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G. W. F. Hegel Lecciones sobre filosofia de la religién 3. La religidn consumada Versién espafiola de Ricardo Ferrara Alianza Editorial Fitulo original: Vorlesungen iiber die Philosophie der Religion. Teil 3. Die vollendete Religion Herausgegeben von Walter Jaeschke. 1984, Felix Meiner Verlag, Hamburg. T.S.B.N.: 3-7873-0602-1. La presente edicién procede de la colaboracién de Ricardo Ferrara (CONICET, Argentina), Peter C. Hodgson (Vanderbilt University, Nashville, USA) y Walter Jaeschke (Rubr-Universitit, Bochum, BRD). Los nombrados tienen igual participacién en el establecimiento del texto. Los derechos sobre el texto alemin © se hallan en la editorial Felix Mciner GmbH, Hamburgo. La edicién alemana de Walter Jaeschke y la edicidn inglesa de Peter C. Hodgson aparecen simulténeamente con esta edicién espafiola Ricardo Ferrara, Buenos Aires, 1985 Alianza Editorial, S. A., 1987 Calle Milin 38, 28043 Madrid; teléé. 20000 45 ISBN: 84206-29693 (O. C) ISBN: 84.206-2518-3 (T. III) Depésito legal: M. 38.148-1987 Compuesto en Fernéndez Ciudad, S. L. Impreso en Lavel. Los Llanos, nave 6, Humanes (Madrid) Printed in Spain INDICE GENERAL (PICtACIO tes i Introduccién a «La religién consumada» . Signos, siglas y abreviaturas en el texto editado ... ... ... ... xl LA RELIGION CONSUMADA Segtin el manuscrito . 1 A) Concepto abstracto 2.00... 62. cee cee cee cee cee cee eee ee 5 B) Representacién concreta 12 [Esfera] 2) 16 [Esfera] b) ... 0.0. ee 24 (fEsteral| cy 28 C) Comunidad, culto ...... . 68 a) Nacer de la comunidad ... 76 B) Ser de la comunidad, culto . 82 y) Petecer de la comunidad ... 00. ss sv sse esr svev ee 9M a b Indice general LA RELIGION CONSUMADA Segiin la lecci6n de 1824... 02. cee cee cee cee cee cee eee ee A) Concepto metaffsico ... 0.00.2. cee cee cee cee cee cee eee ee B) Representacién concreta ... 00. 66. cee cee cee cee eee tee wee El primer elemento EI segundo elemento EI tercer elemento .. 1. Nacer de la comunidad 2. Permanencia de la comunidad ... 3. Realizacién de la fe... ... ... ... LA RELIGION CONSUMADA Segtin la lecci6n de 1827 ... 20. 00. cee ee ee Divisién EI primer elemento EI segundo elemento EI tercer elemento ... . 1. Nacer de la comunidad ... 2. Permanencia de la comunidad ... ... ... ... we 3. Realizacién de lo espiritual de la comunidad ... ... ... LA PRUEBA ONTOLOGICA Seguin la leccién de 1831 0... ok ee ee ee ee ee Tradicién secundaria ... 0.0 0. kee eee ee D. F. Strauss: Extractos de la leccién de 1831 . Hegel: Hojas sobre Filosofia de la religién . Fragmentos de apuntes perdidos ... ... ... . Anotaciones editoriales ... 00. 0... ee ee Fuentes de la filosoffa de la religién de Hegel .. Indice de citas biblicas ... Indice de nombres . Indice de materias Glosario castellano-aleman .. 95 104 114 117 125 147 148 155 159 169 187 191 204 237 238 240 246 255 261 271 281 283 313 329 333 337 357 PREFACIO La tercera parte de las lecciones de Hegel sobre filosofia de la religién recibe en la presente edicién el titulo La religién constu- mada, atestiguado por fuentes de las cuatro lecciones dadas por He- gel. Los titulos de esas fuentes acumulan, ademds, otros adjetivos de esta religién: manifiesta (offenbare), revelada (geoffenbarte) o, simplemente, cristiana. En esas fuentes no se encuentra el titulo «religién absoluta» consagrado por las ediciones anteriores aun cuan- do el adjetivo cualifique a la religién cristiana en varios pasajes de las lecciones. Las fuentes y los criterios empleados en la edicién de este volu- men son los mismos que han sido utilizados en la edicién de los vo- limenes anteriores (ver Hegel: Lecciones I, xiii-xlii). En los Ane- xos del presente volumen editamos algunas de las Hojas del Har- vard Nachlass y cuatro fragmentos de C. L. Michelet desctitos en Hegel: Lecciones I, xv-xvi, xvii y xix; las Hojas son editadas con la paginacién transmitida, pero su ordenamiento corresponde al ple- gado originario del folio y a la secuencia de sus titulos. A este mismo Prefacio adjuntamos nuestro estudio acerca de la evolucién de La religidn consumada en su articulacién global y en sus unidades me- nores; la «evolucién» se refiere a la filosofia de la religién y no a la concepcién de la religién que tiene Hegel en sus afios betlineses. Las fuentes de la presente edicién han sido presentadas detallada- mente en el primer volumen (Hegel: Lecciones I, xiii-xxi, xxiv no- ta 55). A las personas e instituciones que facilitaron las copias de esas i ii Prefacio fuentes al Hegel-Archiv vaya también nuestro reconocido agradeci- miento: al Prof. Dr. Karl Larenz y al pastor Bernd Raebel; a la Seccién de manuscritos de la Staatsbibliothek Preussischer Kulturbe- sitz de Berlin, a la Biblioteca de la Universidad de Jena y al Deutsches Literaturarchiv de Marbach am Neckar; a la Houghton Library de la Universidad de Harvard; a la Biblioteka Jagiellonska de Cracovia y a la Biblioteka Uniwersytecka de Varsovia; al Profesor A. Gulyga y a la Academia de Ciencias de la URSS. En el agradecimiento a la Biblioteca de la Universidad del Ruhr (Bochum) incluimos a todas las biliotecas que con el préstamo de ejemplares raros y costosos posibilitaron la confeccién de las Anotaciones editoriales. En el término de nuestro trabajo reiteramos nuestro agradeci- miento a todas las personas e instituciones que lo hicieron posi- ble: al Consejo Nacional de Investigaciones Cientificas y Técnicas (CONICET) de la Argentina por la financiacién de los afios de tra- bajo que demandé la preparacién de esta edicién; al Stipendienwerk Lateinamerika-Deutschland, por la beca que permitié prolongar una de nuestras estadias en Bochum, y a su director, el Prof. Dr. Peter Hiinermann (Tiibingen) por habernos acompafiado en nuestro pto- yecto desde sus comienzos; al director del Hegel-Archiv, Prof. Dr. Otto Pdggeler por brtindarnos el apoyo personal y material de esa prestigiosa institucién; a la Sra, Soledad Ortega por su gentil mediacién ante la Editorial Alianza de Madrid y a esa Editorial por incluir nuestro trabajo en la coleccién Alianza Universidad; a la Dra. Carmen Balzer por su paciente y generosa colaboracién en la revisi6n de nuestra traduccién. Finalmente, pero no en ultimo lugar, queremos testimoniar nues- tro profundo agradecimiento a nuestros estimados colegas el profe- sor Peter C. Hodgson y el Dr. Walter Jaeschke. La experiencia de una leal y estrecha colaboracién en equipo mantenida a pesar de dis- tancias que no son solamente geogréficas, sino también culturales, nos ha alentado durante estos desgastadores afios de trabajo y nos per- mite abrigar esperanzas de que modelos andlogos se vuelvan a reali- zar en el futuro. Ricardo FERRARA Buenos Aires, 27 de abril de 1985. INTRODUCCION A «LA RELIGION CONSUMADA» De las tres partes de las lecciones de Hegel sobre filosoffa de la religion la presente es la que menos transformaciones experimenté en su estructura y en sus contenidos. En consecuencia, el andlisis com- parativo puede ahora efectuarse tanto en la articulacién global de cada leccién como en los detalles de la misma’. A) La articulacién global a) Enel manuscrito de 1821 Hegel no previ una seccién que presentara la divisién de la religién consumada. La articulacién glo- bal se desprende solamente de los titulos y de algunos pasajes inci- dentales. En los titulos de Ms 74a, 76a y 95b queda consignada la trfada que estructura el plan general del Ms sin vacilaciones ni justi- ficaciones: concepto abstracto — representacién concreta — comuni- dad, culto. Esta triada que pertenece al registro de] concepto de re- ligién ya habia sido ensayada a propésito de las religiones de la natu- raleza y de las religiones de la esencia en la segunda parte de las lecciones *. Sin embargo, en Ms 76a Hegel introduce un cortectivo » La lista de las siglas y abreviaturas se encuentra en las pégs. xli-xlii. Los pasajes del texto editado se citan segiin la paginacién de la fuente prin- cipal de cada leccién (Ms, Gr, L y St) que figura en el margen superior in- terno del texto y que coincide con Ia edicién alemana. ? La religién romana en el Ms y Ia religién de la magia en las restantes lecciones no permiten que se distinga entre representacién y culto, porque en iv Introduccién en el titulo del segundo momento: «Representacién concreta o més bien determinacidn, es decir, desarrollo de la Idea...». Ello quiere decir que en la religién cristiana el momento de la «representacién» no se reduce al aspecto subjetivo de la Psicologia o «noologia» * he- geliana, sino que se mueve en el nivel Idgico de la Idea absoluta que supera la subjetividad del concepto abstracto en la triple objetividad del pensar trinitario, de la naturaleza creada y de la reconciliacién del espfritu finito, como sugiere el paralelo de la Hoja 162a del Harvard Nachlass*. De hecho, Hegel asume este esquema cuando justifica la subdivisién de la representacién concreta en tres «elemen- tos» o «esferas» (77a) y, cuando hace Ja transicién al momento del culto nos propone la nica formulacién completa del plan de la reli- gidn consumada: «... a) el puro concepto de Dios... b) su represen- tacién concreta o su MANIFESTACION... en las tres esferas del pensar, del representar y de la realidad efectiva... y abora [la re- gién] de la inmanencia subjetiva, esto es, c) el Reino del Espiritu...» (98b). En este pasaje se recogen la divisién principal en tres momen- tos (concepto-representacién-culto) y la subdivisién del segundo mo- mento en tres esferas (pensar-representar-realidad efectiva) *. La sub- ellas el aspecto practico es predominante y no deja espacio para el momento tedrico de la representacién. Para no crear equivocos denominamos «noologia» a la Psicologia del sistema enciclopédico. Tomamos esta nomenclatura de L. Bruno Puntel: Darstellung, Methode und Struktur. Untersuchungen zur Einheit der syste- matischen Philosophie G. W. F. Hegel: En: Hegel-Studien, Beiheft 10, Bonn 1971, 146 ss. 4 Ver en el presente volumen p. 282. Estas hojas pertenecen al contexto de la leccién de 1821 aun cuando sea dificil precisar su relacién con las etapas de redaccién del Ms. De hecho el esquema de la pagina 162a del Harvard Nachlass es, en su atticulacién Idgica, mas coherente que los pasajes de Ms 77a, 95a y 98b, y es, en todo caso, el tinico que corresponde al plan del Ms. Las tres «esferas» del Ms no coinciden «exactamente» con las tres «esferas» de las Enciclopedias, como sostiene W. Jaeschke: Die Religionsphilosophie Hegels. Darmstadt 1983, p. 94. En las Enciclopedias (Enz.! par. 467-470 y Enz.? y4 par, 567-570) la segunda esfera no se reduce, como Ms 80a-81b, a la creacién de la naturaleza, sino que incluye la caida del espiritu finito; la tercera esfera, la de la «singularidad como tal», no se detiene, como Ms 82a-95a en la re- conciliacién del Hijo encarnado, sino que incluye la reconciliacién del cristiano y la del Espiritu, es decir, aquellos tres «silogismos» que pueden, a su vez, reducirse_al «tinico silogismo de la mediacién absoluta del espiritu consigo mismo» (Enz.3 571). 5 El doble sentido de la palabra «representacién» en este pasaje de Ms 98b evoca el doble sentido de la misma palabra en Phénomenologie VII/C/3 (ed. Hoffmeister 533 y 545; Roces 444 y 454), es decir, la representacién como elemento mediador entre el pensar puro y la autoconciencia finita y la repre- sentacién que trata al Espiritu absoluto «como un singular, o mds bien como un particular», «como un ser-para-si particular» excluyente de otros particula- res, es decir, el Cristo histérico. En Ms 98b el segundo sentido de la palabra «La religién consumada» divisién combina vocablos que pertenecen a la Idgica de la esencia (manifestacién, realidad efectiva) con otros que pertenecen a la «noolo- gia» (pensar, representar) hegeliana. En Ms 95a las tres esferas son presentadas con categorias de la ldgica del concepto (universal, par- ticular singular) para poder juntar la singularidad empirica de Ia ter- cera esfera (Jestis) con la singularidad universal del momento del culto (Espiritu) °. 5) En la leccién de 1824 esta triada sigue determinando el plan inicial puesto que, sin necesidad de justificaciones, Hegel vuelve a iniciar la exposicién a partir del «concepto metaffsico abstracto» (Gr 182 ss.), es decir, el argumento ontoldgico. Pero cuando pasa al momento de la representacién concreta (198 ss.), Hegel advierte que en la religién cristiana la Idea divina no es determinada por el entendimiento finito mediante una acumulacidn de predicados ', sino que ella misma se autodetermina en un desarrollo por el que atra- viesa diversas «formas o elementos» (199). Estos «elementos» com- prenden estructuras articuladas segtin la légica del concepto inmedia- to (universalidad — particularizacién — singularidad) y a la vez se- gun la «noologia» del espiritu tedrico y practico (pensar — represen- taci6n — 4nimo) (200) *; pero también contienen «historias» ocurri- das «en diferente relacién con el tiempo» y «en diversos lugares» (201). Y ahora Hegel, en el andlisis de la religién cristiana, ha dejado de emplear «las diferencias de concepto, figura y culto» que habia utilizado «antes» (202), es decir, en la exposicién de las religiones determinadas. La razén de este cambio de concepcién obedece al he- cho de que la religién cristiana no seré expuesta de una manera pu- ramente objetiva, exterior a la comunidad del Espiritu y al estamento atepresentacién» no va referido al Cristo histérico, sino a la esfera de la natu- raleza exterior. Sobre este tema de la Vorstellung ver un excelente estado de la cuestién y bibliografia en W. Jaeschke (citado en nota 4) pp. 110-119, espe- cialmente p. 117: «Vorstellung ist kein historisch definierter Begriff; sie gehort nicht, wie etwa der Mythos fiir Hegel einer Entwicklungsstufe der Menschheit an»). Sobre este tema nos hemos expresado en: La filosofia de la religibn en Hegel. Tres vias de acceso: la Idea, la comunidad y la figura religiosa en: Re- vista Latinoamericana de Filosofia, 1983, especialmente en pp. 9-14 y 20-21. ® En las Enciclopedias estos aspectos pertenecen a la misma esfera de la asingularidad como tal» en la que quedan englobados la singularidad excluyen- te del Hijo encarnado, la singularidad multiple de los cristianos y la singula- tidad universal del Espiritu; pero esta ultima ya estd contenida en el silogismo del Hijo encarnado (Enz.? par. 469-470 y Enz.? pér. 569-570). Ver la nota anterior. 7 Sobre este tema ver, mds abajo, el punto B/3. ® Debe recordarse que el espiritu subjetivo en cuanto «unidad del alma y de la conciencia» absorbe en esa unidad elementos de la antropologia y de ja fenomenologia (Enz. 3 par. 444) y que, en cuanto espfritu practico, se desarro- Ila a partir de la inmediatez del «corazén» (ib. pat. 471) o del «énimo». vi Introduccién de la filosoffa®, sino que nosotros, los que estamos filosofando sobre la religién cristiana, tendremos «delante de nosotros el aspecto del culto en cada uno de estos [tres] elementos» (202). Ahora el elemen- to englobante de toda la exposicién es el Espiritu que es manifiesto para el espfritu finito, y el culto no es otra cosa que la relacién del espititu finito con el Espiritu absoluto manifiesto en la comunidad cristiana (ib.). La consecuencia de este cambio de concepcidn se tra- duce no solamente en el abandono de la triada «concepto-figura-cul- to», sino en la nueva articulacién de los tres «elementos» de la reli- gidn cristiana. Esta articulacién no corresponde a la del Ms ni a la de las Enciclopedias, sino solamente a la del «concepto desarrollado» de la religién manifiesta en la Fenomenologia del Espiritu (ed. Hoff- meister 534b ss., 536c ss., 543b ss.; Roces 444c ss., 446d ss., 452b ss.). Lo distintivo de esta articulacién se encuentra, ante todo, en la organizacién del segundo «elemento» que engloba la creacidn, la caida y la reconciliaci6n (Gr 218-259; cf. Phinomenologie 536c- 543a; Roces 446d-452a)”. Estas semejanzas no deben disimular las diferencias entre estos dos pasajes. En la Fenomenologia el tema de la caida, situado entre la inmediatez de la creacién y la mediacién de Ja reconciliacién, representa el eje del doble movimiento del bien y del mal: «como el mal no es sino el ir dentro de si mismo del ser-ahi natural del espiritu el bien, a la inversa, entra en la realidad y apare- ce como una autoconciencia que estd-ahi» (Roces 449b; cf. Hoffmeis- ter 539b). En la leccién de 1824 hay también un doble movimiento que se inicia en el primer «elemento» y que determina el sentido global del segundo; al movimiento de la conciencia finita que no ha podido elevarse hasta el pensar puro de la Trinidad sigue el movi- miento descendente de la Idea hasta el elemento de la representacién y del fenémeno para poder ser percibida por el sujeto empitico (Gr 216- 218; cf. 254)". En este contexto el tema de la cafda representa sola- mente un peldafio de aquel movimiento mds vasto en el cual la con- ciencia creyente empfrica llegar a intuir el mistetio trinitario en el extremo descenso de la Idea, en la muerte de Cristo (254). Estas di- ferencias no atentian, sin embargo, el tono marcadamente fenomeno- Idgico que caracteriza a esta leccién, como veremos mejor luego, ® En esta leccién el proceso de realizacién de la comunidad (282-297) cris- taliza en la configuracién de tres estamentos: el de la fe ingenua, el del enten- dimiento ilustrado y el de 1a filosofia [hegeliana] (297). 1 La segunda «esferay en Ms 802-82a se reduce al tema de la creacién, mientras que en las Enciclopedias (pdt. 468 y pér. 568, respectivamente) in- cluye Ja creacién y Ia cafda. 1 En la Fenomenologia del Espiritu este proceso se encuentra insinuado en la exposicién que precede al «concepto desarrollado» de la religién ma- nifiesta (Hoffmeister 527b-529b; Roces 438c-440b). «La religién consumada» vii cuando tengamos oportunidad de considerar los detalles de la articu- lacién *. Mientras tanto, resulta m4s importante atender a las con- secuencias de esta «inflacién» del segundo «elemento»: el ingreso de Ja cristologia debfa desplazar a un segundo plano el tratamiento de la creacién y de la caida. El tema de Ja creacién de la naturaleza, desarrollado en Ms 80a-81b, se ha reducido a un mero punto de par- tida apenas aludido en Gr 221-222, L 92-95 y St 42°. El tema de la caida del espiritu finito, la antitesis dialéctica que permite entender Ja necesidad de la reconciliacién, se mantiene en la leccién de 1824 y llega a su «canto del cisne» en la leccién de 1827 para desaparecer totalmente en la leccién de 1831 (como «afgumentum a silentio» ver St 42-43 y el material especial de W referido, en la presente edicién, a L 112-116/126-129/117-121). En esta leccién «la nece- sidad de la encarnacién» no deriva del tema de la caida, sino de aquel «doble movimiento» de la conciencia y de la Idea que mencionamos més arriba: «Dios debe aparecer en la carne» para que el hombre se eleve a Dios como Espiritu trinitatio (ib.). Este doble movimien- to tepercute no solamente en la «inflacién» del segundo elemento, sino también en Ia organizacién del tercero. Desplazado de la triada inicial (concepto-figura-culto) el momento de la comunidad y del culto comienza ocupando todo el espacio del tercer elemento y aca- ba invadiendo el final del segundo. Este proceso iniciado en la lec- cién de 1824 (Gr 255-259) se acentiia en las lecciones siguientes: la fe de la comunidad pasa al centro de la cristologia reinterpretando la vida, doctrina y muerte de Cristo (L 169-174; St 45-47). La comu- nidad que ha nacido y se ha formado a partir de esta fe se disgrega en tres estamentos cuando finaliza su proceso de «realizacién» en la historia universal (Gr 281-297; L 215-232). La reconciliacién de Ja fe con la razén solamente puede ser aportada por el estamento de la «filosoffa» [hegeliana] que ha recorrido todo el proceso de la Idea hasta este punto final de las lecciones. c) La leccién de 1824 significd, respecto del plan del Ms, un cambio de perspectiva cuyas consecuencias desarrollaron las lecciones siguientes, como hemos podido comprobar. Ademés, la leccién de 1827 eliminé totalmente la triada principal del Ms y, en forma co- % Estas consideraciones cuestionan Ia caracterizacién de «las lecciones» como tepresentativas de una teologia (o perspectiva) «positivay 0 hegeliana: concepto y elemento del pensar (240-247), representacién e intuicién (247-257). «La religién consumada» xxix taria de Dios: en la muerte y resurreccién de Cristo la conciencia intuye y se representa los momentos del Hijo y del Espiritu (254). Tras descartar una falsa interpretacién del sacrificio de Cristo (255), Hegel vuelve a encarar el problema de la «acreditacién del indivi- duo» modificando un tanto lo enunciado en Gr 247: no solamente el contenido de la aparicién sino también el individuo que se apa- tece es acteditado por el «testimonio del Espiritu, de la Idea inha- bitante» (255). «El Espfritu en sf mismo... es llevado aqui a la intuicién» (ib.) sin que sean necesatios milagros de tipo sensible (256-257), porque se trata de aquel que ha desaparecido y ha sido «elevado a la derecha de Dios» (ib.). La «éransicién a la comunidad» (257-259) presenta otro aspecto del mismo asunto: la aparicién sensible y sus reliquias (vg. la tumba vacia) pertenecen a la «historia pasada»; el Espiritu Consolador puede venir solamente cuando la historia sensible ha pasado en cuanto inmediata™. c) La cristologia de la leccién de 1827 se parece a la de la leccién anterior, pero también presenta, por su parte, rasgos origi- nales. La estructura general de la exposicién puede adivinarse en el pasaje de L 142; «Estas son las dos condiciones de esta apaticién... Lo segundo es la conciencia de la forma determinada de esta singu- laridad excluyente.» E] desdoblamiento, el dolor del alma judia (L 138; ef. 117-119), no puede ser reconciliado sino mediante la superacién de 1a oposi- cién entre el hombre y Dios, mediante la unidad de ambos (139). La primera condicién consiste en que esa reconciliacién haya ocu- trido virtualmente en la Idea trinitaria y que no sea mero producto del sujeto particular (139-141). De esta manera la alteridad del Hijo, supetada eternamente en el Espiritu, muestra que «la alteridad, la finitud... y la fragilidad de la naturaleza humana no pueden perju- dicar para nada aquella unidad divina que es lo sustancial de la recon- ciliacién» (140). Puesto que esta primera condicidn no es accesible sino al «pensar especulativo», es menester que aquella reconcilia- cién virtual sea accesible a todos en la forma de la «certeza... de una intuicién inmediata sensible y de un ser-ahf exterior», «Dios tuvo * Con este pasaje concuerda la exégesis de Lucas 24,5 hecha por Hegel en sus Lecciones sobre Filosofia de la Historia a ptopésito de las cruzadas: «No debéis buscar el principio de vuestra religién en lo sensible, en la tumba junto a los muertos, sino en el Espiritu viviente junto a vosotros mismos. Con Ja resurreccién de Cristo sobrevino a la comunidad el Espiritu que es algo viviente, pero no sensible» (ed. Lasson II, 849), En Gr 257-259 Resurrec- ciém, Ascensién y Retorno de Cristo son «interiorizados» en el evento de Pen- recostés, 20 Introduccién que aparecer encarnado en el mundo» (141), Esta segunda condicién entrafia, a su vez, la singularidad excluyente de la aparicién (141- 142) y la exigencia de que aquella unidad de naturalezas «no afecte para nada a la alteridad... finitud... de la naturaleza humana asi como en la Idea eterna la alteridad no afecta para nada a la unidad que es Dios» (142), La otiginalidad de esta leccién reside en presentar separadamente la doble toma de conciencia de aquella aparicién, es decir, la con- sideracién profana y la religiosa. En la consideracién profana Cristo es visto como Sécrates 0, a lo sumo, como un gran hombre enviado por Dios (154). Desde esta perspectiva se consideran su vida (154), su doctrina (154-155/150-153) y su muerte como «mértir de la verdad» (153-154), Precisamente la muerte de Cristo opera la tran- sicién a la consideracién religiosa (169-174). La muerte de Cristo no es la muerte de un hombre ejemplar sino la muerte de Dios mismo en el sentido de que «lo humano, lo finito, lo fragil, lo débil y lo negativo son momentos mismos de lo divino» (172) «pero, por cierto, un momento que desapatece» (173). «La muerte, lo nega- tivo, sitve de mediacién para que la majestad originaria sea puesta como alcanzada. Con ello la historia de la resurreccién y ascensién de Cristo a la derecha de Dios comienza cuando la historia logra una comprensién espiritual» (171). En efecto, todo este proceso coincide con la «formacién de la comunidad» (ib.) y se ha llevado a cabo en la «conciencia de la comunidad» (173), la cual a partir de esta historia Ilegé a «la conciencia de saber que Dios es el uno y trino» (ib.). d) En la leccién de 1831 la ctistologia ocupa prdcticamente todo el espacio consagrado a exponer «el Reino de] Hijo»: el tema de la caida ha desaparecido y la «apaticién de Dios en la carne» no remedia la caida sino la insuficiente elevacién a Dios a partir del elemento de la naturaleza (St 43 y pasaje de W referido en nota a L 95). Este descenso de Dios en la carne no debe ser confundido con las encarnaciones hindties, las apoteosis griegas y romanas, la caida gnéstica en la materia y ni siquiera con las teofanfas del Anti- guo Testamento (St 43 y pasaje de W referido en nota a L 140). ® EI subrayado es nuestro y permite enfatizar Ja manera hegeliana de afir- mar la unién y la distincién de las naturalezas divina y humana en la en- catnacién. 6 En coincidencia con Gr 249-252 y a diferencia de Ms 91a, la leccién de 1827 no reconoce en Ia doctrina de Jestis el aspecto «religioso» 0 especulativo en el que se afirma su identidad con Dios. Este aspecto de la doctrina de Jestis volverd a ser reconocido en la leccién de 1831 (cf. St 45 y el pasaje de W refetido en nota a L 154). Ver la nota 52. «La religién consumada» xxi El realismo y la unicidad de Ja encarnacién cristiana resultan de la doble consideracién, profana y religiosa de Cristo (ib.). Esta doble consideracién ordena la cristologia de esta leccién de una maneta més sistemdtica que en la leccién anterior: la vida, la doc- trina, los milagros y la muerte de Cristo son objeto de esa doble consideracién en una lectura en la que pueden ser colocados en co- lumnas paralelas los pasajes de St 44 (consideracién profana) y de St 45-46 (consideracién religiosa). En la consideracién profana Cris- to es un hombre real como los demds hombres aunque superior a ellos, superior al mismo Sécrates en cuanto a la doctrina del Reino de los cielos. Pero la muerte de Cristo transtorna e invierte este tipo de compataciones y Ileva a la consideracién religiosa de la fe pata Ja cual en esta muerte Dios mismo ha muerto y asi ha matado a la muerte de manera tal que en esta inversién ha culminado el proceso de la vida trinitaria: «La abstraccién del Padre es superada en el Hijo —esto es entonces la muerte. Pero la negacién de esta nega- cién es la unidad del Padre y del Hijo, el Amor, el Espiritu. Por consiguiente, el transcurso de la naturaleza divina es aqui el mismo que antes, pero explicitado para la conciencia» (St 46)". En este punto queda finalmente igualado el desajuste inicial entre el pensar especulativo y la conciencia. Esta ha Ilegado a la certeza del «silo- gismo» (Schluss) trinitario (cf. St 45); en esta muerte de Cristo no solamente ha muerto la finitud en general sino también el mal en general St 47 y W). Pero a la vez en este punto «cesa el mero con- siderar [objetivo]; el sujeto mismo es introducido en este dolor de la propia alienacién y éste es el pasaje a la tercera parte [el Reino del Espiritu, la Comunidad]» (St 47). 8. El Espiritu y la Comunidad. a) En el manuscrito de 1821 la transicién a la Comunidad (Ms 95b-98b) tiene casi la misma extensién que el desarrollo de sus momentos: nacer, ser-ahi, perecer (99a-104a)*. La pdgina 98b nos © EI pasaje paralelo de W (referido en nota a L 171) es mucho més breve y — cae alude el proceso trinitario omite las férmulas més explicitas le St 46. ®5 Por ello, y para abreviar, la exposicién Hegel desiste del proyecto de conectar el estudio de la comunidad «con Ia historia y con el ser-ahi empiri- co» (Ms 95b); este proyecto, la «realizacién» de la comunidad en la historia, sera levado a cabo en Ia leccién de 1824 (Gr 282-297) y en Ia leccién de 1827 (L 216-219/225-228/232). El wiltimo tramo de esa «realizacién» sustituye el pesimismo del «perecer» de la comunidad de Ms 103b-104a, como veremos luego. Para la bibliografia correspondiente a esta seccién y pata un agudo planteo de Ja cuestidn ver W. Jaeschke (citado en nota 4), pp. 100-110.

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