne de la titular
de la parroquia hasta la ermita de la Veracruz para que interceda ante la calamidad en la que se halla sumida la población.

88
Parroquia Santa María de las Virtudes, de Villamartín. Andrés J. Alpresa Moreno

89
 SIGLO XVII

EL CONTEXTO HISTÓRICO LOCAL.

EL CAMINO HACIA LO BARROCO.
LA HERMANDAD DE LA VERA CRUZ,
SANTO ENTIERRO DE NUESTRO SEÑOR Y
NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD
Y SU VINCULACIÓN CON LA VENERABLE ORDEN
TERCERA FRANCISCANA

91
Villamartín finaliza el siglo XVI con el
asentamiento y fundación, con nueve hermanos,
del Convento de Franciscanos Menores82. Un
siglo que se despide con el avistamiento de un
profundo brote de Peste que hace que el cabildo
municipal advierta a la población de no mezclarse
con gentes de otras zonas o comarcas y que se
lleve a cabo la vigilancia de calles para que nadie
entre o salga de la población83. Esta situación
perdurara prácticamente hasta 1605. El cabildo
municipal encargará la responsabilidad de
organización de la villa a Andrés Gómez de Vera,
regidor, que tiene la consigna de guardar la villa y
lugares de donde se tuviera noticia de
contagiados, observándose que haya guardias
para la protección de los sanos84 anunciándose el
barrido y baldeo de las calles ya que la amplitud
de las mismas lo facilita.
Esta época, profundamente marcada por la
epidemia, se caracterizará fundamentalmente por
tres por tres aspectos esenciales:
En lo social y sanitario la recuperación de
la población existente que ha mermado
considerablemente tras los azotes epidémicos
transcurridos entre 1598 y 1605.
En lo económico, la estabilización de la
vida cotidiana, fundamentada únicamente en la
agricultura y donde la Feria aún no tiene un
papel consistente que indique una incidencia
fuerte en el crecimiento económico de la villa. A
nivel urbanístico comienzan a darse
características de una nueva disposición,
avanzándose lo que en un futuro será la
configuración de un nuevo callejero y viviendas, y
en casos aislados el crecimiento de algunas áreas.
Es el siglo XVII el siglo de la presencia de milicias
militares que prácticamente exprimen los
recursos locales, un siglo que desde 1605 a 1648
no tendrá brotes e incidencias epidémicas, pero
que llegada esa fecha las soportará en dos fases
muy importantes, 1648-1655 y 1676-168085.
Y en lo político, independientemente de
que la estructura de poder no varía hasta bien
llegado su final con la presencia a partir de
169486 del Marqués de los Álamos y la compra de
la jurisdicción de la villa, será un siglo transitorio,

82
AMV Sig. 0031-0033. Libro de Actas Capitulares (LAC). Sesión de 11 de marzo donde ya se especifica la apertura de zanjas para la
reparación y rehabilitación de la fábrica de la antigua Iglesia de la Encarnación, ayudados por la limosna del propio cabildo.
83
AMV Sig. 0031-0033. Libro de Actas Capitulares (LAC). Sesión de 1 de mayo donde se advierte del brote de peste y de cómo se ha de
actuar patrullando y alejándose de gentes o comarcas.
84
AMV Sig. 0028. Libro de Actas Capitulares (LAC). 1599. Sesión de 31 de mayo.
85
AMV Sig. 0042. Libro de Actas Capitulares (LAC). Años 1648-1655 y 1676-1680.
86
AMV Sig. 025-056. Libro de Actas Capitulares (LAC). 1694. Sesión de 14 de mayo.

92
ya que pobladores como Juan Álvarez de
Bohorques87, Andrés Gómez de Vera88 o Juan
Cuenca Farfán de los Godos89 irán dejando paso
por razones biológicas a otros apellidos ilustres
que se harán cargo de los diferentes puestos y
cargos de mando de la localidad. Será el siglo
definitivo del asentamiento de la fábrica de Santa
María de las Virtudes y de los emplazamientos
tanto franciscanos como de las hermanas
concepcionistas90.
Cabe resaltar aquí la importancia de la
figura de Juan Álvarez de Bohorques, no desde el
punto de vista militar, que la tenía, sino desde su
influencia local en varios aspectos. El capitán,
natural de Villamartín, era hermano de otro
capitán, Hernando Alvarez de Bohorques.
A nivel político, ejerce el cargo de Alcalde
Extraordinario desde 1.571 hasta 1.586,
haciendo notar su influencia sobre todo a través
de sus descendientes y de la exención de los
mismos de los padrones foreros de la villa91.
Además de su impronta política, queda
constancia a través de la documentación de los
Padres Franciscanos Terceros que fue en terrenos
de su propiedad, y en solares donde antaño había
asentado tanto él como sus descendientes su casa
donde se construyó el primer convento
franciscano de la localidad, ubicado
geográficamente en la zona de Torrevieja.
En esa zona, se construye según la
documentación a la que se puede tener acceso un
primer asentamiento conventual. La primera
noticia de ello se tiene a través del Capitulo
Provincial de Sevilla en 1.593, celebrado en la
casa conventual de los padres franciscanos de la
localidad de Osuna el día 9 de Febrero del año ya
señalado. El capítulo fue presidido por el R.P.
Fray Cristóbal de Tolosa, quien aceptó la
propuesta y llevó a cabo la discusión sobre la
misma. Otro documento, ya del siglo XVII
titulado: “Información Oficial del Convento de
N.S.P.S. Francisco de Villamartín. De las cosas
memorables y su fundación” dice lo siguiente:

87
Gómez Vidal, Juan José: Los Alvarez de Bohorques: Su presencia en el siglo XVI en Villamartín (1503-1600). Ayuntamiento de
Villamartín, 2009. Pág. 36
88
AHN (Archivo Histórico Nacional): INQUISICIÓN, 2055, Exp. I. Proceso criminal de Pedro López Rivas contra Andrés Gómez de
Vera, familiar del Tribunal de la Inquisición de Sevilla, ambos, vecinos de Villamartín (Cádiz), seguido en el citado Tribunal. Fue
condenado, entre otras penas, a un año de destierro y suspensión de familiatura, por infamia y palabras injuriosas.
89
OM CABALLEROS SANTIAGO, Exp. 2256. Pruebas para la concesión del Título de Caballero de la Orden de Santiago de Juan
cuenca Farfán de los Godos y Coria, natural de Villamartín.
90
AMV Sig. 025-056. Libro de Actas Capitulares (LAC). 1608. Sesión de 13 de septiembre donde se especifica que se alquile la Dehesa de
la Mediana a fin de atender, completar y proveer de fondos la construcción del convento de monjas cuya manda testamentaria dejó Dña.
Marina de Sotomayor.
91
AMV Sig. 0194. Expediente Padrón de la Moneda Forera, 1585-1589

93
 “(...) Por tanto, y procediendo a la averiguación
de dichas cosas, digo que en quanto a la fundación del
convento en este dicho lugar tuvo su principio el año de
mil y quinientos y noventa y cuatro: lo cual consta por
la licencia que dio el concejo de este lugar con
beneplácito de su Magestad y del Señor Arzobispo de
Sevilla, como está en los libros de el Cabildo(....) ( )
“que todos dicen fue la fundacion deste Convento en
el dicho año de mil e quinientos e noventa y quatro, en
la Iglesia que fue parroquial de este lugar, título de
nra. Sra. De la Encarnación imagen muy antigua y de
mucha veneración en todo este lugar, con la cual se
quedó el Convento, porque el lugar le hizo donación de
ella ( )" 92
Habría que recordar que fue en solares de
la propiedad de Juan Álvarez de Bohorques,
donados a tal fin, en los cuales se aprovechó el
espacio circundante a la ya existente Ermita de la
Encarnación para la construcción del Convento
en 1.594:
Otro de los aspectos esenciales, a la hora de
valorar la relación inmemorial como así atestigua
el preámbulo de las Reglas Canónicas de la
Hermandad de Veracruz con el Santo Entierro de
Nuestro Señor y con Nuestra Señora de la
Soledad94, es la vinculación y relación con la
venerable orden tercera franciscana. He
considerado oportuno establecer y ubicar, tras un
estudio pormenorizado de las fuentes escritas así
como de la fábrica conventual, los
emplazamientos que la historiografía le ha venido
adjudicando. Sin intencionalidad de
controversia, no serán dos las ubicaciones
urbanísticas del espacio conventual, sino tres,
puesto que una vez analizados los datos
historiográficos y documentales podemos
evidenciar la existencia de una ubicación
temporalmente intermedia situada en el ejido
existente entre la Cruz de San Ginés y el río
Serrecín hacia el camino a Ronda95.

“(...) haber dado con estas condiciones las casas en las
que se fundo el antiguo convento, ya demolido Don
Juan Álvarez de Bohorques, caballero del hábito de
Santiago, perpetuamente como poseedor de la villa de
Villamartín (…)”93
Como en párrafos anteriores indicaba las
primeras noticias sobre la presencia seráfica,
independientemente de la oficialidad eclesial la
tenemos desde 159396, fecha en la cual ya la villa
realiza los primeros movimientos a fin de contar

92
ORTEGA, Op. Cit. 1933, Pág. 226.
93
Idem.
94
AGAS 25/05/1799 Remisión de las Reglas de Veracruz. Sección Justicia-Hermandades. Legajo 979, Expte. 15, Fols 3-39.
95
ORTEGA, Op. Cit. 1933, Pág. 233.
96
AMV Sig. 0025-0052 Libros de Actas Capitulares (LAC) 1593: Sesión de 9 de mayo donde se solicita la presencia de una comunidad
religiosa en la villa.

94
con la presencia y la atención espiritual para la
población de una orden religiosa. El 9 de Febrero
de 1593 el capítulo provincial aceptaba dicha
petición. Es importante resaltar una
documentación de 164897 en la cual se
memorializa la fundación conventual. Aún así es
adecuado e idóneo estudiar de forma paralela
como ese testimonio documental de 1648 se
puede o no comprobar a través de la valoración
de los libros de actas capitulares del municipio así
como mediante la observación arqueológica y
urbanística. Los resultados de este planteamiento
son absolutamente diferentes.
Iniciado por tanto el trámite de solicitar y
recibir la presencia seráfica en nuestra villa por
parte del Cabildo Municipal es muy importante
destacar, a modo de información, que también
fue requerida la presencia de los dominicos98,
bien por ya estar en algún tipo de advocación
implantados en la localidad, bien ya por mera
coincidencia.
Desde 1593 en adelante vamos a comenzar
a ver todos los movimientos necesarios y hechos
que darán como fruto el asentamiento
franciscano en la localidad. Con fecha de 28 de
Abril de 159499, el cabildo municipal agiliza la
gestión para que la comunidad seráfica se asiente.
El 10 de Octubre de 1598100 se dará vía libre a
dicha fundación, frenada por las honras por el
fallecimiento del rey Felipe II a 19 de noviembre
de 1598 donde el cabildo tiene orden de preparar
las exequias.
Con fecha de 27 Julio de 1598101 Fray
Bernardino Méndez, provincial de la Orden
había indicado a los frailes que se ubicaran en la
zona menos dañada y mas acomodada de la
abandonada Ermita de la Encarnación, ubicada
en el área de Torrevieja. Es importante resaltar en
este sentido que si desde 1513 la Ermita de la
Encarnación se encontraba en una situación de
semi abandono 85 años después tanto la fábrica
de la misma como las condiciones necesarias para
su habitabilidad serían lamentables, por lo que

97
ORTEGA. Op. Cit. 1933 pág. 226
98
AMV Sig. 0025-0052 Libro de Actas Capitulares (LAC) 1594. Sesión de 18 de abril donde se contempla solicitar también a la Orden
Dominica su asentamiento como comunidad religiosa de la villa.
99
AMV Sig. 0025-0052 Libro de Actas Capitulares (LAC) 1594. Sesión de 28 de abril donde se tramita y agiliza la llegada franciscana.
100
AMV Sig. 0025-0052 Libros de Actas Capitulares (LAC) 1598: Sesión de 10 de octubre se marca el cabildo como fecha esencial para
establecer la fundación conventual.
101
AMV Sig. 0025-0052 Libros de Actas Capitulares (LAC) 1598: Sesión de 10 de octubre en la que queda establecida el área que ocupará
la comunidad y las obras a realizar.

95
los mismos frailes tendrán que realizar
modificaciones y reparaciones para su ubicación
desde marzo de 1599102 y así evitar la
incomodidad, la estrechez e incluso la
insalubridad del lugar. En este sentido, desearía
hacer una mención muy especial en contra de lo
que tradicionalmente se ha venido afirmado, que
no era otra cosa, que lo inhóspito del lugar por
las condiciones naturales y que facilitaba la
propagación de infecciones y enfermedades. No
sólo es inexacto sino que además esas
afirmaciones no estaban considerando el brote
epidémico que desde agosto de 1598 a finales de
1605103 sufre la villa. Por tanto, habitar el lugar
de Torrevieja o cualquier otra zona del núcleo
urbano eran tan peligroso e insalubre como
cualquier otro sitio donde se pudiera realizar el
emplazamiento conventual.
Atestigua la crónica de 1648 que parte de
la población deseaba que los monjes estuviesen
ubicado no extramuros de la villa sino que se
alojasen en la ermita o capilla que ya existía y que
se advocaba a la Veracruz. No debía tampoco ser
un recinto de notables condiciones cuando los
frailes deciden mantenerse donde les han
indicado sino que además la fábrica de la ermita
tal y como nos ha llegado a nuestros días no
comienza a construirse hasta 1604104.
El 18 de Marzo de 1607105 los frailes
menores hacen llegar al cabildo municipal la
primera de las quejas respecto del lugar de
Torrevieja. Expresan la inexistencia de
condiciones mínimas para su habitabilidad y que
tras los ciclos epidémicos y la carestía106 que vive
la villa tienen problemas salud. Partiendo de que
no pueden habitar de esa forma el recinto
solicitan la construcción de un nuevo lugar de
mayor habitabilidad y tamaño para no tener
irremisiblemente que abandonar su labor en la
villa. El cabildo municipal valoró dicha petición y
manifiestan el compromiso de dotarlos con un
lugar de mejor acomodo, que incluso albergue
dormitorios e iglesia, autorizando el
arrendamiento de la Dehesa de la Mediana para
comenzar a proveerles de fondos para dicho
hecho.
De esta forma la comunidad franciscana
llega al 17 de Abril de 1610 donde nuevamente
vuelven a manifestar al cabildo de que ya la

102
AMV Sig. 0025-0052 Libros de Actas Capitulares (LAC) 1599: Sesión de 11 de marzo donde se indica el número de moradores en el
nuevo convento, en total 9 y la actividad de rehabilitación llevada a cabo mediante nuevas obras.
103
AMV Sig. 0025-0052 Libro de Actas Capitulares (LAC) 1598-1605: Sesiones Capitulares brotes epidémicos. Medidas.
104
AMV Sig. 0025-0052 Libro de Actas Capitulares (LAC) 1604: Permiso para la obra de la fábrica de la ermita de Veracruz.
105
AMV Sig. 0032 Libros de Actas Capitulares (LAC) 1607: Sesión de 18 de marzo donde se desgranan las diferentes dificultades que la
comunidad seráfica tiene en la ubicación conventual en el sitio de Torrevieja.
106
Son innumerables las anotaciones capitulares resaltando la enorme carestía alimentaria y de salud de la población, su descenso y su alto
índice de mortalidad.

96
Ermita de la Encarnación es prácticamente
inhabitable. Los frailes apuntan a varias
ubicaciones, hecho que abre un debate interno
en el cabildo. El 27 de Junio de 1610 el Padre
Fray Pedro de Lara, Guardián del Colegio de
San Buenaventura de Sevilla participa en el
cabildo como enviado especial del Padre Fray
Francisco de Venegas, Provincial de la Orden
de San Francisco en la provincia de Andalucía
expresando que habiéndose valorado y
consultado con el Padre Provincial la situación
de los frailes de Villamartín se ha tenido como
prioridad el no abandonar la casa hasta este
tiempo para no dejar desamparada a la
población pero que ya la situación es
insostenible107.
Ante este hecho, y a petición y propuesta
de Juan Álvarez de Bohorques, el cabildo de la
villa ofrece a la comunidad tres ubicaciones:
una, situada a la salida de la villa, en el Camino
hasta Ronda, en un ejido situado entre la Cruz
de San Ginés y el Río Serrecín (finalmente será
la elegida), otra la situada en unos solares no
ocupados en la calle Mesones y una tercera
situada en otro espacio que existen en el área
conocida como “la fuentezuela”. En este
contexto tenemos que advertir, como así se
atestigua en el mismo cabildo que la Parroquia se
opone totalmente al traslado y ubicación de los
frailes hecho que no facilita las cosas. No
obstante, ante las opciones planteadas el Padre
Provincial opta por la opción de la calle Mesones
(área de la actual calle los Hierros) pero
finalmente el acuerdo se cierra con la insistencia
de Juan Álvarez de Bohorques en que sea en el
ejido existente en el Camino de Ronda. A
cambio de ello, el Ayuntamiento o Cabildo
abogaría por la comunidad y se constituye como
patrono de la misma108.
De esta forma, y hasta Octubre de 1620
donde el Cabildo aborda el asunto de alquilar la
Dehesa de la Mediana109 para proveer de fondos
a la Comunidad y por tanto puedan sufragar la
obra del nuevo convento encontraremos
donaciones particulares muy importantes para tal
fin.
La Parroquia manifiesta constantemente su
oposición, tanto para la ubicación en esta área
como para un traslado a la ya construida ermita
de la Veracruz. No obstante, el 14 de Junio de
1620 Fray Rodrigo, Padre Guardián del
Convento, suplica al clero parroquial su ayuda y

107
AMV Sig. 0032 Libros de Actas Capitulares (LAC) 1610, meses de abril a junio: En distintas sesiones en este paréntesis cronológico los
problemas espaciales y de salubridad hacen que aumente la presión de la comunidad franciscana al cabildo de la villa.
108
AMV Sig. 0033 Libros de Actas Capitulares (LAC) 1610: Sesión de 27 de junio donde se debaten las ubicaciones y la decisión final
adoptada para la mejora de las condiciones de vida de la comunidad seráfica.
109
Parte de las tierras repartidas a los vecinos desde 1503 que en muchas ocasiones el cabildo usa para atender necesidades urgentes.

97
apoyo, hecho que se da, y de forma conjunta
solicitan al Provisor Hispalense permiso y licencia
para que la casa y convento situado en la
Encarnación se pueda mudar de lugar sin
perjuicio para los derechos del clero
parroquial110.
El día de Reyes de 1625 se realiza la nueva
ubicación conventual que será en el espacio
elegido anteriormente conocido como el ejido
situado entre la Cruz de San Ginés existente en el
Camino a Ronda y el río Serrecín, en un lugar
denominado “Prado de los Caballeros”. Para tal
fin, la comisión nombrada al efecto por el
Cabildo se situó a la salida de la calle de la
Concepción frente al propio Camino de Ronda y
de ahí midieron 17 sogas111 de 5 brazos112 cada
una. En esa ubicación se realizó la señal con
piedras del lugar donde estaría la futura puerta
conventual, situándose la Iglesia de la misma 12
sogas113 en dirección al río Serrecín. Entre el 21
de Enero de 1625 y el 5 de Febrero del mismo
año114 se reciben los correspondientes permisos
parroquiales, tomándose posesión del lugar el 7
de Febrero de 1625 y autorizándolo el Cabildo
municipal el día 9 de Febrero:
“E vista por este cabildo la dha petición, dijeron que
atento a que les consta que la casa convento que
tienen dichos frailes de San Francisco es muy enferma y
esta en parte desacomodada por cuya causa los
religiosos se han querido ir de esta villa y mudarlo a
otro lugar lo cual es muy gran daño y perjuicio para la
villa por lo mucho que importa que en esta villa este el
dho convento de San Francisco e porque el sitio que
piden y toman no es de mucha consideración (...)”115
Desde este instante, con fecha de Febrero
de 1625 hasta el 4 de Noviembre de 1690, la
orden franciscana estará situada en esta segunda
ubicación urbana116, realizando su misión y
aportando la asistencia que le requería su
vocación y la propia villa.
En este periodo temporal, tanto el
afianzamiento de la orden, como el devenir de la
Hermandad de la Veracruz, Santo Entierro de
Nuestro Señor y Nuestra Señora de la Soledad se

110
AMV Sig. 0025-0052 Libros de Actas Capitulares (LAC) 1620: Sesión de 14 de junio donde la comunidad seráfica logra un principio
de apoyo parroquial y a la vez se manifiesta un suplicatorio a la Real Chancillería de Granada para que atiendan la posibilidad de traslado
también del convento de las Monjas.
111
PASTOR, L.: Unidades de medida. Madrid. 2012. Soga o cuerda: 6,896 m., braza: 1.672 m.
112
Ídem.
113
Ídem.
114
AMV Sig. 0025-0052 Libros de Actas Capitulares (LAC) 1625: Sesiones Capitulares diversas desde enero a febrero.
115
AMV Sig. 0025-0052 Libro de Actas Capitulares (LAC) 1625: Sesión de 9 de febrero donde se autoriza el cambio de ubicación y por
tanto el traslado de lugar del convento. Será su segunda ubicación histórica dentro de la villa de la comunidad franciscana.
116
AMV Sig. 0025-0052 Libros de Actas Capitulares (LAC) 1625-1690: Sesiones Capitulares referidas a traslado y obras conventuales
franciscanas.

98
unen. Este hecho en sí es trascendental porque a
partir de este momento no sólo la comunidad
sino también la cofradía irán inexorablemente de
la mano, comenzando esta última a recaudar
censos y tributos117 que poco a poco la harán
mantenerse y manteniendo de forma pública su
devoción los Jueves y Viernes Santo de cada
semana santa desde 1639118.
Un acontecimiento digno de mención es el
que vincula a la Hermandad y la Comunidad,
junto al Cabildo el 9 de Abril de 1630 cuando
conjuntamente celebran la “fiesta de la invención
de la Cruz”, que previamente venían celebrándose
en las ciudades de Granada y Córdoba desde
1625. De origen mozárabe se venía a celebrar el
hallazgo por parte de Santa Elena de la Cruz
Original de Jesucristo, y pese a que estos
regocijos son más conocidos en el siglo XVIII y
en adelante, es un hecho muy llamativo que el
cabildo decretara que el 3 de Mayo de 1630 se
hicieran corralas para toros y que el día anterior,
el 2 de Mayo se hiciera fiesta de Toros sueltos119.
Un hecho destacable en este sentido son las
mandas testamentarias reflejadas en el testamento
de Eufemia Marmolejo, esposa de Andrés Gómez
de Vera, donde advertimos la importante
presencia de la orden, así como también los
recursos de los que va disponiendo120. Cabe
destacar, que tanto Eufemia Marmolejo en su
testamento como su hermana Juana fueron dos
importantes figuras del mecenazgo del convento
de frailes mientras tuvo su ubicación en el área de
Torrevieja. En el mismo sentido, y desde 1665
las mandas censales son constantes, siendo la
primera de gran relevancia fechada en 20 de
Febrero de 1665121. De ahí en adelante la
Comunidad y la Hermandad se beneficiaran de
estos ingresos de forma constante, manteniéndose
los mismos mínimamente hasta 1750.
Llegados a 1690122, concretamente al 4 de
Noviembre, la situación de la comunidad no

117
AHN (Archivo Histórico Nacional). CLERO-SECULAR REGULAR, 1762. (AÑOS: S. XVII-XIX). Clero-secular regular, L.
2130/2132 (años: 1674-1835). Documentación convento de la Santa Cruz de Villamartín (Cádiz). Leg. Censos, Tributos,
Testamentos (Clero Regular-Secular, 1762).
118
AIPV (Archivo Iglesia Parroquial de Villamartín). Libros Sacramentales de Defunciones. Notal al final de los mismos sobre gastos y
cuentas desde 1639 en adelante.
119
AMV Sig. 0025-0052 Libros de Actas Capitulares (LAC) 1630: Sesión Capitular de 9 de abril donde se recogen las condiciones en
las que se ha de celebrar la fiesta.
120
AHN (Archivo Histórico Nacional). CLERO-SECULAR REGULAR, 1762 (años: s. XVII-XIX) CLERO-SECULAR REGULAR,
l.2130/2132 (años: 1674-1835). Documentación Convento de la Santa Cruz de Villamartín (Cádiz). Leg. Censos, Tributos,
Testamentos (Clero Regular-Secular, 1762). Testamento de Dña. Eufemia Marmolejo.
121
AHN (Archivo Histórico Nacional). CLERO-REGULAR SECULAR, 1762 (años: s. XVII-XIX). CLERO-SECULAR REGULAR,
L. 2130/2132 (años: 1674-1835). Documentación Convento de la Santa Cruz de Villamartín (Cádiz). Leg. Censos, Tributos,
Testamentos (Clero Regular-Secular, 1762). Censos a favor del Convento y Hermandad de Veracruz y Santo Entierro.
122
ORTEGA, Ángel: Convento de San Francisco de Villamartín. Provincia de Andalucía. Revista Archivo Iberoamericano. Año XX,
T.36, Madrid 1933. Pág. 239-240.

99
había mejorado puesto que las incomodidades y
la constante falta de higiene y salubridad
nuevamente, llevaban a la comunidad de una a
otra situación de enfermedades (recordemos que
el último brote de peste se dará entre 1676 y
1680)123 amén de la situación de calamidad y
catástrofe que se vive en la villa según las actas de
cabildo124. De esta forma, y tras varias
advertencias de los Padres Guardianes al Cabildo
de la villa se decreta por parte del Capítulo
Provincial de Sevilla la extinción del Convento y
la marcha de los frailes, causando esto una gran
desestabilización y asombro entre la propia
población y regidores que consideraban a la
comunidad una herramienta imprescindible en la
configuración de la villa. Ante tal situación, y a
petición del Cabildo, en su recordatorio de
patrono y ofrecimiento a paliar la situación se
aboga por ofrecer a la comunidad su traslado al
área contigua a la ermita de Veracruz (actual calle
San Francisco) otorgándole el cabildo su apoyo
económico y protegiendo a la comunidad con la
exclusión de la Parroquia como parte de este
asunto.
El 17 de Noviembre de 1690125 el Cabildo
ofrece al Definitorio Provincial que además de
que permanezcan los frailes en la localidad, éstos
pueden trasladarse a otra ubicación, que deseada
desde 1620 es Veracruz, aprovechando la fábrica
existente y la manda testamentaria dejada por la
familia Álvarez de Bohorques para tal fin. Ante la
premura, ya el 7 de Noviembre de 1690 se había
solicitado al Arzobispado hispalense el permiso
por parte de la villa, siendo éste concedido por el
Arzobispo Juan de Palafox y Cardona el 15 de
Diciembre de 1692126.
Podríamos valorar la duración de la obra,
adaptación y traslado, y sin temor a errar situarla
en 1724, ya en el primer cuarto del siglo XVIII.
No obstante, el 26 de Abril de 1692 el Convento
de la Santa Cruz de Villamartín, ya tiene Padre
Guardián: Padre Fray Basilio Lezcano. Es su
tercera y última ubicación hasta el periodo del
Trienio Liberal (1820-1823)127 del siglo XIX y el
posterior proceso desamortizador que dará como
resultado su exclaustración definitiva en 1835.

123
AHMV Sig. 0025-0052 Libros de Actas Capitulares (LAC) 1676-1680. Sesiones referentes al brote epidémico de peste.
124
AHMV Sig. 0025-0052 Libros de Actas Capitulares (LAC). 1679. Sesión Capitular de 26 de enero donde se expresa exhaustivamente el
deterioro, la necesidad y la carestía vital que sufre la población.
125
AHMV Sig. 0025-0052 Libros de Actas Capitulares (LAC) 1690: Sesión capitular de 17 de noviembre.
126
ORTEGA, Op. Cit. 1933 Pág. 241-242.
127
AHN (Archivo Histórico Nacional). CLERO-SECULAR REGULAR, 1762 (años: s. XVII-XIX). CLERO-SECULAR REGULAR, L.
2130/2132 (años: 1674-1835). Documentación Convento de la Santa Cruz de Villamartín (Cádiz). Libro de Inventario, 1804. Reparto de
bienes entre los vecinos tras la exclaustración del Trienio Liberal.

100
 Cabría resaltar, antes de dar por concluido
el siglo XVII, que el camino hacia lo barroco,
hacia lo nuevo, permite la existencia y
pertenencia en las hermandades de otras capas de
la sociedad que anteriormente están alejadas,
pasando de tener hermanos hijosdalgo en
muchas de ellas a que el pueblo llano pasase a
engrosar parte de su nómina. Incluso, y de forma
muy particular, tenemos la aparición o fundación
de hermandades por parte de otros grupos
étnicos, nacionales o regionales. Es el caso para
nuestra localidad de la fundación en 1629128 de
la Cofradía de San Antonio de Padua, con origen
portugués y que tendrá su residencia canónica en
el convento de san francisco ubicado en la zona
del ejido de la Cruz de San Ginés129.
De esta fundación nos ha llegado quizás
uno de los textos más importantes a nivel
jurídico ya que en el mismo podemos advertir las
distintas normas y reglas que se dieron para su
gobierno.
De esta forma, constatamos una presencia
fija y constante de portugueses en nuestra
localidad que en 1675 lega a la cifra de 54
ocupando el espacio urbano distribuidos en las
calles Pedro Álvarez, Los Reyes, San Sebastián,
Veracruz, Plaza del Barrio Alto y la
Concepción130.
En ese proceso de barroquización que
experimentan las cofradías del siglo XVII,
independientemente de su extracción social o
clases, el origen étnico de sus hermanos
observaremos también una leve incorporación de
la figura de la mujer , que aunque tiempo antes
no han pertenecido a la nómina de las
hermandades si aparecerán ya como devotas. No
será el caso particular de Villamartín, que a partir
de 1692131, en las reglas de la Hermandad de
Ánimas permitían que una hermana asumiera la
secretaria, segundo cargo en orden e importancia
en la cofradía132.

128
ORTEGA, Op. Cit. 1933 Pág. 249-250.
129
Posteriormente trataremos las tres ubicaciones que los menores franciscanos tuvieron dentro del núcleo urbano de la villa entre 1594 y
1836.
130
AHMV Sig. 0025-0052 Libro de Actas Capitulares (LAC) 1675. Expte. Providencia para el censo de portugueses de la localidad.
131
AGAS Justicia, Hermandades y Cofradías, leg. 979, exp. 15, fs. 3-39
132
Carbajal López, D.: Mujeres y reforma de cofradías en Nueva España y Sevilla, 1750-1830.
www.historicas.unam.mx/publicaciones/revistas/novohispana/novohispana.html. Agosto 2016.

101
 SIGLO XVIII

LA CRISIS DEL BARROQUISMO

EN LAS COFRADÍAS

103
No comienza el siglo XVIII con un futuro
halagüeño para las hermandades, pues
fundamentalmente, el barroquismo que había
caracterizado a las existentes en la villa, ese
concepto y ese fenómeno entrará en crisis,
debido fundamentalmente a dos razones. La
primera la propia situación interna de muchas de
ellas, la segunda, las reformas introducidas por la
monarquía de Carlos III a partir de 1759.
En primer lugar, la situación interna de
estas hermandades venía tendiendo al exorno
exterior, la ausencia de severidad y una total
inexistencia de disciplina, lo que las comenzaron
a convertir en fenómenos más cercanos al
bullicio y lo profano que realmente su verdadero
cometido. Por otro lado, e independientemente
de las ideas religiosas que albergara Carlos III y su
corte, su religiosidad o su catolicismo, tenemos
que partir inexorablemente de una actuación
cercana a lo pío, pero sin mermar en su idea de
despotismo ilustrado que aplicado a la Iglesia y
en particular a las hermandades trajo consigo su
control, sobre todo bajo la óptica del
cumplimiento del Concordato con la Santa Sede
de 1753133.
133
Sánchez Herrero, José: Las Cofradías de Semana Santa durante la Modernidad. Siglos XV a XVIII. Actas I Congreso Nacional de
Cofradías de Semana Santa. Zamora, 1988. Pág. 62
134
Id.
135
AMV (Archivo Municipal de Villamartín). Sección Exptes. Expte. Reforma Carlos III. 1768-1802.
104
El proceso de reforma de éstas que se
acomete en el siglo XVIII, de su arreglo, e incluso
en algunos casos de su propia extinción vino de
la mano de una propuesta del Obispo de Ciudad
Rodrigo, Cayetano Cuadrillero que a partir del 8
de Junio de 1768 interpreta que la causa de la
miseria y carestía del país proviene
fundamentalmente del gasto excesivo que
realizaban las cofradías.
A partir de ese instante, el Conde de
Aranda134 ordena conocer las Hermandades y
Cofradías, Congregaciones o Gremios u Obras
Pías para tener conocimiento de sus gastos. La
orden no caló en el mundo cofrade, que al desear
resarcirse de ese control provocó que dicha orden
de 28 de Septiembre de 1770 tuviese que ser
reiterada el 30 de Abril y el 13 de Septiembre de
1771135.
Hubo de todo, puesto que se dio obispados
que a favor de ese control remitieron informes
negativos y para la extinción de muchas
provocando la respuesta de muchas hermandades
y cofradías que contradijeron lo expuesto por los
distintos obispos.
 Esta situación derivo en unas fechas, el 20
de Febrero de 1777 Carlos III prohibió
determinadas formas de expresar la devoción en
las calles y finalmente el 25 de Junio de 1783
promulgo el decreto de extinción de las cofradías,
por lo cual, las gremiales y las carentes de
aprobación eclesiástica quedaban anuladas. Sólo
quedaba una vía: para poder subsistir las
hermandades y cofradías de la villa habían de
someterse ya no sólo al control y jurisdicción
eclesial sino también al mismo hecho en el
campo de lo real.
Pero, en realidad, ¿Cómo se aplicó esta
normativa y se llevo a cabo en nuestra localidad?
Es muy importante destacar que aplicar estas
medidas en el Arzobispado hispalense será una
ardua tarea. Dicha tarea fue llevada a cabo por el
asistente Pablo de Olavide, que prohibía poco
antes de la semana santa de 1768 que las
cofradías regresaran de noche. En su informe al
Conde de Aranda, Olavide expone la existencia
de 426 hermandades, 374 cofradías, 50
congregaciones y 21 órdenes terceras, lo que
provoco un aumento de sus propias estimaciones
y conllevo la aplicación de medidas mucho más
directas y severas proponiendo Olavide revertir
sus bienes, sobre todo de las extinguidas.
La Real Orden, tiene fecha de entrada en el
cabildo municipal a 22 de Septiembre de 1798136,
es decir 16 años después de su promulgación, por
lo que en principio resulta, cuanto menos,
inusitado pensar que no ha existido tiempo para
la reorganización, la ocultación o el desvió de la
atención de las autoridades respecto de las
hermandades. El 9 de junio de 1800 se pone en
funcionamiento la inspección y se acomete el
expediente testimonio para que se informe a la
autoridad real de lo existente en Villamartín,
hecho que nos da a conocer cómo son, que
entidad jurídica tienen, como son los recursos y
bienes de las distintas hermandades y cofradías
de la localidad137.
Con fecha de 29 de Noviembre de 1798, se
aplican las diferentes ordenes a la villa por parte
de Sevilla, siendo Manuel Cándido Moreno el
encargado de solicitarlo, haciendo especial
mención en que se detalle con exacto peritaje
todos los bienes raíces de las hermandades y
cofradías entre otras entidades138.
A 15 de Febrero de 1799, José Topete y
Jiménez, hermano mayor de la de la Santa
Veracruz, Santo Entierro y Soledad de esta villa
sita en convento de San Francisco indica los

136
AMV Sección Exptes. Expte. Reforma Carlos III, Real Orden, Folio 8. 22 de septiembre de 1798.
137
AMV Sección Exptes. Expte. Reforma Carlos III. Expediente Testimonio formado a las Hermandades y cofradías de esta Villa por la
Orden recibida de la Real Audiencia de Sevilla. 9 de junio de 1.800
138
AMV Sección Exptes. Expte. Reforma Carlos III. Expediente Testimonio formado a las Hermandades y cofradías de esta Villa por la
Orden recibida de la Real Audiencia de Sevilla. 29 de Noviembre de 1.798. Folio 5 y 5 vto.

105
bienes raíces que ésta posee: un censo sobre
media vivienda en la calle San Sebastián que está
libre de tributos que por una tarde linda con otra
de los herederos de Francisco González que dejo
a la cofradía Sebastiana Gregoria Zurita en
manda testamentaria al escribano Pedro Basquez
realizado el 27 de Agosto de 1759, para que las
rentas que diesen se destinasen exclusivamente al
adorno y culto de las imágenes de la hermandad.
Por otro lado un cortinal de fanega y media
de tierras en el área de los ruedos de la villa que
lindan con las tierras de Francisco Maside y con
las tierras de propios de la villa, que no reportan
beneficio a la hermandad ya que no se tiene
título de propiedad de las mismas y solo consta
así en los libros de única contribución. Y
finalmente, cincuenta fanegas de tierra de labor
montuosa en el sitio de Balbaina que linda con
las propiedades del Vicario de la villa Juan Dávila
y el arroyo que lleva el mismo nombre que el
sitio, que fue dejado a la cofradía por Dña.
Beatriz de Soria viuda de José de Reyna en
manda testamentaria en la villa de Paradas el 8 de
Marzo de 1744 ante el escribano Hipólito José de
Vega.
139
AMV Sección Exptes. Expte. Reforma Carlos III. Expediente Hermandad de Veracruz, Santo Entierro de Nuestro Señor y Soledad de
María. Declaración de bienes raíces y valoración por los peritos.
140
AMV Sección Exptes. Expte. Reforma Carlos III. Expediente Hermandad de Veracruz, Santo Entierro de Nuestro Señor y Soledad de
María. Folio 55.
141
AMV
106
Todo ello una vez valorado y enjuiciado
por los intendentes encargados al efecto ascendió
en su valoración a una cantidad de 21.918
reales139. Toda esta valoración es remitida por
Alejo José de las Cuevas, Alcalde ordinario el 28
de Febrero de 1798 al consejo real para su justa
valoración140. El día 3 de Junio de 1800 es
requerido el hermano mayor Bernardo del Rio
para ser interrogado junto al resto de miembros
de la junta de gobierno de la hermandad en
relación a las instrucciones recibidas por la
intendencia. El teniente corregidor de la villa,
Alejandro José de las Cuevas procedió al
interrogatorio en referencia a los bienes
materiales, independientemente de los raíces que
la Hermandad poseía, extrayéndose del mismo
los siguientes bienes:
“6 varas de plata, un rosario de plata, el vestido de
gala para nuestra señora de la soledad, tres clavos de
plata para el señor de la Veracruz, un sepulcro de
madera estofado con perfiles dorados y el adorno de la
cama del señor, un guión y dos banderas de tafetán,
todo ello de muy corto valor”141
 Tras todas estas indagaciones y a fin de
quedar bajo el control y tutela no sólo eclesial
sino también civil, Bernardo del Rio, hermano
mayor, Tomas del Río, Pedro Tomás Barea y
Andrés de Zúñiga respectivamente deciden la
remisión del texto de nuevas reglas que quedarán
aprobadas y formalizadas y por tanto permitirán
entrar a la cofradía en pleno siglo XIX
resueltamente libre de sospechas o de cualquier
otro tipo de incidencia que no le permitiese
ejercer su actividad. Desde estas reglas a las
107
emanadas durante la década de los años 70 del
siglo XX y las que posteriormente se han ido
redactando y aprobando en la década de los 90
del mismo siglo y lo que transcurre del siglo XXI,
la Hermandad ha ido variando su conformación,
no sólo en lo que respecta a su título nominativo
sino también a su composición social, pública e
iconográfica, compartiendo desde 1835 su sede
canónica por el proceso desamortizador con la
Parroquia de Santa María de las Virtudes.
 SIGLO XIX

LA CONFIGURACIÓN DE LA HERMANDAD
1840-1899

109
En la búsqueda de los orígenes de esta
hermandad nos hemos ido deteniendo en todos
aquellos datos esenciales que nos pudieran
aportar una valoración y una visión esencial e
histórica sobre la misma. No obstante, y pese a la
presión que supusieron las reformas carolinas la
hermandad consiguió pasar el corte y de esta
forma incorporarse al nuevo siglo junto a la de
Jesús Nazareno, Ánimas y Santísimo Sacramento
con total garantía. De todas ellas, destacó por
encima de todas la Hermandad de Ánimas. Sin
duda, esta hermandad es merecedora en un
futuro de un estudio pormenorizado que saque a
la luz sus aspectos fundacionales, su actividad y
sus propiedades puesto que junto a las anteriores
vertebró hasta finales del siglo XIX y principios
del siglo XX la vida cofrade de la localidad.
Pese a que las reformas carolinas no
supusieron en ningún caso la desaparición de la
actividad pública de la Hermandad, poco tiempo
iba a transcurrir para que las estaciones de
penitencia y su actividad caritativa o asistencial
en unión con los frailes terceros se viese
mermada, puesto que la invasión napoleónica de
la península a partir de 1810 sobre todo será un
importante azote no sólo para una hermandad
local, sino también para la vida política y eclesial
142
AMV Libros de Actas Capitulares (LAC). 1812. Capitulares de 5 y 6 de septiembre donde se especifica lo ocurrido tras la marcha de las
tropas imperiales.
143
AHN CLERO-SECULAR_REGULAR, 1762 (años: s. XVII-XIX). CLERO-SECULAR REGULAR, L. 2130/2132 (años: 1674-1835).
Documentación relativa al gasto de cocina y obra del convento franciscano y la hermandad entre 1814 y 1820.
110
en general de la nación.
El 5 de Septiembre de 1812 y tras casi tres
años de inactividad no sólo por parte de la
hermandad, la comunidad y la propia población
en sí, el cabildo municipal acuerda, en un
verdadero estallido de júbilo jurar adhesión y
lealtad al Rey Fernando VII y a la Constitución
del 19 de Marzo de 1812 al día siguiente,
haciéndolo de forma especial por radicar la
parroquia en el convento franciscano con una
misa solemne, sermón y manifestación del
santísimo, para finalizar el acto con la lectura
constitucional y el Te Deum en acción de gracias.
El 6 de Septiembre, y tal y como se recoge en el
acta capitular anterior se procede al acto142.
Desde esta fecha, y hasta 1820 la
hermandad acomete lentamente su tarea
primordial junto a los franciscanos terceros. La
labor de reorganización y de restauración, no sólo
material sino humana es importante debido al
estado de penuria y carestía en el que está sumida
la población, hecho que se ve perfectamente
reflejado en el gasto general que realiza tanto la
hermandad como la orden en cuanto a la
dotación para la obra y alimentación del
convento143.
 Corta fue la trayectoria de la
reconstrucción, ya que de nuevo en 1820 el
contexto político variará nuevamente para afectar
profundamente no sólo a la vida general de la
villa sino concretamente a la actividad de las
diferentes hermandades y espacios conventuales.
El 1 de enero de 1820 el coronel Rafael de
Riego encabezó un pronunciamiento militar en
Las Cabezas de San Juan (Sevilla) y proclamó la
Constitución de 1812 de manera accidentada,
iniciando una curiosa singladura por Andalucía.
Ante el cariz de los acontecimientos, el 18 de
marzo Fernando VII se vio obligado a jurar el
texto constitucional. España se erigió en el gran
foco revolucionario de la Europa de la
Restauración, notándose su impacto desde
Portugal a Rusia, sin olvidar su repercusión en el
mundo iberoamericano. Así dio comienzo el
Trienio Liberal, la segunda experiencia
constitucional española, que contempló el deseo
de cambiar nuestro país, la perfidia del rey felón,
la división de la familia liberal entre moderados y
radicales, la aparición de partidas realistas por la
Piel de Toro y la invasión de los Cien Mil Hijos
de San Luis, la fuerza de invasión de la Europa
144
AHN (Archivo Histórico Nacional). CLERO-SECULAR_REGULAR, 1762 (años: s. XVII-XIX). CLERO-SECULAR_REGULAR, L.
2130/2132 (años: 1674-1835). Libros de Protocolos. 1820. Reparto de bienes entre vecinos.
145
ORTEGA, Op. Cit., 1933. Pág. 253-254.
111
absolutista que en 1823 dio al traste con la
misma.
Las ideas liberales, latentes en el sentir de
parte de la sociedad española desde la época de
las Cortes de Cádiz, se habían difundido y el
anticlericalismo estaba muy presente. En ese
ambiente, las nuevas Cortes aprobaron el 1 de
octubre 1820 el decreto de disolución y reforma
de las órdenes religiosas, que afectó a tales de
diversa manera, concretamente a la franciscana
de nuestra villa teniendo que exclaustrarse,
aunque sin marcharse de la localidad y
realizando el reparto de bienes materiales entre
diferentes vecinos a fin de que no fuesen
expropiados. Igual suerte corrió la hermandad,
que viendo el proceder comunitario actuó de la
misma manera144.
Incluso obviando la exclaustración y
marcha de los frailes el 24 de Agosto de 1835
con el Padre Guardia Fray Ildefonso Reina145, la
actividad esencial y asistencial que la Hermandad
venía realizando prácticamente desde su etapa
fundacional pasa a un segundo e insignificante
plano, circunscribiéndose esencialmente en lo
eclesial a la autoridad parroquial
y siendo únicamente un
instrumento de catequesis
pública y evangelización a partir
de la segunda mitad del siglo
XIX, etapa en la que se concreta
el fenómeno y ascenso social de
determinada burguesía comercial
en la localidad que unida a la
propietaria de tierras acaparará
los cargos de dirección de las
hermandades en general.

De aquella inmemorial
cofradía de 1552 que en su
preámbulo de reglas remitidas
al c on s e j o de C as til la
enumeraba uno a uno sus fines
apenas queda el recuerdo y la
iconografía, salvadas
milagrosamente tras tantos
avatares consecutivos. Desde
ahora y hasta la actualidad,
nunca más, aquella barroca
hermandad del Santo Entierro
de Nuestro Señor Jesucristo,
Santísimo Cristo de Veracruz y
Soledad volverá a titularse igual,
pasando tanto en lo oficial
como en lo oficioso a conocerse
como la Hermandad del Santo
Entierro.

112
 SIGLO XX

LA ADAPTACIÓN A LOS NUEVOS TIEMPOS.

LOS AÑOS CONVULSOS.

113
La particular historia de España durante el
pasado siglo XX debería ubicarse en cuanto a sus
orígenes y comienzos en acontecimientos tan
importantes como el “Desastre del 98” y por
consiguiente la pérdida de las últimas posesiones
de ultramar. No obstante, a día de hoy
podríamos determinar que esa conclusión estaría
desfasada, puesto que considerar que 1.898
supuso una fecha de ruptura sería arriesgarnos
dentro de la historiografía. Son hechos
plenamente probados que si bien la 1ª República
y la consiguiente Revolución de 1.868 fueron
unos elementos que marcaron sin duda a sus
coetáneos, la pérdida de las posesiones no supuso
una catástrofe de ruptura de la continuidad
histórica de España146.
Si descendemos a nivel local, Villamartín a
principios del siglo XX contaba con la presencia
de un millar de hombres dedicados a las tareas
agrícolas. De ellos, aproximadamente el 50%
podía garantizar para su subsistencia una serie de
ingresos más o menos regulares mientras la otra
proporción estaba caracterizada por la ausencia
de continuidad laboral. La propia configuración
del área rural y por tanto laboral de esta localidad
emanaba en sí una importante actividad rural, lo
cual no se traducía en que la actividad fuese
constante a nivel temporal.
146
TUSSELL, J. (1976): Oligarquía y caciquismo en Andalucía. Barcelona.
114
Las reivindicaciones laborales a principios
de siglo incluso recogen reivindicaciones
referentes a la necesidad de que se aportase mano
de obra foránea para la realización de tareas a
modo temporal y en determinados momentos,
pero la realidad es que si a la temporalidad de la
actividad rural se le añade la falta de reformas e
incentivos para acrecentarla se observa el
importante espectro reivindicativo que
caracterizó a Villamartín entre 1.900 y 1.914.
Sobre este hecho es importante reseñar la
presencia de toda esa conflictividad a través de las
fuentes de información.
El alto grado de reivindicaciones es
patente, no sólo a través de la documentación
oficial, sino también observamos que entre 1.901
y 1.914 la presencia de Villamartín en los medios
de información es constante.
El 7 de Octubre de 1.901, en el diario
informativo “El imparcial”, observamos un
artículo titulado “El trabajo en el campo”. En él
se recoge la celebración de un congreso obrero en
Villamartín con las correspondientes
delegaciones asistentes que recogen las
reivindicaciones laborales de más de 20.000
afiliados en ese momento a través de localidades
tales como Bornos, Arcos de la Frontera, Puerto
Serrano, Algar, Grazalema, Ubrique, etc. Las
épocas no laborales acrecentaban las
proporciones de desempleo en la zona, y este
congreso obrero era la plasmación de una fuerte
presión reivindicativa a nivel social y laboral. A
esta situación hay que añadir sin duda la
existencia de un sector patronal y propietario
cerrado a cualquier intento de modificación
tanto de su estatus social como político y
económico a la negativa por parte de este de
valorar de alguna forma las reivindicaciones de
los jornaleros. Es más, ya que frente a la
solicitudes, la posición de este grupo fue siempre
combativa y en su defecto contraria a cualquier
concesión. A este respecto, el 28 de Junio de
1.901 se anuncia a través del diario “El
imparcial” la rotura de cualquier negociación
entre los jornaleros y los patronos a consecuencia
de la admisión por parte de éstos de personal
foráneo para el desempeño de las actividades
agrarias, siendo patente la confrontación a través
de medidas tales como las llevadas a cabo a través
de la patronal el 20 de Mayo de 1.901 donde
acordó en la localidad de Bornos el no conceder
ninguna reivindicación bajo multa a todos los
integrantes patronales de 1.000 pesetas de la
época.
147
El Imparcial, Diario: Edición del 11 de febrero de 1906
148
El Imparcial, Diario: Edición del 18 de febrero de 1906
115
Toda esta situación desemboca en una
fuerte conflictividad. No hay mejora sino que se
recrudece y desde 1.902 hasta 1.906 la situación
de controversia es importante, comenzando 1.906
con importantes reivindicaciones de tipo ya no
laboral sino de carestía humana. El 2 de Febrero
de 1.906, la situación es insostenible para la clase
trabajadora, el recrudecimiento del conflicto es
tal que la población rural y el municipio ya no
cuentan con los recursos necesarios para su
atención primaria correspondiente.147 Los datos
son escalofriantes, dándose la situación más
desgarradora el día 18 de febrero de 1.906
cuando se procede a la detención de 40
jornaleros que han apedreado a una importante
cantidad de ganado porcino para posteriormente
“tirarse al suelo y comer las bellotas”148.
Este es el contexto social y humano en el
que se ha de desenvolver la Hermandad del Santo
Entierro, sin el respaldo de los frailes ya desde
hace más de 75 años y con una estructura de
gobierno lejos de ser de la relevancia e
importancia social de antaño. En ese panorama y
hasta los años convulsos de 1931-1939 la
Hermandad camina únicamente en pos de forma
anual de realizar la estación de penitencia,
caracterizándose por la aportación dineraria de
familias pudientes que con su mecenazgo
costeaban los gastos de flores, música,
ornamentación y costaleros o cargadores, no
dándose en ningún caso los más mínimos
reflejos de una organización cofrade estable sino
todo lo contrario, sometida a los vaivenes sociales
y caprichosos de sus responsables. Desde ahora
todo ese control civil se mantendrá hasta bien
entrado el último tercio del siglo XX, sobre todo,
si valoramos el ataque social, que no patrimonial
sufre la hermandad en el periodo comprendido
entre 1931 y 1935, que se acrecentaron con
problemas vitales y de carestía existentes en el
general del país, pero que en pequeñas zonas
rurales como la que abordamos eran muy
palpables y evidentes.
Desconocemos, dada la ausencia de fuentes
si se dio una conflictividad social importante no
solo entre la cofradía y el entorno político
exterior. De lo poco que a nivel visual o
patrimonial hemos podido conocer, la
hermandad no sufrió agravio ni atentados contra
su patrimonio, lo que sin duda es un alivio
evidente para su nómina de hermanos y devotos.
De esta forma, y en el periodo
comprendido entre 1936 y 1967 la Hermandad
se circunscribirá a todo lo dictaminado desde la
Jerarquía Eclesial, bien mediante las diferentes
visitas arzobispales, bien con el control
116
parroquial, bien con el control de las diferentes
autoridades militares o civiles en su defecto.
Hasta 1968 no se retomará un proceso
reformador dentro de la misma, que encabezado
por el presbítero José Manuel Álvarez Benítez,
suplirá la falta de organización jurídica de la
misma, procediéndose a la regularización jurídica
estatutaria (1978) y a la correspondiente
adaptación a las normas y formas emanadas del
arzobispado hispalense hasta la década de los 80 y
posteriormente al de Asidonia Jerez de manos del
obispo Rafael Bellido Caro.
Esta hermandad, junto a las ya existentes
en la localidad, fundamentalmente aquejadas de
los mismos males: falta de compromiso de la
nómina de hermanos, ausencia de puesta en
práctica de los fines estatutarios de la misma y
carencia de infraestructura material y económica
para su subsistencia se une a la idea común con
el resto de hermandades de la localidad de
disolverse como tal en 1985, finalizando así con
433 años de ininterrumpida presencia en la vida
cristiana y cofrade de la localidad.
Detalle de ilustración en el programa de
mano oficial de la Semana Santa de
Villamartín del año1984.
117
 Documentos históricos. Siglos XVI-XX.
Carlos Gómez López
En los últimos tiempos han proliferado los
estudios sobre la antigüedad de las hermandades
y cofradías andaluzas, ya que poder establecer
una fecha concreta de existencia de las mismas,
refiriéndonos a aquellas que se presuponen de
finales de la Edad Media o de inicios de la Edad
Moderna, hace que en el mundo cofrade sean
estos datos una pieza fundamental para las
celebraciones conmemorativas hermanamientos,
afiliaciones que incrementan el mapa cultual de
la organización.
Conocer el origen y fundación de una
organización religiosa es algo bastante difícil, más
aún cuando la misma no conserva fondos
documentales propios que nos den noticia de sus
posibles principios. En muchas ocasiones, la
tradición oral establece hitos históricos
vinculados a los datos de origen de las mismas,
pero es algo que hay que poner siempre en duda
hasta localizar certeza documental. Además,
suelen aparecer fechas inscritas en objetos de
culto e imágenes que nos dan pista de ello, pero
es sobre todo en los Libros de Actas y Cuentas de
119
las hermandades donde se pueden obtener datos
ciertos de su historia. No obstante, al carecer las
instituciones de esta serie documental por su
inexistencia o pérdida, los historiadores han
usado noticias paralelas, emanadas de otras
tipologías documentales, incluso sin ser de
carácter religioso, para ir estableciendo el curso
de una cofradía desde su fundación. Para todo
ello, hay que tener en cuenta varias
consideraciones para poder esclarecer dichos
datos, que nos hacen ver que la localización de
los orígenes de una cofradía es una tarea de ardua
investigación. Nos referimos a la importancia de
los documentos en otros periodos históricos, la
organización actual de los archivos, el acceso a los
mismos, la pérdida documental, la difícil lectura
y conservación... y pasando al ámbito específico
de la hermandad en estudio, a sus posibles
cambios de titulación, refundaciones, fusiones,
cambios de sede canónica… todos ellos aspectos
que nos deben hacer estar alerta si queremos
extraer la mayor cantidad de datos posibles sobre
la organización religiosa con la que se trabaja.
 Sobre el caso, es de justicia decir que es
bastante loable que una cofradía se preocupe por
el conocimiento histórico de su institución,
apostando por la investigación sobre sus posibles
orígenes y devenir histórico, a través de fuentes
primarias, gracias a la colaboración de
profesionales de la archivística. El caso que nos
ocupa, la Hermandad del Santo Entierro de
Villamartín, es un claro ejemplo de lo expuesto
anteriormente. Esta hermandad de la sierra
gaditana, no cuenta con fondos propios
documentales que puedan remontarse a los siglos
modernos, ya que su reorganización tiene lugar a
finales del siglo XX y es desde entonces cuando
comienzan su serie de Libros de Actas. No
obstante, desde hace un tiempo han ido
localizando ejemplos documentales que van
jalonando la historia de la cofradía entre los siglos
XVI al XX, con la finalidad de intentar demostrar
con ellos que dicha corporación, aunque haya
tenido largos periodos de inactividad, incluso una
posible desaparición, no ha podido considerarse
como extinta al no llegar a transcurrir el periodo
establecido para ello de cien años. Además, esta
cofradía del Viernes Santo villamartinense, es en
la actualidad conocida como Santo Entierro y
Soledad, pero hay que tener en cuenta que a su
titulación ha estado varios siglos asociada la
advocación de la Santa Vera-Cruz, hoy
tristemente olvidada tras su reorganización. Por
ello, en la documentación aparecerá
indistintamente Vera-Cruz, en sus documentos
más antiguos y luego, Soledad y Santo Entierro, o
los tres títulos conjuntos con distintas variantes
en su orden. Este aspecto sobre su nombre
oficial, nos hace poner sobre la mesa la
posibilidad de que, a la cofradía primitiva de
Cristo Crucificado, se le añadiesen con
posterioridad las devociones de Santo Entierro y
Soledad, o que éstas últimas imágenes
pertenecieran a otra cofradía y se fusionaran en
una sola a mediados de la Edad Moderna.
En este artículo, a modo de informe, se
dará noticia de una serie de documentos
concretos que atestiguan la actividad de la
hermandad soleana desde los siglos modernos y
contemporáneos hasta nuestros días, algunos con
información de gran riqueza histórica y otros
basados sólo en la alusión paralela de la
corporación. Con esta investigación, se asienta
un verdadero aporte documental a los distintos
artículos existentes sobre esta hermandad1, donde
ha llegado incluso a considerarse a la Vera-Cruz

1
Vidal Jiménez, Manuel: Las hermandades de Villamartín en el año 1800. documento mecanografiado; Gómez Vidal, Juan José: Apuntes
para la historia de la Veracruz de Villamartín (s. XVI-XIX). Libro de feria, Villamartín (s.f.); Espinosa de los Monteros Sánchez, Francisco:
La Devoción a la Santa Veracruz. La Fundación de Cofradías Penitenciales en el ámbito gaditano. Confraternitas, Vol. 20, nº 2 (2009); Gómez
vidal, Juan José; Apuntes para la historia de la hermandad del Santo Entierro de Nuestro Señor Jesucristo y Nuestra Señora de la soledad
de Villamartín (Cádiz). Artículo Registrado en Registro Territorial de la propiedad Intelectual de Andalucía, RTA-1943-
20/202099907843064 (03/11/2020).

120
 Detalle del testamento de Catalina García (1553).

extinta, por no aparecer en la nómina de
ninguna de las hermandades de penitencia
actuales.
Los primeros documentos a tener en
cuenta, son varios testamentos de mediados del
siglo XVI, donde se hace alusión de una u otra
forma, sobre todo en las mandas pías de los
otorgantes, a la Cofradía o Hermandad de la
Santa Vera-Cruz. Concretamente nos referimos a
los testamentos de: Martín Álvarez de
Bohórquez, hijo de Martín Álvarez de Bohórquez
y de Inés de Párraga, que en 1550 deja como
limosna en sus mandas testamentarias "1 ducado a
la Hermandad de la Vera Cruz de esta villa"2; el
testamento de Inés Rodríguez, esposa de Alonso
Martín Cabezón, quien también en 1550, lega
"15 reales a la Cofradía de la Santa Vera Cruz"3;
Catalina Ruiz, dice en su testamento de 1552,
“Ítem mando que el día de mi enterramiento me
acompañen los hermanos de la misericordia y la
Veracruz”4; y el testamento de Catalina García,
esposa de Martín García, quién un año después,
en 1553, pide "Ítem ruego, pido y demando, a la

2
ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE CÁDIZ (en adelante A.H.P.C.), Protocolos notariales de Villamartín, Sig. 326, Juan de
Castilla y Fernando Álvarez, s.f. (23/06/1550).
3
A.H.P.C., Protocolos notariales de Villamartín, Sig. 326, Juan de Castilla y Fdo. Álvarez, s.f. (30/06/1550).
4
A.H.P.C., Protocolos notariales de Villamartín, Sig. 4, Antonio Quebrado, s.f. (1552).

121
hermandad y cofradía de la Vera Cruz de esta villa,
que el día de mi enterramiento, me entierren con
honras terceras, e les mando de limosna 6 reales"5.
Estos documentos nos muestran que la
cofradía ya se encontraba funcionando a
mediados del siglo XVI, vislumbrándose en ellos
que no era una corporación de reciente creación,
ya que alguna de estas personas se nombran
como hermanos y solicitan el entierro
característico como tal. La aparición de estas
referencias documentales testamentarias, nos
ayudan a asentar la teoría de que esta cofradía
tiene un origen similar, en fechas, a la mayoría de
las primeras organizaciones de devotos
penitenciales que se van documentando en la
Baja Andalucía, desde mediados del s. XV,
dedicadas a la Vera-Cruz, por ser la advocación
más primaria, en torno a Cristo Crucificado. Por
tanto, aunque sabemos que con el Concilio de
Trento (1545-1563), todas estas corporaciones se
verán acentuadas y se ampliará el panorama
cofrade, podríamos decir que la Vera-Cruz de
Villamartín ya existiría por entonces.
Los s igu i entes d ocu m ent os
corresponden al primer cuarto del siglo XVII y
los mismos presentan actividades relacionadas
con una cofradía que ya tiene una trayectoria
firme y que comienza a efectuar la administración
de sus bienes, mostrando incluso su estructura.
En 1610 encontramos quizás el
documento más interesante para comprender lo
expuesto, una carta de donación inédita que
puede llevar a controversias entre los
historiadores que han realizado estudios sobre el
Convento de San Francisco de Villamartín, en
relación con la antigua ermita o iglesia situada en
el mismo lugar denominada de la Santa Vera-
Cruz, sede de la cofradía6. En estos folios vemos
no sólo la pretensión de la cofradía de donar a la
orden franciscana villamartinense la iglesia y
dependencias anexas, con sus derechos y
acciones, sino que nos ofrece una visión de su
funcionamiento interno, ya que vemos las
rencillas internas de su propia organización.
Parece ser que esta donación se efectúa
por parte de su hermano mayor Juan de Cuenca
y los diputados, Bartolomé Rodríguez, Sebastián
de Vargas Nieto y Pedro Benítez de Tapia,
además de los hermanos Juan Cordero de Tapia,
Hernando Collazo González, Gonzalo López de

5
A.H.P.C., Protocolos notariales de Villamartín, Sig. 2, Antonio Quebrado, s.f. (02/11/1553).
6
Ortega, Ángel: Convento de San Francisco de Villamartín. Provincia de Andalucía. Revista Archivo Iberoamericano. Año XX, T. 36,
Madrid (1933).; Mesa, Antonio: El convento de San Francisco. Libro de feria, Villamartín (1989); Holgado, Enrique: El claustro de San
Francisco y la iglesia de la Vera Cruz. Libro de feria, Villamartín (1995).

122
Detalle del documento de donación de la iglesia de la Vera-Cruz (1610).

123
Madrid, Gabriel García y Hernando Guijeño,
ante el escribano público y las partes interesadas
en el citado lugar, a Fray Blas de Carmona como
guardián de la orden, a cambio de un aposento
para el lavatorio y otros menesteres de la
hermandad, por haberla edificado y costeado de
su hacienda. En la misma escritura aparece
anexionada un acta redactada por otro sector de
la cofradía que se opone a ello, incluso dice que
han llevado a cabo pleito con los franciscanos por
el uso del lugar. Se trata de una larga nómina de
hermanos, encabezados por Juan de Bohórquez y
Andrés de Salas, que son: Pedro García Conejo,
Juan Díaz Oliveros, Pedro García Toledano, el
Ldo. Juan de Bohórquez, Diego Gutiérrez,
Bartolomé López, Alonso de la Puente, Antonio
Rodríguez de Acuña, Juan García Conejo, Gil de
Vargas, el Ldo. Pedro de Salas Ulloa de Toro,
Pedro Díaz, Diego García de Morales, Pedro
López Trujillo, Pedro de la Cruz, Juan de
Trujillo, Diego Sánchez Monje y Alonso
González, que defienden que este asunto debe
tratarse en cabildo de hermanos7.
Los resultados posteriores no están del
todo claros, algo que enlaza con la disparidad de
opi
que los franciscanos llegan a dicho
emplazamiento y edifican o no, parte del
convento e iglesia, usando la ermita existente.
Unos años después, encontramos a la
cofradía realizando escritura de imposición de
tributo sobre un solar en la calle de San Sebastián
a Juan Sánchez Mariscal, concretamente en 1628,
momento en el que es hermano mayor el Ldo.
Bartolomé Camacho de Amaya y mayordomo, el
genovés Francisco Bonielo8. Lo mismo sucede un
año después, en 1629, en este caso imponiendo
tributo a Francisco Guillén9.
Y documentos relacionados con posesiones
y rentas son los dos siguientes en fechas, de 1672,
1763 y 1766. En el primero, el vecino Pedro
Gómez de Soria, vende dieciocho reales de censo
anuales, que se pagaban por el día de San Mateo,
a la cofradía por 360 reales, el que estaba
impuesto sobre una casa en la calle Toledano,
junto a la calleja de las Cruces. La suma la
entregarían los mayordomos Francisco de Prados
y Juan Pérez de Morales10. Los otros documentos,
ya de la segunda mitad del siglo XVIII, vuelven a
tratar transacciones económicas, en este caso con