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Críticas y reflexiones sobre la psicologización de los modos de socialización.

Una nueva forma de subjetivación posmoderna

Fromm y Lipovetsky son autores contemporáneos que han realizado un análisis exhaustivo y
crítico de la fractura de la modernidad y el paso a la postmodernidad, sin duda, un momento histórico
que cruza al sujeto social, cultural y políticamente. Desde allí, parece importante señalar que en este
sentido la subjetividad se piensa como devenir constante, cambiante, en transformación, a través de la
historia.
Ambos autores nos presentan una crítica profunda al modelo capitalista y sus repercusiones
sociales y psicológicas. Lipovetsky, posterior a Fromm, instala una análisis más actual de lo que
acontece hoy en las sociedades de consumo. Pero siguen siendo relevantes los aportes de Fromm, pues
son la antesala para poder pensar lo que sucede en el presente.
Para Fromm lo social moldea y canaliza los deseos de cada uno de nosotros. La sociedad se ha
encargado de preservar el orden y por cierto, de disciplinar nuestras formas de relacionarnos, nuestros
modos de vivir.
El fenómeno de la enajenación es primordial para entender su teorización, pues señala que
desde este concepto se puede comprender y analizar las sociedades capitalistas. Ahora bien,
enajenación es simplemente sentirse ajeno a sí mismo, es no tener el control voluntario sobre uno
mismo, es sentir que un otro nos posee.
Fromm hace un parangón entre la enajenación y la alienación, alienación entendida como
sinónimo de psicosis, de locura. Esto quiere decir, que estar enajenado es sentirse ajeno a, o en una
situación de locura en la que no se tiene control.
Claramente, para este autor este concepto explicita muy bien de qué manera las sociedades de
consumo van moldeando y controlando cada una de las personas, cómo nos vamos enajenando sin
darnos cuenta. Existe un control masificado sobre los sujetos, quizás no tan explicitamente, de lo que
deseamos, o de lo que debemos desear, consumir, adquirir.
Sin embargo, la postura de Lipovetsky nos da mas luces de análisis y reflexión, a mi juicio, pues
el concepto de neonarcisismo, que se desarrollará a continuación evidencia un proceso de cambio
subjetivo enorme y abrumante.
Surgen en el presente modos de socialización y de construcción de subjetividad inéditas que
rompen con lo instituido en los siglos anteriores. A medida que se desarrollan las sociedades, éstas
instalan nuevas lógicas, como el proceso de personalización, señalado por Gilles Lipovetsky.
Este proceso de personalización implica un quiebre en la sociedad disciplinaria y represiva,
pensada por Fromm y por Marx, ahora es una sociedad basada en la seducción, en el hedonismo y en la
sobre estimulación de los deseos de las personas. Se instala un nuevo narcisismo en el cual las personas
sólo se preocupan por sí mismas, en palabras más exactas se instala un neonarcisismo, una tendencia a
ver, y vivir el mundo como una espejo de nosotros mismos.
El término narcisismo es acuñado por las investigaciones psicoanalíticas de Freud, y es
necesario mencionar que psicoanalíticamente este concepto es fundamental para comprender el
desarrollo de un individuo. El narcisismo primario es parte de este desarrollo pues sin él el sujeto jamás
se conformaría como tal, sin embargo, en posteriores investigaciones, Sennet, por ejemplo, logró
observar una transformación muy particular en la clínica, en relación a los trastornos narcisistas, y
desde allí se comienza a indagar de qué forma y en qué condiciones las sociedades capitalistas y
democráticas actuales han generado impacto en la construcción de la subjetividad. Por ello, se
conceptualiza una nueva forma de narcisismo, algo ha cambiado que ha repercutido tan profundamente
en las sociedades.
Actualmente, se puede constatar con los estudios de Lipovetsky que ha surgido un
individualismo ilimitado y una tendencia a aumentar la importancia en lo privado. Este individualismo
que se centra en el sí mismo, evidencia catastróficamente la era del vacío.
En las sociedades postmodernas existe una tendencia a reducir las relaciones jerárquicas,
autoritarias y a la vez acrecientan las opciones privadas y la diversidad, sin embargo podemos observar
que en ese discurso hay una tendencia a no entender ni respetar ciertamente las diferencias,
simplemente se da tal diversificación de ofertas a nivel de consumo, pero no necesariamente eso
implica un aumento de las diferencias ni una tolerancia. Y aún más grave, al propiciar el
individualismo, se ha visto mermado enormemente el trabajo colaborativo y grupal, generando una
pasividad generalizada caótica, sin capacidad creativa e innovadora de pensar otros mundos.
Si se hiciera una comparación entre la era moderna y la postmoderna, se puede constatar que las
sociedades modernas deseaban romper con las jerarquías pero no porque hubiera una tendencia sino
por deseos de revolución, de cambio de lo instituido, de renovación, de utopías -motor de la sociedad.
No obstante, las sociedades postmodernas sufren un desencanto y una inercia de lo nuevo, no
existe una capacidad inventiva, simplemente las personas sienten que todo ya está dado, y se centran en
sí mismas, probablemente para llenar ese vacío. Pero el centrarse en sí mismas genera que cada vez
más la soledad, la depresión y el abandono se instituyan sin dejar un espacio para pensar en algún
proyecto histórico movilizador, agente de cambio.
El punto aquí basal es la seducción, este es el fenómeno que cruza todo lo señalado
anteriormente. Se regula el consumo, las formas de organizarse, la educación, etc. de los sujetos. Y bajo
esta seducción, ya nada de lo exterior que no le concierna a él o en relación a él le atrae. La apatía por
lo público se masifica, y ahora cada uno se preocupa sólo de sí mismo. De esta forma, como señala, por
ejemplo, el texto “De la ciudad letrada a la ciudad virtual” de Álvaro Cuadra, esta seducción ha
diseñado nuestra cultura mediante la psicologización de los modos de socialización.

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