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c. MARX EL DIECIOCHO BRUMARIO DE LUIS BONAPARTE PROLOGO DEL AUTOR A LA SEGUNDA EDICION Mi malogrado amigo José Weydemeyer*, proponfase editar en Nueva York, a partir del 1 de enero de 1952, un semanario politico. Me invit6 a mandarle para dicho semanario Ja historia del «coup d’état». Le escribi, pues, un articulo cada semana, has- ta mediados de febrero, bajo el titulo de El dieciocho Bru- mario de Luis Bonaparte, Entre tanto, el plan primitivo de Weydemeyer habia fracasado. En cambio, public6 en la prima- vera de 1852 una revista mensual titulada Die Revolution, cuyo primer cuaderno esta formado por mi Dieciocho Brumario. Algu- nos cientos de ejemplares de este cuaderno salieron camino de Alemania, pero sin llegar a entrar en el comercio de libros pro- piamente dicho. Un librero alemdn, que se las daba de tremen- damente radical a quien le propuse encargarse de la venta, re- chaz6 con verdadera indignacién moral tan «inoportuna pre- tensiém. Como se ve por estos datos, la presente obra naci6 bajo el impulso inmediato de los acontecimientos y sus materiales. hist6- ricos no pasan del mes de febrero de 1852. La actual reedicién se debe; en parte, a la demanda de la obra en el mercado librero, y, en parte, a instancias de mis amigos de Alemania. Entre las obras que trataban en la misma época del mismo tema, sdlo dos son dignas de mencién: Napoléon le Petit, de Vic- tor Hugo y Coup d’Etat, de Proudhon. Victor Hugo se limita a una amarga e ingenipsa invectiva contra el editor responsable del golpe de Estado.fEn cuanto al acontecimiento mismo, parece, en su obra, un rayo que cayese * Comandante militar del distrito de Saint Louis durante la guerra ci- vil en Norteamérica. (Nota de Marx.) EL DIECIOCHO BRUMARIO DE LUIS BONAPARTE 247 de un cielo sereno. No ve en é] m4s que un acto de fuerza de un solo individuo. No advierte que io que hace es engrandecer a este individuo en vez de empequefiecerlo, al atribuirle un poder personal de iniciativa que no tenia paralelo en la historia universal Por su parte, Proudhon intenta presentar el golpe de Estado como resultado de un desarrollo histérico anterior. Pero, entre Jas manos, la construccién histérica del golpe de Estado se le convierte én una apologia histérica del héroe del golpe de Estado. Cae con ello en el defecto de nuestros preten- didos historiadores objetivos. Yo, por el contrario, demuestro como Ia lucha de clases cre6 en Franciatas-circunstancias y las condiciones que permitieron a un personaje mediocre y grotesco representar el papel de héroe. Una reelaboracién de Ta presente obra la habria privado de su matiz peculiar. Por eso, me he limitado simplemente a corre- gir las erratas de imprenta y a tachar Jas alusiones que hoy ya no se entenderian. La frase final de mi obra: «Pero ‘si por Ultimo el manto im- perial cae sobre los hombros de Luis Bonaparte, la estatua de Bronce de Napole6n se vendré a tierra desde lo alto de la Co- lumna de Vend6éme», es ya una realidad. El coronel Charras abrié el fuego contra el culto napoleénico en su obra sobre la campafia de 1815. Desde entonces, y sobre todo en estos lltimos afios, la literatura francesa, con las armas de la investigacién hist6rica, de la critica, de la satira y del sainete, ha dado el golpe de gracia a Ja leyenda napoleénica. Fuera de Francia, se ha apreciado poco y se ha comprendido atin menos esta violenta ruptura con la fe tradicional del pueblo, esta formidable revolucién espiritual, Finalmente, confio en que mi obra contribuira a eliminar ese tOpico del Hamado cesarismo, tan corriente, sobre todo actual- mente, en Alemania En ésta superficial analogia hist6rica se olvida lo principal_en Ta untigua-Romm, latucha-de- clases” sélo ventilaba entre una minoria privilegiada, entte Tos Tres rics Ji i asa_productiva dé la ‘poblacion, los esclavas, farmaban un pedestal puramente pasivo ara aquellos luchadores. Se olvida la importante sentencia de Garon St proetatado-romano vivia a costa de la sociedad, mientras que la moderna sociedad vive a costa del proletariado. La diferencia de las condiciones materiales, econdémicas, de la Niche-de clases antigua 7 moderna es tan radical, que Sus Crid= 248 Cc. MARK turas politicas respectivas no pueden tener m&s semejanza las unas con las otras que el arzobispo de Canterbury y el pontifice Samuel. Carlos Marx Londres, 23 de junio de 1869. Escrito por C. Marx para la segunda edicién Se publica de acuerdo con el texto de El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, de la segunda edicién. publicada en Hamburgo en 1869. Traducido del aleman. PROLOGO DE F. ENGELS A LA TERCERA EDICION ALEMANA El que se haya hecho necesaria una nueva edicién del Die- ciocho Brumario, treinta y tres afios después de publicada la primera, demuestra que esta pequefia obra no ha perdido nada de su valor. Y fue, en realidad, un trabajo genial. Inmediatamente des- pués del acontecimiento que sorprendié a todo el mundo politico como un rayo caido de un cielo sereno, condenado por unos con gritos de indignacién moral y aceptado por otros como tabla salvadora contra la revolucién y como castigo por sus extravios, pero contemplado por todos con asombro y por nadie compren- dido, inmediatamente después de este acontecimiento, {se alz6 Marx con una exposicién breve, epigramatica, en que sé expli- caba en su concatenacién interna toda Ja marcha de 1a historia de Francia desde las jornadas de Febrero, se reducia el milagro del 2 de diciembre 1a un resultado natural y necesario de esta concatenaci6n, y no se necesitaba siquiera tratar al héroe del golpe de Estado mas que con el desprecio que se tenia tan bien merecido Y tan de mano maestra estaba trazado e] cuadro, que cada nueva revelacién hecha publica desde entonces no ha hecho mas que suministrar nuevas pruebas de lo fielmente que estaba reflejada alli la realidad. Esta manera eminente de comprender la historia viva del momento, esta penetracién profunda en los acontecimientos al mismo tiempo que se producen, es, en reali- dad, algo que no tiene igual. Mas para ello habia que poseer también el conocimiento tan exacto que Marx posefa de la historia de Francia. Francia es el pafs en el que las luchas histéricas de clase se han llevado siempre a su término decisivo mds que en ningtin otro sitio y donde, por tanto, las formas polfiticas sucesivas dentro de las gebe bwismo.

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