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HISTORIA UNIVERSAL SIGLO XxI el siglo XX I. Europa 1918-1945 Ls bau (3) siglo veintiuno de espafia editores, s. siglo veintiuno de argentina editores Todos los derechos reservados, Prohibida la reproduccién total o parcial de esta obra por cualquier procedimiento (ya sea grafico, electrénico, éptico, quimico, mecdnico, fotocopia, etc.) y el alma- cenamiento 0 transmisién de sus contenidos en soportes magnéti- cos, sonoros, visuales o de cualquier otro tipo sin permiso expre- so del editor. Primera edicidn en castellano, junio de 1978 Novena edicién en Espafia, febrero de 2004 © SIGLO XXI DE ESPANA EDITORES, S. A. Principe de Vergara, 78. 28006 Madrid www.sigloxxieditores.com Primera edicién en aleman, 1967 © Fischer Taschenbuch Verlag GmbH, Frankfurt am Main Titulo original: Das Zwanzigste Jabrhundert, 1918-1945 DERECHOS RESERVADOS CONFORME A LA LEY Impreso y hecho en Espafia Printed and made in Spain ISB ISBI Depésito legal: M. 6.507-2004 Impreso en Closas-Orcoyen, S. L. Poligono Igarsa Paracuellos de Jarama (Madrid) Indice 2. LA PAZ CON AUSTRIA, HUNGRIA Y BULGARIA... ... ... 22 2 A PAZ CON TUROUIA a ii 36 _5,_LA CONSOLIDACION DE LA PAZ: GRAN BRETANA, FRAN- I. Afos de tensién, eparacioaes por dafios de la Bue rra. oblema de las fronteras. El rearme_ale- mén, 61. —H. EI perfodo de acercamiento. Stresemann Copyrighted material La remilitarizaci6n de la Renania. La guerra civil ¢s- pafiola, 320.—III. Los origenes de la segunda guerra mundial. El «anschluss» de Austria; la invasién de Checoslovaquia; el ataque a Polonia, 342. 14, LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL (1939-1945) 0... sve INOTAS 6065 20h aedadhT QM Ged wile eaeBE snellb BIBLIOGRAFIA SELECCIONADA ... 12.0.0. cee vee eee tee ree nee INDICE ALFABETICO ... 1.0 005 ces cee cee cee cee cee tee tee tee INDICE DE ILUSTRACIONES ... 2. ee. ee ee vee VE 383 413 429 433 441 Nota del autor Este volumen deberé cefiirse al estudio de la historia de Europa de entreguerras, con un capitulo que, a modo de conclusién, exa- minard algunos aspectos de la Ultima guerra mundial. Otros vo- limenes de esta HISTORIA UNIVERSAL se ocupan de Rusia (vol. 31) y de los pafses no europeos. Las limitaciones de espacio me obli- garon a elegir entre la posibilidad de aportar una amplia gama de informacién o la de examinar més detalladamente algunos de Jos puntos de la historia europea. He decidido adoptar la segunda opcién y soy plenamente consciente de las omisiones que conlleva. R. A.C. Parker 1. La paz con Alemania Los ciudadanos y los polfticos de los principales pafses que lu- charon en la primera guerra mundial, excepto los italianos y los japoneses, crefan firmemente que estaban comprometidos en una lucha defensiva. El gobierno austrohtingaro lanz6 su ataque en 1914 para salvar a la monarquia de las secretas maquinaciones de Serbia; Rusia se consideraba obligada a resistir el avance aleman que se extendfa en el sudeste de Europa y los Estrechos; Alemania intentaba evitar, antes de que fuera demasiado tarde, los peligros de verse cercada, y defenderse contra un complot eslavo que proyectaba la destruccién de su aliado, un complot fraguado en San Petersburgo con el apoyo de Francia y la conni- vencia del ministerio de Asuntos Exteriores inglés; Francia per- manecié impasible ante el intento alem4n para que rompiera su alianza defensiva con Rusia, y como resultado se vio invadida; el ministerio de Asuntos Exteriores inglés considerdé que el eq librio europeo estaba amenazado por Alemania, y la opinién publica inglesa que Bélgica habfa sido vergonzosamente ultrajada. No hay duda de que muchas de estas potencias albergaron ambi- ciosos designios, una vez que la guerra hubo comenzado, pero ninguna de ellas supuso que su propio pafs habia entrado en el conflicto por otras razones que no fueran las de mera auto- defensa. Incluso en Alemania, donde antes de la guerra las so- ciedades patriéticas, los escritores, los industriales y demés se mostraban beligerantes en cuanto portavoces o predicadores de diversos programas para aumentar Ia grandeza de Alemania, cuan- do comenzaron las hostilidades éstas fueron consideradas estricta- mente como impuestas al pais por los acontecimientos externos, y aquellos militares que aceptaban voluntariamente la idea de la guerra en 1914 no cesaron de insistit en la necesidad de una gue- tra preventiva contra peligrosos enemigos cuyo poder era de temer creciese cada vez més; los subsiguientes intereses milita- res por las conquistas fueron consecuencia de la guerra, no su causa. Los Estados Unidos entraron también para defender algo: el derecho internacional y la moralidad publica. Entre Jas grandes potencias, sdlo Italia y Japén hicieron la guerra alentadas por ambiciones territoriales, y ambas se lanzaron a la misma sin ser en absoluto responsables de su estallido. En una palabra, los pue- 1 blos y los estadistas de todas las grandes potencias estaban con- vencidos de que el culpable de la guerra era otro. En el bando aliado, al finalizar la guerra se hallaba firmemente arraigada la conviccién de que Alemania era la culpable de todo. El poderio industril alemén y su valor militar permitieron la prolongacién de la guerra; para Francia, Inglaterra y América, Alemania habfa sido el principal y mds formidable enemigo, y se concluyé, sin més, que la contribucién de AustriaHungrfa al estallido de la guerra habia sido tan escasa como su participacién a lo largo de la misma, segtin la apreciacién de todas las potencias vencedoras excepto, una vez més, Italia. Es més: las potencias occidentales dieron por cierta la creencia de que Alemania misma compartia igualmente esta teorfa acerca de su responsabilidad en la guerra. Por consiguiente, en el tra- tado de Versalles, los autores de la cléusula sobre los «culpables de Ja guerra» consideraron que no hacfan sino plasmar una verdad incontestable cuando insistian en que Alemania era la responsable de las consecuencias de la guerra alemana y, por tanto, estaba obligada a ofrecer una reparacién econémica a estos pafses. El resentimiento alemdn ante esta cldusula sorprendiéd en Parfs a los delegados de las naciones vencedoras y la protesta oficial de los representantes alemanes contra este predmbulo a las cldéusu- las de reparacién fue rechazada alegremente. «Los gobiernos aliados y asociados afirman, y Alemania acepta, la responsabilidad de Alemania y sus aliados por haber causado todos los dafios y pérdidas a los cuales los gobiernos aliados y asociados y sus stibditos se han visto sometidos como consecuencia de la guerra impuesta a ellos por la agresién de Alemania y sus aliados.» Para los que redactaron el tratado, se trataba obviamente de algo razonable; para los alemanes suponfa una flagrante tergiver- sacién de la verdad. En mayo de 1919 el presidente Wilson comenté asf la protesta alemana: «Todavia hoy insisten en que no fueron ellos quienes causaron la guerra. Esta actitud es incref- ble» 1, Este contraste explica cémo una paz que un bando consi- deraba seriamente como la encarnacién de la justicia, parecié al contrario no ser sino una inicua opresién. Los enemigos de Ale- mania la juzgaron culpable de un grave crimen, los alemanes se consideraron a s{ mismos inocentes. As{, para los alemanes, la justicia implicaba diferentes contenidos que para los aliados. Esto es importante, ya que, antes de que se firmara el armisticio en noviembre de 1918, al gobierno alemdn le fue hecha la pro- mesa de que la paz seria justa (éste fue el mensaje del presidente de los Estados Unidos, Woodrow Wilson, en los discursos sobre cuya base se planted el futuro armisticio). 2 Estas resonantes declaraciones contenfan un fastuoso plan que configurarfa la posguerra garantizando una paz perpetua, un plan que obtendria el aplauso de todos los hombres con mentalidad li- beral y que proporcionarfa una justificacién moral a Ja lucha aliada contra una Alemania que en Brest-Litovsk habia impuesto a Rusia una paz desfasada, del mds riguroso corte. Los discursos de Wilson dejaban bien sentado que la paz sdlo podria estar basada en la justicia. La justicia internacional significaba esen- cialmente el ejercicio del derecho de autodeterminacién por parte de todos los pueblos, lo que equivale a decir que las fronteras deberfan ser trazadas de acuerdo con los deseos de las poblaciones afectadas. Entonces los pueblos del mundo cesarian de ambicionar el cambio de fronteras, y la principal causa de la guerra desapa- recerfa. Formas democriticas de gobierno asegurarfan que la con- formidad de las poblaciones de los Estados con sus fronteras se reflejara cn una politica exterior decididamente pacffica. Un con- trol democratico de la polftica exterior se harfa factible por me- dio de una diplomacia abierta. En caso de surgir auténticos roces, las restantes naciones del mundo, alistadas en la Sociedad de Naciones, harfan que se impartiera la justicia. Si, por desgracia, un Estado cayera en manos de diplométicos del viejo estilo o mili- tares irresponsables y legara a mostrarse agresivo, los otros Es- tados del mundo ejercerfan presiones bajo la direccién de la So- ciedad de Naciones. La presién econdémica o incluso moral serfa suficiente; si no fuera asf, los miembros de la Sociedad quedarfan autorizados para usar la fuerza armada. Como Wilson dijo en julio de 1918, «lo que deseamos es el imperio del derecho, basado en el consentimiento de los gobernados y sustentado por la opi- nién organizada de la humanidad». Esta impresionante estruc- tura se apoyarfa en una justicia imparcial entre las naciones. Wilson declaré en septiembre de 1918: «La justicia imparcial que nos proponemos como meta no debe suponer discriminacién alguna entre aquéllos con los cuales deseemos ser justos y aquéllos con los cuales no deseemos ser justos. Debe ser la justicia que no admite favoritismos y que no conoce otros criterios que los idénticos derechos de los diversos pueblos bajo su regla.» En abril de 1918 se prometié justicia para Alemania: «Propo- ner en cualquier momento a Alemania otra cosa que no sea justicia, justicia imparcial y desapasionada, cualquiera que sea el resultado de Ja guerra, seria renunciar y deshonrar a nuestra propia causa.» Pero, equé era lo justo para Alemania? Para los alemanes, cualquier clase de mengua de un tratamiento igualita- rio serfa una injusticia, una traicién a aquellas solemnes garantias. Sin embargo, para los que hicieron la paz, la justicia para Alema- 3

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