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El Rey de España, Carlos I, lo envió a América como presidente de la Real Audiencia de Lima en 1545,

con el encargo de someter el Virreinato del Perú con el título de Pacificador y plenos poderes. Supo
ahogar con tacto y energía la rebelión de Gonzalo Pizarro, hermano de Francisco Pizarro, que se había
sublevado junto a otros encomenderos en un intento de separatismo de la Corona. Gonzalo Pizarro se
refugió en Cusco, pero La Gasca consiguió alcanzarle en Jaquijaguana,(Sacsayhuamán) cerca de Cuzco
en 1548, donde luego de negociar con los seguidores de Pizarro, logró su deserción, derrotando,
apresando y decapitando a Gonzalo Pizarro en el lugar.

Así mismo, sofocó la rebelión que los hermanos Hernando y Pedro Contreras habían promovido en la
provincia de Castilla del Oro o Tierra Firme, de cuyo gobierno se habían apoderado violentamente con el
plan de desposeer a España del Perú, rehacer el imperio incaico y ceñir su corona. Tras restablecer la
audiencia y los cabildos, volvió a España en 1550.

Carlos I le recompensa con el obispado de Palencia y Felipe II con el de Sigüenza. Está enterrado en la
Iglesia de Santa María Magdalena de Valladolid en un sepulcro en alabastro obra del escultor romanista
Esteban Jordán.

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