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¿Lesbiana ?

Encantada, es un placer

Sandra Marcos para Colors

Nacida en Tarragona hace 33 años, vive


con su mujer desde hace ocho. Se
casaron en octubre de 2005. Ambas son
responsables de la empresa de creación
y gestión de proyectos socioculturales,
katalitza.com.
Txus García también es quiromasajista
vocacional y de profesión, actividad a la
que piensa dedicarse en breve, a tiempo completo y en contacto con la
naturaleza.
Bajo el pseudónimo de Human Trash ejerce de polipoeta y rapsoda. Es
especialista en creación, interpretación y dirección de espectáculos,
performances y acciones poéticas.

1. Cuando me propusieron hacer una entrevista a una mujer lesbiana


destacada de Tarragona, el primer problema con que me topé fue: ¿a
quién? Todos sabemos que hay, pero no sabemos dónde. ¿A qué puede
deberse esta invisibilidad de las lesbianas?

Tarragona, en general, es una balsa de aceite. Todo va bien, no se mueve


nada ni sucede nada malo. Todo el mundo se conoce y respeta a los demás
mientras se mantenga esta quietud, esta calma absurda hecha de discreción
forzosa y de «normalidad». Es lógico que las mujeres prefieran la invisibilidad
protectora a la «exposición controlada», que exige una absoluta corrección de
formas, amabilidad obligada y ausencia de ostentación lésbica con tal de
conseguir el respeto. Si en Tarragona te destapas con demasiada furia, el
control social hace que enseguida te conviertas en una ciudadana indeseable y
demasiado «exótica» para seguir flotando en la balsa de aceite.
2. ¿Es más difícil vivir abiertamiente tu orientación afectivosexual en una
ciudad pequeña, como puede ser Tarragona o Reus?

Creo que más que difícil es irritante. Sería difícil si fuera gitana o magrebí, si
viviera en un barrio deprimido o tuviera un trabajo más arriesgado socialmente.
«Afortunadamente», soy blanca y de clase media. Digo que para mí es irritante
porque no soporto las falsas condescendencias ni el trato perdonavidas de la
gente «tolerante» que me rodea. Y es incómodo y muy pesado que cuando
llegas a un sitio donde no te conocen siempre te miren con los ojos como
platos para ver si... oh my God!, efectivamente, voy agarrada a otra mujer y la
estoy... ¡ay Virgencita! ¡besando en la boca!

3. En tu caso, ¿has tenido dificultades en el trabajo o con la famlia?

Sí. Por lo mismo que te decía. En mi contexto familiar y profesional es irritante


y molesto ser lesbiana. De hecho, he pensado dejarlo más de una vez (se ríe),
porque es muy pesado tener que explicarte siempre, atender consultas
sexuales —se supone que si eres lesbiana haces de todo y lo sabes todo sobre
el sexo— y de repetir que no has sufrido ningún trauma con los hombres, ni
tenías un padre ausente ni eres más fea que picio. Y tener que oír que todo el
mundo tiene amigos gays pero nunca habían conocido a una lesbiana. Y que te
digan que no pareces bollera. Y que te espíen cuando eres apasionada con tu
mujer. Y que todo el mundo se haga el moderno, cosmopolita y estupendo
porque te conoce. Verdaderamente, es agotador ser lesbiana a jornada
completa.

4. ¿Hay sensación de poca libertad, de discriminación o incluso de


peligro de sufrir agresiones? En tal caso, ¿qué políticas crees que se
deberían llevar a cabo con el fin de facilitar la visibilidad y libre expresión
de las mujeres lesbianas?

Te comentaba antes que Tarragona es tranquila y que con mi perfil


sociocultural no es difícil ser lesbiana. Pero todavía no puedo mostrar mi
afectividad libremente en ciertas zonas de Tarragona (o Barcelona, o Cambrils)
o delante de determinadas personas. Desgraciadamente, nos hace falta ser
cautas y vigilar, porque el fantasma de la agresión, las descalificaciones y la
violencia homófoba está muy presente. Y las políticas, que todavía están en
pañales, tendrían que comenzar por la educación de los niños y por potenciar
la visibilidad de las personas LGTB en los medios de comunicación. Y nosotros
tendríamos que tener más coraje para afrontar la vida con libertad.

5. Poder mostrar públicamente la afectividad es un derecho que a veces


no todo el mundo tiene. Mostrarse públicamente, ¿es un acto de valor, es
un acto político?

Mostrarme como mujer lesbiana es un acto de amor por mí misma y, de rebote,


por todas las mujeres lesbianas que no pueden hacerlo libremente. Para mí, ir
al mercado, a una reunión de trabajo o a una fiesta de la mano de mi mujer ha
sido un acto natural y, al mismo tiempo, profundamente activista. Hace falta
reforzar la presencia de las lesbianas en lo cotidiano, dejar de ser una
anécdota y mostrarnos abiertamente, sin miedos ni complejos.

6. ¿Hacen falta referentes, personas que muestren abierta y públicamente


su orientación afectivosexual?

Sería muy deseable que como lesbianas pudiéramos vernos reflejadas en


mujeres fuertes, valientes y con las ideas claras. El hecho de disponer de
referentes que abren camino y que hayan luchado por la igualdad hace que
nosotras nos sintamos en la obligación de defendernos de cualquier acto
homófobo y de conservar las libertades conseguidas. Y saber que no estamos
solas, que somos muchas y diversas, es una maravilla.

7. ¿Por qué la situación de las mujeres lesbianas parace todavía peor,


incluso, que la de los hombres homosexuales?

La desigualdad no comienza en la manera de vivir la sexualidad sino en el


género. Los compañeros hombres siempre lo han tenido más fácil básicamente
porque el mundo está pensado en clave masculina. Es un problema de raíces
históricas y de amplio espectro social. No debería sorprendernos: solo hace 77
años que la mujer española tiene derecho de voto. Y eso quiere decir que el
resto de derechos, más difíciles de conseguir por su inscrustación cultural,
todavía están en proceso: el mismo sueldo por el mismo trabajo, el derecho a
decidir sobre el propio cuerpo, el aborto sin condenas morales, las libertades
sexuales básicas, etc. No hace falta más que observar la pirámide vergonzosa
de las discriminaciones, de menor a mayor: ideas políticas, religión, raza, sexo
y, finalmente, comportamiento afectivosexual.

8. ¿Cual es su experiencia con la homopaternidad? ¿Cómo se vive la


relación con los hijos, en el colegio, con otros padres, etc?

En mi caso no se trata exactamente de homomaternidad, que yo entiendo


como el hecho de escoger libremente la maternidad compartida con otra mujer.
Mi compañera tiene una hija y yo lo que he hecho ha sido acompañarla en la
difícil tarea de la educación y las responsabilidades diarias que ello representa.
Y de cara a los hijos, la clave está en la naturalidad, la comunicación y en
enseñarles a ser valientes frente a los posibles ataques externos. El entorno
educativo y familiar tiene que ser respetuoso, abierto y consciente de la
diversidad de las criaturas, nada más.

9. ¿Cómo ves el futuro para las lesbianas de ciudades pequeñas, sobre


todo para las jóvenes de hoy en día?

Veo un futuro próximo —mañana mismo— en que las mujeres no tengan que
irse a Barcelona de ambiente para sentirse acogidas o para encontrar pareja.
Un futuro de mujeres jóvenes que quieran a las mujeres tal como son, sin
prejuicios ni lesbofobias internas, en toda su belleza y su variedad. Sin roles, ni
papeles, ni clichés, ni distinciones impuestas por la cultura falocrática y
masculina. Veo un futuro sin miedo, valiente, lleno de cotidianeidad lésbica,
donde no nos hará falta desarrollar esa intuición —el gaydar— porque nos
mostraremos libremente en cualquier lugar y delante de cualquier persona.
10. Para terminar, ¿quieres enviar algún mensaje a esas jóvenes
lesbianas?

Pues querría traspasarles un poco de mi fuerza y un mucho de mi ternura para


hacerlas conscientes de su belleza y de su valentía. Y que todas tienen
derecho a ser felices y queridas, sean como sean, vengan de donde vengan. Y
que luchen, sin descanso, para hacerlo posible.

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