You are on page 1of 2

CORTAZAR CAMINANDO POR BUENOS AIRES

Mi homenaje en silencio

Aquella tarde ya calurosa a fines de noviembre de 1983, o era principios de diciembre?


yo venía caminando por Paraguay para tomar un café en el Florida Garden. De pronto, en
la esquina de Maipú vi a un hombre con barba que caminaba con un saco liviano,
arrugado en su hombro derecho y colgando de un dedo. Era alto, muy alto, y caminaba
mirando la calle, algo desgarbado, sin mostrar un propósito de llegar a algún lado.
Parecía pasear simplemente por el centro de la Ciudad como un turista más.
Me estremecí, era Julio Cortazar. Yo ni sabía que había llegado a Buenos Aires. Lo hacía
en París, escribiendo cuentos en las tardes lluviosas, frías y grises, y sin embargo, estaba
caminando Buenos Aires una tarde calurosa y húmeda del casi verano porteño. Me
paralicé. De pronto, mi rutina del café en el Florida... no tenía ninguna importancia. Sin
saber muy bien porqué, doblé por Maipú y lo seguí. El caminaba mirando todo,
aparentemente sin que nadie notara quién era. Yo lo seguía por la otra vereda mirándolo
sólo a él. No sabía porqué. Tal vez no creía tener el coraje de acercarme, ni de hablarle, ni
de decirle tantas tantas cosas que me invadían desordenadamente la mente.

Simplemente lo seguí. De Paraguay a Córdoba, de Córdoba a Viamonte, y así. Pensaba; y


si lo alcanzo y le digo cuánto, cuánto lo admiro? Y si le digo que lo primero que ví
cuando entré en la casa de un viejo amor, fue su retrato magnificamente logrado por Sara
Facio, con aquel emblemático cigarrillo colgando de sus labios? Cualquier cosa que se
me ocurría decirle me parecía cursi, trillada, poca cosa. Entonces, lo seguía sin un
propósito. En ese momento no podía ni siquiera aceptar la loca idea de que menos de tres
meses después, el 12 de Febrero de 1984, Julio Cortazar moría de tristeza a la que los
médicos le pusieron el nombre de leucemia. Tristeza porque nunca se recuperó de la
muerte de su última mujer que sin dudas amó porque fue la mujer con la que más se
divirtió a su modo, como creo que lo prueba ese extraño libro de sus últimos tiempos que
es el resultado de ese viaje con etapas diarias a orillas de la autopista del sur.

Esa tarde no sabía ni pensaba en esas cosas. Sólo le seguía como una suerte de homenaje
al genio, al tipo, al muchacho, al maestro egresado del Mariano Acosta, que me, nos,
había regalado la vida con tantas maravillas literarias, que no son para mí, piezas u obras
de arte, son alegrías, son emociones, son extasis estéticos de perfección y finura de amor
e imaginación. Caminé varias cuadras detrás de él, mirando si la gente lo reconocía y sí,
algunos lo miraban y se quedaban mirándolo sorprendidos o embobados como yo,
cholulo móvil, cholulo peripatético, cholulo seguidor como perro e’sulky.

En algún momento, al llegar a Corrientes, me quedé parado y no seguí, lo vi alejarse,


sabiendo que siempre me reprocharía no haberlo abordado, no haberle dicho, aunque
fuera torpemente, que aún “salvando las diferencias”, como suele decirse, nos
pertenecíamos. Yo sin duda era su admirador y lector incondicional. El, sin dudas, era mi
autor preferido y querido y repetido. Volví tranquilo, contento, pensando en las distancias
y como se acortan de pronto una tarde cualquiera de Buenos Aires, con calor, con gente
sumergida en la rutina de la semana y Cortazar, Julio, caminando en la calle Maipú, como
un turista, o como un hijo pródigo traído por la nostalgia, o por las ilusiones democráticas
de 1983, ilusiones que no pudo expresar porque no fue recibido por el Presidente de aquel
momento o porque íntimamente sabía que en pocos, muy pocos meses más, emprendería
el último viaje, sin regreso.

Después de tan solo media hora, empecé a extrañar su andar cansino de hombre alto, sin
apuro, mirando todo en la calle Maipú.

Ahora está en Montparnasse y se están por cumplir veinte y cinco años de su muerte. Y
todavía me emociono leyendo la Carta al Bebé Rocamadour o me río con la familia de la
calle Humbolt y sus historias de Cronopios y de Famas.

José María.-

You might also like