En el 2003 el doctor Stephen Minger y su equipo fue el
primero en cultivar colonias de células embrionarias humanas en el Reino Unido. Con entusiasmo los científicos hablaban de los múltiples beneficios que traería transformar estas células madre en células cardíacas, cerebrales, pancreáticas y retínales. No obstante mientras los científicos británicos hablaban de éxito, en el 2004, el cardenal William Keeler, director del Comité de Actividades pro-vida de la Conferencia Episcopal Estadounidense, se refirió al anuncio de clonación de embriones humanos hechos por un equipo surcoreano como un "signo de regresión moral" Posición humanista
• El principal argumento de los religiosos
fundamentalistas, para oponerse a la investigación con células madre embrionarias fue el estatus de humano de los blastocistos. El Arzobispo Keeler hizo eco de la argumentación católica al afirmar en 2004 que: "Estas mujeres fueron utilizadas como fábricas de óvulos mientras sus descendientes embrionarios fueron tratados como nada más que objetos de investigación, su dignidad humana ignorada en nombre del progreso". • Tal declaración nos lleva a una primera pregunta
¿Es un embrión en la etapa de mórula o blastocisto un ser
humano o apenas un cúmulo de células?
Las afirmaciones del Arzobispo Keeler han sido tomadas de
un artículo del boletín católico encuentra.com del día 16 de febrero de 2004. Noticia bajo el título "El Arzobispo de Baltimore denuncia la clonación humana"