You are on page 1of 127
' OPIO Diario de una desintoxicacién JEAN COCTEAU OPIO DIARIO DE UNA DESINTOXICACION (Con dibujos del autor) Prdlogo de Ramén Gontez ve La SERNA DNVERSIOSR DF AYENOS AINE FACULTAD DE MLOSCPA Y Levene DIMECCION DE @BLIOTECAS. EDICIONES DE LA FLOR n: ROBERTO ALVARADO José M. Henepia, Tapa y diagramac ‘Vraduceién: Juri Césez ve LA Seana : Revisién Técnica: Susana Lucoes ‘ © 1909 ‘ EpIciones De La Fror $8.1. Callao 449, 9° - Buenos Aires Hecho el depésito que previene Ja ley Impreso en Ta Argentina Printed in Argentina PROLOGO Para arrojar luz sobre el arte contempordneo hay que iluminar hasta la transparencia la figura de Coc- teau. Hasta en la literatura espaitola su antecedente es indispensable, pues es el que ha lanzado de nuevo los dngeles, estando amparado su estro bajo el signo que- niibico, siendo el fundador de To que podria Namarse: el “Serafismo” en poesia. El que nos trajo los éngeles es algo tan importante como el que “nos trajo Tas gallinas”, y no se nos diga que los éngeles stempre estuvteron cercanos a nos- otros, porque los dngeles que Cocteau oueloe a traer’ al mundo son unos dngeles originales en que vueloen @ colar en el cielo de los dngeles primeros y recién nacidos. Es su principal acto, pues ha dejado ilenos los es- pacios de dngeles nuevos, eéindidos y mecénicos, en contraste pottico con los seres achabacanados y te- rrenos que Wenaban las poestas. * Cocteau vuelve @ bordar los dngeles en nuevos ca- Ramazos. Les anges, quelquefois, tachés denere et de neige, Car ils font leur journal a la" polycopie, Leurs ailes sur le dos, s'échappent du college, Volant an pew partout, plus voleurs que des pies. 8 Jean Cocteau Con un angético destino él mismo, hay que contar su biografia con cuidado, pues es la envidia del mun- do, de los poetas y de los escritores. Nace Cocteau el 5 de julio de 1892, en Maisons Laffite, ese pueblo de Francia con nombre de fébrica. Es hijo de un notario pascalino, volteriano. Colegial externo en Paris, es un mal estudiante y si tiene algin premio es en lo mas inesperado, por el modo que tiene de tavarse con jabén cuando las cla- ses acaban. Comienza siendo un nifio prodigio, tanto, que é suele exclamar a veces: —iYo, que era célebre en Paris a los quince aivos! Recitaba sus versos en los principales salones y los sofés se desmayaban oyéndole, convirtiéndose en di- anes. Pero él se salva a aquel engatusamiento del gran mundo, a aquel ser el mas bello pex en las peceras iluminadas, Se evade del éxito mundano y hasta de los editores. —iPreficro escribir, segiin el mandato de Dios més que segtin el mandato de un editor! Todo el momento actual esté Weno de nombres recientes ¢ imberbes, pero entre todos se nota, como fendmeno extraiio ¢ inverosimil, la madurez esplén- dida de los que han de ser consagrados en el mundo, Que quién preside ese rejuvenccimiento del cielo de Francia? Siempre veré la adolescencia de los fe- Opio 9 némenos futuros en los juegos de ese genial nino de Francia que es Cocteau. Cocteau “diavoliza” —de “didvolo”, no de diablo— en los jardines de Francia, poniendo en to mds alto la taba de su didvolo, como si fuese la estrella pri- mera de ta tarde. En 1911, a los diecisiete aitos, después de algunos libritos de versos, publica Prince Frivole, En 1913 aparece un libro mds grave titulado La danse de Sophocle. Tiene la primera enfermedad incomprensible, erisis de sus nervios, al enredarse nervios y alma en la pri- ‘mera confusion del ovillo intimo, y descubre que ta poesia no es un juego ni un medio de alcanzar la gloria, “sino una bestia que os devora, un dngel con- minativo, el mensaje de aquéllos que viven a aquéllos que mueren...” Aparece en él una sinceridad que al servirle de método haré que le devore su obra, Es como eb ve- hiculo de una fuerza extraiia, a la que se dedica en cuerpo y alma, mecinicamente, Sus obras quieren vivir y se sircen de él, atravesindole, acabando con su salud, haciendo de él un desollado vivo. Le Potomak (1913-14) refleja esta crisis pintando el alma de una madre Wena de sensibilidad que Ue- gaa las més puras adivinaciones, En Potomak se des tacan Los Eugenios, microbios del alma en cuya com- binacién hay ya complejos psicoanalizados. La guerra estalla, Se le declara réformé, pero él se va al frente fraudulentamente por aburrimicnto de estar lejos de la batalla, 10 Jean Coctéan Convive con los fusileros marinos en Nieuport y vive en parte su Thomas lImposteur que aparcec~ rd en 1922. Funda con Paul Oribe et periédico Le Mot (1914). En esa época en que el espiritu del mundo se re- puelve y en Paris vuclan todas las hojas de los li- bros movidas por el desvario de un viento de desa- rraigo, sélo los muy sagaces vieron que todo iba a variar y por eso se retinen y se reconocen en esa ho- ra Cocteau, Picasso, Satie y tos més jévenes mtsicos. En mis biografias de Picasso y Apollinaire esté pintado ese momento; pero este adolescente rutilante pone los puntos sobre las jes de aquellos minutos, En 1917 Uega la hora de su alegria apotedsica con Parade en colaboracién con Picasso y con Erik Satie, donde prescita una farsa de circo con acrobatas dgi- les y pobres “que quisimos revestir de la melaico- lia que tienen los circos el domingo por Ia noche, cuando’ la sinfonia final obliga a los nivios a meter un brazo por la manga de su gabén mientras echan una ‘iltima mirada a la pista’, Nacid, en efecto, la idea de Parade en una repre sentacién de circo en que Cocteau vio cémo un enor- me elefante de pega se hinchaba, se hinchaba, hasta que estallaba con un detonante estallido y salian de su ruina dos clowns en locura de bofetadas. Cocteau elevs la idea hasta planear un animal fantastico, compuesto por dos bailarines que danza- ban el famoso pas du cheval de Parade, Yo encontré et circo como un nitio; él lo encuen- Opio uw tra como un nifio prodigio que cuelve de las reté- rieas amaneradas. “:Ah —grita frente al cielo de Ia pista, si yo tu- vicra el alma tan bien hecha como estos saltimban- quis tiene el cuerpo!” ‘Ama el circo, el music-hall, las orquestas america nas, porque “todo eso fecunda a un artista tanto como la vida misma.’ Servirse de Tas emociones que tales especticulos despicrtan no equivale a hacer ar- te segiin el arte, Sirven de excitante como, las mé- quinas, los aniinales, y el peligro”. Se ampara de Picasso, y de Erik Satie sobre todo, descartando las influencias de los escritores, porque pueden dar tics y debilidades que dificulten la hui- da, ya que el primer deber del escritor, segin Coc- teau, es Ta fugitividad. En 1918 publica Cap de Bonne Espérance, libro que responde a la moda vanguardista de los poemas breves, las naturalezas muertas, las poestas inspira- das. en los niiios, en los locos y en los suefios. Después viene Garros, Vaviation, en que relumbra al cielo iluminado gracias a la alta tensién de un rayo sostenido, En Le Coq et TArlequin (notas alrededor de la mésica) esté su pacto con los nuevos meisicos, pacto que nace en el primer concierto en la calle Huyghens, én un saloncito sin sillas, donde se mezclaban los snobs y los iniciados de Montparnasse. Entre constantes escéndalos nace el grupo que ha de llamarse de los Six, que preside remoto Erik Satie y estd formada por Darius Milhaud, Francis Poulenc: he B Jean Cocteau Georges Auric, Germain Tailleferre, Louis Durey y Arthur Honneger. Intentan “una miisica a ia medida del hombre. Ne- a de nubes, olas, acuarios y ondinas. Una miisica a ras de tierra; una miisica de todos Tos dias”. Previene a los jévenes contra los debussistas y con- tra Stravinsky, demasiado enorme, aunque después diga de A el mismo Cocteau: “Mi viejo Stravinsky es un tiburén que ahora pretende cantar como un ruisefior”. Un embalsamador de épocas deberia embalsamar esos aiios 16, 17, 18 y 19 del siglo XX para que se no- tase mds el sentido de reaccién que tienen muchas cosas de Cocteau frente al sentimentalismo tano de la época. Hacia 1918 conocé personalmente a Cocteau en Paris. Habia almorzado yo con Tristén Tzara en ca- sa de Delaunay, una comida en ese estudio de pintor en que todo estd improvisado siempre y en cuyo me- ini los hucvos fritos saben a aceite de linaza, la ensa- lada tiene un poco de aguarrés y el vino estd tenido con las mezclas con que se pinta el vino en las copas de los cuadros. En la sobremesa fueron apareciendo algunas fi- guras muy interesantes del Paris nuevo, las mas aten- tas y, por suerte, las mejores, a las que habia avisado Delaunay en niimero veinte veces mayor que el de las que concurrieron, Entre todos, Cocteau fue una aparicién con algo alado, y yo juraria que entré por Tos cristales del baleén més que por la puerta. Desde luego se situd Opio 13 en posicién de estar sobre la ctipula, en pie dnvante toda la visita, jugando con unos guantes de deportis- ta de la nieve, guantes que no apretaba nerviosamen- te, sino que acariciaba, dejéndoles conservar su mor- bidez esponjosa, como si diera la mano a la repre- sentacién de sien et peligro de la conversacion. Enouelto en su gabén felpudo, también tejido y confeccionado para Chamonix, tenta algo de esos saltadores de esquies, que se lanzan desde las altu- ras y hablaba frivolamente mientras Uegaba abajo. De pie frente a la mesa en que nos habiamos apacen- tado, Ia convirtié en mesa del conferenciante, y su éngel de la guarda fe debié de Wevar un vaso de agua que él se debid beber misteriosamente. Como es un “volador”, fue breve en su visita y en seguida marché hacia las chimeneas de la tarde. La impresién que me dejé fue ta de uno de los po- cos jévenes que no amaitan su arte, que todo lo que decia le era anunciado de verdad por un especial an- gel de la Anunciacién dedicado sélo a su servicio. Toda la obra de Cocteau responde a esa geniali- dad que no acaba de creerse, porque todos se suelen preguntar ante cada cosa de las suyas: “jEs posible ‘que haya en esto tanta intencién como parece? Es posible que se haya dicho con sentido esta frase, que parece imposible de bien definida que estd?” Cocteau lanza poemas paradéjicos, pero certeros, como el Poema para leer en un espejo, que va auto- grafiado y escrito al revés. Siempre me habia parecido, al ver los espejos so-

You might also like