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8. A modo de conclusién A lo largo del proceso histérico, tanto la realidad como las ideas educativas en América Latina ofrecen rasgos y caracteres muy diferentes segun los paises y las circunstancias considerados; muchos de ellos perduran atin en nuestros dias convertidos en tradicién o gravitan como inereia institucional © legal; de aqui el interés que reviste su estudio. Ahora bien, la adecuada comprensién de esos procesos sélo parece ad- quirir sentido si se los refiere a los ‘modelos’ o ‘estilos’ de desarrollo, implicitamente admitidos, ast como a las ideologias que los informaban. De su andlisis podrian inferirse ciertas caracteristicas significativas, algunas de ellas perdurables. As{, determinadas propuestas no pudieron llevarse a cabo oportunamente por la ausencia de agentes que las hicieran suyas, es decir, por carecer de las fuerzas sociales que las apoyaran hasta vencer los obstaculos opuestos a su realizacion y aseguraran su concrecién. En otros casos, ‘modelos’ prestigiosos trasplantados —y de probada eficacia quizis en ciertas regiones— fracasaron por no haber sido adecuadamente repen- sados ni confrontados con Ja nueva realidad, o por no haberse advertido oportunamente las asincronias existentes, todo lo cual contribuyé no pocas veces a dificultar o retardar los procesos de cambio previstos; tal seria, por ejemplo, la paradéjica situacién de los grupos conservadores que postula- ban un Estado fuerte para demorar o impedir los cambios, cuando por su parte los liberales contribuian a debilitarlo en circunstancias en que care- cian de otros medios para encarar las grandes modificaciones que, por lo menos en teoria, propiciaban. La extensién y, en cierto sentido también la complejidad del presente texto, requieren ciertas ‘consideraciones finales’ donde se destaquen por lo menos algunos problemas, elementos o factores en determinados casos 0 atando cabos en otros. Como notas mAs generales digamos que se han subrayado las asincronias recurrentes perceptibles en los procesos de desarrollo entre los diversos paises de la regién, pero también, y sobre todo, dentro mismo de los paises; el concepto de ‘modelo’ aplicado permite poner de resalto —por lo menos asi lo juzgamos— el caracter desequilibrado, asimétrico del desen- volvimiento histérico latinoamericano, y asimismo hace posible advertir otra nota no menos significativa: la constante asincronia entre la realidad, las instituciones, la legislacién y las ideas, visible en todos los planos, pero que en el terreno educativo se torna harto evidente. Estos rasgos explican, siquiera pareialmente, las dificultades que debieron vencerse para elaborar este trabajo. Otro obstéculo, de no menor magnitud, ofrece la periodizacién. Aqui hemos adoptado la ya explicada en las ‘consideraciones iniciales’, esto es: ‘cultura impuesta’, ‘cultura admitida o aceptada’ y ‘cultura criticada o discutida’; si bien por los limites hasta ahora propuestos este tercer momento no ha sido aqui considerado, ya que corresponderia aproximada- 205 mente a los procesos registrados con posterioridad a 1930, cuando se produce una dramatica y generalizada inflexién en el signo de los ‘modelos’. Pero a los efectos practicos de la exposicién hemos introducido un ordena- miento subordinado al expuesto, que toma en cuenta tanto etapas como situaciones y corrientes de pensamiento; asf, la falta de un criterio homo- geneizador es mas aparente que real, pues lo que se ha querido mostrar, aun a riesgo de complicar su leetura, es la conveniencia de introducir el concepto de ‘modelo’ a diferentes niveles de andlisis. Entendemos, por tanto, que el recurso ordenador al cual hemos recurrido —'modelo’ o ‘eatilo— posee los efectos unificadores y organizadores requeridos. Este texto procura ofrecer, como ahora suele decirse con reiteracién, varios niveles de lectura; por lo menos tal ha sido el propésito al redac- tarlo. El primero de ellos, el descriptivo-explicativo-interpretativo de cada capitulo considerado como una unidad, parece epistemolégicamente facil de legitimar; esta coherencia interna en modo alguno excluye el sefialamiento de las contradicciones insitas en todo proceso que se desarrolla inmerso en un arduo tiempo histérico, y no, como es habitual en el discurso corriente, en un tiempo cronolégico, simplista y empobrecedor. Si admitimos, de partida, la riqueza de perspectivas que ofrece el tantas veces mencionado concepto de ‘modelo’ y lo aplieamos al terreno especifico que nos interesa, advertiremos hasta dénde facilita realmente la compren- sién de ciertos procesos. Asf, por ejemplo, podria afirmarse que el de crecimiento hacia adentro reclamara una mas profunda y basica democrati- zacién que, llegado el caso, puede conducir a una mayor equidad en el acceso posible a los bienes y servicios. En cambio, el de crecimiento hacia afuera podria ser mas facilmente compatibilizado con la perduracién de una sociedad caracterizada por un signo de manifiesta asimetria. Esta ultima opcién puede intentarse bajo la cobertura de la modernizacién; en vez la primera exige cambios profundos. Mas todavia, los sectores interesados prefieren —cuando no les resta otra alternativa y, por muchos motivos, deben apartarse de las formas tradicionales— la modernizacién, ya que por cobijar un proceso concentrador del ingreso éste los favorece y los identi- fica pronto con la sociedad considerada como un paradigma. Esto explica aquel momento que, a lo largo de este trabajo, hemos Mamado ‘cultura aceptada o admitida’, y pone de relieve tanto su forzoso caracter minorita- rio, como las dificultades practicas de difundir sus logros al resto de la poblacién, es decir universalizarlos efectivamente. La estructura, uno de los factores determinantes de la perduracién de un ‘estilo’ o ‘modelo’, constituye una de sus rigideces mayores, aun cuando exista una relacién dialéctica, no mecdnica, entre ambos. Asi, aunque la perduracién del régimen de la hacienda obstaculiza el cambio y aun la modernizacién, por otro lado la acogida de técnicas para incrementar o mejorar la produccién (en muchos casos, cierto es, a expensas del hombre y de la naturaleza) habré de modificarla. Y sin detenernos en demasia sobre el 206 - Punto, importa de todos modos subrayar los efectos nocivos que puede adquirir un estilo extractive por su caracter depredador del suelo y sus efectos alteradores sobre el medio ambiente biolégico, con graves conse- cuencias sobre la poblacién. Este fenémeno nada infrecuente ha. sido en América Latina, sobre todo en las zonas mineras 0 en las regiones tropica- les de cultivo intensivo, donde la modificacién del habitat produjo verdade- ros desastres demograficos. Estas mismas situaciones, si bien un tanto reducidas en sus efectos, perduran hasta nuestros dias en zonas como las del Caribe, y suelen justificarse por sdlo la eficiencia econémica con des- scuido evidente de los costos sociales. Recordemos aqui, siquiera de paso, que dichas argumentaciones ya tuvieron sus tempranos refutadores en el siglo XVIII como Victorian de Villava, con especial referencia a la explota- cin de las minas del Potosf; 0 como Alejandro von Humboldt, cuando ianalizaba las formas de explotacién del imperio colonial, sobre todo en el Virreinato de la Nueva Espafia o en la isla de Cuba. Para ambos, mono- produccién, servidumbre y decadencia no estan disociadas. Aquellos argu- mentos economicistas a los que antes aludimos desconocen, implicitamente, que el desarrollo no es un proceso unidireccional ni conserva un mismo ritmo, de donde, entre otras conclusiones que suelen sacarse esta la de una especie de determinismo tecnolégico, una suerte de fatalidad, cuando las opciones, por fortuna, siempre fueron plurales; razonamiento al cual suele acoplarse este otro, no menos errado: que lo que es bueno para los paises centrales forzosamente debe serlo también para los de la periferia, 0 en vias de desarrollo. Esta actitud precritica permite, entre otras cosas, legitimar sin mas el trasplante, en el terreno educativo de ideas, institu. ciones, objetivos, planes, programas, textos, ete. Desde otra perspectiva, la lectura quizds podria facilitar el rastreo del significado atribuido en cada etapa a los distintos niveles de ensefianza o su efectiva valoracién social; 0 dicho mas claramente, una vez determinado como supuesto previo el papel de la educacién dentro del ‘modelo’, estudiar la popular o la superior, observadas cada una ahora por separado si se quiere. Este recurso permitiria probablemente repensar en lo que tienen de especifico la ensefianza primaria, la universitaria o la téenico-profesional y vistas desde angulos infrecuentes. Con deliberada intencién hemos dejado para el final, por su complejidad misma, otra posibilidad que hace factible repasar ciertas cuestiones 0 constantes desde un horizonte distinto. Pero antes acotemos que este trabajo no se ha propuesto levantar un inventario de todos los problemas educativos en todos los patses latinoamericanos durante el lapso conside- rado; tampoco pretende convertirse en una exhaustiva historia de la educa- cin; apenas quiere acometer un esfuerzo de interpretacién del secular proceso empleando categorias de analisis diversas de las habituales. Se Plantea otras metas; asi, poder determinar diquiera qué papel desempenan algunos factores, qué elementos aparecen como coherentes con el proceso y cuales no; inquirir el sentido de ciertos éxitos y fracasos; buscar constan- tes; se preocupa por la funcionalidad de ciertas propuestas o realizaciones, 207 sus limites y resistencias. De este modo, y a pesar de la sefialada disconti- nuidad del material ofrecido, algunas respuestas podran encontrarse si nos preguntamos por ejemplo (y aqui no jerarquizamos las interrogantes ni pretendemos agotar su némina) acerea del papel del Estado, en determina- das circunstancias, en la organizacion o desorganizacién del sistema educa- tivo, sus relaciones con otros agentes o agencias educativas, como la Iglesia. El problema de la educacién indigena desde la Colonia en adelante, en qué términos se planteaba y qué soluciones se expusieron para el mismo (aislamiento, exterminio, incorporacién o asimilacién); y en un grado de mayor generalidad, el problema edueativo en sociedades asentadas sobre pueblos o minorias sojuzgados. Relacién entre educacién rural y urbana; sus peculiaridades y diferencias, amén de algunos intentos, tedricos y practicos, de reducir las distancias en ciertas condiciones al amparo de determinados proyectos. Asi, hemos recordado en repetidas oportunida- des que,en paises con una poblacién predominantemente rural, las pro- puestas mas generosas se negaban a si mismas cuando, en la practica, convertian a los sectores urbanos en los destinatarios efectivos de esas mejoras o innovaciones, de manera tal que la educacién agudizaba las contradicciones en lugar de reducirlas 0 superarlas; de este modo, y pese a la buena voluntad muchas veces puesta en la empresa, se entorpecia 0 postergaba la homogeneizacién de la estructura social. Otras cuestiones se han abordado a lo largo del texto; por ejemplo el significado del trasplante de ideas a otras realidades, tal el caso de las liberales 0 positivistas, a las cuales se presté particular atencién en sus respectivos capftulos, por constituir un tema vigente en muchos respectos aunque ahora con referencia a otras corrientes. Valor atribuido al trabajo a partir de las culturas indigenas hasta la sociedad de consumo que ya se intuye cuando se consolidan las nuevas élites que escogen sus pautas en funcién de ciertos paradigmas, y su andlisis se efectué a través del prisma de algunas instituciones, donde predominan, segtin los casos, lugares y momentos, la servidumbre, la esclavitud o los asalariados. Algo también se eva expresado acerca del empleo de la lengua como instrumento de dominio (imposicién del néhuatl, quechua, espafol, portugués, ete.), en detrimento de naciones o culturas sometidas. Tampoco se han dejado de sefialar las diferencias entre la educacién masculina y femenina como expresién de un tipo de, sociedad; y su paulatina reduccién segtin ciertos reclamos derivados de las transformaciones (urbanizacién, industrializa- cién, demoeratizacin, etc.) que registran los diferentes modelos. Se han recordado la funcién, prestigio profesional y nivel de remuneraciones de los docentes; también las modificaciones de las perspectivas educacionales segun ellas se propongan formar stibditos o ciudadanos, en suma, presencia del ingrediente politico en los ‘modelos’. No se ha desatendido especificar la expresién piiblica de Ios movimientos estudiantiles, cuya gravitacion pa- rece acentuarse a medida que se modifica la extraccin social del alumnado, y éste participa o deja de participar en la elaboracién o concrecion de las propuestas que aspiran a definir el significado y los alcances de la educa- 208 cién y la cultura como factores transformadores de la sociedad o de los ‘modelos’ que tratan de expresarla. En ciertos momentos se ha subrayado la relacién entre el interés pres- tado a los aspectos de la politica educativa y el consagrado a las cuestiones estrictamente pedagégicas o didacticas. En fin, para no abundar en mas problemas, digamos que se ha prestado particular atencién al papel de institueiones como la universidad, su capacidad de actualizar, adoptar y generar conocimientos; su evidente agotamiento en determinados momen- tos del proceso y surgimiento a su alrededor de instituciones que tratan de Uenar el vacio que van dejando las tradicionales, porque las rigideces del sistema hicieron que, en distintos momentos, las innovaciones se recibiesen © propagasen por otras vias; tampoco olvidamos las dificultades doctrina- rias que plantea repensar las universidades dentro de un ‘modelo’ dife- rente, lo que hace que por momentos se las niegue; esta actitud, desdicha- damente, conserva mayor vigencia de la que seria de desear. También algo se ha dicho, cierto es, acerca de la extraccién social de los estudiantes, funcionalidad de las profesiones u orientacién de las carreras, etc. Y ¢reemos queda en claro que fuera del concepto de ‘modelo’ mal podria entenderse, insistimos, el significado profundo de la diversificacién del reclutamiento, del. incremento o mengua del numero de estudiantes o la multiplicacion de especialidades; mas atin, quizds estos problemas, y mu- chos otros, a los que hoy tanta atencién suele prestarse, ni siquiera podrian exponerse 0 aparecerian con rasgos debilitados como expresiones numéri- cas sin trascendencia cualitativa, si no se apela a dicho recurso 0 represen- tacion. Estimamos que la discontinuidad con que han sido tratados estos y otros problemas no dificulta el entendimiento de lo que sf conjeturamos esencial destacar: la perduracién, vigencia e interrelacién de la mayoria de las cuestiones tedricas y pricticas, cuya comprensién més acabada exige in- contestablemente una perspectiva histérica y un andlisis en funcién de ciertas categorias. Y esto hace tanto al entendimiento de las ideas educati- vas como a la clarificacién de las respuestas acometidas en su nombre. Y para coneluir digamos: todo parece indicar que la superacién de mu- chos de los actuales desajustes, contradicciones e inadecuaciones del ‘sis- tema educativo latinoamericano, o de las relaciones entre éste y la socie- dad, recomiendan la.necesidad de encarar estudios penetrantes e imagina- tivos, que permitan elaborar ‘modelos’ tedricamente satisfactorios y practi- camente viables; desafio que hace ya bastante mas de un siglo enuncié pepiroeaiment Sim6n Rodriguez cuando escribié: “o INVENTAMOS 0 ERRAMOS...”. 209

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