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Acoso Inmobiliario
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Acoso Inmobiliario

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Puede definirse como prácticas antisociales basadas en el acoso y abuso
para forzar que alguien se vaya de su casa, independientemente de que
ésta sea propia o arrendada. La picaresca y artimañas son variadas: desde
inducir la entrada de okupas en el edificio o de vecinos perturbadores, a la
negativa del arrendador de cobrar la renta, pasando por la falta de higiene
y de mantenimiento de la vivienda o del edificio, con cortes en los
suministros básicos de agua y luz. El objetivo no es otro que desahuciar al
arrendatario bajo una falsa apariencia de legalidad, convencerle para que
él mismo abandone la vivienda o minar su paciencia e integridad moral,
prácticas todas ellas que constituyen fraude y delito.
Se trata de un fenómeno social muy reciente que aún no ha sido muy
estudiado por la doctrina pero que, lentamente, va apareciendo en nuestra
legislación y jurisprudencia con distintas denominaciones: hostigamiento,
asedio, acoso o mobbing inmobiliario (algunos autores mantienen el
anglicismo blockbusting).
LanguageEspañol
PublisherSelect
Release dateSep 1, 2021
ISBN9791220841559
Acoso Inmobiliario

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    Acoso Inmobiliario - Medid Santa

    Capítulo I. ¿Qué es el mobbing inmobiliario?. Concepto y características . PÁG. 17

    Capítulo II. Origen histórico. La leyenda del acoso inmobiliario PÁG. 26

    Capítulo III. Aspectos socioeconômicos. PÁG. 32

    Capítulo IV. Ejemplos de acoso inmobiliario. Manifestaciones del acoso inmobiliario PÁG. 44

    4.1. Sigue la lucha

    4.2. Entre miedo y miserias

    4.3. Entre amenazas e inundaciones

    4.4. Feroz Acoso

    4.5 La lucha no siempre aguanta

    Capítulo V. Acoso Inmobiliario en el Cine PAG. 54

    5.1. Tierra prometida

    5.2. Un lugar llamado milagro

    5.3. La estrategia del caracol

    5.4. Chuecatown

    5.5. La caja 507

    Capítulo VI. Respuesta judicial. Tratamiento legal del acoso inmobiliario. PÁG. 73

    Capitulo VII. Cómo actuar ante la coacción y el acoso . Los tribunales hablan. PÁG. 75

    Capitulo VIII. ¿Qué hacer si nos consideramos víctimas de «mobbing inmobiliario»? ¿Qué tipo de pruebas se pueden preparar?. PÁG. 81

    Capítulo IX. Perfil del agresor o acosador inmobiliario . Manual del acosador. Recomendaciones en la firma de un alquiler. PÁG. 92

    Capítulo X. Perfil de la víctima . Manual del acosado. PÁG. 104

    Capítulo XI. Bibliografía. PÁG. 119

    Introducción: el hogar como campo de batalla . ¿A quién debemos considerar víctima?

    El periodo de catorce años de fuerte expansión ha tocado fin (La période de 14 années de forte expansion a pris fin). Así de lapidariamente empieza el estudio la OCDE sobre la situación económica española (2008, 1). Los miembros del comité encargado de su elaboración informaron de que el consumo privado se está ajustando a las condiciones más restrictivas de los mercados financieros, así como de la ralentización de la construcción de viviendas, después de que se hubiera encumbrado a un nivel insostenible (OCDE,2008, 3).

    Durante más de una década, la economía nacional ha engordado cebada por el sector inmobiliario. Pero esta expansión no siempre ha sido inocua. Como hordas ávidas de espacio vital, se han desencadenado fuerzas que han invadido los hogares de los ciudadanos para conquistar el suelo que exigía la especulación urbanística.

    El imaginario popular ha forjado la figura del revientacasas , como encarnación del promotor despiadado que arranca a los inocentes moradores de sus viviendas para lucrarse con el preciado terreno. Tanto es así que está cobando los aires de leyenda urbana, de la mitología fantástica de las sociedades modernas. Evoca al sacamantecas de antaño (HERRERA, 2007, 69). Se oyen historias fabulosas, como la de la intentona de expulsar a unos vecinos por medio de rayos microondas (RAGUÉS, 2006, 343).

    Más allá de este pintoresco folklore, subyace la realidad de la llamada violencia urbanística , según la denominación introducida por la fiscal Edurne Miranda (CIMAS, 2008). Consiste en la presión que se ejerce para desalojar de sus casas a sus legítimos habitantes. Se asemeja a la presión laboral tendenciosa , en terminología acuñada por el magistrado Gimeno Lahoz (2005) dentro del contexto del acoso laboral. Como se verá infra, el acoso constituye una sola realidad que se ramifica en diversos escenarios (acoso laboral, escolar, informático, eclesiástico, maternal … ). Esta es la tesis que divulga el Observatorio Vasco de Acoso Laboral, un centro de estudios multidisciplinar que viene escrutando el fenómeno desde que allá en los comienzos de esta década se manifestase a la opinión pública (2004). Empero, el que ahora nos atañe es el acoso inmobiliario , también conocido como asedio inmobiliario (HERRERA, 2007), expresión ésta especialmente afortunada, pues evoca la imagen del asalto a la fortaleza del hogar, último reducto de la intimidad personal.

    Las primeras experiencias en la lucha contra el acoso inmobiliario provienen de los Estados Unidos de Norteamérica. Allí se conoce como blockbusting. Sus orígenes se remontan a los años `60 del siglo XX, cuando las tensiones raciales generaban disturbios de una intensidad hoy inconcebible. Algunos promotores se aprovechaban de los prejuicios étnicos de los propietarios blancos para anunciar falsamente que una oleada de población de color estaba a punto de asentarse en las inmediaciones. Los vecinos, temerosos ante la llegada de gentes diferentes, malvendían sus casas. Posteriormente, los mismos empresarios que habían diseminado el mendaz rumor las adquirían y aprovechaban el terreno para erigir urbanizaciones de lujo. En 1968 se promulgó la Ley de Vivienda Justa (Fair Housing Act), que aspiraba a eliminar la discriminación racial en las ofertas inmobiliarias, al tiempo que establecía un tipo penal específico contra el acaso inmobiliario (VILLEGAS, 2006a).

    Este modelo de asedio inmobiliario tiene poco que ver con el español. Aquí suele ubicarse dentro de las relaciones arrendador-arrendatario. Al principio, sobre todo, en los contratos antiguos, cuyas rentas habían quedado congeladas desde la posguerra, sin que los mecanismos de actualización compensaran satisfactoriamente a los propietarios. La reacción criminal de algunos arrendadores fue la de asediar la vivienda, desencadenando un plan sistemático de hostigación para hacer que el inquilino terminase tomando él mismo la decisión de marcharse (ROJO y CERVERA, 2005, 79).

    Sin embargo, ambas modalidades comparten un núcleo común, esto es, la presión que se ejerce sobre el morador para que salga de su hogar. Este es el patrón del acoso laboral, cuya manifestación más señera es la que anida en el seno de la Administración Pública. Como el funcionario está blindado ante un despido, la manera más cómoda de echarlo a la calle es asfixiarlo psíquicamente hasta que acabe derrumbándose y renunciando a su plaza. De esta manera, si no asume la cultura de la organización se desata un rechazo para que abandone el trabajo , lo que no es sino otra de las especies de la corrupción (LORENZO, 2007, 41). La sentencia de ocho de septiembre del año 2001 de la Audiencia Provincial de Sevilla lo condensa en un máxima magistral: hacer la vida imposible para obtener la baja voluntaria (ponente Ilustrísima Señora doña Rosario Martínez Rodríguez, fundamento jurídico primero).

    El fenómeno del mobbing o acoso inmobiliario aumenta cada año de la mano de la especulación y afecta de manera especial a los inquilinos de avanzada edad que viven en inmuebles de renta antigua, en muchos casos inferior a los 100 euros mensuales. El crecimiento del mercado y el escaso atractivo económico de estas viviendas se ha plasmado en la venta de pisos con bicho o con gusano, degradantes denominaciones con las que se identifica en el argot de este negocio al inquilino. El comprador, en el mejor de los casos, será un banco que esperará una golosa rentabilidad a medio o largo plazo y, en el peor, el interesado en comprar será un especulador bien equipado para ejercer el mobbing inmobiliario.

    Esta modalidad de mobbing no es nueva en nuestro país ni fuera de él. En 1998, el Ayuntamiento de Cádiz dictó un bando municipal para advertir a la ciudadanía sobre estas prácticas. Cinco años después, el Ayuntamiento de Barcelona decidió acudir a la Fiscalía para luchar contra el acoso inmobiliario.

    El mobbing ya está considerado como un problema, una violación de los derechos humanos. Así , a finales de 2006, el relator de Naciones Unidas Miloon Kothari elaboró un informe sobre la vivienda en España en el que denunció la violación de los derechos humanos en materia de vivienda, refiriéndose a un mobbing sin parangón en el resto del mundo desarrollado y una especulación inmobiliaria desenfrenada que deja al 25% de la población fuera del mercado de la vivienda. Asimismo señala la conveniencia de que se dejen de vulnerar los preceptos de la Constitución española, en concreto el art. 47, que obliga ba a promover las condiciones necesarias y establecer las normas pertinentes para hacer efectivo el derecho a una vivienda digna y adecuada, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación, y que cumplan sus compromisos adquiridos con la firma de convenios internacionales de salvaguarda del derecho a la ciudad.

    María Dolores Peris, catedrática de Sociología de la Universidad de Barcelona, señaló en un estudio que, lejos de lo que pudiera parecer, el mobbing no es ninguna novedad en los planes de rehabilitación. En Barcelona, concretamente, desde hace años existe lo que en el argot urbanístico se denomina sacar a los gusanos. Según la socióloga, el mobbing forma parte de una estrategia mundialmente conocida: primero se devalúa el barrio por la invasión de emigrantes y población marginal, o por el envejecimiento de los edificios a los que no se asignan presupuestos para su mantenimiento; en una segunda fase, los especuladores adquieren las viviendas. Y asegura que el mobbing, una práctica que responde a un plan preconcebido, no se erradicará mientras se mantenga la fractura, el desnivel, entre quienes practican la violencia utilizando estrategias y técnicas de alta predictibilidad, y quienes reciben las denuncias con la venda en los ojos.

    El llamado mobbing inmobiliario viene impulsado por el aumento del precio de la vivienda, que provoca la aparición de un mercado inmobiliario cada vez más voraz. Ante la demanda de clientes adinerados, los viejos cascos urbanos se han convertido en un gran atractivo para los especuladores. La finalidad de adquirir inmuebles en el centro de las ciudades es reconvertir las fincas en negocios más rentables, ya sean nuevos inmuebles más caros, locales comerciales y deportivos u hoteles.

    El mobbing inmobiliario tiene un claro precedente en el 'Blockburts'. Se trata de una 'corrupción fonética' surgida de la pronunciación de dos términos ingleses: to Bursa (estallar) y block (bloque), que podría traducirse como 'revientacasas' y que en la Segunda Guerra Mundial se refería a los explosivos lanzados por la aviación aliada, capaces de aniquilar barrios enteros. Pero referida al tema inmobiliario, la expresión se utilizó en los años sesenta para designar una estrategia usual en Estados Unidos durante los años sesenta, en el contexto de las tensiones entre negros y blancos. Los agentes inmobiliarios se aprovechaban de los prejuicios raciales de los habitantes de las áreas residenciales, a quienes comunicaban falsamente que se avecinaba una adquisición masiva de viviendas que irían a parar a manos de negros. Para que la historia fuese creíble, exhibían por las inmediaciones a afroamericanos, como si de compradores se tratase. Los blancos vendían sus casas a precio de saldo y se mudaban. Cuarenta décadas después, la estrategia del miedo continúa surtiendo efecto, y de Cádiz a Barcelona, el fenómeno del mobbing inmobiliario recorre toda España. Pero tampoco el resto de Europa se libra de este tipo de acoso. La ONG International Alliance of Inhabitants recoge las denuncias de la sociedad civil en Europa y asegura ba que durante el Foro Social Europeo, celebrado en Atenas en mayo de 2006, la Federación de Arrendatarios de Londres denunció el lado oscuro de las olimpiadas de 2012, concretamente una aceleración de la privatización del sector inmobiliario y la demolición de edificios de viviendas de protección oficial para construir centros deportivos, comerciales, y casas de lujo. En Bégica, la ONG Solidarités Nouvelles denuncia asimismo desalojos cada vez más numerosos para alojar a la clase funcionarial comunitaria. No cabe duda de la extensión de este fenómeno, pero, ¿por qué se produce?

    Actualmente no existen estadísticas oficiales sobre el acoso inmobiliario, un drama silencioso que afecta en especial a personas mayores . Aunque se trata de una práctica muy minoritaria en España, afecta en su mayor parte a personas mayores o con pocos recursos . Vivienda habilit ó un teléfono gratuito (900 900 707) para atender a los afectados . Los ayuntamientos de L`Hospitalet de Llobregat, Fuenlabrada, Gijón, Denia, A Coruña, Vitoria, Getafe, Córdoba, Elche y Las Palmas fueron los primeros en sumarse a una experiencia piloto contra el acoso inmobiliario diseñada por el Ministerio de Vivienda . La primera medida que se en marcha fue habilitar un teléfono gratuito (900 900 707) de atención ciudadana, que conta ba con personal especializado para atender a los afectados por estas prácticas con toda la información necesaria sobre cuáles son sus derechos y cómo hacerlos valer ante los acosadores.

    ¿A quién debemos considerar víctima? Según el Art. 1 de la Decisión Marco del Consejo 2001/220/JAI, de 15 de marzo de 2001 (DOCE del 22), relativa al estatuto de la víctima en

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