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HISTORIA DE LA LITERATURA HISPANOAMERICANA I EL SIGLO XX ROBERTO GONZALEZ ECHEVARRIA y ENRIQUE PUPO-WALKER (eds) COLLEGE LIBRARY GREDOS S00q 0 LA POESIA MODERNISTA. Caray L. JRADE Los intentos de analizar el Modernismo estén ya en su segundo siglo. Vir- tualmente desde sus comienzos, los observadores literatios y los eritcos han in- tentado seiialar su naturaleza distintiva y detallar sus caracteristicas primordiales. ‘Numerosos estudios han contribuido a nuestra comprensién del movimiento, pero 3 iltimamente cuando su imagen se esté perfilando y puliendo con nuevas inves- tigaciones sobre la naturaleza profundamente filoséfica y politica de los textos ‘modemistas, su relacién con otras literaturas y modos de discurso y la manera en ‘que feflejan respuestas personales hacia las tendencias generales de la vida mo- dema. A pesar de que Rubén Dario (1867-1916, bautizado con el nombre de Félix Rubén Gareia Sarmiento) definié su estética —y, pot lo tanto, la del Modemis- ‘mo— como «acritica», es decir, opuesta a cualquier tipo de autoridad («Palabras Jiminares», Prosas profanas y otros poemas) e incluso a pesar de que este rasgo continia apareciendo en las listas de caracteristicas fundamentales del verso mo- demista (a menudo llamada «voluntad de estilo» [ver Davison, The Concept of ‘Modernism in Spanish Criticism]), el Modernismo manifiesta una unidad esencial que surge desde su origen en un contexto compartido entre lo literario, lo filos6fi- co y Io social. En los términos més amplios posibles, el Modernismo es e! movi tmiento literario de gran riqueza lingfistica e innovacién formal que comenz6 en Hispanoamérica a finales de los afios setenta del siglo xrx y que duré hasta la se- gunda década del xx. Su recurrencia hacia las visiones artisticas y los modelos poéticos europeos —sobre todo hacia la poesfa pamnasiana y simbolista france- sa-— reflejé un descontento con la restrctiva poética espatiola de la época, un de- seo de autonomfa cultural y un énimo por alcanzar un sentimiento de igualdad con las grandes culturas de Europa Occidental. Con su fe en el poeta y la poesia, también propuso una respuesta profunda a la crisis de creencias que surgia entre Jos filésofos y artistas hispanoamericanos hacia finales del siglo xrx, una crisis, 38 Historia dela literatura hispanoamericana similar a Ia que habia dominado los cfrculos intelectuales occidentales desde el Romanticismo. El impacto de las fuentes tteraras, sobre todo la fuerte influencia dela poesia francesa, fue lo que primero llamé la atencién. En su famosa carta a Rubén Dario. fechada el 22 de octubre de 1888 y escrita en respuesta a la recepcién de una eo. pia dedicada personalmente de Azul.., el critico y novelista espaiiol Juan Valera (1824-1905) describe la originalidad de Dario en términos de su «galicismo men. tab». A pesar de que los jucios de Valera estin tefiidos de orgullo nacionalista'y conservadurismo ideolégico, se pueden encontrar en su carta a Dario esas caracte. risticas prominentes del movimiento que han recibido repetidamente una atencién critica detallada durante los cien afios posteriores a la escritura de esta carta. Des. de sus comienzos, los estudios principales intentaron sefialar los modelos france. ‘es de las obras modemistas, y las primeras criticas se centraron sobre todo en los aspectos formales de esta influencia. Los estudiosos subrayaron cambios en la nétricay Ia forma poética, la introduecién de nuevos ritmos y esquemas de ima y las similitudes simbdlicas y temiiticas con los textos franceses anteriores, Otros de. cidieron realizar una distincién entre la perfeccién de la forma y Ia devocién a la belleza atribuida a la influencia de los versos pamasianos y la evocacién musical Y sugestion ensofiadora a la que conducfa la poesia simbolista, Esta linea de investigacién encontré un punto de apoyo en las posturas adop- {adas por Pedro Salinas («El problema del Modernismo en Espaiia, o un conflicto gntre dos espititis») y Guillermo Diaz-Plaia (Modernismo frente a noventa y ocho), que continuaron ambos describiendo el Modernismo como una vision limi fada en cuanto a su amplitud, es decir, interesado primordialmente en la esttica, Ia buisqueda de Ia belleza y la renovaci6n de las formas poéticas. Incluso la com, brensiva, penetrante ¢ influyente Breve historia del Modernismo de Max Hen quez Ureiia, refleja esta orientacién general: En ella el autor sostiene que el interés Central de Ios autores modernistas fue romper con «los excesos de! Romanticis. mo» y «los estrechos criterios de la retérica pseudoclisicay. De ahi que optaran Por trasponer las innovaciones francesas a una clave espaiiola, Esta vision se reafirina a través de repetidas y detalladas referencias a Leconte de Lisle, José Maria de Heredia, Alfred de Musset, Victor Hugo, Paull Verlaine, Catulle Men. és, Stéphane Mallarmé, Maurice de Guérin, Théophile Gautier, Pierre Loti, entro otros muchos. Sin embargo, Ia bisqueda de «fuentes» ¢ influencias no estuvo limitada a Francia, Como sefialé Valera en lo que respecta a Azul... existe un espirita grande ¥ de amplia extension que se encuentra a lo largo de la poesia modemista, Todo lipo de arte o cultura europea 0 incluso del medio y del lejano Oriente capté la atencién de los poctas modernistas en uno u otro momento. A veces, la influencia fue directa, més a menudo legs a través de Pars, iltrada por las imaginaciones y {as interpretaciones parisinas. Sensible a esta cultural polinizacién eruzada, Dario escribié: exe e008 : 4 La poesia modernista 39 ‘Amo més que la Grecia de los griegos Ta Grecia de la Francia cen eDivagaci6m» (Prosas profanas). Este cosmopolitismo se asocié en un princi- pio al escapismo, a un rechazo de las rfgidasrestricciones de la poética y la cultur ta espafiolas y un alejamiento de la realidad hispanoamericana inmediata. Més tarde fue visto como una declaracién de independencia cultural o como wn segui- ‘miento sin pansa de la belleza en cualquier forma o figura. Se trata en realidad de a manifestacién de una bisqueda compleja y profunda, una busqueda que Hevé a Jos poetas modernistas a abrazar diversos aspectos de la alta cultura provenientes de todas las esquinas del mundo con un entusiasmo vertiginoso a la espera de conseguir —en aparente contradiecién— un sentimiento de identidad claramente hispanoamericano. ‘Conscientes de su posicién extraordinaria en Ia historia hispanoamericana, los poetas modemistas rompieron con los modelos espafioles que entendieron como grandilocuentes ¢ inflexibles. Volvieron sus ojos, por el contrario, a Europa, para alli encontrar el presente y, a través de éste, el futuro, Esta actitud queda clara en fl hecho de que Dario decidiese, en 1888, que el término «Modernism» designa~ ta. las tendencias de los poetas hispanoamericanos (ver «Historia de un nombre» en Breve historia del Modernismo, de Henriquez Uretia) Esta eleccién subraya la oluntad de los modemistas de ser modernos, es decir, de convertirse en contem- porineos de toda Europa, pero sobre todo de Paris. Los poetas buscaban des hacerse —o bien a través de sus viajes o de su imaginacién— de una realidad lo- ‘cal anacrénica para establecer un tipo de discurso modemo a través del cual pudiesen hablar por primera vez con su propia voz.y con una visién clara y critica de Hispanoamérica. ‘Como resultado, la «literatura escapist» se convirti6 casi inmediatamente en ‘una literatura de exploracion y regreso, como observé Octavio Paz en «Literatura de fundaciém» (Puertas al campo). Los escritores modemistas volvieron la mirada desde las tendencias europeas més actuales hacia su hogar y reconstruyeron, @ través de vuelos imaginativos tanto como de los datos hist6ricos, un pasado his- panoamericano que incluy6 civilizaciones arcaicas, gentes indigenas y una cons Ciencia hispanoamericana. Esta consciencia queda clara en la actitud modernista hacia el lenguaje y la poesia. Desde los comienzos, su preocupacién por Ia pet- feocién formal reflejé, junto a las influencias pamasianas, un deseo de formalizar y fundar un discurso hispanoamericano modemo. Su persecucién de la belleza a To largo de los siglos y a través de todas las fronteras fue una manifestacion de su deseo de elegir libremente los elementos de un lenguaje ideal. Al mismo tiempo, tos autores modemistas lucharon con la poética dominante y los modos de discur- so prosaicos en un intento de encontrar une voz propia. Este esfuerzo fundador fue a la vez estético y politico, y lo politico se hizo més pronunciado cuando las presiones socio-econémicas que dieron lugar al Modernismo estallaron en 1a eri 40 Historia de la literatura hispanoamericana sis de 1898 con la Guerra de Cuba y mas tarde en 1903 con la creacién del estado de Panama como resultado de la intervencién estadounidense, El cambio de una poesia aparentemente apolitica, como la de Manuel Gutié- rez Najera (1859-1895) y las primeras obras de Dario, a una perspectiva mis se- gura en su hispanoamericanidad, como la que se refleja en los principales poemas de Cantos de vida y esperanza, de Rubén Dario, y en Aima América: poemas in. doespaiioles, de José Santos Chocano (1875-1934), dio lugar a que los critics dividieran el Modernismo en dos etapas. La «segunda generacién» de modemnis- {as estaba mucho més preocupada por conseguir una expresién artistica genuina- ‘mente americana. En realidad, ambas generaciones se centraron en el problema dé encontrar un lugar en el mundo modemo para Hispanoamérica y erear un lenguaje ¥ una visién apropiados para ese lugar. Fl reconocimiento de la importancia de estos problemas para el movimiento en general no s6lo reafirma la unidad esen- cial del Modernismo sino que también aclara el papel fundamental del patriota cubano politicamente comprometido José Marti (1853-1895) en la formacién del mismo, Las condiciones socioeconémicas que més directamente afectaron al desarro- Io del Modemismo varian por supuesto dependiendo del pais. Sin embargo, hubo varios fictores clave que constantemente jugaron un papel central. En general, las lltimas décadas del siglo xxx fueron testigos de una consolidacién de poder que ‘ajo un mayor grado de estabilidad politica —a pesar de la reaparicién periédica del caudillismo y las tendencias anarquistas. Al mismo tiempo, la reorganizacién ‘econémica y el crecimiento trajeron la prosperidad y la afluencia de las clases al- {as, En los centros urbanos, a riqueza y el comercio internacional hicieron que la vida diaria experimentara una europeizacién perceptible. Como ha dicho Roberto Gonzalez Echevarria (en «Modernidad, Modernismo y nueva narrativay), a cam- bio de sus materias primas, Hispanoamérica recibié cultura, basicamente en forma de productos manufacturados. La inundacién de objetos de lujo que se dio en el cambio de siglo Hlené los hogares de la antigua aristocracia terrateniente, de los uevos ricos y de Ia burguesia ambiciosa. También cre6 una imagen de la vida que dej6 una huella duradera en la imaginacién poética de los escritores de la época, una imagen que evocaba el sentimiento de bienestar, confort y exceso ele- gante de la Belle Epoque patisina —es decir, de las tres décadas que siguieron al afto 1880, Los miembros de la clase dominante se aliaron con inversores y financieros extranjeros y su mayor ambicién llegé a ser la scumulacién de capital, a expensas de otros fines més tradicionales. La filosofia politica de la época fue el Positivis- mo de Comte y, més tarde, el de Spencet, ambos vinculados a un cierto tipo de darwinismo social. Auguste Comte (1798-1857) desarrollé un sistema filosofico ue rechazaba la metafisica y se apoyaba exclusivamente en las ciencias positi- ‘vas. Su objetivo final era el de reformar la sociedad para que todos los hombres udieran vivir con armonia y comodidad. Durante la paz que siguié a la consoli- dacion politica de los afios 60 del siglo xxx, el Positivismo legé a ser la filosofia. ado alee ; La poesia modernista 41 del orden, promoviendo el progreso, la ciencia y los milagros de la libre empresa. La sociedad en Hispanoamérica se organizaria sobre una base més racional que Jas anteriores, y la humanidad legaria a vivir en un mundo sin problemas. Se crefa que los cientificos estaban en posesién de una verdad demostrable y por lo tanto eran los depositarios del futuro, Se acept6 que los males de la «vida moder- nna» y Ia industrializacién eran necesarios para el desarrollo nacional. Sin embar- 20, el Positivismo en realidad dio a las clases dominantes un nuevo vocabulario para legitimar Ia injustiia, al ser reemplazada la ideologia liberal por la lucha por la vida y la supervivencia del mejor dotado. Las desigualdades se explicaban aho- +a no por la raza, la herencia o la religién, sino por la ciencia. El mexicano Porfi- rio Diaz y sus «cientificos», la oligarquia de terratenientes argentinos y los baro- nes del nitrato chilenos fueron los mejores representantes de la escena politica de la €poca. El Positivismo generé en la mayoria de los modernistas una especie de acttud ambivalente. Mantuvieron un respeto por la ciencia, sus descubrimientos y sus contribuciones al progreso, sin embargo la rechazaron como diltima medida de to- das las cosas. A pesar de las promesas era claro que, lejos de hacerse més com- prensible, la vida se hacia mas enigmética, y los grandes inventos y descubri- rmientos no daban las respuestas a las preguntas fundamentales de la existencia, Si algo trajo la creciente relacién con las capitales industriales del mundo y la pros- petidad hispanoamericanas fueron trastoros sociales que agudizaron el sent miento de crisis entre los escritores. Dos elementos esenciales en el contexto so- cial del arte modernista fueron la desaparicién de la vieja aristocracia junto con su patrocinio de la produccién poética y la transformacién de todos los productos de Ja empresa humana —inctuido el arte—en mereanefa (ver Pérus, Literatura y so- ciedad en América Latina). En esta situacién, los poetas tenfan que ganarse la vi- da produciendo bienes de cambio. Muchos se mantenfan a base de trabajos como periodistas mientras intentaban, a través de su poesia bien elaborada, afirmarse en un mundo que estimaba y daba més valor a los objetos lujosos, opulentos y nor- matmente de importacién (ver Jitrik, Las contradicciones del Modernismo). Al- gunos como Julidn del Casal (1863-1893) se marginaron, dando asf una respuesta, bohemia a la vulgaridad y al utilitarismo de la sociedad burguesa. Otros, como Dario en su famoso «El rey burgués» se burlaron del materialismo, e] conformis- mo mediocre y Ia insensibilidad estética de Ia creciente burguesia. Otros ain, co- mo Martf, pusieron su fe en el individuo superior, «el hombre magno», que podia ver més allé de las presiones de la répida urbanizacién y comercializacién, Bajo estas circunstancias, la modernidad, como es entendida por la cultura oc~ cidental, llegé a Hispanoamérica —o, al menos, a sus grandes y cosmopolitas centros urbanos—. Algunos estudios recientes han subrayado que la modemidad, como etapa histérica de la civilizacién occidental, comenz6 ya en la segunda mi- tad del siglo xvm Sus caracteristicas esenciales estin vinculadas al progreso cientifico y tecnolégico, a la revolucién industrial y a unos amplios cambios eco- némicos y sociales traidos por el capitalismo (ver Roggiano, «Modemnismo: ori- 2 Historia de la literatura hispanoamericana ‘gen de la palabra y evolucién de un concepto). Los ajustes ideoldgicos necesa- ios, debido a estas profundas alteraciones en el tejido de la vida, han generado luna consistente respuesta literaria, 0, como dijera Octavio Paz en Los hijos del li- ‘mo, 1a poesia moderna siempre ha representado una reaccién contra la era moder- nna en sus varias manifestaciones, sean éstas la Iustracién, la razén critica, el Li- beralismo, el Positivismo o el Marxismo, El Modernismo es la respuesta literaria a Ia incursién de Hispanoamérica en la modemidad. Es una respuesta al vacio es- Piritual y estético creado por la critica positivista a la religion y a la metafisica a favor de las ciencias, asi como por el apoyo del Positivismo a los valores materia- listas y burgueses, Cuando los modemistas dieron forma a su reaccién hacia la modernidad e in- tentaron trabajar con sus sentimientos de alienacién y angustia, descubrieron al- sgunos paradigmas muy atractivos en la literatura europea que se habian apresura- do a leer en el intento de crear un lenguaje postico modemo en consonancia con los tiempos modemos. Encontraron modelos apropiados en el Romanticismo in- alés y alemén, en el Pamasianismo y el Simbolismo franceses, ya que estos mo- vimientos literarios habjan sido también reacciones a los trastomnos espirituales generados por la vida modema. Como resultado, los modernistas encontraron que sus preocupaciones y su poesia encajaban con las corrientes literarias principales de Europa. De manera muy amplia, el Modemismo esti vinculado a la produc- ci6n literaria romantica y postroméntica europea en la medida en que éstas vinie- ron a formular la crisis general de creencias que ha dominado 1a cultura occiden tal desde Ia Ilustracién y, tal vez de forma mis decisiva, en la eleccién de las soluciones poéticas que optaron seguir. Como los romdanticos ingleses y alemanes ¥ los simbolistas franceses, los modemistas hispanoamericanos percibieron la an- siedad de su época como algo generado por la fragmentacién: los individuos esta- ban alejados de si mismos, de sus compafieros y de la naturaleza. Buscaban la to- talidad, la inocencia, el paraiso del que habfan sido exiliados por el énfasis burgués y positivista en la utilidad, el materialismo y el progreso (ver Abrams, Natural Supernaturalism). Ni las creencias religiosas tradicionales, viciadas por el pensamiento liberal, ni la érida inteleetualizacién del positivismo, daban res- Duestas satisfactorias. La esperanza de una mejora residia en la integracién y Ia Teconciliacién del. conflicto. Los modelos elaborados por los roménticos para la posible recuperacién y que luego adaptaron los simbolistas y los modemistas, se centran en la analogia, esa visién del universo como un sistema de corresponden- cas en el que la lengua aparece como el doble del universo. Con la analogia como base de su poesia, estos autores —desde los primeros roménticos hasta los modemnistas— convirtieron al poeta en un profeta en contac- to con la esencia de la existencia, También hicieron de la poesia un medio para el , es decir, el alma ordenada tanto del visiona- rio como del cosmos. El lenguaje a través del cual el macrocosmos y el microcosmos se revelan uno al otto es el de los simbolos, las metaforas y las analogias. La misién de 1a poesia es redescubrir este medio de comunicacién y llegar a una unidad de espiritu reno- vada. Para ello, Baudelaire apoy6 el libre uso de. palabras ¢ imagenes, que deben ser usadas no de acuerdo con su empleo légico sino de acuerdo con la analogia universal, es decir, subrayando las «correspondencias» entre el mundo material y las realidades espirituales asi como entre los diferentes sentidos humanos. Esta in- terrelacién entre los sentidos, debida a resonancias afectivas que no se pueden justificar a través de la légica, aporta un marco conceptual para la sinestesia, la cexpfesién que se aplica en literatura a la descripcién de una sensacién en términos pertenecientes a otra. La sinestesia, que a menudo se considera una de las caracte~ risticas diferenciales més importantes tanto de Ia poesia simbolista como de la ‘modernista, también apoya la interaccién entre las artes grificas, verbales y audi- tivas y la apaticién de estructuras poéticas basadas en la masica y la pintura. To- das estas caracteristicas en conjunto convierten el arte del poeta en una magia evocadora. Stéphane Mallarmé (1842-1898) a su vez, buscé incrementar los poderes ma- ‘gicos de la poesia separando Ia crudeza y la inmediatez de la condicién «esencial» de las palabras. La palabra «esenciaby no funciona aqui como la intermediaria en- ‘re dos mentes, sino como un instrumento de poder capaz de despertar al énima a su inocencia original. Una vez restaurada a su eficacia total, el lenguaje, como la miisica, evoca una visién pura ¢ inmaculada del universo. La misica, debido a que es indefinida y carente de referencia al mundo extemno, se convirtié en el ideal de la creacién poética. Paul Verlaine (1844-1896) escribié en su muy influ- ryente «Art poétiquen, «De la musique avant toute chose» {la miisica antes que nnada»], abogando por una poesia de Ia sutileza y el matiz que es tan elusiva e in- tangible como la esencia de menta y tomillo en el aire de la maffana. De forma similar, Dario en «Dilucidaciones», su introduccién a El canto errante, se refirié al problema de la poesia y la miisica y a Ja necesidad de una forma poética cons- tantemente revitalizada y perfectamente adaptable. Escribié: «No gusto de moldes nuevos ni viejos... Mi verso ha nacido siempre con su cuerpo y su alma, y no le he aplicado ninguna clase de ortopedia. He, si, cantado aires antiguos; y he querido 44 Historia de la literatura hispanoamericana ir hacia el porvenir, siempre bajo el divino imperio de la musica —misica de las ideas, misica del verbo», Al et al Modemismo como un movimiento que buscaba enfentarse y Tesponder a las condiciones y las preocupaciones semejantes a las surgidas en Ets {pe tas finalizar el periodo de la Tlustracin, se hace evidente que el cosmopoli tismo modernista y, més especificamente, los cambios en el estilo y la experimen: ‘acién, asociados a las adaptaciones modemistas de los modelos franceses, sean Parte de una profunda bisqueda filosdfica en la que el sonido y la sustancia de la Poesia constituyen elementos clave. El uso intencionado de los recursos musivales el lenguaje poctico, el ajuste intemo de ls ideas, tas palabras y los sonidos a las impresiones que los evocan y un regreso a la antigua tradicién hispinica de la Yersificacién ritmica se convirtieron en una forma de ver mas allée incluso tras- Sender cl imperfecto aqui y ahora. El fosiizado lenguaje de la poética espatola fue rechazado por ser incapaz de abarear una visién que respondiera al colapso de Ios sistemas de ereencias dominantes al final del siglo xix. Los poets hispano. americanos habian leido a los romanticos espafioles pero no encontraron en ellos Rodclos convincentes. Esto se debia a que las dislocaciones espirtuales y socia. tes ocurridas en Hispanoamérice, que fueron paraleas a las experiencis european, zo habfan afectado a Fspafa, que permanecia en gran parte aislada flosotea » cronémicamente. La gran excepeién es Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870), £20 énfasis en la expresion sincera de las emociones profundamente intimas y en |a musicalidad del verso lirico tavo un fuerte impacto entre los modernistas En defintiva, el recurso moderista ala analog arroja luz sobre su cosmopo- {tismo, su obsesién por la elegancia verbal y la musicalidad y su insistencia ex la libertad artstica, la experimentacién formal y la individvalidad reatzada, Muches de estas caracterstcas, asi como otras, se fomentaron gracias al rechazo del artis. {2 de la comodificacién, la comercializacion y la superfcialidad de la «modern, dad burguesa», es decir, la tradicién de valores modemos que ensalzaba le fe on cl Progreso, el pragmatismo y los efectos beneficiosos de Ia ciencia y la teenolo- gia (ver Calinescu, Five Faces of Modernity: Modernism, Avant-Garde, Dec, dence, Kitsch, Postmodernism). Ademés el mercado afect6 a todos los aspecios de la vida incluyendo el arte y el tiempo, y el éxito fue juzgado por Ia senemala: cién de riquezas. Los autores modemistas respondieron al resultante vacio de le Sronareis diaria con algo que habia Negado a constituir otra tradicién: la expre- Sion de acttudes antiburguesas desafiantes y hostiles. Esta expresion adquirio thuchas formas incluyendo el carte por el arten, la excentricidad, el dandismo y el decadentismo, Xa idea de «l'art pour lar» concebida por el pamasiano Théophile Gauticr (1811-1872) lamé ta atencion de las imaginaciones posticas de los primeros ms, demistas. Con esta llamada general resumian la renuncia del artista al utilitariamg Vulgar. La utlidad se asociaba ala fealdad. De forma similar, para algunos, como los prerraaclists ingleses, el dsgusto por los cambios paisaisticos contestpord, eos fue tal que legaron a creer que Ia belleza s6lo podiaexistiren paisaies pre. cic tarcea La poesia modernista 45 industriales, El recurso prerrafaelista de la alegorfa y el medievalismo fue otra forma de expresar el rechazo a los valores de la clase media que los modernistas tuvieron en cuenta y que coincidia con el objetivo general de épater le bourgeois. Una variante més radical fue la desarrollada por los decadentistas representados por Joris Karl Huysmans (1848-1907), cuyo 4 rebours tavo un tremendo impacto en algunos modemistas, en especial sobre José Asuncién Silva (1865-1896); Ju- lidn del Casal, que mantuvo correspondencia con Huysmans en francés y Rubén Dario, que firmé sus «Mensajes de la tarde» con el nombre del protagonista de la novela, Des Esseintes. Ain ast, ni Gautier ni los modemistas se mantuvieron ciegos a los beneficios de las invenciones modemas. Répidamente modificaron su punto de vista sobre algunos elementos de la vida industrial modema: podian ser transformados en una forma de belleza modema a través del arte. Aunque pocas veces tan arriesgados como Baudelaire, que traté de extraer oro del barro o encontrar flores en el prohi- bido reino del mal, tal vez con la excepcién de Salvador Diaz Miron (1853-1928), los modemistas comenzaron a incorporar algunos aspectos de la modernidad ur- bana a su poesia, Estas nuevas formas de belleza eran obviemente diferentes a las, de Ia antigitedad clisica. Para comprender estas diferencias asi como sus similitu- des, los modernistas extendieron su andlisis de la belleza hasta incluir todas las épocas. El sincretismo resultant, la expresion del eosmopolitismo en el tiempo y atravesando las fronteras, es otra de las caracteristicas principales de la poesia modernist En su bisqueda inxorable del lenguaje poético ideal, con el que se pudieran roferir a sus preocupaciones sobre la vida y el futuro de sus paises, los poctas mo- demistas abrazaton y reconciliaron miiltiples estilos, imagenes, ereencias religio- sas, perspectivas filos6ficas y modos de discurso. Su eapacidad y deseo de incor- Porar una asombrosa diversidad de imégenes ¢ ideas va unida, en parte, al imperialismo econémico de finales del siglo xrx. Rodeados de una proliferacién abrumadora de objetos manufacturados importados, los modemistas crearon un entomo poético paralelo en el que las cosas protiferasen no en un sistema referen- cial sino en uno artificial (ver Gonzalez Echevarria, «Modemnidad»). La natura za se fila a través de muchisimos paisajes estéticos de muchisimas eulturas, pe- riodos 0 medios artisticos. Bl arte modemista esté leno de palacios de Versalles, interiores y jardines orientales, dioses y ninfas, oro y perlas, biombos, divanes, piczas lacadas, umas y tapices (ver Pacheco, Antologia del Modernismo). Estos lugares y cosas se describen, sobre todo en Ia primera poesia modemnista, con un vocabulario sofisticado y numerosos adjetivos que a la vez refuerzan un senti- miento de-riqueza y acumulacién y, lo que es mAs importante, reflejan la relacién de los poetas modemistas con el materialismo de la sociedad burguesa. Esta rela- ‘cién fue muy ambivalente. Por un lado, los valores de las clases dominantes se ven exaltados en el rico lenguaje modemista. Por otro, sin embargo, el énfasis en la riqueza se critica pot ser superficial cuando se ve como un fin en si mismo y no 46 Historia de ta literatura hispanoamericana se asume como subordinado a la profunda biisqueda de tos poetas de la belleza trascendental y la armonia universal Esta fe en aleanzar una armoniosa visién del universo, a través del lenguaje oético, distingue al Modernismo de los movimientos més tardios que se constru- Yeron sobre las innovaciones modemistas pero que perdieron la confianza en la Poesia como medio de alcanzar una visién de la armonia universal. El insistente optimismo del Modernismo, asi como su pronunciada artficialidad, omamenta- cidn y sineretismo han tendido a encasillar el movimiento en una época pese a que estos elementos reaparecen —con formas diferentes, por supuesto— en los excesos lingtiisticos de la Vanguardia y en la estilizacién neobarroca de escritores como Carpentier y Lezama Lima. La modemidad esencial del movimiento es evi. dente, ain asi, tanto por su rechazo de la preocupacién obsesiva por la referenc lidad, como por su reaccién creadora al agudo sentimiento de ansiedad y aliena- cién caracteristico de los tiempos modernos. En su adaptabilidad sincrética, los modemistas tomaron modelos artisticos {tanto tradicionales como no tradicionales. Encontraron inspiracién en los clisicos espaiioles incluyendo a Berceo, Cervantes, Lope de Vega, Garcilaso, Gracién, Santa Teresa, Géngora y Quevedo, y resueitaron Ia versficacién irregular de la antigua poesia espafiola. Sin embargo, lo mis asombroso fue su repetide recurso a {a mitologta y la postica griegas, y en especial siguicndo las interpretaciones de André Marie de Chénier, Maurice Guérin, Charles Marie René Leconte de Lisle 0 Louis Ménard. De forma similar, la poderosa presencia de la Francia prerrevolu- ionaria del siglo xvur lleg6 de mano de las Fétes galantes de Verlaine, los escri- tos de los hermanos Goncourt (Edmond de [1822-1896] y Jules de [1830-1870] y el renovado interés por las pinturas de Antoine Watteau (1684-1721). La mitolo- ia nérdica que aparece en la poesia de Ricardo Jaimes Freyre (1863-1933), Da- , ¥ otros invoca las realidades aiin més exéticas y poco convencionales de tie- tras oscuras, frias y distantes asi como las teorias estéticas de Richard Wagner (1813-1883), que complementaron muchos aspectos de la poética simbolista ya comentados. El compositor alemin enfatizé la interaccién de texto y misica y busc6, a través de la reformulacién de las leyendas germénicas, revitalizar la cui {ura n6rdica que él, al igual que los modeistas con respecto a la situacién de Hispanoamérica, encontraba en peligro debido a la crasa comercializacién, Tanto las formulaciones artisticas de Wagner como las de los modemistas estuvieron {n- timamente relacionadas con los problemas de la identidad nacional y la formacién de los estados nacionales (ver Erika Lorenz, Rubén Dario «Bajo el divino imperio de la misicay), Para otros como Julién del Casal, Oriente fue Ja principal fuente de inspira n. El interés por China o Japén se puede encontrar ya en el siglo xvi con la construccién del Salén Gasparini en el Palacio Real de Madrid (1764) 0 de la Sala China en ef Palacio de Aranjuez (1784). Sin embargo, fue més inmediato el im- Pacto en las sensibilidades del cambio de siglo presente en los grabados y objets art importados y, en particular, su transformacion de la naturaleza en Vineas y La poesia modernista a7 colores estilizados. Los equivalentes literarios en Latinoamérica de estos objetos importados de Oriente legaron una vez més a través de Francia en la poesia de Catulle Mendis, Pierre Loti y Stéphane Mallarmé, asi como en las tradueciones al francés de los clisicos poetas chinos en Le livre de jade (1867) de mano de Judith Gautier, hija de Théophile Gautier. Las innovaciones estéticas introducidas como resultado del entusiasmo modemista por el arte y la cultura orientales, como es el caso de sus otras innovaciones poéticas, se relacionaron intimamente con su bis- queda de una comprensién mas profunda de la realidad, que Ilevé a varios poetas, sobre todo a Amado Nervo (1870-1919), a explorar el budismo, el taoismo y cl ‘Las exploraciones artisticas del sineretismo y el exotismo se vieron apoyadas, durante la segunda mitad del siglo xrx, por las cada vez, mas importantes y omni- presentes exploraciones cientificas arqueoldgicas y filolégicas. Todas éstas des- cubrieron visiones poco convencionales de la belleza y la moralidad, visiones que ofrecian imégenes de tiempos o filosofias en los que la paz espiritual, el orden, la belleza y el placer parecian alcanzables. Tales visiones erecieron en importancia al disminuir el consuelo que garantizaban las creencias religiosas ortodoxas, 65 decir, al experimentarse la «muerte de Dios» a nivel personal. La «ciencia» llevo 1 los modernistas y a sus contemporéneos cada vez mis lejos de las creencias tra- dicionales (sobre todo a través de Ia critica positivista de Ia religidn) y hacia creencias heterodoxas (a través de la biisqueda arqucolégica y filolégica de tos origenes). Estas creencias heterodoxas entraron generalmente en los cirvulos lite- rarios mediatizadas por un acercamiento human{stico —incluso religioso menos 1i- ‘sido, mis agradable a nivel estético: el de las ciencias ocultas—. Las ciencias ocultas ofrecian una ventaja muy importante. Exploraban aque- los «misterios ocultos» de la vida ignorados por la ciencia usando el Lenguaje cientffico, dando asi una cierta legitimidad a las hazaias espirituales de los no cientificos. Dario entendié muy bien la importancia de este fendmeno. Cuando en 1895 escribié para La Nacién un articulo sobre el resurgimiento de las ereencias ‘ocultistas en Europa en esos momentos, describié el objetivo general de la si- guiente manera La ciencia de lo oculto, que antes perteneeia a ls iniciados, a los expertos, est renaciendo hoy con las nuevas investigaciones de individnos sabios y soviedades ‘especiales. La ciencia oficial del mundo occidental no ha sido capaz ain de aceptar ciertas manifestaciones extraordinarias —aunque ain dentro del reino de lo natural fen su sentido mas amplio— como las demostradas por Crookes y Mme. Blavatsky. Pero los seguidores fervientes esperan que, al acercarse la Humanidad gradualmen- te a la Perfeccién, legard un momento en el que las antiguas Scientia occulta, Scientia occultati Scientia occultans, no seguirin siendo arcanos. Llegaré el dia en cl que Ciencia y Religién, como tna sola, levarin al hombre al conocimiento de la Ciencia de Ia Vida 48 Historia de la literatura hispanoamericana Este pasaje subraya ciertos elementos clave de la sociedad del cambio de si- glo. El malestar general del petiodo —tanto en Europa como en Hispanoaméri- -a— se identificaba con una pérdida, las mas de las veces de un Paraiso del que el hombre moderno habia sido expulsado. La antigua forma de sabiduria era mejor considerada que la modema, que habia elegido tener en cuenta s6lo las realidades fisicas y que tendia a ignorar las cuestiones esenciales de la existencia. A pesar de sus limitaciones, la ciencia y ta tecnologia se mantuvieron como elementos cen trales del sistema de valores dominante, en el que los poetas tenian que funcionar. Esta conciencia, asi como la ambivalencia que engendraba, se infiltré en los escri- tos modemnistas. La mayoria de los modernistas reconocian el valor y el poder de Ja ciencia pero también sentian que ofrecian en su poesia una visidn alternativa genuinamente superior, aunque fuese ignorada o mal interpretada por la gran ma- yoria. La perspectiva dual, resultado de este planteamiento, se hace evidente ‘cuando uno compara la prosa y la poesia modernistas. Al principio las diferen ue surgen parecen relacionadas con la cuestién de piblico y de las concesiones que hace el autor en la prosa més ampliamente lefda, a las actitudes prevalecien- tes, Pero a pesar de que el piblico al que se dirigia la obra desempefiaba un papel, un factor todavia més importante es el de los modos del discurso. Como afirma al Gonzalez (en La erénica modernista hispanoamericana) cuando los m demistas se sentaban a escribir prosa, su modelo principal eran el discurso cient fico de la filologia y, en segundo lugar, el modo més comercial del periodismo. El modelo discursivo primario de la poética modernista era sin embargo la religion. con una incorporacién progresivamente mayor de Ia visién analogica propuesta por el ocultismo (ver Jrade, Rubén Dario and the Romantic Search for Unity). El origen de los modos distintivos del discurso unidos a la prosa y la poesia est en una tradicién roméntica que comenz6 con Wordsworth. Este sostenia que el objeto caracteristico de la poesia eran las cosas modificadas por las pasiones y 1a imaginacién del que las pereibe. Asi Wordsworth reemplaz6 la distincién entre poesia y prosa por la mas filoséfica entre poesia y ciencia. De forma similar, Co- leridge insistié en que la esencia de la poesia, es decir, la unién de la pasién, el pensamiento y el placer, existia en oposiciGn a la ciencia y la historia civil y natu- ral. A comienzos del periodo victoriano todo el discurso estaba asociado explicita © técitamente a los dos modos exhaustivos. La religiOn se unfa a la poesia en opo- icin a la ciencia y, en consecuencia, la religion se convi sia en una especie de religion, ‘Cuando Ia poesia pasé a Ilenar el vacio que dejé el derrumbamiento de los sis- temas de creencias ortodoxos, encontré sus modelos en la antigua tradicién esoté rica que habia sobrevivido a lo largo de los siglos en sectas herméticas y cults tas, Esta tradicin est basada en la analogia y en la creencia de que el universo es un ente vivo, armonioso y sensible. Igualmente importante para los poetas hispa- noamericanos de la época fue la premisa esotérica de que la antigua sapiencia de 10s sabios no desaparecié cuando el Cristianismo se convirtié en la religion més poderosa del mundo, sino que més bien asumié simplemente el simbolismo de la nueva fe, perpetuando a través de sus alegorias y emblemas las mismas cer- tezas de las que han sido depositarios los sabios desde el comienzo de los tiem- pos. Esta fe en la unidad fundamental del todas las religiones dio a aquellos poe- tas que vacilaban en abandonar las creencias de su infancia un marco en el que podian reconciliar el dogma catélico con los atractivos sistemas de creencias al- temativos. Ademas, como sefialé Dario en el articulo para La Nacién antes citado, la perspectiva sincretista de las ciencias ocultas Hleg6 tan lejos como para incluir Ia ciencia y Ia investigacién cientifica asf como un eclecticismo muy amplio en su esfera Las sectas ocultistas que vivieron un florecimiento en Europa durante Ia se- ¢gunda mitad del siglo xrx fueron muchas. Incluyeron la Sociedad Teoséfica fun- dada por Mme. Blavatsky y el coronel Olcott, los Rosacruces encabezados por Sar Péladan y el Grupo Independiente de Estudios Esotéricos dirigido por Gérard Encausse, «Papus>. Englobaron un gran mimero de sistemas que no siempre estu- vieron en perfecta armonia ideol6gica. Se dieton referencias al Cabalismo, la as- trologia, el magnetismo, el hipnotismo, el Gnosticismo, la masonerfa, la alquimia y varias religiones orientales. Los circulos literarios de Europa se vieron satura- dos de creyentes y proselitistas. Estudios recientes han demostrado el giado en ‘que los escritos roménticos y simbolistas se dejaron influir por las ideas cabalisti- ‘cas, herméticas, teosétficas y orientalistas. En consecuencia, cuando se trata de encontrar las influencias ocultistas sobre el verso modemista en la mayorfa de los ‘casos es imposible determinar cudles de éstas fueron directas y cuéles llegaron a través de la poesia europea contemporéinea. Por rutina se ha identificado como pitagéricos a algunos de los aspectos de ¢s- tas influencias. Seria mejor, sin embargo, recordar que ¢l pitagorismo que tuvo in- fluencia sobre el Modemismo, fue por lo general reinterpretado a través de la doctrina esotérica y combiné libremente elementos no s6lo del pitagorismo histé- rico, sino también del Neopitagorismo, el Platonismo y el Neoplatonismo, Tal vez fue el énfasis del Pitagorismo esotérico sobre el orden, Ja armonia y la misica, el que atrapé de manera mas inmediata la imaginacién pottica de esta generacién de escritores y Hevé a la incorporacién de varias doctrinas poco ortodoxas a lo que se podria llamar la visién modemnista del mundo, ‘Al igual que en el caso de Ios roménticos y los simbolistas, la armonia como ideal filoséfico asociado con la perfeccién divina es la base de la cosmologia mo- demista, El universo en su totalidad es una extensién armoniosa y ordenada de Dios, cuya alma penetra todo y es la misma cosa que la gran alma del mundo. La armonia universal se demuestra tanto en la belleza de la miisica como en la regu- laridad de los cuerpos celestes. La imagen de la musica celestial resulta de la fu- sién de estos dos puntos y destila la visién modemnista de que el universo es una extensin viva y ritmicamente palpitante de Dios en la que todos los elementos son signos que indican su unidad esencial. ‘Ya que el individuo y el universo estén hechos a imagen de Dios, cada ser es un microcosmos que deberia esforzarse por implantar en su alma la armon‘a ob- 50 Historia de la literatura hispanoamericana servada en el macrocosmos. Se reconoce, sin embargo, que hay ciertos individuos superiores mas conscientes que otros del elemento divino que tienen en su interior ¥, por ello, més aptos para reconocer el orden trascendental del mundo que los rodea. La teorfa literaria roméntica y simbolista fortalecta la identificacién de este tipo de individuos especiales con los poetas. Las creencias esotéricas unieron este estatus superior a un alma muy evolucionada, que habia sido perfeccionada a 10 largo de numerosas encamaciones. A pesar de que no todos los modemistas se aferraban la idea de la transmigracién del alma, éste es un concepto que aparece a lo largo de toda la poética modernista, ya sea tratado de manera jocosa como tuna dimension del sineretismo modemista, ya sea de manera seria como alternati- vva a la salvacién eristiana Otra alternativa a las cerradas y restrictivas ideas cristianas, sugerida por el ‘cultismo, tiene que ver con un aspecto del arte modernista que también sefial6 su desviacién de otros movimientos anteriores. Esta caracteristica es la clevacién modernista de la sexualidad, Si bien ésta se volvié importante como respuesta inmediata y personal a la vacuidad de la vida, 0 como reto desafiante a la moral conservadora de la clase media (un desafio semejante al dandismo en otros aspec- tos de la vida), la tradicién esotérica proporcioné una forma de ver la sexualidad ue hizo posible la incorporacién de los deseos erdticos a la cosmologia moder- nista, para que asi se convirtiesen en un elemento esencial de ésta, reforzando y reafirmando otros muchos ya mencionados en detale. ‘Como reconocié Paz en lo referente a los romiénticos, la exaltacién del orden. natural de las cosas, especialmente la sexualidad, es a la vez una critica moral y politica de la civilizacién y una afirmacién de un tiempo anterior a la historia (Los hijos del limo). La pasién erética es una parte de la naturaleza inhibida y/o des- ‘tuida por el orden social. El reclamar su importancia esté unido a la intuicién de ‘un mundo primordial, mas perfecto. Para los poetas europeos de la segunda mitad del siglo 21x y para los modemistas, las ciencias ocultas proporcionaban ef marco de esta postura. Afirmando la naturaleza sexual de la divinidad y apropidndose del mito esotérico del hombre primigenio como andrdgino césmico, el amor sexual se convirtié en una forma de aproximarse al estado andrégino del hombre original, y, dado que su caida en el mal esta identificada con su entrada en el ‘mundo material y en los dos sexos, un regreso a la unién de hombte y mujer se convirtié en un medio de percibir el éxtasis previo a la caida asi como de intuir el estado divino. La mujer ideal con la que el poeta se debia unir para alcanzar esta visin perfeeta tan perseguida esta a menudo vinculada al lenguaje poético y su unién descrita en términos sensuales y seductores. La creacién, ya fuese postica, personal o césmica, es concebida como sexual. Como resultado, el erotismo y la Teligién se unen en Jo que es una nueva forma radical para la poesia hispénica. La experimentacién con ritmos y esquemas de rimas, formas poéticas, estlos, imégenes, mitos, religiones y filosoffas, que se sittia en la base de la riqueza del arte modernista, comenzé como una biisqueda que se vuelve inevitablemente, uma ¥ otra vez, sobre si misma, es decir, se une a la cuestién de la modemidad hispa- La poesia modernista sl noamericana y, en términos més amplios, a la de la identidad hispanoamericana, Los poetas modernistas, al reflexionar sobre la formacién de las naciones-estado y la integracién de Hispanoamérica en la economia mundial, se enfrentaron al problema de la literatura hispanoamericana. El caso de Mart es tal vez el més ex- tremo; aspiraba a crear una nueva nacién tanto como una mueva literatura, Desde esta perspectiva, el impetu politico de la literatura modemista es evidente —in- ‘ierte 4 do. Su respuesta poética subraya el dilema del poeta modemno —dilema que per- tos | —_—_siguid.a Neruda y también a Vallejo—en el que se ve dividido entre la accion so- eas- | _—_ cial y la responsabilidad artistica. Marti encuentra un compromiso que recuerda a 2co- —_—_sus raices roménticas: la fe en uns sinceridad y una pureza de propésitos que re- Ser ficja la perfeccién ordenada de 1a naturaleza. Todos estos elementos se retinen *que mis tarde en el Poema 17 de Versos sencilfos, cuando imagina su poesia como la june expresién musical del ritmo amoroso y sabio del cosmos que pasa por su alma, Es en esta tiltima coleccién —con su recurso a la forma poética més comin de todas las de la tradicién hispsnica, los octosilabos, las redondillas y los cuarte- tos— en la que su aspiracién hacia la claridad, la simplicidad y la armonia es m: evidente, El tono popular de Ia obra y su visin pitagérica de la armonia oftecen ‘una imagen pristina de Hispanoamérica y de un juicio directo, natural e intuitive que se puede contrastar ficilmente con el attificio de Norteamérica y Europa. La fusién del arte y la politica, la biografia, la filosofia y la pasién dan a esta simple lirica una trascendencia profunda y universal i j | / 1 | ] Jutthn DEL Casa Como ha comentado Cintio Vitier (Lo cubano en la poesia), es revelador el hecho de que Julién del Casal aparezca de muchas formas como la anttesis de su compatriota y contemporéneo José Marti —y lo es tanto referido al movimiento modemnista como a los protagonistas en cuestidn—. Sus diferencias provienen de puntos de vista distintos acerca del mundo, las expectativas vitales y los tempe- ramentos, La fe de Marti en la actuacién moral del hombre y en el hecho de que éste recreard en su vida y en su arte el orden armonioso del universo, se dejé sen- tir en cada una de las cosas que hizo 0 escribi6, Para Casal la vida fue una decep- cin continua, lena de vergtienzas personales, fracasos humanos injusticias ea icacanaoniaaaasiais ey pe universales. Tener que trabajar como periodista le pes6 mucho y ademas perdié stu ssu empleo en repetidas ocasiones, pero no tenfa demasiadas alternativas y se vio ra siempre forzado a regresar a su trabajo en un periédico como redactor de articulos soy sobre la vida social, teatral y literaria, para asi poder ganarse la vida. A lo largo de sos su carrera ofendi6 a muchos en su lucha contra lo que consideré un materialismo te vvano, la ignorancia y el mal gusto. Durante la mayor parte de su vida sufti6 dolo- res fisicos y, en sus iltimos afios, fue consciente de que moriria joven. Como resultado de todos estos y otros factores filosdticos y artisticos, Casal xno vio el arte como un resultado de las fuerzas naturales, como lo era para Marti sino més bien como algo superior y diferente a la naturaleza. El arte era el resul- iii 58 Historia de ta literatura hispanoamericana ‘ado de las empresas humanas; su objetivo era la creacién de wna belleza artificial que, & menudo, se construia sobre otras creaciones humanas muy estimadas, Co- mo fue el caso con sus mejores sonetos pamasianos, los de «Mi museo ideal» de Nieve, basados en los cuadros de Gustave Moreau, sus poemas toman elementos de Ta pintura, la poesta y los materiales manufacturados de todo tipo, evocan pai sajes exéticos e imaginarios y afirman el entomo artificial hecho por la mano del hombre de la ciudad y sus Iujosos interiores urbanos. Casal no hizo muchos es- fuerzos para ocultar la influencia de sus predecesores. La sentimentalidad angus- tiada de los roménticos (Zorrlla, Bécquer, Heine, Leopardi), el esteticismo agudo ¥ exigente de los parmasianos (Gautier, Heredia, Coppée), la atraccién contenida hacia Tas realidades ocultas de los simbolistas (Baudelaire, Verlaine),y el egois- mo travieso de los Decadentes (Baudelaire, Huysmans) estin muy presentes en {oda su obra, en sus dos primeros libros de versos, Hojas al viento, Nieve, y en el tercero, Bustos y rimas, que preparé durante su vida pero que fue publicado poco después de su muerte y que contiene tanto prosa como poesia, Esta exaltacion de la atificialidad no es la tinica caracteristica que diferencia la Poesia de Casal de la de Marti. La insatisfaccién de Casal con el status quo no gene- "2, como en elcas0 de Mart, un impulso optimista, enérgico hacia fuera, un empuje hacia el cambio. Por el contrari, su poesfa esté marcada por un giro hacia adentro, {a exploracién de estados psiquicos sutiles y la presencia del suftimiento, la muerte, cl aburrimiento, la amargura, la inadaptabilidad, la impotencia y un deseo insaciable de huit. Como sefialan los titulos de sus dos primeras colecciones, Casal buscé en lo extrafo, lo extranjero (europeo y oriental), lo enfermizo, lo moribundo y hasta lo desagradable, una liberacién del mundo indiferente que lo rodeaba. Por muy diversas que sean las respuestas de Marti y Casal, es este rechazo de sus circunstancias inmediatas lo que los une y los hace modemistas a los dos. Ca- da uno de distinta forma lucha parta estar en paz con la cambiante escena hisp ‘oamericana y cada uno encuentra en la poesia —Ia poesia creadora, libre y sen- sible— una especie de consuelo. La poesia de Marti es més espontinea, la de Casal, mas estudiada y refinada, enfatiza con fuerza en el esplendor pictérico, la elegancia verbal y la innovacién formal —una mayor flexibilidad acentual en los endecasilabos, el imaginativo recurso a los versos de nueve y diez silabas, asf como Ia maestria en.el terceto monortimo—. Atin asi, los esfuerzos de ambos poetas reflejan intentos conscientes de encontrar un Ienguaje con el que responder 41a Hispanoamérica que se estaba formando en su época, Jost: ASUNCION SiLvA ‘Al igual que la de Casal, la vida de José Asuncién Silva se vio marcada por su inclinacién a la elegancia y a la condescendencia y por una setie de sucesos trigi- 605 que culminaron. con su suicidio en 1896. Silva crecié en un Bogoté dominado Por una visién conservadora y provinciana, Su familia, por el contrario, era cono- La poesia modernista 59. cida por su interés y apoyo a las artes asf como por su entusiasmo por los estilos importados, los objetos de Iujo y las tendencias cosmopolitas. El padre de Silva escribié articulos de costumbres y el negocio familiar fue conocido como uno de los centros de actividad literaria del momento. Esta tienda, que importaba las il- timas modas europeas que tenian por lo general poca demanda en Bogoti, se con- virtié en fuente de muchos y graves problemas econdmicos y llevé por fin a la familia a la bancarrota. El desaliento de Silva ante tales infortunios econdmicos, que lo forzaron a abandonar la escuela y a comenzar a trabajar, se unié a varias pérdidas personales. Su abuelo fue asesinado en un violento ataque al rancho fa- miliar un afo antes de que él naciera. Su tio abuelo, que se habia trasladado a Pa- ris tras el ataque, murid poco antes de que Silva Ilegase a Europa. Mas dolor le causé la muerte de su padre en 1887 y, en 1891, la muerte de su amada hermana Elvira, a quien esté dedicado su famoso «Nocturno». Tras resolver Ia bancarrota del negocio familiar, Silva consiguié un puesto di- plomatico como secretario de la Legacién Colombiana en Caracas. A pesar de que sus esfuerzos literarios fueron aclamados alli, enconte6 dificultades politicas y retorn6 a su pafs algunos meses después. El barco en el que viajaba hizo aguas cerca de la costa colombiana y comenzé a hundirse. Silva sobrevivi6 pero perdi Ja mayor parte de sus obras inéditas, tanto las escritas antes de su viaje a Vene zuela como las escritas alli, Esta desgracia signified un nuevo desaliento para él gue ya entonces percibia la vida como un camino de disgustos y derrotas. En ocasiones, Silva habia recitado sus poemas en piblico y habia publicado algunos, pero en conjunto su obra no fue muy conocida en Colombia durante su vida. Doce afios después de su muerte, algunas de sus piezas publicadas y otros cincuenta poemas se reunieron en un volumen titulado Poesfas, con un entusiasta Prélogo de Miguel de Unamuno. Desde entonces al menos otros cincuenta y tres oemas se han atribuido al opus de Silva, que se ha dividido en tres partes: EI li- bro de versos, que conticne poemas de 1891 a 1896 y esté organizado por el pro- pio Silva, Goras amargas y Versos varios. Ademés de su poesia, Silva escribié «trasposiciones artisticas», en las que as- piraba a captar las sutilezas del color y las sombras, y su famosa novela De so- bremesa, escrita en forma de diario y que evoca las esperanzas, tensiones, ambi- sliedades y angustias de un intelectual sensible y comprometido que responde a las crisis en desarrollo vividas en Hispanoamérica en el cambio de siglo, Como el Silva de «Al pie de la estatuay (escrita durante su tiltimo aio de vida sobre las desilusiones del gran Bolivar), José Feménde2, el protagonista de la novela, re- flexiona no solo sobre preocupaciones morales, artsticas y religiosas, sino tam- bin sobre la cambiante situacién politica. Y sin embargo, el personaje es el ines- table, obsesivo y depresivo Fernandez y sus afirmaciones en tomo a la poesia que nos revelan mas detalles acerca de la produccién poética de Silva, Cuando Silva hace decir a Femnéndez que no desea que su poesia afirme sino simplemente que sugiera, estd haciendo una declaracién personal. Mas que nin- min otro poeta de su generacién, Silva escribié bajo la influencia de la poética 60, Historia de la literatura hispanoamericana simbolista con su objetivo de transformar la musica de la naturaleza en un lengua- Je evocador que captara las realidades eternas y profuundas que se ocultan bajo la ‘superficie de la existencia. En «Al pie de la estatua» Silva expresa los conceptos que Dario, ese mismo afio, situé en el centro de su «Coloquio de centauros» y que Baudelaire habia sugerido en sus famosas «Correspondances» Fija En ella sus miradas el poeta, ‘Con quien conversa el alma de las cosas, En son que lo faseina, Para quien tienen una vor secreta Las leves lamas grises y verdosas (Que al rota en la estatua alabastrina Del beso de los siglos son sefales ‘Y a quien narran leyendas misteriosas Las sombras de las viejas catedrales Para Silva la naturaleza era eterna, divina y armoniosa; hablaba al poeta cuya tarea era traducir en poesia sus simbolos y signos césmicos y sus fuerzas ocultas y vitales. El gran talento de Silva, del que es epitome su poema més alabado «Noctumo», fue el uso creador de las resonancias ritmicas de la lengua espafiola —acentuado por un uso libre de las repeticiones— junto con la evocacién simbé- lica de sutites estados psicol6gicos y espirituales que respetaban los limites de la comprensién cognitiva y la impermeabilidad de ciertos misterios. En «Nocturno», el juego de luces y sombras, que se mezclan en la metéfora central estructurante de «la sombra nupeial», sugiere una realidad que evade las definiciones precisas En poemas como «Vejeces» o «La vor de las cosas» la longevidad del espiritu contrasta con la fugacidad de la existencia individual. A pesar de que Ia imagen evoca la calma, en muchos poemas arin queda un suftimiento y un sentimiento de pérdida que reflejan ta tendencia de Silva a caer en la investigacién triste y de- primente de la infelicidad. En algunos poemas de Gotas amargas, una coleccién que al parecer Silva planed dejar sin publicar, el suftimiento proviene de Ia in- comprensién de la comunidad cientifica, de la que se burla en un tono amargo y sarcistico. La sétira resultante subraya el dolor, la angustia y la rabia de la lucha modemista con la «amodernidad burguesa» y con los valores positivistas dominan- tes en la época. Con su mirada puesta en la exploracién de los misterios que se escapan de las ciencias modemas, Silva no tuvo paciencia ni con la estética par- nasiana ni con las populares pero superfluas imitaciones de ta obra de Dario, un punto que deja muy claro en su satiica «Sinfonia color de fresa con leche. Rupin Dario EL 18 de enero de 1867, Félix Rubén Gareia Sarmiento nacié en una pequefia ciudad que hoy lleva el nombre de Ciudad Dario. Fl Dario por el que fue conoci- La poesia modernista 6 do toda su vida no es un pseudénimo sino un patronimico, el apellido usado tanto por su padre como por su abuelo. Poco después de su nacimiento sus padres se separaron y él se fue a vivir con una tia abuela y su marido a Leén. Asi empez6 luna vida peripatética que Io llevé por todos los rincones del mundo hispinico ‘uiado, en la mayoria de los casos, por la necesidad econémica A los doce aos ya habia publicado sus primeros poemas. Durante estos pri- ‘meros afios hubo frecuentes viajes entre las ciudades de Managua, Granada y Leén con una estancia de un afio en El Salvador, en 1882. Alli el poeta Francisco Gavidia introdujo a Dario en la literatura francesa —le mostré la belleza formal del verso pamasiano, los escritos gnésticos y panteistas de Victor Hugo y el ale- jandrino y cl hexametro—, Hacia 1886, cuando dej6 América Central y se fue a Chile, Dario ya habia leido una gran parte de los clisicos espafoles asi como su- ficiente poesia griega en tradueciones y la poesia contemporinea francesa publi- ceada en la Revue des Deux Monde. Los tres afios en Chile, desde 1886 a 1889, oftecieron al joven Darfo una oportunidad de expandir y llevar més alld sus exploraciones culturales. Esos afios |e aportaron un entomo cosmopolita, le proporcionaron la amistad de muchos es- critores ¢ intelectuales y el contacto con una sociedad que, debido a su creciente prosperidad, disfrutaba de unas formas en el comportamiento, el vestry el mece- nazgo, més sofisticadas. Durante este tiempo, Dario escribié para importantes pe- riddicos, como La Epoca de Santiago, desarrollé un estilo de prosa elegante y efi az y publieé sus primeros libros de poesia, Abrojos y Rimas. También escribié la novela Emelina (en colaboracién con Eduardo Poirier) y el premiado Canto épico alas glorias de Chile. incluso en su primera poesfa hay trazos de la experimenta- cién métrica, la profundidad emocional y el brillo metafvrico que caracterizaria ‘su produecién madura; atin més fuerte en esos momentos fue la influencia de sus predecesores mas inmediatos, sobre todo Bécquer y Campoamor. Azul... fue la obra que le dio fama a Dario y a partir de la cual los criticos sue- Jen trazar el comienzo del Modemismo. La ya citada carta de Juan Valera situé a Dario en el centro de atencidn de los interesados por el revolucionario pero atin fo definido movimiento literario que cobraba forma en Hispanoamética. Hoy en fa se esti de acuerdo en que la mayor innovacién aparecié en los cuentos y vifie- {as de esta coleccién, escritos bajo la influencia de Mendes, Flaubert, Hugo y Zo- la, Muestran el ansia de Dario de experimentar con muchos estilos y modos del discurso, su entusiasmo por las diversas artes y su deseo de romper, como habfan hecho los romanticos, las rigidas fronteras de los géneros establecidos. Sin em- bargo, fue més importante la desilusiOn fundamental —que compartia con mu- hos otros hispanoamericanos que escribieron por Ia misma época— frente a lo Mundano y pedestre, especialmente cuando esto implicaba una decadencia de los oderes estéticos y espirituales. «El rubi», «El sitiro sordo», «El palacio del sob», «! rey burgués» y, tal vez més directamente, la seccién introductoria de «En Chile», critican la visién limitada y limitadora del materialismo, la ciencia y la tecnologia burgueses. «En Chile» comienza con una frase de la extensién de un 2 Historia de la literatura hispanoamericana Parrafo que sugiere el enfoque fundamental de los escritos de Dario en ese mo- mento. Sin pinceles, sin paleta, sin papel, sin lipiz, Ricardo, poeta litico incorregible, hhuyendo de las agitaciones y turbulencias, de las maquinas y de los fardos, del ru «do monétono de los tranvias y el chocar de los caballos con su repiqueteo de cara. coles sobre las piedras; dl tropel de los comerciantes; del grito de los vendedores de diatios; del incesante bullcio e incansable hervor de este puerto; en busca de {mpresiones y de cuadros, subié al cerro Alegre, que, gallardo como una gran roca Alorecida, luce sus flancos verdes, sus monticulos coronados de casas risueias, es. calonadas en Ia altura, rodeadas de jardines, con ondeantes cortinas de enredaderas, jaulas de pajaros, jaras de flores, res vstosas y nto rubios de caras angélias 1 mundo de la ciudad modema ¢ industrial con su trifico, su ruido y sus pe- riédicos (la cara comercial de la literatura) se deja atrés en la busqueda de «im. presiones y escenas», es decir, en busca de la naturaleza que se dejaba sentir a través de, se captaba en (como los péjaros enjaulados y las flores cortadas), y era ‘dcalizada por el arte (os nifios rubios con caras angelicales). Deja el Valparaiso ‘«que hace transacciones, que anda a pie como una rafaga, que puebla los almace- s ¢ invade los Bancos» esperando encontrar «el inmenso espacio azul» —no 56- lo el cielo claro y libre Meno de belleza y tranquilidad, sino también la fuente de la vision artistiea, que convierte al autor en un profeta capaz de recoger las profun- as realidades de la existencia, una existencia que es en esencia belleza y ammonia ¥ no Ia. mera comervializacién del paisaje urbano—. A esto se refiere Dario en su ffnulo. Azul... nos recuerda a Lar, c'est Vazur de Hugo y por ello evoca lo ideal, lo infinito, lo etemo —todo percibido a través de, y recreado por, el arte— Los poemas de la primera edicién de Azul... reflejan las mismas tensiones y esperanzas mezcladas con el elemento afiadido de la pasién erdtica. «El afl liri- o>, que comienza la seleccién de poesias, es una escapada de lo prosaico similar a Ia que encontramos en «En Chile» excepto que Ia ambientacién exética, fant fica y exquisita subraya una aspiracién fundamental a ta armonia que esta vincu- ada de forma intima a la realizacién del deseo sexual. La mujer, més que la musa del poeta, es la otra que complementa y completa y junto a la que el poeta llega a tuna vision de la belleza, la armonia y Ia perfeccién artistica, que es, a su ver, at- monizada con y apoyada por la naturaleza, La distancia entre esta perfeccién so- ada y la existencia contemporinea y «civilizada» se presenta en «Estival», don- de el fluir de Ia energia sexual, que se ve retratado como la fuerza vital de la naturaleza y el vinculo inexorable entre hombre y mujer, se rompe por una accién cruel y sin sentido del Principe de Gales. La clectricidad y la tecnologia modema Se inmiscuyen en una escena de sensualidad aplastante y erotismo animal inte- rrumpiendo el orden natural de las cosas. «Estival» sefiala asi cOmo las interven y en los tres poemas magistrales in- troductorios de ese libro, constituyen un comentario cuidadoso, comprensivo y visionario del Modemnismo, que refleja los elementos esenciales que dieron forma al movimiento desde su inicio y que requiere una atencién detallada Prosas profanas se ha descrito a menudo como una obra de juventud y exube- rante llena de exética frivotidad, imaginacién juguetona y de gozo. Cuando el mismo Dario se referia al contenido de la coleccién y a su titulo dirigia la aten- cién hacia la pasion sexual —una pasién sexual inextricablemente ligada al arte, Ja creacién postica, la miisica y la religion—. Escribié: «Yo he dicho en la misa rosa de mi juventud, mis antifonas, mis secuencias, mis profanas prosas. Tocad, campanas de oro, campanas de plata; tocad todos los dias, llamdndome a la fiesta en que brillan los ojos de fuego, y las bocas sangran delicias tinicas». Las prosas, como las antifonas y las secuencias, son versos o himnos dichos o cantados du rante la Misa. Dario juega con estas alusiones medievales, rompe las expectativas La poesia modernista 65 ‘en torno al género en cuestién y equipara el amor divino y la devocién religiosa a Jas hazafas sexuales. El placer esté en cuestién, pero también Jo estén la «buena educacién» y el decoro. Por muy preocupado que estuviese el joven Dario por la sexualidad, tam- bin estaba fascinado —de forma similar a los roménticos y los simbolistas ante- riores a él— por los limites, las restricciones y las ataduras impuestas por la s0- ciedad al comportamiento, el lenguaje y la visibn, tal vez Tos mismos limites que torturaban a Casal y perseguian a Silva. Como resultado, el contexto sociocultural del Modernismo nunca est muy lejos de su mente. Comienza «Palabras limina- res) con pena ante la falta de entendimiento, comin entre el piilico general y los profesionales. El arte es lo que lo aparta —a él y alos otros que atracria a su cate sa Pero el arte no es imitaciOn; es la trasgresién de los limites, es Ia reinter- pretacin y la revitalizacién del habito y la costumbre por cada artista El vinculo entre poesia y sociedad reaparece en los elementos aristocri exéticos del arte ofrecidos como respuesta y via de escape ante cl materialismo aque florecia a expensas de las preocupaciones estéticas y esprituales. Es este con- flicto de valores el telin de fondo de la siguiente declaracién de Dario: «Yo de- testo la vida y el tiempo en que me tocé nacer». La frase no-¢s, sin embargo, un rechazo a Hispanoamérica, Muy al contrario, ya que Dario encuentra la poesfa en canestra América» como lo hizo en Azul. en «as cosas antiguas», en Palenke ¥ Utailin, en el Inca sensual y refinado y en el gran Moctezuma. Como se deduce de sus propias observaciones, el impulso va hacia la cosmépolis y el futuro en los que los espafoles, los hispanoamericanos y los europeos (Parisinos) encontrarian estabilidad, Este medio futuro faclitaria la creacién de un modo de discurso mo- demo, es decir, una poesia que responda a las presiones de Ia vida modema a tra- vvés del redescubrimiento del alma del lenguaje y su naturaleza musical («Como cada palabra tiene tn alma hay en cada verso ademés de Ia armonia verbal una ‘melodia ideal. La misica es s6lo de fa idea, muchas veces»). La referencia al alma del lenguaje implica un cuerpo que, en la poesia de Da- rio, es claramente femenino. Para que la lengua se convierta en poesia debe ser cengendrada con ideas que son en esencia una «melodia ideal». Esta imagen de la cereacién poética afiade una dimensién reveladora al papel de la mujer y a la sexualidad general de Prosas profanas. Por ejemplo, en lo que respecta a las in- fuencias, él declara que «mi esposa es de mi tierra; mi querida es de Paris». De forma similar, concluye «Palabras liminares» con el mandato: «Y la primera ley, creador: crear. Bue el eunuco. Cuando una musa te dé un hijo, queden las otras ‘ocho encintay. A pesat del tono jocoso de la orden, Dario nunca olvida la posibi- Tidad de que tal vez, nunca encuentre a la otra, la mujer que esté buscando. Esta preocupacién continia en los tres primeros poemas de Prosas profanas. Darfo comienza con Eulalia de «Era un aire suave...». Describiéndola —o mis bien refiriéndose a su risa dorada— como crucl, Dario suaviza las arriesga- das y ambiciosas declaraciones de objetivos artisticos del prefacio en prosa. Re~ conoce la posible oposicién del lenguaje poético a ser moldeado para lograt la jcos y 66 Historia de la literatura hispanoamericana forma que él desea. Al llamarla a ella eterna, afirma sus aspiraciones —y las de los otros modemistas— de llevar al discurso hispanoamericano fuera de su pre- sente limitado y anacrénico y convertirlo en «modemo» a través de una exalta- cién sincrética de la belleza y el arte de todas las épocas, sobre todo cuando lle- gan a él filtradas por la sensibilidad francesa. Por esta razin, la segunda parte de «Bra un aire suave...» expone una serie de preguntas sobre la primera parte. Las reiteradas propuestas de periodos altemativos a los que podria pertenecer la esce- na descrita sugieren el grado en que Dario aspiraba trascender las limitaciones ‘temporales y espaciales para alcanzar la universalidad. Los elementos particulares y humanos se ven claramente empequefiecidos ante la creacion de la atmésfera y el tono; la pasién se convierte en un rol; el erotismo se convierte en arte En el momento perfecto de la noche sin tiempo del poema (en las tes iltimas estrofas de la primera seccién), rodeado de una misica gratificante y evocadora y lun cisne blanco como el marfil de belleza formal y fluida gracia, el poeta se une a Eulalia, venciendo a sus rivales, el «vizconde rubio» y el «abate joven». Esta re- ferencia a la derrota de sus competidores sociales y literarios offece un consuelo, pero éste se ve mitigado por el hecho de que no hay una conquista amorosa dura- dera. Por el contrario, é! sigue siendo su paje, su siervo. Ambas secciones de «Era ‘un aire suave...» terminan con referencias a la risa burlona de Eulalia Con esta referencia ala naturaleza abstraida de Eulalia y la posiblidad de que el lenguaje postico sea poco maleable, «Era un aire suave...» anticipa el lamento y también las imagenes de «Yo persigo una forma...», que fue afiadido como tl- timo poema en la edicién de 1901 de Prosas profanas. Pero donde «Yo persigo tuna forma...» pretende criticar las limitaciones del poeta («Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo, /.../'¥ no hallo sino la palabra que huya,/ la inicia- cién melédica que de la flauta fluye...»), «Era un aire suave...» sugiere un opti- mismo cauto en el momento en el que Dario estaba entrando en las fétes galantes ¥ compite con Verlaine y sus otros modelos (importados) y rivales. Este sentido de la respuesta a la proliferacién de elementos culturales que dominaron los valores europeos e hispanoamericanos a finales del siglo x1x es la pieza clave también de «Divagaciém, el segundo poema de Prosas profanas. «Divagacién» esta leno de referencias cosmopolitas, vocabulario exquisito y nombres propios esotéricos, Ademis, como «Era un aire suave...» trata de una amada que es mucho més que un interés amoroso posible. Pero, a lo largo de su Viaje poético por el mundo, descubre que ninguna mujer puede dar la satisfaccién total; ningiin estilo tinico puede llenar la ansiedad por un nuevo modo de discur- so. La necesidad del poeta de tener una visién extensa de Ia realidad lo lleva a través de un «museo» literario, que por itimo deja atrés. Afirma en su Ingar el poder de la poesia, a través de la que reclama conocimiento y autoridad divinos. Hace este Ilamamiiento en las tres estrofas finales del poema, en las que orienta al lector fuera del mapa hacia el mundo de lo trascendental, poniendo el énfasis por + tanto en la misién divina que él quiere alcanzar, una mision que compartié con el ‘menos seguro de si mismo, Silva. El salvador de la poesia aparece —como hace La poesia modernista 0 en «Sonatina», el siguiente poema de la coleccién— subrayando la preocupacién Principal de Dario por su propio éxito a la hora de elegir el recepticulo apropiado para recibir su energia poética, el lenguaje correcto a inseminar con la miisica ideal Al final de «Sonatina» la triste princesa recibe una esperanza de felicidad, amor, vida y salvacion en forma de el feliz caballero que te adora sin verte, ¥¥ que llega de lejos, vencedor de la Muerte, a encenderte ls labios con su beso de amor! Sin importar cud frivolo parezea «Sonatina» en un principio con su ritmo para hifios y sus fantisticos jardines y palacios, en la wiltima estrofa se evidencia la na- turaleza profunda de Ja pareja de cuento de hadas. El caballero que llega cabal- gendo su montura alada, vencedor de la Muerte, es ain més que el proverbial «principe valiente» que aparece justo a tiempo para curar a la princesa enferma de amor. La vinculacién del héroe/salvador con Pegaso, el caballo de las musas, identifica al héroc como un artista. Su habilidad para conducir su amor —y a sus lectores— fuera del imperfecto presente hacia un futuro paradisiaco nos re- cuerdan los atributos dignos de Cristo que se convierten en una caracteristica Fecurrente en la poes{a tardia de Dario centrada en Ia responsabilidad poética, Si ¢l caballero que llega al final de «Sonatina» se corresponde més de cerca con el Posta/héroe/salvador, Ia mujer que lo espera es consorte femenina del creador masculino. Es aqui donde la imagen central y el titulo del poema muestran su uunién fundamental, que es etimolégica. La rica princesa con su primorosa vivien- da sirve como el otro femenino, un tipo de musa, que posibilita la articulacién ¢readora de la voz masculina, Bila le permite cumplir su papel de salvador convir- tiendo el lenguaje en misica, Este objetivo se pone mas de relieve por el virtuo- sismo ritmico del poema, escrito en soberbios alejandrinos dactilicos. El juego en- {re cl lenguaje, la misica y el poeta que se describe en «Sonatina» es una Continuacién de los intentos de Dario de esclarecer sus objetivos artsticos, que ya habia comenzado en «Palabras liminares», «Era un aire suave...» y «Divaga- idm», Dario sostiene que el Ienguaje poético ha perdido su vitalidad y color; esta peso en una vasija dorada. La misica que se deberia oir esta callada; la atmésfera sofecante, poco imaginativa y sin inspiracién. Los objetos que se han asociado al cautiverio de la princesa asi como a su declive fisico y espiritual son descritos claramente. Pero el detallado rechazo de Dario es exaciamente Io opuesto de 10 ue pretende ser. Se convierte en una forma de poseer, de interiorizar e incorporar 4 $u arte aquellos aspectos que finge rechazar. Desdeiia el palacio y sus riquezas Por ser incapaces de proporcionar gratificacién espiritual. De hecho aparecen co- mo obsticulos al conocimiento y distracciones que hacen que los iluminados no ‘ean més allé de las galas superficiales de la vida (como en «El rey burgués» de 68 Historia de ta literatura hispanoamericana Azul... 0 en «Postica» de Mati). Sin embargo, al mismo tiempo, toma posesion de la opulencia a través de la descripcién Esta posicién ambivalente en lo que respecta a las riquezas de palacio refleja ‘una lucha aiin mayor —y muy comtin entre los antores modemnistas—. El poeta se enfrenta al materialismo superficial de la sociedad burguesa en Ta que vive, Busca ‘eafirmar el mérito de su creacién en un ambiente que tiende a ignorar el valor de su arte, su sabiduria y su visin espiritual. El poeta lucha por el respeto y la esti. ma que eree merecer, tomando Ias armas del enemigo —la riqueza y a opulen- cia— y volviéndolas impotentes a nivel poético. Al igual que las riquezas de la Princesa se subordinan a la riqueza espiritual que el poeta oftece, el valor de la vie sign poética y los logros artisticos se ven ensalzados doblemente por encima de la realidad del dia a dia (la vida y época en la que (él] naci6»): una respuesta igual de clara ante el orden establecido como la de Marti, Casal o Silva, Sélo después de que la princesa (cl lenguaje poético) reconozca la posicién apropiada (inferior) de la riqueza material, puede el poeta realizar su destino superior. En resumen, los objetivos poéticas trazados en «Sonatina» y los demés poemas examinados apun~ fan a un conocimiento politico y filos6fico detris de la frivolidad, la musicalidad el juego estético con los que se ha descrito generalmente a Prosas profanas Los juicios acerca de la coleecién por lo general se han consolidado a partic del impacto absoluto de su arte formal y su innovacién conceptual a través de los cuales Dario continué descubtiendo 0 recobrando una gran variedad de formas oéticas adoptadas por los primeros modemistas. Ademés del alejandrino dactili. 0 de «Sonatina», Dario resucit los versos de doce silabas en «Elogio a la segui- dilla» y Ia poesia de los cancioneros del siglo xv en «Dezires, layes y canciones» A través de cesuras situadas en diferentes puntos y el uso del encabalgamiento, expandis aiin mis el efecto musical de las formas tradicionales. La gran flexibili. dad de la prosa poética aparece en «El pais del sob» y Ia mezcla sinestésica de Iisa y color se‘hace evidente en «Sinfonia en gris mayor», un poema inspirado ‘en el arte pamasiano de Gautier. Pero en todas estas obras el placer perecedero de 'a experimentacién artistica y/o el pas de deux sexual es un aspecto mas de las Preocupaciones profundas, duraderas, sociales e incluso religiosas La solucién de estas y otras contradicciones aparentes se propone en la obra maestra de Dario en este periodo, «Coloquio de los centaurosy. En una «isla do- radi» mégica los centauros intentan reconciliar las tensiones dentro de su natura leza compuesta y reintegrarse en el universo armonioso y que funciona bien, Cuando Quirén les ayuda a percibir lo que es evidente para el poeta/vidente, es decir, que el lenguaje de la naturaleza revela el orden oculto del cosmos, es cuan- do empiezan a comprender que la aceptacién del acuerdo fundamental de toda existencia —la unidad esencial de lo bestial y lo divino, de lo masculino y lo fe- menino, lo bueno y lo malo, la vida y la muerto— es la llave de la visién paradi- iaca que estén persiguiendo. Las premisas neoplaténicas y panteistas del pitagorismo esotérico subyacente cn Ia visin general del mundo en «Coloquio» se desarrollan aiin mas en «Las an. krnoneccaaicaninciinn an- nite o La poesia modernista foras de Epicuro», una serie de poemas que se afiadié junto a «Cosas del Cid» y Derires, layes y cantares», a la edicion de 1901 de Prosas profanas. Estos poe- ‘mas delicados y lenos de sabidurfa elaboran, con una nueva gracia y una calidad trascendental, temas expresados previamente: la ommipresencia de Dios en la creacién, a naturaleza armoniosa del cosmos, a reconciliacién de los opuestos, el ‘amor, la poesia y la responsabilidad poética. En 1901, la perspectiva de Dario tiende a lo universal y atemporal, a pesar de seguir bajo la influencia de los estilos y «Guadalupe la Chinacay (en Lira heroica), Nervo, como ha sefialado José Emilio Pacheco (en su Antologia del Modernismo) anticipa el Chocano de Alma América, el Dario de Canto a la Argentina y el Lu- gones de Odas seculares, en su intento de encontrar un equilibrio entre el cosmo- politismo y las proocupaciones patridticas, un equilibrio que refleja una profunda consciencia del extraordinario lugar que ocupa el movimiento en Ia historia de Hispanoamérica. Esta consciencia se hace evidente también en sus extensos escri- tos en prosa en los que se refiere constantemente a la empresa literaria como po- sible antidoto contra la ridiculizacién de los jévenes y su pasion desaforada por el dinero. También defiende las innovaciones modemistas en las formas poéticas y cl lenguaje como una respuesta deliberada e iluminada al contexto inmediato del ‘movimiento. Con esta atencién a los temas nacionales, en su visién nostilgica de la vida provinciana y en su erotismo teiido de culpa, Nervo puso la primera pie- dra en la construccidn de poetas posteriores, sobre todo de Ramén Lépez Velarde La obra de Nervo esté dividida en tres periodos. El primero incluye Misticas, Perlas negras, Poemas, La hermana agua, El éxodo y las flores del camino y termina con la politica Lira heroica. En estos conjuntos de poemas, Nervo contie- sa su obsesién personal por la pasién erética y la duda religiosa. Ideas poco orto- doxas pero muy estimulantes que aporta el pensamiento esotérico, aparecen en el panteismo consolador y el acuerdo universal de La hermana agua y en la podero- sa figura ocultista del andrégino césmico en «Andrégino» (Poemas). Los jardines interiores y En voz baja conforman la segunda etapa en la que, como dice Merlin Forster en Historia de la poesia hispanoamericana, la poesia de Nervo se vuelve més serena en su busqueda de un lugar para si mismo en el mundo material —y materialista— en el que vive. En «Mi verso», el segundo poema de Los jardines interiores y una afirmacién poética de los objetivos artisti- os de Nervo, éste excribe: Quertia que mi verso, de guijaro, cen gema se trocase y en joyero; aque fuera entre mis manos como el barro en la mano genial de alfarero. El objetivo es crear objetos de belleza y valor trascendental a partir de Io mundano y prosaico, objetos que, como sugiere en Ia segunda estrofa, enriquez- can las vidas individuales y tengan un significado espiritual. Pero si Nervo desea xacuilan> sus estrofas y trocar sus versos en oro, es también necesario que se mueva desde lo que él lamaba la «aristocracia en harapos» a la aristocracia del dinero y el poder, de la que se sentia excluido pero ala que sentia pertenecer —por el privilegio del mérito—. La aspiracién del poeta a conseguir riquezas —incluso 80 Historia de la literatura hispanoamericana si ésta fue s6lo verbal— ejemplifca su acttud vonflictiva hacia los valores domi- nantes de Ia época y la sociedad materalista que los fomentaba, El tercer periodo se define por la muerte de su amada esposa Ana Cecilia Lui sa Daillez, en 1912, y por una bisqueda de consuelo que jams alivié su incesante congoja. Los poemas més tortuosos aparecen en La amada inmévil: versos a una imuerta, ln mayoria de los cuales escribié en el mismo afio de la muerte de la es- sa pero no se publicaron hasta 1920. Las colecciones posteriores, Serenidad, Elevacin, Plenitud, El estanque de los lotos y El arquero divino, exploran las posibidades de consuelo y trascendencia offecidas tanto por las filosofias cris- tianas como por las orientales RicARDo James FREYRE A pesar de su muy limitada produccién poética, Jaimes Freyre se sigue leyen- do y recordando hoy en dia por tres importantes razones: 1) Su colaboracién acti- ‘va en Buenos Aires con Dario, con quien fundé en 1894 la Revista de América, de corta vida pero muy influyente, 2) su innovadora adaptacién y su entusiasta de- fensa del verso libre, y 3), su recurso sincretista a los mitos y leyendas medievales ¥ nordicos para expresar sus preocupaciones por el contexto general artistico y sociocultural en el que escribio. Su prictica del verso libre se desarroll6 dentro del circulo literario encabezado por Dario y Lugones entre 1893 y 1898, trabajando, como é1 mismo dijo, un po- £0 por intuicién y un poco por la influencia de los escritores franceses, italianos y ortugueses. Su primera coleccién de poemas, Castalia birbara, se publicé en Buenos Aires en 1899 y contenfa seis de los ejemplos més tempranos de verso li- bre en la poesfa espatiola, Se dividen en dos tipos, uno basado en la silva y el otro en los periodos prosédicos. Su segunda y iiltima coleceién de poesia, Los sueiios son vida, también contiene tres poemas de estos dos tipos junto con «Alma helé- nica», un poema complejo y polimétrico. Entre la publicacién de estos dos libros, escribid Leyes de versificacién castellana en 1912, en el que describia sus prest- puestos y creencias basicos. Sostuvo que s6lo el acento es capaz de generar ritmo y que las formas poéti- cas espafiolas se crean combinando «periodos prosédicos». Este concepto le per- miti6 distinguir entre la prosa y la poesfa ya que esta tltima, en él, se caracteriza, Por una combinacién de agrupaciones iguales o anélogas. Su énfasis en el ritmo Acontual en vez de en el cémputo mecénico de las silabas le dio un soporte teérico para el tipo de verso libre que ya habia comenzedo a escribir y resucit6, como ha seffalado Henriquez Urefia Breve historia del Modernismo), ta versificaci6n irre- gular de la poesia antigua espafiola. Al mismo tiempo, sin embargo, esta visién de la poesia restringié considerablemente la definiciOn del verso libre en si mismo, limitindolo, dentro del esquema de Jaimes Freyre, a una mezcla arbitratia de dife- rentes periodos pros6dicos o una combinacién de frases sin ningiin tipo de ritmo, La poesia modernista 81 En todo caso él reclamé para si el honor de haber sido el primero en inttoducir el verso libre en espatiol; y sefalael afl de 1894 como la fecha de una de sus pr- ‘meras piezas, haciéndolas as{ contemporineas del «Noctumo» de Silva que, en 1894 expandié la métrica espatiola a través de la libre acumulacién de oractones. [La atencién de Jaimes Freyre a las posibilidades de la versificacién y las in- novaciones de la forma poética esté vinculada a su recurso a los mitos y leyendas nérdicos y medievales. A través de ambos lucha para conseguir una visién postica en contacto con los ritmos primordiales de la existencia y las visiones de un tiem. oy un lugar més simples. Al igual que Wagner, cuyas incursiones en su Valhala rectistiano reflejaron preocupaciones politicas cambiantes y una biisqueda de la edenci6n de las realidades absurdas y estériles de la Alemania del siglo xix. Jai. mes Freyre con sus dioses, héroes y genios germénicos intent6 responder a su ‘medio inmediato captando un mundo vivo de espirtus, vibrante de sonidos y sa- turado con Ta sangre de la existencia. Mientras que el titulo de su primera colec. cidn recuerda a Poémes barbares (1854) de Leconte de Lisle y subraya una fuente de inspiracion que no es la castalia clisica de a poesia tradicional espaiiola, a i. bertad del verso y la energia del tema sugiere un deseo de explotar un poder pri= tmitivo —no pamasiano— y un deseo de evocar con magia y musicalidad simbo- listas una energia incorrupta que subyace a toda vida y accién. También como Wagner, quien alcanzé un sentimiento de salvacién s6lo mediante la escritura de Parsifal y un regreso a los temas y la imagineria cristanos, Jaimes Freyre se apo. ya en una mezela sincretista de simbolos paganos y cristianos en toda su poesia. Tal vez el ejemplo mas conocido es «Aetermum vale», en el que el fin de un orden internacional, previsto en la mitologia germénica, anuncia otro que se basa en «el Dios silencioso que tiene los brazos abiertos» en un abrazo redentor. Su segunda coleccién de poesias, publicada dieciocho atios después de la pri- ‘mera, es menos getménica y mas universal, y desarrolla tanto los aspectos floss. ficos como los politicos que estaban implicitos en muchos de los pocmas de a co. leccién anterior. «Rusia», escrito en 1906, demuestra una aguda consciencia Politica y una profunda simpatia por fas masas, Sin embargo, la politica no era un recuerda a Prosas profanas, especialmente en sus tres primeros poe- mas con su amplia exploracién de estilos y modos de discurso. A pesar de que muchas de las piezas de Herrera presentan un smorgasbord cultural semejante al de «Divagacién» de Dario, la perspectiva tinica del uruguayo esta ya presente en Jas observaciones irénicas més que ocasionales que apuntan a su distancia critica de Ia deferencia, generalmente solemne, dada a la alta cultura importada, {a siguiente coleccién importante, Los parques abandonados, contiene poe- mas escritos entre 1900 y 1908. Veintidés de ellos fueron publicados en Los pe regrinos de piedra como eufocordias; cincuenta y siete fueron omitidos. Como ha sefialado Allen Phillips («Cuatro poetas hispanoamericanos»), Herrera muestra tuna complicidad césmica en estos sonetos de amor suaves y sensibles, En «La sombra dolorosa», por ejemplo, la naturaleza comparte con el poeta el dolor de la separacién, afirmando una unidad trascendental interrumpida por una pérdida que esté unida, a través del tren rugiente, a la vida modema y la tecnologia insensible, En «E! abrazo pitagéricon, la armonfa universal y etema a la que se refiere el tit {o se encuentra en la unién de los dos amantes, su amor, su canto y su placer 90. Historia de la literatura hispanoamericana —sin embargo no sin los caracteristicos toques herrerianos del absurdo en la forma de términos cientificos intrusos y frases coloquiales—. Los poemas de Los éxtasis de la montaita, lamados eglogdnimas en Los pe- regrinos de piedra, se escribieron entre 1904 y 1910. Estos sonetos alejandrinos son pastoriles por naturaleza, églogas Menas de paz y tranquilidad. Estin, al mis- ‘mo tiempo, entre sus obras més originales y contienen imégenes y metéforas ‘apre-creacionistas». Los poemas revelan un regocijo en la naturaleza ingenua inocente de la vida rural y un intenso panteismo en el que el orden césmico se re- pite en los detalles aparentemente poco significativos de la existencia del dia a dia. Sin embargo el paisaje toma una calidad irreal, transmutada en constructos verbales a través de referencias deliberadamente arcaicas y una sensibilidad ba- roca (influencia de Géngora) que ayudé a preparar Ia transicién del Modemismo ala Vanguardia. La atmésfera de fantasia a menudo se ve interrumpida por el ab- surdo de la vida 0 por una imagen chocante, las cuales llaman la atencién sobre, y como resultado se burlan de, las pretensiones literarias del poema, «La iglesia» termina con una invasién de pollos, «El cura» concluye describiendo la piedad del cura como un lametén de vaca y «Dominus vobiscum» rompe la eternidad

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