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Marina Felipe Garrido

Marina
Felipe Garrido
Marina me mira con una mirada azul y sonre. Le veo los labios y s que acaba de pintrselos. Viene por la playa con las narices fruncidas porque el sol est alto; con el bikini floreado naranja y amarillo que el resplandor de la arena le borra. Se detiene a unos pasos. Se vuelve hacia el mar con las manos sobre las cejas, como si buscara algo en el fondo del da. Intento saludarla sin salir de la palapa, sin levantarme de la silla, sin apartar la vista de los vellos que le asoman junto a las flores. Marina no me responde. Da unos pasos como si se marchara y regresa enseguida, de nuevo sonriente, sin decir palabra. Alza los
Ricardo Carrasco Francia rcarrasco@outook.com

Marina Felipe Garrido

brazos y los cruza por detrs de la nuca como si en ese momento quisiera, ms que ninguna otra cosa en la vida, mostrarme el ombligo, entregar las axilas al viento. El ombligo de Marina parece el ojo de una cerradura, as que me pongo de pie y salgo de la sombra para buscarla. Siento la arena caliente, aspiro el sudor del da, oigo los tumbos, veo a Marina con la mirada azul. Ten cuidado dice y sonre, frunce la nariz y los labios recin pintados; soy algo menos que espuma y se vuelve de plata mientras regresa al mar.

Ricardo Carrasco Francia rcarrasco@outook.com

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