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REFLECTOR
Tu Autoridad Interna: Ninguna
No tener autoridad interna debe ser como estar a un paso de entender que no
tenemos elección. No hay un punto interno en el que poder basar tus decisiones. Y eso
te muestra claramente que estamos a expensas de la vida, que somos indefensos e
incompetentes, que hemos sido creados “incompletos”; porque ninguno de nosotros está
aquí para cumplir su propósito por sí mismo, sino por su interacción con otros.
Desde esta perspectiva te das cuenta de que, con nuestros huecos y aristas, con
nuestros defectos y virtudes, hemos sido creados perfectos para encajar con las piezas
que corresponden y completar el gran puzzle de la historia que nos trasciende. Somos
perfectos para la totalidad e imperfectos o incompletos a nivel individual cuando no
aceptamos las características únicas que nos diferencian del resto de las personas, al
mismo tiempo que nos limitan a ser de una forma y no de otra.
Todos decidimos a ciegas, sin saber las consecuencias que tendrá nuestra
decisión. Tanto si tienes autoridad interna como si no, la toma consciente de nuestra
decisión no deja de ser un acto ilusorio dentro del plano de la dualidad. En realidad, no
tenemos elección. Tu estrategia es lo que te permite alinearte mecánicamente con esa
realidad única de tu geometría individual.
Imagínate que tienes unas gafas con los cristales de colores. Imagina que son de
esos cristales que van cambiando de color según la intensidad de la luz que les llega.
Con esto quiero decir que tú nunca estás viendo la “vida tal cual”, sino que en cada
momento estás viendo la vida según el color del cristal con el que miras.
Ten presente que la claridad emocional nunca podrá llevarte a una certeza 100%
de que estás tomando la decisión que toca; pero lo que sí te permitirá es contar con el
respaldo energético suficiente para hacer frente a las consecuencias que tu decisión va a
acarrear.
Recuerda que eres único y que de nada sirve buscar las soluciones a tus
problemas fuera de ti. Nunca vas a conocerte a ti mismo recorriendo los caminos que
han recorrido otros. Tu proceso es único en el tiempo y el espacio. La fuerza vital de tu
cuerpo es lo que te conecta con la realidad de tu propio proceso. Y las respuestas que
emergen de tu sacral te indican la dirección y el momento de aplicar tu energía para
recorrer tu camino.
Es por eso que debes respetar la voz de tu autoridad interna por encima de los
parloteos de tu mente. Da igual si en el momento sabes explicar el porqué de tu decisión
o no. No se trata de saber más o menos. Nuestro conocimiento siempre es, por
naturaleza, limitado. Por más cosas que sepamos hoy, es mucho más lo que ignoramos.
Nunca puedes saber todas las consecuencias que se derivan de cualquiera de tus
decisiones. No se trata pues de tener razón o no tenerla, de estar en lo cierto o estar
equivocados; se trata de ser correctos en nuestra limitación. Y lo que es correcto para ti
sólo puedes saberlo tú desde tu respuesta interior.
Tu Autoridad Interna: Esplénica
Cuando quieres expresar con tus palabras algo que ha salido de esa inteligencia,
sueles decir cosas como: “no sé cómo lo se, ni por qué lo sé, pero lo sé” Ese “no saber”
hace referencia a la mente. En nuestro tiempo y cultura la mente es “la reina del baile”
porque es nuestra capacidad mental para pensar, recordar y comunicar la que nos ha
permitido transformar nuestro entorno y “alejarnos” de nuestro origen animal.
Puede que a estas alturas de tu vida confíes más o menos en tu intuición, pero
desde ahora mismo puedes practicar conscientemente la confianza en tu verdad interior
y ver qué pasa. Prueba con tu próxima decisión: “giro a la izquierda o a la derecha”.
Escucha lo que te dice tu cuerpo y síguelo. Verás que, aunque hagas cosas que
aparentemente no tienen explicación, serán las cosas correctas para ti. Eso es lo único
que importa: ser correcto contigo mismo.
Cualquier esfuerzo que hagas por tener tu posición clara dentro de ti o intentar
explicar a los demás por qué decides Sí o No, será un esfuerzo inútil porque es un
esfuerzo mental; y tu mente no tiene autoridad para tomar tu decisión puesto que para la
mente, en su dualidad, siempre cabe otra posibilidad.
Los momentos en los que vas a poder usar tu autoridad interna será en esos
momentos “cruciales” en tu vida cuando tienes que decidir qué vas a estudiar, de qué
vas a trabajar, dónde vas a vivir, con quién te vas a juntar. A todas estas cosas necesitas
ser invitado. Y mientras te lo piensas, a lo más que puedes aspirar es a recoger
información para el momento en que te toque hablar. En ese momento, cuando te
preguntan: “¿qué te parece, te vienes a trabajar con nosotros?”, es cuando las palabras
que salen por tu boca sorprenderán a los que te están escuchado, y posiblemente a ti
también, pues en ese momento no es tu mente la que habla sino tu verdadero Ser
expresando la autoridad interna de tu identidad.
Tu mensaje está tan claro porque es de sentido común, pero estamos tan
condicionados por nuestra mente, nuestros clichés, nuestras ideas, que creemos que toda
manifestación del ego es mala, cuando lo que realmente está ocurriendo es que es mal
entendida y mal interpretada. El sentido común es el menos común de los sentidos.
No se trata de culpar a nadie. Tú sólo puedes ser como eres. Tienes tus
limitaciones y los demás también tenemos las nuestras. Se trata de entender los
mecanismos correctos en la interacción. Como manifestador del ego, informar a los
directamente afectados de lo que tienes que hacer, antes de hacerlo, te permite hacer lo
que es correcto para ti, eliminando gran parte de las resistencias que podrías encontrar
en tu actuación. Reconocer tu impacto y el poder de tus acciones sobre los demás te
facilita aprender a informar antes de actuar y demostrarles el respeto que te merecen. Al
tenerlos en cuenta, te ganas su respeto. No les estás pidiendo permiso, no lo necesitas.
Sólo quieres que te dejen ser.