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JOSE ENRIQUE RODO FU Ate MOTIVOS DE PROTEO PROLOGO A ARIEL I La cosruMpRE presente de considerar Ariel como meta, libre y personal proposicién de ideas —esto es, como “ensayo” — soslaya muy probablemente su inscripcién en otra categoria literaria mds acufiada ¥ precisa, Se trata de un género hoy casi perimido pero que, en telativo auge hace tres cuartos de siglo, presentaba caracteres definidos y se regulaba por normas cuya identificacién mucho ilumina el mensaje que ta juvencud iatinoamericana habia de recibir desde principios del afio 1900. Ferdinand Brunetiéze, en su imaginativa tesis de 1889 sobre la “evoly- cién de los géneros”, vio 1a oratoria sagrada del “Grand Siécle” convirtiéndose en la “prosa sensible” de Rousseau y ésta en la efusién lirica de Hugo, Lamartine y Vigny. Pero las vias por las que transcurren Jas sustancias Literarias son tal vez mas intrincadas que esta continuidad lineal y, en verdad, fa elocuencia de pilpito, el empuje critico demoledor de los “ilus- trados” y el subjetivismo poética y politica del sofiador ginebrino y de su descendencia confluyeron para generar en la segunda mitad del ochocientos ana constelaci6n literario-ideolégica de prolongada visibilidad, Aunque estrictamente hablando vinieran de més larga data, fue a esa alcura de los tiempos que adquirieron un ouevo significado muchas oraciones rectorales de colacién de grados y otras piezas de elocuencia académica que las diversas circunstancias de! trimite universicario suelen reclamar, Este significado -—que seguirian conservando hasta nuestros dias en ciertas Areas culturales— fue el de constituir una especie de “discutsos del trono” de un siempre pretendiente “poder cultural", una suerte de presencia expansiva ¥ aun imperativa del sistema educativo superior en la sociedad, Y si bien apuataran ptimordialmente a las tendencias, los logros y los peligros que 1x en el ambiente académico fueran dables de advertir, era también habitual que esos mensajes no se inhibieran de extralimitarse a ser coherentes pare- ceres sobre e] rumbo societal, o sobre los deberes mds acuciantes de la “intelligentsia” nacional o, muy especialmente, sobre el estado de animo juvenil, Es de creer que algunos de los textos mds memorables de ese ejercicio hayan estado al alcance del joven despierto a todas Jas suscitaciones de Europa y de su entorno rioplarense que el Rodé de los veinte afios era; es de creer, asimismo, que pudieran haber dejado en él una muy ahincada y callada semilla de emulacién. Y si en su propio espacio americano se rastrea, es seguro que conociera la pieza muy forma! con que Andrés Bello inicié en 1843 su tarea tectoral en fa universidad chilena; es algo menos seguro, pero muy posible, que el famoso “speech” que su admirado Emerson pronunciata en 1837 sobre The American Scholar y sus deberes sociales hubiera estado por entonces a su disposicién, Con todo, mucho mas cercana e indisputablemente se conscriben entre las fuentes de Ariel Jos discursos rectorales de Lucio Vicente Lépez en Ja universidad portefia de los afios noventa: como se ha demostrado alguna vez, son més que casuales Jos contactos doctrinales, tematicos y hasta verbales entre esos textos y la obra que al cerrar la década los seguicia. Fue, empero, mas probablemente desde el medio universitatio francés que el eco y el magisterio de esta modalidad pudo Iegar més fuertemente hasta nuestro Ambizo intelectual juvenil, tan alerta siempre 2 toda novedad de aquél, tan décil a seguir, refleja, vicariamente todas sus alternativas. De Jo que a través del libro ha accedido hasta nosotros puede presumirse que el género a que se hace referencia repcesentaba un ipo literario-ideo- légico intensa y hasta severamente normado. Jules Simon, uno de Jos maestros de la Francia republicana, sostenia que los profesores de filosofia debian set “predicadores laicos”, siempre dispuestos a exaltas el valor del ideal, del servicio devoto a la causa comin, la gtandeza del potencial juvenil, y el género profuso del “discours aux jeunes gens”? parece haber seguido, hasta con monotonia, este guién. Ernest Renan mismo, autoridad maxima sobre e} Rodé juvenil, pronuncié en 1896 ante Ja Asociacién de Estudiantes de Paris un “sermon laique” en el que pulsaba bastante puntualmente casi todas las que serian las cuerdas del encordado ariélico? Pero Renan sélo importa aqui como ejemplo y, en realidad, todos los maiores” de la universidad Jaica y radical de aquellos afios propiciaron y practicaron esta forma de extensién universitaria, como lo prueba Ja presencia en el volumen que recogié su discurso de los entonces también resonantes nombres de Jules Ferry, Anatole France, Ernest Lavisse, Leon Bourgeois y Jules Simon x

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