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|_28 | to a pearademine ue tants gente ao lngo de a historia han djado tants potes feaocumies, os bres, ks hapa ls iby ae oe ae Quizds uno de los mayores legados del humanismo de Sai do ese humanismo proveniente de las huchas auticeloniales act siglo vointe, sea el reconocimiento del cardcter transitorie te las fijaciones territoriales. A su vez, el reconocimiento de oss transitoriedad quizé permita comprender que los seros hun os -todos, sin excepeién- puedan dudar logitimamente de Ine adscripciones a un tersitorio o a una tradiciOn. Quizé permite imaginar la legitimacion del caractor nomdica de los hombre modomos y desmontar las fronteras territorialos y culturales sree fijan los limites de las migraciones posmodernas i Breviocraria De -RTEAU, MICHEL. 1988, The practice of J ae Mate 188. The practice of every day hie. University of Fron, Jost AwtoNto, 2000, “ronfa 0 fund ronfa o fundamentalism: diteas ontempordneos de la intercultralided™ En Marie Vinca Eduardo esropo els Atvpologes toners ee Foucsvir, Man, 972. The archacology of knowledge on Famauage, Pantheon. Nueva York ad the dscoure 1977. “Los intelectuales y el poder”, En Mi poder. Editorial La Piqueta. Yel poder" En Micrefision del ‘Saw. W. Ebwano. 1990. Orientalismo, Libertarias/Prodhufi, S.A. Madrid. ——— 1004. Representations of the intellectuals sew ofthe intellectuals. Pantheon Books. 1996, Cultura ¢ imperialismo, Anagrama. Barcelona, Gora Chaxnavony. 1988, “ECan the subal x Gn in the subaltern speak?”, En Cary et slam y lawrence Grossberg (eds.). Mancism and the interpretation foil. Macmillan, Londres (reproducido en a Revista Colombiana tmopologia. 39, Enerovdiciembre de 2003 pp. 287-368}, Recibido: 16 de febrero de 3003.” _____Aprobado: de octubre d 004, La IMPORTANCIA DE GRAMSCI para el estudio de la raza y Ia etnicidad” ‘Sruaer Hau” ‘Traduceién de Santiago Giraldo, ICANH 1. ploracién més sofisticada del hasta ahora poco elucidado fe ‘némeno del racismo y examinar la idoneidad de las formulacio- nes tesricas, paradigmas y esquemas interpretativos en las cien- cias humanas y sociales (..) con respecto a la intolerancia y el racismo y en relacién con la complejidad de los problemas que plantean’. Esta indicacién bastante general me permite situar con ‘més precisién el tipo de contri- Twi que hace un estudio so- 5 as in basin bre al trabajo de Gramsci a una wal! Conmencotn myo) 527, empresa mas grande. Desde mi (ae ee concen punto de vista, el trabajo deGra- dhechos pros aceon yhoo sci no ofrece una ciencia so- “En exe momento, Sut Hale prcesr del cial general que pueda ser re or ence eal ovr ho del aplicada al anélisis de los fen6- Yassaay menos sociales alo largo de una 1, tam esr rte sr aloo amplia gama comparativa do so- cola sobre Popa near ol ode ciodades histéricas.Sucontribur 2S." Se Jonceor sunanos oe Seo cién potencial es mas limitada, Unesco, Pos Sigue siendo, a pesar de esto, muy importante. Su trabajo es, precisamente, del tipo “sofistican- to”. Trabaja, de manera amplia, dentro del paradigma marxista. Sin embargo, ha revisado, renovado y sofisticado muchos aspectos de este marco to6rico para hacerlo mas importante a las relaciones sociales contemporaneas en el siglo veinte. Por tanto, tiene impor- tancia directa sobre la pregunta acerca de la “idoneidad” de las, teorias sociales existentes, ya que es en el “volver més complejas Jas teorfas y problemas existentes” que se puede encontrar su princi- pal contribucién te6rica. Estos puntos requieren de mayor claridad i L. OBJETIVO DE ESTA COLECCION DE ENSAYOS' ES FACILITAR “UNA EX- Volumen 41, anero-diiambre 2005, pp. 230257 220 Ua inporoncia de Grol pare el esto de To aa yTo eed antes de ofrecer un resumen y valoracién sustantivos de la con- tribucién teérica de Gramsci Gramsci no era un “teérico general”. Es més, no ojercié como académico o te6rico intelectual de ninguna indole. De principio a fin fue, y siguié siendo, un intelectual politico y activista socia tista on ia arena politica italiana. Sus escritos “tedricos” se deriva ron de este compromiso orgénico con su propia sociedad y su tiempo y siempre tuvo la intencién de servir, no un propdsito académico abstracto, sino el objetivo de “informar la prictica politica”. Por tanto, es esencial no confundir el nivel de aplica- cién en el que obran sus conceptos. Gramsci se Vofa a si mismo, principalmente, como alguien que trabajaba dentro de los més amplios parémetros del materialismo histérico, tal como habian sido esbozados por la tradiciGn académica marxista definida por el trabajo de Marx y Engels y, en las primeras décadas del siglo veinte, por figuras como Lenin, Rosa Luxemburgo, Trotsky, La briola, Togliati, etcétera -cito estos nombres para indicar el mar. co de referencia de Gramsci dentro del pensamiento marxista, no ara precisar su posicién en relacién con estas figuras, Establecer esto Ultimo os un asunto més complicado-. Esto significa que su contribucién tedrica tiene que ser lefda, siempre, sabiendo que esté operando, de manera amplia, sobre terreno marxista. Esto es, el marxismo proporciona los limites generales dentro de los que operan los desarrallos, refinamientos, revisiones, avances, pensamientos adicionales, nuevos conceptos y formulaciones originales de Gramsci. Sin embargo, él nunca fue un “marxista”, en sentido doctrinario, ortodoxo o “religioso”. Entendia que el esquema generat de la teoria planteada por Marx debia ser desa- rrollado constantemente en términos tedricos; aplicada a nuevas condiciones historicas; relacionado con nuevos desarrallos on la sociedad que Marx y Engels no habfan podido prever; expandido y cualificado mediante la adicién de nuevos conceptos. Asi, el trabajo de Gramsci no representa “un pie de pagina” ala ya completa edificacién del marxismo ortodoxo ni una evoca- ion ritual de la ortodoxia que termina siendo circular en el sen- tido de producir “verdades” que ya son bien conocidas. fl practica un marxismo genuinamente “abierto”, que desarrolla muchas de las ideas do la teoria marxista en la direccién de nuevas preguntas ¥ condiciones. Por encima de todo, su trabajo pone en accién Conceptos que el marxismo clésico no provee pero sin los cua- les la teorfa marxista no puede explicar de manera adecuada Revisto Colombione ‘Aniropologie | 221 ‘oluman ai amar diciombre 2005 los fenémenos sociales complejos que encontramos en el mun- do moderno. Es esencial entender estos puntos si vamos a situar ‘su trabajo contra el trasfondo de “las formulaciones tedricas, paradigmas y esquemas interpretativos de las ciencias sociales y humanas” existentes. La obra de Gramsci no s6lo no es una obra general de ciencias sociales, de la talla de, digamos, la de algunos de los “padres fun- adores” como Max Weber o Emile Durkheim, . a pare. ningtin lado de esa manera general y sintética tat cae ible El cuerpo principal de sus ideas tedricas esta disper- so entre sus ensayos ocasionales y escritos polémicos eee riodis olitico activo y prolifico— y, claro, en la gran colec- lemon "Cuadernos escrita or él sin la posibilidad de acceso a bibliotecas u otros libros de referencia, bien sea durante sus va- caciones forzadas en la prisién en Turin durante la época de Mus- solini, después de su arresto (1928-193), 0 nego de su liberaci pero cuando ya era un enfermo terminal en la clinica Formal (1934 1985). Este cuerpo fragmentado de escritos, incluyendo los Cua dernos (Quaderi del carcere), se encuentran casi todos ahora en el Instituto Gramsci en Roma, - i dondo se propara una ediciin 2 Aa arvonis wakeyorenais critica definitiva de su obra pobicodor, mentor sz, ena Sl por ‘NT, No s6lo es que sus escri Einaudi en Turin. En inglés existen omeone | tos estin dspersos: con fto- weep nde etn sictnt Guencia son fragmentariosensu "Nowell Smihy @. More liernot cre forma, les falta continuidad Y_Rbleoons Nie Yk 7 Slctons hon he no han sido“acabados". Grams: ee eee Gl escribié con frecuencia Recta surtck in eho ceame en los Cuadernos de lo ee trie ecooe 8 carcel— en las circunstanciss Fogaay Nel roto econ més desfavorables: por ejemplo, cos en este ensayo son de las raduccones 2] Sr—C—— tructuracion compleja de los distintos niveles de articulacién, y implemente, la existencia de més de un modo de produc: ¢s lo que constituye ta diferencia entre el concepto “modo de producci6n’ y le por necesidad més concreta e histéricamen- te especitica nocién de “formacién social”, Ahora, este ailtimo concepto es la concepcién a la que Gra sci se dirigia. Eso es fo que él queria decir cuando proponia que la relacidn entre “estructura” y “superestructura”, o€l “paso” de cnalguier movimiento organico hist6rico a lo largo de toda una formacién social era central en. cualquier tipo de andlisis que no fuese reduccionista 0 economista. Plantear y resolver esa pregunta imphicaba conducir un andlisis bien fundamentado sobre el entendimienta de las selaciones complejas de sobre- determinacién entre las distintas practicas sociales de cualquier formacién social. ‘aren ar wo diciembre 1005 Este es el protocolo seguido por Gramsci cuando en “El prin- cipe moderno” esboza su forma caracteristica de “analizar si- (uactones’. Los detalles son complejos y no pueden describirse aqui con todas sus sutilezas, pero es importante plantear el es- ‘quema bésico, ast sea s6lo para compararlos con una aproxima- cién mas “economista” 0 reduccionista, fl consideraba esto como “una exposicién elemental de la ciencia y el arte de tn polit ~entendida como un cuerpo de reglas practicas para la investi- gacion y de observaciones detalladas, «tiles para desperlar el interés on la realidad efectiva y para sstimular ideas mas vigo- rosas y rigurosas sobre la politica’ tuna discusién que, afade él, dobe tener un cardcter estratégico. Primero que todo, arguye él, tino debe entender la estructura fundamental, las relaciones objetivas dentra de una sociedad o “al grado de desarrollo de las fuerzas productivas”, ya que estas plantean los limites y condiciones fundamentales al contorno general del desarrollo hist6rica. De aqui se desprenden algunas de las principales lineas de tendencia que podrian ser favorables ‘a esta 0 aquella lines de desarrollo, Fl error del reduccionismo es, entonces, trasladar estas tendencies y constrehimientos de manera inmediata a sus efectos politicos @ ideolégicos absolu- tamente determinados; o, de manera alternativa, abstraerlos dentro de alguna “ley fértea de la necesidad”. De hecho, estas s6lo estructuran y determinan en el sentido que definen el te- rreno sobre ol cual se mueven las fuerzas hist6ricas. Pero no pueden, ni en primera ni Gltima instancia, determinar por com- pleto el contenido de las luchas politicas y econémicas. y mu- cho menos fijar 0 garantizar objetivamente los resultados de tales luchas. El siguiente paso en el andlisis es distinguit los movimientos histéricos “ongénicos”, destinados a penetrar profundamente en Ja sociedad y ser més 0 menos duraderos, de los “movimientos ‘més ocasionales, inmediatas y casi accidentales’. A este respec- to, Gramsci nos recuerda que una “crisis”, si es orgénica, puede durar décadas. No es un fenémeno estitico, sino, por el contra rio, uno que esté marcato por el movimiento constante, ta polé- mica, la réplica, etcétera, que representan los intentos de los distintos lados por sobrepanerse a o resolver la crisis y hacerlo bajo téeminos que sean favorables a largo plazo pasa sui hegemo- nia. El peligro tedrico, arguye Gramscf, yace en “presentar las causas como Inmediatamente operativas cuando de hecho solo Laat Stuart Hell lo impororca ds Goma paral audio rein lo dad operan de manera indirecta, 0 on asegurar que las causas inme- diatas son las tinicas efectivas”. Fl primero nos Heva hacia un exceso de economismo: y el segundo hacia un exceso de ideo- logismo (Gramsci estaba preocupado, sobre todo, por los mo mentos de derrota, por la oscilacién fatal entre estos dos extromos, que en realidad se reflejan el uno en el otro de mane- ra invertida). Lejos de que exista la garantia “cuasi-normativa’ de que alguna ley de la necesidad convertiré inevitablemente Jas causas econdmicas en efectos politicos inmediatos, insistia en que el anélisis s6lo es exitoso y “verdadero” si esas causas subyacentes se vuelven realidad. La sustituci6n del tiempo con- dicional por la certeza positivista es critica. A continuacién, Gramsci insistia en que la duracién y com- plejidad de las crisis no se pueden predecir de manera mecéni- ca, ya que éstas se desarrollan sobre largos periodos hist6ricos; se mueven entre periodos de relativa “estabilizacion” y perio- dos de cambio rapido y convulsionado. Por ende, la periodiza- cién es un aspecto clave del andlisis. Se mueve de manera paralela con la anterior preocupacién por la especificidad histé- ca. “Es precisamente el estudio de estos ‘intervalos’ de frecuen- cia variable lo que permite reconstruir las relaciones, por un lado, entro estructura y superestructura y, por otro, entre el de- sarrollo del movimiento organico y el coyuntural en la estructu- ra". Para Gramsci, en este “andlisis” no hay nada mecénico ni preceptivo. Una vez establecida la base para un esquema analitico dina- mico ¢ histérico, Gramsci se vuelve al andlisis de los movimion- tos de las fuerzas histéricas ~“las relaciones de fuerza"-, el terreno de las luchas v desarrollos politicos y sociales. Aqui introduce una nocién critica, y es que aquello que se busca no es la victoria absoluta de este sobre el otro, ni la incorporacién plena de un conjunto de fuerzas dentro de otras. Mas bien, el andlisis es tun asunto relacional, esto os, que debe resolverse relacional- mente, usando la idea del “equilibrio inestable” o del “proceso continuo de formacién y sucesién de equilibrios inestables”. La pregunta crucial aqui es “las relaciones de fuerzas favorables 0 desfavorables a esta 0 aquella tendencia” (la cursiva es mia). Este énfasis en las “relaciones” y en el “equilibrio inestable” nos erda que las fuerzas sociales perdedoras en algin periodo historico no necesariamente desaparecen del escenario de lu- cha, ni que en tales circunstancias la lucha se suspenda. Por Revista Colombiana ‘Anivopel Wiamen ai eee 6 ejemplo, la idea de la victoria “absoluta” y total de la burguesta sobre la clase obrera, o la incorporacién plena de esta dentro del proyecto burgués son ajenas por completo a la definicién de hegemonia propuesta por Gramsci, aun cuando las dos se con- funden con frecuencia en los comentarios académicos. Lo que siempre importa es el equilibrio tendencioso en las relaciones de fuerza. A continuaci6n, Gramsci diferencia las “relaciones de fuer- za” en cada uno de Jos momentos. £) no asume Ja existencia de una evolucién teleolégica necesaria entre estos momentos. Lo primero tiene que ver con la valoraci6n de las condiciones obje- tivas que localizan y posicionan a las distintas fuerzas sociales, Lo segundo se relaciona con el momento politico: el “grado de homogeneidad, autoconciencia y organizaci6n lograda por las distintas clases sociales” (Pw: 181). Lo importante aqui es que la asi llamada “unidad de claso” nunca se asume a priori, Se en- tiende que aun cuando las clases comparten algunas condici nes comunes a su existencia, también estén atravesadas por intereses en conflict y han estado segmentadas y fragmenta- das en el transcurso de su formacién historica. Asi pues, la “uni- dad” de clases es necesariamente compleja y debe ser producida ~construida, creada- como resultado de relaciones econémicas, politicas e ideolégicas. Nunca puede ser tomada como algo at tomético 0 como algo “predeterminado”. Junto con esta histori zacién radical de la concepcién automética de clases empotrada en el coraz6n del marxismo fundamentalista, elabora atin mas la distincién planteada por Marx entre “clase en st” y “clase para si”. Se da cuenta de las distintas fases a lo larga de las cuales pueden desarrollarse la conciencia, la organizacion y la unidad de clase. Esta el estadio “corporativo econémico”, en el que los grupos profesionales u ocupacionales reconocen tunos intereses comunes bésicos pero son conscientes de que no existen otros tipos de solidaridad de clase mas amplios. Después esté el mo- mento de “clase corporativa”, en el que la solidaridad de intere- ses de clase se desarrolla, aunque sdlo en el campo econémico. Por iltimo, esté el momento de “hegemonfa”, que trasciende los {mites corporativos de la solidaridad puramente econdmica, abarca los intereses de otros grupos subordinados, y comienza a “propagarse a lo largo de toda la sociedad”, trayendo consigo la unidad intelectual y moral, al igual que fa econémica y poiitica, y “planteando también las preguntas alrededor de las que ruge | ca de Gram por evuiie dee Y010yTo Sad de forma encamnizada la lucha (...) creando asf la hegemonta del grupo social fundamental sobre una serie de grupos subordina- dos”. Este proceso de coordinacién de los interoses de un grape dominante con Jos de otros grupos y con la vida del estado como un todo constituye la “hegemonta” de un bloque hist6rico parti- cular (PN: 182). Sélo en tales momentos de unidad “popular na- mnal” 1a formacién de lo que el Hama la “voluntad colectiva” se vuelve posible. Gramsci nos secuerda, sin embargo, que incluso este grado de unidad orgénica extraordinaria no garantiza el resultado de las luchas especfficas, que se pueden ganar o perder de acuerdo con el resultado de la cuestién tactica decisiva de las relaciones de fuerza politico-militares. Insiste, sin embargo, en que la “po- Iitica debe primar sobre el aspecto militar y slo la politica crea Ja posibilidad de maniobra y movimiento” (PN: 232). En particular, debemos observar tres puntos sobre esta formu- mn, Primero, ta “hegemonia” es un “momento” muy particu- lar, hist6ricamente especifico y temporal en Ia vida de una sociedad. Rara vez se logra este grado de unidad, que permite que una sociedad se plantee a sf misma una agenda historica bas. tante nueva bajo el liderazgo de una formacién o constelacién especifica de fuerzas sociales. Es poco probable que tales perio- dos de “estabilizacion” persistan para siempre. No tienen nada de automatico, Se deben construir positivamente y requieren de un mantenimiento constante mediante actividades. Las crisis seita- Jan el comienzo de su desintegracién. Segundo, debemos tomar nota del carécler multidimensional y multiescenario de la hege- monia. No puede construirse o sostenerse sobre un frente Gn por ejemplo, el econémico-. Representa un grado de dominio simulténeo sobre toda una serie de distintas “posiciones”. Este dominio no es impuesto, simplemente, o tiene un carécter de dominacion. Es resultado de ganar una buena proporciGn del con- sentimierto popular. Asi pues, representa la adopcién de unas ‘medidas tigurosas de autoridad social y moral, no sdlo sobre sus seguidores inmediatos sino también sobre la sociedad como un todo. Es esta “autoridad”, y el rango y diversidad de sitios sobre los que se ejerce el “Liderazgo”, lo que hace posible la propaga- ci6n, por un tiempo, de una voluntad colectiva intelectual, moral yy politica por toda la sociedad. Torcero, quienes “lideran’ durante ‘un periodo de hegemonia ya-no pueden ser descritos en el len- guaje tradicional como una “clase dirigente”, sino como un “liman ai erercciombre 2005 bloque hist6rico. Esto hace una referencia critica a la “clase” como un nivel determinante de anélisis; pero no pone clases completas directamente sobre el escenario politico-ideolégico como actores hist6ricos unificados. Los “elementos que lide- ran” en un bloque histérico pueden ser s6lo una fracci6n de la clase econémica dominante~por ejemplo, del capital financiero y noel industrial, del nacional y no del internacionel-. Asociados a1, dentro del “bloque”, habré un estrato de las clases subalter- nas y dominadas que se han incorporado a causa de concesio- nes y compromisos especificos y que forman parte de esta constelacién social aun cuando asuman un rol subordinado. “Ganarso” a estos sectores es resultado de la creaci6n de “alian- zas expansivas, universalizadoras” que cohesionan al bloque hist6rico bajo un liderazgo particular. Cada formacién hegemé- nica tendré entonces una configuracién y composicién social specifica. Esto es una forma bastante distinta de conceptuali- zar lo que muchas veces ha sido llamado, de manera amplia y poco precisa, la “clase dirigente”. Gramsci, es claro, no fue quien dio origen al término hege- monia. Lenin lo us6 en un sentido analitico para referirse al lide- razgo que debi6 establecer el prolotariado sobre los campesinos en Rusia durante las luchas por establecer un estado socialista. Esto por si s6lo es interesante, Una de las preguntas clave que plantea el estudio de sociedades en desarrollo -las que no han soguido el camino “clisico” de desarrollo hacia el capitalismo que Marx tom6 como su caso paradigmético en EI capital (por ejemplo, el caso de Inglaterra}-, es el equilibrio de y las relacio- nes entre las distintas clases sociales en la lucha por el desarro- Ho nacional y econémico; la insignificancia relativa del proletariado industrial, definido de manera Yimiteda, en aque- Ilas sociedades caracterizadas por un bajo nivel de desarrollo industrial; sobre todo, el grado en el que la clase campesina os un elemento sobresaliente en las luchas que llevan a la funda- cién del estado nacional e, incluso, en algunos casos ~China es el caso mas destacado, pero Cuba y Vietnam son ejemplos sig- nificativos~la clase revolucionaria lider. Fue en este tipo de con- texto en el que Gramsci utiliz6 por primera vez el término hegemonia. En “La cuestién meridional”, ensayo de 1920, argu- y6 que el proletariado en Italia s6lo podria convertirse en la clase “lider” en la medida que pudiose “lograr la creacion de un sistema de alianzas que le permita movilizar la mayoria de la 238 iF 9 parincia de Gara pre eT enudc elo ara ya eiedad poblacién trabajadora contra ol capitalisme y el estado burgués (...) [lo que} significa hasta el punto en que logre ganar el apoyo de las amplias masas campesinas’. De hecho, esta ya es una formulacién rica y compleja en teo- ta. Lmplica que la fuerza social o politica que se vuelva decisi- va en un momento de crisis orgénica no estaré compuesta por una clase tinica y homogénea, sino que tendré una composicion social compleja. Segundo, esté implicito que la base de su uni dad tendird que ser, no alga predeterminado, dado por su posi- j6n en el modo de produccisn econémica, sino un “sistema de alianzas”. Tercero, aun cuando buena parte de la fuerza politica yy social tiene sus raices en la divisién fundamental de la socie- dad en clases, la forma real de la lucha politica tendré un caréec- ter social més amplia, no simplemente por la division de la sociedad a lo largo de la linea de “clase versus clase”, sino pola- rizéndola a lo largo del frente antag6nico més amplio ~"la ma- yoria de la poblacién trabajadora’-: por ejemplo, entra todas las clases populares puestas de un lado, y todas las que representan los intereses del capital y el bloque de poder agrupadas alrede- dor del estado, del otro. De hecho, en las luchas nacionales y étnicas del mundo moderno el escenario de la lucha se polariza con frecuencia, precisamente, de esta forma compleja y dife- renciada. La dificultad que se debe enfrentar es que en términos te6ricos con frecuencia sigue siendo descrito con términos que reducen la complejidad de su verdadera composicién social ‘unos elementos descriptivos mas simples de lucha entre dos, aparentemente, sencillos y homogéneos bloques de clase. Mas atin, la nueva conceptualizacién de Gramsci introduce en la agen- da preguntas criticas estratégicas tales como los términos en los que una clase social como e] campesinado puede ser captada a favor de la lucha nacional, no sobre la base de la compulsién sino por medio de “recibir su consentimiento’ En sus escritos posteriores, Gramsci amplié atin mAs la con- cepcion de hegemonia, traspasando esta forma de conceptuali- zarla tinicamente mediante las “alianzas de clase”. Primero, “hegemonfa” se convierte en un término general que puede uti- lizarse en las estrategias de todas las clases, aplicandolo analiti- camente ala formacion de todos los bloques historicos dirigentes y no sdlo a la estrategia del proletariado. De esta forma, con- vierte el concepto en un término analitico més general. Su uso en esta forma mas general es obvio. Por ejemplo, la manera en Reviste Colombions de Antropelogia ‘lame a, enero 2055 que en Sudéfrica el estado se sostiene mediante o} estableci- miento de alianzas entre los intereses de la clase dirigente blan- ca y los de la clase obrera blanca en contra de los negros; o la importancia que tienen en Ja politica sudafricana los intentos por “recibir el consentimienta” de ciertos grupos y clases subal- ternas -por ejemplo, con personas de color o los negros “triba- Jes”~en una estrategia por forjar alianzas contra la masa de negros rurales ¢ industrializados; o el cardcter de clase “mezclada” que tienen todas las luchas por la descolanizacidn a favor de le in- dependencia nacional en las sociedades poscoloniales on desa- rrollo, El desarrollo de este concepto esclarece mucho estas y bastantes otras situaciones hist6ricas concretas. El segundo desarrollo es la diferencia que establece Gramsci entre una clase que “domina” y una que “lidera”, La dominagi6n y lacoercién pueden mantener la supremacia de una clase sobre la sociedad, pero su “alcance” es limitado. Depende constante- mente de medios coetcitivos on vez del consentimienta. Pot este raz6n ho es capaz de obtener la participacién positiva de distin- tas partes de Ja sociedad en un proyecto histérico de transfor- ‘macién del estado o renovacién de la sociedad. Por otra parte, el “liderazgo” tiene también aspectos “coercitivos”, pero esta “guiado” por el logro del consentimiento, tomar en cuenta los intereses subordinados y el intento de hacerse popular. Para Gra- msci no existe ningan caso puro de coercién/consentimiento, sélo distintas combinaciones de las dos dimensiones. La hege- monia no se ejerce apenas sobre los campos econémicos y ad- ministrativos, sino que abarca, ademas, los dominios criticos del liderazgo cultural, moral, ético ¢ intelectual. Sélo bajo estas condiciones un “proyecto” histérico a largo plazo -por ejemplo, ‘modernizar la sociedad, elevar su desempefio total o transfor- mar las bases de la politica nacional~ puede ser puesto de ma- nera efectiva en la agenda hist6rica. De esto se desprende que Gramsci expande el concepto de “hegemonia” al hacer uso es- tratégico de una serie de diferenciaciones: por ejemplo, entre dominacién/liderazgo, coercidn/consentimiento, econémico- corporativo/moral ¢ intelectual. Apuntalando esta expansién encontramos otra diferenciacié ‘asada en una de las tesis hist6ricas fundamentales de Gramsci: la diferenciacién entre estado/sociedad civil. En su ensayo “Es- tado y sociedad civil”, elabora de distintas maneras esta dife- renciaci6n. Primero, traza la diferencia entre dos tipos de lucha: _eecmminiaiasiapae 240 = Ts imponanea de Gross para W eauaio dele Ja “guerra de maniobra’, en la que todo se condensa sobre un solo frente y un solo momento de lucha, y hay un tinico rompi- miento estratégico de las “defensas del enemigo” que, una vez Jogrado, permite que les nucvas fuerzas “entren y obtengan una victoria (estratégica) definitiva”. Y la “guerra de posiciones”, que debe ser conducida de manera prolongada a lo largo de frentes distintos y variatios, y on la que tara vez existe una tinica victoria que gana la guerra de una vez por todas, “on un abrir y cerrar de ojos”, como dice Gramsci (PN: 333). Lo que de verdad cuenta en tuna guerra de posiciones ao son las “trincheras de avanzada”, para continuar con la motéfora militar, sino “todo el sistema or- ganizativo e industrial del territorio que se encuentra en la reta- guardia del ejércita que estd en campo”, esto es, toda la estructura social, incluidas las estructuras e instituciones de la sociedad ci- vil. Gramsci consideraba “1917”, quiz4, como el tiltimo ejemplo de ‘una estratogia exitosa de “guerra de maniobra’: marcé “un punto decisivo en la historia del arte y ciencia de la politica” Fsto se unié a una segunda diferenciacién, entre “oriente” y “occidente”. Para él, funciona como metafora para diferenciar entre Europa oriental y occidental, y entre ol modelo de la revo- lucién rusa y las formas de lucha politica apropiadas para el terreno bastante més dificil de las democracias liberales indus- trializadas de “occidente”. Aqui, trata el problema critiv, eva dido durante largo tiempo por muchos estudiosos marxistas, de la falta de correspondencia o similitud entre las condiciones politicas en “occidente” y las que hicieron posible 1017 en Rusia, un problema central, va que, a pesar de estas diferencias radica- les ~y el fracaso subsiguiente de las revoluciones proletarias del Lipo elésico “en occidemte"-, 1os marxistas contingan abs nados por el modelo de revolucién y politica tipo “Palacio de invierno”. Por ende, Gramsci establece una distincién analitica crucial entre la Rusia prerrevolticionaria, con st modernizacién muy dilatada, su aparato estatal y burocracia henchidos, su so- ciedad civil relativamente subdesarrollada y el bajo nivel de Aesarrolio capitalista; y, por otta lado, “occidente” y sus formas democriticas de masas, su compleja sociedad civil, la consol dacién del consentimiento en las masas por medio de la demo- cracia politica, déndole una hase mas consensual al estado. En Rusia, elestado lo era todo, la sociedad civil era arcaica y gelatinosa; en occidente habfa una verdadera relacin entre el estado la sociedad tructura dela sociedad civil se roveluba a} instante, Ebestaa solo era una trinchera externa detrés de a que habia un poderoso sistema de fortalezas y terraplenes: mis ‘© menos numerosas en uno u olro estado (...)o que precisamente hacia necesario el reconocimiento preciso de cada pafs (PN: 257-238) Gramsci no sélo precisa una diferencia en la especificidad hist6rica: describe una transicién histérica. Es evidente, como deja en claro “Estado y sociedad civil*, que él ve que, cada vez ccon més frecuencia, la “guerra de posicién’ remplazaré la “gue- rra de maniobra”, a medida que las condiciones en “occidente” se hacen progresivamente mas caracteristicas de la arena paliti- ca moderna en un pais tras otro (aqui, “occidente” deja de ser tuna identificacién geogréfica para convertirse en un nuevo te- reno de la politica, creado por las formas emergentes del esti- do y la sociedad civil, y relaciones nuevas y mas complejas entre estos). En estas sociedades més “avanzadas”, “donde la socie- dad civil se ha vuelto wna estructura muy compleja (...) resis- tente a las incursiones ‘catastr6ficas’ del elemento econémico inmediato (...) las superestructuras de la sociedad civil son Jos sistemas de trinchera de la guerra moderna’. Para est terreno es apropiada otro tipo de estrategia politica. “La guerra de maniobra se ve reducida a una funcién mas tictica que estra- ‘6gica”, y uno pasa de un “ataque frontal” a una “guerra de po- ciones” que requiere de la “concentraci6n sin precedentes de hegemonia” y es “focalizada, dificil y require de calidades ex- cepeicnales de paciencia e inventiva” ya que, una vez que se vence, “es decisiva” (PN: 238-239). Gramsci basa esta “transicion de una forma de hacer politica a otra” en términos histéricos: la emergencia de la democracia moderna de masas, el incremento en la complejidad del rol y organizacién del estado, y una elaboraci ‘en las estructuras y procesos de la “hegemonia civil” suceden en “occidente” después de 1870 y se identifican con la “expan: sién colonial de Europa”. A lo que apunta aqui es, en parte, ala divorsificacién de los antagonismos sociales, la “dispersién” del poder que se da en sociedades en las que la hegemonia se sos- lene no s6lo por medio de Ia instrumentalidad impuesta del estado, sino que se basa en las relaciones ¢ instituciones de la sociedad civil, En tales sociedades, tas asociaciones voluntarias {y las relaciones ¢ instituciones de la sociedad civil -Ja escolarizacién, Colombione ‘anteopoiogio | 1a familia, tas iglesias y la vida religiosa, las organizaciones cul- turales, las asf llamadas relaciones privadas, las identidades de género, sexuales y étnicas, etcétera-se vuelven, de hecho, “para elarte de la politica (...} las ‘trincheras’y fortificaciones perma- nentes del frente en la guerra de posicién: vuelven en algo ape- nas ‘parcial’, el elemento de movimiento que antes solia ser el ‘todo’ en la guerra” (Pw: 243). Lo que subyace a todo esto es, por ende, un trabajo més pro- fundo de redefinicion tedrica. En efecto, Gramsci esta transfor- ‘mando de manera progresiva la definiciGn del estado, caracteristica enalgunas versiones del marxismo, en la quo este puede reducit- se, esencialmente, al elesnento coercitivo de la clase dominante, sellado con la impronta de un carécter de clase exclusivo que sélo puede transformarse al ser “destrozado” de un solo golpe. Poco a poco Noga a hacer énfasis no s6lo en la complejidad de la formacién de la sociedad civil moderna, sino también en el desa- rrollo paralelo de la complejidad de la formacién del estado mo- derno. ELestada na puede seguir siendo concebido, simplemente, como un aparato administrativo y coercitivo: también es “educa- y formativo”. Es el punto a partir del cual, en iiltimas, la hegemonfa se ejerce sobre la sociedad como un todo, aun cuando no es el ‘inico sitio en el que se ejerce. Es e! punto de condense: cién, no porque todas las formas de dominacién coercitiva mo- derna se irradien necesariamente hacia fuera por medio de sus aparatos, sino porque, ex su estructura contradictoria, condensa distintas relaciones y practicas en un “sistema de gobierno” defi- nitivo. Es, por esta raz6n, el sitio para con-formar (por ejemplo, Hamat al orden) 0 “adaptar la civilizacion y la moralidad de las masas més amplias a las necesidades del desarrollo continuo de los aparatos econémicos de produccién’, Por tanto, dice que cada estado “es ético en tanto que una de sus principales funciones es elevar a la gran masa de la pobla- cién a un nivel (0 tipo) cultural y moral en particular, que co- rresponda a las necesidades de las fuerzas productivas para el desarrollo y, por ende, a los intereses de la clase dominante” (pw: 258). Notese aqui cémo pone en primer plano nuevas di- mensiones del poder y la politica, nuevas reas de antagonisino y lucha: lo ético, lo cultural y lo moral, También cémo, en dlti- mas, vuelve a preguntas més “tradicionales” ~“necesidades de Jas fuerzas productivas pata el desarrollo”, “intereses de la clase dominante’-, pero no de manera inmediata 0 reduccionista, S6lo ‘Valores a, erro -dcemre 005 nos podemos aproximar a ellas indirectamente, mediante una serie de desplazamientos y “relevos" necesarios: esto es, por la via del irreversible “paso de la estructura a la esfera de las su- perestructuras complejas (...)” Dentro de este esquema, Gramsci elabora su nueva concep- cién del estado. El estado moderno ejerce un liderazgo moral y educative ~“planea, urge, incita, solieita, castiga’-. Es donde éh bloque de fuerzas sociales que lo domina no sélo justifica y man- tiene su dominacién sino donde se gana por st liderazgo y auto- ridad el consentimiento manifiesto de aquellos a quienes gobierna. Ast pues, cumple un papel crucial en la construccién de la hegemonfa, Bajo esta lectura, se convierte no en una cosa que puede ser aprehendida, derrocada o “destrozada” de un solo gnlpe, sino en una formacién compleja dentro de las s modernas, que debe volverse el foco de una serie de difere estrategias y luchas, porque es una arena donde suceden distin- tas disputas sociales. ‘Ya deberia estar claro cémo estas diferenciaciones y desarro- los en el pensamiento de Gramsci retroalimentan y enriquecen el concepto basico de “hegemonfa”. Sus formulaciones sobre el estado ¥ la sociedad civil varian de un lugar a otro en su obra y han causado alguna confusién (Anderson. 1977. “The antinomies of Antonio Gramsci”. New Left Review. 100). Peto existen pocas dudas acerca de la direccién general de su pensamiento sobre esta cuestidn: se dirige al incremento en la complejidad de las interrelaciones en las sociedades modernas entre el estado y la sociedad civil. Tomadas en su conjunto, forman un sistema “com- plejo” que debe ser objeto de una ostrategia con miltipies flan- Cos, desarrollada sobre distintos frentes de manera simultanea. Usar este concepto de estado transforma por completo, por ejem- plo, la mayoria de la literatura sobre el asi llamado “estado pos- colonial”, que usualmente asume yn modelo simple, dominante ¢ instrumental del poder estatal. En este contexto, la distincién establecida por Gramsci entre “orientefoccidente” no debe tomatse de manera muy literal. Muchas de las asi Iamadas sociedades “en desarrollo” tienen regimenes democréticos complejos (por ejemplo, on términos de Gramsci pertenecen a “occidente”). En otras, el estado ha asumido algunas de los roles y funciones més amplios en cuan- to a educacion y “liderazgo” que en las democracias liberales occidentales industrializadas tiene la sociedad civil. El punto, cera 244 Stuart Hell pues, no es el aplicar literal o mecénicamente la distincién he- cha por Gramsci sino usar sus ideas para esclarecer Jas comple- jidades cambiantes de la relacién estado/sotiedad civil en el mundo moderno y el cambio decisivo en el caracter predomi- nante de las luchas politicas estratégicas ~sobre todo, la inclu- sion de la sociedad civil al igual que el estado como escenarios integrales en la lucha~ que ha sido el producto de esta transfor- maci6n histérica. Una concepeién ampliada del estado, dice en un punto -flexibilizando las definiciones un tanto-, debe in- cluir “sociedad politica + sociedad civil” o “la hegemonta pro- tegida por la armadura de la coercién” (pw: 263). Pone especial atencién en cémo estas distinciones se articulan de distintas maneras ea diversas sociedades (por ejemplo, en la “separacién de poderes” caracteristica en los estados democraticos parla- mentarios, en contraste con las esferas colapsadas en los esta- dos lascistas), En otro hngar insiste sobre las funciones éticas y culturales del estado: “elevar a la gran masa de la poblaciGn a un nivel cultural y moral particular”; y las “funciones educati vas criticas de la escuela ~‘una funcidn educativa positiva’- y las cortes ~una funcién educativa represiva y negativa’-”. Ena: Aizar en estos puntos trae ttn antplio rango de nuevas institucio- nes y escenarios de lucha a la conceptualizacién tradicional del estado y la politica. Las constituye como centros especificos y estratégicos de lucha. El efecto es que multiplica y amplia los distintos frentes politicos y diferencia los diversos tipos de an- tagonismos sociales. Los diferentes frentes de lucha son los va- riados sitios de antagonismo politico y social y constituyen los objetos de Ja politica moderna, cuando esta se entiende en la forma de “guerra de posiciones”. Se desafian o derracan los én- fasis tadicionales en los que tipos diferenciados de lucha por ejemplo alrededor de la educacién, las politicas culturales 0 sexuales, instituciones de la sociedad civil como la familia, or- ganizaciones sociales tradicionales, instituciones étnicas y cul- turales y otras entidades similares- se subordinaban y reducian todos a una lucha industrial que se condensaba alrededor del Tugar de trabajo y a la elecci6n simple entre hacer politica sindi- © insurreccional o patlamentasia. El impacta sabre la mismi- sima concepcién de lo que es la politica es casi electrizante. De los muchos otros aspectos y tépicos interesantes en la obra de Gramsci que podrfamos considerar, escojo, por iitimo, su trabajo fundamental sobre ideologia, cultura, el rol del inte- lectual y el carécter de to que 6} Hama lo “nacional-popular”, Gramsci adopta algo que, de primera mano, podrfa parecer una definicién bastante tradicional de ideologfa: una “concepcién del mundo, cualquier filosofia, que se convierte en un movi: miento cultural, una ‘religién’, una ‘fe’, que haya producido una forma de actividad o voluntad practica en la que una filosofia bra se use en su mejor sentido, como una concepeién del mundo que se manifiesta implicitamente en el arte, la ley, las actividades econdtnicas y en todas las manifestaciones de la vida individual y colectiva”. A esto le sigue el intento por formular de manera clara el problema que trata la ideologia en términos de su fun- cién social: “El problema es preservar la unidad ideoldgica de todo un bloque social que aquella ideologfa consolida y unifica” (ev: 328). Esta definicién no es tan sencilla como parece, ya qt presume el vinculo esencial entre el naicleo o premisa filoséfico que s¢ encuentra en el centro de cualquier ideologfa 0 concep- i6n del mundo en particular, y Ja elaboracién necesaria de esa concepcién hacia formas de conciencia practicas y populares que afecten a las amplias masas de la sociedad al tomar Ia forma de un movimiemio cultural, tendencia politica, fe 0 religion. Gramsci nunca se preocupa s6lo por el nitcleo filoséfico de una {ideologfa; siempre trata con ideologias orgdnicas, ongénicas pues- to que se dirigen al sentido comin, préctico y cotidiano y “orga- 1 a las masas humanas y crean el terreno sobre el que se muoven los hombres, adquieren conciencia de su posicién, lu- chan, etcétera”. Esta es la base para la distincién critica que hace entre “filoso- fia” y “sentido comin’. La ideologia tiene dos “pisos” diferentes. ‘Su coherencia ideol6gica depende con frecuencia de st elabora-

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