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Humanidades Robert McMahon La Guerra Fria Una breve introduccién El libro de bolsillo Historia Alianza Editorial ‘Tiruto onscmat: The Cold War. A Very Short Introduction Publicado originalmente en inglés en 2003. Esta traduccién se ha realizado por acuerdo con Oxford University Press ‘Trapuctora: Carmen Criado Disenio de cubierta: Angel Uriarte Fotografia de cubierta: © Bettmann/CORBIS Reseryados todos es dorechos. El cantanido de eta obraetéproteido por Ley, que esablece penas de prisinylomiltas ademés elas coreqonsientes inden Bizaciones por davos perjuicos, para quienes reprodujeren,slagaren,distibu- yereno comunicaren pubicament,entodooen pact una obalteraia,attica O cientfica, osu transformaacién icerpretacisno eecucionaristicafada en ‘cualquier ipo desoporteo comunicadas través de cualquier melo, sin recep © Robert J. MeMahon, 2008 © dela traduccién: Carmen Criado, 2009 © Alianza Editorial, S.A., Madrid, 2009 Calle Juan Ignacio Luce de Tena, 15; 28027 Madrid tléfono 91 393 88 88 ‘wwrwalianzaeditorialies ISBN: 978-64-206-4967-2 Depésito legal: M, $8.225-2008 Fotocomposicién e impresion: EFca, s. 4 Parque Industrial eLas Monjas» 28850 Torrején de Ardoz (Madrid) Printed in Spain ‘STQUIERERECIBIRINFORMACION PERIOD ICA SOBRELASNOVEDADESDE AALIANZA EDITORIAL, ENVIE UN CORREO ELECTRONIOO A LA DIRECCION: alianzaeditorial@anaya.es Prefacio a esta edicion Escribir una breve historia del conflicto que domino, y determiné en gran parte, los asuntos internacionales urante casi medio siglo ha resultado una tarea tan esti- mulante como abrumadora. Sobre la gran mayoria de los acontecimientos, crisis, tendencias y personalidades de los que trata este libro, necesariamente breve, existen monografias detalladas, muchas de ellas excelentes y la mayor parte considerablemente mas extensas que el presente volumen. Més atin, acerca de casi todos los as- pectos de la Guerra Fria se han desarrollado encendidos debates académicos, a menudo dsperos, que se han avi vado e intensificado en afios recientes debido a la publ cacién de documentacién anteriormente secreta, exis- tente en archivos de Estados Unidos, Rusia, Europa del Este y China entre otros lugares, y a las nuevas perspec- tivas que oftece el paso del tiempo. En consecuencia, este libro no pretende ~no podria hacerlo~ decir la dlti- ma palabra sobre la Guerra Fria ni representar nada pa- 7 8 A GUERRA Ria recido a una historia exhaustiva de ese complejo y poli- facético contlicto, En lugar de eso, mi propésito ha sido proporcionar tuna interpretacién global, tan accesible a los estudiantes como al lector en general. Este libro ofrece una descrip- cién general de la Guerra Fria, desde 1945 hasta el de- senlace del enfrentamiento entre Estados Unidos y la Union Soviética en 1990, y elucida acontecimientos, ten- dencias y temas partiendo de algunas de las investi- gaciones mas importantes sobre el conflicto publicacas recientemente. He procurado, sobre todo, poner al al- cance del lector una base esencial para la comprensién y la valoracién de uno de los acontecimientos seminales de la historia contemporénea. Inevitablemente he tenido que levar a cabo una difi- cil seleccién en cuanto a qué incluir y qué omitir de un enfrentamiento que abarcé cuarenta y cinco afios y afecté précticamente al mundo entero, La limitacién del espacio me ha obligado a omitir algunos episodios sig- nificativos y a tratar otros de Ja forma més breve posi- ble. Por otro lado, decidi prestar una menor atencién al aspecto militar del conflicto. Lo que sigue constituye, pues, como promete el titu- Jo, una «breve introduccién» a la Guerra Fria, escrita desde una perspectiva internacional y un punto de vista posterior a su desarrollo, Entre las cuestiones clave que aborda este texto figuran: sc6mo, cudndo y por qué co- menzé la Guerra Frias spor qué duré tanto tiempo; spor qué pasé desde sus origenes en la posguerra euro- pea a abarcar practicamente el mundo entero; spor qué acabé tan sibita ¢ inesperadamente?, y :qué impacto caus6? Hericio A ESTA (DIGION : Quiero dar las gracias a Robert Zieger, Lawrence Freed- man y Melvyn Leffler, que leyeron el manuscrito y me hicieron valiosas sugerencias para mejorarlo. Gracias también a Rebecca O'Connor por su aliento, sus conse- jos y su apoyo, y 2 todo el equipo editorial de Oxford University Press que convirtieron en un placer la tarea de escribir este libro. 1, La Segunda Guerra Mundial y la destruccién del viejo orden Cualquier explicacién del comienzo de la Guerra Fria debe tener como punto de partida la Segunda Guerra Mundial, en todos los aspectos el conflicto mis destructivo de la historia de la humanidad, causante de un nivel de muerte, devastacion, mise- ria y desorden sin precedentes. «La conflagracién de 1939-1945 fue tan doloro- sa, tan total, tan profunda, que provocé un vuelco total del mundo —observa el historiador Thomas G. Paterson~, no sélo de un mundo de trabajado- res, campesinos, comerciantes, financieros ¢ inte~ lectuales prosperos y productivos, no sélo de un mundo seguro de familias y comunidades unidas, no sélo de un mundo de guardias de asalto nazis y kamikazes japoneses, sino de todo eso y mas.» Al alterar también «el mundo de la politica estable, la sabiduria heredada, las tradiciones, las institucio- n 2 1s GUERRA FRA, Aa BREVEneTRODUCEION nes, las alianzas, las lealtades, el comercio y las cla- ses sociales», creé las condiciones que hicieron po- sible, si no inevitable, un gran enfrentamiento de poderes. Un mundo trastocado Aproximadamente 60 millones de personas per- dieron la vida como resultado directo de la gue- tra, dos tercios de ellas no combatientes. Los pai- ses perdedores del Eje, Alemania, Japon e Italia, sufrieron mas de 3 millones de bajas civiles; los vencedores, los aliados, soportaron pérdidas atin mayores: al menos 35 millones de bajas civiles. Asombrosamente, perecié entre el 10 y el 20% de la poblacién total de Ja Union Soviética, Polonia y Yugoslavia, y entre el 4 y el 6% de la poblacién total de Alemania, Italia, Austria, Hungrfa, Japon y China, Aunque el cémputo exacto del nimero de victimas provocado por esta devastadora confla- gracién mundial sigue desafiando los esfuerzos por alcanzar la precision estadistica, la magnitud de la pérdida en cuanto a vidas humanas contintia pareciéndonos hoy, dos generaciones después de la Segunda Guerra Mundial, tan inconmensurable como lo parecié en el perfodo de la inmediata pos- guerra. Al acabar la contienda gran parte del continente europeo se encontraba en ruinas. El primer minis- 1. i SEGUNDA GUERRA MUNDIAL Y LA DESTACCION DEL VIE} ORDEN 13 tro britanico Winston Churchill describié la Euro- pa de la posguerra, en su prosa particularmente grafica, como «un montén de escombros, un osa- rio, un criadero de pestilencia y de odio». Berlin era «un verdadero yermo -observé el corresponsal William Shirer-; Creo que en ningtin lugar se ha dado una destruccién a semejante escala». Lo cier- to es que muchas de las grandes ciudades de la Europa central y oriental sufrieron un nivel com. parable de devastacién: el 90% de los edificios de Colonia, Diisseldorf y Hamburgo y el 70% de los edificios del centro de Viena fueron destruidos por los bombardeos aliados. En Varsovia, segtin infor- mé John Hershey, los alemanes habfan destruido sistematicamente «calle tras calle, callején tras ca- Tejon y casa tras casa. No queda més que un reme~ do de arquitectura». E] embajador norteamericano Arthur Bliss Lane escribié en julio de 1945 al en- trar en la ciudad arrasada por la guerra: «El repug- nante olor dulz6n a carne humana quemada fue la sombria advertencia de que estébamos entrando en una ciudad de muertos». En Francia, una quin- ta parte de los edificios del pais habian sufrido dafios o habjan sido destruidos; en Grecia, una cuarta parte. Incluso Gran Bretafia, que nunca es- tuvo ocupada, suftié dafios importantes, debidos principalmente a los bombardeos nazis, y perdié aproximadamente la cuarta parte del total de su riqueza nacional en el curso del conflicto. Las pér- didas soviéticas fueron las més graves: 25 millones 4 LA GUERRA FRA. Una BREvE nerREDUCCIN de personas murieron, otros 25 millones quedaron sin hogar, 6 millones de edificios fueron destruidos y gran parte de Jas instalaciones industriales y de las tievras productivas del pais quedaron inutiliza- das. Unos 50 millones de supervivientes de toda Europa se vieron obligados a abandonar sus hoga- res, 16 millones de ellos descritos por los vence- dores con el eufemismo de «desplazados». En la posguerra asidtica las condiciones eran casi igual de sombrias. Practicamente todas las ciudades de Japén habian suftido los constantes bombar- deos norteamericanos y el 40% de sus zonas urba~ nas habjan sido completamente destruidas. Tokio, la ciudad més populosa de Japén, fue devastada por las bombas incendiarias aliadas, que destruyeron més de la mitad de sus edificios. Hiroshima y Naga- saki conocieron un destino ain més trégico cuan- do las dos explosiones atémicas que pusieron fin a la Guerra del Pacifico las arrasaron totalmente. Aproximadamente 9 millones de japoneses habfan quedado sin hogar cuando sus lideres finalmente capitularon. En China, campo de batalla durante mis de una década, las instalaciones industriales de Manchuria habfan sido destruidas, y las fértiles tierras del rio Amarillo se hallaban inundadas. Cuatro millones de indonesios habian muerto como consecuencia directa o indirecta del conflicto. Un miillén de indios sucumbieron debido a la ham- bruna de 1943 provocada por la guerra, y un mi- lon mas murié en Indochina dos afios mas tarde. ie 1a SEGUNDA GUERRA MUNDIAL ¥ LA DESTRUCCION DEL VllO ORDEN 15 Aunque gran parte del Sureste Asidtico se libré de los horrores que sufrieron Japon, China y varias islas del Pacifico, otros lugares, como Filipinas y Birmania, no tuvieron tanta suerte. Durante la iltima fase de la contienda, el 80% de los edificios de Manila fueron destruidos en una confrontacién, salvaje. Segiin el testimonio del lider birmano Ba Maw, un combate igualmente brutal habia tenido jugar en Birmania y habia «reducido a ruinas una gran parte del pais». La gran oleada de muerte y devastacién provo- cada por la guerra destruyé no slo gran parte de Buropa y de Asia, sino también el viejo orden inter- nacional. «La estructura y el orden que habiamos heredado del siglo xx habian desaparecido», ob- servo el secretario de Estado norteamericano Dean. Acheson. Efectivamente, el sistema internacional eurocéntrico que habia dominado el mundo du- rante quinientos aos se habia desintegrado préc- ticamente de la noche a la mafiana. Dos gigantes militares de proporciones continentales —que ya se calificaban de superpotencias- se habfan alzado en su lugar y trataban de forjar, por separado, un nuevo orden acorde con sus particulares necesi- dades y valores. Conforme la guerra se acercaba a su fase final, hasta el observador més despreocupado de la po- Itica mundial podia ver que Estados Unidos y la URSS tenian en sus manos las mejores bazas di- plomaticas, econémicas y militares. Slo acerca de 16 1A GUERRA FRA UNA BREVE ReTRODUCCION 4. LASEGUNDA GUERRA MUNDIAL ¥ LA DESTRUCCION DEL VINO ORDEN fa un objetivo basico estaban esencialmente de acuer- do aquellos adversarios convertidos en aliados: era imprescindible restaurar rapidamente una apa. riencia de autoridad y estabilidad, y no sdlo en las zonas directamente afectadas por la guerra sino en todo el sistema internacional. Como advirtié el subsecretario de Estado Joseph Grew, la tarea era tan urgente como abrumadora: «De la actual pe- nuria econémica y de la agitacién politica puede surgir la anarquia». Las raices inmediatas de la Guerra Fria, al menos en un sentido general y estructural, se hunden en la interseccién entre un mundo postrado por un conflicto global devastador y las recetas opuestas para la creacién de un orden internacional que ‘Washington y Moscit pretendfan imponer a un mundo moldeable destrozado por la guerra. Siem- pre que un orden internacional imperante y el equilibrio de poder que le acompaiia se derrum- ban, surge invariablemente algiin grado de conflic- to, especialmente cuando la caida se produce con tan pasmosa brusquedad. En este sentido, la ten- sidn, el recelo y la rivalidad que afectaron a las re- laciones entre Estados Unidos y la URSS después de la guerra no representaron ninguna sorpresa. Sin embargo, el grado y el alcance del enfrenta- miento, y especialmente su duracién, no pueden explicarse aludiendo exclusivamente a fuerzas es- tructurales. Después de todo, la historia nos ofrece numerosos ejemplos de grandes potencias que si- ‘MAR BALTICO Buropa central tras la Segunda Guerra Mundi (MAR DEL NORTE oun anerat ond (tos cambio tery gen ppeeca di a: ia AES ge a 3 aa io 18 1A GUERRA FRA UNA BREVE NTRODUCCION guieron la senda del compromiso y la colaboracién, y optaron por actuar de comtin acuerdo con el fin de instaurar un orden internacional aceptable ca- paz de satisfacer los intereses fundamentales de cada una de ellas. Los estudiosos han empleado la expresién «condominio de grandes potencias» para describir ese sistema, A pesar de las esperanzas de algunos altos cargos tanto estadounidenses como soviéticos, en este caso no sucederfa asi por moti- vos directamente relacionados con los origenes de la Guerra Fria. En resumen, lo que transformé unas tensiones inevitables en una confrontacién épica de cuatro décadas de duracién a la que da- mos el nombre de Guerra Fria fueron las aspira- ciones, necesidades, historias, instituciones guber- namentales ¢ ideologias divergentes de Estados Unidos y la Union Soviética. La visién norteamericana del orden de posguerra Estados Unidos superé el desastre de la Segunda Guerra Mundial con pérdidas relativamente mode- radas, Aunque unos 400.000 soldados norteameri canos murieron en la lucha contra las potencias del Eje, el 75% aproximadamente en el campo de batalla, conviene subrayar que esa cifra represent solamente el 1% del ntimero total de victimas mortales de la guerra y menos del 2% de la pérdi- 1, a SEGUNDA GUERRA MUNDIAL Y La DESTRUCCION DEL VEO ORDEN 8 da de vidas humanas suftida por la Unién Soviéti- ca, Para la mayoria de los ciudadanos estadouni- denses, a diferencia de lo que ocurrié en Europa, Oriente, Africa del Norte y otros lugares, la guerra no significé suftimiento y privaciones, sino pros- peridad e, incluso, abundancia. El producto inte- rior bruto del pafs se duplicé entre 1941 y 1945, ofreciendo las ventajas de una economia extrema- damente productiva y de pleno empleo a una ciu- dadanfa acostumbrada a las privaciones impuestas por una década de depresi6n. Los salarios subieron espectacularmente durante los afios que duré la contienda y los norteamericanos se encontraron disfrutando de la abundancia de unos bienes de consumo que ahora estaban a su alcance. «El pue- blo americano —observé el director de la Oficina de Movilizacién y Reconversién- se enfrenta al agradable dilema de tener que aprender a llevar una vida un cincuenta por ciento mejor de la que ha conocido hasta ahora.» En marzo de 1945, el nuevo presidente, Harry $. Truman, simplemente expresé lo evidente al co- mentar: «Hemos surgido de esta guerra como la nacién més poderosa del mundo, la nacién més poderosa, quiz4, de toda la historian. Y sin embargo, ni los beneficios econémicos que la guerra habia proporcionado a los norteamericanos, ni el poder militar, ni la capacidad productiva, ni el prestigio internacional creciente que habfa alcanzado la na- cién durante su lucha contra la agresién del Eje 20 1A GUERRA FRA. UNA BREVE TRCRUCCION podian atenuar Ja aterradora inseguridad que ca- racterizaba al mundo originado por la guerra. El ataque japonés a Pearl Harbor habia destruido de- finitivamente la ilusion de invulnerabilidad que los norteamericanos habian experimentado desde el fin de las guerras napoleonicas a comienzos del siglo xix. La obsesién por la seguridad nacional, que se convertiria en el principal motor de la politica ex- terior y de defensa a lo largo de toda la Guerra Fria, tuvo su origen en los acontecimientos que culminaron en el ataque del 7 de diciembre de 1941, y que acabé con el mito de la indestructibili- dad de la nacién. Los norteamericanos no volve- rian a experimentar un ataque a su pafs tan directo e inesperado hasta sesenta afios después, con los atentados terroristas de Washington y Nueva York. Los estrategas militares estadounidenses apren- dieron varias lecciones del audaz ataque japonés, cada una de las cuales tuvo profundas repercusio- nes con respecto al futuro. Se convencieron, en primer lugar, de que la tecnologfa, y en especial el poder de la aviacién, habia contraido el mundo de tal forma que la tan cacareada barrera de los dos ‘océanos ya no proporcionaba a Norteamérica sufi- ciente proteccién ante un ataque exterior. Una au- téntica seguridad exigia ahora una defensa que co- menzaba mucho mis allé de las costas del pais, es decir, utilizando la formula militar, «una defensa en profundidad», Ese concepto llevé a los respon- 1. IA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL Y LA DESTRUCCION DEL VINO ORDEN 2 sables de Defensa de los gobiernos de Roosevelt y de Truman a abogar por el establecimiento de una red global integrada de bases aéreas y navales con- troladas por Estados Unidos y por la negociacién de derechos generalizados de tréfico aéreo militar. Una y otros permitirian al pais ejercer mas facil- mente su poder en puntos potencialmente conflic- tivos y disuadir a posibles enemigos mucho antes de que consiguieran la capacidad de atacar territo- rio norteamericano. Una lista de emplazamientos «esenciales» compilada por el Departamento de Estado en 1946 da una idea aproximada de la am- plitud de sus exigencias con respecto a bases mili- tares estadounidenses. La lista inclufa, entre otros lugares, Birmania, Canad4, las islas Fiji, Nueva Ze- landa, Cuba, Groenlandia, Ecuador, Marruecos Francés, Senegal, Islandia, Liberia, Panamé, Pert y Jas Azores. En segundo lugar, y en un sentido general, los estrategas norteamericanos decidieron que nunca mas deberia volver a permitirse que el poder militar de la nacién Megara a atrofiarse. La fuerza militar de Estados Unidos, acordaron, debia ser un elemento esencial del nuevo orden mundial. Los gobiernos de Franklin D. Roosevelt y Harry 8. Truman insis- tieron, pues, en mantener unas fuerzas navales y aéreas superiores a las de cualquier otra nacién, ademas de una fuerte presencia militar en el Pacifi- co, el dominio del hemisferio occidental, un papel central en la ocupacién de los pafses enemigos de-

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