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La Constitución de 1980 establece una serie de normas y principios sobre derecho económico.
El OPE se puede definir como “el conjunto de principios y normas jurídicas que organizan la
economía de un país y facultan a la autoridad para regularla de acuerdo con los valores de la
sociedad nacional articulados en la Constitución” (Cea Egaña).
Arturo Fermandois lo ha definido como “el adecuado modo de relación de todos los diversos
elementos de naturaleza económica presentes en la sociedad, que permita a todos los agentes
económicos, en la mayor medida posible y en un marco subsidiario, el disfrute de sus garantías
constitucionales de naturaleza económica de forma tal de contribuir al bien común y a la plena
realización de la persona humana” (Derecho Constitucional Económico, p. 72).
En la parte orgánica, destacan las normas relativas al Banco Central, a la Ley de Presupuestos y
las atribuciones del Presidente de la República.
Los mecanismos de tutela más importantes de los derechos individuales en materia económica
son:
El recurso de protección (artículo 20)
el recurso de amparo económico (Ley N° 18.971 en relación con art. 19 N° 21
Constitución). También el recurso de inaplicabilidad (art. 93 N° 6 ),
la nulidad de derecho público (arts. 6 y 7);
la revisión de los actos administrativos y legislativos por el Tribunal Constitucional
(art. 93 ) y
la toma de razón por la Contraloría General de la República (art. 99).
Nº 20 La igual repartición de los tributos en proporción a las rentas o en la progresión o forma que fije la ley, y la igual
repartición de las demás cargas públicas.
En ningún caso la ley podrá establecer tributos manifiestamente desproporcionados o injustos.
Los tributos que se recauden, cualquiera que sea su naturaleza, ingresarán al patrimonio de la Nación y no podrán estar
afectos a un destino determinado.
Sin embargo, la ley podrá autorizar que determinados tributos puedan estar afectados a fines propios de la defensa
nacional. Asimismo, podrá autorizar que los que gravan actividades o bienes que tengan una clara identificación regional o
local puedan ser aplicados, dentro de los marcos que la misma ley señale, por las autoridades regionales o comunales para
el financiamiento de obras de desarrollo.
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APUNTE 01 DERECHO CONSTITUCIONAL II
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El Estado tiene que satisfacer, a través de los servicios públicos, una serie de necesidades, para lo
cual tiene que obtener bienes e ingresos. De estos últimos, los más importantes son los
impuestos.
En esta disposición se contienen las bases constitucionales del Derecho Tributario. Se refiere a los
“tributos”, locución que suele utilizarse como sinónimo de impuestos, sin serlo.
Entre unos y otros hay una relación de género a especie (el impuesto es una especie de tributo).
El tributo es “una prestación obligatoria, comúnmente en dinero, exigida por el Estado en virtud
de su poder de imperio, para financiar el cumplimiento de sus funciones y cometidos.” (Giuliani
Fonruoge, citado por Cea Egaña). Dentro de los tributos se distinguen, los impuestos, las tasas,
las contribuciones, los aranceles, las patentes, los derechos y los permisos.
Este derecho garantiza que exista igualdad en la repartición de los tributos. No significa que todas
las personas deben tributar lo mismo, sino que deben estar sujetas a los mismos parámetros que
determinan la carga tributaria.
Los tributos, cualquiera sea su naturaleza, sólo pueden ser establecidos, modificados, suprimidos,
condonados o reducidos en virtud de una ley material y formal. Lo mismo ocurre con el
establecimiento o modificación de exenciones y con la determinación de su forma,
proporcionalidad y progresión.
Lo anterior, por cuanto los tributos afectan el derecho de propiedad y la libertad económica al
implicar una restricción al dominio.
No cabe la retroactividad de las leyes impositivas porque ello vulneraría el derecho de propiedad.
(Se exige que el tributo esté preestablecido).
Las materias tributarias son de iniciativa exclusiva del Presidente de la República (Arts. 63 N° 14 y
65 inciso 2° N° 1)
Este principio deriva del artículo 19 N° 2, la igualdad ante la ley. En materia tributaria se traduce
en asegurar a todas las personas la igual repartición de los tributos en proporción a las rentas o
en la forma que fije la ley.
Frente a situaciones idénticas o semejantes se deben pagar tributos iguales. Sin embargo, esa
igualdad no es absoluta. La igualdad no implica que todos paguen lo mismo, sino que la
repartición de la carga tributaria guarde relación con la capacidad tributaria del contribuyente.
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La potestad tributaria tiene como límite el derecho de propiedad, no pudiendo la autoridad bajo
ninguna circunstancia, incurrir en actos confiscatorios. La confiscación es por esencia contraria al
derecho de propiedad, pues sustrae del patrimonio de una persona derechos materiales o
inmateriales sin causa lícita.
Los tributos no pueden ni deben tener un destino determinado o una finalidad específica, sino que
deben ingresar a las rentas generales del Estado para así satisfacer las necesidades comunes de
índole pública.
Cabe aclarar que aunque la Constitución emplea, en este inciso, la expresión “Nación”, se refiere
en realidad al Estado-Fisco, como única institución en cuyo favor se establecen y recaudan los
tributos.
• Puede haber destinación hecha por la ley para que determinados tributos sean aplicados a
fines propios de la Defensa Nacional.
EJ: El artículo 3° de la Ley N° 13.196, grava el producto de la venta del cobre por Codelco con
el 10% a favor del equipamiento de las tres ramas de las Fuerzas Armadas.
• Cuando se trata tributos que gravan actividades que tengan clara identificación regional o
local, los montos de ellos podrán ser aplicados por las autoridades regionales o locales para
financiar obras de desarrollo, siempre que se haga por ley.
Ej.: contribuciones de bienes raíces, patentes mineras.
21°. El derecho a desarrollar cualquiera actividad económica que no sea contraria a la moral, al orden público o a la
seguridad nacional, respetando las normas legales que la regulen.
El Estado y sus organismos podrán desarrollar actividades empresariales o participar en ellas sólo si una ley de quórum
calificado los autoriza. En tal caso, esas actividades estarán sometidas a la legislación común aplicable a los particulares,
sin perjuicio de las excepciones que por motivos justificados establezca la ley, la que deberá ser, asimismo, de quórum
calificado.
El inciso primero del N° 21 contempla la libre iniciativa económica, priorizando al sector privado
como agente empresarial. El inciso segundo, contempla el papel subsidiario del Estado en
materias económicas, pues éste también desarrolla actividades empresariales, aunque con
carácter supletorio y complementario.
El inciso segundo del N° 21, permite aplicar al Estado el principio de igualdad en relación con los
particulares cuando desarrolla actividades empresariales. Para que el Estado-Fisco o los
organismos del Estado puedan desarrollar actividades empresariales o participar en ellas, es
necesario que se cumplan los siguientes requisitos o exigencias constitucionales:
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• AUTORIZACIÓN específica contenida en LQC, esto es, que previamente se dicte una ley de
quórum calificado autorizando al Estado y a sus organismos para iniciar y desarrollar
actividades empresariales o participar en ellas.
La autorización debe ser específica, es decir, para desarrollar actividades concretas y definidas.
La referida autorización es una concreción del principio de subsidiariedad. El Estado debe actuar
en materia empresarial sólo cuando los particulares no puedan realizar dichas actividades, no
estén en condiciones de efectuarlas, o por su importancia, no es aconsejable que sean entregadas
al sector privado.
Para proteger la garantía constitucional del artículo 19 N° 21, la Constitución contempla el recurso
de inaplicabilidad (Art. 93 N° 6), mediante el cual pueden declararse inaplicables para casos
particulares preceptos legales contrarios a dichas disposiciones.
También puede hacerse uso del recurso o acción de protección y de la acción de nulidad de
derecho público.
Además de las anteriores, existe “la acción o recurso de “amparo económico”, contemplada en la
ley N° 18.971 (D. Of. del 10 de marzo de 1990), que tiene como finalidad denunciar las
contravenciones a los dos incisos del artículo 19 N° 21.
Art. único de la Ley N° 18.971: “Cualquier persona podrá denunciar las infracciones al artículo 19, número 21, de la
Constitución Política de la República de Chile.
El actor no necesitará tener interés actual en los hechos denunciados.
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La acción podrá intentarse dentro de seis meses contados desde que se hubiere producido la infracción, sin más
formalidad ni procedimiento que el establecido para el recurso de amparo, ante la Corte de Apelaciones respectiva, la que
conocerá de ella en primera instancia. Deducida la acción, el tribunal deberá investigar la infracción denunciada y dar
curso progresivo a los autos hasta el fallo respectivo.
Contra la sentencia definitiva, procederá el recurso de apelación, que deberá interponerse en el plazo de cinco días, para
ante la Corte Suprema y que, en caso de no serlo, deberá ser consultada. Este Tribunal conocerá del negocio en una de
sus Salas.
Si la sentencia estableciere fundadamente que la denuncia carece de toda base, el actor será responsable de los perjuicios
que hubiere causado”.
El recurso de amparo económico procede respecto de ambos incisos del artículo 19 N° 21,
esto es, no sólo por una vulneración a la limitante a la actividad empresarial del Estado, sino que
también por cualquier acto u omisión que constituya una infracción a la libertad económica de
carácter empresarial.
El bien jurídico protegido es el conjunto de derechos constitucionales previstos en los dos incisos
del artículo 19 N° 21. La acción de amparo económico busca garantizar la libertad para
desarrollar cualquiera actividad económica en relación con el sector privado y que se respete el
régimen empresarial, subsidiario y sin discriminaciones, trazado por la Constitución al Estado
como empresario.
Los aspectos procesales más significativos de la acción de amparo económico son los siguientes:
ES UNA ACCIÓN POPULAR. Puede ser deducida por cualquier persona, natural o
jurídica, capaz de comparecer en juicio, aunque no tenga un interés personal y
actual en la denuncia. (inciso 1°: “cualquier persona”).
Esta acción, al igual que la protección, no persigue responsabilidad civil ni penal del
autor, sino simplemente que SE PONGA FIN A HECHOS QUE VULNERAN LA
LIBERTAD ECONÓMICA. Sin embargo, si la sentencia estableciere fundadamente
que la denuncia carece de fundamento, el recurrente puede ser responsabilizado de
los daños y perjuicios causados por su interposición.
22°. La no discriminación arbitraria en el trato que deben dar el Estado y sus organismos en materia económica.
Sólo en virtud de una ley, y siempre que no signifique tal discriminación, se podrán autorizar determinados beneficios
directos o indirectos en favor de algún sector, actividad o zona geográfica, o establecer gravámenes especiales que
afecten a uno u otras. En el caso de las franquicias o beneficios indirectos, la estimación del costo de éstos deberá
incluirse anualmente en la Ley de Presupuestos;
Esta disposición se relaciona con el artículo 19 N° 2 (“ni la ley ni autoridad alguna podrán
establecer diferencias arbitrarias”), pues insiste en el mismo principio al prohibir la discriminación
en el trato económico. No se refiere a que todas las personas deban tener el mismo trato, sino
que éste debe estar determinado por pautas racionales y no por el capricho ni la arbitrariedad.
Discriminar significa establecer por ley una diferencia. La discriminación arbitraria es aquella
injusta, irracional, sin fundamento ni finalidad legítima, la que niega beneficios a quienes
legítimamente tienen derecho a ellos o que impone gravámenes a quienes no merecen
soportarlos.
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determinados tributos, por lo que la estimación de la cantidad de recursos no disponibles debe
indicarse en la referida norma legal.
LA LIBERTAD PARA ADQUIRIR EL DOMINIO DE TODA CLASE DE BIENES 19 Nº 23
23°. La libertad para adquirir el dominio de toda clase de bienes, excepto aquellos que la naturaleza ha hecho comunes a
todos los hombres o que deban pertenecer a la Nación toda y la ley lo declare así. Lo anterior es sin perjuicio de lo
prescrito en otros preceptos de esta Constitución.
Una ley de quórum calificado y cuando así lo exija el interés nacional puede establecer limitaciones o requisitos para la
adquisición del dominio de algunos bienes;
Esta disposición reconoce constitucionalmente a las personas la libertad para adquirir derechos y
obligaciones, dentro de los límites establecidos por el ordenamiento jurídico. (“derecho a la
propiedad”).
Esta disposición se relaciona con la siguiente, que consagra el derecho de propiedad, que ampara
ésta después que ha operado un modo de adquirir el dominio, cuando ya se ha incorporado al
patrimonio de su titular (derecho de propiedad).
La Constitución asegura este derecho a todas las personas, tanto naturales como jurídicas. Por lo
mismo, la libre apropiabilidad de bienes se encuentra abierta a cualquier sujeto, sin excepción, en
la medida que se le aplique el ordenamiento jurídico chileno.
La libertad se refiere al dominio de toda clase de bienes, de manera que, en principio, no hay
ningún bien excluido. La Carta Fundamental admite tres excepciones a esa regla general, esto es,
ciertos bienes que por sus características no pueden adquirirse:
o Las cosas comunes: Aunque la Constitución se refiere a los bienes, lo correcto es aludir a “las
cosas” que la naturaleza ha hecho comunes a todos los hombres (como el aire, la alta mar);
(Art. 585 del C.C.)
o Los bienes que pertenecen a toda la Nación (las plazas, las calles, los puentes). Se requiere
que una ley lo declare así. Se trata de los bienes que, por sus características, únicas e
intrínsecas, deben pertenecer a todos los habitantes de Chile, es decir, entregarse al uso y
goce común de su población.
De acuerdo con el artículo 585 del Código Civil, existen los bienes públicos, los cuales pertenecen
a la Nación toda. Los bienes fiscales también son públicos, pero su uso y goce no aprovecha a
todos, sino sólo a algunos, a los organismos que forman parte del Estado-Fisco y a losa
funcionarios que sirven en ellos.
Los bienes públicos permiten aplicar técnicas jurídicas en virtud de las cuales la autoridad estatal
otorga un uso y goce preferente, pero no exclusivo, a determinados sujetos, a través, por
ejemplo, de las concesiones y permisos sobre bienes nacionales (para instalar kioscos, para
aprovechar playas, etc.)
o Las excepciones contempladas por la propia Constitución: Arts. 19 N° 12, inciso 5° (canales de
televisión); 19 N° 24 inciso 6° (minas) 19 N° 24 inciso final (las aguas) y 92 (armas).
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Además, (inciso 2°) se pueden establecer limitaciones y restricciones para la adquisición del
dominio de algunos bienes. Ello debe hacerse mediante una ley de quórum calificado. (Ej.:
inmuebles situados en zonas fronterizas)
24°. El derecho de propiedad en sus diversas especies sobre toda clase de bienes corporales o incorporales.
Sólo la ley puede establecer el modo de adquirir la propiedad, de usar, gozar y disponer de ella y las limitaciones y
obligaciones que deriven de su función social. Esta comprende cuanto exijan los intereses generales de la Nación, la
seguridad nacional, la utilidad y la salubridad públicas y la conservación del patrimonio ambiental.
Nadie puede, en caso alguno, ser privado de su propiedad, del bien sobre que recae o de algunos de los atributos o
facultades esenciales del dominio, sino en virtud de ley general o especial que autorice la expropiación por causa de
utilidad pública o de interés nacional, calificada por el legislador. El expropiado podrá reclamar de la legalidad del acto
expropiatorio ante los tribunales ordinarios y tendrá siempre derecho a indemnización por el daño patrimonial
efectivamente causado, la que se fijará de común acuerdo o en sentencia dictada conforme a derecho por dichos
tribunales.
A falta de acuerdo, la indemnización deberá ser pagada en dinero efectivo al contado.
La toma de posesión material del bien expropiado tendrá lugar previo pago del total de la indemnización, la que, a falta de
acuerdo, será determinada provisionalmente por peritos en la forma que señale la ley. En caso de reclamo acerca de la
procedencia de la expropiación, el juez podrá, con el mérito de los antecedentes que se invoquen, decretar la suspensión
de la toma de posesión.
El Estado tiene el dominio absoluto, exclusivo, inalienable e imprescriptible de todas las minas, comprendiéndose en éstas
las covaderas, las arenas metalíferas, los salares, los depósitos de carbón e hidrocarburos y las demás sustancias fósiles,
con excepción de las arcillas superficiales, no obstante la propiedad de las personas naturales o jurídicas sobre los
terrenos en cuyas entrañas estuvieren situadas. Los predios superficiales estarán sujetos a las obligaciones y limitaciones
que la ley señale para facilitar la exploración, la explotación y el beneficio de dichas minas.
Corresponde a la ley determinar qué sustancias de aquellas a que se refiere el inciso precedente, exceptuados los
hidrocarburos líquidos o gaseosos, pueden ser objeto de concesiones de exploración o de explotación. Dichas concesiones
se constituirán siempre por resolución judicial y tendrán la duración, conferirán los derechos e impondrán las obligaciones
que la ley exprese, la que tendrá el carácter de orgánica constitucional. La concesión minera obliga al dueño a desarrollar
la actividad necesaria para satisfacer el interés público que justifica su otorgamiento. Su régimen de amparo será
establecido por dicha ley, tenderá directa o indirectamente a obtener el cumplimiento de esa obligación y contemplará
causales de caducidad para el caso de incumplimiento o de simple extinción del dominio sobre la concesión. En todo caso,
dichas causales y sus efectos deben estar establecidos al momento de otorgarse la concesión.
Será de competencia exclusiva de los tribunales ordinarios de justicia declarar la extinción de tales concesiones. Las
controversias que se produzcan respecto de la caducidad o extinción del dominio sobre la concesión serán resueltas por
ellos; y en caso de caducidad, el afectado podrá requerir de la justicia la declaración de subsistencia de su derecho.
El dominio del titular sobre su concesión minera está protegido por la garantía constitucional de que trata este número.
La exploración, la explotación o el beneficio de los yacimientos que contengan sustancias no susceptibles de concesión,
podrán ejecutarse directamente por el Estado o por sus empresas, o por medio de concesiones administrativas o de
contratos especiales de operación, con los requisitos y bajo las condiciones que el Presidente de la República fije, para
cada caso, por decreto supremo. Esta norma se aplicará también a los yacimientos de cualquier especie existentes en las
aguas marítimas sometidas a la jurisdicción nacional y a los situados, en todo o en parte, en zonas que, conforme a la ley,
se determinen como de importancia para la seguridad nacional. El Presidente de la República podrá poner término, en
cualquier tiempo, sin expresión de causa y con la indemnización que corresponda, a las concesiones administrativas o a
los contratos de operación relativos a explotaciones ubicadas en zonas declaradas de importancia para la seguridad
nacional.
Los derechos de los particulares sobre las aguas, reconocidos o constituidos en conformidad a la ley, otorgarán a sus
titulares la propiedad sobre ellos;
Los cinco primeros incisos de esta extensa disposición configuran el estatuto constitucional
general de la propiedad, esto es, a disposiciones y principios comunes, aplicables al dominio de
cualquier clase de bienes. De esta manera, el régimen jurídico de la propiedad contemplado en el
Código Civil, en el Código de Minería, en el Código de Aguas y en muchas otras leyes especiales,
tiene que ser entendido, interpretado y aplicado con sujeción a lo preceptuado en aquellos incisos.
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La propiedad es concebida como el derecho que otorga a su titular amplios poderes sobre una
cosa. La Constitución no define en qué consiste el derecho de propiedad, que está contemplado en
los artículos 582 y 583 del Código Civil.
Esta disposición se relaciona con la siguiente, que consagra el derecho de propiedad, que ampara
ésta cuando ya ha operado un modo de adquirir el dominio, cuando ya se ha incorporado al
patrimonio de su titular (derecho de propiedad).
La Constitución asegura el dominio en sus diversas especies, ya sea propiedad privada, estatal,
individual, comunitaria, etc.; con todos los atributos del dominio o sólo con algunos de ellos.
El inciso segundo alude a tres importantes materias, la reserva legal; el ámbito de la regulación
legal y la función social de la propiedad.
También alude a las facultades esenciales del dominio: usar, gozar y disponer de la propiedad, a
las que se agrega la de administrar, facultades cuyo ejercicio es regulado por la ley y que, junto
con los atributos del dominio, conforman el núcleo esencial del derecho. (Art. 19 N° 26). Los
atributos son: perpetuo, exclusivo y absoluto.
La reserva legal implica que sólo por ley (“Sólo la ley…”) se puede regular todo cuanto dice
relación con la propiedad, excluyendo a otra norma de inferior jerarquía de tal posibilidad. (idem.
el resto de los derechos). También a la ley le corresponde regular el ejercicio de las facultades
esenciales del dominio, esto es el modo de usar, disfrutar y disponer de la propiedad.
Por otro lado, sólo el legislador en su calidad de ponderador de las necesidades públicas puede
imponer limitaciones al dominio así como obligaciones justificadas en su función social.
La función social de la propiedad está consagrada en el inciso 2° y permite que ésta pueda ser
ejercida por su dueño con el fin que le es propio y en armonía con los intereses colectivos,
permite, entonces, conciliar los intereses del titular del derecho con los de la sociedad.
EXPROPIACIÓN
La privación de uno o más atributos y de las cuatro facultades esenciales del dominio sólo puede
ser efectuada, válida o legítimamente, mediante apropiación ajustada a la Constitución o a la ley.
Se puede despojar o privar del dominio únicamente en virtud de la ley, sea general o especial, que
autorice la expropiación por una o las dos causales siguientes: por causa de utilidad pública o por
motivo de interés nacional.
La expropiación “es un acto de la autoridad administrativa, fundado en una ley que lo autoriza, en
virtud del cual priva del dominio, del bien sobre el cual recae ese derecho o de alguno de sus
atributos o facultades esenciales, por causa de utilidad pública o de interés nacional, con sujeción
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a un procedimiento legalmente determinado y pagando al expropiado la indemnización justa”.
(Cea Egaña, p. 544).
La Constitución reconoce el derecho a ser compensado por el perjuicio provocado por la
expropiación, además de la exigencia de que se verifique en un procedimiento a través del cual
opera la transferencia del bien al dominio del Estado.
De esta manera se evita provocar un perjuicio absoluto a la persona que es dueña de un bien
cuyo uso es requerido por la comunidad, es decir, de un bien que establece una necesidad pública.
El inciso 6° caracteriza la naturaleza del dominio sobre las minas. Se trata de un dominio cuyo
titular es el Estado y que se extiende a todas las minas. Este dominio es regalista, radical,
eminente y patrimonialista.
Es regalista, porque la propiedad de las minas tiene como titular al Estado-Fisco, sucesor del rey
en la época de la monarquía española, cuando se originó el vocablo.
Es radical, porque el Estado es el dueño, pero no ejerce los atributos y facultades de su propiedad,
porque entrega las minas a los particulares para que las exploren, exploten y beneficien mediante
concesiones. El Estado mantiene la facultad de exigir un pago por las concesiones, fiscalizar el
cumplimiento de lo estipulado y demandar la condición resolutoria si el concesionario no cumple
las obligaciones estipuladas en el respectivo contrato administrativo de concesión.
Corresponde a una concepción patrimonialista del Estado, en cuanto éste es el dueño de las
minas, las que integran su patrimonio o haber.
El inciso 6° alude a la amplitud del dominio minero. (Art. 591 del C. Civil)
Art. 591. El Estado es dueño de todas las minas de oro, plata, cobre, azogue, estaño, piedras preciosas, y demás
substancias fósiles, no obstante el dominio de las corporaciones o de los particulares sobre la superficie de la tierra en
cuyas entrañas estuvieren situadas.
Pero se concede a los particulares la facultad de catar y cavar en tierras de cualquier dominio para buscar las minas a que
se refiere el precedente inciso, la de labrar y beneficiar dichas minas, y la de disponer de ellas como dueños, con los
requisitos y bajo las reglas que prescribe el Código de Minería.
El inciso 7°, se refiere a las concesiones, que recaen sobre los materiales susceptibles de ser
concedidos.
El artículo 2° del Código de Minería define la concesión minera como un derecho real e inmueble,
oponible al Estado y a cualquier persona, transferible y transmisible. La concesión puede ser de
exploración o de explotación o pertenencia.
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Las concesiones mineras se constituyen siempre por resolución judicial, sin intervención alguna de
otra autoridad o persona.
El inciso final del artículo 19 N° 24 se refiere especialmente al dominio sobre las aguas, y con
mayor propiedad, al dominio que se tiene sobre ciertos o determinados derechos legalmente
constituidos en relación a ellas.
Esta materia está especialmente regulada por el Código de Aguas, cuerpo normativo que, en el
artículo 5°, establece que las aguas son bienes nacionales de uso público, otorgándose a los
particulares el derecho de aprovechamiento sobre ellas.
25°. La libertad de crear y difundir las artes, así como el derecho del autor sobre sus creaciones intelectuales y artísticas
de cualquier especie, por el tiempo que señale la ley y que no será inferior al de la vida del titular.
El derecho de autor comprende la propiedad de las obras y otros derechos, como la paternidad, la edición y la integridad
de la obra, todo ello en conformidad a la ley.
Se garantiza, también, la propiedad industrial sobre las patentes de invención, marcas comerciales, modelos, procesos
tecnológicos u otras creaciones análogas, por el tiempo que establezca la ley.
Será aplicable a la propiedad de las creaciones intelectuales y artísticas y a la propiedad industrial lo prescrito en los
incisos segundo, tercero, cuarto y quinto del número anterior”.
En el inciso primero se contempla la libertad de creación artística o “libertad de crear y difundir las
artes”, agregada por la ley N° 19.742, de 2001.
o LA LIBERTAD DE CREAR Y DIFUNDIR LAS ARTES (art. 19 N° 25, inciso 1°, primera parte):
Incorporada en la reforma constitucional del año 2001, corresponde a una especificación de la
libertad de expresión, contenida en el artículo 19 N° 12 de la Constitución.
Su incorporación se hizo en el entendido que no bastaba con asegurar el derecho del autor sobre
sus creaciones intelectuales y artísticas, sino que se requería, además, consagrar la libre creación,
que es un paso previo.
o LA PROPIEDAD ARTÍSTICA:
Ampara la expresión de las artes, pintura, escultura, música y su difusión por cualquier medio y
en cualquier forma.
o LA PROPIEDAD INTELECTUAL:
Dentro de ella caben los libros, las obras musicales y teatrales, los libretos, artículos, adaptaciones
radiales o televisivas, monografías, pinturas, ilustraciones, interpretaciones o ejecuciones
artísticas, etc. (Art. 3° de la Ley de Propiedad Intelectual, N° 17.336.
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El derecho de autor comprende la propiedad de la obra, la paternidad, edición e integridad de la
obra.
La paternidad es el derecho a que una obra pueda ser asociada al nombre o seudónimo de su
autor (Art. 14 N°1).
La edición se refiere a facultad del autor de publicar, mantener inédita o no publicar su obra, o de
publicarla en parte o fragmentariamente. Por lo mismo, el autor puede oponerse a cualquier
difusión, emisión, publicación o transmisión de la obra sin su consentimiento previo y expreso.
o LA PROPIEDAD INDUSTRIAL:
Actualmente se encuentra regulada por la ley N° 19.039, publicada en el Diario Oficial de 25 de
enero de 1991 y el Reglamento, contenido en el D.S. N° 177, del Ministerio de Economía (D.
Oficial de 30 de septiembre de 1991).
La Carta Fundamental garantiza la propiedad industrial sobre cinco privilegios industriales: las
patentes de invención, las marcas comerciales, los modelos, los procesos tecnológicos y otras
creaciones análogas por el tiempo que determine la ley.
Se entiende por invención, toda solución a un problema de la técnica que origina un quehacer
industrial (Art. 31 inciso 1°). Patente, por su parte, es el derecho exclusivo que concede el Estado
para la protección de una invención (art. 31, inciso 2°).
Las marcas comerciales, son todo signo visible, novedoso y característico que sirva para distinguir
productos, servicios o establecimientos industriales o comerciales. (art. 19).
Los modelos industriales aluden a los modelos de utilidad, como los instrumentos y herramientas
que aportan un beneficio a la función a que son destinados. También comprende a los diseños
industriales, esto es, toda forma tridimesional, asociada o no colores, y cualquier artículo,
industrial o artesanal, que sirva de patrón para fabricar otras unidades y que se distinga de sus
similares, como por ejemplo los envases.
Bibliografía:
- José Luis Cea Egaña, Derecho Constitucional Chileno, tomo II, Derechos, deberes y garantías,
Ediciones Universidad Católica de Chile.