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PRIMERA PARTE LA DOCTRINA TEOCRATICA: SU GENESIS Y EVOLUCION HASTA 1493 CapiTULo I LA FIGURA DE GREGORIO VII 1. Prenotandos.. 2.2... ee ee A. Concepto de teocracia pontifical . . . B. Su momento hist6rico C. Antecedentes de la doctrina ..........2...- D. Dificultad del problema... ..-....-.....-. 2 Gregorio VII eee A. Las ideas de un papa reformador . . B. El papa depone alemperador ... . C. Las cartas al obispo de Metz D. Derechos de soberania? .. 2... .....--02.- 3. Obras progregorianas ©... 20-2. ee A. Bonizon de Sutri 20. 2 ee ee B. Deusdedit ........ C. Bernaldo de Constanza . D. Ivon de Chartres ... . E. Anselmo de Lucca 15 15 17 18 19 20 21 27 30 32 34 34 35 36 37 38 PRIMERA PARTE LA DOCTRINA TEOCRATICA: SU GENESIS Y EVOLUCION HASTA 1493 Capituto | LA FIGURA DE GREGORIO VII 1, Prenotandos A. Concepto de teocracia pontifical Podemos definir la teocracia pontifical como la doctrina del gobierno del mundo por Dios mediante su mas alto representante en la tierra, su vicario supremo, el papa. Segiin esta doctrina, es el romano pon- tifice, en unidad de poder y para mejor cumplir los fines de la re- dencién, el que, por derecho divino, ha de gobernar el mundo entero. Sejior de fieles e infieles, posee, por delegacién de Cristo, una alta soberania para sefialar las rutas de la justicia, para intervenir en lo espiritual y en Jo temporal, para nombrar y deponer reyes y prin- cipes, para trasladar imperios, cuando lo exija el bien de las almas y el fin espiritual de la Iglesia. Sin negar la necesidad y atribuciones del poder civil, consideraba a éste totalmente subordinado al poder espiritual. Por una casi total absorcién de lo natural por lo sobrenatural, esta doctrina suponia un concepto rigidamente unitario del gobierno del mundo, en cuya ciaspide estaba la autoridad del papa, universal bajo todos los aspec- tos por extenderse a todos los hombres y a todas las cosas, tanto de cardcter espiritual como temporal. La comparaci6n entre el Sol y la Luna, tan querida a todos ellos, para expresar la subordinacién y dependencia entre ambas potestades; el simil de las dos espadas, que Pedro presenté a Cristo en el trance de la pasién, reflejan con bas- tante exactitud el ideal de los defensores de este poder universal del papa en todos los érdenes. Sinteticemos esta doctrina. Es innegable, decian sus defensores, que Cristo, también considerado en cuanto hombre, fue de iure rey temporal. En El se concentraba toda la potestad que hay en el mun- do. Lo dijo expresamente: Data est mihi omnis potestas in caelo et 15 16 LA DOCTRINA TEOCRATICA in terra.’ Toda esta potestad universalisima la encomendé Cristo a su vicario que hace sus veces en la Tierra. Pero el mismo Cristo quiso que el papa no tuviese el ejercicio del poder temporal que le corres- ponde de iure;? y, en cumplimiento de esta voluntad, el romano pon- tifice encomienda el ejercicio de tal poder a los reyes y emperadores que son, por consiguiente, vicarios y delegados del papa en la eje- cucién de un poder que éste puede restringir 0 ampliar. Sin embargo, hay ocasiones en que el papa hace uso de su poder temporal y a él podemos acudir siempre que sea necesario, en especial cuando haya alguna razén de orden espiritual o en defecto de justicia de la po- testad temporal. Por eso, la creacién de los Estados pontificios por Carlomagno y demas emperadores no fue una verdadera donacién hecha al papa, sino una ‘restitucién” 0, si se quiere, en aquel hecho los papas recibian la administracién de aquellas tierras, no la juris- diccién que ya tenian. Sin embargo, hay que reconocer que no todos los autores defen- dieron la teoria con la misma rigidez. Por eso reconocemos una forma moderna de teocracia pontifical. Los mds limitaron este poder uni- versal del papa, en Jo espiritual y temporal, a los pueblos cristianos, sin que por ningan concepto lo extendieran a los reinos infieles. La Iglesia, constituida por Cristo, pensaban éstos, es una e indivisible. Y asi como del alma y del cuerpo resulta el hombre, asi la potestad religiosa y civil forman el reino de Cristo que es la Iglesia. Cabeza visible de este reino es Pedro y sus sucesores, en quienes reside la plenitud de toda potestad. Cristo no quiso, sin embargo, que su vi- cario en la tierra se distrajese con el ejercicio del poder civil; asi cons- tituyé dentro de esta sociedad a los reyes para que, en nombre propio y no sdlo como ministros del papa, rigieran las cosas temporales, aunque bajo la autoridad suprema del romano pontifice. En este caso, el campo internacional queda escindido en dos grandes secto- res: uno formado por los Estados dependientes del papado; el otro por los que gozan de una independencia total. La potestad temporal del papa queda restringida a los primeros. Esta concepcién, més moderada, es mds coman que Ia primera.? 1 Mt. 28, 18. 2 Bs caracteristico de la teocracia pontifical 1a dependencia causal del poder tem- poral respecto de! espiritual. Si el primero nace del segundo, si es una parte del mism queda abierto el camino a todas las exageraciones posibles y cuantas cortapisas se qui- sieran poner a las mismas serian completamente ildgicas. 3 Creemos que este concepto limitado de la teocracia pontifical, es el conocido por LA FIGURA DE GREGORIO VII Ww B. Su momento histérico Es frecuente entre los autores modernos atribuir la doctrina teo- cratica o la teoria del poder directo, que acabamos de sintetizar, a unos cuantos canonistas de nombre oscuro que apenas si merecen atencién. Para el docto jesuita P. Capello, “el sistema de la potestad directa fue propuesto primeramente por Juan de Salisbury y después por algunos otros”.4 “Los que defendieron el poder directo, dice el padre Billot, apenas y aan ni apenas merecen atencién.”§ “El sistema del poder directo, escribe e] cardenal Cavagnis, fue defendido por escri- tores de nombre oscuro; el primero fue, en el siglo XII, Juan de Sa- lisbury; después Ancona y otros pocos.”® Pero juzgamos totalmente erréneo el juicio de estos autores. Para el canonista espaiiol Martin de Azpilcueta, la sentencia que concede al papa supremam potestatem mere laicam es communis et frequentius recepta, de tal manera que, en algin tiempo, él mismo pro ea stabat, y a la que siguen mille, non oreades, sed insigni au- thoritate doctores.? Domingo Soto, al exponer la senteneia que atri- buye a Cristo, en cuanto hombre, un reino temporal, afiade: Ex quo principio, doctores plurimi canonici Juris, idem Summo Pontifici tri- buunt temporalium dominium ac plenissimam potestatem.§ Belarmi- no afiade, por su parte, que entre los defensores de la teoria, multi viri doctissimi inveniuntur.® E\ doctor Francisco Pefa, canonista dis- tinguido y uno de los que con mas ardor trabajaron para que las con- troversias de Belarmino fueran incluidas en el {ndice de libros pro- hibidos, basaba su peticién en que, en dicha obra, el cardenal se apartaba de aquella sentencia (tesis teocratica) que, ademas de ha- ber sido defendida por Santo Tomas, es communis canonistarum, los tratadistas de derecho piblico con ef nombre de poder directo de la Iglesia sobre el Estado, Supone una preeminencia absoluta de la potestad espiritual, de tal manera que entra en sus atribuciones la gestién misma de lo temporal. E] Estado seria una funcién dentro de la Iglesia. El poder directo exige una potestad plena y ordinaria sobre las cosas temporales. 4. Summa iuris publici ecelesiastici, Roma, 1928, p. 268, n. 206. 5 De habitudine Ecclesiae ad civilem societatem, Prati, 1910, q. 19. 6 Institutiones iuris publici eeclesiastici, Roma, 1898, n. 398. 7 Relectio cap. Novit de Iudiciis, Notabile tertium, 19 (Opera omnia, Roma, 1590, vol. HII, p, 158). 8 De iustitia et iure, 1. 4, q. 4, a. 1. 9 De potestate Romani Pontificis in temporalibus, cap. 28. 18 LA DOCTRINA TEOCRATICA legistarum et antiquorum patrum.'° Finalmente, el jurista espaiiol Castillo de Bobadilla califica a esta doctrina como la mas segura y se- guida.!! No queremos decir que la teocracia haya sido la doctrina por exce- lencia de la Escolastica o de la Iglesia catélica; pero todos estos tes- timonios, que hemos alegado y que podriamos multiplicar, prueban con toda claridad que esta tendencia doctrinal tuvo su momento de apogeo en la historia de las relaciones entre la Iglesia y el Estado; que no fue solamente patrocinada por autores obscuri nominis, en expresién de Cavagnis; que hubo un momento en que fue doctrina comin entre los canonistas, con raices mas profundas y trascenden- cia mucho mayor que la que suelen darle los autores modernos; y que incluso en los siglos XV y XVI, como veremos, su influencia no se habia extinguido todavia. C. Antecedentes de la doctrina La genial concepcién de San Agustin en La ciudad de Dios, segin la cual la humanidad entera aparece ante sus ojos como un todo sa- lido de las manos del Hacedor y monarquicamente gobernada por sus vicarios en la Tierra, formando un cuerpo mistico, un sdélo pueblo y un s6lo reino, domina la primera mitad de la Edad Media. El pre- dominio del poder espiritual de los papas es, innegablemente, mucho mas conforme con estas ideas agustinianas, ideas que han de llevar a un estado de cosas en que “el derecho natural del Estado es ab- sorbido por el derecho superior de Ja Iglesia”.!? Hoy no es posible du- dar de esta influencia agustiniana “en el ideario politico e histérico de los siglos venideros e, indirectamente, también sobre Ja perviven- cia de la idea del imperio universal”.!* Por otra parte, los santos padres habian defendido la superioridad de la potestad espiritual sobre la temporal, atendiendo ai fin de cada una de ellas, principalmente con los ejemplos del Sol y la Luna, del 10 Cfr. Le Bachlet, “Bellarmin et index", Etudes, 1907, Il, p. 244. 11 Politica para corregidores y sefiores de vasallos, 1, 2, ¢. 17, n. 3. 12 Arquilliere, H. X., Saint Grégoire VIZ, Paris, 1934, p. 538. 13 Finke, H., Weltimperialismus und nationale Regungen im spateren Mittelalter, Freiburg, 1916, p. 10. LA FIGURA DE GREGORIO VIT 19 alma y el cuerpo, eteétera, comparaciones que se harian clasicas en la materia.'* Sin embargo, Carlomagno inicia el predominio del imperio, el do- minio de la fuerza que, poco a poco, va imponiéndose en la realidad, con sus consecuencias, a la concepcién espiritualista. La lucha por la supremacia entre ambas potestades, espiritual y temporal, eclesidstica y civil —lucha gigantesca de ideas— no se hace esperar y estalla ruda entre Gregorio VII y Enrique IV; lucha que no hace mas que tomar una tregua en el Concordato de Worms en 1122. Alejandro IV y Federico Barbarroja, Inocencio III y Oton IV, Gregorio IX e Inocencio IV con Federico II, Bonifacio VIII y Felipe el Hermoso, y, finalmente, Juan XXII y Luis de Baviera, no son mas que episodios de esta lucha, al lado de los cuales participan una plé- yade de legistas y juristas de uno y otro bando. Nosotros, en esta galopada histdrica, nos limitaremos a seguir los pasos de aquellos defensores del papado que, exagerando la nota, defendieron denoda- damente la supremacia temporal de los papas. D. Dificultad del problema No resulta facil esta tarea al investigador. La mente de aquellos escritores no aparece a veces clara; lo cual se debe, a nuestro juicio, a una triple causa: 1) Al doble caracter del romano pontifice, de pastor espiritual de la Iglesia y de principe temporal, a raiz de la creacién de los Estados pontificios. 2) A la creacién del Imperio de Occidente en la persona de Carlo- magno, reemplazando una dinastia por otra; y al caracter especial del emperador que, como protector de la Iglesia, creaba una situacién ju- ridica especial y una serie de relaciones, también especiales, con el romano pontifice. Asi el doctor Navarro, al probar cémo ni la potestad real ni la potestad imperial se encuentran por institucion divina en el papa, hace la siguiente observacién: Quamvis super imperio multa competant Papae per leges humanas in translatione Imperii de con- sensu populorum fidelium, in quos translata potestas fuit eligendi.'> 14. Cfr., entre otros muchos, San Loén Magno, Epistola 156 (PL, 54, 1180) y San Gre- gorio Magno, Epistola 55 (PL, 77, 1663). 15. Relectio cap. Novit de ludiciis, Notabile tertium, 127 (Opera omnia, cit., nota 7. 477), 20 LA DOCTRINA TEOCRATICA Seguin el inquisidor Paramo, para muchos tedlogos el cargo de em- perador se habia creado para que fuese, como ministro del romano pontifice, para defender a la Iglesia y asi le correspondian al papa muchos mas derechos en el imperio que en los demas reinos, pero iure peculiari.'® 3) Al cardcter feudal que con respecto a la Santa Sede tenian no pocos reinos de Europa.'? Este cardcter feudal envolvia, naturalmen- te, relaciones especiales de dependencia. La dificultad la reconoce Ives de la Briére: “en la Edad Media la cuestion presenta una com- plejidad especial a causa de los elementos de derecho feudal y de de- recho publico de la cristiandad, que se mezclan constantemente en las consideraciones de orden teolégico”.!* De aqui que, cuando los escritores de aquella época atribuyen al papa, ademas de su poder espiritual, otro temporal mas o menos am- plio, no resulta facil, a veces, apreciar si en la mente de aquellos au- tores tal poder temporal corresponde al romano pontifice en virtud del derecho divino y vi pontificatus, como exige la teocracia, o sola- mente en virtud de derecho meramente histérico y humano. 2. Gregorio VII La cuestién sobre el poder del papa en las cosas temporales no ha sido definida por la Iglesia, pero si ha sido afirmada por su magis- terio ordinario. Al estudiar el problema comenzamos nuestro analisis en Gregorio VII, en el que esta ensefianza aparece por primera vez de una manera mas explicita.!® Ala muerte de Alejandro [I una exclamacién undnime se extendid por toda Roma: “jHildebrando! !Hildebrando, obispo! jHildebrando era el que San Pedro elige por sucesor!”. Los votos de los cardenales ra- 16 Péramo, 1., De origine et progressu Officii Sonctae Inquisitionis, Matriti, 1598, p. 506. 17 Fliche, A., Histoire de VEglise, VIII, 112, enumera los siguientes Estados vasallos de la Santa Sede en tiempo de Gregorio VII: los condados de Apulia y Calabria, los reinos de Aragén, de Hungria y de Kiev, Croacia, Dalmacia y Dinamarea 18 “Pouvoir pontifical dans Fordre temporel”, Dictionnaire apologétique de la foi ca- tholique, Paris, 1928, IV, 106. 19 No cabe duda de que las falsas decretales habian contribuido a corroborar fa au- toridad de los pontifices; a partir do ellas, todas las colecciones contienen un tratado De Primatu Romani Pontificis. LA FIGURA DE GREGORIO VII 21 tificaron este deseo popular en la Iglesia de San Pedro ad Vincula. Asi fue elegido Gregorio VII. Era el mes de abril del afio 1073. La situacién de la Iglesia era desastrosa y nadie mejor que Hil- debrando —inteligente, bondadoso y tenaz— para emprender la re- forma moral y religiosa que tanto necesitaba. El nicolaitismo y la simonia, que eran dos canceres de la Iglesia occidental de entonces, tenian un origen comin: la investidura laica. La Iglesia estaba es- clavizada, no tenia libertad para elegir sus ministros. Habia, pues, que atacar la raiz, y nadie mas capacitado que Gregorio VII, quien tenia en su haber numerosas misiones diplomaticas realizadas con acierto, muchos afios de gobierno junto a distintos papas, y una clara intuicién para conocer personas y enjuiciar problemas. A. Las ideas de un papa reformador El programa de su pontificado no podia ser mas claro: devolver a la Iglesia de Cristo su libertad y su hermosura; lograr la absoluta independencia de la Iglesia del poder civil, al cual estaba subordi- nada. Esta subordinacién que tenia su mas alta expresién en la in- vestidura laica, costumbre que habia adquirido fuerza de ley desde la época carolingia, constituia para la Corona una fuente de ingresos nada despreciable. Por otra parte, no puede olvidarse la gran in- fluencia que, a partir de Otén el Grande, habian ejercido los empe- radores sobre el papado: Juan XII y Gregorio VI habian dejado la tiara cediendo a la voluntad de aquellos. Varios hechos iban a ayudarle en este empefio: 1) la sociedad emi- nentemente creyente, en la que todos sus miembros intentaban ha- cer de su fe la ley de su vida publica; 2) el apoyo que el papa habia recibido de las falsas decretales, las primeras que habian divulgado la idea de donacién del Imperio de Occidente hecha al papa por Cons- tantino, que constituia uno de los argumentos mds frecuentemente usados en la tesis teocratica;”° 3) que el papado hubiese establecido 20 El documento consta de dos partes: en la primera, Hamada Confesio, trata de cémo el emperador fue instruido en la fe y curado de la lepra por el papa; en la segunda, la Donati, se presenta a Constantino concediendo al papa y a sus sucesores privilegios y dominio temporal. En realidad este documento goz6 de escasa consideracién en los tra- tados del siglo XVI, en contraste con la importancia que se le dio en los del siglo X11. Ya Nicolas de Cusa lo considers como falso (De concordia catholica, p. 465); Vitoria duda de la existencia del mismo: "No s6lo es falso, dice, sino digno de todo desprecio... si alguno hhubo” (Relecciones, ed. de Torrubiano Ripoll, Madrid, 1917, I, p. 225). Gregorio VII nunca hizo mencién expresa de la donacién constantiniana 22 LA DOCTRINA TEOCRATICA la dignidad imperial de occidente en la persona de Carlomagno. Este hecho parecia exigir una mds estrecha dependencia del emperador respecto del papa, maxime cuando el rey de Germania no era reco- nocido como poseedor de la dignidad imperial hasta no haber sido consagrado por el pontifice. Gregorio VII encontré oposicién a sus ideas principalmente en el Imperio aleman, ya que los reyes de Francia e Inglaterra, en un régimen enteramente feudal, eran demasiado dé- biles. Por otra parte, el rey de Inglaterra, Guillermo I, le debia la Corona. Como premisa para obtener esta independencia de la Iglesia y aca- bar con las injerencias del Estado, principalmente con el abuso de ja investidura laical, creyé necesario el papa dejar bien sentados los derechos y prerrogativas del pontificado romano; a este fin van en- caminadas las veintisiete proposiciones promulgadas en abril del aio 1075 y conocidas con el nombre de Dictaius Papae. Piensan no pocos autores que son los epigrafes de otros tantos capitulos que formarian una coleccién canénica. El papa, en su plan de reforma, queria orientarse por la tradicién eclesidstica, y mandé componer nuevas compilaciones de derecho; él mismo recogié material canénico en favor del Primado romano, lo or- dené por grupos, acufiando para cada grupo una frase breve que re- cordaba el capitulo del indice de las compilaciones juridicas. Asi na- ceria el famoso Dictatus que hallé acogida en el Registro de Cartas de Gregorio. Esto parece que concuerda con su forma rigidamente lapidaria, pero no nos interesa averiguarlo. Nos basta saber que el documento es auténtico, como lo demostré el padre W. Peitz.2! El pro- grama centralizador, que contiene, encontré también la oposicién de muchos obispos que veian en peligro sus prerrogativas tradicionales. Hacemos mencién especial de las proposiciones 12 y 27, segin las cuales el romano pontifice puede deponer a los emperadores y des- ligar a los sibditos del juramento de fidelidad al rey.? Son intere- santes también la 8 y la 9, donde afirma que él sdlo puede usar de 21 “Das originalregister Gregors VII im Vatikanischen Archiv”, Sitzungsberichte der K. Akademie der Wissenschaften zur Wien, Phil. Hist. Klasse, 165, 1911. Las distintas teorias sobre el origen y finalidad del Dictatus, en Hofman, K., Der "Dictatus papae” Gre- gors VII. Kine rechisgeschichtliche Erkléarung, Paderbord, 1933; idem, “Der Diclatus pa- pae als eine Indexsammlung”, Studi Gregorians, ed. de G. B. Borino, 1947, I, pp. 531-837. 22 XIL. Quod illi papae liceat imperatores deponere. XXVII. Quod afidelitate iniquo- rum subiectos potest absolvere. (Reg. II. 55a., ed. de E. Caspar, MGH, Epistolue selectae, Il, 204 y 208).

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