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García Pintos. 1997.
geriátrico privado a toda institución asistencial, no estatal, destinada a acciones de
fomento, protección, recuperación y rehabilitación de la salud bio-psico-social de
ancianos, para el cuidado, alojamiento y recreación de los mismos y a cualquier otra
prestación de servicios asistenciales que contribuyen a mejorar la calidad de vida de la
población de la tercera edad”.
Otro aspecto a tener en cuenta es el cambio percibido por el adulto mayor en el
momento de la internación o de ingreso a la institución, en donde prevalece los
sentimientos de carga e inutilidad. La rutina institucional se encarga de profundizar en
los residentes este sentimiento, mediante prácticas sobreprotectoras, los ancianos dejan
de realizar las tareas que aun pueden realizar, convirtiéndose así en objetos pasivos de
existencia. “Entre los efectos negativos que tiene la internación sobre la persona se
encuentran trastornos del sueño, en la alimentación, del humor y de conducta, como
ansiedad intensa y tristeza”2.
Es decir, la institucionalización del anciano ha demostrado ser un recurso poco
eficiente, ya que si tomamos como referencia la escala de necesidades de Maslow; las
necesidades fisiológicas se encuentran alteradas debido a trastornos de alimentación,
sueño, entre otros. Como así también las necesidades de protección y seguridad, ya que
las disposiciones del Artículo Nº1 de la Ley Provincial 7872 no se cumplen; las de amor
y pertenencia ya que hay pérdida de roles, alejamiento de su entorno familiar; la
necesidad de autoestima también se ve alterado, ya que el anciano llega hasta estados
depresivos y abandónicos, entonces podemos decir que las necesidades básicas de los
ancianos no se encuentran satisfechas, por lo tanto no hay calidad de vida. Por lo tanto,
debemos preguntarnos: ¿qué son los viejos?, ¿experiencia de vida o rastrojos de vida?
Por eso ante la posibilidad de institucionalización nos corresponde como enfermeros dar
a conocer todas estas irregularidades con el fin de mejorar la asistencia brindada en
estas instituciones y ofrecer alternativas a las familias, para evitar el desarraigo del
anciano de su entorno afectivo y sociocultural.
“Bienaventurados aquellos que me facilitan el paso final a la patria de Dios con
amabilidad y buenas formas”.3
2
Matusevich Daniel y Szulick Judith. 1997.
3
Hermanitas de los ancianos desamparados.