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Introducción
En el presente ensayo nos proponemos comenzar a analizar a la juventud argentina
a partir del método de la Doctrina Social de la Iglesia. Para llevar adelante nuestro
proyecto comenzaremos por definir lo que entendemos que es el método de la doctrina
social. Una vez cumplido nuestro primer objetivo, detrás de lo que llamamos la
“corrupción de costumbres”, aplicaremos el método a tres realidades que creemos que,
en cierta manera, definen al joven argentino.
Somos conscientes de la magnitud del tema que abordamos y de la escasa
bibliografía que encontramos al respecto. Por esta razón es que no utilizaremos grandes
citas y nuestra observación será de un cristiano, que aplicando el método de la DSI,
hace una lectura de la juventud.
I. Método de la DSI
Antes de comenzar a reflexionar sobre la realidad de la juventud argentina de
nuestros días, nos parece oportuno definir lo que entendemos por método de la DSI.
Para hablar sobre el método hay que hacer un poco de historia sobre la cuestión,
ya que hubo dos modelos bien definidos, que respondiendo a realidades históricas
diversas fue llevado a que uno prevaleciera sobre el otro.
La DSI estudia la realidad social (es su objeto material), a través de su dimensión
ética (objeto formal). Pero ¿cómo la estudia? Desde el papa León XIII hasta Pío XII, se
estudiaba deductivamente. Es decir, desde los principios universales se deducían las
consecuencias éticas. Pero la doctrina social tuvo un cambio de método, a partir de Juan
XXIII. Galán y Brardinelli, este método se dividía en 3 partes:
“Consistía en ver la realidad, juzgarla a la luz del Evangelio, discernir las
opciones y compromisos para modificar la situación.”1
Vale una aclaración: este método no implica tres etapas sucesivas ni autónomas,
sino que es un proceso intrínsecamente relacionado y conectado. Según las
1
Galán, C. y Brardinelli, R., Manual de Doctrina Social de la Iglesia. Buenos Aires: Ediciones del
Encuentro, p. 30. En adelante Manual.
2
Corrupción de costumbres.
Es muy cierto que si uno mira la historia encuentra en todas las civilizaciones de
todos los tiempos, costumbres corruptas: basta recordar las cortes de los emperadores,
las orgías, todo el tema de los sacrificios humanos, el circo romano, hasta muchas veces
esta corrupción de costumbres llegó hasta el mismo papado… Pero hoy en día los
2
Orientaciones de la congregación para la Educación Católica, n. 6-7.
3
Manual, pp. 30-31.
4
Sáenz, Alfredo. El hombre moderno. Buenos Aires: Gladius, 2001. En adelante Sáenz.
5
Luetich, Andrés, Perdón Sofía. Rosario: colegio San José, 2002.
3
jóvenes, al igual que toda la sociedad, también tienen costumbres corrompidas. Hecho
que se hace patente en los siguientes puntos:
⇒ La cultura de la muerte: es verdad que hoy ya no hay sacrificios humanos, ni se
mata a los niños porque nacen deformes o simplemente porque son mujeres, como
ocurrió alguna vez, pero hoy en día se fomenta el aborto. Aborto que es la solución fácil
ante un embarazo no deseado. Embarazos que hoy en día surgen por el desenfreno
sexual en que nuestra sociedad está inmersa. Desenfreno que se expresa en la
concepción de la sexualidad, en donde es reducida a la pura genitalidad y así hasta se
pierde el mismo sentido común. Escuchemos al respecto a los obispos argentinos:
6
CEA, Educación para el amor. Buenos Aires: CEA, 2007, p. 9.
4
Hay que trabajar con nuestros jóvenes sobre la castidad, sobre el pudor, sobre el
respeto del cuerpo, sobre la dignidad del hombre. Por lo que hay que rechazar de raíz
todo aquello que atenta contra estos valores: el boliche, las revistas pornográficas y las
de difusión masiva que ya lindan con los pornográfico, los programas televisivos que
proponen los contrarios a estos valores, tales como Tinelli, MTv…, el respeto y el
cuidado de la intimidad: rechazar a Gran Hermano, las playas en donde parecería que
“intimidad” es un término que ya no existe. Y por último hay que fomentar
transformarse en un defensor activo de la vida, participar de campañas, de rezos del
Santo Rosario…
Todo esto hace a la cultura de la muerte que nosotros ni aprobamos ni podemos
permitir.
⇒ La masificación: quizá decir que el joven argentino es un joven masificado,
parezca a primera vista algo que no se ve. Y esto porque a priori, el joven es alguien que
lucha por su independencia y muestra una personalidad firme, que dice que no se deja
llevar por la moda… Pero si observamos un poco más profundamente la cuestión, nos
daremos cuenta que no es tan así, es más, es precisamente lo contrario. Veamos la
definición de “masa” que nos brinda el Padre Sáenz:
“¿Qué es la masa? Lo que vale por su peso y no vale sino por su peso; una
realidad que se manifiesta más por ausencias que por presencias: ausencia
de formas y de colores, ausencia de cualidades, pura inercia. Y así podemos
decir que, en el campo social, la masa se da cuando un grupo más o menos
numeroso de personas se agolpan en base a idénticos sentimientos, deseos,
actitudes, perdiendo, en razón de aquella vinculación, su personalidad en
7
CEA, Educación para el amor. Buenos Aires: CEA, 2007, p. 10.
5
Creemos que es una definición que se cumple con nuestros jóvenes. Definición
que se cumple a rajatabla con lo siguiente:
8
Sáenz, p. 33.
6
suyos, y que cuando se encuentre nuevamente con él, se seguirá viviendo como si nada
hubiese pasado. Es que este joven que insulta, lo hace porque se hace y porque lo hacen
todos. El conglomerado de individuos en su máximo esplendor. También este
conglomerado se puede apreciar en los recitales. Toda una masa gritando, cantando y
saltando al unísono. El hombre se pierde en el anonimato total.
Y esto no se puede sostener desde una cosmovisión católica. La persona es una
sustancia individual. Creada particularmente por Dios con un alma racional para que sea
él mismo el que, libremente, llegue a alcanzar su destino. Cada hombre está llamado a
desarrollar sus propios talentos para que se él mismo. Está llamado a actuar
coherentemente en todas las circunstancias de la vida. No está destinado a perderse en el
anonimato, a ser manejado por otros como si fuera una cosa.
La DSI y toda acción pastoral, tiene que hacer que cada uno respete esta gran
dignidad que tiene y que crezca en el uso responsable de su libertad.
⇒ La idolatría: esto ya es antiguo. Las culturas antiguas se movieron detrás de
ídolos. Cada uno de los ídolos ejercía su dominio sobre algún campo específico de la
naturaleza y sobre los hombres. Por ejemplo, en Grecia, Zeus era el dios del cielo,
Poseidón de los mares, Hades del infierno. Y así otros dioses regían las estaciones, la
fauna, la flora, el sol, la luna, el tiempo, el destino… Pero sus dioses eran viciosos y
estaban sujetos a la debilidad propia de la condición humana: raptaban, mataban,
violaban, eran mentirosos, envidiosos, celosos, codiciosos, lujuriosos, vengativos y
agresivos. No eran deidades muy ejemplares. Así, ellos se excusaban diciendo: Si
nuestros dioses hacen todo esto, ¿por qué nosotros no?
Toda nuestra sociedad y en especial nuestros jóvenes hoy también se crean
“divinidades” humanas. Divinidades que no se comportan de modo ejemplar y de esta
manera excusan sus malos comportamientos. Los ídolos de hoy en día son Maradona,
el famoso “Diego de la gente”, Gilda, Rodrigo, Charly García, algunos otros cantantes,
jugadores… los famosos “Ricos y famosos”, que salen diarios, revistas y programas
televisivos. Entonces uno irá por la calle y verá peinados, tinturas, vestimentas,
expresiones verbales, gestos, que serán una simple imitación de los “nuevos ídolos”. Y
por sobre todo en el joven de hoy se puede ver un nuevo ídolo: uno mismo. El joven de
hoy es el que se sabe todas, aquel a quien nadie tiene nada que enseñarle: “¿a papá?”
9
Sáenz, pp.36-37.
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“¿yo?... me las sé todas”. Y esto en la juventud es muy peligroso, porque es una etapa
de la vida que necesita de los otros para formar la propia personalidad.
Contra esta idolatría el cristianismo es bien claro, es más, ya es algo que
encontramos en el Antiguo Testamento:
Para el joven cristiano no puede haber otro modelo que el mismo Señor. Quizá
este sea un campo en el que se pueden sacar muchos frutos en la acción pastoral.
Presentándole al joven la figura de un Cristo heroico y grande, que plantea exigencias
para personas con una voluntad firme y no mostrando a un Cristo débil, sensiblero... La
juventud argentina necesita que se les presente este modelo, así dejará de lado a los
“becerros modernos” y seguirá las huellas del Señor.
Conclusión
Al aplicar el método en torno a la juventud argentina, lo que más nos llamó la
atención es que se puede hablar de una corrupción de costumbres. Dicha corrupción se
hace patente en la cultura de la muerte, la masificación y la idolatría. Estas
descripciones de nuestros jóvenes están muy lejos de estar en la línea del mensaje
cristiano, por lo que no podemos aceptarlas.
La propuesta, según la tercer instancia del método de la DSI, es ni más ni menos,
que presentar el mensaje cristiano tal cual es. Por lo que hay que hablar más de la
castidad, de la virginidad, el celibato, el respeto del cuerpo... También habrá que
“condenar” todo aquello que atente contra la dignidad del hombre.
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Dt. 5:7-8.