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PONENCIA NACIONAL TEMA 2. “INTERVENCION [LE TERCEROS EN EL PROCESO CIVIL, PENAL Y LABORAL” * Por Eduardo Lucio Vallejo (Profesor de Derecho Procesal en la Universidad Nacional de Tucumaén y Universidad del Norte “Santo Tomas de Aquino”) SUMARIO: I. Consideraciones generales. II. Intervencién de terceros en el proceso civil. III. Tercerfa. IV. Preten- sién subrogatoria. V. Acumulacién de procesos. VI. Inter- vencién de terceros en el proceso penal. VII. Intervencion de terceros en el proceso laboral. I. CONSIDERACIONES GENERALES. 1. En primer lugar debo agradecer el honor dispensado con la desig- nacién de ponente y relator del tema, cuya importancia y trascendencia en la concepcién del proceso tiene una especial significacién. Asumo la responsabilidad con humildad. En ella radica la indulgencia que pido a la critica. Es por todos conocidos el entronque del tema con la “bilateralidad”, “particularidad” y “universalidad” del proceso. El proceso cerrado y el proceso abierto. Trasciende y cobra sentido en el debate, el concepto de “parte”, el de “cosa juzgada” y el problema de la “acumulacién subjetiva de pretensiones”. No insistiré en la resefia de Chiovenda sobre el tema, ni en la actitud no pesimista sino restrictiva de Mercader; sélo debo re- saltar que hay un valor en la “uwniversalidad” que posibilita un proceso abierto cuando existe “conexidad”, “afinidad”, ‘continencia”, “accesorie- dad”, “dependencia” 0 “servicio de pruebas comunes” que atrae al mis- mo las partes “impropias”. Ello es totalmente preferible a dos o mas pro- cesos, que con los mismos limites de la relacién causa-objeto y sujetos, se tramiten separadamente con el desgaste jurisdiccional que afecta a la juticia y a la econom{fa procesal. Debe tenerse presente que el proceso tinico con pluralidad de partes en torno a una relacién jurfdica, produce sobre ellas los efectos de la cosa juzgada. El inciso 6 del art. 347 del Cédigo Procesal Civil de la Na- cidn expresa: “para que sea procedente esta excepcién, es preciso el exa- men integral de las dos contiendas y demostrar que se trata del mismo asun- to sometido a decisién, por existir “continencia’, “‘conexidad”, accesorie- dad 0. subsidiariedad”. Bibiloni, en su proyecto, expresa que “...la mis- ma cuestién no podra ser renovada y, clarificando su pensamiento, dice: “No hay dos elementos de la cosa juzgada: identidad de persona e identi- dad de litigio. No; hay una sola: identidad de cuestién. Si ésta alcanza 0 comprende a éstas 0 aquéllas, habra pleito que no podra reproducirse. La cuestién se identifica a su vez por el objeto y Ja causa” !. * Ponencia general nacional presentada por el autor en | re Encuentro Pa- namericano y XII? Congreso Argentino de Derecho Pro 1 BIBILONI, Juan A, “Anteproyecto de Reformas al genase ‘Civil”. 203 La legislacién colombiana que comenta Morales Molina, nos habla de “conexidad”, “relaci6n de dependencia” y de “servicio de pruebas comu- nes” como punto de partida de un proceso con partes miltiples. La referencia a la cosa juzgada no es initil sino necesaria en ra- zén de que, como expresa Palacio, el fundamento de la institucién que nos ocupa —procesos con pluralidad de partes— reside en la convenien- cia de extender los efectos de la cosa juzgada a todos los interesados en una determinada relacién o estado juridico?. El art. 96 del Cédigo Pro- cesal Civil y Comercial de la Nacién expresa que: “En todos los supues- tos, la sentencia dictada después de la intervencién de terceros, o de su citacién en su caso, los afectara como a los litigantes principales”. La presencia de los terceros indica una comunidad juridica que ha- ce recaer sobre ellos, ahorrando actividad procesal y tiempo, los efectos de la cosa juzgada *. La “comunidad juridica” abre el proceso y ello obedece a que no es habitual que las relaciones juridicas que derivan de la vida diaria se pre- senten aisladas, a manera de prolijas insulas. Por el contrario, las mas de las veces estén concatenadas de tal manera que cuando una de ellas sa torna conflictiva por incumplimiento de la respectiva prestacién, inme- diatamente entran en conflicto —actwal o potencial— una serie de otras relaciones juridicas coexistentes que, aparentemente y para el observa- dor no avisado, nada tendrian de comin con aquélla *. Repito, la “comunidad juridica” que tiene como base la relacién ju- ridica substancial, abre el proceso admitiendo la intervencién de terce- ros cuando éstos son aleanzados por aquélla en razén de la “conexidad”, “continencia”, “afinidad”, o simple “accesoriedad”. 2. A) La CONEXIDAD esta determinada tnicamente por dos de los elementos del acto juridico, a saber: el objeto y la causa o ambos a saber: el objeto y la causa o ambos a la vez. El art. 88 del Cédigo Pro- cesal Nacional determina que podrdn varias partes demandar o ser deman- dadas en un proceso, cuando las pretensiones sean conexas por el titu-" lo, o por el objeto o por ambos elementos a la vez. La nocién del titulo- causa esté perfectamente determinada en los arts. 499, 896 y nota y sub- nota del Cédigo Civil. La de objeto, por el art. 953 del mismo ordena- miento. Para Llambfas °, el objeto es la materia sobre la cual se ejerce o a la cual tiende la voluntad del sujeto. Consiste en una “cosa” o en un “he- cho”. La “causa” o el “titulo” es el hecho fuente que da nacimiento al derecho, a su transformacién o extincién. En el proceso, el “enlace”, la “atadura”, la “trabazén” de los sujetos, se materializa a través de la comunidad de objeto y de la igualdad de “causa” petendi. Ello determi- na la suma de los sujetos, posibilitando la participacién miltiple o la di- visién de parte en varias. 2 PALACIO, Lino E., “Tratado de Derecho Procesal Civil”, t. 3, p. 227. 3 VALLEJO, ‘Eduardo Lucio, “Intervenci6n de terceros en el proceso”. “Revista de Estudios Procesales”, NP 5, setiembre/970. Rosario. 4 ALVARADO VELLOSO, ‘Adolfo, “tntervencién de terceros”, en Enciclopedia Ju- Tidica Omeba”, t. 3, Apéndice. 5 eee Jorge J., “Tratado de Derecho Civil Argentino - Parte General”, t2, 204 Normalmente, dice Chiovenda ®, lo que permite unir varios como ac- tores o demandados en un juicio, es la existencia afirmada de una rela- ‘cién substancial con elementos comunes a varios sujetos, lo que lugar a la conexién juridica entre las diferentes demandas que se proponen por estos sujétos o contra ellos. 2. B) La CONTINENCIA, de acuerdo al diccionario de la Real Academia, es la unidad que debe haber en todo juicio; esto es, que sea una accién principal, uno el juez y unas las personas que sigan hasta la Sentencia. El mismo diccionario, dice de continente: “de una cosa que contiene a otra”. El diccionario de Escriche nos da el mismo concepto con respecto a la continencia y, refiriéndose a las litis pendencia, expre- 8a que uno de los fundamentos radica en la necesidad de que no se divi- da la continencia de la causa. : Evidentemente el concepto presupone la idea de unidad, lo que no descarta que en ella se deba incluir la parte que integra un todo. Asi se habla de una cosa que contiene el todo. Trasladando la idea al tema, la parte debe integrar el todo que es el proceso, que es de relacién en concepcién concéntrica, de enlace legal, dindmica, y no en concepcién dimensional. Debe ser traida, incorporada al todo, para el juzgamiento tnico. Cuando por “conexidad”, “afinidad”, por “accesoriedad” el tercero est legitimado, se le abren las puertas del proceso, que no por ello rompe su bilateralidad ni tampoco el contradic- torio. Aceptada la controversia comtn, la relacién preesal queda nota- blemente modificada. Sin perder la unidad adquiere un nuevo sujeto o sujetos que actuardn segin el tipo de intervencién regulado por la ley. Alvarado Velloso expresa que la continencia es una figura interme- dia entre la identidad absoluta y la conexidad. 2. C) AFINIDAD. Dos relaciones son afines cuando a falta de co- nexi6n, tienen de comtin un punto de hecho y de derecho a accionar’. Al- varado agrega que no teniendo ningin elemento idéntico o comin, pre- sentan la conveniencia de un solo acto de juzgamiento, pues en ambos el meollo litigioso lo constituye un mismo punto de hecho o de derecho. 2. D) ACCESORIEDAD. Lo accesorio depende de lo principal o se le une por accidente. De dos obligaciones, una es principal, la otra acceso- ria respecto al objeto de ellas y con respecto a las personas obligadas, cuando éstas las contrajeran como garantes o fiadoras. Sefialo en la enunciacién del art. 524 del Codigo Civil, los ejemplos de la atraccién en el proceso y para el proceso la discusién de lo accesorio junto a lo princi- pal, y aprovecho para indicar la trascendencia del art. 525 en cuanto los efectos extintivos (la principal sobre la accesoria y no la accesoria so- bre la principal) con respecto a las partes incorporadas al proceso. El art. 1986 del Codigo Civil establece que “habra contrato de fianza, cuan- do una de las partes se hubiere obligado accesoriamente por un tercero y el acreedor de ese tercero aceptase su obligacién accesoria”. De ello de- viene la facultad del art. 2023 que permite al fiador intervenir en las instancias entre el acreedor y el fiador, sobre la existencia o validez de Ja obligacién. & CHIOVENDA, José, Principios de Derecho Procesal Civil”, t. 2, p. 601. ‘| CHIOVENDA, ob. cit., t. 2, p. 672. 205 2. E) SUBSIDIARIEDAD. Subsidio es todo “socorro”, “ayuda” o “auxilio” extraordinario, lo que se da o se manda en socorro o subsidio de uno aplicdndose a la accién o responsabilidad que swpera o robustece @ otra principal. Conlleva un problema de “fortificacién”, dirfa de ga- rantia, que permite abrir el proceso atrayendo al tercero “fortificante” o garante. Véase el caso tipico del art. 118 de la ley N° 17.418 de Seguros. 8. Sefialados los factores determinantes de la “conexidad juridica”, “eontinencia”, “afinidad”, “‘accesoriedad”, o “subsidiariedad’, cabe indi- ear la apertura del proceso, admitiendo terceros que reciben la tutela juridica que comportan los derechos de accién y contradiccién. La gama comprensiva de los supuestos implica la tutela juridica de las partes pro- pias (actor y demandados) y de las partes impropias, terceros partes, que envueltos en la trama del proceso, sufren los efectos de la cosa juzgada. La “bilateralidad” del proceso no impica una rigidez de tal magni- tud que determine un desconocimiento de la realidad, posibilitando la composicién de la litis de manera rapida y efectiva. La-unidad del orden juridico que se pretende defender consiste en la exacta ubicacién del pa- pel que a cada ciencia corresponde. El derecho, ha dicho Bielsa, es una unidad no escindible. Apartar el derecho procesal, aislandolo del derecho material, es deconocer su finalidad. La intervencién de terceros responde a una realidad a la cual el proceso no puede ni debe ser ajeno. 4. Casi toda la doctrina incluye en el tratamiento del tema, el con- cepto de parte, distinguiendo “parte procesal” de “parte material”. En otros términos, separando la relacién procesal de la relacién material, que si bien no determina el concepto de parte procesal, sirve de pauta identificatoria con una gran incidencia en la regulacién de la mal lama- da excepcidn de falta de accién por ausencia de titularidad activa o pa- siva con la relacién juridica material. Es claro y axiomatico que no se puede conceder la pretensién al que no es titular de ella ni condenar al cumplimiento al que no es obligado por ella. Saber quién es parte, conduce al tema de la identificacién de los pretensores, a los efectos de la cosa juzgada, a la procedencia o impro- cedencia de las litispendencia, y transitar el campo de la intervencién de terceros en la consideracién del “litis consorcio”, “intervencién volun- taria”, “intervencién coacta”, “subrogacién”, “tercerfa”, “acumulacién de autos”, “asegurador en juicio”, “querellante particular” y “actor ci- vil en el proceso penal”. Palacio sefiala con acierto que el tema nos con- duce de la mano al problema de la modificacién de las partes por suce- sién procesal, por transformacién de circunstancia en ellas, y por extro- misi6n. Para Chiovenda, es parte el que demanda en nombre propio o en cuyo nombre se demanda una actuacién de la ley, y aquél frente al cual se demanda. El autor sostiene que la idea de parte nos la da, por lo tan- to, el mismo pleito, la relacién procesal, la demanda, y no es preciso buscarla fuera del pleito y en particular en la relacién substancial que es objeto de contienda El que pide a nombre de otro, no en nombre pro- pio, es representante, pero no parte. El concepto de parte debe buscarse dentro del proceso y no fuera de él. Puede ccurrir aue las partes de la relacién substantiva no sean 206 las mismas que las de la relacién adjetiva. Ello es perfectamente posible en raz6n del cardcter abstracto del derecho de accién, de su incidencia fundamental en la consideracién del derecho procesal como ciencia au- ténoma. El concepto de parte es independiente de la efectiva existencia de la titularidad activa o pasiva de la relacién material. El interés que es inherente al concepto de parte estriba sélo en ser sujeto activo o pa- sivo de la demanda. No hay que olvidar que la accién es diferente del derecho subjetivo, no por ser algo distinto de éste, sino porque su pre- sencia no requiere la existencia de aquél ni su violacién °. En igual tesitura, y con gran claridad, Guasp expresa que parte es quien pretende y frente a quien se pretende o mas ampliamente, quien reclama y frente a quien se reclama la satisfaccién de una pretensi6n. Son partes de la relacién juridica procesal, el actor —que es quien pro- mueve la demanda— y el demandado —que es aquél contra (para Chio- venda) frente a quien se la promueve—. La condicién de actor y de- mandado esta determinada en la primera presentacién. Para Palacio, la nocién de parte queda circunscripta al drea del proceso y son partes, en efecto, quienes de hecho intervienen o figuran en él como sujetos activos o pasivos de una determinada pretensién, con prescindencia de que revista o no el cardcter de sujetos legitimados para obrar o para contradecir en el concreto proceso de que se trate. Agudamente observa que la ausencia de legitimacién puede determinar el rechazo de la pretensién por no concurrir, respecto a ésta, uno de los requisitos de admisibilidad, pero no afecta la condicién de parte de quien ha deducido o frente o quien se ha deducido esa pretensién. Alvarado Velloso, luego de transcribir la definicién de Chiovenda con la cual, pese a la reserva, concuerda, cita la de Ugo Rocco, quien afirma que es parte el titular activo de la relacién sustancial. Compren- do que Alvarado se aparte de esta concepcién y que, ajustandose a una concepcién estrictamente procesal con connotacién en el concepto abs- tracto de derecho de accién, defina a la parte diciendo que: “es parte aquél que participa en un proceso por el hecho de peticionar ante el ér- gano jurisdiccional, con tal independencia o desvinculacién respecto de la relacién substancial’. En esto me parece que todos estamos de acuerdo. Sélo deseo decir dos palabras. Si bien la parte actora es quien pide en nombre propio la actuacién de la voluntad de la ley, y el demandado, aquél frente o con- tra quien se pide, generando la relacién procesal, es dable sefialar que a través de él y con motivo de la peticién y del responde se va operando una sujecién que se acentiia en el curso del mismo, aun con la inseguri- dad de la real titularidad activa y/o pasiva. No creo que cualquiera que se pretende en el proceso y pida intervencién que no se le conceda, sea parte. Indiscutiblemente ha ejercitado el derecho de accién pero no se ha constituido en parte. Esencialmente no participa del proceso. EI tercer peticionante o llamado, se va a incorporar al proceso en virtud de un interés que debe acreditar para que le sea reconocida su condicién de tal. Debe afirmar ser titular de un “simple interés”, de un 8 DEVIS ECHANDIA, H., “Compendio de Derecho Procesal Civil”. 9 GUASP, Jaime, “Derecho Procesal Civil”, p.-177, “interés legitimo”, o de un derecho subjetivo, en funcién de conexidad, continencia, afinidad, accesoriedad o subsidiaridad de la relacién subs- tancial. Si ello no se acredita, el juez no lo admite o lo Hama. Incluso una de las partes originarias puede negar u oponerse a la peticién de intervencién. Reparese por ejemplo, en el art. 90 en sus incisos 1 y 2 donde se exige que se acredite sumariamente el interés o la legitimacién para demandar o ser demandado. Si el peticionante no cumple con esa carga, no serA admitido como parte y no puede revestir el cardcter de parte quien no entra en el proceso y se somete a él. Otro tanto ocurre con la llamada a causa, ya sea por “litis denun- tiatio”, por “laudatio 0 nominatio auctoris”, 0 “lamada a tercero pre- tendiente”. En todos ellos, para que el llamado “entre”, para que el lla- mado “‘participe” en el proceso litigando alrededor de la comunidad ju- Yidica determinada por la relacién substancial, debe acreditar que la controversia es comin. Si no asume el cumplimiento de esa carga no adquiere la categoria de tercero parte. No dejo de pensar en la expre- si6n del brillante y querido Mercader, en su preocupacién por la tole- rancia de extrafios en las relaciones litigiosas. Aguda y sarcésticamente dice “que los pleitos no. son como pilas de agua bendita que en los atrios de las iglesias se ofrecen, sin limitacién alguna, a los que quieren per- signarse” 1°. ‘Los arts. 97 y 98 del Cédigo Procesal de la Nacién, que regulan los Fequisitos de admisibilidad en la tercerfa en cualquiera de sus dos cla- ses, establecen que no se dara curso a la misma si quien la deduce no probare con instrumentos fehacientes o en forma sumaria la verosimi- litud del derecho en que se funda. Adelanto que para mi, la terceria es una caso de proceso con pluralidad de partes, emparentado con el litis- consorcio necesario, del que habla Palacio, sino con la intervencién vo- ‘luntaria excluyente. ie Exactamente. ocurre cuando con la subrogacién, donde el subro- gante debe acreditar el crédito que tiene contra el subrogado acreedor inactivo, Antes de aceptar la sustitucién, se debe citar al subrogado de cuya intervencién depende la suerte del subrogante que puede per- manecer como.adherente accesorio 0 puede ser objeto de extromisién. No descarto que son requisitos de admisibilidad, pero dejo la ob- servacién a los fines de la meditacién referida a la distinta regulacién que comprende la intervencién de las partes propias de la impropias. Para los terceros, el requisito de legitimacién a los fines de intervenir se hace previamente, lo que conduce a la aceptacién o no de la calidad de parte, todo ello sin perjuicio de la decisién final de fundabilidad. Pa- ra las partes propias, la legitimacién se ventila por medio de la excep- cién de falta de accién que, cuando se manifiesta, es de andlisis y pro- nunciamiento previo. Cuando no lo es se analiza en la sentencia defini- tiva. iz Lo que quiero hacer resaltar es que con respecto a terceros no es completamente separable lo estrictamente procesal de lo substancial co4 mo factores determinantes de su admisibilidad en condicién de partes. 10 MERCADER, Amilcar, “El Tercero en el Proceso”. 208 5, Antes de terminar esta primera parte de la exposicién de ter- ceros, es preciso sefialar que la incorporacién de terceros no rompe el principio de dualidad de las partes. Parte, no entrafia identificacién con el sujeto individual, de manera tal que en la postura de denunciante o postura de denunciante o denunciado, o en ambas, puede existir desde el principio o posteriormente una pluralidad de personas, pero esta cir- eunstancia no afecta la dualidad, en el sentido de tener una o varias posturas ya que los diversos sujetos que figuran en la posicién de de- mandante o demandado integran una posicién de parte. La dualidad no se halla referida al nimero de personas que inter- vienen o figuran en el proceso como partes, sino a la posicién actora o demandada que asumen en él (Palacio, Guasp, Rosenberg). La dualidad, por otra parte, no rompe la contradiccién que debe efectuarse con res- pecto a las partes en su totalidad. El derecho de defensa debe ser rio sélo permitido sino asegurado. Il. INTERVENCION DE TERCEROS EN EL PROCESO CIVIL. Introduccién. Formuladas las premisas anteriores, entiendo que el proceso con pluralidad de partes comprende los siguientes institutos procesales: 1) litis consorcio en su doble manifestacién de voluntario y accesorio, sin perjuicio de analizar lo que Fairén Guillén"! examina como litis con- sorcio cuasi necesario; 2) la intervencién voluntaria; adhesiva acceso- ria y litis consorcial y la excluyente no legislada por el Cédigo Procesal Nacional que analizaré a tenor de la legislacién procesal santafecina; 3) la intervencién coacta, con el examen de los casos de: a) “litis denun- tiatio”; b) “laudatio o nominatio auctoris”; y c) Hamada al “tercero pretendiente”, caso especificamente contemplado en el art. 757 inciso 4 del Cédigo Civil. Aclaro que en el primer supuesto (itis denuntiatio) se hard un andlisis respecto de la “citacién de eviccién” y la “citacién del asegurador” en juicio cuya actuacién se examinara en el proceso penal y en el proceso civil, con referencia también al proceso laboral sobre todo teniendo presente el art. 7 de la Ley N° 9.688; 4) la terceria, cuya demanda por el embargado en contra del autor y denunciado de la relacién principal, esgrimiendo un mejor o preferente derecho, ori- gina un proceso con pluralidad de partes con caracteristicas especiales; 5) la subrogacién, un caso de sustitucién procesal; 6) la acumulacién de autos, tipico caso de insercién de terceros a posteriori y que entrafia un litis consorcio facultativo en razén de la conexidad, igualdad de ob- jeto de ambas cosas a la vez. A) LITISCONSORCIO. No significa precisamente la presencia de varias personas en ca- lidad de actor y demandado en un proceso. Debe existir algo mas, y es la conexidad de pretensién por el titulo, el objeto, o la presencia nece- saria de varios sujetos dada por la naturaleza de la relacién material. Pareciera que Chiovenda se inclinara por el criterio exclusivamen- 11 FAIREN GUILLEN, Victor, “Estudios de Derecho Procesal”. 209 te subjetivo, pero ello no es asi y en homenaje a tan insigne maestro transcribo su pensamiento: “Llimase litisconsorcio la presencia en el mismo procedimiento de varias personas en la posicién de actores (li- tisconsorcio activo) 0 de demandados (litisconsorcio pasivo) o de ac- tores de un lado y demandados de otro (litisconsorcio mixto)” 12. Luego de expresar que el litisconsorcio puede formarse desde el origen del pleito, durante el transcurso del pleito, o mediante la unién de varios pendientes, explica que permite unirse varios como actores, o llamar varios demandados en un juicio, a la existencia afirmada de una rela- cién juridica material o sustancial con elementos comunes a varios su- jetos, lo que da lugar a una conexién juridica entre las diferentes de- mandas que se promueven por estos sujetos o contra ellos. Para Palacio '%, existe litisconsorcio cuando, por mediar cotitulari- dad activa o pasiva con respecto a una pretensién tinica o un vinculo de conexién entre distintas pretensiones, el proceso se desarrolla con la participacién (efectiva o posible) de més de una persona en la misma posicién de parte. Cuando alude a la cotitularidad pasiva y a una sola pretensién se refiere —asi lo entendido al litisconsorcio necesario, y cuando alude a la _titularidad de distintos pretensores—, al litisconsorcio facultativo. a) Litisconsorcio facultativo. El art. 88 del Cédigo Nacional expresa que podrén varias partes demandar o ser demandadas en un mismo proceso cuando las acciones (debié decir pretensiones) sean conexas por el titulo o por el objeto © por ambos elementos a la vez. Ya se explicé qué es la conexidad y agrego que ella se origina fun- damentalmente por el “titulo” o “el hecho causa” en los términos de los arts. 499 y 896 y nota al mismo del Cédigo Civil. El objeto debe es- tar unido por el cordén umbilical del titulo; ambos integran la cuestién litigiosa base de la cosa juzgada y elemento determinante para saber si las sentencias que se quieren evitar en el proceso unico son contra- dictorias. “Poder”, es tener expedita la facultad o potencia de hacer o no hacer una cosa. Desde este punto de vista, el litisconsorcio facultativo importa la facultad de incorporarse originalmente a una proceso tni- co, en su iniciacién, durante su tramitacién, o mediante la unién de va- rios procesos pendientes. En este supuesto, la unién se puede operar por determinacién de las partes o por decisién del juez que, de oficio, para evitar el escindalo juridico de dos sentencias contradictorias, orde- na la reunién de dos o mas procesos. Evidentemente la facultad es con- currente, lo que morigera con este ultimo supuesto el poder absoluto de decision. Dos palabras m4s sobre el litisconsorcio facultativo antes de exa- minar el tema de los efectos que produce. Insisto en que juega un pa- pel importante para la determinacién de la conexidad, el titulo o hecho 12 CHIOVENDA, ob. cit., t. 2, p. 668. 13 PALACIO, ob. cit., t. 3, p. 202. 210 causa. La pretensién puede variar en la peticién cualitativa o cuanti- tativa (dafio material, dafio moral, monto), pero no en su fundamento, causa u origen de ella, que es un mismo hecho, que puede ser “simple © complejo”. Si el fundamento es integrativo del mismo hecho fuente no es problema. En caso contrario, 0 sea el de un hecho diverso, la co- nexidad cae y el litisconsorcio facultativo no tiene sustento, con la con- secuencia de la improcedencia de la acumulacién subjetiva de pretensio- nes. Existe la posibilidad de la acumulacién objetiva, cuando el actor y el demandado sea uno (bilateralidad pura) siempre que las pretensio- nes no sean contradictorias y se ajusten a los requisitos del art. 87 del Cédigo Procesal Nacional. Antes de analizar los efectos que produce el litisconsorcio faculta- tivo, es precisa una afirmacién previa. Los litisconsortes se encuentran en condiciones de invocar una legitimacién procesal auténoma. De lo que resulta que: 1) los actos de disposicién del objeto principal realizados por uno 0 algunos de los litis-consortes pretensores, producen efectos in- dependientes. Perjudica o aprovecha al que transa, allana, desiste, lo que no impide que el pleito continue contra los otros y se dicte senten- cia; 2) la oposicién de excepciones es en principio independiente. Las comunes, como por ejemplo la incompetencia, aprovecha y beneficia a to- dos en la medida que ésta sea absoluta y no relativa. En la competencia absoluta, el litisconsorcio opera un desplazamiento de la competencia, excepcionando la regla; 3) con respecto a la prueba, si ella es comin, la aportada por una de las partes aprovecha o perjudica a las otras ad- quiriéndolas el proceso. Respecto a la individual sélo aprovecha o bene- ficia a la parte y sera considerada por el juez cuando al sentenciar, par- tiendo de la cuestién litigiosa comin, entre al anélisis de cada una de las pretensiones. Palacio, refiriéndose a la prueba de los hechos perso- nales, sugiere agudamente la posibilidad de una “computacién indicia- ria”; 4) en materia de recurso, existe independencia, y en ello los au- tores estan todos contestes. Me formula una pregunta: ,Quid del re- curso extraordinario por arbitrariedad de sentencia interpuesto por uno de lo litisconsortes?. Opino que cae 0 se anula toda la sentencia pues el vicio, que es la ausencia del debido proceso, es una regla constitucional de orden piblico exactamente operativa y obligatoria. b) Litisconsorcio necesario. Existe litisconsorcio necesario cuando varias partes deben ser ne- cesariamente actoras o demandadas, en razén de que asi lo impone la ley o la naturaleza de la relacién juridica material, debiéndose en este caso dictarse, para que ella sea til, una sola sentencia. La no presencia de todas las partes torna initil la sentencia. Para Palacio existe litisconsorcio necesario cuando la eficacia de la sentencia se halla subordinada a la circunstancia de que la preten- sién procesal sea propuesta por varias personas 0, simult4neamente, por o frente a varias personas. Con todo respeto la juzgo inecompleta. Lo necesario se contrapone a lo voluntario y se dice necesario lo que forzosa e inevitablemente ha de ser o suceder algo qu es menester indispensablemente o hace falta para un fin. 14 Véase PALACIO y ROSENBERG, “Tratado de Derecho Procesal Civil”, t.2,p.111. 211 Chiovenda expresa que la necesidad puede referirse a dos momen- tos diferentes: a) a la proposicién previa a la demanda. Hay demandas que no pueden proponerse sino al mismo tiempo por varios o contra varios, de tal manera que si la demanda se propone por uno solo o con- tra uno solo, la sentencia debe declararla imposible; b) a la tramitacién y decisién, que contempla el supuesto de demandas que pueden ser pro- puestas por uno solo de los varios que tendrian derecho a proponerlas. Pero si varios entre éstos las proponen, las diversas demandas han de ser tramitadas y decididas al mismo tiempo, wniformemente. Pone el ejemplo de la impugnacién de un socio o de varios en la sociedad. Cuan- do obran varias partes, las reclamaciones deben ser reunidas y decidi- das en juicio tinico. El caso “b”, a mi juicio, puede ser incluido en el litisconsorcio facultativo, cuando se propone al inicio de la demanda o en la intervencién coacta, citados los otros socios porque la controver- sia es comin. En el “tlitisconsorcio necesario”, la decision debe ser producida ne- cesariamente frente a varios actores o demandados. El art. 89 del Cé- digo Procesal Nacional, habla de una “sentencia util” por imperio de lo que Alvarado llama a la inescindibilidad legal (pretensién de filia- cién legitima) o inescindibilidad por la naturaleza juridica de la pre- tensién sustentada (pretensién de divisién de condominio). Este es el punto importante, en razén de que la inescindibilidad determinada por la ley o por la naturaleza juridica de la pretensién, atrae necesaria- mente a las partes en el dictado de una sentencia Util. Dos palabras sobre el caso de inescindibilidad por la naturaleza ju- ridica de la pretensién sustentada. Se trata de una situacién o relacién juridica que, aparte de co- min, es indivisible con respecto a varios sujetos, de manera tal que la adhesion de aquélla (modificacién, transformacién, constitucién) afec- ta a todos. El litisconsorcio se impone, aun fuera de los casos en que media una exigencia expresa de la ley, cuando la sentencia debe anu- lar un estado o acto juridico que era uno respecto de varios '. Chiovenda, para los casos no regulados por la ley, hace jugar el problema de la libertad, sosteniendo que en las relaciones con multipli- cacién de sujetos, cuando lu ley no dispone otra ¢osa, es siempre licito obrar por si solo o contra uno solo, con tal que la demanda, por el he- cho de ser propuesta por uno solo o contra uno solo, no pierda toda utilidad. La contestacién y la critica corre por cuenta de Redenti quien ex- bresa que es principio inmanente en cualquier organizacién jurisdiccio- nal, que el magistrado no debe pronunciar sentencia si no concurren to- das las condiciones a fin de que decisién tenga en toda hipétesis pleno y definitivo efecto, Antes de examinar los efectos, una afirmacién: el tercero actia en 15 C.CP. La Plata, Sala II, “JUS”, Bs.As., t. 49, p. 532. 16 REDENTI, “Giudizto civile con pluralits di parti”, la cita corresponde a CHIO- VENDA, “Principios .. .”, t. 2, p. 607. 212 el proceso como una parte originaria con relacién litisconsorcial. Pala- cio sostiene que la legitimacién activa o pasiva corresponde en forma conjunta a un grupo de personas, y no independiente a cada una de ellas. El autor cita conforme a Fairén Guillén, Calamandrei, Podetti, Loreto, Redenti, Rosenberg *”. Efectos: 1. Los actos de disposicién de la pretensién (allanamiento, deses- timiento, transacién), aprovecha o perjudica a cada una de las partes. Ello entrafia que pese al acto dispositive de uno de los demandados, por ejemplo el del padre o de la madre en la filiacién legitima, el proceso continie. En este caso particular, debe tenerse presente que la filiacién es una cuestién de estado y por ende de orden ptibico. 2. Las defensas opuestas por uno de los litisconsortes, ya sean in- dividuales 0 comunes ,aprovechan a los demés **. 3. Las alegaciones y las pruebas aportadas por los litisconsortes adquiridas por el proceso deben ser valoradas en su conjunto, aun cuan- do ‘se trate de una prueba confesional. 4. Los recursos interpuestos por cualesquiera de los litisconsortes favorecen a los demas. 5. La existencia de litisconsorcio necesario comporta, en todos los casos, una derogacién de las reglas de la competencia. Palacio, a quien corresponde la afirmacién que comparto, cita en la conclusién la opi- nién de Devis Echandia. No quiero terminar sin recalcar los caracteres del litisconsorcio en examen. 1. Es necesario. 2. Implica una pluralidad de partes en el proceso. 8. Las partes son originarias miitiples, de actuacién litisconsor- cial. 4, Se debe ventilar una pretensién tinica. 5. La necesidad es impuesta por: a) inescindibilidad legal; y b) inescindibilidad en funcién de la naturaleza de la pretensién. 6. La presencia de todos implica el dictado de una sentencia stil. El caso contrario nos conduce a una sentencia inttil. 7. El juez puede integrar oficiosamente el litisconsorcio cuando no se apersonen todos los actores y no sean citados todos los demandados. ce. Litisconsorcio impropio o cuasi necesario. Para Chiovenda el litisconsorcio impropio o cuasi necesario, que en la legislacién procesal nacional no tenemos legislado, esté determina- 17 PALACIO, ob. cit., t. 3, p. 211. 18 oo DEVIS ECHANDIA, ob. cit., p. 392; FAIREN GUILLEN, ob. cit., p. 147, 213 do por la afinidad, que a falta de conexién, puede autorizar el litiscon- sorcio, consistiendo ella (la afinidad) en que las diversas relaciones ju- ridicas, aunque diferentes e independientes, tengan en comin un punto de hecho o de derecho a decidir. Expone como ejemplo, luego de expresar que este litisconsorcio tiene la ventaja de unir varias demandas que conducen a decidir de una vez un punto comin, el de varios inquilinos que demandan al arren- dador por haber disminuido el goce de los locales arrendados a conse- cuencia de un hecho tinico; el de varios contribuyentes que reclaman la restitucién de impuestos pagados en virtud de un mismo hecho; el pro- pietario de un predio que han introducido en él a sus animales perju- dicdndolo. Fairén Guillén ®, a quien seguimos en el tema, dice que entre las figuras del litisconsorcio necesario y del voluntario se emplaza otra, a veces un tanto oscura y dependiente, en prioridad de los tratamientos normativos y de la propia naturaleza de las relaciones jurfdicas mate- Tiales; es el litisconsorcio cuasi necesario. Fairén reconoce la aparicién del litisconsorcio cuando varias per sonas se hallan ante un determinado evento jurfdico, en situacién de igualdad de calidad, de tal modo que teniendo legitimacién con referen- cia al asunto cada una de ellas, la resolucién afectaré a todos por ser tinica la relacién que existe entre ellas y el evento. Eventualmente, no se trata de un litisconsorcio necesario en cuan- to se impone la necesidad de la comparecencia en juicio, pese a la rela- cién de identidad (Fairén) 0 de la afinidad (Chiovenda). Legitimadas cada una de ellas, la situacién juridica discutida los afecta a todos. Re- p4rese en los ejemplos de Chiovenda y el que cita el autor espafiol de los socios reclamantes de la nulidad de una asamblea societaria. Evidentemente el instituto cabalga entre el litisconsorcio necesa- rio, del cual lo considero mas separado, y el voluntario. No hay duda que para determinar la calidad litisconsorcial es preciso ubicarse en las situaciones particulares y contemplar Ia dependencia o independen- cia de las pretensiones, con sustento en una situacién juridica, com- prensiva. de sujetos legitimados por identidad o afinidad en igualdad de condiciones. B. INTERVENCION VOLUNTARIA. La intervencién de terceros puede ser voluntaria o involuntaria (coacta). La primera puede asumir tres formas: a) adhesiva, acceso- ria o subordinada; b) adhesiva auténoma litisconsorcial y ¢) principal, agresiva y excluyente. El Cédigo Procesal Nacional legisla la intervencién voluntaria y la coacta. La voluntaria la contempla el art. 90; en el inciso primero, la accesoria, y en el inciso segundo, la adhesiva litisconsorcial. No regula la “principial” 0 excluyente; la razén para ello la da la exposicién de mo- tivos, donde se expresa lo siguiente: “...En cambio, a diferencia del 19 FAIREN GUILLEN, ob. cit., p. 143. 214 criterio adoptado por algunos cédigos provinciales (Jujuy, Mendoza), hemso crefdo conveniente no contemplar la intervencién excluyente, por cuanto su funcionamiento puede ser fuente de situaciones extremada- mente complejas, inconciliables con la mayor celeridad que se persigue implantar en el proceso. Por lo dems, pensamos que gran parte de los problemas a que dan lugar este tipo de intervencién pueden ser obvia- dos mediante la acumulacién de procesos, institucién que el proyecto re- glamenta con toda minuciosidad”. Me expido en contra de las dos razones. La celeridad no puede ser cortapisa para admitir la tercerfa excluyente. Las razones de la in- clusion de terceros ya fueron expuestas y a ellas me remito. Por otra parte, la economia procesal que incluye también la celeridad, aconseja Ja intervencién del tercero excluyente jugando la cosa juzgada funcién principal en el tramite y resolucién conjunta. Aparte de ello, los Cédigos que la regulan entre los que se incluye el de Santa Fe (arts. 301, 307, 309) no han tenido problemas con la in- tervencién del tercero excluyente que, por incoarse contra las partes ya intervinientes pretendiendo total o parcialmente la cosa litigiosa o de- recho sobre que versa el litigio, no ha obstaculizado el proceso y ha per- mitido la discusién conjunta y el dictado de una sola resolucién, dando término a un conflicto de incidencia entre las partes propias y el tercero. No creo que la intervencién excluyente se parezca a la acumula- cién de autos, que es un tipo de litisconsorcio facultativo (léase art. 188 que remite al art. 88 del Cédigo Nacional). Tiene m4s afinidad, a mi juicio, con la terceria que también es excluyente pero que plantea un nuevo pleito limitado contra los litigantes de la relacién principal don- de no se inserta generando otra. En lo referente a la intervencién coacta con las tres manifesta- ciones ya enunciadas (‘litis denuntiatio”; “laudatio 0 nominatio aucto- ris” y “llamada de tercero pretendiente”), el fundamento radica en que al citado la controversia le es comtin y, regularmente, ello ocurre cuan- do el demandado perdedor puede ejercitar la accién de regreso (arts. 1123, 1118 del Cédigo Civil y otros casos que se examinaran en el titu- lo especial). a) Intervencién accesoria o subordinada. El coadyuvante que interviene en una causa ayuda a una parte en funcién de un simple interés o interés legitimado. No representa a la parte que ya lo es en el litigio pendiente. La actividad del coadyuvante ayuda a la actividad de la parte coadyuvada. El art. 90 inciso 1) del Cédigo Procesal Nacional expresa que “podr intervenir en un juicio pendiente en calidad de parte, cualquie- ra sea la etapa o la instancia en que éste se encontrare, quien acredite sumariamente que la sentencia pudiere afectar su interés propio”. El tercero coadyuva en interés propio pero defendiendo un derecho ajeno de una parte que no representa. Para Palacio esta clase de intervencién se verifica cuando un ter- cero, en raz6n de tener un interés juridico coincidente con el derecho 215 alegado por cualquiera de las partes originarias, participa en el pro- ceso con el objeto de coadyuvar al éxito de la pretensién o de la oposicién. Por supuesto que el interviniente simple carece de legitimacién y, como expresa Calamandrei™, es un contradictor agregado (litisconsor- cio auxiliar) que debe actuar en favor de una de las partes en contra. dela otra. Alvarado expresa que es el modo de intervencién que le cabe al tercero cuando, en razén de tener un interés jurfdico propio decide participar en un proceso pediente en apoyo de una de las partes, por encontrarse respecto de ellas en una relacién juridica tal que la pérdida del pleito de la parte a quien coadyuva, aun cuando no tenga para el. tercero efectos de la cosa juzgada, hard después dificil la defensa de sus derechos, El ejemplo tipico es el que contempla el art. 2028 del Cédigo Civil que expresa: “El fiador puede intervenir en las instancias entre el acreedor y. el deudor, sobre la existencia o validez de la obligacién principal, y si no hubiera intervenido, las sentencias pronunciadas no Je privan de alegar esas excepciones”. Otros ejemplos: el del tercero beneficiario de un cargo contenido en una donacién; la del legatario en el proceso que tiene como objeto la pretensién interpuesta frente al heredero testamentario para que se declare la nulidad del testamento; la del acreedor hipotecario en el proceso relativo a la reivindicacién del inmueble gravado. - En todos estos casos la sentencia, como expresa Calamandrei, obs- taculiza 0 hace mas dificil el ejercicio del derecho del que, teniendo in- terés, no interviene. Al no ser. parte legitimada sino subordinada accesoriamente, no puede: a) disponer del objeto litigioso; b) aportar prueba que contra- diga a la del principal con el cual coadyuva; c) contraponer sus pre- tensiones a la de la parte principial. Puede sustituir al coadyuvante cuan- do éste es negligente o cuando obrare en forma ineficaz o dolosamente. El art. 91 del Cédigo Procesal Nacional expresa que la actuacién del interviniente sera accesoria y subordinada a la parte a quien apoyare, no pudiendo alegar ni probar lo que estuviere prohibido a ésta. Vale decir, es un contradictor agregado. ,Agregado a qué? A la relacién li- tigiosa en la cual se suma pero no altera para defender en el derecho ajeno, st. propio interés. La agregacién o su agregacién no impide ni retrotrae el procedimiento y la sentencia no lo condena ni lo absuélve. Su participacién que no es litisconsorcial con quien coadyuva, es al s6- lo efecto de evitarle un perjuicio que es la obstaculizacién de un poste- rior ejercicio de su derecho. NO SUFRE LOS EFECTOS DE LA .CO- SA JUZGADA. b) Intervencién coadyuvante litisconsorcial. Tiene lugar cuando, segtin las normas del derecho sustancial, el tercero hubiere estado legitimado para demandar o ser demandado. In- 20 CALAMANDREI, Piero, “Instituciones de Derecho Procesal Civil”, t. 2, p. 321. 216. terviene de acuerdo al Cédigo Nacional (art. 90, inciso 2) y art. 91, se- gunda parte) como litisconsorte de una de las partes y tendra sus mis- mas facultades. Su ingreso al proceso pendiente tiene por objeto hacer valer un derecho propio en contra de una de las partes en adhesién con la otra, adhiriendo a élla. Hace valer un derecho frente 0 contra una de las partes y no contra las dos. Coadyuva con una contra la otra. Para Alvarado la legitimacién esté determinada por la conexidad de objeto y causa. Como ejemplo del primer supuesto (objeto), cita el caso de legitimacién ptblica: intervencién del Ministerio Ptblico. En el segundo caso, el de la solidaridad, que estimo correcto a tenor de lo dispuesto por el art. 699 del Cédigo Civil. La totalidad del objeto de la obligacién puede, en virtud del titulo constitutivo o de una disposicién de la ley, ser demandada por cualesquiera de los acreedores a cualesquie- ra de los deudores. Ejemplos de intervencién voluntaria litisconsorcial se producen también en los casos de los arts. 1123, 1113, 1123 y 1126 del Cédigo Civil y en los supuestos en que el tercero puede ser citado como parte, como es el caso del art. 757, inciso 4, les distintos casos de eviccidn, el asegurador que puede intervenir en el pleito ya pendiente o sea cuan- do ya se ha iniciado la demanda. Cabe sefialar que el que puede ser ci- tado puede tranquilamente presentarse voluntariamente. No ineluyo el “caso” de la presentacién voluntaria del poseedor en el juicio contra el tenedor, por la sencilla razén de que éste puede ser extrovertido y si acttia en el pleito, lo hace en calidad de “agregado”. No existe en este proyecto la intervencién litisconsorcial, pues falta la presencia del titular coadyuvante legitimado. Entre los efectos merece destacarse que el tercero se convierte en parte con actuacién auténoma, dentro de una tinica relacién litigio-, sa, no de dos. Para Alvarado, la demanda implica dos relaciones litigio- sas: la ya pendiente y la del tercero contra la parte contraria de aquél a quien coadyuva. No comparto el punto de vista. La autonomia litisconsorcial, no impide que lo actuado por él be- neficie, pero no perjudique a la parte que coadyuva. La sentencia dicta- da después de la intervencién de un tercero, o de su citacién, lo afecta- rA como litigante principal (art. 96 C.P.C.N.). c) Intervencién principal, agresiva o excluyente. Ella tiene lugar, segdn el art. 301 del Cédigo Procesal de Santa Fe, cuando un tercero pretende total o parcialmente la cosa o el derecho so- bre que verse la litis de un proceso ya trabado. Esta figura tiene por objeto hacer valer, frente al demandado o frente al actor, o contra ambos, un derecho propio del que interviene e incompatible con la pretension esgrimida y resistida en juicio. El origen se remite a la universalidad del proceso germano, permi- tiendo la contradiccién excluyente en un proceso unico. Se trata de una verdadera y propia intervencién de un tercero en el mismo procedimien- to entablado entre las partes principales. La Rota Romana acepta la 217. intervencién principal en un juicio nuevo y auténomo ante el mismo juez que se encuentra conociendo en la causa principal y contra las dos partes de ésta. Como toda intervencién voluntaria, es una simple facul- tad que, reitero, entrafia un procedimiento tnico con participacién de un tercero. Las caracterfsticas procesales, aparte de la sefialada, son las si- guientes: 1) el tercero acttia como una verdadera parte, pues lo es; 2) Jas partes del litigio originario se sittian frente al tercero en posicién litisconsorcial; 3) existen dos o tres relaciones litigiosas en un mismo proceso que adquiere un nuevo sujeto, con pretensién diferente; 4) la sentencia debe ser tinica y adquiere autoridad de cosa juzgada, abar- cando o extendiéndose a las tres partes. C. INTERVENCION OBLIGADA. También se denomina “intervencién coacta” “intervencién forza- da”, derivado esta ultima denominacién de la expresién francesa “inter- vention forcée”. El Hamamiento de terceros al proceso se produce cuando la con- tienda o controversia es comin y se da la posibilidad de una accién re- gresiva contra aquél. Una observacién sobre la composicién procesal que genera la lla- mada de un tercero a proceso es la formulada por Chiovenda en el sentido de que, hasta que el llamado proponga demanda o que las partes no las propongan contra él, no deviene en parte, pero queda en la posicién de tercero sujeto a la decisién con todos los derechos inherentes a tal cua- lidad. El problema no se presenta en la legislacién procesal nacional. El Cédigo, en su art. 94, luego de establecer la facultad del actor de ci- tar en oportunidad de la demanda, y del demandado al oponer excepcio- nes o responder, fija que la citacién se haga en los términos del art. 339, © sea la citacién de un demandado, con los requisitos del art. 830 y art. 120, respectivamente; vale decir es un demandado y, en consecuencia, parte. Su presentacién puede generar una actividad litis consorcial au- ténoma o devenir en una sucesién del demandado originario generando su extromisién. Aclaro que el pleito puede resolverse sin la presencia del citado; Ja accién regresiva en su caso se puede ejercitar en forma independiente. Los tres tipos generales de la intervencién obligada son: a) “litis denuntiatio”, que tiene fundamento en evitar la excepcién de negligente defensa; b) la “laudatio 0 nominatio auctoris”; y c) la Wamada de un tercer pretendiente. a) “Litis denuntiatio”, incluye los casos de responsabilidad indi- recta, art. 1113, del Cédigo Civil, por la dependencia de servicio per- sonal, o por el uso o servicio de la cosa. Sin duda, el art. 1113 tiene su reverso en el art. 1128 y ello es asi porque si el demandado es el empleado, el actor en el juicio puede 218 denunciar la responsabilidad del empleador o usuario, citandolo. Aqui media una responsabilidad solidaria del empleado y su empleador (ana- logia arts. 1109 ultima parte del Cédigo Civil y 1081 del mismo ordena- miento). En el supuesto del art. 1123 del Cédigo Civil, el empleador de- mandado puede pedir la citacién del empleado dependiente pudiéndose generar una accién de regreso cuando no se integre la litis con los dos responsables. Es igual el caso de responsabilidad indirecta del art. 1126 en con- tra del duefio del animal que ocasioné un dafio a un tercero aun cuando su guarda estuvo a cargo de un dependiente de él. El texto del art. 1183 citado por los antiguos tratadistas ha sido hoy reformado. A mi crite- rio establecia la misma responsabilidad del art. 1113 pero con una in- versién de la carga de la prueba igual al supuesto del dafio “con las co- cosas” del primer agregado al art. 1.113 dispuesta por la Ley 17.711. b) “Laudatio 0 nominatio auctoris”. El segundo tipo contemplado es el caso del tenedor demandado, que denuncia la titularidad de otro en los términos correlativos de los arts. 2782, 2464. Este contempla el caso del tenedor denunciado por la cosa que posee a nombre de otro. El primero, el caso de la reivindicacién, posibilita la extromisién del terce- ro. Dice el texto: “Desde que asi lo haga (“denuntiatio”) la accién de- be dirigirse contra el verdadero poseedor de la cosa” (art. 2782 del Cédigo Civil). c) “La Wamada al tercero pretendiente” tiene lugar cuando la par- te debe efectuar la citacién a un tercero que también se considera acree- dor y reclama la misma e idéntica prestacién. Es el caso de consignacién contemplado por el inciso 4) del art. 757 del Cédigo Civil, que permite al deudor frente a dos o mas pretendientes acreedores consignar y citar a todos, generando un proceso con pluralidad de partes. Sin dejar de citar los ejemplos correlativos de los arts. 699, 689, 715, 716, 717, 1646, 2029 y 2036 del Cédigo Civil, todos dentro de la “i- tis denuntiatio”, incluyo en ella los dos casos especiales de la “citacién de eviccién” y “asegurado en juicio”, temas que merecen un trata- miento separado. 1, Citacién de eviceién. La eviccién como garantia existe en los supuestos de los arts. 2089 y 2090 del Cédigo Civil, ademas de los casos especiales, y surge cuando por una reclamacién, ya sea mediante demanda judicial o extrajudicial, el adquirente sufre wna turbacién de derecho en la propiedad, goce o posesién de la cosa adquirida. El “molestado” juridicamente, puede de- mandar al “turbante” y pedir la citacién del enajenante garante. Del mismo derecho goza e] demandado contra el enajenante de su deman- dante. Igual derecho tiene el citado garante respecto a su trasmitente. En las “turbaciones de hecho”, por las cuales un tercero sin pre- tender mejor derecho ejerce actos indebidos, el titulado debe actuar di- rectamente por la via del art. 2470 del Cédigo Civil o de interdictos establecidos en los Cédigos de Procedimientos. La garantia de eviccién es implicita (art. 2097) y puede ser li- 219 mitada en la medida en que no medie mala fe del garante (arts. 2098, 2099) y, si no es ejercitada de acuerdo al art. 2110, ella se pierde. El citado de garantia debe salir en defensa del adquirente en los términos del art. 2108 del Cédigo Civil y concordantes de los Cédigos de Procedimientos. Si citado el garante no comparece, no puede acusar- selo de rebeldia y su responsabilidad se decidiré en proceso aparte. El citado, si no es el enajenante originario, puede hacer comparecer a los respectivos enajenantes y puede oponerse a los herederos (art. 2108, 2107 del Cédigo Civil y 110 del Cédigo Procesal). Si comparece, no podré invocar la improcedencia de la citacién, limitandose a acudir o no en su defensa. En este supuesto (no asume la defensa) el juicio sigue con el demandado y la responsabilidad del garante se juzgaré en juicio aparte. Si comparece y asume la defensa puede obrar como litisconsorte, actuando conjunta o separadamente con el demandado. Entiendo que al citado por eviccién, compareciente o incompare- ciente, le es aplicable el art. 96 con respecto a los efectos de la senten- cia, que lo afectara como a los litigantes principales. No debe perderse de vista que el citado lo es en los términos del art. 339, 0 sea como de- nunciado, todo ello sin perjuicio de su responsabilidad en los términos y las extensién dispuesta por el art. 2119 entre comprador y vendedor, que es el caso mds comin. 2. Presencia del asequrador en juicio. ‘A) La responsabilidad del asegurador esta determinada por el art. 109 de Ia Ley 17.418, en cuanto obliga a éste a mantener indemne al asegurado por cuanto deba a un tercero en razén de la responsabilidad prevista en el contrato de seguro, a consecuencia de un hecho acaecido en el plazo comprende el pago de los gastos judiciales o extrajudiciales, para resistir la pretensién del tercero. El art. 117 permite al aserurador examinar las actuaciones admi- nistrativas o judiciales motivadas o relacionadas con la investigacién del siniestro y constituirse en parte civil en la causa criminal. ‘ El art. 118, en su segundo apartado, expresa aue el damnificado puede citar en garantfa al asegurador hasta aue se reciba la causa a prueba. En tal caso la demanda debe interponerse ante el juez del lugar del hecho o del domicilio del asegurador. Se modifica la regla de Ja competencia establecida en el anartado 4°) del art. 5 del Cédigo Pro- cesal, en cuanto dispone aue en las acciones derivadas de delitos o de cuasi delitos, el del waar del hecho, 0 el domicilio del demandado, a elec- cién del actor. El problema comnetencia tiene vinenlacién con la natura- Jeza juridica de Ja accién contra el asegurador. Si es de garantfa, pri- va'lo dispuesto en el art. 5 inciso 4) v si es accién directa, priva la dis- posicién del art. 118. Me inclino por el imperio de la norma consagrada en el inciso 4) del art. 5 en los términos de su actual redaccién (Cédigo Procesal Civil y Comercial de la Nacién, t.o. decreto N° 1042/81). La 21 SOLER ALEU, Amadeo, “El nuevo contrato de seguro”. 22 DE DIEGO, Arturo Julidn, “Algunas referencia sobre la citacién de garantia del asegurador”, “El Derecho”, 1-2-83, 220 garantia presupone la previa demanda contra el directamente responsa- ble. Descarto la tesis de Soler Aleu de la “accién directa no auténoma”, en virtud de que el seguro opera una estipulacién en favor de un ter- cero*!, De Diego? comparte la opinién de Soler Aleu. 7 B) Antes de examinar las cldusulas se imponen dos preguntas: 1°) iLas disposiciones transcriptas son de fondo o de forma?; 2) ;La res- ponsabilidad del asegurador es directa o su intervencién presupone la demanda en contra del asegurador y la citacién en garantia del ase- gurador? 1°) Respecto de lo primero resulta evidente que la calidad de res- ponsable la otorga la ley de fondo, permitiendo la legitimacién del ase- gurador como tercero en garantia. La forma de citacién, oportunidad, trémite, efectos de la sentencia, a pesar de la regulacién de fondo, son normas procesales. No obstante para lograr un efectivo ejercicio del derecho, las regula la ley de fondo. En expresién de Acufia Anzorena *, la razon de ser de la calidad para actuar nace de la norma material, propor- cionando el Derecho Procesal los medios para que esa responsabilidad 0 el ejercicio del derecho se materialicen. Martinez Paz, a quien cita el autor del articulo, expresa que se trata de una actividad procesal que, adoptada por el Cédigo Civil, significa un avanzar sobre la legislacién de forma. Estimo que el derecho nace con la ley sustantiva y ella, en ‘su complejidad, crea la posibilidad de intervencién de terceros en el proceso. Este determinard el procedimiento 0 el modo de ejercicio, sin perjuicio de que la ley de fondo tenga disposiciones procesales tendien- tes, no a invadir competencias sino, como expresaba Savigny, a lograr el mayor y pleno ejercicio de los derechos acordados. El art. 2108 del Cédigo Civil, referente a la eviccién, dice que “el enajenante debe salir a la defensa del adquirente citado por él en el jui+ cio que designe la ley de procedimientos...”. He aqui una disposicién correcta, que concuerda con la garantia de los arts. 2089 y 2090 del Cé- digo Civil. 2°) La doctrina y la jurisprudencia se han inclinado por admitir la obligacién de garantia del asegurado previa demanda del civilmente responsable, descartando al pensamiento de Halperin sobre la accién di- recta, o sea la posibilidad del damnificado de demandar al asegurador directamente. La Revista “La Ley” (2/11/82) transcribe un fallo interesante de la Camara Nacional Civil y Comercial, con el comentario de los doctores Rubén S. Stiglitz y Osvaldo Simone. La embajada de Francia, respon- sable civilmente, citada como demandada, no comparecié al proceso. En esa situacién de imposibilidad de juzgamiento, el Tribunal admitié, no obstante sostener la ausencia de obligacién directa, y por una razén es- pecial, la demanda en contra de la compafifa aseguradora. Puso el acen- to en la proteccién del damnificado, solucién que Stiglitz (no partida- rio de la accién directa) compartié como solucién excepcional provoca- da por la incomparecencia imposible del responsable directo. Simone, en cambio, expresé su oposicién en los términos que transcribo: “La cita- 23 ACUNA ANZORENA, Arturo, “Intervencién del acreedor en los juicios en que el deudor es parte”, “La Ley”, t. 20, p. 135 - Sec. Doctrina. 221 cién en garantia de la aseguradora es un instituto de aplicacién cotidia- na en los estrados judiciales. Sin embargo, son muchas las sentencias que olvidan su verdadera naturaleza juridica y los cauces legales y doctri- narios dentro de los cuales debe desenvolverse. Pareciera que pretenden justificar su sancién tan solo para facilitar la bisqueda de un respon- sable econémico”. Simone, con la misma base, se mantuvo dentro del término de la se- guridad juridica, no compartiendo la solucién de la Camara. Sostiene que, en el campo axioldgico, el valor seguridad juridica se corresponde con el valor justicia. Partiendo de esas bases, surge la necesidad de un andlisis de la intervencién del asegurador en el proceso civil y en el penal. En el proceso civil, el asegurador puede ser citado de garantia en los términos establecidos en el art. 118 de la Ley 17.418. Se trata de una intervencién a tenor y con los aleances del art. 94 del Cédigo Pro- cesal, El plazo de citacién es del art. 118 y no del art. 94. La citacién del asegurador trae aparejada la suspensién del proceso hasta la com- parencia o el vencimiento del plazo, produciendo la sentencia los efec- tos de cosa jugada (art. 96). El tercero asegurador citado de garantia actia como ligante litis- consorcial y se le aplican los efectos de la cosa juzgada en la medida de las obligaciones emanadas del contrato de seguro (art. 109), cargando las costas en la misma medida (arts. 109 y 116). La intervencién puede ser coadyuvante con el asegurado o exclu- yente. Esta esté plenamente justificada con la posibilidad de probar su exclusién de responsabilidad cuando medie la prueba del dolo o culpa grave del asegurado en el accidente. 8°) El art. 117 de la ley 17.418, posterior a la reforma del art. 29 del Cédigo Penal, reformatorio a su vez del art. 1096 del Cédigo Civil que regulaba la independencia de la accién civil de la penal, establece claramente que el “asegurador puede constituirse en parte civil en la causa criminal”. Pese a la claridad del texto, creo que de acuerdo a la naturaleza de la legitimacién del asegurador y su calidad de garante no puede deman- dar en el proceso civil, ni en el penal constituirse en parte civil. El ase- gurador puede intervenir en el proceso penal citado de garantia tanto por el asegurado como por el damnificado. El art. 117 sefiala un con- trasentido con los términos del art. 118 y ello se debe a los resabios de los distintos criterios de los autores de la ley 17.418 que, redactada por una mano, dio lugar a la intervencién de otras. Lo cierto es que, no legitimado para demandar’o ser demandado, no puede en el proceso penal constituirse en actor civil. Habria dos par- tes propias en la reparacién civil cuando en realidad el asegurado es parte impropia, tercero citado en garantia. Soler Aleu sostiene que el demandado en el proceso penal reclama indemnizacién al imputado asegurado y, —si ni éste ni aquél han ejer- citado el derecho de citar en garantia al asegurador— éste puede, no obstante ello, presentarse en el proceso penal y constituirse en parte ci- 222 vil a fin de poder defenderse, oponer excepciones y pruebas para libe- rarse o para ejercer el derecho de repeticién de la indemnizacién paga- da al asegurado, cuyos derechos se han transferido al asegurador mi- nisterio legis 2+. No comparto totalmente la afirmacién. En primer lugar, si no fue citado en garantia, no es parte y la sentencia no le es oponible. Citado en garantia debe comparecer y si no lo hace le son aplicables las dispo- siciones relativas a la autoridad de la cosa juzgada. No acepto la pre- sentacién como parte civil, por ausencia de legitimacion para ser actor y/o demandado, por cuanto el problema es el de asegurador en garan- tia, no como denunciado responsable. El contrato de seguro lo vincula como garante y no como responsable en los términos de la responsabi- lidad objetiva o subjetiva que corresponde exclusivamente al autor o al coautor del hecho ilicito. Distinta es la regulacién del art. 7 de la ley 9.688 que pone en mano del damnificado una accién directa. La norma dice: “Los patrones podran substituir las obligaciones relativas a las indemnizaciones por un seguro constituido a favor de los empleados u obreros de que se trate, en una compafiia o asociacién de seguros pa- tronales que reinan los requisitos establecidos mds adelante, y siempre a condicién que las indemnizaciones no sean inferiores a las determi- nadas por la presente ley”. No obstante, el trabajador o sus causa-habientes podr4n accionar contra el empleador o el asegurador, indistinta 0 conjuntamente”. Com- Parese con la redaccién del art. 118 de la ley 17.418. 4°) Todo lo expuesto lo es sin perjuicio de la actuacién del “asegu- rador subrogante” requiriendo el pago de lo subrogado en los términos del contrato. Si la ley permite la presencia en el proceso de la victima, su fami- lia o un tercero, y de toda persona particularmente ofendida, y si todo delito hace nacer la obligacién del perjuicio que por é1 resultare a otra persona directa o indirectamente damnificada (arts. 29, Cédigo Penal, 14 y 170 Cédigo Procesal en lo Criminal, 1077 y 1079 Cédigo Civil) no veo por qué el acreedor subrogante (art. 80, ley 17.418) no puede in- tervenir en su condicién de tal en el proceso penal. Si se permite la presencia del damnificado subrogado, resulta un contrasentido prohibir la del subrogante. Lo que la ley permite a la parte con prerrogativa juridica propia, no puede prohibir a quien lo “sub- roga” transformandose prdcticamente en cesionario. La subrogacién le- gal o convencional (el caso es de subrogacién legal en virtud del inciso 2 del art. 768 del C. Civil) traspasa al nuevo acreedor todos los dere- chos, acciones y garantia. Asi lo dispone el Cédigo Civil y el art. 80 de la ley 17.418. No puede negarse su intervencién subrogatoria que los arts. 14 y 170 del Cédigo de Procedimientos Criminal Nacional, y los arts. 80, |1, 101, 109, 110, 111, 114 y 118 y concordantes de la ley 17.418/67 no lo prohiben, es mas, la posibilitan. Todas las limitaciones impuestas al querellante civil le son aplica- bles al asegurador el que, por otra parte, debe constrefiirse a defender 24 SOLER ALEU, ob. cit. 223 su‘ derecho en la medido de la subrogacién regulada por el contrato del seguro. 5?)Insisto en una preocupacién; lo dispuesto por el art. 116 en el sentido de que el asegurador cumpliré la condenacién judicial en la parte @ su cargo en los términos procesales. Los efectos de la cosa juzgada afectaran al asegurador en la medida de su presencia o ausencia en el proceso civil o penal. Insisto: no debe perderse de vista que no puede ser demandado pues no es el responsable; es el garante. Citado en ga- rantia, o presente én el proceso como subrogante, si le son aplicables los efectos de lo juzgado en los términos de la garantia del contrato de seguro. No interviniendo por causas extrafias a su voluntad, no parti- cipa del debido proceso y los efectos de la sentencia le son inoponibles. Ill. TERCERIA. 1°) La terceria también origina un proceso con multiplicidad de partes. El tercerista debe actuar dentro de los diez dias de conocido el embargo trabado en cualquier juicio, promoviendo demanda fundada en el “mejor derecho” o en el “preferente derecho” sobre el bien o bienes embargados. 4A quién demanda? Al actor y al demandado del juicio principal donde el tercerista no interviene. La demanda de terceria ge- nera otra relacién juridica procesal al actor y al demandado, que actian como litisconsortes demandados. La actuacién es independiente. Algunos autores encuentran un parecido entre el “litis consorcio necesario” y la terceria. No creo que ello sea asi, pues en la terceria la pretensién es facultativa y genera dos relaciones juridicas, mejor dicho, agrega a una, otra: la que crea la terceria y la relacién juridica proce- sal principal de actor y contradictor, hoy demandados por el tercerista. Otros ven similitud “con la intervencién principal excluyente”, sin reparar que ésta no tiene la limitacién del embargo y tampoco la calidad de la discusién referida a dos cuestiones: a) dominio y b) el preferente derecho. Aparte de ello el tramite es especial, imponiéndose al tercerista plazo para su presentacién, en dos aspectos: a) periodo (10 dias); y b) antes de la posesién y antes de efectuarse el pago. Aparte de ello se le exige al tercerista, como requisito de admisibilidad, la probanza con instrumentos suficientes o en forma sumaria la verosimilitud: del derecho en que se funda o en su defecto, fianza para responder los per- juicios que su intervencién pueda provocar. El puro concepto de parte procesal ve rasgada su consistencia. 2?) A. A la actividad litisconsorcial se une una prohibicién expresa dela ley en el sentido de que el allanamiento del embargado no afecta al embargante y la colisién de aquél con el tercerista da lugar a las sanciones disciplinarias ordenadas por el art. 108 del Cédigo Procesal Nacional que llega hasta la detencién y puesta a disposicién, de los co- lisionados, ante la justicia civil. B. El Cédigo Nacional no dice cudles son los efectos de la cosa juz- gada. Creo que ella se produce contra el tercerista en los limites de su pretensién y contra el embargado poseedor en la calidad de tal; contra el embargante, que debe aceptar el privilegio del tercerista vencedor. Con respecto al tercerista perdidoso, el camino del posesorio y del pe- titorio le queda cerrado. 224 La terceria determina, ademas, que al ser interpuesta, el actor del juicio principal puede pedir al demandado garantias para el asegura- miento de su crédito. En la terceria, la multiplicidad de partes se produce en la relacién procesal que origina la demanda del tercerista. No creo insistir en la determinacién del tramite regulado perfec- tamente por los cédigos del rito. IV. PRETENSION SUBROGATORIA. El tema debe ser ubicado en el mds amplio de la sustitucién, ins- titucién auténoma usada antes de Chiovenda por Khéler y Hellwig, de- finiendo éste a aquélla como el derecho de conducir el proceso por quien no es el titular del mismo “*, Chiovenda explica el fendmeno diciendo que el sujeto particular de la relacién procesal no siempre es necesaria- mente el sujeto de la relacién sustancial deducida en juicio. Comparece en juicio en nombre propio por un derecho ajeno, situacién que no debe ser confundida con la representacidén, donde se actia por otro, ejerci- tando una prerrogativa juridica que no es propia. Evidentemente se trata de un caso de excepcién por la ausencia inicial o sucesiva de titu- lar de la relacién juridica. Se opera en la sustitucién un caso de legiti- macién anémala, una disociacién entre el sujeto legitimado para obrar en el proceso y el sujeto titular de la relacién juridica sustancial en que se funda la pretension. Para Podetti** en la sustitucién juegan dos intereses, uno subor- dinante y otro subordinado. El primero es el interés del sustituido y el segundo del sustituto; el segundo es presupuesto de la sustitucién y el primero lo es de la pretensién ejecutado de tal manera que el sustituto Ppersigue en el proceso la satisfaccién de un interés ajeno como condi- cién de su propio interés —distinguiendo de la sucesién— agregando que en ésta, no existe mds que un sélo interés que se transmite de un sujeto a otro. Se opera en este caso, por desplazamiento, un cambio en Ja legitimacién procesal. Satta *? no esta de acuerdo con el calificativo sustitucién, diciendo que el pretensor hace valer un derecho propio (eminentemente proce- sal) como cualquier legitimado, por mds que ese derecho esté vinculado a una relacién juridica de la cual no es parte o no fue participe. Sostiene que se trata de una relacién de prejudicialidad entre la relacion ajena y la propia. Entiendo que existe prejudicialidad cuando media una situacién ju- ridica de resolucién previa y de incidencia necesaria resuelta con auto- ridad de cosa juzgada en la relacién juridica principal. Absoluta o re- lativa (en la misma sede o en sede distinta) exige una resolucién previa que incide necesariamente en otra. En la subrogacién no existe “rela- cién prejudicial”. Un caso particular de sustitucién es la contemplada en el art. 1196 25 CHIOVENDA, ob. cit., t. 2, p. 31_y en “Instituciones...”, t. 2, p. 304. 26 PODETTI, J. Ramiro, “Tratado de la Tercerii 27 SATTA, Salvatores, “Derecho Procesal Civil”, p. 76. 225 del Cédigo Civil. Se expresa alli que los acreedores pueden ejercer todos los derechos y acciones de su deudor con excepcién de los que sean inhe- rentes a su persona. Se trata de una situacién muy especial pues, en el tramite el deudor citado (acreedor renuente), aun no ejerciendo ningu- na de las facultades expresadas en el art. 112 (incisos 1 y 2) puede in- tervenir en el proceso como litisconsorte. El subrogante es un sujeto Pprocesal que puede ser: a) extromitido o b) actuar como simple subor- dinado adhesivo. Por otra parte, antes de notificar al deudor de la re- lacién a la cual es ajeno, debe citar a su propio deudor remiso, posibili- tando su intervencién que puede generar las dos situaciones previstas. Por supuesto, no interviniendo el deudor, el subrogante o sustituyente ocupa el lugar de actor sin que sea pasible de soportar los efectos de la cosa juzgada de una relacién juridica en la cual no es parte. Es igual su situacién a la del litigante accesorio, adhesivo o subordinado (art. 112, inciso 2), ultima parte). No debe olvidarse que todo el tratamiento del tema reposa en una idea madre: la intencién de incorporar bienes al patrimonio del “sus- tituido”, sobre los cuales el sustituyente podrd hacer efectivo su crédito. Antes de concluir, dos palabras. E] “subrogante debe acreditar un crédito liquido y exigible y no precisa de sentencia como asi tampoco autorizacién judicial para iniciar la demanda. La actividad del subrogante no es incompatible con la deducién de su propia pretensién contra el deudor, efectuandose una acumulacién particular de pretensiones. Al decir “particular”, excluyo la subjetiva pues no se dan los supuestos de ella, como asi también la objetiva. En el primer caso no hay pluralidad de partes ni conexidad. En el segundo, no existe acumulacién de pretensiones aunque si dos partes: actor y de- mandado. Palacio dice que en el caso existe una acumulacién subjetiva de pretensiones, opinién que no comparto. Es un proceso independiente que en alguna medida puede engendrar coordinacién de pretensiones. V. ACUMULACION DE PROCESOS. La acumulacién de autos, legislada en el Cédico Procesal Nacio- nal como una “contingencia” del proceso, genera un tipo de acumulacién subjetiva de pretensiones en la medida en que se de conexidad por el ti- tulo, el objeto o ambas cosas a la vez. Cuando a raiz de un hecho causa Unico (simple o complejo) se ge- neran distintas pretensiones —como puede ser un hecho ilicito extra- contractual o un despido masivo en el terreno laboral— los damnifi- cados pueden invocar un litisconsorcio demandando al obligado u obli- gados, en un solo proceso, o en procesos distintos. Ello es perfectamente posible originandose en el primer caso un litisconsorcio facultativo yen el segundo dos o mas procesos, que por la conexidad, corren el riesgo de sentencias contradictorias, no sobre el monto de las_pretensiones, sino sobre la declaracién de responsabilidad o no responsabilidad por ili- citud o licitud del hecho juridico causa. Para que ello no suceda, o sea para evitar el escdndalo juridico de sentencias contradictorias sefialado con elocuencia por Vélez en las notas 226 a los articulos 1102 y 1103 del Cédigo Civil, se posibilita la unificacién de los procesos, hecho que puede producirse a peticién de parte o de ofi- cio por el juez. La unificacién presupone los requisitos formales que son: a) la competencia por razén de la materia no distinguiendo entre lo ci- vil y lo comercial; b) que se trate de dos o mas procesos de conocimiento y/o dos o mas procesos de ejecucién y ¢) que ambos procesos se en- cuentren en la misma instancia. La sustanciacién conjunta puede ocasionar perjuicios, inconvenien- tes; entonces se recurre al tramite separado ante el mismo juez, con la condicién del dictado de una sentencia tnica. La via a usarse para producir la acumulacién puede ser: la inter- posicién de la demanda, la contestacién, o la via incidental y el proceso que se acumula se agrega al proceso en el cual primero se haya notifi- cado la demanda y, cuando media diferencia de cuantia, el de menor cuantia se acumula al de mayor cuantia. La excepcién de litispendencia por litisconexas genera también la acumulacién de autos. La acumulacién produce en las partes autonomia litisconsorcial y Jas pruebas comunes aprovechan a todos los procesos. Sobre el particu- lar me remito a los efectos y consecuencias de la actividad litisconsorcial. VI. INTERVENCION DE TERCEROS EN EL PROCESO PENAL. 1) Por disposicién del art. 1096 del Cédigo Civil, la indemniza- cién del dafio causado por delito, sdlo podia ser demandado por accién civil independiente de la accién penal. Existia una separacién total en- tre el objeto del proceso penal y el proceso civil; en aquél, el camino de la accién civil con la persecucién de la indemnizacién material y moral debida a la victima, a su familia o a un tercero, estada vedado. Posteriormente con la sancién reformatoria del Cédigo Penal, se regula la posibilidad del ejercicio de la accién civil en sede penal, en favor del damnificado 0, eventualmente, de su familia o un tercer per- judicado. El art. 29, posibilita la presencia como actor civil a la victima, a su familia o a un tercero (como damnificados directos 0 indirectos). El art. 1079 del Cédigo Civil consagra el derecho a reclamar del damnifi- cado indirecto. En cuanto a la posibilidad de demandar al responsable civil indi- recto, me inclino por su presencia en juicio que, més que voluntaria, es coacta por la accién regresiva de que puede ser objeto. En favor de que se cite al tercero existen las mismas razones por las que se autoriza al damnificado a ejercitar la accién resarcitoria contra el autor del hecho ilicito dentro del mismo proceso penal. El art. 18 del Cédigo Procesal de Tucuman, expresa que la demanda resarcitoria, puede ser ejercitada en contra del civilmente responsable. Comparto con Salas ** dos soluciones: 1) el caracter facultative de usar una via u otra (el proceso civil o el penal) —la reparacién no es parte de la pena—. En caso contrario el juez penal deberia condenar al resarcimiento en todos los casos; 2) el art. 29 del Cédigo Penal es cons- 28 SALAS, Acdeel E., “‘Accién civil del delito penal”, Rev. “JUS”, Bs.As., N° 5, p. 37. 221 titucional, no obstante contener una norma procesal. Uniforme y reite- radamente la Suprema Corte de Justicia de la Nacién ha reconocido la facultad del Congreso de establecer normas de ese caracter cuando tie- ne por fin asegurar la efectividad e inmediato ejercicio de los derechos que consagra la legislacién de fondo (Fallos: 188:154; 162:376; 190:124). El ejercicio en sede penal de la accién civil elimina la traba dilato- via del art. 1101 y para los casos de “condena” y de “absolucién”, con- Sagra una cuestién prejudicial absoluta, es decir que la incidencia de resolucién previa y necesaria se resuelve con autoridad de cosa juzga- da en el mismo fuero. Todo dentro del terreno de la responsabilidad culposa, tinica que se puede considerar en sede penal. 2) Con respecto al tema de la legitimacién referente al asegura- dor, me remito a lo dicho en el estudio del tema especifico. El asegura- dor, por no tener accién directa pese a lo dispuesto por el art. 117 de la ley 17.418, no puede constituirse en actor civil. Debe ser citado en garantia (es garante y no responsable) por el perjudicado o por el res- ponsable civilmente. Cuando actiia como subrogante, ocupando el lugar y grado del subrogado, el camino le queda expedito. Para unos, no es preciso que el demandante de la accién civil asu- ma el caracter de querellante por dos razones: a) el objeto es distin- to y b) la responsabilidad, que deriva precisamente del objeto diferen- te, es distinta. Para otros ello es necesario. Personalmente creo que, si actiia en el sumario, debe asumir el papel de querellante particular. Si se presenta en el plenario, tinicamente el de actor civil. Una pregunta: ,El asegurador puede asumir la categoria de que- rellante? ,Es persona particularmente ofendida por el delito de accion publica? Creo que no. Aparte de ello, el art. 117 de la ley 17.418, sélo le permite al asegurador examinar las actuaciones administrativas y judi- ciales motivadas 0 relacionadas con la investigacién del siniestro. Reafir- ma la contestacién negativa, la comparacién del articulo citado con los arts. 170, 176 y 177 del Cédigo de Procedimientos en lo Criminal. 3) ZEl actor civil puede demandar la indemnizacién en funcién de la responsabilidad subjetiva (dolo o culpa) o también de la responsabi- lidad objetiva del vicio o riesgo de la cosa? La respuesta es negativa a razones: a) la responsabilidad penal es esencialmente personal y culposa; b) la responsabilidad objetiva, ajena a lo penal, deriva de los dafios que puedan causar “las cosas viciosas 0 peligrosas”. Ello es objeto exclusivamente del proceso civil, a tal punto que, en funcién de los arts. 1102 y 1103, la absolucién o la condena no aimpide al juez civil transitar por el camino de la responsabilidad obje- tiva o de la concurrencia de culpas. 4) Aunque no es una cuestién procesal, debo hacer notar que la presencia del actor civil en el proceso penal permite lo siguiente: 1) la reparacién en especie. El inciso 2 del art. 29 del Cédigo Penal, coinci- de en lo elemental con el art. 1083 del Codigo Civil; 2) la preferencia consagrada en el art. 30 del Cédigo Penal y 3) la solidaridad de art. 31 coincidente con los arts. 1109 (ultima parte del Cédigo Civil) y art. 1081 del mismo ordenamiento. La restitucién de la cosa obtenida por el delito, si bien no es la reproduceién exacta del inciso 1) del art. 68 228 del proyecto, constituye en principio una reparacién “in natura” sin perjuicio de que ella sea completada con la reparacién pecuniaria. No veo obstdculo para que en el proceso penal se adopte el principio del nuevo articulo 1083 del Cédigo Civil que regula especificamente el te- ma”, 5) Una dltima pregunta de importante reflexién: ¢El actor civil o, mejor dicho, la presencia del actor civil en el proceso penal, constituye un tipo especial de intervencién de terceros en el proceso? Contesto que no'y me explico. El actor civil es parte propia y su presencia en el pro- ceso penal no lo constituye en tercero. El actor civil puede actuar en las dos etapas del proceso penal: en la etapa instructora y en el ple nario. VII. INTERVENCION DE TERCEROS EN EL PROCESO LABORAL. 1. INTRODUCCION. En el proceso laboral, al igual que en el proceso civil, tiene lugar la intervencién de terceros que se ven vinculados a un juicio en el que no han intervenido y cuya sentencia, sin embargo, puede ocasionarle un perjuicio. La intervencién del tercero puede ser voluntaria cuando tenga inte- rés en el proceso, u obligada, cuando el érgano jurisdiccional, a pedido de parte o de oficio, dispone su citacién a fin de que la sentencia que se vaya a dictar produzca para el tercero efectos de cosa juzgada. El fundamento de su admisién estriba también en razones de econo- mia procesal y conveniencia juridica de evitar sentencias contradictorias. En principio, los cédigos procesales laborales no legislan sobre la intervencién del tercero, aplicdndose en subsidio los preceptos pertinentes sobre la materia de los codigos procesaies civiles En cambio, el Cédigo Procesal Laboral de Mendoza, contempla expre- samente dicha intervencién, en los artes. 27 a 29 *1. 2. CASOS ESPECIFICOS DE INTERVENCION DE TERCEROS EN EL PROCESO LABORAL. A) Asociaciones profesionales con personeria gremial. Entre los derechos exclusivos de la asociacién profesional que goza de personeria gremial, tenemos: “Defender y representar los intereses individuales de cada uno de sus asociados ante los institutos de previsién, la JUSTICIA y toda otra reparticién del Estado a peticién de parte; E INTERVENIR POR DERE- 29 Sobre el particular se puede consultar “Aspectos civiles de la reforma penal”. ‘Sobre el tema se abrid una interesante discusién de los autores Alfredo ORGAZ y Sebastidn SOLER. 30 En el orden nacional y federal se aplican los arts. 90 a 96 del Cddigo Proce- sal Civil de la Nacién, por expresa remisién de la ley de procedimiento la- oral N? 18.345, art. 155. 31 Ver su transcripcién en ALLOCATI, Amadeo, “Derecho Procesal del Trabajo”, a ara ara amie L, “Tratado de Derecho del Trabajo”, Editorial La Ley, , t. 5, p. 331. 229 CHO PROPIO O COMO TERCERISTAS cuando, por la naturaleza de Ja cuestién debatida, la resolucién pueda afectar intereses sindicales de la actividad o categoria profesional de que se trate. La peticién de parte se acreditara con documentacién simple y ésta hard las veces de mandato su- ficiente para actuar en juicio y demas efectos” (Ley 20.615, art. 30, ine. 2). Esta disposicién legal reconoce los siguientes antecedentes: a) El Decreto 23.852/45 mencionaba entre los derechos de las asocia- ciones profesionales reconocidas gremialmente: “Defender y representar los intereses individuales de cada uno de sus asociados ante los institutos de previsién, DE JUSTICIA y toda otra reparticién del Estado” (art. 33, ine. 2). Dicha norma sufrié dos interpretaciones: La mayoritaria opiné que las asociaciones profesionales debian tener mandato de sus asociados para representarlos judicialmente *2. La minoritaria, patrocinada por Podetti, sostuvo que se configuraba una intervencién sindical voluntaria y espontdnea, de cardcter adhesivo y coadyuvante, en la medida en que existieran cuestiones que por su gene- ralidad afectaran los intereses profesionales: diferencias sobre horarios, rebaja de salarios, horas extras, etc. 35. b) El decreto-ley 9.270/56, si bien deroga al decreto 23.852/45, man- tiene el concepto anterior con otra forma, al mencionar los derechos de las asociaciones profesionales: ‘“Representar y defender ante el Estado, -ustituto de previsién, TRIBUNALES DE JUSTICIA o empleadores, los intereses profesionales colectivos o individuales de sus asociados” (art. 16, inc. a). La doctrina opiné ante el nuevo texto legal la necesidad del mandato convencional para poder representar a sus asociados *4. c) La ley 14.455/58, en su art. 16 inc. 2), sancioné como derecho ex- elusivo de la asociacién profesional con personeria gremial, el mismo que contempla el régimen vigente de la ley 20.615 art. 30, inc. 2), ambas disposiciones de idéntica redaccién. Para Rosembuj se pueden delinear tres situaciones perfectamente di- ferenciadas en el articulo*. 1) La asociacién profesional representa los intereses individuales de cada uno de sus asociados ante la justicia, a peticién de parte, actuando como mandatario convencional. 2) Interviene por derecho propio ante la justicia, o sea, sin que me die peticién de parte “cuando por la naturaleza de la cuestién debatida la resolucién pueda afectar intereses sindicales de la actividad 0 categoria profesional de que se trate”. En tal cardcter actiia no sdlo en caso de conflictos individuales que puedan generar conflictos colectivos 0 vice- versa. 32 UNSAIN, Alejandro, “Revista del Derecho del Trabajo”, t. 5, p. 529 y POZZO, Juan D., “Derecho del Trabajo”, ed. 1951, t. 4, p. 125. 33 PODETTI, Ramiro, “Tratado del Proceso Laboral”, 1949, t. 1, p. 172. 34 DEVEALI, Mario A., “Derecho Sindical y de Previsién Social”, p. 108. 35 ROSEMBUJ, Tulio Rail, “Intervencién de la asociacién profesional como ter- cero en el proceso”, “La Ley”, t. 129, p. 1239. 230 3) Las asociaciones profesionales no pueden asumir, por si, la repre- sentacién individual de sus afiliados tratandose de conflictos laborales particulares, determinados, no colectivos. Pero se admite tal hipétesis cuando interfieran las exigencias amplias de defensa de la categoria, Es el caso, por ejemplo, de reemplazar la inaccién de obreros objetivamente perjudicados por la violacién del empleador a un convenio colectivo **. Concluye dicho autor en que la intervencién profesional como tercero en el proceso reconoce en nuestra ley un caracter coadyuvante. Tiende a amortiguar la eventualidad de un perjuicio al interés colectivo de la cate- goria profesional. Se distingue respecto a Ja intervencién en el proceso civil, por la pertenencia de algunos de los sujetos litigantes a un comin gremial organizado juridicamente. Morello 37 expresa que la legitimacién de tercero a favor de los sin- dicatos, esté reconocida por la ley sindical 14.455, ine. 2), art. 16. (hoy ley 20.615, art. 30). Segtin Cappelletti **, esta apertura del proceso a la defensa de los intereses colectivos se encuentra en varios sistemas juridicos modernos. Las asociaciones profesionales han alcanzado un nuevo rol en este sentido. Se posibilita unir, en el proceso, la accién individual con la ac- cién colectiva, para equilibrar la debilidad del trabajador aislado ante el poder econémico patronal, siempre que se trate de un interés personal si- mult&neo a un interés colectivo del grupo representado. Las asociaciones profesionales se convierten en verdaderas asociaciones de defensa en todo sentido. En su caracter de actor ideolégico, es el decir del maestro Cap- pelletti, forma una especie de “ministerio piblico privado” facultado pa- ra actuar en el proceso en interés comunitario de la actividad. Por tltimo, cabe destacar en relacién al problema de la representa- cién adecuada, nuestro régimen legal ha adoptado el sistema de la asocia- cién profesional “mas representativa” de la actividad de que se trate, como acceso al derecho de intervenir en el proceso (ley 20.615, art. 19yss.). B) Asignaciones familiares. a) Concepto. Previamente se debe mencionar la recepcién constitucional de la politica familiar. Asi la Constitucién Nacional de 1957, parrafo ter- cero del articulo nuevo (después del art. 14) dice: “B] Estado otorgara los beneficios de la seguridad social, que ten- dra cardcter de integral e irrenunciable. En especial, la ley estable- ceré: ...la proteccién integral de la familia ...la compensacién eco- némica familiar. 36 Conforme KROTOSCHIN, Ernesto, “‘Tratado préctico de Derecho del ‘Traba- jo”, 1978, t. I, p. 651. En contra, afirmando la necesidad que los asociados otorguen poder: CABANELLAS, Guillermo, “Derecho Sindical y Corporativo”, p. 536 y parte de la jurisprudencia, La Ley, t. 97, p. 71. 31 MORELLO, Augusto, “La intervencién coactiva del tercero interesado en el derecho laboral”, Revista de Derecho del Trabajo, ed. La Ley, afio 1969, t. 29, p. 689. 38 CAPPELLETTI, Mauro, “La protection d'interets collectifs et de groupe dans le proces civil”, Rev. Int. de D. Comp., 1975, N? 3, p. 571 y ss;_cit. por KRO- aaa a E.,'“Tratado Préctico de Derecho del Trabajo”, Depalma, 1979, 2, p. AT. 231 En igual sentido, las clausulas coincidentes de diversas Constitu- ciones provinciales 3°. Conforme con el desarrollo moderno de las concepciones juridico- sociales, el salario no sélo constituye la retribucién de los servicios prestados, sino que pesa sobre el empleador el deber de satisfacer las necesidades del trabajador mientras éste se mantiene a su disposicién. Podetti ° distingue en el concepto de salario dos elementos. Uno de ellos es el denominado “salario de rendimiento”, que corresponde a Ja productividad del trabajador, en consideracién de la cantidad y de la calidad del trabajo prestado. E] otro elemento es el “salario social”, que no tiene como contra- partida la productividad individual, sino que resulta determinado por la situacién en la que se encuentra el trabajador, de modo que su exclu- siva fuente de ingresos le permita hacer frente con dignidad a sus ne- cesidades vitales de todo orden y las de su familia. Existen otras prestaciones complementarias del salario, como ser pagos adicionales motivados en las condiciones personales del trabaja- dor, sobre todo su situacién de familia. Anota Krotoschin *t que para dar cumplimiento a las exigencias familiares se establecié por un lado, el llamado “salario familiar”, con- sistente en una elevacién del salario individual segun la situacién de fa- milia del trabajador, su estado civil y numero de hijos. Por otro lado, del salario familiar, a cargo exclusivo del emplea- dor, sobresalen las “asignaciones familiares”, que constituyen una me- dida de seguridad social, y si bien estan a cargo igualmente del emplea- dor, en cuanto a la obligacién de pago, se ‘han planeado como carga co- lectiva, respaldada por el fondo comin de las cajas respectivas. El problema del salario familiar es de dificil solucién, pues el ren- dimiento del trabajador soltero y del casado, de que tiene una familia miltiple y del que no tiene, puede resultar idéntico o variar poco. Imponer al patrén la carga exclusiva de las asignaciones de fa- milia levaria ademds, a que los asalariados con familias numerosas no hallaren trabajo. Por ello, se han proyectado las Cajas de Compensa- cién, de manera que los subsidios de familia no afecten plenamente a un solo empleado, siendo repartido el monto de los aportes efectuados por la totalidad de los patrones, dentro de una determinada categoria, entre todos los trabajadores de ella que tengan cargas de familia. Las asignaciones familiares para los trabajadores de empresas pri- vadas, se abonan por intermedio de un “Fondo Compensador”, que se constituye con el aporte obligatorio de todos los patrones comprendi- dos dentro del 4mbito legal, equivalente a cierto porcentaje mensual del total de los salarios que paguen a su personal. 39 Chaco (1957), art. 32; Chubut (1957), art. 44; Formosa (1957), art. 55; Neu- quén (1957), arts. 24 y 53; Rio Negro (1957), arts. 25 y 31; Santa Cruz (1957), arts. 56 y 60; Santa Fe (1962), arts. 21 y 23. 40 PODETTI, H., “Las asignaciones familiares” en DEVEALI, Mario L., “Tratado de Derecho del Trabajo”, La Ley, 1972, t. 2, p. 763. 41 ne ne “Tratado Préctico de Derecho del Trabajo”, Depalma, , t. 1, p. 284, 232 La administracién del fondo esta a cargo de las “Cajas dé Subsi- dios Familiares” que son las siguientes: CASFEC (para empleados de comercio Decreto-Ley 7913/57); CASFPI (para personal de la indus- tria, Decreto-Ley 7914/57) y CAFPE (para el personal de la estiba, Decreto-Ley 3256/65). Las asignaciones familiares, que se abonan mensualmente junto con el sueldo, no se consideran integrantes del salario (Ley 18.017, art. 26), sino que se pagan como una prestacién de seguridad social, que cubre las contingencias de las cargas familiares. Sefiala Krotoschin *? que las asignaciones familiares rednen las ca- racteristicas de prestaciones de seguridad social, por obedecer a los prin- cipios de solidaridad social, de uniformidad de la cotizacién y de una técnica administrativa especial, con participacién de prestadores y be- neficiarios, todo lo cual las saca de la esfera individual, en que se reali- za la remuneraci6n. A partir de la ley 18.017, que regulas la Cajas de Subsidios Fa- miliares, se ampliaron grandemente las contingencias familiares ampa- radas por la legislacién argentina, al prever asignaciones par matrimo- nio, maternidad, nacimiento de hijo, familias numerosas, escolaridad; leyes posteriores afiadieron asignaciones por adopcién, ayuda escolar especial, prenatalidad (t.o. de la ley 18.017, aprobado por resolucién 980/74, B.O. 16/1/75). b) Intervencién como terceros de la Caja de Subsidios Familiares. Quien debe pagar las asignaciones familiares es el empleador (ley 18.017), salvo el régimen para el personal de la estiba, donde correspon- de abonar a la Caja respectiva (decreto 3256/65, art. 1 y 33). Para el primer supuesto, el empleador tiene derecho al reintegro de lo pagado de la Caja respectiva, de modo que el empleador no es mas que un agente pagador de ésta. En caso de demanda judicial promovida por el trabajador contra el empleador, por cobro de asignaciones familiares, debe admitirse la citacién al juicio, de la respectiva Caja de Subsidios Familiares por te- ner un interés juridicamente protegido, que puede resultar afectado por la sentencia. La intervencién como terceros, tanto en la citacién, sus efectos y la medida de la actuacién de la citada, se adecua a los principios procesa- les aplicables (arts. 90 y ss. Cédigo Procesal Civil Nacional) *. Morello **, comentando un fallo laboral en el cual el juez, de oficio, cité a juicio a CASFPI para que tomara intervencién como tercero en un juicio entre el trabajador y su patrén, en razén de considerar confi- gurada una relacién juridica entre la demanda (empleador) y la ci- tada (la Caja de Subsidios), del que podria resultar a favor de la pri- mera un crédito, llega a las siguientes conclusiones: 42 Obra citada, t. 1, p. 286. 43 PODETTI, Humberto, ob. cit., t. 2, p. 859; conforme DEVEALI, Mario _L., “Re- clamacién judicial de los subsidios familiares”, Revista Derecho del Trabajo, afio 1963, p. 43. 44 Obra citada, p. 684, 233, a) La citacién coactiva del tercero —CASFPI— dispuesta de ofi- cio por el juez, fue procedente dentro de sus poderes-deberes (art. 34 Cédigo Procesal Civil Nacional). b) La legitimacién procesal del citado CASFPI es lo suficiente- mente amplia y excede de la que le cabe al simple adherente, pues ha concurrrido al proceso a través de una llamada en garantia (en fun- cién de cobertura del empleador para la hipdtesis de que éste fuera con- denado). c) En esos casos puede resolverse por medio de una sentencia tni- ca la litis principal y la que se introdujo con la llamada en garantia, ya que el pronunciamiento produce efectos de cosa juzgada al citado coactivo (CASFPI) de acuerdo al art. 96 Cédigo Procesal Civil Nacio- nal. C) Accién directa en los accidentes de trabajo. La ley de accidentes de trabajo N° 9.688, art. 7, permite al emplea- dor sustituir las obligaciones por ella impuestas, mediante un seguro privado. Es un caso de sustitucién facultativa. Cabe hacer notar que en el derecho laboral argentino, esta susti- tucién de obligaciones del patrén (seguro privado) es obligatoria en algunos casos *® y ultimamente, mediante Decreto 1567/74, se institu- y6 el seguro obligatorio para el caso de muerte, sea ésta producida por accidente o no, siendo este beneficio independiente de la indemnizacién por fallecimiento que corresponde segin la Ley de Contrato de Tra- bajo, art. 248. No obstante la sustitucién facultativa por un seguro privado de las obligaciones establecidas por la ley 9.688, la responsabilidad del emplea- dor subsiste, por ello no hay mas que una delegacién imperfecta que no desobliga al deudor originario. Lo importante de este punto es que la ley ha otorgado al trabaja- dor o a sus causahabientes la accién directa por la que puede accionar contra el asegurador o contra el empleador, en forma indistinta 0 con- junta. Ello se logré a través de una lenta pero firme evolucién jurispru- dencial, hasta que la ley 18.913 reformatoria de la ley 9.688, incorpora dicha accién directa, a favor de un tercero, que en el caso es el traba- jador o sus causahabientes. EI texto legal es el siguiente: “No obstante, el trabajador o sus causahabientes podran accionar contra el empleador o el asegurador, indistinta o conjuntamente” (ley 9.688, art. 7, ultimo pdrrafo). D) Solidaridad de terceros en el contrato de trabajo. La Ley de Contrato de Trabajo (N° 20.744), en su Titulo II, Ca- pitulo II, trata de los sujetos del contrato de trabajo, analizando en distintas situaciones acerca del concepto, caracterizacién y responsa- 45 Personal aerondutico, dec. 16.130/46, art. 29; periodistas profesionales, ley 12.908, art. 49; jugadores profesionales de futbol, fey 20.160, art. 18, inc. d; ete. 234 bilidad del empleador (definicién: art. 26; socio-empleado: art. 27; au- xiliares del trabajador: art. 28; interposicién y mediacién, solidaridad: art. 29; subcontratacién y delegacién, solidaridad: art. 30; empresas re- lacionadas o subordinadas, solidaridad: art. 31). Distinto es el caso en que un trabajador principal se hace ayudar por otro trabajador; en este supuesto no hay mas que un solo emplea- dor (los auxiliares “seran considerados como en la relacién directa con el empleador”, art. 28). Interesa la situacién que el contrato de trabajo se concluye con un intermediario: subempresario, subcontratista o trabajador dependiente del empresario principal; en ellos suele haber una relacién triangular: el trabajador presta servicios en beneficio de otra persona, pero el vincu- lo laboral de subordinacién se establece, auténtica o aparentemente con el intermediario, quien es el tinico empleador. Si bien el beneficiario principal de los servicios no esté vinculado con los trabajadores por un contrato laboral, la ley le impone en esta hipotesis determinada responsabilidad por: 1) El pago de salarios (arts. 1645 Cédigo Civil; ley 18.596, art. 13; Ley de Contrato de Trabajo, art. 136); y 2) por accidentes (ley 9.688, art. 6; ley 12.908, art. 77; decreto 13.839/46, art. 28). También la Ley de Contrato de Trabajo, art. 30, ha consagrado la solidaridad de los contratistas, subcontratistas y empresarios principa- les, con el fin de una mayor seguridad econémica de los asalariados y evitar la interposicién fraudulenta, que reside en insertar como contra- tistas a sujetos insolventes (“hombres de paja”). Refiriéndose a esa solidaridad, Krotoschin ‘* indica que hay en to- dos los casos una relacién tripolar, 0 sea, una relacién inmediata con el intermediario y una relacién mediata con el empresario principal. “Las obligaciones que la ley impone al empresario principal como deu- dor solidario son la de una fiador. E] que el empresario principal, a instancia de los trabajadores, esta obligado a retener y a entregar a ellos directamente Jo adeudado por el intermediario, subraya la funcién del garante. pero no es motivo para considerar a dicho empresario como empleador directo”. Tgualmente en los supuestos de cesién de trabajadores de una em- presa a otra y de las empresas que suministran mano de obra a otras empresas, para trabajos temporarios (“empresas de trabajo temporal”), Ja Ley de Contrato de Trabajo, art. 29, dispone que los trabajadores contratados sean considerados “empleados directos de quien utilice su prestacién” mientras que los “terceros contratantes” quedan fuera de esa relacién, pero “responderan solidariamente”. En conclusién, el trabajador en el contrato laboral, esté frente a un solo empleador, pero como tercero resulta ser acreedor solidario de otra persona en ciertas obligaciones, tantos laborales como de seguri- dad social. En una situacién de solidaridad legal pasiva, por la cual el trabaja- dor por el cobro de la totalidad del crédito Jaboral, goza de accién directa contra el empresario principal o contra éste y el empleador, en forma con- junta, susciténdose en esta titima hipétesis un litisconsorcio facultativo. 46 Obra citada, t. 1, p. 142. 2385

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