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EJERCICIOS ESPIRITUALES

EN LA VIDA CORRIENTE.

Autor: S. Ignacio de Loyola

Expositor: Hernando Silva, S. J.

Bogotá.
SEGUNDO MES

El primer mes estuvo dirigido a purificar el alma de pecados, de pasiones y afectos


desordenados, de inclinaciones al mal y de hábitos y costumbres que no estaban de acuerdo
con la voluntad de Dios.

Este segundo mes está dirigido a iluminar nuestra mente, con el ejemplo de Cristo Nuestro
Señor, para que, en adelante, dirijamos nuestra vida por el camino de la voluntad de Dios.

No se busca elegir estado, porque estos Ejercicios están dirigidos a personas que ya se
hallan en estado definitivo de la vida y en una profesión bien definida.

Nota sobre el propósito: toda persona debe tener, en la vida, propósitos bien definidos y
reglas claras de vida. En este mes, sí conviene que se revisen esos propósitos y esas reglas
de vida, para confirmarlas, o para modificarlas.
PRIMERA SEMANA

Del segundo mes

Segundas reglas para distinguir los movimientos del espíritu.

1. A las personas que están en paz con el Señor, el espíritu de Dios las mueve a la
alegría y a sentimientos positivos. El espíritu del mal, en cambio, las mueve a la
tristeza y a sentimientos negativos.
2. Solamente Dios puede mover al alma sin previa causa.
3. Con causa previa pueden mover al alma tanto el espíritu del bien, como el espíritu
del mal.
4. El espíritu del mal puede engañar al alma proponiéndole cosas buenas, al principio,
pero que, después, van a parar en el mal.
5. Hay que examinar todo el proceso del movimiento espiritual. Si principio, medio y
fin son buenos, entonces la moción es del buen espíritu. Pero, si hay algún mal en
el proceso, entonces la moción proviene del mal espíritu.
6. Cuando hemos sido engañados por el mal espíritu, entonces hay que examinar todo
el proceso de esa moción, con el objeto de sacar experiencia para el futuro.
7. En las personas que están en paz con el Señor, el buen espíritu entra de manera
suave; mientras que el mal espíritu entra con turbación y violencia. En las personas
que no están en paz con Dios, el buen espíritu entra con turbación, moviendo al
arrepentimiento y al dolor por los pecados; mientras que el mal espíritu entra de
manera suave.
8. Cuando la consolación es sin causa, entonces es de Dios. Pero el alma queda como
caliente y fervorosa y, entonces, puede entrar el mal espíritu para engañar.

N. B. : 1) A este proceso de distinguir los movimientos del espíritu, se da el nombre de


discernimiento.
2) Pedir, a un maestro del espíritu, mayores explicaciones sobre este tema.
3) En esta segunda semana conviene leer el santo Evangelio y, también, vidas de santos.
En las librerías se encuentran libros con la vida del santo de cada día. Esos libros. también,
son muy buenos para este segundo mes.

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Día 1°: El candidato excepcional.

Preparación para la oración.

a) Presencia de Dios y oración preparatoria, como de costumbre.


b) Composición de lugar. Imaginar la Palestina, en los tiempos de Jesús.
c) Petición: Que yo cumpla la voluntad de Dios en mi vida.

Primero: parábola del candidato: Un candidato, a la primera magistratura de la nación,


promete: acabar con la corrupción, por medio de una administración transparente; acabar
con el subdesarrollo, llevando la producción a su plenitud; acabar con la pobreza, por
medio del pleno empleo; y altísima inversión social, por medio de los servicios de vivienda,
salud, y educación para todos. En resumidas cuentas, promete el bienestar para todos.

Para la sociedad es evidente que ese hombre va a cumplir con su palabra, teniendo en
cuenta su personalidad, su preparación, y sus conexiones políticas.

Yo recibo una invitación, de ese candidato, a participar en la liberación del pueblo. Sin
embargo, primero tengo que participar en los trabajos y fatigas de la campaña; y tengo que
imitarlo en su manera de proceder.

Segundo. Considerar qué debo responder yo a esa invitación, teniendo en cuenta que ese
señor significa la salvación del pueblo.

Tercero. El Señor Jesús promete la salvación eterna para mí, para mi familia y para toda la
humanidad. El Señor Jesús me invita a colaborar en el trabajo de salvar al hombre, por
medio del cumplimiento estricto de mis obligaciones, con la imitación del ejemplo que nos
dejó y con el seguimiento de sus enseñanzas. ¿Qué debo responder a esa invitación?

Pensar, en concreto, cómo puedo yo colaborar con el Señor Jesús, en la salvación del
mundo.

Coloquio. Con nuestro Señor Jesucristo agradeciéndole que me invite a colaborar en la


salvación del mundo y ofreciéndome a imitarlo, con el fiel cumplimiento de todos mis
deberes.

Terminar con un Padre Nuestro.

N. B.: San Ignacio da a esta meditación el nombre de “el llamamiento del rey temporal”.

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Día 2°: La Encarnación.

Preparación para la oración.

a) Presencia de Dios y oración preparatoria, como de costumbre.


b) Composición de lugar: imaginar a la tierra y a sus habitantes, antes de N. S. Jesucristo:
la humanidad ha equivocado su camino.
c) Petición: conocimiento interno del Señor que por mí se ha hecho hombre, para que más
lo ame y lo siga.

Primero. Contemplar la situación espiritual del hombre antes de Cristo:


a) Desviación total del último fin. El hombre busca placeres, poder, riqueza.
b) Ignorancia total de Dios (con la excepción del pequeño pueblo judío). La
humanidad se halla en el animismo, el politeísmo y la idolatría.
c) Descomposición humana: esclavitud y crueldad inimaginable.

Segundo. Mirar a la Santísima Trinidad:


a) La Trinidad ve a toda la humanidad desviada y que va a parar al infierno.
b) Toma la determinación de redimir al hombre.
c) El Hijo de Dios es enviado a la tierra para salvar al hombre.

Tercero. La anunciación y la concepción virginal.


a) El ángel Gabriel pide a la Virgen María su consentimiento para la encarnación.
b) La Virgen María acepta: “hágase en mí según tu palabra”.
c) El Hijo de Dios se encarna en las purísimas entrañas de la Virgen María.

Coloquio.
a) Con las Tres Divinas Personas agradeciéndoles su propósito de salvar al hombre.
b) Con la Virgen María agradeciéndole su colaboración con la encarnación.
c) Con migo mismo prometiendo colaborar con el plan de Dios.

Terminar con un Padre Nuestro.

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Día 3°: El nacimiento de Jesús. (Lc. 2, 1-8).

Preparación para la oración.

a) Presencia de Dios y oración preparatoria, como de costumbre.


b) Composición de lugar: imaginar el camino de Nazaret a Belén.
c) Petición:”conocimiento interno del Señor que por mí se ha hecho hombre, para que más
lo ame y lo siga” (S. Ignacio).

N. B.: 1) La meditación se hace como una contemplación. Como contemplamos un


paisaje, o una noche estrellada, de la misma manera, en esta meditación, contemplamos a
las distintas personas, lo que hacen, lo que dicen y las acompañamos en su historia.
2) Leer el texto del Evangelio y repetirlo con todos sus detalles.

Primero. Estando S. José y la Virgen, en Nazaret, llega la orden del emperador Augusto
para que cada uno se empadrone en el lugar de donde procede su familia. Para José y
María la orden es especialmente dura e inconveniente por lo que María está próxima a dar a
luz y el viaje, en esas condiciones, es demasiado difícil. Sin embargo, los dos se preparan
para obedecer la orden del emperador. Resuelven que María acompañe a José y preparan
todas las cosas para el viaje.

Segundo. Emprenden el camino, de unos tres días, de Nazaret a Belén, en pleno invierno y
con María próxima al parto. Podemos imaginar que consiguieron alguna burrita para que
María pudiera hacer el viaje. Con nuestra imaginación, acompañarlos en todas las
peripecias del camino.

Tercero. Llegan a Belén, pero no encuentran sitio en la posada. Nadie les da albergue.
Tienen que acogerse a una cueva, próxima al pueblo y que sirve de pesebrera. Sentir, en
nuestro corazón, cada una de las negativas que recibieron S. José y la Virgen y la
humillación que representó el tener que acogerse a una pesebrera.

Cuarto. Allí nace el Salvador. Mirar la cueva; a los animales; al piso lleno de estiércol y
barro. Allí nace N. S. Jesucristo. Mirar al Niño recién nacido. Adorarlo como a mi Dios.
Admirarme de la manera en que Dios viene al mundo. Pasar la oración contemplando esta
escena.

Coloquio. Pedir a la Virgen y a S. José que yo aprenda las lecciones que me está dando el
Salvador.

Terminar con un Padre Nuestro.

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Día 4°: La adoración de los pastores (Lc. 2, 8-21).

Preparación para la oración.

a) Presencia de Dios más oración preparatoria, como de costumbre.


b) Composición de lugar: imaginar a los ángeles anunciando a los pastores el nacimiento
de Jesús.
c) Petición: conocer y amar al Señor Jesús.

Ejercicio de la memoria. Unos pastores guardaban sus rebaños a la intemperie y de noche


cuando, de pronto, un ángel del Señor se les presentó y la gloria del Señor los envolvió.
Ellos quedaron sobrecogidos de espanto, pero el ángel les dijo que no tuvieran miedo, que
él venía a comunicarles una gran noticia para ellos y para todo el pueblo: que en la ciudad
de David les acababa de nacer el Salvador. Entonces apareció una multitud de ángeles que
cantaban: gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres a quienes Dios ama.

Cuando los ángeles desaparecieron, los pastores se fueron hasta Belén y encontraron al
Niño a su madre y a José. Los pastores contaron todo lo que les había pasado. Todo el
mundo se maravillaba de los sucedido y María conservaba todas estas cosas en su corazón
y las meditaba.

N. B. 1) Leer el texto del Evangelio y repetirlo en todos sus detalles.


2) La oración se hace como una aplicación de sentidos.

Ver a los pastores a la intemperie, a los ángeles que les traen el gran anuncio. Mirar cómo
los pastores se dirigen a Belén y hallan al Niño a su madre y a José.

Oír las palabras que los ángeles dirigen a los pastores. Los comentarios que se hacen los
pastores. Lo que dirían a José y a María.

Mirar lo que hacen los ángeles, a saber, anunciar el nacimiento de Jesús. Mirar lo que
hacen los pastores: cuidar sus rebaños, atender al anuncio de los ángeles, ir a ver al divino
Niño y divulgar el gran acontecimiento.

Coloquio con la Virgen María pidiéndole que yo también medite en mi corazón la vida de
Jesús, desde su infancia.

Terminar con un Padre Nuestro.

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Día 5°: La Presentación del Niño Jesús en el templo (Lc. 2, 21-39).

Preparación para la oración.

a) Presencia de Dios y oración preparatoria, como de costumbre.


b) Composición de lugar: la escena de la presentación del Niño en el templo.
c) Petición: que yo comprenda el misterio que se encierra en ese Niño y lo ame.

Ejercicio de la memoria. Recordar la historia: a los 40 días del nacimiento del Niño Jesús
lo llevaron al templo para presentarlo al Señor. Al Niño lo entregan al sacerdote y, luego,
lo rescatan con un par de tórtolas o dos pichones.

Por aquel tiempo, vivía en Jerusalén un anciano llamado Simeón. El Señor le había
revelado que no moriría sin ver al Mesías. Este anciano reconoció al Niño como el
Salvador; y le dijo a Dios que ya se lo podía llevar, pues ya había visto la esperanza de
Israel.

También vivía en Jerusalén una profetiza, viuda y ya anciana, que llevaba una vida
ejemplar. Ella también reconoció al Niño y empezó a hablar de él a la gente buena.

N. B.: 1) Leer el texto del Evangelio y repetirlo con todos sus detalles.
2) La meditación se hace como aplicación de sentidos:

Ver a las distintas personas, al Niño, a María, a José, a Simeón y a la profetiza Ana.
Contemplar, igualmente, la majestad del tempo donde es presentado el Niño. Considerar
que ese pequeño Niño es la esperanza de la humanidad.

Oír lo que dicen las distintas personas: el anciano Simeón, que dice a Dios que ya se lo
puede llevar, pues ya ha visto la esperanza de Israel. La profetiza Ana, que reconoce al
Niño y habla de él.

Considerar lo que hacen la distintas personas: José y María entregan el Niño al sacerdote
y, luego, lo rescatan.

Coloquio. Con la Virgen María, pidiéndole que me enseñe el valor de ese Niño y que me
enseñe a amarlo. Terminar con un Padre Nuestro.

N. B.: Sábado y domingo, repetir algunas de las meditaciones de la semana.

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SEGUNDA SEMANA

Del segundo mes.

Sobre los escrúpulos.

1. La primera clase de escrúpulos consiste en creer que es pecado, lo que no es


pecado. En ese caso se debe consultar con alguna persona que pueda instruir
nuestra conciencia.
2. La segunda clase de escrúpulos consiste en un temor y una angustia de haber
ofendido a Dios, donde no hubo ofensa. Es como un pensamiento que me
viene de fuera.
3. Esta segunda clase de escrúpulo sirve para purificar el alma, con tal de que
no dure mucho tiempo.
4. El mal espíritu procura angustiar, cada vez más, a la persona que es
escrupulosa. En cambio, a la persona sin ningún escrúpulo, le da confianza,
para que persevere en su tibieza y aun para que camine hacia el pecado
grave.
5. La persona que es cuidadosa de su espíritu, debe proceder contra la moción
del mal espíritu. Es decir, si el mal espíritu la mueve a la angustia, ella debe
procurar la paz y la confianza en Dios; pero si el mal espíritu la está
moviendo al descuido en la vida espiritual, la persona debe moverse a la
perfección de sus obras.
6. Si tengo algún proyecto para la gloria de Dios y la salvación de las almas,
pero el mal espíritu me mueve a temor de ese proyecto, por ejemplo, por
miedo a la vana gloria, entonces debo obrar contra la moción del mal
espíritu y poner por obra el proyecto.

N.B.: Si siento escrúpulos, debo consultar el punto con un maestro del espíritu.

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Día 1°: Los reyes magos (Mt. 2, 1-13).

Preparación para la oración.

a) Presencia de Dios y oración preparatoria, como de costumbre.


b) Composición de lugar: imaginar la caravana de los reyes magos por el desierto.
c) Petición: que el Señor me conceda conocer y amar al divino Niño.

Ejercicio de la memoria. Recordar la historia: unos magos de oriente vieron aparecer sobre
Judea una estrella nueva, que significaba que el rey de los judíos acababa de nacer.
Inmediatamente organizan una caravana para ir a adorar a ese Niño. Llegan a Jerusalén y
preguntan en dónde ha nacido el rey de los judíos. Causan gran sensación. El rey Herodes,
instruido por los escribas, les dice que el rey de los judíos debía nacer en Belén, y les pide
que, cuando hayan encontrado al Niño, le avisen a él, para ir también a adorarlo.

La estrella, que los había guiado, se ocultó cuando llegaron a Jerusalén. Pero, al salir de la
ciudad, se les volvió a aparecer y los condujo hasta donde estaba el Niño, con María, su
madre. Ellos lo adoraron y le ofrecieron sus dones: oro, incienso y mirra. Entonces se
volvieron a su tierra por otro camino pues un ángel, en sueños, les había indicado que no
volvieran a Herodes. (Leer el texto en el Evangelio y repetirlo con sus detalles).

Ejercicio del entendimiento. También a nosotros se nos apareció una estrella: nuestro
deseo de hacer los Ejercicios Espirituales; nuestro deseo de conocer mejor a Jesús; y
nuestro deseo de aprender a orar y a mantener relaciones familiares con el Señor. ¿Se nos
ha aparecido alguna otra estrella que se haya convertido en guía de nuestra vida? ¿Cuál es
la guía de mi vida? ¿Cuál es la estrella de mi vida espiritual? ¿He sabido sortear las
dificultades que se me han presentado en la vida?

Ejercicio de la voluntad. Los magos ofrecieron dones al Niño Jesús. Yo también debo
ofrecerle mi trabajo, mis amores y a mi propia persona.

Coloquio con la Virgen María pidiéndole que interceda ante el divino Niño con el objeto
de que acepte mis dones.

Acabar con un Padre Nuestro, rezado de manera pausada.

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Día 2°: Huida a Egipto (Mt. 2, 13-16).

Preparación para la oración.

a) Presencia de Dios y oración preparatoria, como de costumbre.


b) Composición de Lugar: imaginar a María, a José y al Niño camino de Egipto.
c) Petición: conocer mejor y amar más al divino Niño.

Ejercicio de la memoria. Recordar la historia: cuando los magos se fueron, un ángel se


apareció en sueños a José y le dijo que huyera Egipto, porque Herodes buscaba al Niño
para matarlo. José, pues, se levantó; despertó a María y le comunicó el mensaje. Entre los
dos prepararon las cosas indispensables; tomaron al Niño y partieron para Egipto. (Leer el
texto en el Evangelio).

En Egipto había una buena colonia Judía que les podía ofrecer ayuda. José podía conseguir
trabajo con algún colega de la misma profesión. Allí Jesús pasa su infancia.

Ejercicio del entendimiento. Se pueden hacer diversas consideraciones:


a) Jesús, desde muy pequeño, empieza a sufrir, a redimir al mundo. Es natural que el
sufrimiento me visite también a mí para mi propia perfección y para que colabore en
la redención del mundo.
b) Las fuerzas del mal persiguen a Jesús desde niño. Es natural que yo también sufra
persecución de vez en cuando.
c) Probablemente la Sagrada Familia ya estaba bien instalada en Belén, cuando recibe
la orden de partir. De vez en cuando, en nuestras vidas, Dios nos pide salir del
acomodo que teníamos para que no nos apeguemos demasiado a los bienes que
poseemos.
d) Al partir para Egipto, la Sagrada Familia se pone en las manso de Dios, confía en
Dios. También yo debo ponerme en las manos de Dios y confiar en él..

Ejercicio de la voluntad. Acompañar a la Sagrada familia durante su viaje a Egipto y


durante su estancia en esa nación.

Coloquio Con la Virgen María, pidiéndole que me dé verdadero conocimiento del divino
Niño y amor a su persona.

Terminar con un Padre Nuestro.

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Día 3°: La matanza de los Inocentes (Mt. 2, 16-19).

Preparación para la oración.

a) Presencia de Dios y oración preparatoria, como de costumbre.


b) Composición de lugar: imaginar a los soldados matando niños y a las madres llorando.
c) Petición: que el Señor aumente mi conocimiento y mi amor al divino Niño.

Ejercicio de la memoria. El rey Herodes había dado a los magos la orden de que volvieran
a informarle sobre el Niño. Pero los magos no volvieron donde Herodes, sino que
regresaron a su tierra por otro camino. Esto lo hicieron por aviso de Dios. Pero entonces
Herodes se enfureció y mandó matar a todos los niños, menores de dos años, que vivían en
Belén y en sus alrededores.

Ejercicio del entendimiento. La santa Iglesia venera a los inocentes como a sus primeros
mártires. Ellos no fueron conscientes de lo que sucedía; pero, con su sangre estaban dando
testimonio de que el Salvador ya había nacido. Por la redención del mundo no solamente
sufre Jesús. Otras personas también empiezan a sufrir por la salvación de la humanidad.

Tanto los inocentes, como los otros mártires de la Iglesia, sufren hasta dar la vida, sin haber
cometido culpa alguna.

Los dolores que yo tengo que sufrir en la vida los permite Dios para mi maduración
personal (nada madura tanto como el dolor); para satisfacer por mis culpas; para purificar
mi alma; y para colaborar en la redención del mundo.

Ejercicio de la voluntad. Aceptar los dolores y contradicciones todas, que he tenido en mi


vida; y aceptar, desde ahora, los dolores que me faltan por sufrir.

N. B.: la parte más importante de la meditación es el ejercicio de la voluntad. Bien se


puede pasar toda la oración en un solo afecto, como de estupor ante los sufrimientos de los
inocentes, de sus madres y de sus familiares.

Coloquio con el divino Niño aceptando los dolores y contradicciones de mi vida.

Terminar con un Padre Nuestro, rezado de manera pausada.

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Día 4°: Infancia de Jesús.

N. B.: Entiendo por infancia el período que va desde el nacimiento hasta los 7 años. La
meditación se hace como una aplicación de los sentidos interiores.

Preparación para la oración.

a) Presencia de Dios y oración preparatoria, como de costumbre.


b) Composición de lugar: imaginar al Niño Jesús aprendiendo a caminar.
c) Petición: que Dios me dé conocimiento de ese Niño para que más lo ame y lo siga.

Aplicación del sentido de la vista. Ver, con la vista de la imaginación:


a) A la virgen María alimentando al niño; envolviéndolo en pañales; cambiándole de
pañales; cantándole, arrullando al Niño y acariciándolo.
b) Al divino Niño empezando a caminar; a balbucear sus primeras palabras; a reír, a
dar pequeños gritos y en las demás manifestaciones normales del desarrollo de un
niño.
c) Al divino Niño, cuando ya camina y ya habla. Empieza a ayudar a la Virgen en
pequeñas cosas. No se aparta de las faldas de su madre. Empieza a jugar con cosas.

Aplicación del sentido del oído. Oír, con el oído interno de la imaginación, la respiración
del Niño; su llanto; su risa; su juego; su algarabía.

Aplicación del sentido del tacto. Tocar, con el tacto de la imaginación, los pañales del
niño, su camita, sus manecitas y acariciar su cabecita.

Coloquio. Con la Virgen Madre, pidiéndole que aumente nuestro amor a la persona de su
hijo.

Terminar con un Padre Nuestro, rezado de manera pausada.

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Día 5°: La casa de Nazaret.

N.B.: a) Después de la muerte de Herodes, S. José volvió a Nazaret, con su familia, y se


estableció allí.
b) La meditación la haremos sobre la casa de Nazaret, porque una casa enseña muchas
cosas sobre las personas que viven en ella.
c) La meditación la haremos como una aplicación de sentidos.
d) Tomaremos, como fundamento, la casa de la Virgen que se encuentra en Loreto.

Preparación para la oración.

a) Presencia de Dios y oración preparatoria, como de costumbre.


b) Composición de lugar: imaginar la casa de la Virgen en Nazaret.
c) Petición: Que el Señor me conceda interno conocimiento de la persona de Jesús.

Aplicación del sentido de la vista. Imaginar, primero, a Nazaret. No sería un pueblo con
calles rectas y asfaltadas, ni con una gran plaza, ni con casas de dos pisos, ni con iglesia de
tres naves. Sería apenas un caserío, con una fuente y con gente sencilla.

Ver, con la vista de la imaginación, la casa de la Virgen María. Probablemente sería una
casa con una sola habitación. Imaginar, en esa pequeña casa, su cocina, sus camas y una
parte social constituida por una mesa y unos bancos para sentarse.

La cocina, con ollas de barro cocido, platos también de barro, un cuchillo de hierro, algún
pincho y unas cucharas de madera. Un fogón de tres piedras sobre una tarima. Un molino
de dos piedras muy pesadas. Un horno para el pan. Y todo lleno de humo.

¿Cómo sería el telar de María? ¿Qué herramientas usaría S. José en su taller? ¿Tendrían un
huerto con hortalizas y árboles frutales? ¿Tendrían cabras y ovejas, como todos los pobres?

Aplicación del sentido del tacto. Tocar, con la imaginación todas las cosas: el fogón, el
molino, el horno, los platos, las ollas, las camas, las herramientas de José, el piso de barro,
etc.

Coloquio. Entablar una conversación, con la Virgen María, sobre cada una de sus
pertenencias. Terminar la oración con un Padre Nuestro.

N. B.: Sábado y domingo, repetir algunas de las meditaciones de la semana.

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TERCERA SEMANA

Del segundo mes

N. B.: esta semana estará dedicada a la preparación de uno o varios propósitos que resulten
fundamentales para el futuro de la vida, es decir, que constituyan todo un proyecto de vida.

Día 1°: Las dos banderas.

Preparación para la oración.

a) Presencia de Dios y oración preparatoria, como de costumbre.


b) Composición de lugar: imaginar a Jesús enseñando en la colina del Sermón de la
Montaña.
c) Petición: conocimiento de los engaños del mal, para librarme de ellos; y conocimiento
de la vida de N. S. Jesucristo, para imitarlo.

Consideración general. En esta vida, la atracción del mal llega a toda persona; pero,
también, la invitación al bien llega a toda persona. Este mundo es, pues, como un campo
de batalla donde el mal y el bien, a banderas desplegadas, se disputan la humanidad.

La bandera del mal. La invitación al mal llega a toda persona, hombre o mujer, niño o
anciano, rico o pobre, ignorante o sabio. Esa invitación llega, externamente, por los
ejemplos y tendencias que vemos en la sociedad; pero también, internamente, por los
impulsos de nuestras propias pasiones y de nuestra propia psicología.

La estrategia ordinaria del mal es la siguiente: primero invita a codicia de riquezas; luego, a
vano honor del mundo; y, por último, a la soberbia, porque de allí caerá en todos los males.

La bandera del bien. El bien, de igual manera, invita a todos los hombrees y mujeres a
seguir su bandera. En concreto, N. S. Jesucristo invita a sus apóstoles y a todos sus
discípulo a que trabajen en la salvación del mundo.

La estrategia ordinaria del bien es la siguiente: primero invita a la pobreza espiritual; luego,
a desprecio del vano honor del mundo; y, por último, a la humildad, porque de allí se sube a
todas las virtudes.

Coloquio con N. S. Jesucristo, pidiéndole que, en mi profesión, en mi familia y en mi


estado de vida, me escoja a mí para que le sirva a él y a la humanidad, bajo su bandera.

Terminar con un Padre Nuestro, rezado de manera pausada.

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Día 2°: Tres clases de hombres.

Preparación para la oración.

a) Presencia de Dios y oración preparatoria, como de costumbre.


b) Composición de lugar: mirarme a mí mismo, cómo estoy delante de Dios, sus santos y
sus ángeles, que interceden por mí.
c) Petición: que el Señor me conceda generosidad en mis propósitos.

Primera clase de hombres. Son los que no hacen propósito alguno para mejorar su vida.
Un ejemplo, de esta primera clase de hombres es Simón el fariseo (Lc. 7, 36ss). Invitó a
Jesús a almorzar en su casa; pero, ni le lavó los pies, ni le ungió la cabeza, ni le dio el beso
de paz, de acuerdo a las costumbres de su tiempo. Se portó, pues, grosero con Jesús. Pero,
de todas maneras, recibió grandes gracias de Dios: disfrutó de la compañía de Jesús, oyó su
palabra, comió con él, y presenció la escena de la pecadora que lavó con sus lágrimas los
pies de Jesús. Sin embargo, no hizo cambio de vida. Siguió siendo tan fariseo como antes.
Pensar si mi caso ha sido semejante al de Simón el fariseo.

Segunda clase de hombres. Son los que hacen propósitos, y aun hacen cosas, pero todo ello
sin eficacia alguna. El ejemplo de esta segunda clase de hombres es Poncio Pilato: tenía
espías que lo informaban de los que sucedía entre el pueblo; sabía que Jesús era inocente y
que, por tanto, debía liberarlo. Hace cosas para librar a Jesús: lo envía donde Herodes; lo
declara inocente; discute con los judíos; lo compara con Barrabás; y lo manda flagelar.
Como se ve, todo lo que hizo fue ineficaz y terminó condenando a Jesús. Si yo he hecho
propósitos en mi vida, pero han sido ineficaces, en ese caso yo pertenezco a esta segunda
clase de hombres.

Tercera clase de hombres. Son los que, no solamente hacen propósitos eficaces, sino que
los ponen en práctica. El ejemplo de esta tercera clase de hombres es el apóstol Pablo
(Hech. 22, 6-17). Él había sido perseguidor de los cristianos pero, en cuanto vio la luz de
Dios y que estaba en el error, cambió por completo y pasó a ser apóstol de N. S. Jesucristo.
Lo natural es que yo, en mi vida, imite al apóstol Pablo: es decir, que yo haga propósitos
eficaces y los cumpla, para mejorar en mi vida.

Coloquio con la Ssma. Virgen María pidiéndole que me alcance de su divino Hijo que yo
sea generoso en mis propósitos. Pedir lo mismo al Hijo Eterno de Dios y al Padre Eterno.

Terminar la oración con un Padrenuestro.

N.B.: San Ignacio da esta meditación el nombre de “los tres binarios”.


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Día 3°: Tres maneras de humildad.

Preparación para la oración.

a) Presencia de Dios y oración preparatoria, como de costumbre.


b)) Composición de lugar: imaginar a N. S. Jesucristo en la cruz.
c) Petición: que el Señor me dé generosidad en el servicio de Dios y de los hombres.

Primera manera de humildad. Esta manera de humildad consiste en que yo me humille


ante la voluntad de Dios de manera que, aunque me hicieran señor de todo el mundo, no
estaría dispuesto a ofender a Dios en materia grave.

En la oración, debo examinar si esta es mi disposición y, si no lo es, no pasar adelante en la


oración hasta que no la haya conseguido, pues este grado de humildad es necesario para
conseguir la salvación eterna.

Segunda manera de humildad. Esta segunda manera de humildad comprende dos puntos:
1) Indiferencia a la riqueza o a la pobreza, a la vida corta o a la vida larga, al
honor o al deshonor, guiándome exclusivamente por lo que sea servicio de
Dios N. S.
2) Estar dispuesto a no ofender a Dios en materia leve ni aunque me ofrecieran
el mundo entero, ni aunque me quitaran la vida.

Si encuentro que esta no es mi disposición, debo insistir en oración para obtener este grado
de humildad, pues es muy conveniente que toda persona, que progresa en el espíritu, posea
este grado de humildad.

Tercera manera de humildad. Esta tercera manera de humildad comprende las dos
primeras y, además, comprende lo siguiente: en caso de ser igual gloria de Dios, prefiero
la pobreza y el deshonor por parecerme más a Cristo N. S. que sufrió por mí.

Este tercer grado de humildad es una gracia de Dios, pero yo debo poner de mi parte lo
necesario para que el Señor me conceda esta gracia.

Coloquio. Hacer un coloquio con la Virgen María, con Cristo N. S. y con el eterno Padre
para que me concedan el tercer grado de humildad.

Terminar la oración con un Padre Nuestro.

N.B.: A los laicos, el Señor no les pide la pobreza actual, pero sí la pobreza espiritual.

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Día 4°: Proyecto de vida.

Esta meditación está dedicada a elaborar un proyecto de vida. Tiene que ser algo que
oriente la vida en adelante. A veces pedirá grandes cambios; a veces pedirá, solamente, un
afirmar el estilo de vida, que se ha tenido hasta el presente, pero dándole más altura
espiritual.

La meditación se debe hacer sentado en una silla y con papel y lápiz en la mano.

Debe considerar todos los aspectos de la vida:

a) Mi vida personal: cuidado de la salud, régimen alimenticio, orden de vida, cultivo


intelectual, cultivo espiritual: oración y comunicación con Dios Nuestro Señor. Mis
obligaciones con la santa Iglesia.

b) Mi vida familiar: relaciones conyugales, relaciones con los hijos, el colegio de los
hijos, el apartamento, cuidado de cada uno de sus enseres.

c) Mi vida social: amistades y compromisos.

d) Mi vida laboral: cumplimiento de mis obligaciones y mis relaciones con superiores


y con subordinados. Ambiente en que me desenvuelvo. Valor social de mi trabajo.

e) Mi vida civil: mi colaboración con el barrio, la población. Mis obligaciones civiles.

f) Aspectos económicos.

g) Algún otro aspecto que deba ser considerado.

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Día 5°: Continúa el Proyecto de vida.

En esta meditación el cuerpo debe tomar la posición en la que se sienta espiritualmente


mejor: puede ser de rodillas, o sentado, o paseando.

La meditación se hace de la manera siguiente:

1) Se toma el programa de vida que se elaboró ayer.

2) En cada punto, del programa de vida, se reflexiona sobre él; se acepta o se


modifica.

3) En la meditación pasada estuvo bien haber examinado todos los aspectos de


la vida; pero, cuando se trata de formular el propósito, o el proyecto de vida,
no hay que tomar todos los aspectos de la vida. Es muy posible que se
escojan solamente dos o tres de los aspectos más relevantes.

4) La redacción debe ser sencilla; y el proyecto todo debe ser breve.

5) Una vez que se llega a una redacción definitiva, se ofrece a Dios Nuestro
Señor.

6) También, conviene consultar el proyecto de vida con un maestro del espíritu.

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CUARTA SEMANA

Del segundo mes.

Día 1°: la niñez de N. S. Jesucristo.

N. B.:
1) Por niñez entiendo el período que va de los 7 a los 12 años. Coincide con el desarrollo
de los conocimientos concretos y termina con el nacimiento de los conocimientos formales.
2) En el tiempo de Nuestro Señor Jesucristo era el tiempo en que el niño iba a la escuela a
aprender las bases de la cultura.
3) Como N. S. Jesucristo sabía leer, de ahí yo deduzco que aprendió a leer, es decir, que
fue a la escuela de Nazaret; pues pensar que aprendió a leer por revelación divina es
suponer mucho.

Primer punto. Jesús en la escuela. Imaginar cómo sería la escuela de Nazaret.


Probablemente era un patio donde unos pocos niños se sentarían en el suelo para oír al
rebino. La enseñanza era oral (no había libros), sino que los alumnos iban repitiendo lo que
el maestro les enseñaba. Se aprendía a escribir en una tablilla impregnada en cera. Se
escribía con un punzón. Para borrar, se calentaba la tablilla.

Ver a Jesús haciendo las tareas con mucho cuidado hasta aprender a escribir. Imaginarlo en
el recreo jugando con los otros muchachos.

Segundo punto. Para esa época, Jesús ya sentía que era Hijo de Dios, que el mismo Dios
era su Padre. Fue el primero, en la historia, que sintió a Dios como Padre. Con ese
sentimiento profundísimo empezó a recibir la cultura judía y a reflexionar sobre su tiempo.
Empezó a sentir que muchas cosas eran absurdas (la pureza ritual, o la observancia
estrictísima del sábado) y empezó a idear una humanidad nueva. Por lo menos, cuando fue
a Jerusalén, a los 12 años, tenía muchas cosas que preguntar a los doctores de la ley.

En ese tiempo, también, fue observando la vida cotidiana: la siembra, la siega, los graneros,
la levadura que fermenta toda la masa, el pastor que cuida a sus ovejas. Esas
observaciones, sobre la vida diaria, fue la base de sus parábolas. El pensamiento y los
sentimientos de Jesús, pues, durante su niñez, estuvieron activísimos.

Coloquio con el Niño Jesús, conversando con él de lo que ocurriere.

Terminar la meditación con un Padre Nuestro.

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Día 2°: Pérdida y hallazgo del Niño Jesús en el templo (Lc. 2, 41-51).

Preparación para la oración.

a) Presencia de Dios y oración preparatoria, como de costumbre.


b) Composición de lugar: Al divino Niño con los doctores de la ley.
c) Petición: conocer mejor y amar a este divino Niño.

Primer punto: aplicación de sentidos sobre el viaje a Jerusalén. Ver al Niño, ya de 12


años. Observar los preparativos para el viaje. Acompañar a la Sda. Familia en su viaje a
Jerusalén.

Pasada la fiesta, el Niño se queda solo. Se dirige al templo y se pone a conversar con los
doctores de la ley: los escucha y les hace preguntas llenas de sabiduría.

Segundo punto. El tema de la conversación con los doctores de la ley. Ya explicamos, en


la meditación de ayer, cómo Jesús, desde niño, empezó a reflexionar sobre la vida y
empezó a forjar en su interior una humanidad nueva. Era natural, pues, que se hallara
perplejo sobre muchos puntos de la cultura judía de esos tiempos: la pureza legal; el no
poder atender a los enfermos en el día sábado; la resurrección de los muertos; el tributo al
César y todos los demás puntos que, después, constituyeron el cuerpo de su predicación y el
tema de discusión con los judíos. Probablemente esos, u otros semejantes, fueron los temas
de la conversación de Jesús con los doctores de la ley.

Tercer punto. La angustia de María y de José. Parece que, para el regreso de Jerusalén a
Nazaret, la comitiva se dividía en dos grupos: uno de hombres y el otro de mujeres. Los
niños podían ir con cualquiera de los dos grupos. De esta manera, María pensaba que
Jesús iba con José; y José pensaba que Jesús iba con María: Pero, llegada la noche se
reunían los dos grupos. Entonces comprendieron que Jesús no iba en la comitiva. María y
José, pues, se volvieron, llenos de angustia a buscar a Jesús en Jerusalén hasta que, al tercer
día, lo encontraron en medio de los doctores de la ley. En la meditación, acompañar a
María y a José en la búsqueda del Niño.

Coloquio Con María y José, pidiéndoles que yo jamás pierda a Jesús en mi vida; y con el
divino Niño pidiéndole que yo comprenda sus ejemplos y enseñanzas y las siga.

Terminar la oración con un Padre Nuestro.

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Día 3°: La juventud de Jesús como aprendiz de José.

Preparación para la oración.

a) Presencia de Dios y oración preparatoria, como de costumbre.


b) Composición de lugar: imaginar al joven Jesús aprendiendo el oficio de carpintero.
c) Petición: que el Señor me conceda que yo conozca y ame mejor a Jesús.

N. B.: La meditación se hace a manera de aplicación de sentidos.

Primero. Ver, con la vista de la imaginación, a Jesús como aprendiz de José. Aprende a
manejar las tablas, a trazar líneas, a distinguir los distintos tipos de madera y sus diferentes
usos. Aprende, también, a serruchar recto, a desbrozar tablones, a pulir tablas, a cortar las
piezas, a encajarlas perfectamente y a pegarlas bien. Todo ello lo aprende muy despacio,
con una práctica muy lenta, que duraba años, porque las artes, en su tiempo, ya eran muy
perfectas.

Segundo. Tocar, también con la imaginación, los tablones sin pulir, las tablas ya pulidas y
los distintos instrumentos: mazos, martillos, serruchos, cepillos, garlopas. Tocar la frente
sudorosa de Jesús y sentir su respiración, mientras trabaja. Oler los aromas de las distintas
maderas.

Tercero. Oír lo que dicen las distintas personas: José da instrucciones; Jesús hace
preguntas. Con frecuencia, también, hablan de Dios, de su religión y de su cultura. La
Virgen María también interviene en las conversaciones.

Coloquio Con Jesús joven sobre sus aspiraciones. ¿Cuáles eran las aspiraciones de Jesús
joven? ¿Qué preocupaciones tenía Jesús sobre su pueblo y su gente?

Terminar la oración con un Padre Nuestro.

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Día 4°: La edad adulta de Jesús como carpintero de Nazaret.

Preparación para la oración.

a) Presencia de Dios y oración preparatoria, como de costumbre.


b) Composición de lugar: imaginar a Jesús en su taller.
c) Petición: que el Señor me conceda conocer y amar a mi Señor Jesús.

Primer punto: la muerte de S. José. San José era el soporte económico y afectivo de la
Sda. Familia. Su fallecimiento tuvo que haber proporcionado gran dolor a la Virgen María
y a su hijo N. S. Jesucristo. Ahora Jesús quedaba al frente de la familia. Voy a partir del
supuesto de que S. José murió cuando Jesús ya era profesional de la carpintería y que, por
tanto, con su trabajo ya podía sostenerse a sí mismo y sostener a la Virgen María, su madre.
En la oración, pues, considerar el fallecimiento de S. José.

Segundo punto. (Este segundo punto se hace a manera de aplicación de sentidos). Ver a
Jesús en su taller: escoge las maderas, las trabaja, corta las piezas, las pule, las ensambla y
va haciendo sillas, mesas, camas, puertas, ventanas, etc.

Oír lo que conversa Jesús, cuando hace contratos, cuando cobra por su trabajo y cuando
compra las cosas necesarias para la casa. Oírlo, también, en las conversaciones de
sobremesa, conversando con la Virgen María.

Tercer punto. Considerar el interior de Jesús: adora a su Padre permanentemente. Su


mayor actividad está en la comunicación con su Padre. Jesús, probablemente, continúa las
meditaciones de su niñez y de su juventud sobre los problemas de la vida: el amor a los
enemigos, el valor de la pobreza de espíritu, el matrimonio, la riqueza, etc. Va encontrando
la solución a los problemas de la vida.

Coloquio con Jesús como carpintero de Nazaret. Que me ayude a comprender el valor de
los trabajos ordinarios de la vida.

Terminar la oración con un Padre Nuestro.

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Día 5°: Los trabajos de María en su casa de Nazaret

Preparación para la oración.

a) Presencia de Dios y oración preparatoria, como de costumbre.


b) Composición de lugar: imaginar a la Virgen María barriendo la casa.
c) Petición: que el Señor me conceda aprecio del trabajo como medio de santificación.

N.B.: La meditación se hace como una contemplación: contemplar a la Virgen María en sus
distintas actividades. Como cuando contemplamos un paisaje, no raciocinamos, sino que,
simplemente, contemplamos; también aquí, se puede prescindir del trabajo del
entendimiento, concentrándonos en el ejercicio afectivo por la simple contemplación de la
Virgen María en sus distintas actividades. Parto de los trabajos normales de una mujer en
ese tiempo.

El Desayuno. María se levanta antes de amanecer. Sopla muchas veces el fogón hasta que
la llama se vuelve a prender. Entonces, calienta lo que sobró de la víspera y se lo ofrece al
Niño y a san José. (En ese tiempo no había ni café ni chocolate).

El aseo. Después del desayuno, María tiende las camas, barre toda la casa y todos los
utensilios de comedor y cocina.

El agua. María va a la fuente por agua. Saluda a las otras mujeres, que también van por
agua a la misma hora. Llena el cántaro y lo carga al hombro o sobre la cabeza. Hace varios
viajes hasta llenar con agua todas las tinajas.

El pan. María muele el trigo, ayudada por alguna otra mujer, pues los molinos de ese
tiempo necesitaban dos mujeres para moverlos. Después, fermenta la harina y, cuando ya
está fermentada toda la masa, hace el amasijo y hornea el pan.

El almuerzo. Prepara el almuerzo para toda la familia. Sopas, variadas cada día. Guisos
diversos, tortas y carne asada que se presenta con verduras. Por último, ofrece alguna fruta
fresca. (En ese tiempo no había ni arroz, ni papas, ni yuca).

El telar y la ropa. María lava la lana, la escarda, hace el hilo y teje las diversas prendas.
Semanalmente tiene que lavar toda la ropa y zurcir lo que se hubiere desgastado.

Sueño. A la noche, se acuesta en su cama y duerme para repara sus fuerzas.

Coloquio con la Virgen María pidiéndole que yo aprecie el trabajo de mi vida; y terminar
la oración con un Padre Nuestro.

N. B.: Sábado y domingo, repetir algunas de las meditaciones de la semana.

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