Professional Documents
Culture Documents
Es un verdadero placer encontrarme con Uds., con motivo de la inauguración de la nueva sede de
la Facultad de Teología en el campus central de la Universidad Javeriana. Saludo al P. Provincial
y Vice-Gran Canciller de la Universidad, al Rector de la Universidad, a los Vice-Rectores, al
Decano de la Facultad de Teología, a los Decanos, Directores de carrera, autoridades, cuerpo
docente y administrativo, y a los alumnos de esta Pontificia Universidad Javeriana.
La importancia que la Compañía de Jesús asigna al estudio de la Teología data de los tiempos de
San Ignacio. Las Constituciones subrayan que en las Universidades de la Compañía se debe
insistir principalmente en la Facultad de Teología, dado que el fin de la Compañía y de los
estudios es el de ayudar al prójimo al conocimiento y amor divino y salvación de sus ánimas.1
Encontramos aquí un primer rasgo característico de la idea ignaciana de una Universidad: la
“ayuda de las almas”. Este es el objetivo principal de la presencia y del compromiso de la
Compañía en el campo de la educación desde sus comienzos hasta nuestros días.
Con el paso de los siglos, podría parecer que la Teología hubiera perdido protagonismo,
especialmente en tiempos de secularización como los que vivimos, en que Dios y los valores
religiosos parecen haberse batido en retirada frente al predominio de la ciencia y de la
tecnología. Pasaron los tiempos en que parecía que la Teología dominaba como señora, y que las
llamadas “facultades inferiores” y demás disciplinas académicas no tenían consistencia propia
sino en función de la Teología.
Lo cierto es que, cuatro siglos y medio después de Ignacio de Loyola, desde una nueva
perspectiva, la Compañía de Jesús sigue considerando la Teología como un ministerio
particularmente importante en su apostolado. En los documentos de la Compañía, se señala la
prioridad que la Teología y la Filosofía deben tener entre las Facultades de nuestras
Universidades,3 de modo que difícilmente se concebiría una Universidad de la Compañía sin
Facultad de Teología, o una Universidad que no contara con una instancia de seria reflexión
teológica. Tradicionalmente y hasta nuestros días, la Compañía ha considerado el trabajo
2
científico como uno sus ministerios más propios. En esta actividad, las ciencias sagradas ocupan
el primer lugar, sin que esto signifique que se deban descuidar las otras ciencias humanas y
positivas.4
La reflexión teológica es una fase del proceso de lo que Juan XXIII y el Concilio Vaticano II
llaman “lectura de los signos de los tiempos”,7 consistente en discernir la presencia y la actividad
de Dios en los acontecimientos actuales de la historia contemporánea, tratando de dilucidar los
problemas y las oportunidades, para dar respuestas adecuadas a la luz del Evangelio. En la
realidad dramática que está viviendo hoy Colombia, una reflexión teológica seria y profunda
sobre la problemática nacional es de una actualidad candente. Me referiré en particular a este
punto más adelante. Esta reflexión es la que debe guiar nuestro modo de contemplar e interpretar
las situaciones personales, sociales, culturales, políticas y económicas. La mirada atenta a lo que
pasa a nuestro alrededor, para discernir lo que Dios quiere de nosotros, es como una
prolongación de la contemplación ignaciana de la Encarnación, y a la vez una forma concreta de
ser contemplativos en la acción.
La Teología necesita de las otras ciencias, lo mismo que éstas necesitan de la Teología. La
presencia de la Facultad de Teología en el campus de la Universidad es una oportunidad única,
que no se puede desaprovechar, para entablar un diálogo más estrecho con todas las otras
disciplinas. En un mundo cada vez más atomizado y especializado, la integración del saber es
uno de los deberes ineludibles de una Universidad digna de este nombre. Promover el trabajo
interdisciplinario implica un talante de colaboración y diálogo entre especialistas dentro de la
propia Universidad y con otras Universidades. De este modo se podrán abrir nuevos horizontes a
3
Las Constituciones Apostólicas Ex Corde Ecclesiae y Sapientia Christiana, cartas magnas de las
Universidades Católicas y de las Facultades Eclesiásticas, destacan el papel particularmente
importante que desempeña la Teología en la búsqueda de una síntesis del saber, como también en
el diálogo entre fe y razón. La Teología presta ayuda a las demás disciplinas en su búsqueda de
significado, ayudándolas a descubrir horizontes nuevos que no están necesariamente incluidos
en sus propias metodologías. A su vez, las otras ciencias enriquecen a la Teología,
proporcionándole una mejor comprensión del mundo moderno y ayudando a la investigación
teológica a adaptarse mejor a las exigencias actuales.9
En el intercambio mutuo entre las distintas ramas del saber, la Teología tiene un aporte específico
que ofrecer. La revelación de Dios no planea alejada de la realidad, como divagando en un
mundo virtual, sino que se inserta en el tiempo y en la historia concreta de los hombres y mujeres
de nuestro mundo real. El mundo y todo lo que en él sucede, como también la historia y las
vicisitudes por las que atraviesa el pueblo, son realidades que se han de ver, analizar y juzgar con
los medios propios de la razón, pero que no encuentran su explicación última sino a la luz de la
fe. Donde la razón no llega a más, allí toca a la Teología abrir al horizonte de la fe. "La fe
agudiza la mirada interior abriendo la mente para que descubra, en el sucederse de los
acontecimientos, la presencia operante de la Providencia".10
Fe y ciencia
Pretender dar respuesta a esta problemática pura y simplemente a partir de la metodología propia
de las distintas disciplinas académicas, prescindiendo de la luz que pueda aportar la fe, no es
concebible en una Universidad Católica. Ignorar la fe sería condenarse a no poder alcanzar más
que fragmentos de verdades truncas e incompletas, no la totalidad y unidad de la verdad a la que
todo ser humano aspira. "La razón y la fe no se pueden separar sin que se reduzca la posibilidad
del hombre de conocer de modo adecuado a sí mismo, al mundo y a Dios".12
4
También en este ámbito compete a la Teología un papel insustituible. Sin injerirse en las demás
Facultades, le corresponde no obstante aportar a las otras disciplinas los elementos de juicio,
basados en la revelación cristiana, en el Magisterio de la Iglesia y en la reflexión teológica, que
les ayuden a trascenderse a sí mismas en su búsqueda de la verdad, proporcionando así a la
ciencia una visión auténticamente holística. El principio de San Agustín "Intellege ut credas;
crede ut intellegas"13 tiene su perfecta aplicación en una Universidad Católica, y es
principalmente la Facultad de Teología la que debe dinamizar este proceso.
La Encíclica Fides et Ratio subraya que el objetivo fundamental al que debe tender la Teología
consiste en "presentar la inteligencia de la Revelación y el contenido de la fe".15 La Facultad de
Teología de esta Universidad Javeriana cumple este cometido a través de los cursos que imparte
a sus propios alumnos, pero no se limita a ellos. Me complace mucho saber que entre los
servicios que la Facultad de Teología presta a esta Universidad Javeriana, figura el de la
Formación Teológica y Religiosa a las Facultades, con un anuncio explícito del Evangelio y de la
persona de Jesucristo a los estudiantes y al personal de las diferentes disciplinas.
Además de los jesuitas y de los numerosos religiosos y religiosas que estudian en la Facultad, me
felicito de la presencia en ella de laicos. Como indica la misma Exhortación, la renovación de la
Iglesia en América no será posible sin la presencia activa de los laicos. Sobre ellos recae en gran
parte la responsabilidad del futuro de la Iglesia en este Continente.
Hay laicos que se sienten llamados a trabajar en el ámbito más propiamente "intraeclesial",
construyendo de muchas maneras la comunidad eclesial de acuerdo a sus talentos y carismas, o
5
Estos últimos laicos y laicas se encuentran no sólo en la Facultad de Teología sino mayormente
en las otras Facultades de la Universidad, y necesitan ellos también de la debida atención y
formación para poder cumplir con su vocación laical. América necesita de laicos que puedan
asumir competentemente responsabilidades directivas en la sociedad, hombres y mujeres capaces
de actuar en la vida pública, incluido el ejercicio de la política en su sentido más noble y
auténtico. Es necesario para ello que sean formados en los principios y valores de la Doctrina
Social de la Iglesia, en la ética y en la teología moral, en las nociones fundamentales de la
teología del laicado.18
Sé de los esfuerzos que la Facultad y toda la Universidad están desplegando para que de entre
sus estudiantes salgan estos laicos cristianos comprometidos que la Iglesia y Colombia necesitan.
Quisiera animar a todos los responsables de la Universidad a no escatimar esfuerzos para ofrecer
a los estudiantes la posibilidad de esta formación laical. De parte de la Compañía, la última
Congregación General ha mostrado su disposición a ponerse al servicio de la misión laical,
ofreciendo a los laicos, además de una sólida formación teológica, lo que somos y hemos
recibido: nuestra herencia espiritual y apostólica, nuestros recursos educativos y nuestra
amistad.19 Dentro de esta oferta, los Ejercicios Espirituales ocupan un puesto de primer orden.
Me alegra saber que los Ejercicios forman parten del servicio que ofrece la Facultad de Teología.
Siguiendo a San Ignacio, les puedo asegurar que nada mejor podemos ofrecer para ayudar a los
demás que los Ejercicios.
Una Universidad de la Compañía, y una Facultad de Teología, deben caracterizarse no sólo por
su calidad y excelencia académica, sino por la formación de la "persona completa", en el plano
de su formación humana, espiritual, moral y social. La atención de la persona concreta, para
ayudarla a crecer en todas sus potencialidades, constituye otro de los rasgos típicos de la
educación de la Compañía.
Entre las finalidades que los documentos de la Iglesia asignan a la Teología y a las Facultades de
Teología se menciona explícitamente el "reflexionar a la luz de la revelación sobre las cuestiones
que plantea cada época", y "buscar diligentemente las soluciones de los problemas humanos a la
luz de la misma Revelación".20
Dios. Para quienes estén familiarizados con la espiritualidad ignaciana, esta perspectiva evocará
fácilmente la "Contemplación para alcanzar Amor" de los Ejercicios, y traerá a la memoria el
"buscar y hallar a Dios en todas las cosas", característico también de San Ignacio.
Esta Facultad no opera en una campana del vacío, en una esfera ajena al espacio y al tiempo, sino
en un contexto y en una situación histórica concreta. Esta Facultad y esta Universidad están
situadas en América, en Colombia, y no pueden prescindir de la realidad que las rodea. La
Teología no puede concebirse sino inserta en la realidad del mundo; de la misma manera como la
Iglesia está en el mundo y hace suyos los gozos, las esperanzas, las tristezas y las angustias de
los hombres y mujeres de nuestro tiempo.
a) La fe es el mayor don del Señor a este Continente.23 Sin embargo, a nuestro alrededor vemos
signos contradictorios que reflejan un deterioro de la identidad cristiana: la cultura de la
violencia perversamente propiciada por tantas personas y grupos, la sistemática falta de respeto a
la vida humana y a los derechos de la persona, el conflicto armado y el enfrentamiento a muerte
entre hermanos, el odio y la venganza, la crispación social, el sufrimiento y el desarraigo de
vastos sectores de la población civil, la pérdida de esperanza; todos estos elementos configuran
un cuadro radicalmente opuesto a la fe cristiana, y una negación de hecho del sentido de Dios.
Hay que anunciar sin ambages el mensaje cristiano y llamar a la conversión del corazón Es
preciso anunciar a Jesucristo, "nuestra paz" (Ef 2,14). Él vino para unir lo que estaba dividido,
7
para destruir el pecado y el odio, despertando en todos los hombres y mujeres la vocación a la
unidad y a la fraternidad. Con Juan Pablo II, podemos afirmar: "No podemos prever el futuro; sin
embargo, podemos establecer un principio exigente: habrá paz en la medida en que toda la
humanidad sepa redescubrir su originaria vocación a ser una sola familia, en la que la dignidad y
los derechos de las personas humanas (...) sean reconocidos como anteriores y preeminentes
respecto a cualquier diferencia o especificidad".25 Con quienes han conocido la trágica
experiencia de la violencia y experimentan sentimientos de odio y de resentimiento, hay que
hacer todo lo posible por ayudarles a encontrar el camino de la reconciliación y del perdón.
Este es el único modo de poder mirar al futuro con esperanza para los jóvenes, para Colombia y
para la humanidad entera. La Facultad de Teología y toda la Universidad prestarán un gran
servicio a la sociedad colombiana si su compromiso evangelizador, su docencia y su
investigación pueden traducirse en propuestas concretas al gobierno y a la sociedad civil para la
construcción de la paz, la justicia evangélica y la convivencia fraterna.
No quiero añadir más a lo que hace un año señalé en Santa Clara, a la Asamblea de las
Universidades de los Estados Unidos. La docencia y la investigación no pueden prescindir de
una pregunta capital: ¿a favor de quién y en favor de qué se está?27 En el contexto del
neoliberalismo vigente en este Continente y en el marco de la globalización, la pregunta tiene un
alcance inquietante.
La Teología y cada disciplina, más allá de sus respectivas especialidades, tienen que
comprometerse con la sociedad, con la vida, con el ambiente. Esto las llevará a plantearse como
preocupación moral de fondo cómo deberían ser los hombres y mujeres de este mundo para
poder vivir juntos en una sociedad justa, fraterna, pacífica y solidaria.
En cuanto a los estudiantes, habría que preguntarse: ¿qué piensan hacer de sus vidas?, ¿qué
Colombia están pensando construir para el futuro? La dinámica del mercado somete a tremenda
presión a las jóvenes generaciones, que con todo derecho aspiran a equiparse profesionalmente
de la mejor forma posible, para poder competir en el mercado y asegurarse un buen puesto de
trabajo. Les deseo todo éxito en este legítimo deseo; pero quede bien claro que lo que la
Compañía, la Iglesia y Colombia esperan de ellos va más allá. El "magis" ignaciano --y
javeriano-- tiene aquí una aplicación muy concreta. El criterio de evaluación de nuestras
Universidades jesuitas radica no en lo que la Universidad se propone, sino en lo que nuestros
estudiantes de hecho lleguen a ser.
8
A la fe le corresponde dejarse tocar por las culturas, y éstas a su vez deben ser tocadas por el
Evangelio, que discierne los aspectos positivos y negativos de cada cultura. El Evangelio no se
identifica con ninguna cultura, pero debe encarnarse en las diversas culturas y necesita de
elementos culturales para poder expresarse. Es necesario que "el Evangelio sea anunciado en el
lenguaje y la cultura de aquellos que lo oyen".29
Confío en que estas reflexiones les puedan ser de utilidad en la nueva etapa que la Facultad de
Teología inicia con su traslado al campus de la Universidad. Estoy seguro de que la cercanía y el
mutuo intercambio entre la Teología y las demás Facultades han de redundar muy positivamente
en beneficio de todos.