_ Politica y antipolitica
‘se de cuenta de que él nombra-
mento de Javier Valle Rostra es
‘una maniobra politica del fujimorismo. Sin
| embargo, elo no es suficiente para carac-
terizar al fenémeno Valle Riestra
i as citimas seis semanas han si-
| | do suficientes para que el pals
Hasta ahora el fujorismo ha actuado
predicando la antpolica. Es decir, ha
ccondenado como malos la deiberacion y
la compstencia polticas ast como a los
portadores naturales de las mismas: los
partidos poticas. Solo se puede discrepar
‘sobre la forma de hacer las cosas no s0-
bre el fondo de las mismas, cuya defini-
cn es dada por ol discurso la ideologia
| oficiales. La anipoltica ha supuesto, asi-
mismo, retirar temas y espacios del émbi-
to dela dscusién pibiica para entregarios
‘a pequefios circulos de asesores y tecné-
cratas que no han sido elegidos por nadie
‘pero que son a la postre los que resuelvan
‘qué se debe hacer, en particular si se tra-
ta de asuntos de economia y seguridad.
No le fue cil al régimen imponer la
| antipoitica. Ha tenido que apelar et golpe
do estado, al fraude electoral, 2 sucesivos.
legicidios y al centelismo més desembo-
zado para lograr sus propésitos, pero fi
aimente fogr6 someter el sentido comin
a sus designios.
La antipoltica, sin embargo, es un ex-
paciente dtc de convert en permanen-
te para cualquier gobiemo, mas todavia
cuando su poltica econémica dista da s2-
tisfacer las necesidades de la poblacién.
Para haverlo necesitaria convertirse en un
gobierno més represivo. Un costo que el
fuyjimorismo no podria soportar en las
actuales circunstancias,
Pero zqué lo decide a abandonar el
‘expediente Unico de la antipoltica? El éxi-
to de las movilzaciones cludadanas contra
el autortarismo, y particularmente de dos
de elas: la movilzacién por el referéndum
y las moviizaciones de fos évenes uriver-
Silasos. Ojo, dos movimientos que goza-
ton de la indiferencia, sino de la ausencia,
de la mayorta de los partides opositores.
Por ello decide hacer un giro, que no
‘es, exactamante, del autoritarismo a lade-
mocraca, sino de ia antpoltica ala poli-
a, 0, por lo menos, a abrir un “segundo
frente” donde ensaye sus posibilidades de
‘competir y deliberar. Para ello, necesaria-
mente, debe escoger un ‘polticotradicio-
nat" entre aquellos que condenaron el cin-
<0 de abril, que sepa maverse eintercam-
biar estoques con la crecida opositra.
Valle Riestra es, en este sentido, el
polio perfecto que riega la antipotica y
a la vez permite mantenera en suspenso,
por si acaso.
Qué signitica hacer politica hoy para
ol fyjmorismo? Retomar audazmente la
inicativa, disputéndole el discurso a la
oposicién en base a planteamientos que
parecerlan contradecir sus précticas hab-
tuales en os itimos afi, pero en un es
tio estrictamente lampedusiano, es decir,
pareciendo cambiar las cosas de manera
sorprendente para en el fondo conseguir
‘que nada cambie. Sobre todo para que no
se toquen las posiciones de privilegio de
los cioulos intimos del poder.
Frente a esta novisina maniobrala po-
itica de la oposicién no se puede conver
‘en antipolica. No puede, por ello, sequirse
responciando al fuimorismo del’ gabineto
Valle Riestra con los mismos reflejos con
‘que se respondia al fyimorismo anterior. A
las mentias no se puede responder solo
‘con desmentidos. Hay que polendiar las
moviizaciones que llevaron al gobiemo a
cambiar su totca; si éstas logran conver-
tirse en grandes moviizaciones nacionales
quizés logremos abrir las compuertas de
una nueva transicén ala democracia,