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Yu vive junto a sus padres, su abuela y dos hermanas en el campo de

refugiados de Shek Kong. Hace ya 972 días que llegaron al campo


procedentes de Vietnan, huyendo de las continuas guerras que asolaron al
país.
Cada día en el campo es un ejercicio de supervivencia, ya que el hambre, el
dolor, el sufrimiento, la amenaza de las mafias que se han creado dentro del
campamento son elementos cotidianos con los que deben convivir todos los
refugiados, que viven hacinados en barracones. Algunos no lo resisten y se
suicidan, otros son deportados a Vietnan al no conseguir ser reonocidos
como exiliados políticos, abocados al hambre, a la miseria y, posiblemente a
la muerte sin regresan a Vietnan.
Yu se levanta todos los días al amanecer par ver salir el sol, símbolo para Yu
de la libertad que con sus alas se va moviendo libremente a lo largo del
cielo.
La historia gira en torno a un día en la vida de Yu en la que le suceden una
serie de acontecimientos: acompaña a su padre a la oficina a saber si hay
alguna novedad respeto a su solicitud para ser reconocido como exiliado
político y, así, pueda irse con su familia a Australia a iniciar una nueva vida,
que les ofrezca un futuro, lejos de la guerra de su país y del dolor y el
sufrimiento del campo de refugiados. Tras comunicarles que no hay nada
nuevo sobre su situación, Yu se va a la escuela, donde llega un nuevo
alumno, Tiam.
Yu se hace amigo de Tiam, como en cualquier recién llegado al campo de
refugiados, aprecia en su amigo el miedo, el dolor y el sufrimiento. Yu trata
de transmitirle a su amigo su positivismo para que se acostumbre lo más
rápido posible a la vida monótona del campo.
Yu acude al Trono, un lugar apartado junto a la alambrada, donde ve salir
todos los días el sol, allí descubre, sorprendido, a un perro, al que llamará
Ajedrez. Sabe que no puede quedárselo, ya que nada más que descubran
que tiene un perro, lo matarán para comérselo. En su huida se esconde en
un hueco entre el barracón y el suelo, desde donde observa a una pareja de
enamorados, y por primera vez aprecia la belleza de las chicas y
experimenta por primera vez que significa el sentimiento del amor.
Posteriormente va a buscar a Tiam para contárselo, pero en el camino se
encuentra con otros chicos mayores que quieren quitarle el perro; sin
embargo, Yu logra escapar y va junto a Tiam a al Trono para dejar allí al
perro. Pero Ajedrez lo sigue y tiene que llevarlo a la entrada del campo,
arriesgando su vida al acercarse demasiado a la verja y dejarlo allí para que
salga libre.
De regreso a su barracón dialoga con su padre sobre la posibilidad de volver
a su pueblo, pero Yu quiere iniciar una nueva vida, tener una posibilidad de
futuro en Australia. Su padre se da cuenta de que Yu, ya no es un niño y que
ha empezado su camino hacia la edad adulta. Finalmente, Yu se queda
dormido tras un día intenso, donde han ocurrido una serie de
acontecimientos que lo han hecho madurar.
Las alas del sol es un libro recomendado para alumnos de 1º de la ESO, ya
que trata un tema que, por desgracia, hoy sigue estando muy presente, con
los numerosos inmigrantes, que tanto en Oriente Medio, como en
Latinoamérica, abandonan sus países en busca de una posibilidad de
empezar una nueva vida y labrarse un futuro, lejos de la pobreza, el hambre
e incluso la muerte de sus países de origen. Sin embargo, las autoridades
europeas y norteamericanas parecen desentenderse de la angustiosa
situación de estos exiliados y ven la inmigración como un problema que
amenaza su bienestar y seguridad.
En el libro está muy presente el tema de la libertad, especialmente, el
deseo de Yu y de todos los refugiados de poder salir de la cárcel que
constituye el campo de refugiados y poder irse a Australia o a América e
iniciar una nueva vida, libres y alejados del miedo, la pobreza y la muerte de
su país de origen. En el siguiente fragmento vemos el sol que aparece como
metáfora de esa libertad:
-¿Qué te pasa?- se interesó Tiam.
-Es el sol.
-¿Qué le pasa al sol?
-Me gusta mirarlo. Mejor dicho, me gusta lo que es y lo que representa.
-¿Y qué es?
-Es grande, fuerte, libre. Nadie le dice cómo debe ser ni adónde debe ir. Y
está vivo.
-Nunca lo había visto así- reconoció Tiam.
-Cada mañana, cuando me levanto voy a verlo salir. Es… impresionante. Él
aparece y el mundo se pone en marcha, ¿entiendes? Cuando el sol extiende
sus alas…
-El sol no tiene alas- le detuvo su amigo.
-Una vez mi padre me dijo que la imaginación tenía alas, y yo le repliqué lo
mismo que tú ahora. ¿Sabes que me contestó? Que todo lo bello, de la vida
tiene alas. Primero no supe a qué se refería, pero después sí. Los
pensamientos vuelan y la felicidad es como el pájaro dorado de las
montañas de Shao San. Solo con la imaginación podemos venos al otro lado
de la alambrada.

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