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La idea se encuentra en la falsa noción del líder como ser indispensable (versus necesario): el líder
presidente, líder del barrio, alcalde líder, diputado líder. Es una idea que el capitalismo ha legitimado
a través de los superhéroes (Robin Hood, súperman, flash, el hombre araña, terminator, batman, el
zorro) y que lamentablemente reproducimos muchas veces sin percatarnos de ello, especialmente
como lo venimos haciendo con el compatriota Presidente Hugo Chávez, incluso ha sido la excusa
(consciente o no) para eludir nuestra propia responsabilidad con esta revolución. Esa idea de que es
necesario un superhéroe, con unas dotes sobrehumanas, único e irrepetible (en eso convirtieron a
Bolívar y al Che) es indispensable para oponerla a las ideas de asociación, de trabajo colectivo, del
indispensable esfuerzo de todos para resolver los problemas sociales. Desde esa perspectiva se
sembró en el ideario social el espejismo de EEUU- Salvador, EEUU - Superhéroe, Presidente
Norteamericano - Superhéroe.
Esa idea se manifiesta cuando se escribe la historia de los grandes seres humanos, cuando se les
aísla de su contexto, cuando se opaca las luchas de los pueblos y ex profeso se desconoce que fue
del calor de ellas de donde emergieron Cristo, Ho Chi Min, Fidel, El Che, Bolívar, Ghandi, Marx,
Lenin, en fin esos seres humanos que tuvieron la virtud de destacarse y ser reconocidos como los
mejores intérpretes de las realidades, de las circunstancias históricas, de las correlaciones de
fuerzas; pero que sin las luchas de los pueblos ellos no hubieran existido. La historia “interesada” no
los comprende pueblo, los vende superhéroes, ¡Claro, así no se repiten!, así hay que esperar que
“Cristo venga”, que nazca un nuevo Bolívar, otro Che. Eso estamos haciendo con el compatriota
Chávez; y de tanto asignarle esa tarea él terminará asumiéndose superhéroe y nosotros negando
nuestra propia capacidad revolucionaria. Después no lo acusemos de caudillo; reconozcamos hoy
nuestra propia miopía política y enmendémosla.