You are on page 1of 1

Primo Levy.... Lo queramos o no, somos testigos y llevamos el peso de nuestro testimonio.

Palabras del eplogo de la entrevista que Ferdinando Camon le realiz a Primo Levi, poco tiempo antes de su desaparicin, Tena el cabello y la barba blancos, la barba ms blanca que el cabello. Tena una mirada un poco irnica y una sonrisa pcara. Una inteligencia muy ordenada, con recuerdos precisos, detallados. En un momento de la entrevista, tom en sus manos el papel en el cual yo haba escrito mis preguntas, y en el reverso dibuj un plano de Auschwitz: con el Lager central, los campos anexos y los respectivos nombres de algunos prisioneros. Hablaba en voz baja, sin quiebres: es decir, sin rencor. Muchas veces me pregunt respecto de la razn de esta moderacin, de esta suavidad. La nica respuesta que me sigue conformando es la siguiente: Levi no gritaba, no insultaba, no acusaba, porque no quera gritar; quera mucho ms que eso: quera hacer gritar. Renunciaba a su propia reaccin, para dar lugar a la reaccin de todos nosotros. Su razonamiento era de largo aliento. Su moderacin, su suavidad, su sonrisa, que tena algo de tmido, casi infantil, eran en realidad sus armas.

You might also like