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John Austin te Como hecer cosas con palabras Palabras y acciones Compilado por J. O. Urmson )) PAIDOS Barcelona + Buenos Aires - Mexico q 8 Parte de sus contribuciones han sido recopiladas en libros péstumos. Para usar un roétulo provisional, diremos que Austin milité en la llamada “filosofia del lenguaje ordinario”. Esta expresién puede apuntar a muchas cosas distintas. Antes de esbuzar las ideas centrales de Austin (ver infra, apartado 11), haremos una breve referencia a la “filosofia del lenguaje ordi- nario”. A) Afirmar que un fildsofo pone énfasis en el lenguaje ordinario 0 natural puede querer decir, que coucierne a la forma como se aprecia en Oxford la obra de Aristételes, nos hemos dejadu guiar por le Concise Ency- clopaedia of Western Philosophy and Philosophers, preparada bajo la direccién de J. O, Urmson y publicada en 1960 por Hutchison, Londres. 2) Para el segundy apartado, que intenta presentar un bosquejo del pensamiento y método de, Austin, hemos utilizado jus siguientes materiales: a) el ensayo de Stuart Hampshire “J. L. Austin” publicado en los Procee- dings of the Aristotelian Society, New Series, vol. LX, pags. 1 a 14; b) el articulo de G. J, Warnock “John Langshaw Austin™, publicado en los Proceedings of the British Academy, volumen XLIX, pags. 345-63; c} el articulo de David Pears “Wittgenstein and Austin”, incluido en la compilacién British Analytical Philosophy, dirigida por Ber- nard Williams y Alan Montefiore, publicada por Routledge & Kegan Paul, Londres, 1966, pags, 17-39; a) el articulo sobre Austin publicado por J. 0. Urmson en The Encyclo- pasdia of Philosophy arriba citada (t. I, pdgs. 211-14); y e) el libro de Passmore citado més arriba, cap. XVIII. Al indicer aqui la bibliografia bisica utilizada, a la que hay que agregar, claro esti, la obra del propio Austin, nos evitamos colocar las numerosas notas que, de uo haber se- guido este procedimiento, deberiamos haber insertado reitera- das veces on el texto con el consiguiente daiio a su legibilidad. 9 entre otras cosas, que sustenta o recomienda algrma o algunas de las siguientes tesis o actitudes 1) Para tratar los problemas filoséficos —sean ellos lo que fueren— hay que usar un lengnaje llano, esto es, claro y simple. Hay que evitar la jerga altamen necializada y generalmente in- comprensible que muchos consid>ran indispensable para hacer filosofia. Grandes pensadores han abo- gado por esto e incluso han predicado con el ejem- plo. 2) Los problemas filoséficos, sin excepcién, son pseudoproblemas. Se originan en abusos cometidos en directo detrimento del lenguaje ordinario o natu ral, cuando se pretende usarlo fuera de los contex- tos donde cumple cabalmente su funcién. La tinica tarea Util ede llevar a cabo un filésofo es curar a sus colegas de la enfermedad profesional que los aqueja. Para ello debe persuadi rlos de que se abstengan de sustraer al lenguaje ordinario ce sus trabajos habituales. Los problemas filosdfices son problemas artificiales; brotan cuando, impul- sado por los filésofos, el lenguaje “‘sale de vaca- ciones” y empieza a operar locamente como una turbina que girase fuera de sus engranajes. Un len- Suaje es una forma de vida. No Posemic conside- rarlo aisladament en sf, con independencia de las multiples funciones que cumple en el cuadro de la vida de quienes lo emplean. 3) La tarea filosdéfica consiste basicamente en la elucidaci¢n de conceptos ordinarios, incorporados al lenguaje comun. No consiste en elucidar versio- - nes espectrales o supuestos equivalentes técnicos de ellas, obtenidos mediante procedimientos que, se piensa, han de liberarlos de la ambiguedad. vague- 10 dad, textura abierta, dependencia contextual, carac- ter no. explicito de sus reglas de uso, y otras “im- perfecciones” que los caracterizan. Hacer filosofia no es construir calculos ni jugar con ellos. Es poner en claro el complejo aparato conceptual presupues- to en e] empleo ordinario de palabras y expresiones cruciales que, en su mayoria, pertenecen al len- guaje cotidiano, no especializado. 4) El lenguaje ordinario o natural recoge las principales distinciones que vale la pena hacer, por lo menos en todos los aspectos practicos de la vida humana. En consecuencia, un estudio detenido de él, hecho con paciencia y minuciosidad, permite resolver todos los problemas filoséficos genuinos relativos a aquellos aspectos. Ese lenguaje atesora la experiencia secular de la humanidad. Por ello, todas las distinciones conceptuales justificadas estan incorporadas a él, y no hay distincién incorporada a 6] que no esté justificada. La cuestién est en saber mirar, 5) Sin prejuzgar sobre la génesis y/o la natura- leza de los problemas filoséficos, parece obvio que un adecuado ataque a ellos requiere, como tarea previa indispensable, dominar adecuadamente cl cimulo de distinciones y la riqueza de matices que exhibe el lenguaje ordinario. El examen de éste no garantiza la solucién (ni la disolucién) de todos los problemas filoséficos, pero constituye un punto de partida obligatorio para cualquier empresa ulterior. ¢Por qué apresurarnos a buscar nuevas formas de discriminacién conceptual sin haber examinado previamente las numerosas distinciones que encie- rra el lenguaje ordinario? Si no hemos hecho clara- mente explicito qué es lo que realmente decimos cuando a diario nos comunicamos con el préjimo, ti v mientras esa tarea siga siendo dificultosa, ¢cémo podemos lanzarnos a construir lenguajes artificiales dirigidas a sustituir total o parcialmente a ese Jen- guaje natural cv yos arcanos no hemos podido deve- lar? Sin un previo relevemiento del lenguaje natu- ral, gcomo podremos acordar la convencién ad hoc en cuya virtud adjucicaremos significado a los sig- nos del lenguaje técnico usado para plantear y/o resolver este o aque. problema? B) Las enteriores sor algunas de las cosas que podemos querer decix cuando afirmamos que un filésofo pone énfasis en el lenguaje ordinario. En el apartado II veremos en qué sentido y con qué alcance puede decirse que Austin fue muembro dei movimiento llamado ‘‘filosofia del lenguaje ordina- Sin duda es una simplificacién excesiva hablar de un movimiento. Quizé también lo sea distinguir unicamente dos Hneas dentro de esa orientacién. Sin embargo es usual hacerlo y aqui nos atendre- mos a ese modo de ver las cosas. ” 1) La primera Hnea se vircula al nombre de ‘Wittgenstein y a.la obra de sus Ultimos afios. Para’ algunos, la filosofia dei lenguaje ordinario no es otra cosa que lo que Wittgenstein ensefid desde la década del 30 en Cambridge, y que su libro péstu- mo Philosophical Investigations recoge a su manera. Se trata de un modo muy original de entender el mienester de la filosofia: hemos resumido toscamen- te su idea central mas arriba, en e} punto A.2). Por jas razones alli bosquejadas se lo conoce también como “analisis lingtiistico terapéutico”. Wittgenstein llegé a persuadirse de que todos los probiemas filos6ficos son artificiales y reservé para ~ LA EDICION INGLESA ue forman este li fueron pronunciadas por Austin en la [Iniversidad de Har logge tin eee loa rie sinter ef ye Ra | van Sessa trea 50 Hasta aqui no hay problemas. La accién puede ser llevada a cabo sin usar expresiones realizativas, i s emene lag Ciemunstancis 1e inchaen. promesa), es nulo, o hecho de mala fe, o incom eto, 0 cosa semejante. En el caso particular del prometer, como ocurre cor muchos otros 4 “Sgyyesnensiis eo Sita isu setatioeassad hw nner alee Shiai igtedutmandatt ayia boas gvibmali ewerarenlgnr irene stan jem sasha os ohh Piast Cher ngvetier is sa ccrmia ns enteten Tasoegeg ys Sos ES EOE eanrasepeenste sey BEES: CORRE ICR a aea PANERA tay ges ee nese es Pipes, labirrrien phen eieracises se Lobia seiastssenpstearam eo Sepa siodg speban eeeee ae savory 72 no existen”, simplemente cn el sentido de que aun- que fuer: no lo son og ue ya ningung los acepta oT alguna vex generalmente aceptados, ya 3 ma vaya Ja presencia de algin impedimento, cuya naturaleza no resulta inmediatamente clara, que obstaré siempre a que sea aceptada.

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