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esposo al Putumayo, pero las matanzas hicieron
que él regresara intempestivamente. De hecho,
su propio hermano desapareci6, Hace mas de 11
aos que no sabe nada de él. Esta fue la primera
vez que la violencia hizo presencia en su vida.
Hacia el ao 2004 la pareja tenia ya tres
his. Vivian en una finca en el departamento
de Narinio donde trabajaron como mayordomos
por siete afios. Entonces emperaron las dificul-
tades con los grupos armados ilegales, y a su
patron, el dueno de la finca, lo desaparecieron
Durante varios dias preguntaron y los comen-
tarios fueron «que se olvidaran de él», «que ya
‘estaba practicamente muerto». Luego los ame-
nazados fueron ellos. Les dieron un plazo de
24 horas para que abandonaran la finca. Bertha
sallé de inmediato junto con sus tres hijos
mientras que su esposo se quedé encahonado
bajo la promesa de que lo liberarian una vez
que ella se hubiera ido:
«Tener que ver eso, a una persona que usted
quiere, que uno quiere, como yo quiero a mi es-
oso. Eso es muy horrible. Me dijeron que si no
salia de ahi y les dejaba la finca, que lo mata-
ban: “le damos 24 horas y no queremos volver
«a saber nada de usted acd, porque pues pricti-
‘camente esto nos pertenece es a nosotros". E50
fue muy feo. Yo les dije que no le hicieran nada
41, que fo dejaran porque yo tenia tres hijos.
de 61, y yo aqui en Popayan no conocia absolu
tamente a nadie»
‘Aan percibe como traumatica esa situacion. En
las noches suele sufrr pesadilas en que ve la
muerte de su esposo. Lo ama y quiere hacer una
vida con él, «ser una familia», Despiertay respl-
ra tranquila al velo reposar a su lado. Recuerda
cémo sus pensamientos «le daban vueltas» du-
rante las tres horas que caminé de la finca hasta