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i Y SAS) EDITORIAL F. TRILLAS, S. A. MEXICO, D. F., 1967 La LON L. FULLER moral del derecho UNVERSTAT OAR ‘We GLE 204 10s onserivos sumsTANcIALES p21 pERremO gara a escoger el principio que sostiene e inspira toda aspira- cién humana lo encontrarfamos en el objetivo de mantener comunicaciéa con nuestros semejantes. En primer lugar —manteniéndonos dentro de los limites del propio argumento de Hart— el hombre ha sido capaz de sobrevivir hasta ahora debido a su capacidad de comunica- cién. Al competir con otras criaturas frecuentemente més po- derosas que él y a veces dotadas de sentidos mas agudos, el hombre ha sido hasta ahora el victorioso. Su victoria se debe a que puede adquirir y trasmitir el conocimiento y porque puede consciente y deliberadamente coordinar sus esfuerzos con otros seres humanos. Si en lo futuro el hombre puede lograr sobrevivir a sus propios poderes de autodestruccién, seré debido a que puede comunicarse y lograr un acuerdo con sus semejantes. Finalmente, dudo que la mayoria de nosotros considerara deseable sobrevivir para levar una especie de existencia vegetal en la cual no pudiéramos establecer un con- tacto razonable con otros seres humanos. La comunicacién es algo mas que un medio de conservarse vivo. Por medio de Ia comunicacién es como heredamos las realizaciones del esfuerzo humano pretérito. La posibilidad de comunicacién puede reconciliarnos con el pensamiento de Ia muerte al asegurarnos de que Io que nosotros logramos enriquecerd las vidas de Ios que vendran después. Como y cuando logremos comunicarnos unos con otros puede ampliar reducir los limites de la vida. En palabras de Wittgenstein, ‘los limites de mi lenguaje son los limites de mi mundo Por lo tanto, si se me pidiera que sefialara un principio basi- co indisculible de Jo que puede Tamarse derecho natural subs tantivo —Derecho Natural con maytisculas— Io encontrarfa en el mandato: Descubre, mantén, y preserva la integridad de os conductos mediante los cuales Jos hombres se comunican entre s{ lo que perciben, sienten y desean. En esta tarea la moral de aspiracién ofrece algo mas que buenos consejos y el reto de la excelencia, Aqui habla con la voz imperiosa que estamos acostumbrados a oir a la moral de deber. Y si los hombres quieren escuchar esa voz, a diferencia de Ia moral de deber, puede ser oida més alla de los limites y a través de las barreras que separan ahora a los hombres. APENDICE: EL PROBLEMA DEL DELATOR RENCOROSO Por UN PEOUERO MARGEN DE voTOs ti has sido elegido Ministro de Justicia de tu pafs, una nacién de unos veinte millones de habitantes, AI principio de tu periodo tienes que hacer fren- te a un grave problema que seré descrito en seguida. Pero primero hay que exponer los antecedentes de este problema. Durante muchas décadas tu pais disfrut6 de un gobierno pacifico, constitucional y democrético. Sin embargo, hace al- giin tiempo las cosas empezaron a andar mal, Las relaciones normales se desorganizaron por una creciente depresién eco- némica y por un antagonismo cada vez mayor entre varias facciones, formadas por grupos econémicos, politicos y re giosos. El proverbial “hombre a caballo” aparecié en forma de cabecilla de un partido politico 0 banderia que se denominé a sf mismo los “camisas moradas”. En una elcecién nacional acompafiada de ytan desorden, el cabecilla fue clecto Presidente de la Reptiblica y su partido obtuvo la mayorfa de Ios asientos en Ia asamblea general, El éxito del partido en las umas se debié en parte a una cam- pafia de promesas imprudentes e ingeniosas falsificaciones, y en parte a la intimidacién fisica de las incursiones nocturmas de los “camisas moradas” que alejaban de las urnas por pénico a mucha gente que hubiera votado contra el partido. Cuando los “camisas moradas” subieron al poder no toma. ron medidas para revocar Ia antigua Constitucién ni siquiera algunos de sus preceptos. Conservaron asimismo intactos los cédigos civil y penal y las leyes procesales. No se ejercié accién oficial alguna para destituir a ningiin funcionario del 205 206 eh PROBLEMA DEL DELATOR RENCOROSO gobierno ni para eliminar a un solo juez del tribunal. Se ‘continuaron celebrando elecciones periédicamente y los votos eran contados con aparente honradez. No obstante, el pais vivia bajo el reinado del terror. Los jueces que dictaban sentencias contrarias a los deseos del partido eran golpeados 0 asesinados. El sentido acepta- do del cédigo penal era pervertido para enviar a los adver- sarios politicos a la circel. Se aprobaban leyes secretas, cuyo contenido era conocido tinicamente en las altas esferas de la jerarquia del partido. Se ponian en vigor leyes retroactivas ‘que convertian en delictuosos actos que cuando se cometieron eran legalmente inocentes. El gobierno hacia caso omiso de las restricciones de la Constitucién, de leyes anteriores, 0 has- ta de su propias leyes. Todos los partidos politicos contrarios fueron ‘disueltos, Miles de adversarios politicos encontraron la muerte, 0 metédicamente en prisiones o en esporédicas redadas nocturnas de terror. Se decreté una amnistia general en favor de personas sentenciadas por actos “cometidos para defender a la patria de Ia subversién”, Con arreglo a esta am- nistia se concedié la libertad general a todos los prisioneros que eran miembros del partido de los “camisas moradas”, Na- die que no fuera miembro del partido fue liberado conforme a la amnista, Los “camisas moradas” como una cuestién de politica deli- berada conservaban un elemento de flexibilidad en sus ma- niobras obrando a veces por medio del partido “en las calles”, y otras veces por medio del mecanismo del Estado que ellos, controlaban. La eleccién entre los dos métodos de proceder era Yinicamente cuestién de conveniencia. Por ejemplo, cuando €l circulo intimo del partido decidié arruinar a todos los anteriores republicanos-socialistas (cuyo partido construy Ja tiltima trinchera de resistencia al nuevo régimen), surgié una disputa acerca de la mejor forma de confiscar sus pro- piedades. Una faccién, tal vez influenciada atin por conceptos prerrevolucionarios, queria lograrlo por medio de una ley que declarara confiscados sus bienes por actos criminales. Otra queria que se obligara a los duefios a ceder sus propiedades a punta de bayoneta. Este grupo se opuso a la ley sobre la base de que podria suscitar comentarios desfavorables en el extranjero. El cabecilla decidié a favor de la accién directa aréwprez 207 por medio del partido, a la que seguiria una ley secreta que ratificaria la accién del partido, y confirmaria los titulos obtenidos por medio de 1a amenaza la violencia fisica, Los “‘camisas moradas” han sido ahora detrocados y resta- blecido un gobierno democratico y constitucional, Sin em: Dargo, el régimen depuesto ha dejado algunos problemas di ficiles. A estos problemas ta y tus colegas del nuevo gobierno deben encontrar solucién. Uno de estos problemas es el del “delator rencoroso”” Durante el régimen de los “‘camisas moradas” muchisima gente desahogé sus rencores delatando a sus enemigos al par- tido 0 a las autoridades del gobierno. Las actividades delatadas eran cosas tales como criticas privadas al gobierno, ofr tras- misiones radiadas del extranjero, asociarse con’ sabotea. dores y rufianes conocidos, almacenar més de la cantidad per- mitida de huevo en polvo, dejar de reportar en el término de cinco dias la pérdida de papeles de identificacién, etcé. tera. Conforme estaban entonces las cosas con la administra. cién de justicia, cualquiera de estos actos, si se comprobaba, podia acarrear una sentencia de muerte. En algunos casos esta sentencia era autorizada por leyes “de urgencia"; en otros, se imponfa sin mandamiento emitido conforme a ley, aunque por jueces debidamente nombrados. Después del derrocamiento de los “‘camisas moradas”, tomé cuerpo y fue creciendo una vigorosa demanda piblica para que estos delatores rencorosos fueran castigados. El gobierno interino que precedié al actual del que ti formas parte, con- ‘temporizd sobre este asunto, Mientras tanto se ha convertida en un tema candente y no puede aplazarse por mas tiempo una decisién sobre este asunto. Por consiguiente, tu primer acto como Ministro de Justicia ha sido dedicarte a su estudio. Has pedido a tus cinco principales colaboradores que le pres. ten toda su atencién y que presenten sus recomendaciones en conferencia ministerial. En la conferencia los cinco comisio- nados dijeron por turno lo siguiente: PRIMER COMISIONADO. “Para mi es perfectamente claro que nada podemos hacer con respecto a los lamados delatores rencorosos. Los hechos que ellos denunciaron eran jlegales conforme a las leyes del gobierno que controlaba entonces 208 BL PROBLEMA DEL DELATOR RENGOROSO Jos asuntos de Ia nacién. Las sentencias impuestas a sus vic- timas fueron dictadas de acuerdo con los principios de dere- cho entonces vigentes. Estos principios diferian de los que ‘nos son familiares en condiciones que consideramos detesta- bles, No obstante eren en aquella época el derecho del pais. Una de las diferencias principales entre ese derecho y el nues- tro radica en las facultades discrecionables mas amplias que aquél otorgaba a los jueces en asuntos penales. Esta norma J sus consecuencias reguicren de nosotros el mismo respeto {que la reforma que introdujeron los “camisas moradas” a la ley testamentaria, por la cual sélo se necesitaban dos testigos en vez de tres. Es indiferente que la ley que otorgaba al jue fina facultad discrecional mas 0 menos sin control en causas Criminales no fuera nunca promulgada formalmente sino que fuera’ materia de aceptacién técitica. Exactamente lo mismo puede decirse de la norma opuesta que nosotros aceptamos (gue restringe a estrechos limites las facultades discrecionales Gal juez. La diferencia entre nosotros y los ““camisas moradas” no es que su gobierno fuera ilegal —una contradiccién en sus propios términos— sino que radica mas bien en el. campo de la ideologia. Nadie siente un mayor aborrecimiento que yo por los ‘“‘camisas moradas”. Sin embargo, la diferencia funda- mental entre nuestra filosofia y la suya es que nosotros per- mitimos y toleramos diferencias de opinién, mientras que ellos trataban de imponer a todo su cédigo monolitico. Todo nues- tro sistema de gobierno supone que el derecho es una’ cosa flexible, capaz de expresar y lograr muchos objetivos diferen- tes. El punto cardinal de nuestro credo es que cuando un objetivo ha sido detidamente incorporado en una ley 0 fallo judicial éste debe ser provisionalmente aceptado aun por aque- los que lo detestan, quienes deben esperar su oportunidad en las urnas, 0 en otro litigio, para lograr que se reconozean ‘sus propios fines. En cambio, los “camisas moradas”, simple- mente hacian caso omiso de las leyes que tenian objetivos {que ellos no aprobaban, sin considerarlas siquiera dignas del esfuerzo de derogarlas. Si ahora tratamos de desembrollar Jos actos del régimen de los “'camisas moradas”, declarando este juicio invalido, esa ley nula, esta sentencia excesiva, estaremos hhaciendo exactamente aquello que més condenamos en ellos. Reconozco que se mecesitaré valentfa para Mevar al cabo el Npren 209 plan que recomiendo y que tendremos que resistir 1a fuerte presién de la opinién pablica. También hemos de estar pre- parados a evitar que la gente tome la ley en su propias manos, Sin embargo, creo que el proceder que recomiendo seré a la larga el tinico que asegurard el triunfo de los conceptos de derecho y gobierno en que nosotros creemos.” SEGUNDO COMTSIONADo, “Es curioso, he Hegado, por un mino exactamente opuesto, a Ia misma conclusién que mi colega. Me parece absurdo lamar al régimen de los “camisas moradas” un gobierno legal. Un sistema legal no existe sen- cllamente porque os poles continien patrallando Tas calles y usando uniforme o porque una constitucién y un cédigo se dejen en el estante sin derogar. Un sistema legal presupone leyes que sean conocidas, 0 puedan ser conocidas, por quienes estén sujetos a ellas. Presupone cierta uniformidad de accién ¥ que casos iguales sean tratados en la misma forma. Presu- pone que no exista un poder ilegal, como el de los “‘camisas moradas”, que domine al gobierno y'que pueda inmiscuirse en cualquier’ momento en la administracién de justicia siempre que ésta no se pliegue a sus caprichos. Todas estas presupo- siciones participan en la verdadera concepcién de un orden legal y nada tienen que ver con ideologias econdmicas y po- Iiticas. En mi opinién, en cualquier sentido ordinario de la palabra, el derecho dejé de existir cuando Megaron al poder los “camisas moradas. Durante su régimen tuvimos, en efecto, un interregno en el gobierno de derecho. En vez de un go- ierno de eyes tuvimos una guerra de todos contra todos Girigida a puertas cerradas, en callejones oscuros, en intrigas palaciegas, y en conspiraciones de patio de prisién. Los actos de los lamados delatores rencorosos fueron una fase de esa guerra. El que nosotros condenemos esos actos como crimi- nales serfa tan incongruente como si trataramos de aplicar los conceptos juridicos a la lucha por la existencia que se leva al cabo en la selva o bajo la superficie del mar. Debemos ot- vidar todo este capitulo oscuro, sin ley, de nuestra historia como si fuera un mal suefio. Si removemos sus odios, podemos atraer sobre nosotros algo de su mal espiritu y correr el riesgo de infectarnos con sus miasmas. Por lo tanto, digo como mi colega, olvidemos Jo pasado, No hagamos nada con respecto 210 BL PROMLEMA DEL DELATOR RENGOROSO fa los delatores rencoreses, Lo que ellos hicieron no fue ni egal ni contrario a la ley, pues ellos no vivian bajo un régi- ‘men legal, sino bajo la anarquia y el terror.” TerceR conttsionavo, “Me parece sumamente sospechosa cualquier clase de razonamiento que proceda por medio de la alternativa “de uno u otro”. No creo que necesitemos supo- ner, por una parte, que en cierta forma todo el régimen de los “camisas moradas” estaba fuera del ambito del derecho 0, oF otra, que todos sus actos merecen considerarse como los de un gobierno legal. Mis dos colegas, sin proponérselo, han expueste poderosos argumentos contra estas suposiciones ex- tremas al demostrar que ambas llevan a la misma conclusi absurda, una conclusin que ética y politicamente es imposi- le. Si uno reflexiona acerca del asunto sin apasionamiento, se-ve claro que durante el régimen de los "‘camisas moradas” no tuvimos una “guerra de todos contra todos”. Bajo la super- ficie siguié adelante mucho de lo que Ilamamos vida humana normal: se celebraban matrimonio, se vendian mercancias, se dictaban y cumplian testamentos. Esta clase de vida iba acompafiada de los trastornos ordinarios: accidentes auto- movilisticos, quiebras, testamentos sin testigos, errores matorios en los diarios. Mucha de esta vida normal y la ma- yoria de estos trastornos igualmente normales de la misma no fueron afectados por la ideologia de los “camisas moradas”. Las cuestiones legales que se plaptearon en este campo fue- ron tramitadas por Jos tribunales en gran parte tal como lo habjan sido antes y como lo estén siendo ahora. Serfa provo- car un caos intolerable si fuéramos a declarar que no tenia fundamento legal todo Io que sucedi6 bajo el régimen de los, “‘camisas moradas”. Por otra parte, realmente no podemos de- cir que los asesinatos cometidos en las calles por miembros del partido que obraban por drdenes del cabecilla, fucran legales s6lo porque el partido habia logrado el control del gobierno y su jefe se habfa convertido en Presidente de la Republica. Si hemos de condenar los actos criminales del partido y de sus miembros, pareceria absurdo defender todo acto que era trasmitido por medio de la maquinaria de un gobierno que se habia convertido, en efecto, en el alter ego del partido de los “camisas moradas”. Por Io tanto, en esta situacién, como artworee 211 en la mayoria de los asuntos humanos, debemos distinguir, De- bemos inmiscuirnos en los casos en que la filosofia de los “camisas moradas" se inmiscuyé y pervirtié la administracion de justicia en sus fines y usos normales. Entre estas perver- siones de la justicia yo incluiria, por ejemplo, el caso de un hombre que estaba cnamorado de la esposa de otro hombre Y provocé la muerte del marido delatandolo por una falta completamente trivial, es decir, por no informar la pérdida de sus documentos de identificacién en un término de cinco dias. Este delator era un asesino conforme al cédigo penal que estaba vigente cuando ejecuté el acto y que los “camisas moradas” no habian derogado. El provocé la muerte de alguien que se interponia en el camino de sus pasiones ilfcitas y uti- liz6 a los tribunales para lograr su intento criminal. El sabfa que los tribunales eran el décil instrumento de cualquier nor- ‘ma que los “camisas moradas” pudieran considerar convenien- te por el momento. Hay otros casos que son igualmente claros. Admito que existen otros que son mas confusos. Por ejem- plo, deben dejarnos perplejos aquellos casos en que verdaderos entrometidos informaban’a las autocidades todo lo que les Parecia sospechoso. Algunas de estas personas obraban no por el deseo de deshacerse de aquellos a quienes acusaban, sino para adular y congraciarse en forma abyecta con el parti do, para alejar sospechas (quizi mal fundadas) surgidas con- tra ellos mismos, o por pura oficiosidad. No sé como deberian tratarse estos casos, y no hago recomendaciones al respecto. Pero el hecho de que existan estos casos dificiles no debe im Pedir que obremos de inmediato en los casos que son eviden- tes, los cuales son demasiados para que hagamos caso omiso de ellos.” Cuaxro comisionavo, “Como mi colega, yo también descon- fio del razonamiento de “uno u otro”, pero creo que deberos Teflexionar mas de lo que él ha hecho acerca de lo que nos espera. La proposicién de sefialar y escoger entre los actos del régimen depuesto es completamente objetable. De hecho, en s{ misma es pura y sencillamente lo que hicieron los “cami- sas moradas”. Nos gusta esta ley, entonces obliguemos a cum- plirla, Nos gusta esta manera de juzgar, conservémosla. Esta ley no nos gusta, por lo tanto numa existié. No aproba- 212 en PROBLEMA DEL DELATOR RENCOROSO ‘mos este acto gubernamental, considerémosio nulo. Si pro- cedemos en esta forma, tomamos respecto a las leyes y actos de gobierno de los “‘camisas moradas” precisamente la actitud sin principios que ellos tomaron con respecto a las leyes y actos del gobierno que suplantaron, Tendremos un caos, en el que cada juez y cada fiscal serian el derecho mismo. En yea de tetminar con los abuses del régimen de los “camizas moradas”, la proposicién de mi colega los perpetuarfa. No hay més que una forma de proceder con este problema que sea compatible con nuestra filosofia del derecho y de gobier- no y es la de aplicarle el derecho debidamente promulgado. Quiero decir, por medio de una ley especial dirigida a resol- verlo, Estudiemos todo el problema del delator rencoroso, retunamos todos los hechos pertinentes y redactemos una ley de amplio alcance para enfrentarnos a él. No torzamos anti- ‘guas leyes para acomodarlas a fines a los que nunca estuvieron destinadas. Por otra parte, daremos castigos apropiados al delito y no trataremos a cada delator como un asesino porque aquel a quien delat6 fue en tiltimo término ejecutado. Admito que encontraremos problemas de redaccién dificiles. Entre otras cosas, tendremos que asignar un significado legal defi- nido a la palabra “‘rencoroso” y eso no sera facil. Sin embar- 0, estas dificultades no deben desanimarnos a adoptar el Yinico procedimiento que nos apartaré de la situacién de una norma ilegal y personel.” Quanto conatstonavo. “Encuentro bastante irdnica Ia ulti- ma proposicién. Habla de poner fin definitivamente a los abusos de os “‘camisas moradas"; sin embargo, propone hacer- Jo recurriendo a una de las artimafias mas odiadas del régimen de los “camisas moradas”, la ley penal ex post facto. Mi colega teme la confusién que resultaria si intentamos deshacer y reparar sin wna ley los actos “inicuos” del gobierno anterior, mientras que sostenemos y hacemos cumplir sus actos “bue- nos”. Sin embargo, parece no darse cuenta de que su pro- puesta ley es un remedio completamente engafioso para esta incertidumbre, Es fécil idear un argumento plausible para una ey atin no redactada; todos estamos de acuerdo en que seria muy agradable que las cosas pudieran precisarse por escrito. Pero gqué seria exactamente lo que proporcionaria esa ley? avinpren 213 Uno de mis colegss habla de alguien que no informé en dias ln pérdida de sus documentos de identficaion, Mi cece da a entender que la sentencia. judicial impuetta poe sen ofensa, a saber, la pena de murte, era tan absolutamments den Proporcionada que la hacia evidentemente injusta, ‘Peso ae bemos recordar que en ese tiempo el movimiento de nese: tencia contra los “camisas moradas” estaba aumentando en Jntensidad y que los “camisas morados” estaban sienlo cons, tantemente hostigados por gente que tenfan flses documentos de identidad. Desde su panto de vista tenfan un verdadero problema, y Is nica objeciin que podemos poner a la sol. cién de éste (ademas del hecho de que no querfamos que lo resolvieran) era que obraban con mas rigor de lo que In ccm, m pareufa requeris. Cémo resolveria mi colega este caso en su propuesta ley, as como todos ls otros casos parecidos? @Negard la existencia de una necesidad de ley y orden bajo el régimen de los “camisas moradas”? No continuaré enue. rando las dificultades que encierra el redactar esta propcsta ley, pues son suficientemente evidentes para cualgulera que piense en ello. En st higar propondté mi propia solucin, Se ha dicho, basindose en autoridad muy respetable, que el pro. Pesto pencpal de derecho peal es proporcionr ina slide al instinto de venganza humano. Hay vece: yo creo ésta es una de ella, en que deberiamos permitc que el ins to se expresara por sf mismo directamente sin la Intervention de formas legales. Este astnto de los delatores rencorosos esta ya en proceso de resolverse por si mismo, Cas! tades leg dias leemos que tun antiguo Incayo del regimen de los "cn misas moradas” ha encontrado su justa recompense e alga lugar apariado, La gente esté solucionando este asunto ca manera y si se les deja solos, y se dan instrucciones 4 ace tros fiscales piblicos de hacer lo mismo, pronto: no babed para nosotros problemas qué resolver. Por Supuesto, habra a unos desérdcnes, y se romperin algunas eabesne inocestes pero nuestro gobierno y nuestro sistema legal no se verdn ‘hundidos irremisiblemente tratando de desembrollar todos los actos y fechories de los “camisas morada Como Ministro de Justicia, gcual de estas jendact cme recomendaciones

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