You are on page 1of 8

LOS ESTADOS UNIDOS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA

Inmaculada Melón Juncosa

El Atlántico actuó como una barrera que separó a los Estados Unidos de la guerra civil española.
Los sucesos es España importaban poco a la mayoría de los americanos y, a pesar de que la prensa cubrió la
guerra de forma constante, la opinión pública norteamericana se mostraba dividida y poco interesada. En
una encuesta Gallup de febrero de 1939 (1) sólo el 59% de los encuestados dijo haber seguido la guerra en
España. De estos, el 51% (31% del total de encuestados) simpatizaba con los republicanos, el 19% (11.2%
del total de los encuestados) dijo simpatizar con Franco, un 21% (12.4% del total), con ninguno de los
bandos y el 9% (5.3% del total) dijo no tener opinión. Sobre la posible venta de material de guerra a la
República el 39% (23% del total de encuestados) estuvo a favor, el 49% (28.9 % del total) en contra y el
12% (7.1 % del total) no opinó.

Sin embargo, para muchos, esos tres años de conflicto iban a ser muy importantes aunque por
razones bien distintas. Es muy conocida la participación de los voluntarios americanos de la brigada
Abraham Lincoln en la batalla del Jarama y la huella indeleble que tal experiencia dejó tanto en la vida de
los protagonistas como en la literatura y el arte norteamericanos. A día de hoy, todavía los excombatientes se
reúnen de forma periódica y mantienen publicaciones y páginas web (www.alba-valb.org/) en las que
explican sus experiencias en España y los motivos que les llevaron a participar en un conflicto que, a
primera vista, les era ajeno. En cuanto a la literatura norteamericana, la visión de escritores como
Hemingway y Dos Passos tanto en su faceta de reporteros como de novelistas (Por quién doblan las
campanas) o de guionistas de documentales de propaganda (The Spanish Earth) colaboró a crear un clima
favorable a la República.

A pesar de que la actitud de los EEUU estuvo dominada por el aislacionismo y la neutralidad,
políticos, intelectuales y empresarios tomaron también partido en la medida de lo posible por uno u otro
bando. Los apoyos que prestaron a los contendientes, aunque siempre condicionados por la política nacional
e internacional, tuvieron gran importancia en el desarrollo de la guerra.

El apoyo a los sublevados


La causa franquista levantó las simpatías de elementos importantes de la sociedad americana. En
primer lugar, entre los grupos semi-fascistas o de extrema derecha, que vieron en la sublevación militar una
respuesta a la creciente marea judeo-comunista internacional. En esos momentos una ola de anti-semitismo
invadía los Estados Unidos. Algunos de los más famosos americanos del momento mostraban simpatías
fascistas: William Randolph Hearst, Joseph Kennedy (el padre del futuro Presidente y Embajador de Estados
Unidos en Londres), Charles Lindbergh, John Rockefeller, Andrew Mellon (Secretario del Tesoro), Henry
Ford, Allen Dulles (después jefe de la CIA)… Henry Ford había publicado en su periódico semanal The
Dearborn Independent “The Protocols of the Learned Elders of Zion”, que pasaba por ser la agenda secreta
de los judíos y sus planes de dominación mundial. Para las organizaciones de extrema derecha, la situación
en España era el reflejo de lo que estaba pasando en Estados Unidos en donde el lobby judío, los extranjeros
y los comunistas se estaban haciendo cada vez más fuertes. El periódico oficial “Christian Silvershirts”
alegaba que los judíos habían accedido al poder en España siguiendo el mismo proceso que en los Estados
Unidos y que los cristianos españoles se habían rebelado de la misma manera que tendrían que rebelarse en
América. (2)

1
En segundo lugar, también simpatizó con la causa franquista la Iglesia Católica americana que,
aunque minoritaria, ejerció una gran presión en la administración Roosevelt. La Iglesia Católica se había
formado por la emigración en el periodo comprendido entre los levantamientos europeos de 1848 y la
Primera Guerra Mundial. Entre los emigrantes había polacos, italianos, alemanes y sobre todo irlandeses
que, al contar con la ventaja del idioma, dominaron enseguida la Iglesia estadounidense. La comunidad
irlandesa odiaba visceralmente a la protestante Inglaterra que había convertido su patria en colonia,
subyugado a su población y dejado morir de hambre a cerca de 300.000 irlandeses durante la crisis de la
patata. Los movimientos de independencia irlandeses habían recurrido a Alemania para obtener ayuda y, con
el ascenso de Hitler, el nacionalsocialismo se veía como un aliado contra el imperialismo inglés.

La Iglesia Católica norteamericana hizo campaña en apoyo a los nacionalistas. Un vergonzoso


ejemplo fue el del Padre Charles E. Coughlin, el cura de la radio, quien intentó chantajear a los judíos
americanos con un progrom si seguían dando su apoyo a la República española. Tras el pacto de Munich
circularon rumores de que Roosevelt podría levantar el embargo de armas a España. El Padre Coughlin,
respaldado por la jerarquía eclesiástica, acudió a la radio predicando la formación de un frente cristiano que
degeneró en una ofensiva contra los judíos, a los que se acusó de utilizar los medios de comunicación en
contra de Franco. Para mantener el embargo, Coughlin empezó el 20 de noviembre de 1938 una serie de
discursos radiofónicos en los que argumentaba que los judíos controlaban el movimiento comunista, se
aludía a la persecución que sufrían los católicos en España y se denominaba a Franco un rebelde por Cristo,
un rebelde por la causa de la humanidad (3). Sin la fuerza de la Iglesia no habría existido una oposición
organizada al levantamiento del embargo. A pesar de su sentimiento pro-republicano y de sus simpatías por
el Gobierno español, el Presidente Roosevelt necesitaba de la leal Democracia Cristiana en su política del
New Deal y su apoyo coartó la libertad de acción del Gobierno norteamericano con respecto a España.

En tercer lugar, algunas empresas americanas (Texaco, Standard Oil, General Motors)
proporcionaron una ayuda decisiva a los nacionales, movidas por el deseo de proteger las ya existentes
inversiones y preservar el mercado español de las fuerzas anticapitalistas que obraban del lado de la
República. La ayuda de la Texas Oil Company a Franco tuvo quizá más impacto en la guerra que cualquier
otra acción emprendida por los americanos. En 1935, el gobierno central español había cambiado de
distribuidor principal de crudo, de la Unión Soviética a Texaco. Cuando ocurrió el alzamiento nacional, en
julio del 36, cinco petroleros de Texaco que transportaban 18.000 de toneladas de petróleo se encontraban de
camino a España. El Presidente de Texaco, Thorkild Rieber, un profascista que entabló conversaciones con
los generales sublevados españoles, ordenó que los barcos cambiaran el rumbo y se dirigieran a puertos
nacionales antes que entregarlo al gobierno republicano, que había pagado por él. También se acordó con
los sublevados un crédito a largo plazo y sin garantías. La compañía recibió por ello una multa de 22.000
dólares pero el resultado fue que en 1936 Franco ya había recibido 344.000 toneladas de petróleo. En años
sucesivos, estas ventas se incrementaron: 420.000 toneladas en 1937, 478.000 en 1938 y 624.000 en 1939.
Al final de la contienda, Texaco había ganado 6 millones de dólares y Thorkild Rieber fue condecorado con
la Gran Cruz de Isabel la Católica en abril de 1954 (4). La Texas Oil Company no fue la única compañía
norteamericana en prestar su ayuda a los generales sublevados. Ford, Studebaker y General Motors les
proporcionaron la mayor parte de sus medios de transporte. Los nacionales compraron a estas empresas
12.000 camiones mientras que las compras a alemanes e italianos no superaron las 3.000 unidades. El
motivo fue el precio: los camiones americanos eran más baratos que los de sus aliados. Las compañías
americanas también vendieron armas a los nacionales enviándolas primero a la Alemania nazi, desde donde
fueron transbordadas a España. En 1938, la Atlas Powder Company de Dupont envió 60.000 bombas aéreas
a Alemania todas marcadas para trasbordo a un destino no declarado.

2
El apoyo de liberales e intelectuales a la República
La España republicana fue un tema central de debate para los moderados. Adam Clayton Powell,
John Dewey y Reinhold Neibuhr se encuentran entre los liberales no comunistas que firmaron iniciativas en
apoyo a la República, a la que consideraban como la representante de las fuerzas de la democracia y del
progreso social y ejemplo de la separación de la Iglesia y el Estado. Para los liberales americanos la
República frenaba el avance del comunismo internacional y por ello siempre condenaron la política de no
intervención de la administración Roosevelt. (5) Bien liberales o izquierdistas, los intelectuales americanos,
como sus colegas europeos, se habían visto cautivados por la vuelta de los españoles al gobierno popular en
una Europa que se movía hacia el fascismo y el autoritarismo. Cuando estalló la guerra, la intelectualidad
americana la consideró como la invasión fascista que frenaba el progreso en España. Decenas de rectores
universitarios, profesores, escritores y artistas firmaron peticiones de apoyo a la República. A esto siguió
una inundación de panfletos pro-republicanos, artículos y libros de escritores comprometidos que
convirtieron España en la causa central de una generación de intelectuales. Se hacía referencia a España
como “la última gran causa” o “la última causa pura” porque muchos intelectuales creían que la victoria o la
derrota en España decidiría el destino del progresismo en todo el mundo. Para los intelectuales americanos
España se convirtió en el escenario de un conflicto épico entre el bien y el mal que condujo a un gran
número de activistas a presentarse voluntarios en la Brigadas Internacionales. (6)

El apoyo de las izquierdas americanas a la República


La guerra civil española creó serias tensiones en los círculos políticos de izquierdas, aunque la gran
mayoría de los radicales americanos apoyaba a la República. Una parte del partido socialista americano
abandonó la posición pacifista que mantuvo durante la Primera Guerra Mundial a la luz de la evidencia de
la incipiente agresión fascista. El líder socialista Norman Thomas prestó su apoyo a la República y condujo a
la disensión interna en el partido:
…organizó el reclutamiento de voluntarios para la “Columna Eugene V, Debs” (…) dentro de las
Brigadas Internacionales argumentando que “es porque creo tan firmemente en el horror y la inutilidad de
la guerra por lo que pienso que deberíamos ayudar a nuestros camaradas españoles a detener la guerra de
Franco”, a la luz de la coyuntura internacional. Thomas defendía que apoyar a la resistencia militar de la
República significaba”aumentar grandemente la esperanza del mundo de evitar la catástrofe de una
segunda guerra mundial mucho peor que la primera”. (7)

Las organizaciones estudiantiles tuvieron problemas similares cuando el estallido de la guerra les
hizo cambiar su política de no participación en ningún tipo de servicio militar (“Oxford pledge”) a pedir
activamente mayor participación americana en el conflicto español. La Liga Antifascista y Antibélica
cambió su nombre por el de Liga por la Paz y la Democracia en 1937, cuando sus líderes pro-comunistas
admitieron que algunas guerras valía la pena lucharlas. Un elemento importante de la oposición americana a
los nacionales fue el prejuicio de los americanos protestantes contra el catolicismo. La oposición al
catolicismo condujo a muchos protestantes a culpar a la Iglesia Católica española por la condiciones que
condujeron a la guerra y a algunos grupos conservadores protestantes (incluyendo a las Hijas de la
Revolución Americana) a dar su apoyo a la República. (8)

El apoyo del partido comunista americano (CPUSA)


La guerra española se convirtió en un tema clave para el CPUSA, que asumió el liderazgo del
movimiento antifascista americano. La guerra proporcionó la oportunidad al Partido Comunista de aumentar
su prestigio en los Estados Unidos y de alcanzar las mayores cotas de afiliación de su historia (en enero del
1936, el partido contaba con 30.386 afiliados, 37.682 en enero del 37 y 54.012 en enero del 38). A pesar de
su pequeño número, los comunistas americanos tuvieron gran influencia durante la guerra. Siguiendo las
directrices del 7º Congreso Mundial en 1935, se les ordenó a los partidos comunistas colaborar con los

3
partidos no comunistas en un frente unido. De esta forma, el CPUSA pudo cultivar contactos con las
corrientes progresistas del momento. Grupos estudiantiles, organizaciones pacifistas, coaliciones por
derechos civiles y otro tipo de agrupaciones volvieron sus ojos hacia el partido comunista en busca de
liderazgo. Cuando estalló la guerra en España, el partido comunista pudo asumir el liderazgo del
movimiento para salvar a la República porque tenía grandes ventajas sobre sus rivales potenciales. Los
principales partidos no querían verse involucrados en la guerra; los comunistas tuvieron poca competencia
de otros partidos de izquierdas como los socialistas porque estaban mejor organizados, tenían más dinero y
eran más disciplinados. El partido dio los primeros pasos estableciendo un entramado internacional para
convertirse en los campeones de la República. El primer frente fue la constitución del Gabinete Médico de
ayuda a la Democracia en España (Medical Bureau to Aid Spanish Democracy) fundado el 1 de octubre del
1936 para recaudar fondos para ayuda médica a la República. En pocos meses, había conseguido más de
cien mil dólares. Se compraron suministros quirúrgicos, medicamentos, ambulancias y se pagó a médicos y
enfermeras americanos que fueron a España. (9) Un gran número de organizaciones siguieron este primer
ejemplo y el Partido Comunista decidió centralizar la ola nacional de simpatías pro-republicanas formando
el Comité Norteamericano de Ayuda a la Democracia Española en noviembre de 1936 (North American
Committee to Aid Spanish Democracy).

Chief U. S. relief aid for both sides of Spain has come from the Quakers' American Friends Service
Committee, which has spent $150,000 in feeding children on both sides of the line. Chief medical aid has
gone to Leftist Spain from the Medical Bureau and North American Committee to Aid Spanish Democracy,
which have outfitted 80 ambulance units, sent $464,621.85 to Spain for medical and refugee activities, have
sent $330,400 worth of goods. (10)

Las tareas de este comité, que al final se fusionó con el Gabinete Médico, eran conseguir fondos para
la República y organizar campañas en contra de la Ley del Embargo. Al igual que en el caso del Gabinete
Médico, la mayoría de sus colaboradores eran liberales que no estaban al tanto de la conexión con el partido
comunista. Más tarde el Partido daría los primeros pasos para la contribución norteamericana en las Brigadas
Internacionales.

La neutralidad de la Administración Roosevelt


Desde el inicio del conflicto, Roosevelt se dio cuenta de que la guerra en España no era sólo una
tragedia ibérica sino una crisis internacional. Aunque sus simpatías estaban con los republicanos, tenía
miedo de que los radicales de izquierdas dominaran el Gobierno español. En su respuesta inicial al conflicto,
Roosevelt sufrió las presiones internas e internacionales. Internamente, necesitaba de católicos y liberales
para su política del New Deal. En el exterior, británicos y franceses presionaban para firmar un acuerdo
internacional (11) que prohibiera la venta de armas a cualquiera de los bandos en guerra. En 1917 América
había ido a la guerra para luchar por la democracia pero en los años 30 se sospechaba que el derramamiento
de sangre había servido para proteger los intereses empresariales. Las investigaciones del senador por
Dakota del Norte, Gerald Nye, sobre los beneficios de los fabricantes de municiones durante la Gran Guerra
aumentó la postura no belicista de la sociedad norteamericana. El Congreso aprobó el Acta de Neutralidad
en 1935 a la luz de las revelaciones de Nye. El Acta prohibía a los ciudadanos americanos vender o
transportar mercancías militares a ninguna nación que estuviesen en guerra. El Acta resultaba así
discriminatoria respecto del país agredido.
En febrero del 36, el Congreso aprobó una segunda Acta de Neutralidad, que limitaba aún más la
libre actuación del Presidente y prohibía los préstamos; pero su aplicación se circunscribía a los conflictos
internacionales. En el caso de la guerra civil española el Acta no tenía jurisdicción.

Desde los primeros días la diplomacia norteamericana tuvo que tomar postura:

4
Question of fueling Spanish war vessels in Tangier Bay causing menacing situation. General Franco
threatens bombardment of ships in Tangier habor if supplies are furnished.(…)My suggestion to Vacuum
Oil Company was to inform ships that the company, as an American concern, would prefer to make no
deliveries until they know (…) that the constituted international authorities of the zone do not consider such
deliveries to violate the statutory neutrality (…) Vacuum Oil Company, however, have decided on their own
initiative advisable to supply small quantity desired on demand of Spanish Minister at Tangier. (12)

El 22 de julio, el barco americano Exmouth casi recibió el impacto de tres bombas nacionales
mientras navegaba por el estrecho, por lo que Franco recibió una queja diplomática. Tras el telegrama del 29
de julio del general Cabanellas a Washington informando de la formación del Comité de Defensa Nacional,
Cordel Hull se reunió con sus asesores para definir las líneas políticas a adoptar; los embajadores fueron
advertidos de que, aunque el Acta de Neutralidad no tenía aplicación en el caso español por no ser una
guerra entre Estados, el gobierno americano se abstendría de cualquier injerencia en la “contienda civil”. No
obstante, se trataría de influir moralmente, apoyando los pasos que se diesen para humanizar el conflicto.

En la postura adoptada por Roosevelt, tuvo gran importancia la información que recibió del
embajador en España, Claude G. Bowers. Amigo personal del Presidente, Bowers le aconsejó en contra de
una implicación norteamericana en el conflicto español, ya que una intervención podría precipitar la guerra
en Europa.
En su opinión no debían verse envueltos en ningún tipo de asuntos internos españoles y
dedicarse estrictamente a sacar a los norteamericanos de las zonas de peligro. (13)

Y a eso se aplicó la Administración Roosevelt en los primeros meses. La política de protección


de ciudadanos tuvo éxito pero no así los intentos de protección de propiedades y empresas en la zona
republicana; en la zona nacional, sin embargo, las confiscaciones fueron escasas.

A finales del año 1936 se empezó a discutir el acta de embargo para España. El embargo contó con el
favor de la prensa americana y fue respetado en los primeros meses. Pero la imposibilidad de comprar armas
en EEUU limitó la cantidad de material y aumentó la dependencia de la República de la Unión Soviética.
Los críticos con la Ley del Embargo, como el socialista americano Norman Thomas, argumentaron que,
dada la habilidad de los nacionales de obtener armas de Italia y Alemania, esta postura sólo afectaba
negativamente a la República (14). A pesar del embargo, el ejército republicano trató de comprar armas en
EEUU y después de varios intentos fallidos vía México y Francia, el gobierno se puso directamente en
contacto con Robert Cuse, Presidente de la corporación Vimalert. Éste solicitó la exportación de armas por
valor de 2.777.000 dólares (15). La prensa atacó la decisión de Cuse pero Roosevelt la consideró legal,
aunque no patriótica. El caso provocó la revisión de la postura americana, pero el proceso era lento y el 5 de
enero de 1937 se produjo una nueva concesión de licencias de exportación de armas para España por valor
de 4.507.000 dólares. Esto llevó al Congreso a actuar con rapidez e intentar impedir el envío. El 8 de enero
de 1937, se aprobó la resolución pero, para esta fecha, el Mar Cantábrico había partido hacia España. La
victoria del Gobierno republicano fue efímera porque el cargamento fue interceptado por los nacionales el 3
de marzo.

Roosevelt comenzó a considerar negativa política de apaciguamiento del Reino Unido y a


barajar la posibilidad de decretar un embargo a Alemania, Italia y Austria. El 2 de mayo, el senador Nye
presentó una resolución para eliminar el embargo de armas a España. La presión política para levantar el
embargo era cada vez mayor. El 31 de agosto Roosevelt escribió una carta a Bowers en la que deseaba que
los británicos cambiaran de postura a tiempo para ayudar a poner fin a la guerra en España.

5
Pasada la reunión cuatripartita de Munich, el debate se volvió a reabrir. El secretario de
Interior, Harold Ikes, en carta del 23 de noviembre daba cuenta al Presidente de una conferencia de abogados
celebrada en Washington, quienes mostraban sus temores por el avance de Hitler en Europa y la posibilidad
de que se adueñara de España. Asimismo, el embargo de armas podría considerarse en círculos
latinoamericanos como la negativa a dar apoyo a gobiernos izquierdistas que se vieran amenazados por el
fascismo y como la prueba de que la amistad con países totalitarios conllevaba ventajas materiales. Ickes
proponía reabrir la posibilidad de que el gobierno republicano comprase armas a EEUU. Roosevelt convocó
a sus consejeros, quienes le aconsejaron en contra de la propuesta de Ickes. Además probablemente, a estas
alturas de la guerra (diciembre de 1938), las arcas republicanas estarían vacías. El 7 de enero de 1939,
Bowers escribió una carta al Secretario de Estado advirtiéndole de la hostilidad de las tropas nacionales hacia
los Estados Unidos debido a la creciente dependencia de Alemania e Italia y a que el gobierno de Franco
había sido reconocido por esto países y por Japón. En ella expresa también su convicción de que la política
de Franco viene dictada desde Alemania y de que, si los nacionales vencen, los EEUU se encontrarán con
una nación problemática en Europa que además podría influir negativamente en los intereses
norteamericanos en Latinoamérica(16). El 27 de febrero, Gran Bretaña y Francia reconocen el gobierno de
Franco, y los esfuerzos de la administración Roosevelt se centrarán en que el nuevo gobierno garantice la
vida e intereses de los norteamericanos que quedan en España. Aún así queda lugar para la diplomacia y, en
los meses siguientes, se establece algún contacto para conseguir que el nuevo gobierno fuera clemente en la
aplicación de la Ley de Responsabilidades Políticas (17).

En general, la política norteamericana no se apartó de la línea adoptada al principio de la guerra. La


posición de Roosevelt, claramente antifascista, no pudo romper el aislacionismo marcado por el Reino
Unido. Sin embargo, para intentar ayudar al gobierno republicano, Roosevelt ordenó que no se tomaran
medidas muy estrictas en la persecución de los brigadistas internacionales y creó una comisión que
recaudara fondos para enviar grano a la República. Desafortunadamente, la Iglesia Católica se opuso al
envío y sólo llegaron a España unos miles de barriles de grano. Acabada la guerra, Roosevelt expresó en
repetidas ocasiones su sentimiento de culpa y su remordimiento por la política de embargo y consideró que
la no intervención había sido un gran error.
The Spanish embargo. . . had been a grave mistake . . . . The policy we should have adopted
was to forbid the transportation of munitions of war in American bottoms. This could have been done
and Loyalist Spain would still have been able to come to us for what she needed to fight for her life
against Franco. (18)

Al evaluar el papel que EEUU jugó en la guerra civil española es imposible ignorar las
motivaciones e intervenciones políticas, empresariales y de distintos sectores de opinión. El propósito
que motivó el acuerdo de no intervención fue el deseo de evitar que Europa se polarizara de tal
manera que una nueva guerra fuera inevitable. Sin embargo, el desarrollo de la intervención y no
intervención de las potencias extranjeras tuvo como resultado la creación de una estructura de apoyos
e inhibiciones exteriores muy desigual para ambos bandos y de efectos muy dispares. Secundada la
política de no intervención por la administración demócrata del presidente F. D. Roosevelt mediante
la imposición de un embargo de armas unilateral, la República sólo pudo contar con el apoyo de
México y con las dudosas oportunidades ofrecidas por el oscuro mundo de los traficantes de armas.
Esa configuración de fuerzas supuso al final una ventaja decisiva para el bando franquista y un
perjuicio mortal para la capacidad defensiva del gobierno republicano.

6
NOTAS

(1)The Gallup Brain (base de datos de Gallup Organization) www.galluppoll.com/ encuesta 147 del 2
/2/1030 preguntas 2a, 2b y 2c. Citado por Erik Coleman en su tesis “Some men put in their lives” de
2001.
(2) Allen Guttmann, The Wound in the Heart: America and the Spanish Civil War, TheFree Press of
Glencoe, New York 1962. pg.20-21
(3) Herbert R. Southworth “La propaganda católica y la guerra civil española” , Historia 16 año IV nº 43 pg
72-80.
(4) Hugh Thomas, The Spanish Civil War: New York, Harper and Row, Publishers, New York, 1977 p.417
(5) Guttmann, Wound in the Heart, p.81
(6)Guttmann, Wound in the Heart, pg.86-87
(7) Xavier Aguierra Aramburu “Los insumisos del 36: el movimiento antimilitarista y la guerra civil
española” Revista En legítima desobediencia 1996. Pg 44.
(8) Guttmann, Wound in the Heart,pg.67-71, 79-80
(9)Guttmann, Wound in the Heart,pg 117-120
(10) La ayuda principal para ambos bandos viene del Comité de Servicio de los Amigos Americanos de los
Cuáqueros, que ha gastado $150.000 en proporcionar alimento a los niños de amos lados. La principal ayuda médica
ha ido dirigida a la España izquierdista desde el Gabinete Médico y el Comité Norteamericano de ayuda a la
Democracia, que han equipado 80 ambulancias, enviado $464.,621,85 a España para actividades médicas y para los
refugiados y han mandado bienes por valor de $330.400.
New Target, lunes 4 julio 1938
http://www.time.com/time/magazine/article/0,9171,759921-2,00.html
(11) Enrique Moradiellos, “Un Triángulo vital para la República: Gran Bretaña, Francia y la Unión
Soviética ante la Guerra Civil española”. Revista Hispania Nova nº 1, 1999.
(12) El problema el abastecimiento de combustible a los barcos de Guerra españoles en la Bahía de Tánger está
provocando una situación comprometida. El general Franco amenaza con bombardear los barcos en el puerto de
Tánger si se produce el suministro. (…) Mi consejo a la Vacuum Oil Company fue que informara a los barcos que la
compañía, como interés americano, preferiría no realizar el suministro hata que sepa (…) que las autoridades
internacionales no consideran que tal acción viola la neutralidad (…) La Vacuum Oil Company, sin embargo, ha
decidido por su cuenta y riesgo que es aconsejable suministrar la pequeña cantidad que pidió el Ministro español en
Tánger.
Carta del Agente diplomático y cónsul General de los EEUU en Tánger (Blake) al Secretario de Estado. 21
de julio 1936. United States Department of State / Foreign relations of the United States diplomatic papers,
1936. Europe Volume II (1936) Spain, pg 444 http://digicoll.library.wisc.edu/cgi-bin/FRUS/FRUS-idx?
type=turn&entity=FRUS000101260543&isize=M
(13) Antonio Marquina, “Estados Unidos y la guerra de España” UNISCI Discussion Papers nª 11 (mayo
2006) pg. 276
(14 ) Dominic Tierney, “The volunteer”Journal of Veterans of the Spanish Civil War Vol XXVII nº
2 junio 2005.
(15) Antonio Marquina , pg 277 y siguientes.
(16) Carta de Bowers al Secretario de Estado, 7 de enero 1939http://digicoll.library.wisc.edu/cgi-
bin/FRUS/FRUS-idx?type=turn&entity=FRUS000101410724&isize=M página 716
(17)Carta del embajador de Francia al Secretario deEstadohttp://digicoll.library.wisc.edu/cgi-
bin/FRUS/FRUS-idx?type=turn&entity=FRUS000101410770&isize=M página 762

7
(18) El embargo español…fue un gran error….La política que deberíamos haber adoptado debería haber sido
prohibir el transporte de municiones de guerra en barcos americanos. Esto habría sido posible y los
republicanos españoles podrían haber acudido a nosotros para luchar por la vida de la República contra
Franco.
Ickes, Diary, vol. 2, 569. citado por Tierney en “Franklin D, Roosevelt and Covert Aid to the
Loyalists in the Spanish Civil War”, Journal of Contemporary History 2004 SAGE Publications,
London, Thousand Oaks, CA and New Delhi, Vol 39, pg 313

BIBLIOGRAFÍA
LIBROS
• Allen Guttmann, The Wound in the Heart: America and the Spanish Civil War, The Free Press
of Glencoe, New York 1962.
• Hugh Thomas, The Spanish Civil War: New York, Harper and Row, Publishers, New York,
1977.

REVISTAS
• Herbert R. Southworth “La propaganda católica y la guerra civil española”, Historia 16 año IV
nº 43.
• Xavier Aguierra Aramburu “Los insumisos del 36: el movimiento antimilitarista y la guerra
civil española” Revista En legítima desobediencia 1996.
• Enrique Moradiellos, “Un Triángulo vital para la República: Gran Bretaña, Francia y la Unión
Soviética ante la Guerra Civil española”. Revista Hispania Nova nº 1.
• Antonio Marquina, “Estados Unidos y la guerra de España” UNISCI Discussion Papers nª 11
(mayo 2006).
• Dominic Tierney, “The volunteer”Journal of Veterans of the Spanish Civil War Vol XXVII
nº 2 junio 2005.
• Dominic Tierney, “Franklin D, Roosevelt and Covert Aid to the Loyalists in the Spanish Civil
War”, Journal of Contemporary History 2004 SAGE Publications, London, Thousand Oaks,
CA and New Delhi.

PÁGINAS WEB
• www.galluppoll.com/
• www.time.com/time/magazine/article/0,9171,759921-2,00.html
• http://digicoll.library.wisc.edu/cgi-bin/FRUS
• www.alba-valb.org

You might also like