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La aventura de ser pareja
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La aventura de ser pareja

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Desarrollar una relación estable y duradera resulta, a veces, una tarea difícil, pero no imposible. Con más de cuatro décadas haciendo terapia de pareja, el matrimonio de psicólogos formado por Fernando Coddou y Carmen Luz Méndez, comparten en este libro, su experiencia y revelan cómo enfrentar los problemas más recurrentes.

Con un lenguaje directo y con de ejemplos concretos, La aventura de ser pareja sirve como un verdadero “mapa de navegación” para mantener la ruta adecuada y no perderse en el intento. Después de varias ediciones, Ediciones El Mercurio lo reedita en una nueva versión revisada.
LanguageEspañol
Release dateJan 1, 2019
ISBN9789569986215
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    Con este libro me formé como psiquiatra. Ha sido muy útil en mi vida y a nivel psicoterapéutico con mis pacientes.

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La aventura de ser pareja - Fernando Coddou

© 2018, Fernando Coddou y Carmen Luz Méndez

© De esta edición:

2018, Empresa El Mercurio S.A.P.

Avda. Santa María 5542, Vitacura,

Santiago de Chile.

ISBN Edición impresa: 978-956-9986-20-8

ISBN Edición digital: 978-956-9986-21-5

Inscripción Nº 125.447

Primera edición: enero 2019

Edición general: Consuelo Montoya

Diseño y producción: Paula Montero

Ilustración portada: © Getty Images

Diagramación digital: ebooks Patagonia

www.ebookspatagonia.com

info@ebookspatagonia.com

Todos los derechos reservados.

Esta publicación no puede ser reproducida ni en todo ni en parte, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia, o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de Empresa El Mercurio S.A.P.

Índice

NOTA A ESTA EDICIÓN

AGRADECIMIENTOS

INTRODUCCIÓN

PRIMERA PARTE

Capítulo I. La pareja «normal»

Capítulo II. Ser o tener pareja

Capítulo III. Pareja y familia: mundos diferentes

Capítulo IV. Enamoramiento

Capítulo V. Cuántos somos en la relación de pareja

Capítulo VI. «Guerra de pareja»

SEGUNDA PARTE

Capítulo VII. Pareja y familia de origen

Capítulo VIII. Comunicación y pareja

Capítulo IX. Sexualidad

Capítulo X. Infidelidad

Capítulo XI. Ser hombre/Ser mujer

TERCERA PARTE

Capítulo XII. Espontaneidad/Transparencia/Honestidad

Capítulo XIII. La curiosidad y el conocernos tanto

Capítulo XIV. «Tú eres responsable»

Capítulo XV. Competencia

Capítulo XVI. Mientras más «yo» menos humor

Capítulo XVII. Potencia de la relación

Capítulo XVIII. Nosotros

A nuestros maravillosamente inesperados frutos,

Calú, Andrea, Benjamín, Daniel, Ignacia,

Xavier, Pascal y León.

Nota a esta edición

Nuestras expectativas en torno a la publicación de nuestro libro La aventura de ser pareja, hace dieciséis años, distó mucho de lo que de hecho maravillosamente ocurrió. Se agotaron ocho ediciones en Chile, no quedando libros en el mercado.

Hemos recibido comentarios de un público infinitamente diverso, en edades, en condición social, en género. Hemos tenido gestos de gratitud de personas anónimas hasta ese momento diciendo que su problema y sufrimiento estaba explicitado en algún capítulo del libro, abriéndoles espacios de entendimiento y alternativas de solución.

Hemos sabido del libro como regalo de matrimonio para parejas jóvenes, como una ayuda entregada por terapeutas a sus pacientes, como material utilizado en la formación de psicólogos terapeutas de pareja.

Nada de esto nos habríamos podido imaginar.

Hemos decidido relanzarlo en respuesta a un público que sigue interesado en obtenerlo.

Pero previo a tomar esta decisión, volvimos a leer cada hoja con un lente particular: la mirada del tiempo. Evaluar si en estos años, desde su publicación inicial a la fecha, ciertos aspectos de lo planteado se han difuminado, han de-

saparecido, han cambiado o no están presentes hoy como variables fundamentales de la relación.

Nos sorprendimos al constatar que cada tema, cada dinámica descrita, cada variable analizada sigue estando presente hoy con la misma fuerza en el centro de la relación. A las parejas en terapia que guiaron nuestra mirada en el libro La aventura de ser pareja hace dieciséis años hoy se les suman dos mil más, mostrándonos, hablándonos, guiándonos de manera similar.

Es así que las premisas básicas de este libro se mantienen: la aventura de ser pareja es única y cada mundo de pareja es único. Pero al mismo tiempo, hay espacios de expectativas, por lo tanto de posibles desencuentros y dolores, bastante universales en nuestra cultura, que se mantienen más allá de lo que uno podría suponer.

Decidimos, por lo tanto, hacer esta nueva edición revisada, pero manteniendo el libro original sin intervención alguna.

Agradecimientos

Agradecemos de un modo que nos compromete a todas las parejas que se atrevieron a creer en nosotros no solo invitándonos a la privacidad de sus mundos, sino aceptando caminar juntos en conversaciones muchas veces muy difíciles. Esperamos no defraudarlos al recolectar los más variados mapas que tejieron en su navegar, en las síntesis que hemos intentado para compartir esta enriquecedora experiencia con otros navegantes.

A Bernardita Méndez, quien con afecto, cuidado y claridad nos dio su visión, que nos resultó muy útil, cuando estábamos dando los primeros pasos de este libro.

A María Gandolfo, psicóloga clínica, terapeuta de pareja y amiga, quien se dio el tiempo para revisar minuciosamente muchos de los capítulos de este libro, aportándonos su criterio y experiencia.

A Claudia Sepúlveda, secretaria ejecutiva de nuestro instituto ITF (Instituto de Terapia Familiar de Santiago) y nuestro primer rostro para la mayoría de las parejas que hemos atendido. Con su habitual paciencia y efectividad, estuvo siempre dispuesta a escribir, reescribir y volver a escribir las innumerables correcciones a las que este libro fue sometido. Aun en su juventud, ya es una vieja compañera de nuestras aventuras profesionales.

A quien nos persiguió por largos años apuntándonos con su dedo y diciéndonos «tienen que escribir un libro» y que sufrió las consecuencias de su constante acecho, Gloria Kunstmann, psicóloga, terapeuta de pareja, miembro del directorio de nuestro instituto, supervisora y formadora de nuestros alumnos en entrenamiento por ya casi veinte años, pero por sobre todo una amiga de toda la vida. Transformó su afecto y lealtad en una mirada exigente y crítica, corrigiendo, sugiriendo, conversando con nosotros cada una y todas las ideas que eventualmente quedaron plasmadas en este libro. Su disponibilidad, a cualquier hora de cualquier día, sosteniéndonos y apoyándonos en nuestras vacilaciones y dudas refuerza la aventura de la amistad, que cuando se tiene la suerte de que resulte, puede ser muy plena y fructífera.

A Calú y Andrea, nuestras hijas, quienes partieron su existencia viviendo la psicología. Ambas nacieron cuando estudiábamos en esa vieja escuela de la Alameda y tuvieron muchos «tíos» estudiantes, hoy famosos profesionales. A sus cortos años, interactuaron con nuestros colegas y amigos ingleses que, como tales, las trataban como seres tan pensantes como ellos, lo que se ha traducido en que ambas mantienen hasta la fecha contacto con ellos, en su propio terreno. Al asentarnos nuevamente en Chile y con la creación del ITF, nos ayudaron en esta tarea en forma constante y en muy distintos niveles, pudiendo ellas tener también el «privilegio» de ver paseándose en piyamas por nuestra casa a las figuras internacionales más influyentes de la terapia familiar. Dado este precoz y largo imprinting, no fue sorpresa para nosotros que ambas decidieran estudiar psicología. Calú después de unos años recapacitó y, coherente con sus motivaciones y aptitudes más profundas, se decidió por los niños, convirtiéndose en educadora de párvulos. Andrea continuó por el camino de la psicología. Al igual que nosotros, es terapeuta familiar y de pareja, directora clínica, supervisora y docente de nuestro instituto. Así, tampoco ella pudo escaparse de ayudarnos una vez más en este último y trascendente proyecto de escribir un libro. Con la dedicación solo esperable de una hija, trabajó a nuestro lado coinspirando las ideas más importantes que logramos desarrollar y escribiendo innumerables capítulos en borrador, robándole muchas de sus escasas horas libres.

Extrañamente, queremos agradecer a un pedazo de tierra. Este libro fue escrito concretamente en Tunquén, el cual, gracias a su contención y magia, nos ayudó a encontrar el espacio posible para que estas ideas fluyeran en un tiempo que no teníamos.

Por último, agradecemos a nuestra larga relación de pareja que una vez más se las arregló para que no solo lográramos la coordinación que requiere escribir un libro juntos, otorgando espacio a nuestras diferencias, sino también para que disfrutáramos haciéndolo.

Gracias a Margot, Fernando, Carmen y Enrique.

Tunquén, 2002

Gracias , en esta segunda vuelta, nuevamente a nuestras hijas Calú y Andrea, a mis hermanas M. del Pilar y Bernardita, a nuestra nieta Ignacia y a nuestros amigos y colegas Rodrigo, Ana María y Gonzalo, todos agudos y precisos críticos en esta nueva revisión.

A Andrea, un agradecimiento particular por sus horas de dedicación amorosa a coordinar la totalidad del libro.

Tunquén, 2018

Introducción

Decidirse a ser pareja con otro, con el propósito de encontrarse en esa danza infinita que es la vida, es una aventura. Intentar escribir y describir sus intrincadas complejidades es otra arriesgada aventura.

Es intentar contar historias de las que todos son expertos. La inmensa mayoría de las personas ha experienciado esta relación. La inmensa mayoría ha tenido, tiene o desea tener una pareja. Los seres más primarios, desposeídos de la posibilidad de una educación, las personas más sofisticadas, los jóvenes, los no tan jóvenes, los maduros, los que creen y los agnósticos, los románicos y los escépticos, se viven en distintas intensidades con otro.

Quién no tiene alguna vivencia de lo que es intentar una conquista… Quién no ha sufrido la incertidumbre de no saber interpretar una mirada, una semisonrisa, una respuesta ambigua; lo que es sentirse enamorada, enamorado; lo que son el deseo, la atracción, la esperanza, la rabia, la desilusión, la impotencia. Cuántas opiniones definitivas sobre lo que es esencial del matrimonio, del rol del hombre o la mujer, de cómo desempeñarse frente al dinero, de quién debe hacer qué, cuándo y cómo, hasta en los ámbitos de aquello que se supone más orientado por el instinto.

Pretender, entonces, mostrar los caminos que podrían conducir a los espacios deseados y no a estrellarse en las rocas; intentar señalar hebras que al ser pulsadas contribuyan a deshilvanar fluidamente la madeja; pretender, al fin, algunos entendimientos que abran, que expandan, que permitan y no cierren espacios, es, lo sabemos, un arriesgado atrevimiento.

¿Es que por ser psicólogos, por haber estudiado el funcionamiento de lo psíquico, por tener una formación académica y una larga experiencia clínica pensamos que entendemos mejor, sabemos más, conocemos este extraño mundo más que otros? No, en absoluto. Sería negar el sello particular idiosincrático e íntimo de cada mundo de pareja. Mundo que, por una parte, está constituido por las maravillosas complejidades del encuentro y desencuentro de los infinitos planos que lo configuran, y por otra, por la resultante de innumerables opciones en el uso de la más plena libertad para vivir la vida como nos parezca. Asumimos, por lo tanto, que la construcción de una relación entre dos seres humanos en su dimensión de seres bio-psico-sociales es de tal complejidad, que pretender que dicha complejidad se ajuste a un modelo de normalidad sería violentarla.

¿Qué sentido tiene, entonces, escribir un libro de una relación, que, según nosotros mismos, es tal que nadie puede conocer mejor o más que otros su realidad constitutiva? ¿Qué sentido tiene escribir un libro de una relación que no permite por lo tanto planteamientos respecto a su realidad objetiva o criterios de normalidad?

Hemos visto en conjunto, en los más de veinticinco años de dedicarnos a hacer terapia, a alrededor de tres mil parejas. Cada una de ellas llegó a nosotros porque, al haberse entrampado en su caminar, se encontraba en un sufrimiento que sentía y pensaba que no podía resolver por sí misma, donde ambos deseaban explorar la posibilidad de recuperar la relación para intentar rescatar el fluir juntos en el recíproco disfrute. Todas las parejas han compartido con nosotros, en la construcción de su mundo único, sus ideas, sus emociones, sus explicaciones, sus creencias y, muy especialmente, sus intentos de buscar modos de optimizar su encuentro, así como de intentar evitar los entrampes, las confrontaciones, los caminos sin salida.

En la explícita metáfora del navegar, la recurrencia de estos intentos va dibujando mapas. Son estos mapas de navegación por estos complejos territorios los que hemos querido recolectar y construir.

El mapa es un «dibujo» esquemático y usualmente sobresimplificado de la realidad mapeada, dibujo que define, las más de las veces, el intento de registrar un posible caminar en ese territorio más que la descripción de la inmensa y detallada configuración de este. Lo que lo hace atractivo (para nosotros) es su intrínseco respeto hacia quienes deseen utilizarlo. El mapa no obliga, no subraya, ni siquiera sugiere. Es un intento descriptivo. La posible ventaja de poseerlo es que, siendo la opción de transitar por el territorio absolutamente libre, nos permite saber que aquel terreno oscuro en el horizonte es en realidad un conjunto de escarpadas rocas, o que esa pradera suave es un pantano, o que ese invitante y cristalino arroyo trae concentraciones metálicas que podrían resultar venenosas. Quien desee hundirse en los pantanos para recorrerlos o intentar saltar por las rocas o beber de esa agua cristalina lo podrá hacer a sabiendas, por ende, en un mejor uso de su libertad.

Podríamos a estas alturas, entonces, plantear que lo que este libro pretende no es proponer un modelo en relación a qué es una pareja «normal», sino compartir algunos mapas que, sintetizando las experiencias de un gran número de aventureros, facilite el navegar por estos territorios.

La construcción de los mapas, sin embargo, no es ingenua. Está contextuada por las opciones de entendimiento de quienes los construyen. Este libro está escrito desde la perspectiva de ser psicólogos clínicos, desde la experiencia terapéutica que este oficio permite y desde un conocimiento ordenador basado en un pensamiento sistémico.

En la organización inicial de este libro, y luego de conversar y compartir nuestras visiones fundamentales (que, la verdad, más bien fue un purismo innecesario por los muchos años que llevamos trabajando juntos), decidimos que cada cual se haría cargo de poner en el papel ciertos temas. Todas las ideas planteadas aquí son compartidas por ambos. Sin embargo, cuando estas salen de la mente de cada cual toman formas diferentes. Así tal vez sea posible distinguir esas diferencias en el uso del lenguaje, o en ciertas características de la escritura misma en los distintos capítulos. De acuerdo a lo anterior, se podría pensar que a cada tema le podríamos asignar una autoría. Sin duda es básicamente así pero, en el camino, cada cual ha incluido o modificado el capítulo del otro cambiándolo o precisándolo. El libro es nuestro. Sin embargo, en este desorden ordenado con que funcionamos, no siempre hablamos en plural. En un mismo capítulo se puede encontrar tanto el uso del plural como del singular. Creemos que este desorden simplemente refleja los distintos niveles que comprende toda relación de pareja; esta danza psicológica constante de la expresión de un yo a un nosotros y de un nosotros a un yo.

Diferente es lo que nos ocurre en esta introducción; la estamos escribiendo en forma simultánea. Por supuesto estamos coordinados en las ideas, pero desconocemos cuál es la forma final que tomará esta invitación. Este desconocer el final de esta co-construcción, este armar, vivir y hacer simultáneo de minuto a minuto, desconociendo el resultado de ese fin es, sin duda, lo que constituye la aventura.

En la relación de pareja la aventura es la ausencia de certeza. Solo existe la certeza del propio deseo de vivir la vida con eso otro, pero sin conocer a priori su desenlace. Es entrar a una historia desconocida y, como todos sabemos, es una aventura riesgosa, independiente de cuán deseosos estén los involucrados de embarcarse en el proyecto de la vida juntos.

En la vida de pareja pueden surgir caminos sin salida. No desconocemos tampoco los espacios de infierno que dicho mundo puede generar; las dudas y ambivalencias presentes en ese vivir con otro. Pero conocemos también que la experiencia de lograr vivir esa vida con otro desde el amor contiene una potencia y plenitud difíciles de describir.

En el intento de facilitar de alguna manera el logro de esa potente aventura es que hemos trazado estos mapas, resistiendo la tentación literaria, y optando por un lenguaje directo a través de ejemplos concretos que emanan de nuestra experiencia clínica.

Considerando ambos que hemos logrado co-construir la descripción del contexto general desde el cual emerge este libro, queremos solo insistir en que este caminar juntos por espacios de emociones y acciones del mundo de pareja refleja aquellos aspectos que se reiteran en los mundos de quienes hemos tratado. Es así que la elección de estos caminos no emerge de nuestra propia vida de pareja, y el recorrido que estos toman, de nuestro propio recorrido.

PRIMERA PARTE

Capítulo I

La pareja «normal»

¿Existe un modelo correcto de ser pareja? ¿Cómo debe ser una pareja normal o cuál es la relación normal de pareja?

Si uno juzga por las respuestas que la mayoría de las parejas dan a esta pregunta, se genera una situación paradójica. Las parejas tienden a responder que no piensan que exista un modelo único de cómo se debe ser pareja. Que hoy, en nuestra realidad posmoderna, las parejas pueden construir la relación tomando opciones más personales y escogiendo distintos caminos para desarrollar su relación. La paradoja radicaría en que plantearían, al mismo tiempo, que esta «libertad para ser pareja» estaría acotada o restringida por límites determinados por criterios de normalidad, inevitablemente generando la pregunta «¿qué es una pareja normal?». Y lo que surge es que cuando esa pareja comienza a describir su relación, más aún, cuando esto es en torno a sus problemas, plantean con total convicción cómo se debe ser pareja, cómo se debe construir el amor, la cantidad de tiempo que se debe destinar a la relación, al comportamiento sexual, al modo de llevar la casa, al tipo de relación que se debe establecer con los padres y hermanos de cada cual, etc.

Hace dos o tres generaciones, en las de nuestros abuelos o bisabuelos, la concepción del matrimonio y la constitución de la familia poseían características bastante

definidas y globalmente aceptadas. El rol del hombre como marido y padre, en tanto a sus responsabilidades y obligaciones, se adscribía a patrones de comportamiento bastante universales, tanto como el rol de la mujer en su condición de esposa y madre. El hombre, luego de «vivir la vida un poco» (o mucho en algunos casos) y llegado a una edad razonable, «sentaba cabeza» y aceptaba que había llegado el momento de casarse para formar una familia. La mujer era enseñada desde niña para cumplir su rol central de madre y dueña de casa, siendo el objetivo de casarse para formar una familia una meta esencial de su vida. El «guión» que prescribía la vida marital y familiar era universalmente aceptado y poseía funciones bastante definidas. El amor romántico era más bien parte del mundo femenino, que se nutría de novelas y radioteatros, y quedaba fuera del mundo masculino. La motivación de contraer matrimonio era usualmente decidida por el criterio de constituir una buena familia con estabilidad en el tiempo. Los roles eran clara y notoriamente complementarios; el hombre era fundamentalmente un proveedor, para quien los asuntos de trabajo, negocios u obtención del dinero eran, por una parte, su exclusiva responsabilidad, y por otra, su exclusivo territorio, donde la mujer, por definición, no participaba. El papel de ella, en cambio, era esencialmente el de madre, para quien tener que dedicarse casi con exclusividad a sus numerosos hijos era una muestra de su condición «de buena madre y esposa». La educación y la formación de los hijos eran responsabilidad de la mujer, así como la organización y el funcionamiento del hogar. El papel del hombre en estos aspectos generalmente era el de ser la última autoridad, más bien lejana y formal. La relación de este con los hijos era, salvo cuestiones formales de disciplina, usualmente «mediada» por la mujer. Los roles no solo eran así de complementarios en su definición, sino que las vidas de ambos se desenvolvían de manera bastante paralela.

Es en contra de estos modelos, roles y «guiones prescritos» que los seres humanos contemporáneos, posmodernos, reaccionaron y quisieron cambiar de modo bastante radical. El enamoramiento, el escogerse libremente a partir del amor, pasó a ser la motivación fundamental para establecer la relación de pareja y, eventualmente, para casarse. En congruencia con este cambio fundamental de tomar estos asuntos de una manera individual y personal, es que serían estas personas enamoradas las que decidirían cómo vivir la relación marital y familiar en todas y cada una de sus dimensiones. Es en este contexto desde donde surge lo que inicialmente describíamos como una parte de la paradoja que apreciamos en la actualidad.

Como una reacción al «modelo tradicional y preestablecido» es coherente que las parejas piensen o declaren que establecer un modo de vida es una tarea personal y, por ende, que existiría una libertad para conformar la relación que le es propia a cada pareja. La paradoja, sin embargo, se genera al considerar que esta libertad para decidir cómo actualmente se quiere ser pareja queda condicionada o limitada por los marcos de la normalidad. Así como antes el modelo quedaba configurado por los deberes, obligaciones y derechos que la cultura en sus dimensiones normativas y valorativas definía como «un deber ser» sociocultural, hoy en día existiría una aparente y más amplia libertad para configurar un modelo propio, pero adscrito también a lo que se considera «normal».

Aquí, nos parece, se genera una gran trampa, pues, ¿cómo determinar qué es lo normal en una relación de pareja?, y más especialmente, ¿quién o quiénes definen y describen esta normalidad? A muchos, quizás a la mayoría, y he aquí la génesis del problema, esta pregunta parecería extraña o innecesaria, pues todos sabemos, de una u otra manera, qué es lo normal. ¿Cómo podríamos ser personas básicamente normales, y la mayoría sin duda lo somos o creemos serlo, si no sabemos lo que es ser normal?

Veamos cómo, a través de una pareja en particular, se manifiesta de un modo más concreto esta confrontación de lo que es normal para cada cual.

José Luis, un empresario asertivo y exitoso, que se declara profundamente enamorado de María Luisa, su mujer, se desespera al mismo tiempo con actitudes de su señora que él denomina «pataletas feministas». María Luisa también declara ser feliz con José Luis, a quien considera un buen marido, un padre dedicado y cariñoso; pero ella, a su vez, se siente cada vez con menos espacio, forzada a una dependencia que la está empezando a ahogar.

Han constituido un hogar más bien tradicional, con una familia formada por tres hijos y con una situación económica

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