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En la primavera de 1519, Hernán Cortés

desembarcó en Veracruz e inició la


conquista del imperio mexica. Se ha
dicho que entre las causas de tan
sorprendente hazaña figuras los efectos
de las armas de fuego, las armaduras
de hierro, los caballos y los perros
bravos que causaron en los guerreros
indígenas; también se menciona la
organización militar y las estrategias de
guerra españolas y la actitud pesimista
de algunos de los grupos indígenas.
Pero, sin duda, lo que determinó el
éxito de la empresa fue el apoyo
brindado a Cortés por los pueblos
sometidos a los mexicas, hartos de sus
abusos y cargas tributarias, y deseosos
de liberarse de ellos.
Cortés supo aprovechar tales divisiones y logró que cempoaltecas,
tlaxcaltecas, chalcas y otros grupos lo apoyaran con hombres, mujeres y
bastimentos. Con la ayuda de la Malinche como intérprete, el conquistador
pudo canalizar a su favor los descontentos.
Después de tres meses de asedio, México-Tenochtitlán se rendía el 13 de
agosto de 1521.
En 1524 gran parte de los
pueblos sedentarios del área
central habían aceptado
someterse a Cortés,
continuas rebeliones
indígenas mostraban lo
precaria que era aún la
dominación española.
Para 1550, por medio de la
intriga y la lucha armada,
aunado a las enfermedades
traídas por los europeos, se
consolidó la conquista de
estas altas civilizaciones, que
trajo consigo la ruptura del
orden prehispánico y la
imposición de un nuevo
orden político, económico-
social y cultural.
Para los españoles, la conquista y la explotación de los indios
sólo se podían justificar si se planteaban como medios para
llevar a cabo la conversión de éstos al cristianismo. La
concepción de la guerra como cruzada, nacida durante la lucha
contra el Islam, hacía necesario que a los guerreros siguieran
los sacerdotes. Así, entre 1524 y 1560 llegaron a Mesoamérica
cerca de 400 frailes franciscano, dominicos y agustinos que se
distribuyeron en las zonas más ricas y pobladas.
Los misioneros y los colonos, ayudados por
los caciques indios, crearon pueblos y
ciudades donde se hizo posible la sujeción
y aculturación de los indígenas al mundo
occidental; con ello se reforzó su
sometimiento y se llevó a cabo una
conquista más profunda y trascendente que
la realizada con las armas.

Se construyeron conventos y colegios como


el de Tlatelolco, donde se educaban a la
juventud indígena, elaborando diccionarios y
gramáticas de lenguas nativas, para poder
cristianizar a los nativos.
Sobre las ruinas de los antiguos templos, se
Virgen de Guadalupe, de Extremadura
construyeron los nuevos, ahora cristianos.

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