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Jesús dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre si
no por mi”
Juan 14:6
Ver: Job e Isaías cap. 6.
“Bienaventurados los que lloran, porque
serán consolados”
Muchos son lo que pasan rápidamente por las páginas de las Escrituras
sin verdaderamente percibir aquello que ellas están diciendo. Para aquellos
que han aceptado el evangelio, estas palabras no son difíciles de entender,
pero ¿acaso no nos deparamos con una frase muy difícil de aceptar para el
mundo en el que vivimos? No titubeo en afirmar que lo que Jesús dice aquí es
ridículo para nuestra sociedad. Si algo las personas evitan con todas sus
fuerzas, eso es llorar. Toda la máquina social formada por el hombre tiene
como fin evitar todas aquellas cosas que finalmente le hacen llorar. El
sufrimiento y el dolor que conllevan el llanto, son despreciables para el
hombre, y este los repudia con todas sus fuerzas. Pero la pregunta que
debemos hacer es ¿a qué llanto se refiere Jesús aquí? Empecemos por aclarar
que aquí no estamos hablando de cualquier llanto. El llorar al que refiere
Jesús aquí, es a un llorar espiritual, un llorar del alma. Ya hemos dicho
anteriormente que las bienaventuranzas son las características espirituales
del cristiano, y aquí el llorar al que Jesús se refiere también tiene esta
connotación. Por lo tanto, aquí Jesús se está refiriendo a un dolor que reside
en el interior de hombre, el cual le lleva a llorar. Y es este dolor, él que el
hombre actual evita con todas sus fuerzas. La vanidad abrumadora existente
en nuestra sociedad es una manifestación de esta lucha en contra de este
dolor del alma. La sonrisa frívola tan característica de la raza humana
manifiesta esta verdad.
Para profundizar:
• ¿Cuál es nuestra actitud cuando otros nos maltratan?
• Leer I Samuel 24 y 26. Leer Isaías 53.