Professional Documents
Culture Documents
SECRETARÍA DE GOBIERNO
Dirección de Derechos Humanos
y Apoyo a la Justicia
Impresión
Grafitto & Pizarra
Impreso en Colombia
Printed in Colombia
A mis muertos, que se fueron sin renunciar a sus sueños,
y también a quienes, aun despiertos, confían en la vida.
Agradecimientos 7
Presentación 11
Introducción
Uno
Retrato familiar 29
Dos
De tropel en la Nacional 65
Tres
Una guerrilla criolla 95
Cuatro
La Anapo,el pueblo que le faltaba al Eme 151
Cinco
Cara oculta 171
Seis
Operación Colombia: armas para la guerra 193
Siete
Nos jugamos el todo por el todo 229
Ocho
Un ejército en apuros 265
Nueve
Rejas en el alma 293
Diez
Cantando al sol como la cigarra 389
Once
Heridas de muerte 429
Doce
Reinventar la vida 479
Apéndices 515
Glosario 543
Bibliografía 555
Presentación
Escrito para no morir
12
Bitácora de una militancia
13
Escrito para no morir
14
Bitácora de una militancia
15
Introducción
La memoria,
hilo que teje la vida
Bitácora de una militancia
20
Bitácora de una militancia
22
Bitácora de una militancia
24
Bitácora de una militancia
26
Bitácora de una militancia
27
Escrito para no morir
28
Uno
Retrato familiar
Bitácora de una militancia
32
Bitácora de una militancia
34
Bitácora de una militancia
–Parecen de oro...
36
Bitácora de una militancia
38
Bitácora de una militancia
40
Bitácora de una militancia
42
Bitácora de una militancia
44
Bitácora de una militancia
46
Bitácora de una militancia
48
Bitácora de una militancia
50
Bitácora de una militancia
–Madre.
52
Bitácora de una militancia
54
Bitácora de una militancia
56
Bitácora de una militancia
Puesta en escena
Entré para cursar el tercero de bachillerato. El colegio
se llamaba Maridíaz y tenía tres veces más alumnas
que el de Bogotá, pero la composición social era
variada. A él asistían ricas y pobres para estudiar
primaria, bachillerato, comercio y normal.
58
Bitácora de una militancia
60
Bitácora de una militancia
62
Bitácora de una militancia
64
Dos
De tropel en la Nacional
Bitácora de una militancia
68
Bitácora de una militancia
70
Bitácora de una militancia
72
Bitácora de una militancia
73
Escrito para no morir
74
Bitácora de una militancia
76
Bitácora de una militancia
78
Bitácora de una militancia
80
Bitácora de una militancia
82
Bitácora de una militancia
83
Escrito para no morir
84
Bitácora de una militancia
86
Bitácora de una militancia
88
Bitácora de una militancia
Traición
Moritz Ackerman, el mejor agitador del movimiento
estudiantil, había llegado a Bogotá tras su expulsión
de la universidad del Valle. Su discurso apasionado,
el día en que mataron al compañero en Cali, logró
90
Bitácora de una militancia
92
Bitácora de una militancia
93
Tres
98
Bitácora de una militancia
100
Bitácora de una militancia
102
Bitácora de una militancia
104
Bitácora de una militancia
106
Bitácora de una militancia
108
Bitácora de una militancia
110
Bitácora de una militancia
Guerrillera, ahora sí
En las noches salíamos a pintar letreros: “eln epl
farc = victoria y viva la unidad guerrillera.”
Llevábamos un pequeño revólver para irnos
acostumbrando. Alguien con buena letra y ortografía
aceptable pintaba la consigna con aerosol, mientras los
demás nos ubicábamos en parejas como campaneros
para evitar que la policía capturara con las manos
en la masa a quien pintaba. De ordinario las parejas
se formaban con una persona de experiencia y una
novata, mejor si eran hombre y mujer porque podían
parecer novios. Si veíamos a los tombos, silbábamos
para dar la alerta.
112
Bitácora de una militancia
–Allí armas.
114
Bitácora de una militancia
116
Bitácora de una militancia
118
Bitácora de una militancia
120
Bitácora de una militancia
122
Bitácora de una militancia
124
Bitácora de una militancia
126
Bitácora de una militancia
128
Bitácora de una militancia
Rutina casera
En enero de 1973, nuestro comando recibió la tarea
de preparar las condiciones para una reunión de
carácter nacional. Dividimos las responsabilidades y
recuerdo que Lucho Otero –a quien también conocía
porque estudiaba Antropología–, El Mono y yo nos
ocupamos de la seguridad. Viajamos a una finca,
cercana a Sasaima, que pertenecía a la familia de una
compañera, para preparar las condiciones.
130
Bitácora de una militancia
–Sí.
132
Bitácora de una militancia
–Seis.
134
Bitácora de una militancia
136
Bitácora de una militancia
138
Bitácora de una militancia
–Uuh... En varios...
140
Bitácora de una militancia
142
Bitácora de una militancia
144
Bitácora de una militancia
146
Bitácora de una militancia
148
Bitácora de una militancia
149
Cuatro
La Anapo,
el pueblo que le faltaba al
Eme
Bitácora de una militancia
153
Escrito para no morir
154
Bitácora de una militancia
156
Bitácora de una militancia
158
Bitácora de una militancia
160
Bitácora de una militancia
162
Bitácora de una militancia
164
Bitácora de una militancia
166
Bitácora de una militancia
168
Bitácora de una militancia
170
Cinco
Cara oculta
Bitácora de una militancia
173
Escrito para no morir
174
Bitácora de una militancia
176
Bitácora de una militancia
178
Bitácora de una militancia
180
Bitácora de una militancia
182
Bitácora de una militancia
–No, no sé manejar...
–Es fácil.
184
Bitácora de una militancia
–¡Arranquemos!
186
Bitácora de una militancia
188
Bitácora de una militancia
190
Bitácora de una militancia
191
Seis
Operación Colombia:
armas para la guerra
Bitácora de una militancia
196
Bitácora de una militancia
198
Bitácora de una militancia
200
Bitácora de una militancia
202
Bitácora de una militancia
204
Bitácora de una militancia
206
Bitácora de una militancia
208
Bitácora de una militancia
210
Bitácora de una militancia
212
Bitácora de una militancia
214
Bitácora de una militancia
216
Bitácora de una militancia
218
Bitácora de una militancia
–¡Detéeeengase! –gritaron.
–Puede seguir...
220
Bitácora de una militancia
222
Bitácora de una militancia
224
Bitácora de una militancia
–¿Qué pasa?
9
Cárcel situada al sur de la capital.
226
Bitácora de una militancia
227
Siete
232
Bitácora de una militancia
Colados en la fiesta
A finales de febrero organizamos una reunión a
la que asistimos Lucho, Elvecio, Rosemberg, El
Tupa, Genaro, Alfredo, Otti, Manuel y yo. El Flaco
Bateman apareció último, cuando ya temíamos por
su seguridad, porque habían matado al jefe del PLA
234
Bitácora de una militancia
236
Bitácora de una militancia
238
Bitácora de una militancia
–¿Lista?
–¡Lista! –respondí.
Él se dirigió a su puesto.
240
Bitácora de una militancia
242
Bitácora de una militancia
–¿Cómo te sientes?
–Bien, bien...
244
Bitácora de una militancia
246
Bitácora de una militancia
–¡Fooormarrr!
–¡Aaalto!
248
Bitácora de una militancia
250
Bitácora de una militancia
252
Bitácora de una militancia
254
Bitácora de una militancia
Victoria a medias
La vida se abre camino aún en medio de condiciones
adversas. Rehenes y guerrilleros acudíamos a la
imaginación para pasar el tiempo. Inventábamos
fiestas y cantábamos juntos las mismas canciones
siempre. Celebramos comilonas con muestras de
platos típicos de cada país. María y yo montamos
un desfile de modas con los vestidos de la dueña de
casa. También celebramos la pascua judía con un
rabino que llegó de visita.
256
Bitácora de una militancia
258
Bitácora de una militancia
260
Bitácora de una militancia
Juegos de guerra
Durante un año aprendí a ser un buen soldado.
Ejercité la táctica militar en maquetas de arena, con
montañas enanas y armas de juguete. Endurecí mi
cuerpo con una disciplina espartana y preparé mi
espíritu para las contingencias de la guerra. Volví
al mundo infantil y masculino de aceptar todos
los desafíos, como cuando quería juntarme con el
combo de mis primos. Me programé para obedecer
una orden superior y me ejercité en la defensa o en
el ataque, que a veces se confunden en el combate.
Aprendí a decir con firmeza:
–¡Como ordene!
–¡A la orden!
–¡Enseguida!
–¡Con permiso!
–¡Lista!
262
Bitácora de una militancia
263
Ocho
Un ejército en apuros
Bitácora de una militancia
268
Bitácora de una militancia
270
Bitácora de una militancia
272
Bitácora de una militancia
274
Bitácora de una militancia
276
Bitácora de una militancia
278
Bitácora de una militancia
280
Bitácora de una militancia
282
Bitácora de una militancia
284
Bitácora de una militancia
286
Bitácora de una militancia
288
Bitácora de una militancia
Pesadilla
Había contemplado la posibilidad de muerte muchas
veces y ya no me inquietaba, pero el horror de una
detención en la época de Turbay y Camacho Leyva
estaba fresco en la memoria por las torturas a las
que sometieron a tantos colombianos y colombianas
y lo atroz de sus técnicas. No, yo no pensaba en
caer prisionera; para evitarlo cargaba una porción
de cianuro. Y, por cosas de la vida, la perdí durante
nuestra travesía por el Mira. El azar me obligó a
aceptar la realidad de mi detención.
290
Bitácora de una militancia
292
Nueve
Rejas en el alma
Bitácora de una militancia
en la blanca pared.
una esperanza.
296
Bitácora de una militancia
298
Bitácora de una militancia
300
Bitácora de una militancia
302
Bitácora de una militancia
304
Bitácora de una militancia
306
Bitácora de una militancia
308
Bitácora de una militancia
310
Bitácora de una militancia
312
Bitácora de una militancia
314
Bitácora de una militancia
316
Bitácora de una militancia
317
Escrito para no morir
Ellas
La población de nuestro patio era más bien estable,
pues sólo salían una o dos por mes; la mayoría
tenía condenas largas y las restantes eran casos sin
solución jurídica previsible. Recuerdo a Ofelia y
Lucrecia, acusadas de secuestro hacía cinco años
y convocadas a juicio cada cierto tiempo, sin que
éste se llevara a cabo, porque los jueces aceptaban
sobornos millonarios de la familia de las víctimas.
318
Bitácora de una militancia
320
Bitácora de una militancia
322
Bitácora de una militancia
Nosotras
La identidad del grupo de detenidas políticas
pasaba por encima de las diferencias a la hora de
confrontarnos con el resto de presas o contra las
monjas. Ese “nosotras” nos fortalecía y generaba
afectos y solidaridades características entre quienes
nos enfrentábamos como grupo a un entorno hostil.
A todas las recuerdo con especial cariño, pero voy
a hablar de las más cercanas, las que estuvieron
conmigo en el mismo corral, en el patio “Progreso”.
324
Bitácora de una militancia
326
Bitácora de una militancia
328
Bitácora de una militancia
Las otras
Las diferentes a nosotras y a ellas: las monjas.
Sor Blanca Inés Velásquez personificaba al ángel
vengador; a través de su mano Dios y la sociedad
castigaban a las infractoras. Grande e imponente,
caminaba con una altivez poco usual en una religiosa.
Había llegado ser directora del penal no sólo por
su capacidad profesional y su firme principio de
autoridad, sino porque pertenecía a una de las
familias adineradas de Medellín. Tenía unos treinta
y seis años y cumplía cabalmente su misión como
azote de pecadoras, convencida de que castigando el
cuerpo y las pasiones se purificaba el alma. Las presas
le decían “La Paloma” por su hábito blanquísimo y
sus movimientos de cabeza entre sobresaltados y
atentos. La gente le temía, y eso le gustaba.
330
Bitácora de una militancia
332
Bitácora de una militancia
334
Bitácora de una militancia
336
Bitácora de una militancia
Resistencia
La manía de conspirar nos permitió compartir
poemas, entre ellos algunos de Nazim Hikmet, o
libros como Al pie del patíbulo, de Julius Fucik, y
otros de los prohibidos, empastados con carátulas
de textos inofensivos. Y también las cartas de los
compañeros de La Picota o del amigo–amante,
ocultas en sitios insólitos, como un tarro de avena
Quaker, o pegados y envueltos en plástico dentro
del tanque del inodoro o bajo el balde de orinar, en
337
Escrito para no morir
338
Bitácora de una militancia
340
Bitácora de una militancia
–Ayúdame a peinarme.
342
Bitácora de una militancia
344
Bitácora de una militancia
346
Bitácora de una militancia
348
Bitácora de una militancia
Asombrada, me respondió:
350
Bitácora de una militancia
Agüeros y devociones
En la cana se buscan buenos presagios por todas
partes. Si aparece un alacrán, se lo guarda en un
frasco hasta que muera para obtener la libertad de
alguien. Si un pájaro entra en sitios cerrados es
también augurio de libertad. Para contar con buena
suerte en los juzgados, las muchachas se untan saliva
detrás de las orejas. La ropa que se usa en la cárcel
no debe llevarse después de quedar en libertad: está
salada.
352
Bitácora de una militancia
Si no me querés
te corto la cara
con una cuchilla
de ésas de afeitar.
354
Bitácora de una militancia
356
Bitácora de una militancia
358
Bitácora de una militancia
360
Bitácora de una militancia
La ley de la selva
En julio de 1982, el rezo de la monja nos despertó
como todos los días. Pero no abrió los candados,
como era su costumbre. Les habló a Susana y Marta
para que se alistaran porque las necesitaban en la
guardia. Algo raro pasaba. ¿Otra vez los militares?
362
Bitácora de una militancia
364
Bitácora de una militancia
–¡Cuídate! ¡Suerte!
366
Bitácora de una militancia
–¡Bueno!
Me ruboricé.
367
Escrito para no morir
368
Bitácora de una militancia
–¿Qué contiene?
370
Bitácora de una militancia
–Trasladada de Medellín.
–¡Jueputa! ¿Y eso?
372
Bitácora de una militancia
–¡Numerarse!
–¡Dieciocho! ¡Última!
–¡Llegó el bongooooo!
374
Bitácora de una militancia
376
Bitácora de una militancia
378
Bitácora de una militancia
380
Bitácora de una militancia
Preso estoy,
estoy cumpliendo la condena,
la condena que me da la sociedad,
me arrepiento, me avergüenzo y me da pena.
382
Bitácora de una militancia
–¿Nada más?
384
Bitácora de una militancia
386
Bitácora de una militancia
388
Diez
392
Bitácora de una militancia
394
Bitácora de una militancia
396
Bitácora de una militancia
Ciudad cómplice
El Estado Mayor Regional lo conformamos Violeta,
Facundo, Abraham y yo. Teníamos dos superiores
jerárquicos, Pacho y Alvear, a quienes veíamos en
las reuniones mensuales de planeación o cuando nos
designaban alguna tarea especial. Pacho, destacado
estudiante de química en la Universidad del Valle,
debió clandestinizarse por un error operativo y
desde entonces se ocupaba de hacer el periódico
de la organización. Alvear venía también de Cali
y, como no lo podían bajar de rango, lo pusieron
sobre nosotros como un sombrero: de adorno. En el
Comando Superior estaba Fayad como jefe nacional
de la opm.
398
Bitácora de una militancia
400
Bitácora de una militancia
–¿Qué hubo?
402
Bitácora de una militancia
–¿Qué pasó?
–¡Matamos a un hombre!
404
Bitácora de una militancia
406
Bitácora de una militancia
408
Bitácora de una militancia
410
Bitácora de una militancia
412
Bitácora de una militancia
414
Bitácora de una militancia
416
Bitácora de una militancia
418
Bitácora de una militancia
420
Bitácora de una militancia
422
Bitácora de una militancia
Niños de la guerra
Entre los hombres armados y los invitados,
correteaban los niños guerrilleros, unos doce
mocosos que se pegaron al paso de la guerrilla y que,
si bien los devolvían por falta de edad, regresaban
para quedarse. No faltaba alguien que los adoptara,
conmovido. Conformaron una escuadra al mando
de una niña de trece años, hija de una prostituta
de Miranda. Ellos ayudaban en los quehaceres del
campamento y servían como estafetas entre los
asentamientos de los distintos pelotones. Y, sobre
todo, jugaban; jugaban a la guerra casi siempre,
imitando con palos los fusiles y emboscándose.
Una extraña invención en que el juego infantil de
esconderse perdía la inocencia.
424
Bitácora de una militancia
426
Bitácora de una militancia
427
Once
Heridas de muerte
Bitácora de una militancia
431
Escrito para no morir
Campamentos de paz
Con el propósito de “ser gobierno”, nos volcamos a
las ciudades para conquistar las masas. Queríamos
replicar la experiencia de Los Robles en el escenario
urbano. Creo que el reciente triunfo de la revolución
nicaragüense y la lucha salvadoreña marcaban la
tendencia insurreccional. Nuestra idea era acompañar
a los sectores urbanos más pobres, para convertirnos
en una fuerza alternativa. Teníamos plena conciencia
del peligro que nuestro arraigo en la pobrecía
representaba para los poderes establecidos. Por eso
pensamos en preparar a la gente para la insurrección.
Ante todo creíamos en la organización popular como
garantía para lograr sus reivindicaciones a corto y a
mediano plazo, pero con respaldo armado.
432
Bitácora de una militancia
434
Bitácora de una militancia
436
Bitácora de una militancia
438
Bitácora de una militancia
440
Bitácora de una militancia
442
Bitácora de una militancia
444
Bitácora de una militancia
446
Bitácora de una militancia
448
Bitácora de una militancia
Palacio en cenizas
Sólo en Cuba, patria de todo revolucionario,
podíamos sentirnos mejor que en casa y ser lo que
éramos sin temores. Allí nos trataban como a seres
humanos que merecían vivir.
450
Bitácora de una militancia
Vida y muerte
Mientras mi hijo ganaba una batalla a la vida,
compañeros tan cercanos como Iván, Elvecio, Jacquin
y Lucho, morían en diferentes enfrentamientos.
452
Bitácora de una militancia
454
Bitácora de una militancia
456
Bitácora de una militancia
458
Bitácora de una militancia
Lejanía
Llegamos a Trípoli en mayo, el mes del Ramadán,
tiempo de ayuno y oración en que el mundo islámico
se silencia y reposa. A la velocidad del carro, la ciudad
era sepia y gris, blanca y verde. Arena, polvo, un
verde esmeralda como color oficial. La gente vestida
de blanco hablaba en un idioma de jotas y sonidos
que me sonaban guturales, imposibles de repetir.
Los avisos, que parecían dibujos, me resultaban
imposibles de leer. En las calles casi vacías, algunos
niños corrían con sus túnicas al viento.
460
Bitácora de una militancia
462
Bitácora de una militancia
464
Bitácora de una militancia
466
Bitácora de una militancia
467
Escrito para no morir
468
Bitácora de una militancia
470
Bitácora de una militancia
Misterio femenino
Logré que Nury, un libio que había vivido en América
Latina, me invitara a un matrimonio. Me presentó a
su esposa. Ella había vivido dos años en Venezuela,
pero no hablaba español. Sonreímos como saludo y
partimos.
472
Bitácora de una militancia
474
Bitácora de una militancia
Perdida en el mundo
Los días transcurrían entre la rutina y el asombro,
cuando una desazón se me clavó en el alma, con
tal intensidad que urgí a Carlos Alonso para se
comunicara con Ester en La Habana y ella pidiera
noticias a Colombia sobre mi familia. Pocas veces he
sentido un apremio tan concreto.
476
Bitácora de una militancia
478
Doce
Reinventar la vida
Bitácora de una militancia
M iguel H ernández
482
Bitácora de una militancia
484
Bitácora de una militancia
486
Bitácora de una militancia
488
Bitácora de una militancia
490
Bitácora de una militancia
492
Bitácora de una militancia
494
Bitácora de una militancia
496
Bitácora de una militancia
498
Bitácora de una militancia
499
Escrito para no morir
No lo buscaba,
el pasado me encontraba
En la calle, en casa de los amigos, hasta en el
trabajo, personas que de una u otra forma tenían
que ver con mi actividad pasa–da me confrontaban.
Digo esto porque, aunque no lo quisiera, establecía
comparaciones permanentes entre el pasado y el pre
sente. Algunas veces esto me servía para evidenciar
actitudes y experiencias que no deseaba repetir; otras
veces, me llenaba de nostalgia, pues era mil veces
más fácil afrontar las dificultades cuando se tenía un
sentido claro del futuro, y no abordar una realidad tan
compleja como la colombiana sin partir de certezas.
Con la militancia, yo sentía que había dejado un
territorio seguro y que ahora la incertidumbre y la
intrascendencia rodeaban mis actos.
500
Bitácora de una militancia
502
Bitácora de una militancia
Ser mujer
Yo fui soldado. Mi calidad de mujer por definición
biológica no me estorbó, pero tampoco fui muy
consciente de lo que ello significaba en un mundo
que nos homologaba en torno de las ideologías.
Pesaba más la igualdad que la diferencia.
504
Bitácora de una militancia
506
Bitácora de una militancia
508
Bitácora de una militancia
510
Bitácora de una militancia
512
Bitácora de una militancia
513
Bitácora de una militancia
Apéndices
1974
1975
1976
515
Escrito para no morir
1977
1978
1979
516
Bitácora de una militancia
1980
517
Escrito para no morir
1981
518
Bitácora de una militancia
519
Escrito para no morir
520
Bitácora de una militancia
1982
521
Escrito para no morir
522
Bitácora de una militancia
1983
523
Escrito para no morir
1984
524
Bitácora de una militancia
525
Escrito para no morir
1985
526
Bitácora de una militancia
527
Escrito para no morir
528
Bitácora de una militancia
529
Escrito para no morir
1986
530
Bitácora de una militancia
531
Escrito para no morir
532
Bitácora de una militancia
1987
533
Escrito para no morir
534
Bitácora de una militancia
1988
535
Escrito para no morir
536
Bitácora de una militancia
1989
537
Escrito para no morir
538
Bitácora de una militancia
539
Escrito para no morir
1990
540
Bitácora de una militancia
Siglas utilizadas
542
Bitácora de una militancia
Glosario
Bareta. Marihuana.
544
Bitácora de una militancia
Cana. Cárcel.
546
Bitácora de una militancia
548
Bitácora de una militancia
Fierros. Armas.
Guaro.Trago de aguardiente.
Guindar. Colgar.
550
Bitácora de una militancia
552
Bitácora de una militancia
554
Bitácora de una militancia
Bibliografía
555
Escrito para no morir
556
Bitácora de una militancia
557
Escrito para no morir
558
Bitácora de una militancia
559
Este libro, distinguido con el Premio
Nacional de Testimonio, del Ministerio de
Cultura, se terminó de imprimir en el mes
de noviembre del año 2011, compuesto en
caracteres Times New Roman de 11,5 sobre
13 puntos para el cuerpo del texto.